EL ACOMPAÑAMIENTO CELESTIAL


TABLA DE CONTENIDO




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El escrúpulo significa desconfiar, sospechar y temer con el fundamento de una preocupación consciente de lo que es bueno, espiritual y moral. La persona o sociedad que no tiene escrúpulos carece de la rectitud y rigor en el compromiso y responsabilidad del bien. Se descarta, deshecha y desprecia lo moralmente aceptado, porque se pierde la importancia al deber correcto en el comportamiento y la conducta personal y social. La única conveniencia de la persona, es el interés en el beneficio y satisfacción propia, hasta llegar al extremo del aprovechamiento de la inmoralidad. De ninguna manera se presenta el asco o náusea espiritual, porque no hay repulsión mental del espíritu en la intención y voluntad individual, que reaccione con un enérgico repudio al mal. Los pensamientos están completamente dominados por el placer carnal, sin aprensión o recelo al contagio o contaminación de la práctica de maldad y el pecado con otras personas. Lo contrario al inescrupuloso es ser diligente y meticuloso, específicamente en la vivencia de los principios, valores y virtudes espirituales y morales. Hay una concienciación de la misma conciencia.


La persona escrupulosa toma conciencia y se guía desde el punto de vista moral, para recapacitar y tomar decisiones, que sean de bien y de buenas costumbres, con las acciones de aceptación ética y social, comprobados con los mayores estándares del conocimiento espiritual. La conciencia es comprender la praxis moral, en este sentido, Jesucristo es el ejemplo y modelo de vida significativo, porque transmite el conocimiento y entendimiento con la exclusiva precisión y rigurosidad espiritual y celestial. Jesucristo tiene la suprema importancia, por su exclusividad y representación única de lo celestial, por ser enviado con el mensaje directo, en relación con la enseñanza de la palabra de Dios Padre Celestial.



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1) EL EXPLORADOR BÍBLICO Y LA POTENCIA


Explorar en profundidad la Biblia, es su análisis, estudio e investigación seria, que sea con la fidelidad, perseverancia y persistencia, hasta averiguar el fondo de un conocimiento y sabiduría bíblica específica. Para explorar bíblicamente el alcance o límite de la exploración en el grado más alto del conocimiento es lo celestial. En el caso de la potencia es la calidad y capacidad de ser, según las facultades mentales del entendimiento, memoria y voluntad, para ejecutar una acción y producir un efecto. En una retrospectiva hasta el origen de Dios Hijo, encontramos al Hijo como el punto de partida entre el antes y el después de la creación. Jesucristo testifica personalmente lo siguiente: “Yo te he glorificado en la tierra: he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú cerca de ti mismo con aquella gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo fuese” (Juan 17.4 al 5 – RVR1909). Del Hijo se dice ser el principio: “Yo soy el Alpha y la Omega, principio y fin, dice el Señor, que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apocalipsis 1.8, 21.6 – RVR1909). El Hijo de Dios es el principio del origen, por ser el primero de la Creación: Yo soy el Alpha y Omega, el primero y el último…” (Apocalipsis 1.11, 22.13 – RVR1909).


El Hijo es el principio de la creación: “… He aquí dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios” (Apocalipsis 3.14 – RVR1909). El Hijo vive por los siglos de los siglos pero tiene principio: “… No temas: yo soy el primero y el último; Y el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo por siglos de siglos, Amén. Y tengo las llaves del infierno y de la muerte” (Apocalipsis 1.17 al 18 – RVR1909). El Hijo fue muerto y resucitado para ascender a los cielos, aunque era Dios Hijo, fue engendrado y enviado a vivir entre los seres humanos: “Y él es antes de todas las cosas, y por él



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todas las cosas subsisten: Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia; él que es el principio, el primogénito de los muertos, para que en todo tenga el primado. Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud” (Colosenses 1.17 al 20 – RVR1909). Fue Dios Padre quien dispuso que su Hijo tuviera toda la plenitud, por lo cual Dios Padre unge al Hijo: “Mas al hijo: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo;… Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo,…” (Hebreos 1.8 al 9 – RVR1909).

Así como en la rebelión los ángeles caídos se unen en contra del Hijo de Dios, otro grupo se mantiene fiel y leal al Hijo. Es oportuno aclarar que el siguiente pasaje corresponde a un lenguaje simbólico, en alusión al Imperio romano y su persecución a los creyentes en Cristo (la simiente), pero sirve para darse una idea de lo sucedido con los ángeles caídos: “Y fué hecha una grande batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lidiaban contra el dragón; y lidiaba el dragón y sus ángeles. Y no prevalecieron, ni su lugar fué más hallado en el cielo. Y fué lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña á todo el mundo; fue arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él” (Apocalipsis 12.7 al 9 – RVR1909). ¿Cómo ser un explorador bíblico y averiguar con diligencia, para encontrar el poder de la respuesta en la palabra escrita de Dios? En relación con la fidelidad, lealtad o rebelión: ¿Cuál era el propósito de lo sucedido con un sector de los ángeles que tuvieron duda e indecisión al obedecer a Dios? Los ángeles temperamentales.


Una creencia popular antigua dice que los ángeles con duda e indecisos vienen a nacer como seres humanos, así tienen la oportunidad para tomar una decisión definitiva. De la misma manera el Hijo con su ejemplo y modelo de vida, al nacer, morir y resucitar, reconcilia tanto a los de la tierra como a los del cielo: “Y por él reconciliar todas las cosas á sí, pacificando por la sangre de su cruz, así lo que está en la tierra como lo que está en los cielos” (Colosenses 1.20 – RVR1909). Aparentemente esta reconciliación se refiere a los que eran suyos, o sea, la parte del séquito celestial con duda



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e indecisión al obedecer a Dios, pero finalmente se deciden por obedecer con fidelidad y lealtad a Dios, al seguir a Cristo:

“He manifestado tu nombre á los hombres que del mundo me diste: tuyos eran, y me los diste, y guardaron tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me diste, y guardaron tu palabra. Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos los recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque tuyos son” (Juan 17.6 al 9 – RVR1909).

Pero la Biblia dice que el Hijo de ninguna manera vino a salvar a los ángeles caídos que ya habían tomado su decisión: “Porque si Dios no perdonó á los ángeles que habían pecado, sino que habiéndolos despeñado en el infierno con cadenas de oscuridad, los entregó para ser reservados al juicio” (2 Pedro 2.4 – RVR1909). Por esta razón vino semejante a un humano, que son los portadores de la duda e indecisión al obedecer a Dios. Está escrito: “Porque si la palabra dicha por los ángeles fué firme, y toda rebelión y desobediencia recibió justa paga de retribución” (Hebreos 2.2 – RVR1909). Además dice: “Porque no sujetó á los ángeles el mundo venidero, del cual hablamos” (Hebreos 2.5 – RVR1909). El Hijo no vino a salvar los ángeles caídos, sino a los ángeles indecisos que son los humanos:


“Empero vemos coronado de gloria y de honra, por el padecimiento de muerte, á aquel Jesús que es hecho un poco menor que los ángeles, para que por gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía que aquel por cuya causa son todas las cosas, y por el cual todas las cosas subsisten, habiendo de llevar á la gloria á muchos hijos, hiciese consumado por aflicciones al autor de la salud de ellos” (Hebreos 2.9 al 10 – RVR1909).


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La rebelión de los ángeles caídos irrespeta la autoridad y el reconocimiento de la superioridad del Hijo de Dios y su principado, mientras tanto el Hijo, a pesar de su posición de principal por encima del séquito celestial, viene a este mundo para ejemplo a demostrar su total respeto a la autoridad de su Padre, como el único Dios verdadero: “Dícele Jesús: ¡María! Volviéndose ella, dícele: ¡Rabboni! que quiere decir, Maestro. Dícele Jesús: No me toques: porque aun no he subido á mi Padre: mas ve á mis hermanos, y diles: Subo á mi Padre y á vuestro Padre, á mi Dios y á vuestro Dios” (Juan 20.16 al 17 – RVR1909). Algunos consideran que el siguiente pasaje trata del Hijo, pero en realidad es el Padre, quien es invisible y tiene el trono de reinado, para su honra y gloria por siempre: “Por tanto, al Rey de siglos, inmortal, invisible, al solo sabio Dios sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (1 Timoteo 1.17 – RVR1909). Dios Padre tiene la jerarquía única.


Jesucristo siendo como Dios Hijo, nunca pretende tomar el lugar del Padre, todo lo contrario, le rinde la adoración, alabanza, fidelidad, gloria, honra, lealtad y obediencia a su Padre en toda circunstancia, lugar y tiempo, tanto como Dios y como humano. Asimismo, el séquito celestial fue creado para rendir homenaje y reconocimiento al Hijo, pero el ángel caído se resiste a esta obediencia y subordinación. Se cumple la siguiente parábola, tanto a nivel del cielo como de la tierra: “… Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré mi hijo amado: quizás cuando á éste vieren, tendrán respeto. Mas los labradores, viéndole, pensaron entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle para que la heredad sea nuestra…” (Lucas 20.9 al 19 – RVR1909). ¿El sentido de vida?


Cuando el séquito celestial transgrede su propósito por el que existen, surge la misma interrogante de la parábola: ¿Qué se hará con los ángeles que tienen duda e indecisión al obedecer? Hay una pista al respecto, en el caso del profeta Jeremías de quien Dios dice: “Antes que te formase en el vientre te conocí…” (Jeremías 1.5 – RVR1909). Otro pasaje menciona: “Porque á los que antes conoció, también predestinó



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para que fuesen hechos conformes á la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8.29 – RVR1909). El sentido de vida comunitaria.

En relación con este último pasaje hay una comparación con el siguiente texto: “Y como trajimos la imagen del terreno, traeremos también la imagen del celestial” (1 Corintios 15.49 – RVR1909). Dios establece un orden desde la creación, conoce bien a todos los integrantes del séquito celestial, inclusive los fieles, los indecisos y los rebeldes. Todos tienen preexistencia con cuerpo celestial, luego en el debido orden, surge el cuerpo animal o terrenal en los seres humanos mediante Adán y Eva, con la aspiración de retornar al cuerpo de ser espiritual, por consiguiente y finalmente celestial. El orden de estas fases es primero lo celestial, luego lo natural o terrenal, seguidamente lo espiritual y por último el retorno a lo celestial. Dios conoce a los suyos: “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor á los que son suyos;...” (2 Timoteo 2.19 – RVR1909). Dios conoce a los suyos, a partir de su Hijo y del séquito celestial. La Biblia dice: “Bendito el Dios y Padre del Señor nuestro Jesucristo, el cual nos bendijo con toda bendición espiritual en lugares celestiales en Cristo: Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo,…” (Efesios 1.3 al 4 – RVR1909). El “chip”, marca o sello del temperamento.


En el caso de nuestro Creador, antes de ser Padre debido a la creación de su Hijo, Dios es la única energía existente, con su forma corporal de Espíritu y Luz Eterna, de manera que es el Eterno, en el sentido de que no tiene principio ni tendrá fin. Dios tiene entendimiento, mente y su propio designio, pensamiento o propósito. Sus atributos, carácter, características, cualidades, intención y voluntad. Dios es la Energía con su fuerza y poder, por esta razón está escrito: “Dios es Espíritu…” (Juan 4.24 – RVR1909). Dios es luz: “Y este es el mensaje que oímos de él, y os anunciamos: Que Dios es luz, y en él no hay ningunas tinieblas” (1 Juan 1.5 – RVR1909). La lucha es amar y obedecer con fidelidad a Dios, aceptar, identificar y reconocer su Luz que genera contrición.



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El mismo Espíritu y Luz es su forma corporal, por este motivo Dios Padre es invisible y su Hijo es su imagen visible: “El cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura” (Colosenses 1.15 – RVR1909). Por ejemplo: “… Dios es amor” (1 Juan 4.8 – RVR1909). El amor es invisible, por ser una decisión abstracta, pero se hizo visible en la obra y vida de las acciones y hechos de Jesucristo. Ejemplo de vida.


Dios es Luz, pero una luz inaccesible que solo Jesucristo puede acceder, porque los seres humanos no han visto ni pueden ver: “La cual á su tiempo mostrará el Bienaventurado y solo Poderoso, Rey de reyes, y Señor de señores; Quien sólo tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; á quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver; al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén” (1 Timoteo 6.15 al 16 – RVR1909). Dios Padre es Luz inaccesible, no obstante, el Hijo de Dios, como verbo o potencia de la palabra de Dios, puede acceder al Padre: “El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó á la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1.3 – RVR1909). Por lo tanto, si Dios Padre es luz, también su Hijo es luz: “Aquel era la luz verdadera, que alumbra á todo hombre que viene á este mundo” (Juan 1.9 – RVR1909). Jesucristo mismo dijo: “Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo:…” (Juan 8.12 – RVR1909). El Padre es Luz Mayor (mayúscula).


Hay una pista en alusión o referencia a la creación del Hijo de Dios, y a la creación de los seres portadores de luz o séquito celestial, en el mismo orden, que es cuando en el primer día se crea la luz: “Y dijo Dios: Sea la luz: y fué la luz. Y vió Dios que la luz era buena: y apartó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios á la luz Día, y á las tinieblas llamó Noche: y fué la tarde y la mañana un día” (Génesis 1.3 al 5 – RVR1909), pero es hasta el cuarto día cuando se menciona la creación del sol, la luna y las estrellas: “E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en



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el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche: hizo también las estrellas… Y fué la tarde y la mañana el día cuarto” (Génesis 1.16 al 19 – RVR1909). Este caso de la luz es semejante en la analogía o comparación, igual al realizado en referencia a ciertos casos de reyes, donde se insinúa el caso indirectamente del origen de rebeldía de los ángeles caídos o del Lucero querubín portador de luz (Ezequiel 28.14 al 15, Isaías 13.12 al 14 – RVR1909). Este ser de luz es conocido comúnmente como Lucifer o Luzbel. La Biblia tiene en su contenido muchos simbolismos, para representar conceptos, creencias, profecías, situaciones o sucesos: “Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4.16 – RVR1909). Talento celestial.

El pasaje anterior hace mención acerca de la segunda venida del Señor, pero menciona al Señor Jesucristo con la voz de arcángel. Precisamente en la preexistencia de Cristo se presenta como el principal ante el séquito celestial, quien era conocido como el arcángel Miguel: “Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando sobre el cuerpo de Moisés, no se atrevió á usar de juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda” (Judas 9 – RVR1909). Ahora, comparemos este pasaje con otro del profeta Zacarías: “Y mostróme á Josué, el gran sacerdote, el cual estaba delante del ángel de Jehová; y Satán estaba á su mano derecha para serle adversario. Y dijo Jehová á Satán: Jehová te reprenda, oh Satán; Jehová, que ha escogido á Jerusalem, te reprenda. ¿No es éste tizón arrebatado del incendio?” (Zacarías 3.1 al 2 – RVR1909). En este caso Jehová Hijo remite la reprensión a la autoridad de Jehová Padre (dijo Jehová: Jehová te reprenda).


El nombre de Dios, en cualquier idioma hace referencia a la Existencia y al Ser, pero hay un plural en este pasaje: “Entonces llovió Jehová sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos” (Génesis 19.24 – RVR1909). Entre un dios falso al igual que con otro dios falso al lado, se dice dioses, pero con el verdadero en plural, se dice



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Dios, con referencia a Dios Padre y Dios Hijo: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios” (Juan 1.1 al 2 – RVR1909).

Una vez creado Dios Hijo, que es el mismo Hijo de Dios, entonces, Dios Padre le provee al Hijo un obsequio en honor y reconocimiento, a saber, el séquito celestial y posteriormente el ser humano: “Porque por él fueron criadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue criado por él y para él” (Colosenses 1.16 – RVR1909). Además toda la creación se constituye en heredad al Hijo como primogénito: “En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo” (Hebreos 1.2 – RVR1909). El Hijo recibe la preferencia y el primer lugar: “Pues, ¿á cuál de los ángeles dijo jamás: Siéntate á mi diestra, Hasta que ponga á tus enemigos por estrado de tus pies?” (Hebreos 1.13 – RVR1909). La potencia de la fortaleza de Dios Padre, opera y manifiesta la supremacía de su Hijo sobre toda la creación:


“Y cuál aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, por la operación de la potencia de su fortaleza, La cual obró en Cristo, resucitándole de los muertos, y colocándole á su diestra en los cielos, Sobre todo principado y potestad, y potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, mas aun en el venidero: Y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y diólo por cabeza sobre todas las cosas á la iglesia, La cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que hinche todas las cosas en todos” (Efesios 1.19 al 23 – RVR1909).

La resurrección de Cristo entre los muertos, es diferente a la del caso sucedido con Lázaro, porque Jesucristo resucita con el cuerpo trasformado, es el primero de todos (1 Corintios



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15.20), los que resucitarán para salvación y vida eterna, es la única resurrección que ha ascendido a los cielos y el único ser con la autoridad y potestad de estar a la diestra de Dios Padre. Es el único que ha recibido un nombre que es sobre todo nombre, Excelso y único digno de recibir la adoración y la alabanza, inclusive de rodillas por ser el Señor: “… Dios también le ensalzó á lo sumo, y dióle un nombre que es sobre todo nombre; Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla… Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, á la gloria de Dios Padre” (Filipenses 2.9 al 11 – RVR1909). El Hijo es el único Señor, tanto de los muertos como de los vivos, ya que todos comparecerán ante el tribunal de Cristo: “Porque Cristo para esto murió, y resucitó, y volvió á vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven… porque todos hemos de estar ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que á mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará á Dios” (Romanos 14.9 al 11 – RVR1909).

¿Qué pasó con un sector del séquito celestial semejante al acontecimiento actual en toda la humanidad? Lo que pasó fue el rechazo a reconocer el lugar correspondiente al Hijo de Dios, así en la actualidad se antepone y dan importancia a todo lo demás en lugar del Señor Jesucristo, su discipulado y evangelio. Todo esto se ha transformado en los nuevos dioses e ídolos del plano existencial natural: las creencias y dogmas, la corrupción y las luchas de poder, los entretenimientos y estilos de vida, el expansionismo militar y territorial, la fama y el poder que es en lo económico, las culturas y filosofías, las civilizaciones y la guerras, el libertinaje desenfrenado de los gustos y preferencias, los modelos y modos de vida, lo político anarquista, autoritarismo, dictatorial y el totalitarismo, las normas, reglas eclesiásticas y la religión, el status académico, científico, intelectual, médico, profesional, social, la sabiduría humana y la tecnología, la avaricia, codicia, egoísmo, envidia, lascivia, lucro, odio, opulencia y vanidad. Todo es cortina de humo, son distractores que ocasionan ruido, para desvirtuar la real atención, enfoque y concentración de la preeminencia, supremacía y lo más preciado por excelencia y valía de Jesús:



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“Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo lo quisiere revelar. Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11.27 al 29 – RVR1909).

Ahora bien, el mundo va tras sus dioses e ídolos, en lugar de seguir en pos del maestro y mentor Jesucristo, quien con su vida como humano, demuestra el amor a Dios y la factibilidad de una accesibilidad de obediencia a su Padre, en reconocimiento de su sola autoridad y potestad como el Dios único y verdadero: “Acerca, pues, de las viandas que son sacrificadas á los ídolos, sabemos que el ídolo nada es en el mundo, y que no hay más de un Dios. Porque aunque haya algunos que se llamen dioses, ó en el cielo, ó en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), Nosotros empero no tenemos más de un Dios, el Padre, del cual son todas las cosas, y nosotros en él: y un Señor Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros por él” (1 Corintios 8.4 al 6 – RVR1909). En esto consiste profundizar la exploración bíblica y la potencia, en trascender y lograr una proyección hacia la vida venidera, desapegarse de este mundo y de lo terrenal, con la potencia de la palabra de Dios y su fortaleza: “Puestos los ojos en el autor y consumador de la fe, en Jesús; el cual, habiéndole sido propuesto gozo, sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza, y sentóse á la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12.2 – RVR1909). La energía de la mirada recíproca hacia Dios y de Dios hacia la humanidad, que es un efluvio de energía invisible, como una emanación o irradiación inmaterial que hace vibrar el espacio hasta el tercer cielo. Así una mente de justicia lúcida nos hace fuertes al atenuar la adversidad. Superar obstáculos fortalece el ser interior. El secreto está en la educación y más educación, durante toda la vida natural, con la trascendencia de espiritual a celestial.



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2) LA TEORÍA DEL PARADIGMA Y LA PERCEPCIÓN


Las teorías filosóficas y religiosas en lo concerniente al misterio, mito, oculto o sagrado, surgen de la especulación, mediante la observación atenta y la investigación minuciosa, con la aplicación, crecimiento y desarrollo del pensamiento profundo, tanto en el escrutinio de conjeturas, creencias o supuestos. Hay una presunción y vanidad infundada: “Porque habiendo conocido á Dios, no le glorificaron como á Dios, ni dieron gracias; antes se desvanecieron en sus discursos, y el necio corazón de ellos fue entenebrecido. Diciéndose ser sabios, se hicieron fatuos” (Romanos 1.21 al 22 – RVR1909). Esta profundidad del pensamiento, se genera según la propia capacidad del humano, sin ser congruente y consecuente con la mentalidad y pensamiento de Jesucristo, conforme con su transmisión del conocimiento celestial: “Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo: Porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente” (Colosenses 2.8 al 9 - RVR1909).


Las sutilezas son conceptos vanos e impresionables para quienes desconocen la preeminencia de Cristo: “Y en él estáis cumplidos, el cual es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2.10 – RVR1909), porque son las ideas que están construidas sin el fundamento de Cristo, por consiguiente sin la exactitud y la profundidad sacrosanta del conocimiento enviado directamente del Padre, a través del Hijo Jesucristo. Limitados con base en la capacidad humana de formular los conceptos con el cimiento o fundamento propio de creencias e hipótesis: “Los cuales mudaron la verdad de Dios en mentira, honrando y sirviendo á las criaturas antes que al Criador, el



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cual es bendito por los siglos. Amén” (Romanos 1.25 – RVR1909). Estas teorías difusas o imprecisas, la humanidad las asume como ejemplos o modelos, aunque sea fuera de Cristo, ya que la humanidad por sí misma, con su autonomía de entendimiento, ejerce un argumento particular en defensa de su propia razón, con el análisis, comentario, interpretación u opinión, sin considerar a Jesucristo. Las consecuencias son el carecer y descartar, al omitir la capacidad o posibilidad de comprobar y examinar la realidad de la verdad celestial. El testimonio de Cristo, es una veraz justificación y prueba de la verdad, verificable con la exactitud de la fuente o procedencia directa de Dios, según los discípulos y testigos históricos: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién le instruyó? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.16 - RVR1909). Porque es Cristo que vive en mí (Gálatas 2.20).

El ser humano confía en su sugerencia, da por sentado o supone su razonamiento especulativo, hipotético y teórico, como una verdad absoluta, a pesar de la limitación humana de basarse en la percepción de sus sentidos, para justificar y hacer pasar una creencia como única y verdadera. Recibir la comprensión del conocimiento espiritual, limitado en alcance de la percepción solo natural, en lugar de la intervención del conocimiento celestial provisto por Jesucristo, se queda en un radio de acción o influencia exclusivamente en lo natural, sin poder trascender a la revelación de fe de Dios: “Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente” (1 Corintios 2.14 - RVR1909). Dios es Revelación de la Verdad.


Lo animal es lo natural y guarda sigilo, como misterio secreto, restringido para acceder al conocimiento espiritual, por consiguiente sin el acceso al celestial. Se le imposibilita a los seres humanos el identificar y reconocer con claridad a Jesucristo, su ejemplo, legado y modelo de vida cotidiana: “Y si el justo con dificultad se salva; ¿á dónde aparecerá el infiel y el pecador?” (1 Pedro 4.18 – RVR1909). Esta imposibilidad humana es causada por la influencia de los paradigmas y la



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distorsión de la verdad, con sus propias percepciones de la vida y filosofías de conveniencia, arrastrados mayormente por las corrientes aconfesionales, anticristo y de secularización social: “Hay camino que al hombre parece derecho; Empero su fin son caminos de muerte” (Proverbios 14.12 y 16.25 – RVR1909). El verdadero protagonista de la vida es Jesucristo, quien es digno del primer plano de admiración y seguimiento, el primer lugar y la prioridad de nuestra atención, con toda la alabanza, gloria y honra: “Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.6 – RVR1909). ¿Cómo se puede adherir o incorporar a la personalidad humana, la experiencia real que vive Jesucristo aquí en el planeta Tierra? Hay una gran diferencia entre ser un espectador de la teoría de sus enseñanzas o un verdadero practicante de la vivencia de Jesucristo. ¿El ADN Celestial?

Desde el principio en la creación ocurre un ardid, o sea, un artificio para lograr el engaño y la mentira en Adán y Eva: “Mas temo que como la serpiente engañó á Eva con su astucia, sean corrompidos así vuestros sentidos en alguna manera, de la simplicidad que es en Cristo” (2 Corintios 11.3 – RVR1909). La simplicidad implica inocencia y sinceridad sin fingimiento, libre de apariencia o simulación, sin el artilugio de la trampa, para burlar o perjudicar con hacer creer lo que no es verdad. Así surge una infinidad de creencia, decreto, doctrina, dogma eclesiástico y que ocultan u opacan la gloria de Jesucristo. La muchas enseñanzas sin trascendencia y contrarias a resaltar la misión y vida ejemplar de Jesucristo, como modelo de la cotidianidad. El engaño y mentira de vivir una vida sin Cristo y aún así pretender cumplir con una vida para Dios Padre: “Nadie os engañe con palabras vanas; porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis pues aparceros con ellos; Porque en otro tiempo erais tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor: andad como hijos de luz” (Efesios 5.6 al 8 – RVR1909). Ser cumplidor testigo de Cristo.


¿Cuál es el engaño y mentira? Hacer creer una postura sesgada como una verdad a medias, es una falacia elaborada



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con astucia como palabra de Dios, con un rumbo cortado y torcido al establecido verdaderamente por Dios: “… ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió á la serpiente:… dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, porque no muráis. Entonces la serpiente dijo á la mujer: No moriréis” (Génesis 3.1 al 4 - RVR1909). ¿En pos de quién va la humanidad, a quién siguen con gran devoción en el primer lugar? Porque si no es a Jesucristo establecido por Dios Padre, entonces es en vano: “Que decían en alta voz: El Cordero que fué inmolado es digno de tomar el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza. Y oí á toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y que está en el mar, y todas las cosas que en ellos están, diciendo: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendición, y la honra, y la gloria, y el poder, para siempre jamás” (Apocalipsis 5.12 al 13 – RVR1909).

La serpiente sigilosa desempeña una actuación y papel hipócrita, con la polución moral de corrupción y profanación, una apariencia de confianza y justicia, igual sus servidores: “Así que, no es mucho si también sus ministros se transfiguran como ministros de justicia; cuyo fin será conforme á sus obras” (2 Corintios 11.15 – RVR1909). Sin la obra auténtica, genuina de Jesucristo, sino un ministerio de falsos servidores, propio beneficio e intereses mezquinos: “Porque los tales no sirven al Señor nuestro Jesucristo, sino á sus vientres; y con suaves palabras y bendiciones engañan los corazones de los simples” (Romanos 15.18 – RVR1909). Los simples son quienes con la mentira se dejan engañar, por los enemigos de Cristo: “Cuyo fin será perdición, cuyo dios es el vientre, y su gloria es en confusión; que sienten lo terreno” (Filipenses 3.19 – RVR1909). La alteración de morfología del argumento cornuto del dilema, la forma al estructurar la palabra y toxicidad de ignorancia.


Hay una semejanza entre la hipocresía descrita desde el principio con la serpiente, Adán y Eva, en relación con los que aparentan ser servidores de Cristo y no lo son: “Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo



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la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Y Jehová Dios dijo á la serpiente: Por cuanto esto hiciste,… Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3.13 al 15 – RVR1909). Adán y Eva en el principio de Edén, tienen solo la orden de Dios, la serpiente astuta representa en cierta forma la tentación del mal. Esta serpiente en específico tiene un interés de que Adán y Eva pasen a conocer y ejercer el mal, por consiguiente la consecuencia de la muerte. Hay un complot, confabulación o conspiración entre la simiente de origen o procedencia de la serpiente, de quienes cultivan y cosechan la semilla del mal, contra la simiente de Cristo. Sin embargo, Jesucristo con el bien vence el mal y la muerte:

“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, es á saber, al diablo. Y librar á los que por el temor de la muerte estaban por toda la vida sujetos á servidumbre. Porque ciertamente no tomó á los ángeles, sino á la simiente de Abraham tomó. Por lo cual, debía ser en todo semejante á los hermanos, para venir á ser misericordioso y fiel Pontífice en lo que es para con Dios, para expiar los pecados del pueblo” (Hebreos 2.14 al 17 – RVR1909).

El principio del Libro de Génesis muestra el anuncio de enemistad entre la mujer y la serpiente, entre sus simientes, y las heridas en la cabeza y el calcañar o talón. ¿Qué significa esta simbología? Al parecer una serpiente aún con herida en la cabeza, conserva su capacidad de reflejo o reacción motriz, inclusive mantiene sus acciones motoras muchas horas después de su muerte, por ejemplo la reacción automática de morder como mecanismo reflejo. Resulta que Jesucristo es herido de muerte en el sacrificio en la cruz, representado por la herida en el calcañar o talón, sin embargo, con su muerte



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venció a la muerte misma a través de la resurrección: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adam todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15.20 al 22 – RVR1909). Jesucristo con su hazaña, establece un punto de partida histórico y profético, de tal manera que la cronología histórica de la humanidad se señala desde un antes de Cristo o un después de Cristo. Por tanto, Jesucristo sobresale por encima de cualquier gobernante, principal o príncipe del mundo: “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria: La que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de gloria” (1 Corintios 2.7 al 8 – RVR1909). ¿Elección?

La cabeza de la serpiente representa cierta autoridad del mal, encabezado por los gobernantes y principales, tanto poderosos políticamente como religiosos: “Asistieron los reyes de la tierra, Y los príncipes se juntaron en uno Contra el Señor, y contra su Cristo. Porque verdaderamente se juntaron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, al cual ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los Gentiles y los pueblos de Israel, Para hacer lo que tu mano y tu consejo habían antes determinado que había de ser hecho. Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y da á tus siervos que con toda confianza hablen tu palabra” (Hechos 4.26 al 29 – RVR1909). La expresión: “para hacer lo que tu mano y tu consejo habían antes determinado que había de ser hecho”, concuerda con el anuncio anterior desde el principio del Génesis acerca de la enemistad entre la mujer y la serpiente, entre sus simientes, y las heridas en la cabeza y el calcañar o talón. Jesucristo con su acto de sacrificio en la cruz vence el mal, al herir en la cabeza a la serpiente: “Y despojando los principados y las potestades, sacólos á la vergüenza en público, triunfando de ellos en sí mismo” (Colosenses 2.15 – RVR1909). Pero cuál es el significado de la herida en la serpiente, específicamente en la cabeza, esto es,



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el nombre de Jesucristo recibe toda la potestad, pasa a ser la autoridad y la cabeza del ángulo principal de la edificación:

“Y aconteció al día siguiente, que se juntaron en Jerusalem los príncipes de ellos, y los ancianos, y los escribas; Y Anás, príncipe de los sacerdotes, y Caifás, y Juan y Alejandro, y todos los que eran del linaje sacerdotal; Y haciéndolos presentar en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Príncipes del pueblo, y ancianos de Israel: Pues que somos hoy demandados acerca del beneficio hecho á un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, Sea notorio á todos vosotros, y á todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, al que vosotros crucificasteis y Dios le resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Este es la piedra reprobada de vosotros los edificadores, la cual es puesta por cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado á los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4.5 al 12 – RVR1909).

Obsérvese como la serpiente que aún con la herida en la cabeza, conserva su capacidad de reflejo o reacción, inclusive de morder e inyectar su vil veneno, al parecer similar a una serpiente decapitada y muerta, que mantiene sus acciones motoras por varias horas. Así menciona Pablo o la escuela paulina en la segunda carta o epístola a Timoteo: “Pero tú has comprendido mi doctrina, instrucción , intento, fe, largura de ánimo, caridad, paciencia, Persecuciones, aflicciones, cuales me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra, cuales persecuciones he sufrido; y de todas me ha librado el Señor. Y también todos los que quieren vivir píamente en Cristo Jesús, padecerán persecución” (2 Timoteo 3.10 al 12 – RVR1909).



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3) EL EMPODERAMIENTO DE LA ESPIRITUALIDAD Y SANTIDAD


El empoderamiento de la espiritualidad es la vida de la trascendencia de lo natural al nivel espiritual, a través de la ceguera espiritual a la vista espiritual, de las tinieblas a la luz y de la muerte en vida a la vida espiritual. Este análisis se requiere en profundidad e implica la simbología del despertar y su respectiva interpretación y significado. El símbolo del amanecer y de la luz en la aurora, es un principio o primer tiempo entre la oscuridad y la luz, que va en aumento hasta que el día esclarece por completo: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto. El camino de los impíos es como la oscuridad: No saben en qué tropiezan” (Proverbios 4.18 al 19 – RVR1909). En los términos espirituales, el desconocimiento o ignorancia de en qué se está tropezando, es un caminar con la ausencia de fe, compasión o piedad, es un vivir sin el amor y respeto de consagración, dedicación y santidad del Espíritu Santo, con repercusión de una ignorancia y falta de realidad.


Esta forma de vida comparada con la oscuridad, significa la falta de conciencia de rebasar o sobrepasar a otro nivel de conocimiento, porque no saben en qué tropiezan: “Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente” (1 Corintios 2.14 – RVR1909). Mientras tanto, la senda del justo, aunque es un camino más estrecho, va en aumento al escalonar el avance de la conciencia, para advertir y considerar la realidad del conocimiento espiritual. Hay un auto-cuidado de una buena administración de sí mismo, al cuidar y valorar integralmente la escucha y sosiego a plenitud desde nuestro ser interior.



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El empoderamiento es apropiar con fuerza y poder una vida conducida, dirigida, guiada, inspirada y regida por el Espíritu Santo. La vida del ser humano es como un desierto y el caminar es como un internar en un espejismo o un oasis, entre más se desapega del espejismo natural, más accede y se acerca a la realidad conciente del oasis espiritual. Jesucristo dijo: “Respondió Jesús y díjole: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá á tener sed; Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4.13 al 14 – RVR1909). Tanto la condición de espejismo como de oasis se encuentra en la mente de cada persona: “Porque los que viven conforme á la carne, de las cosas que son de la carne se ocupan; mas los que conforme al espíritu, de las cosas del espíritu. Porque la intención de la carne es muerte; mas la intención del espíritu, vida y paz” (Romanos 8.5 al 6 – RVR1909). Dar el salto a lo celestial. La razón de ser de un oasis es el agua, así Jesucristo menciona acerca del agua que nos provee, como fuente de agua para vida eterna. ¿Cuál es esta agua? Otro pasaje nos aclara al respecto: “Mas en el postrer día grande de la fiesta, Jesús se ponía en pie y clamaba, diciendo: Si alguno tiene sed, venga á mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre. (Y esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él: pues aun no había venido el Espíritu Santo; porque Jesús no estaba aún glorificado)” (Juan 7.37 al 39 – RVR1909). Salto de eternidad.


La simbología para el empoderamiento de espiritualidad, es el aprecio y grato rumiar de la palabra de Dios, pensar con detenimiento, madurez, meditación y reflexión. El análisis y estudio en profundidad, de ninguna manera se limita, reduce o resume en cierta cantidad de credo y dogma, porque sería inmersión en espejismo. La Biblia en sí, es amplia y extensa para sintetizar en unos pocos renglones. Rumiar las Sagradas Escrituras es desmenuzar, masticar y saborear espiritual con el paladar de la conciencia: “De todo mal camino contuve mis pies, Para guardar tu palabra. No me aparté de tus juicios;



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Porque tú me enseñaste. ¡Cuán dulces son á mi paladar tus palabras! Más que la miel á mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia: Por tanto he aborrecido todo camino de mentira” (Salmos 119.101 al 104 – RVR1909). Este paladar representa afición, apreciación, discernimiento, gusto, hábito, sabor y sensibilidad, por la lectura y práctica de la palabra de Dios, para el alimento y la llenura espiritual, que fortalezca y nutra moralmente la ignorancia, incredulidad e indiferencia: “Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia, Para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruído para toda buena obra” (2 Timoteo 3.16 al 17 – RVR1909). Llenura de palabra.

Aborrecer todo camino soez de mentira, es el desagrado e incompatible oposición, repulsión y resistencia a consentir el espejismo, de la fantasía e ilusión de todo lo que ofrece este mundo, contrario a la voluntad de Dios, por ejemplo, el apego a lo carnal, material y terrenal del pecado extrínseco. Tal es el caso desenfrenado del alcoholismo, lascivia, lujuria y placer, adverso a la santidad, porque vivir en deleites aunque hay vida corporal, hay manifiesta muerte espiritual: “Pero la que vive en delicias, viviendo está muerta” (1 Timoteo 5.6 – RVR1909). El símbolo de estar dormido o muerto en vida, se relaciona con el ser interior que vive en tinieblas. Este tipo de oscuridad imposibilita ver espiritualmente, hasta llegar al extremo de la ceguera espiritual sin la reflexión intrínseca:


“Porque en otro tiempo erais tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor: andad como hijos de luz, (Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, y justicia, y verdad;) Aprobando lo que es agradable al Señor. Y no comuniquéis con las obras infructuosas de las tinieblas; sino antes bien redargüidlas. Porque torpe cosa es aun hablar de lo que ellos hacen en oculto. Mas todas las cosas cuando son redargüidas, son manifestadas por la luz; porque lo que manifiesta todo, la luz es. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes,


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y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo” (Efesios 5.8 al 14 – RVR1909).

En cierta ocasión los principales del grupo de ancianos y los sacerdotes, consultan a Jesús acerca de la autoridad con la que él ejerce, entonces también Jesucristo les responde de la siguiente manera: “El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿del cielo, ó de los hombres? Ellos entonces pensaron entre sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué pues no le creísteis? Y si dijéremos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen á Juan por profeta. Y respondiendo á Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Ni yo os digo con qué autoridad hago esto” (Mateo 21.25 al 27 – RVR1909). Estas personas analizan sagazmente las implicaciones de sus posibles respuestas, aunque con una abierta afrenta y directa imprudencia, excusan y evaden compromiso y reconocimiento responsable de la autoridad del Padre en su Hijo Jesucristo, alegan y asumen como pretexto el desconocer acertadamente una respuesta. Cuando mencionan que no saben la respuesta es una falsedad, con esta clase de aseveración, debido a que conscientemente saben que no son ciertas sus afirmaciones, sino que actúan con astucia, malicia, perversión y sagacidad.


La sociedad no tiene correspondencia y proporcionalidad al justificar su propia forma de vida, ajena a la disposición y voluntad de Dios, porque el ser humano tiende a camuflar o disfrazar el mal, para hacer pasar como bien: “¡Ay de los que á lo malo dicen bueno, y á lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5.20 – RVR1909). También dice la Biblia: “Hay camino que al hombre parece derecho; Empero su fin son caminos de muerte” (Proverbios 14.12 y 16.25 – RVR1909). Lo que pasa es que hay ceguera de entendimiento en quienes son incrédulos: “En los cuales el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4.4 – RVR1909).


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El empoderamiento eficaz y vital de la espiritualidad, es cuando la persona en forma autónoma o independiente, se fortalece con el poder de Dios mediante su Espíritu Santo, se apropia y toma la espiritualidad, para repeler las adicciones, corrientes, filosofías, hábitos, modas y las tendencias de este mundo, que son contrarias y cohonesta al poder del Espíritu Santo. La justa libertad del ser humano de ninguna manera justifica el libertinaje: “Y esto erais algunos: mas ya sois lavados, mas ya sois santificados, mas ya sois justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen: todas las cosas me son lícitas, mas yo no me meteré debajo de potestad de nada” (1 Corintios 6.11 al 12 – RVR1909). El verdadero empoderamiento es el que para nada avergüenza, cuando nos presentemos en el juicio de Dios a rendir cuentas de nuestra vida auténtica: “Por lo cual alzad las manos caídas y las rodillas paralizadas; Y haced derechos pasos a vuestros pies, porque lo que es cojo no salga fuera de camino, antes sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12.12 al 14 – RVR1909).


El empoderamiento vital de la espiritualidad, requiere la iluminación de los ojos del entendimiento, mediante el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, a través de la adquisición de conocimiento con espíritu de sabiduría y de revelación: “Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para su conocimiento; Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, …, por la operación de la potencia de su fortaleza, La cual obró en Cristo, resucitándole de los muertos, y colocándole á su diestra en los cielos, Sobre todo principado, y potestad, y potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, mas aun en el venidero” (Efesios 1.17 al 21 – RVR1909). La mente requiere ejercicio y entrenamiento de espiritualidad, a manera de un observatorio para mirar con atención, decencia y decoro, porque la mente depravada tiene maldad, iniquidad y engaño: “He aquí, el impío concibió maldad, Se preñó de iniquidad, Y dio a luz engaño” (Salmos 7.14 – RVR1960).



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4) LA DISTORSIÓN, DISTRACTORES Y RUIDO


La distorsión es una alteración de la percepción, lo que afecta la interpretación de la forma de ser, el comportamiento y la conducta. Los distractores y ruido, atraen la atención de la persona, con la pérdida de la concentración y enfoque, que provocan admiración, confusión e interés, pero desvían a la persona y la desubica con una desorientación. La percepción contribuye con los sentidos en la capacidad interpretativa de las sensaciones. En este sentido la humanidad se encuentra a la deriva y sin rumbo fijo, en relación con la enseñanza y mensaje trascendente de Jesucristo. El humano, en común, es fácilmente impresionable, se cautiva, deslumbra y fascina con lo que es suntuoso, o sea, costoso en valor monetario y lujoso, de grandiosidad y magnificencia. Ver el siguiente caso del templo en los tiempos de Jesús: “Y a unos que decían del templo, que estaba adornado de hermosas piedras y dones, dijo: Estas cosas que veis, días vendrán que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruída” (Lucas 21.5 al 6 – RVR1909). Puede ser las grandes edificaciones y estructuras de las ciudades: “Y saliendo del templo, le dice uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios. Y Jesús respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada” (Marcos 13.1 al 2 – RVR1909). Hay una desatención y desenfoque espiritual.


¿Cuál riesgo del conjunto de la distorsión, distractores y ruido, enfrenta la humanidad hasta nuestros días? Estos en términos de la relación natural - espiritual, se comprenden en todos los ámbitos de la vida cotidiana, desde los privilegios o status de posiciones académicas, laborales o sociales, hasta los bienes, servicios y vestimentas de las clases adineradas, el dominio y el poder económico, los medios de comunicación y tecnológicos, grandes negocios productores cinematográficos,



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la explotación empresarial, gubernamental, militar, política y religiosa. Es como maravillarse del mundo en lugar de Dios:

“Y mirando, vió á los ricos que echaban sus ofrendas en el gazofilacio. Y vió también una viuda pobrecilla, que echaba allí dos blancas. Y dijo: De verdad os digo, que esta pobre viuda echó más que todos: Porque todos estos, de lo que les sobra echaron para las ofrendas de Dios; mas ésta de su pobreza echó todo el sustento que tenía. Y a unos que decían del templo, que estaba adornado de hermosas piedras y dones, dijo: Estas cosas que veis, días vendrán que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruída” (Lucas 21.1 al 6 – RVR1909).

Esta distorsión, distractores y ruido se pueden presentar de forma involuntaria o voluntaria, consciente o inconsciente, externa o interna, por aprendizaje sistemático, por iniciativa colectiva o individual. Basta analizar y pensar en las causas que nos alejan o distancia del ejemplo y modelo de vida de Jesucristo. Por ejemplo, en lo que algunos llaman las élites, en relación con las minorías sociales, porque tienen grandes capacidades de ingresos, o debido a que ocupan puestos de fama, fortuna o poder. Otros casos por motivo de explotación de los recursos minerales y naturales de cada país. También en el caso de los salarios que son abusivos y privilegiados de ciertos puestos de función pública, debido al favorecimiento y enriquecimiento con los fondos públicos del estado, ya sea en forma ilícita o lícita. Esto permea lo que trata de distribución de mayor riqueza en manos de pocas personas. La Biblia dice: “Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro, y de preciosa ropa, y también entra un pobre con vestidura vil, Y tuviereis respeto al que trae la vestidura preciosa, y le dijereis: Siéntate tú aquí en buen lugar: y dijereis al pobre: Estáte tú allí en pie; ó siéntate aquí debajo de mi estrado: ¿No juzguáis en vosotros mismos, y venís á ser jueces



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de pensamientos malos?” (Santiago 2.2 al 4 – RVR1909). Todas estas acciones ejecutadas con los pensamientos malos, son una distorsión, distractores y ruido, los cuales apegan y estancan a cada persona a lo perecedero de la superficialidad y temporalidad en este mundo presente, con la afectación de su porvenir en relación con la vida eterna posterior, la vida del ser humano después de su muerte: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia de que gocemos: Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, que con facilidad comuniquen; Atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano á la vida eterna” (1 Timoteo 6.17 al 19 – RVR1909). Y a los empobrecidos por los sistemas corruptos de la administración de este mundo, la Biblia dice: “Hermanos míos amados, oid: ¿No ha elegido Dios los pobres de este mundo, ricos en fe, y herederos del reino que ha prometido á los que le aman?” (Santiago 2.5 – RVR1909).

La verdadera riqueza está en la fe, en y de Jesucristo, ninguna condición de adinerado o de empobrecido es causa de salvación o vida eterna, ni uno ni otro justifica la eternidad con Dios. La Biblia dice: “Dos cosas te he demandado; No me las niegues antes que muera. Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí. No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan que he menester; No sea que me harte, y te niegue, y diga, ¿Quién es Jehová? O no sea que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios” (Proverbios 30.7 al 9 – RVR1909). Tanto el adinerado como el empobrecido dependen de Dios para su salvación y vida eterna: “De más estima es la buena fama que las muchas riquezas; Y la buena gracia más que la plata y el oro. El rico y el pobre se encontraron: A todos ellos hizo Jehová. El avisado ve el mal, y escóndese: Mas los simples pasan, y reciben el daño. Riquezas, y honra, y vida, Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová” (Proverbios 22.1 al 4 – RVR1909). Hay una interferencia del amor al dinero que provoca la distorsión, distractores y ruido, como se indica así, en el siguiente pasaje acerca del provecho



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desmedido del beneficio y ganancia, los casos de organización criminal, también por desempleo, empobrecimiento y miseria:

“Porfías de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que tienen la piedad por granjería: apártate de los tales. Empero grande granjería es la piedad con contentamiento. Porque nada hemos traído á este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y con qué cubrirnos, seamos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse, caen en tentación y lazo, y en muchas codicias locas y dañosas, que hunden á los hombres en perdición y muerte. Porque el amor del dinero es la raíz de todos los males: el cual codiciando algunos, se descaminaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia, la mansedumbre” (1 Timoteo 6.5 al 11 – RVR1909).

El derecho al trabajo es un derecho Divino, establecido como origen y principio desde el inicio: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y le puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 2.15 – RVR1909). Dios es el Autor y Creador del trabajo, la verdadera reivindicación de la equidad y justicia del humano, es hacer de forma auténtica o genuina la voluntad que atañe a Dios. No nos engañemos con la mal llamada supuesta defensa de los derechos avanzados, aparentemente que no se han estancado de forma retrógrada. La historia de la humanidad, registra supuestos promotores autodenominados liberadores de eliminar la diferencia entre la pobreza y la riqueza, por medio de la anarquía y violencia. Tarde o temprano se manifiesta su conveniencia e interés oculto del beneficio propio en autoridad y poder del control de la riqueza, sin ningún amor y respeto a la voluntad de Dios, el verdadero dueño, no solo de las naciones sino del universo



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y de todo lo existente. Que controla la muerte y vida en sus propias manos, e imparte justicia y reconoce la obra de Jesucristo practicada en cada justo para vida eterna. Dios Padre rectifica al ser humano, cuando este último y en forma reiterada, deja de asumir su propia responsabilidad. Esta vivencia se demuestra en los sucesos acontecidos en la historia humana, para corrección del ser humano, aunque pareciera que el mismo nunca logra aprender ni escarmentar, a pesar de la disciplina y formación impuesta para un orden:

“Jehová mata, y él da vida: El hace descender al sepulcro, y hace subir. Jehová empobrece, y él enriquece: Abate, y ensalza. El levanta del polvo al pobre, Y al menesteroso ensalza del estiércol, Para asentarlo con los príncipes; Y hace que tengan por heredad asiento de honra: Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él asentó sobre ellas el mundo. El guarda los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su fuerza. Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos: Jehová juzgará los términos de la tierra, Y dará fortaleza á su Rey, Y ensalzará el cuerno de su Mesías” (1 Samuel 2.6 al 10 – RVR1909).

Las relaciones humanas en función del empobrecimiento y enriquecimiento, para favorecer, ya sea, a muchos o pocos y perjudicar a otros, corresponde a la distorsión, distractores y ruido, de consumo voraz y destrucción rápida, que dirige a la población al vacío del despeñadero del desorden mundial. El imperante desenfreno del armamentismo, el cambio climático, la contaminación medioambiental, la explotación industrial y tecnológica, justificado en la urgente necesidad de fuentes de trabajo para el aumento de población, crea una cortina de humo o nube, de ruido suficiente, que desvirtúa la atención de las personas, tergiversa su sentido de la vida y distrae su



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enfoque de amor y servicio a Dios, al obstruir la aceptación y reconocimiento al Hijo. La actualidad del coronavirus SARS-COV2 y la enfermedad COVID-19, se suma a nuestra época de Edad del Calentamiento Global. Los discípulos preguntan a Jesús: “Y sentándose él en el monte de las Olivas, se llegaron á él los discípulos aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?” (Mateo 24.3 – RVR1909). Algunos alegan que la maldad siempre ha existido y es la misma, pero que ahora hay una mayor difusión de la transmisión de los medios de comunicación. La realidad es que la maldad sí ha aumentado, prevalece la cultura del dinero y de la muerte, precisamente el amor, caridad y felicidad no está ni en el dinero ni en la muerte: “Y por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se resfriará. Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio á todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.12 al 14 – RVR1909). Urge un ego solidario.

La sociedad mundial, su administración y respectivos gobiernos se encubren en una luz por apariencia, pero su legislación se despreocupa por lo espiritual, porque se trata de cimentar, estabilizar, fortalecer y lograr solidez solamente basada en lo natural, sin tomar rotundamente en cuenta lo espiritual, con un mayor repudio a lo celestial. Este sistema social con sus propias leyes se esfuerza por sustituir a Dios Padre y a Jesucristo, inclusive promueven la eliminación de Dios en todas sus conversaciones sociales e instituciones, sean privadas o públicas. La Biblia menciona a los que se hacen pasar por luz, pero son falsos: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, trasfigurándose en apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz. Así que, no es mucho si también sus ministros se transfiguran como ministros de justicia; cuyo fin será conforme á sus obras” (2 Corintios 11.13 al 15 – RVR1909). En el caso de los mismos fariseos, a pesar de ser estudiosos e instruidos en las cuestiones de Dios, son avaros y se burlan de Jesucristo. Lo que el ser humano estime como



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sublime, puede ser una abominación: “Ningún siervo puede servir á dos señores; porque ó aborrecerá al uno y amará al otro, ó se allegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir á Dios y á las riquezas. Y oían también todas estas cosas los Fariseos, los cuales eran avaros, y se burlaban de él. Y díjoles: Vosotros sois los que os justificáis á vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Lucas 16.13 al 15 – RVR1909).

Despreciar a Jesucristo es una consecuencia de vivir en el lujo y opulencia de la riqueza, cuando Jesús con su vida demostró humildad, sencillez y vivir solo con lo necesario. El problema del enriquecimiento es el afán y la ansiedad por la acumulación, contrario a lo no excesivo, moderado, sobrio, sin adornos superfluos. Otro problema está en la avaricia que también es idolatría, la codicia, egoísmo y envidia, la obsesión y la tenaz perturbación por incrementar la cuenta bancaria o monetaria, con abuso excesivo e ilimitado de lo que a otros les falta, o sea, debido a que al rico le sobra es lo que a otros necesitados les falta. Esto resta importancia al bien común, la equidad y justicia en la distribución de la riqueza. Los adinerados tienen la posibilidad de la adquisición de activos, artículos, bienes, medios de transporte, muebles, posesiones, propiedades, tratamientos, viajes, entre otros, que a veces son innecesarios o están de más, para elevar la apariencia de status sobre los que no tienen. Se provoca cada vez más una brecha y perpetuidad de la existencia entre adinerados y empobrecidos. Hay una lógica o sentido común en todo esto, por ejemplo, el siguiente caso de Zaqueo: “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy á los pobres; y si en algo he defraudado á alguno, lo vuelvo con el cuatro tanto” (Lucas 19.8 – RVR1909). Así como el ser humano fue creado con el poder de decisión, también fue constituido con el grandioso poder del amor, que lamentablemente muchos portan, pero nunca desarrollan y menos ejercen. La humanidad trata de sobrescribir su propia legislación, contraria a la Legislación establecida por Dios.



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Lo que pasa es que en el caso del enriquecimiento, con o sin premeditación, la persona se arriesga o expone a cometer injusticia y hasta ceder a la tentación de defraudar a otros. Los ricos gastan en cuestiones innecesarias, por exceso de abundancia. Hay colecciones que son invaluables o preciadas antigüedades, mientras que hay gente que muere de hambre por ser desposeídos de la subsistencia básica, quienes están sin abrigo y techo, habitante de calle o cuartería hacinada, precarios, refugios o tugurios, en extrema pobreza y miseria, con frío, enfermedad, hambre, sin seguridad o en inmigración por desempleo y empobrecimiento. ¡Sálvanos Dios, con la compasión y misericordia de la benignidad!: “Y alzando él los ojos á sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres; porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre; porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis... Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que estáis hartos! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis” (Lucas 6.20 al 21 y 24 al 25 – RVR1909). Hay insensibilidad.


La distorsión, distractores y ruido es todo aquello que nos separa del enfoque e interdependencia de Jesucristo. El financiamiento es el dinero como el dios de este mundo, la sociedad entre más riqueza genera y entre más dinero quiere, más comete acciones contrarias a la moral, mayor corrupción y criminalidad, variedad de adicciones y drogadicción, gastos excesivos innecesarios, como el consumismo compulsivo, más se explota al trabajador con salarios bajos, mínimo y jornadas extenuantes, hasta agotar las fuerzas, para obtener mayores ganancias y utilidades, la esclavitud infrahumana, más trata de adultos y niños, más explotación de los recursos minerales y naturales, más contaminación y calentamiento global. Más secuestros, sin amor, respeto y temor a Dios y a su Creación. Más endeudamiento, más lujo y usura, más naciones y países empobrecidos, mientras que otros colonialistas modernos e imperialistas se enriquecen, de la explotación descarada por lucrar materias primas y recursos fósiles o naturales a nivel



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local o entre naciones. Hay una saciedad hasta el hartazgo de ambición, aunque irrefrenable, porque entre más se tiene más se quiere. La Biblia dice acerca del enriquecimiento, ya sea ilícito o lícito, pero igualmente desmesurado o exagerado:

“Ea ya ahora, oh ricos, llorad aullando por vuestras miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas: vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están corrompidos de orín; y su orín os será en testimonio, y comerá del todo vuestras carnes como fuego. Os habéis allegado tesoro para en los postreros días. He aquí, el jornal de los obreros que han segado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado de vosotros, clama; y los clamores de los que habían segado, han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis cebado vuestros corazones como en el día de sacrificios. Habéis condenado y muerto al justo; y él no os resiste” (Santiago 5.1 al 6 – RVR1909).

Otra distorsión, distractores y ruido son las corrientes filosóficas, costumbres, culturas, diversión, entretenimientos, espectáculos, estilos de vida, gustos, hábitos, las ideologías, ídolos, modas, mundanalidad, ociosidad y pereza, populismo, preferencias, religiones, tendencias y tradiciones: “Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? Cualquiera pues que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4.4 – RVR1909). La amistad al mundo se refiere a todo lo que resta el primer lugar de Dios Padre y su Hijo Jesucristo, porque suprime la verdadera adoración, alabanza, gloria y honra. Inclusive se requiere renunciar a estos distractores, para verdaderamente tomar la cruz de Cristo, seguir sus pasos como discípulo y practicante. De lo contrario impera y reina lo superfluo, lo no necesario, que está de más y es perecedero. Jesucristo dice:



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“El entonces respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde mi mocedad. Entonces Jesús mirándole, amóle, y díjole: Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes, y da á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Mas él, entristecido por esta palabra, se fué triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor, dice á sus discípulos: ¡Cuán dificilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Y los discípulos se espantaron de sus palabras; mas Jesús respondiendo, les volvió á decir: ¡Hijos, cuán dificil es entrar en el reino de Dios, los que confían en las riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el reino de Dios. Y ellos se espantaban más, diciendo dentro de sí: ¿Y quién podrá salvarse?” (Marcos 10.20 al 26 – RVR1909).

Así está escrito: “Y muchos de sus discípulos oyéndo lo, dijeron: Dura es esta palabra: ¿quién la puede oir? Y sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, díjoles: ¿Esto os escandaliza? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del hombre que sube donde estaba primero?” (Juan 6.60 al 62 – RVR1909). Cuando hay tanta interferencia e irrupción, que se interpone entre el ser humano, interrumpe la comunicación y relación con Dios Padre, por la mediación directa de su Hijo Jesucristo, entonces es válida la pregunta: ¿Y quién podrá salvarse? Pero, la crucifixión, resurrección y ascensión de Jesucristo de ninguna manera fue en vano, porque ha dejado el poder del Espíritu Santo para continuar su acción y obra.


A través de la búsqueda ideal del anhelo y aspiración de alcanzar la capacidad de un cumplidor observador espiritual, se logra identificar y reconocer una crítica visual de todas las convenciones sociales que son inmorales. El control y la manipulación de la información inmoral, encubre la realidad de iniquidad, con la apariencia y ficción de bienestar en el



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momento, que desorienta y crea una confusión, inclusive la ceguera espiritual. Para contrarrestar el afán, ambición y codicia del poder en el dinero, fama y éxito materialista, que es contrario a lo espiritual, debido a lo superfluo de la vida; se requiere un mayor nivel de conocimiento e información de trascendencia espiritual. Llegar al mayor éxito moral y a la percepción moral en la vida, a través de los ojos espirituales, vemos consecuentemente la verdadera injusticia, sin llegar a ser consumidos por la vanagloria. Jesucristo es el verdadero poder, que nos hace mejores personas libres, tanto espiritual como social, con una elevación en profundidad de intuición y percepción espiritual, para salvación de la maldad de este mundo y la recompensa de vida eterna en el reino celestial.

En el siguiente análisis del caso de la analogía entre los habitantes de una ciudad con el conocimiento natural, que escuchaban a Simón el mago, que seguidamente representan el conocimiento espiritual, cuando escuchan a Felipe con el anuncio del evangelio del reino de Dios Eterno y el nombre de Jesucristo, también Simón el mago cree y se bautiza, aunque permanece apegado a lo natural en amargura y maldad, luego tanto Felipe, como Pedro y Juan, simbolizan el conocimiento celestial, al compartir el poder del Espíritu Santo con otros:


“Y había un hombre llamado Simón, el cual había sido antes mágico en aquella ciudad, y había engañado la gente de Samaria,... Mas cuando creyeron á Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. El mismo Simón creyó…, habiendo oído que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron á Pedro y á Juan: Los cuales venidos, oraron por ellos, para que recibiesen el Espíritu Santo;... Y como vió Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero,… Entonces Pedro le dijo… Arrepiéntete pues de esta tu maldad, y ruega á Dios,…” (Hechos 8.9 al 24 – RVR1909).


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5) LA DECLARACIÓN, DEDICACIÓN Y RECONOCIMIENTO A JESUCRISTO


La declaración, dedicación y reconocimiento, además de conceptos teóricos indispensables entre los seguidores de Jesucristo, son válidos en la medida de su aplicación o puesta en práctica, para identificar y ser en la realidad discípulos de Jesucristo. Estos conceptos aunque tienen un significado aparentemente básico, requieren de cierta complejidad para ser demostrados en el diario vivir. Primeramente, creer en Jesucristo es confesar con la expresión o palabras sin avergonzar: “Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia; mas con la boca se hace confesión para salud. Porque la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado” (Romanos 10.9 al 11 – RVR1909).


Mencionar de boca el nombre de Jesucristo, requiere en la persona una congruencia de su propio comportamiento, comparado con el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo. Aquí está la complejidad, y para algunos no les importa excluir a Jesucristo de sus vidas, para rehuir al compromiso y responsabilidad de sus propios actos. Cuando una persona habla de Jesucristo, implica en esta persona, cierta autoridad de dominio y respaldo en la materia temática, tanto de la enseñanza como de la vivencia de Jesucristo. Esto se podría considerar como el conocimiento de causa, cuando se sabe con certeza el motivo y razón, justificativo de las acciones cristianas. Por lo tanto, es necesaria la experiencia, un apoyo práctico de la vivencia de ejercer la enseñanza y mensaje de



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Jesús. En el caso de hacerse llamar cristiano, tiene sentido el dominio de la materia educativa y formativa impartida por Jesucristo, sus discípulos aprendieron de Jesús durante tres años y seis meses, semejante a una escuela donde Jesucristo es el consejero, guía, maestro o mentor, con las advertencias suficientes para el comportamiento y conducta de la vida.

Para esclarecer se realiza un análisis desmenuzado del concepto de declaración a Jesucristo: el fraccionamiento cristiano histórico, representa una ruptura conceptual, en la opinión, relación y significado que se tiene de Cristo. La división congregacional, denominacional, eclesiástica y religiosa, ha creado un innumerable fraccionamiento de conceptos, creencias, dogmas y reglas, que son infalibles y supremas a lo interno de cada grupo u organización. Esta supremacía de creencias consuelan a los creyentes, como poseedores del medio para salvación y vida eterna, aunque involuntario o voluntario, consciente o inconsciente, con estos credos o creencias sustituyen el verdadero enfoque en Cristo. Las divisiones se gestan y nacen inicialmente como órdenes religiosas, monásticas y congregaciones religiosas, con la virtud a través de reglas de vida morales y prácticas, contrastada con el poder religioso terrenal. También los llamados reformadores y la contrarreforma, defensores de sus respectivas doctrinas, fundamentos, puntos de fe o tesis.


Hay personas acostumbradas con la presunción de un énfasis de cristianismo sin Cristo, porque divagan en una inmensidad de temas variados, sin conversar o mencionar el nombre de Jesucristo, o de sus enseñanzas, evangelio y mensaje directo. Estas personas se hacen llamar cristianos pero se avergüenzan de su mención. Jesucristo dijo: “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (Marcos 8.38 – RVR1909). La persona considerada discípulo de Jesucristo, que externa públicamente ante otras personas oyentes o testigos, el



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criterio, discernimiento u opinión personal acerca de su creencia en Jesucristo, hace constar además de lo que se piensa de Jesucristo, su absoluta devoción en forma exclusiva, su afiliación y seguimiento a la comunidad, escuela y doctrina de Jesucristo. Se puede observar a continuación los muchos elementos aglutinados adecuadamente para una organización eclesiástica eficiente y multitudinaria. Es importante diferenciar entre el grupo comunitario de fe y discipulado establecido por Jesús, contrastado con la institucionalidad eclesiástica surgida posteriormente, debido a la necesidad de regulación, administrativa, animadora, archivística, caritativa, comunicativa, congregacional, constructiva, controladora, coordinadora, costumbres, crecimiento, creencias, diaconado, diplomacia, dirección, documental, dogmática, económica, episcopal, evaluación, evangelística, feligresía, financiera, imperial, jurídica, jurisprudencia, laboral, magisterial, militante, ministerial, monástica, operacional, orden litúrgico, organizacional, planificación, predicadora, presupuestaria, recaudación, reglamentaria, religiosa, ritual, sacerdotal, salarial, supervisión, tradicional y voluntariado.

Todas estas actividades presentan una iglesia estable y sólida en términos de organización, pero se vuelve un sistema exorbitante, excesivamente grande y robusto, donde se pierde de vista a Jesucristo como el centro del organismo eclesiástico, especialmente la pérdida de la declaración, dedicación y reconocimiento de la autoridad y exclusividad de Cristo. Ciertamente se requiere el reconocimiento de que fuimos pecadores, porque Jesucristo siempre dijo: “Ve y no peque más”. Es necesario reconocer la obra salvadora de Jesús, al morir en la cruz para perdón de nuestros pecados, pero que Jesucristo sea reconocido como el único salvador personal y quien solamente nos ofrece el medio para vida eterna. La historia del ordenamiento, organización y regulación demuestra el surgimiento de declaraciones, dedicaciones y reconocimientos contrarios a Cristo, pero considerados verdaderos y procedentes de Dios, aunque se



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hayan establecido como mentiras camufladas de verdad. Por ejemplo, todo lo que reemplaza o sustituye a Cristo con la religión, a través de la adoración, advocación, alabanza, arrodillamiento, consagración, creencia, culto, devoción, invocación, liturgia, oraciones, plegarias, reglamentación, ritos, santificación, signos, súplicas y veneración: “No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino como á los que la conocéis, y que ninguna mentira es de la verdad. ¿Quién es mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este tal es anticristo, que niega al Padre y al Hijo. Cualquiera que niega al Hijo, este tal tampoco tiene al Padre. Cualquiera que confiesa al Hijo tiene también al Padre” (1 Juan 2.21 al 23 - RVR1909).

Negar a Cristo, es negar el primer lugar o supremacía de Cristo en todo, es despreciar su única mediación, es creer y practicar otros medios alternativos para llegar al Padre en lugar de Cristo, es depositar la confianza y fe en amuletos, artilugios, fetiches, personas o seres angelicales, es la divinización de las dignidades eclesiásticas, sus acuerdos, credos, creencias, documentos, dogmas, ideas o hasta ideologías, establecidas como iguales o superiores a Cristo o en su representación. Existe una apologética y endiosamiento en defensa a lo eclesiástico, como sumo medio de salvación y vida eterna, aunque sean decretos establecidos por la iglesia, con un desenfoque del principal que es Cristo. La Biblia dice: “Profésanse conocer á Dios; mas con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados para toda buena obra” (Tito 1.16 – RVR1909). Se profesa conocer a Dios, pero con los hechos se vive en desobediencia, así es negar la obra de Cristo, se hace vana la muerte y resurrección de Jesucristo, porque el ser humano continúa habituado al pecado, justificado en que somos pecadores, se considera basto y suficiente la asistencia a la iglesia, para cumplir con las normas, preceptos y reglas eclesiásticas, aunque se viva en pecado: “Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio por el pecado, Sino una horrenda esperanza de juicio,



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y hervor de fuego que ha de devorar á los adversarios” (Hebreos 10.26 al 27 – RVR1909).

Esta clase de pecado se refiere al reiterativo, aquel pecado repetido, porque se vuelve a practicar con frecuencia. Así en lo eclesiástico se crearon instrumentos para mantener al feligrés en comunión con la iglesia, aunque transgreda la palabra de Dios, puede ejercer la opción de la penitencia durante la vida, o la posibilidad de la indulgencia en el transcurso de la muerte. Además como última instancia o recurso podría purgar sus pecados, para recibir salvación y vida eterna. Así de fácil, sin necesidad del sacrificio y derramamiento de la sangre de Cristo: “¿Cuánto pensáis que será más digno de mayor castigo, el que hollare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del testamento, en la cual fué santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?” (Hebreos 10.29 – RVR1909). Históricamente se ha mezclado a conveniencia la intensidad de luz con la oscuridad, para resurgir un tipo de contraste de tinieblas, gris claro como la neblina o la niebla, de gran confusión e ignorancia, donde de ninguna manera se reconoce la autoridad de Jesucristo:


“Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón: Los cuales después que perdieron el sentido de la conciencia, se entregaron á la desvergüenza para cometer con avidez toda suerte de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así á Cristo: Si empero lo habéis oído, y habéis sido por él enseñados, como la verdad está en Jesús, A que dejéis, cuanto á la pasada manera de vivir; el viejo hombre que está viciado conforme á los deseos de error; Y a renovarnos en el espíritu de vuestra mente, Y vestir el nuevo hombre que es criado conforme á Dios en justicia y en santidad de verdad” (Efesios 4.18 al 24 – RVR1909).


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6) EL ACOMPAÑAMIENTO CELESTIAL


El acompañamiento celestial fortalece y refuerza en cada persona, la confianza, esperanza, fe y seguridad en Jesucristo, quien es la mayor riqueza que podría experimentar un ser humano: “A los cuales quiso Dios hacer notorias las riquezas de la gloria de este misterio entre los Gentiles; que es Cristo en vosotros la esperanza de gloria: El cual nosotros anunciamos, amonestando á todo hombre, y enseñando en toda sabiduría, para que presentemos á todo hombre perfecto en Cristo Jesús: En lo cual aun trabajo, combatiendo según la operación de él, la cual obra en mí poderosamente” (Colosenses 1.27 al 29 – RVR1909). Jesucristo afirma este acompañamiento por siempre: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado: y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28.20 – RVR1909). La sabiduría de Jesucristo corresponde a un conocimiento celestial en profundidad, a tal grado y nivel que su transmisión requiere el Espíritu Santo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos; Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros” (Juan 14.15 al 17 – RVR1909).


Este empoderamiento en el Espíritu Santo, la cual obra mediante la operación de Jesucristo con toda sabiduría poderosamente, de ninguna manera se adquiere con dinero como hace mención Simón el que ejerció las artes mágicas: “Y como vió Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero,



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Diciendo: Dadme también á mí esta potestad, que á cualquiera que pusiere las manos encima, reciba el Espíritu Santo. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, que piensas que el don de Dios se gane por dinero” (Hechos 8.18 al 20 – RVR1909). La verdadera riqueza espiriritual consiste en el empoderamiento en el conocimiento y sabiduría de Jesucristo a través del Espíritu Santo, que no se compra con dinero, sino que se empodera con el hacer la voluntad de Dios Padre. Todo este proceso es el acompañamiento celestial:

“Dícele Judas, no el Iscariote: Señor, ¿qué hay porque te hayas de manifestar á nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús, y díjole: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos á él, y haremos con él morada. El que no me ama, no guarda mis palabras: y la palabra que habéis oído, no es mía, sino del Padre que me envió. Estas cosas os he hablado estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todas las cosas que os he dicho” (Juan 14.22 al 26 – RVR1909).

Se dice acerca de los seres humanos que unos nacen para ser líderes y otros nacen para ser seguidores. Esta afirmación es cierta en la medida de que el líder es Jesucristo y los seguidores son aquellos que siguen a Jesucristo. También se dice que un líder ve más allá, Jesucristo sobre todo ser humano que haya existido en la historia de la humanidad, tiene la exclusividad y ventaja de recibir y transmitir un conocimiento celestial directamente de Dios Padre. Esto hace a Jesucristo el líder absoluto, único y verdadero. El Señor Jesucristo dice en la Escritura:


“Estas cosas os he hablado en proverbios: la hora viene cuando ya no os hablaré por proverbios, pero


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claramente os anunciaré del Padre. Aquel día pediréis en mi nombre: y no os digo, que yo rogaré al Padre por vosotros; Pues el mismo Padre os ama, porque vosotros me amasteis, y habéis creído que yo salí de Dios. Salí del Padre, y he venido al mundo: otra vez dejo el mundo, y voy al Padre. Dícenle sus discípulos: He aquí, ahora hablas claramente, y ningún proverbio dices. Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte: en esto creemos que has salido de Dios” (Juan 16.25 al 30 – RVR1909).

Jesucristo es la explicación de por qué el ser humano aprende directamente de Dios Padre. La autoridad y potestad delegada por Dios para transmitir el conocimiento celestial está en Jesucristo:


“Respondió entonces Jesús, y díjoles: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que viere hacer al Padre: porque todo lo que él hace, esto también hace el Hijo juntamente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que éstas le mostrará, de suerte que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre levanta los muertos, y les da vida, así también el Hijo á los que quiere da vida. Porque el Padre á nadie juzga, mas todo el juicio dió al Hijo; Para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió” (Juan 5.19 al 23 – RVR1909).

El acompañamiento celestial ofrece al ser humano un aprendizaje continuo para mejorar continuamente como persona. Jesucristo como Prototipo es el perfecto ejemplo y modelo de vida en sus atributos, características, cualidades, principios, valores y virtudes: “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (Juan



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13.15 – RVR1909). También los seguidores de Jesucristo son llamados a mostrarse como ejemplos de comportamiento y conducta: “Mostrándote en todo por ejemplo de buenas obras; en doctrina haciendo ver integridad, gravedad, Palabra sana, e irreprensible; que el adversario se avergüence, no teniendo mal ninguno que decir de vosotros” (Tito 2.7 al 8 – RVR1909). Si en Jesucristo encontramos un Prototipo único, en sus seguidores vemos un estereotipo en el buen sentido de la palabra: “Y conversaron todo un año allí con la iglesia, y enseñaron á mucha gente; y los discípulos fueron llamados Cristianos primeramente en Antioquía” (Hechos 11.26 – RVR1909). Esta diferenciación social de llamar cristianos a los seguidores de Cristo, es una observación de terceras personas que en Antioquía llama con esta denominación o nombre de cristianos, a manera de un estereotipo, sin embargo, a lo interno de la comunidad de fe se hacen llamar discípulos de Jesucristo, por su ejemplo y testimonio de vida que los diferencia.

Este tipo de estereotipo de los cristianos presenta un equilibrio de actitud pasional, entre lo anímico, emocional y sentimental, con la realidad de su estilo o forma de vida, por esta razón Pablo en su defensa les llama el Camino: “Esto empero te confieso, que conforme á aquel Camino que llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas; Teniendo esperanza en Dios que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos, la cual también ellos esperan. Y por esto, procuro yo tener siempre conciencia sin remordimiento acerca de Dios y acerca de los hombres” (Hechos 24.14 al 16 – RVR1909). Los discípulos de Jesucristo son el Camino, porque siguen a Jesucristo el Camino: “Mas el que guarda su palabra, la caridad de Dios está verdaderamente perfecta en él: por esto sabemos que estamos en él. El que dice que está en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2.5 al 6 – RVR1909). El término estereotipo no tiene nada de despectivo ni peyorativo, al contrario es dejar una imagen o impresión fuerte o sólida, en el concepto de los



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demás: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11.1 – RVR1909). También se dice: “Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad los que así anduvieren como nos tenéis por ejemplo” (Filipenses 3.17 – RVR1909).

El ejemplo y modelo siempre es con referencia en Jesucristo, la sinergia o acción conjunta para un fin común está entre Jesucristo y cada persona individualmente, manifestada en un caminar o vivir una forma de vida. En este caminar se conjugan los elementos de lo afectivo, cognitivo y conductual, porque es fundamental el conocimiento o información que recibimos, nuestra actitud al momento de procesar los datos, enseñanza o mensaje, manifestado en nuestras emociones y sentimientos, y finalmente reflejado en nuestros actos o acciones cotidianas, tal es el caso de los discípulos de Jesucristo: “Llegó entonces á Efeso un Judío, llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. Este era instruído en el camino del Señor; y ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba diligentemente las cosas que son del Señor, enseñando solamente en el bautismo de Juan. Y comenzó á hablar confiadamente en la sinagoga: al cual como oyeron Priscila y Aquila, le tomaron, y le declararon más particularmente el camino de Dios” (Hechos 18.24 al 26 – RVR1909).


El pasaje anterior menciona la capacidad de elocuencia, empoderamiento en las Escrituras, instrucción en el camino del Señor, fervor y diligencia en la enseñanza y oratoria. Esta capacidad requiere el estudio e investigación en profundidad de la palabra de Dios, con pensamiento analítico y sentido crítico. El control y dominio de la dimensión emocional se expresa en la relación social con los demás, los valores intrínsecos arraigados profundamente tienen una coherencia de integridad de adentro hacia lo externo, demostrados visiblemente en la vida cotidiana. A esto le llamamos una vida de integridad consciente, en armonía y congruencia con los principios, valores y virtudes. La interioridad del amor y servicio, fluye significativamente en ayudar a quienes están a



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su alrededor, porque con el bien común y recíproco se posibilita el compromiso y responsabilidad social ante Dios. Tener el pensamiento claro del rumbo a seguir, el respeto a la autoridad y voluntad de Dios, nos proyecta de esta vida terrenal a la promesa de vida eterna, en la dimensión del ámbito celestial. Para comprender el entorno es necesario comprenderse a sí mismo desde adentro hacia afuera, porque para amar al prójimo se requiere primeramente amarse a sí mismo.

Una espiritualidad elevada se refiere a estar por encima de la dimensión o plano natural, para trascender hacia lo celestial. La naturaleza humana por sí misma tiene imposibilidad de trascender, sino es por medio del don del Espíritu Santo. A manera de una analogía en el caminar, se requiere muchas veces de la protección atmosférica de un paraguas o una sombrilla, ya sea para la lluvia o para el sol. Así como se despliega un paraguas para la protección corporal, el Espíritu nos cubre y protege para la renovación en nuestra dimensión espiritual: “Que os dé, conforme á las riquezas de su gloria, el ser corroborados con potencia en el hombre interior por su Espíritu. Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones; para que, arraigados y fundados en amor, Podáis bien comprender con todos los santos cuál sea la anchura y la longura y la profundidad y la altura, Y conocer el amor de Cristo, que excede á todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3.16 al 19 – RVR1909).


La vida en última instancia es la vida celestial, a través de una comprensión profunda del propósito de Jesucristo, nos aclara el compromiso y entendimiento que tenemos con el poder de ayuda que nos brinda nuestro Señor: “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial: al cual sea gloria por los siglos de los siglos. Amén” (2 Timoteo 4.18 – RVR1909). De igual manera nos consolidamos con la constante y permanente reiteración de nuestro compromiso con Dios. Jesucristo puede cambiar y



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llevar la naturaleza humana a una dirección espiritual y de trascendencia celestial, es realmente la fuente de vida abundante que nos eleva e inspira a lo intemporal, o sea, a lo que no es meramente temporal de este mundo. Porque se recibe el conocimiento necesario para un enfoque, fortaleza y renovación personal; por medio de las Escrituras se recibe un sistema de valores para meditación y reflexión frecuente. Así mejorar constante y permanentemente como persona, para poder luchar en el Camino del Señor por la salvación y vida eterna, de manera que la persona sea librada de la adversidad y maldad: “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial: al cual sea gloria por los siglos de los siglos. Amén” (2 Timoteo 4.18 – RVR1909).


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7) EL CONOCIMIENTO ACTITUDINAL Y EL DESARROLLO PERSONAL


El conocimiento actitudinal es básico para lograr el equilibrio personal, por consiguiente un balance social entre las interrelaciones de los diversos sectores sociales. La armonía y estabilidad personal se refleja en la relación social con los demás. Los patrones de comportamiento y conducta tienen un estándar definido por la palabra de Dios, la cual no cambia sino que permanece para siempre, como un modelo o referencia de vida: “Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón: El precepto de Jehová, puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová, limpio, que permanece para siempre; Los juicios de Jehová son verdad, todos justos” (Salmos 19.8 al 9 – RVR1909). El aprendizaje, enseñanza y práctica de la creencia de las actitudes, normas, principios, valores y virtudes, tiene la preponderancia en el designio de la voluntad de Dios. De esto depende el desarrollo y proceder de cada persona, según el saber del conocimiento de la palabra de Dios. La fuente original o primaria de conocimiento es la que procede directamente de Dios, porque es quien verdaderamente conoce y hace, tanto para formación como información mediante su Hijo Jesucristo: “El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán” (Mateo 24.35 – RVR1909). Por esta razón se cumple el sentido de la vida en la existencia del Ser de Dios: “Y respondió Dios á Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás á los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado á vosotros” (Éxodo 3.14 – RVR1909).


En relación con el conocimiento actitudinal podemos analizar, comentar y opinar acerca del siguiente pasaje: “Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las gentes, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las gentes las teman”



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(Jeremías 10.2 – RVR1909). La actitud principal es prestar atención e interés preeminentemente a las directrices y recomendaciones de Dios. Las gentes trazan sus propios caminos y tienen sus propios temores, guiados y llevados por su propia imaginación, mientras tanto Dios es el poseedor de la validez del argumento, evidencia, disertación y fundamento acertado. El ser humano muchas veces se basa en su propia dialéctica e intuición, máxime por su conciencia de lo apropiado, conveniente y oportuno según su experiencia del pasado. Pero el panorama amplio del conocimiento acerca el presente y el futuro le corresponde solamente a Dios, siendo el ser humano limitado en este aspecto. Dios dice en su palabra: “Si yo cerrare los cielos, que no haya lluvia, y si mandare á la langosta que consuma la tierra, ó si enviare pestilencia á mi pueblo; Si se humillare mi pueblo, sobre los cuales ni nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. Ahora estarán abiertos mis ojos, y atentos mis oídos, á la oración en este lugar” (2 Crónicas 7.13 al 15 – RVR1909).

El conocimiento actitudinal es humillarse en la invocación, oración y búsqueda de la presencia de Dios, con la finalidad de la conversión de los malos caminos, con un verdadero arrepentimiento de corrección y resarcimiento, para caminar con fidelidad y lealtad en el camino del Señor. Esto es desaprender el camino de las gentes, es el distanciamiento social de la corrupción, maldad y perversión, para moderadamente vivir con cautela y precaución en consagración, humildad, mansedumbre, paz y santidad, especialmente en este tiempo del fin y de acuerdo con la Edad del Calentamiento Global. La teoría del conocimiento en el Neobiblismo, se compone de tres dimensiones o escalas superpuestas, el conocimiento base o básico es el natural, indispensable para la subsistencia en el ámbito material del mundo o terrenal. El siguiente nivel de conocimiento es para aquellos que trascienden a lo espiritual. El común o la generalidad de la gente es vivir inmersos en lo natural, de



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manera que trascienden a lo espiritual quienes muestran interés del aprendizaje, participación y práctica de lo espiritual. Este conocimiento espiritual corresponde a una transición para trascender al conocimiento celestial, representado en el conocimiento transmitido por Jesucristo. Aquí interviene el libre albedrío de Jesucristo, que es cuando el ser humano decide determinadamente seguir y ser como Jesucristo, según su ejemplo y modelo de vida.

Las capacidades actitudinales para el desarrollo personal se manifiesta desde el conocimiento natural, se fortalece, refuerza y sensibiliza con el conocimiento espiritual, y finalmente se perfecciona con el conocimiento celestial, tal es el caso de la actitud de Jesucristo ante el mundo y ante la vida cotidiana. Este proceso de conocimiento actitudinal crece y desarrolla durante toda la vida del ser humano, desde la niñez hasta su longevidad, según su capacidad y oportunidad de conciencia en esta materia. Aunque el mayor aprendizaje actitudinal es por la interacción y motivación social, es inevitable cierta predisposición y sesgo biológico, por ejemplo cierta caracterización natural de alegría, amargura o tristeza propia en la persona, o la actitud innata de extraversión e introversión en la personalidad. Sin embargo, aunque cada persona tiene su propio estilo de vida, gustos y preferencias, muchas veces predomina cierta influencia según el grado temperamental de cada uno. En este sentido la ventaja de la actitud de Jesucristo en nuestras vidas, es la asimilación, crecimiento y desarrollo personal, en fusión o unión a la naturaleza temperamental de Jesucristo, con dependencia a los factores afectivos, constitutivos y emocionales, según la esencia y substancia en Cristo. La Biblia dice lo siguiente:


“Gracia y paz os sea multiplicada en el conocimiento de Dios, y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen á la vida y á la piedad nos sean dadas de su divina potencia, por el conocimiento de aquel que nos ha llamado por su gloria y virtud: Por las


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cuales nos son dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas fueseis hechos participantes de la naturaleza divina, habiendo huído de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia. Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, mostrad en vuestra fe virtud, y en la virtud ciencia; en la ciencia templanza, y en la templanza paciencia, y en la paciencia temor de Dios; Y en el temor de Dios, amor fraternal, y en el amor fraternal caridad. Porque si en vosotros hay estas cosas, y abundan, no os dejarán estar ociosos, ni estériles en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 Pedro 1.2 al 8 – RVR1909).

El desarrollo personal requiere la adaptación y preparación de la humanidad para hacer frente a los nuevos cambios presentados por la globalización y transculturación. Además de las crisis mundiales de toda índole y las anarquías sociales contrarias al agrado y voluntad de Dios. El tiempo de meditación y reflexión en la actualidad es oportuno, para hacer conciencia del rumbo que lleva el ser humano. Una vida eficaz y eficiente en el amor y servicio a Dios, se cumple mediante el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, por lo tanto, es necesaria la claridad y transparencia en la comunicación de la palabra de Dios, en la comunión y el flujo vertical de la comprensión y entendimiento entre lo celestial y el llamado individual a cada persona, tanto en cualquier ambiente o entorno cultural, geográfico y social. Cada individuo tiene sus propias características y cualidades que lo diferencian del resto, así es el resultado de su actitud, carácter y personalidad. El ser humano influencia a otros o es influenciado por sus semejantes, muchas veces trata de impresionar o es muy impresionable. Tal es el caso de la divulgación y proliferación de las costumbres y modas, según las aspiraciones, conveniencias, gustos, intereses y preferencias de cada uno. La idea es que la persona entregue sus capacidades, ego,



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hábitos personales, motivaciones y temperamento a los pies de Jesucristo como Guía, Maestro y Mentor.

Pero Jesucristo es el ejemplo y modelo de vida para estandarizar los principios, valores y virtudes comunes entre los seres humanos, sin distinción académica, cultural, étnica, geográfica, intelectual, nacional o social. Se dice acerca de la importancia inevitable de la aceptación, comprensión y participación, para insertar al individuo en los grupos sociales, como una necesidad imprescindible de la interacción social y las interrelaciones constantes y permanentes con otros individuos. También según el propio estilo de vida de cada persona, inclusive el status social de vida y las posibilidades económicas, financieras y presupuestales, de educación, subsistencia y trabajo. Por consiguiente todo esto afecta el comportamiento y conducta del ser humano. La vida no consiste en hacer lo que se quiera sin límites o restricción, debido a que nadie es dueño absoluto de lo corporal a manera de un libertinaje, de desenfreno en el comportamiento y la conducta. Esto es lo que ahora se llama los límites funcionales, personales y saludables, que implica el distanciamiento físico, basado en la cortesía mutua y respeto recíproco, siempre en el temor a Dios. Porque es esencial e indispensable, sin excepción, tomar en cuenta a Dios en todas las acciones y actividades del ser humano.


Esto implica la armonía en el trato amable, cordial y gentil con las demás personas, la equidad y justicia en la relación con el prójimo, la oportunidad y hasta privilegio de la posibilidad de colaborar, compartir, comprender, entender y solidarizarse con quienes están a nuestro alrededor, con una actitud optimista y positiva proyectada al bien común, la coherencia y consistencia de ser fiel y del sentimiento de lealtad a los principios, valores y virtudes de Jesucristo. Afianzar el vínculo con Dios a través de la honestidad, honradez y personalidad intachable, la rectitud en el proceder, el reconocimiento de las propias debilidades, defectos y limitaciones para corregir y perfeccionar en el



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conocimiento de Dios. Mejorar como persona representa el logro de adquirir, conservar y mantener un equilibrio en la psique, en relación con la mente y el pensamiento, en lo actitudinal, emocional y sentimental. Además se manifiesta en nuestro fondo y forma de externar nuestros comentarios y opiniones, según las creencias y expectativas, en este caso la conciencia y el control van de la mano, para un bienestar integral de la persona, por consiguiente de la colectividad, según el aporte en la medida de lo posible de cada individuo.

Hay una memoria genética que controla, perpetúa y protege el equilibrio de la existencia humana, relacionado con lo biológico y psicológico. La memoria genética tiene relación con la memoria energética, que tiene su origen para cada ser humano de manera individual, y data desde el comienzo de la creación del séquito celestial y la rebelión de los ángeles caídos. Esta memoria procede con los ángeles indecisos al obedecer a Dios, que nacen en este mundo y dan propósito a la existencia de la humanidad, ya sea al continuar con la indecisión durante la vida de humano o al tomar una decisión con determinación antes de finalizar su período de vida correspondiente. Esto encausa la intencionalidad, objetivos, orientación, metas, motivaciones y propósito del rumbo de cada persona. Lo que llaman la conciencia moral en la intuición del bien, al apropiar e interiorizar en profundidad los pensamientos con un cambio de actitud, emociones y sentimientos íntimos, adheridos y enlazados fuertemente en el corazón y la mente: “Hijo mío, no te olvides de mi ley; Y tu corazón guarde mis mandamientos: Porque largura de días, y años de vida Y paz te aumentarán. Misericordia y verdad no te desamparen; Atalas á tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón” (Proverbios 3.1 al 3 – RVR1909).


El individuo entre más conozca a Dios como Ser Supremo, más consciente será de las razones del propósito de la existencia y el sentido de la vida, tanto en lo decisivo como en lo vital para la preparación de esta vida, en relación con la



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salvación y vida eterna. Las luchas de poder político y social, el deseo desenfrenado y vehemente por el derroche, despilfarro, enriquecimiento, lucro, lujo, opulencia, usura, vanagloria y vanidad, trae consigo la confusión, desconcierto y desorden del equilibrio de la armonía de convivencia en sociedad. Por otra parte, los abusos, excesos, libertinajes, lujurias y pecado en general, contribuye con el desequilibrio cotidiano de la vida. También la corrupción, injusticia e impunidad de la práctica de la maldad en el mundo, las acciones delictivas y los actos impunidos, debido a la falta generalizada de temor a Dios y de sometimiento a su voluntad divina. El predominio de la ignorancia, indecisión, indiferencia, indignidad, indisciplina e inmadurez, entre otros factores internos que influyen negativamente en la persona, en su armonía y relación con Dios. La sociedad con sentido en Dios Padre, se construye comunitariamente en el aprendizaje de las ideas y sabiduría de Jesucristo, quien fue enviado por el Padre para transmitir la enseñanza y mensaje para una mejor convivencia entre seres humanos.

En el individuo como es un ser integral, se involucra su conciencia, comprensión y entendimiento, pero también su carácter y personalidad. Por esta razón se insiste que la mayor evidencia de comportamiento y conducta congruente con la voluntad de Dios, es la capacidad de la persona de consagrar y santificar sus actitudes, características, cualidades, destrezas, emociones, habilidades y sentimientos, con el compromiso responsablemente al amor, obediencia y servicio a Dios. Que sea a través de Jesucristo el Hijo de Dios, que se conecten los individuos como un todo o una unidad, tanto espiritual y en lo social. El ser humano en su análisis y estudio del comportamiento y la conducta, establece ciertos códigos y normas morales, acerca de las acciones humanas, costumbres y hábitos relacionadas con el bien y el mal. La ética se define y determina con el análisis, meditación y reflexión del establecimiento de normas de la conducta y comportamiento de la persona en sociedad. Según cada época de la historia se agregan nuevos elementos de la forma de ser



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y pensamiento humano, artísticos, biológicos, deportivos, científicos, comerciales, culturales, ecológicos, económicos, educativos, financieros, intelectuales, laborales, legislativos, políticos, sociales, tecnológicos y teológicos.

Esto implica una normalización conscientemente establecida para el bienestar colectivo, aunque cada individuo tiene sus propias normas por costumbre, cultura y tradición, muchas veces según su propia disciplina, educación, higiene, respeto y responsabilidad personal, fomentada desde su crianza y niñez, transmitida por sus cuidadores, encargados o progenitores. La acción y reacción, causa y efecto, que posibilita el análisis y estudio de la ética y sus consecuencias, su definición y determinación, pretenden establecer ciertos principios, valores y virtudes humanas para una mejor convivencia. Sin embargo, el ingrediente principal, en la conceptualización, normalización y practicidad de lo correcto e incorrecto, de saber diferenciar entre el bien y el mal, es el amor, confianza y temor a Dios en todas las acciones, actividades y actos del ser humano. En este sentido es inválido alegar el desconocimiento en Jesucristo, enviado de Dios Padre, o alegar la ausencia o falta de lectura o incomprensión en su palabra, alegar la ceguera por obstinación, porfía, terquedad o testarudez en contra de la voluntad de Dios. ¿Quiénes son los que encubren u ocultan a Jesucristo ante la sociedad en general? ¿Quiénes se avergüenzan o indignan en glorificar, honrar, mencionar y reconocer a Jesucristo ante la sociedad?


La ética cristiana de ninguna manera es la ética de la religión, sino que son los principios, valores y virtudes de Jesucristo, de manera que no basta con conocerse bien así mismo, sino que es indispensable conocer a Jesucristo, independiente e indiferente de la cultura, sociedad o zona geográfica perteneciente. Jesucristo es el propósito y razón del ser de la humanidad, en un presente apegado a esta vida terrenal, pero consciente de la salvación y vida eterna en lo porvenir, después de esta vida en el mundo y las promesas de



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la eternidad. Según la comunicación y plan establecido por Dios Padre, este plan requiere un mayor conocimiento de Dios, para entender y comprender eficientemente a plenitud lo concerniente a su finalidad, intención, propósito y proyecto en beneficio del ser humano. En este caso el individuo necesita el mejoramiento personal de saber escuchar, especialmente el sentido fidedigno de la palabra de Dios, sin el orgullo, prepotencia o soberbia, que altera o cambia la esencia original del mensaje de Dios, en la comprensión y entendimiento de la persona. Una buena intención y sinceridad es saludable, porque posibilita una sanidad suficiente y congruente con la sana doctrina que es Jesucristo mismo, de manera que se consolide y fusione una iluminación del conocimiento en la persona con la luz del mensaje de Jesucristo.


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8) TRASCENDENTALISMO CELESTIAL Y LA COMBINACIÓN DE INTUICIÓN - RAZÓN


El trascendentalismo celestial es el amor, caridad y dadivosidad de Dios Padre mediante su Hijo Jesucristo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado á su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo, para que condene al mundo, mas para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3.16 al 17 – RVR1909). Se identifica el amor y la caridad en la persona y personalidad de Jesucristo. Esto aclara que el amor y la caridad dejan de ser abstractos, para ser concretos y se hacen tangibles con el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo. Es posible precisar sin dejar ningún tipo de duda, los hechos, obra y vivencia histórica de Jesucristo, negar su evidente legado y trayectoria de vida, es renunciar al trascendentalismo celestial y su combinación de intuición – razón. Tener una percepción clara e inmediata del amor y caridad de Jesucristo, como si se tuviera a la vista, es también razonable, según el argumento justificador de la primera venida de Jesucristo, el motivo de su muerte y resurrección. El amor de Dios, a quien ningún ser humano en su condición o naturaleza puede ver, se hace visible mediante Jesucristo.


El estado natural de la humanidad le imposibilita el trascendentalismo celestial, aunque el ser humano se jacte grandemente por su propia sindéresis, o sea, su capacidad natural para juzgar rectamente. Pero en este aparente juzgar



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con rectitud hay una invisibilidad de Jesucristo, del amor y caridad que representa y trasciende. En otras palabras, en la limitación humana del conocimiento natural, de ninguna manera aplica el trascendentalismo celestial, sino es por medio de una condición espiritual en el ser humano. En reiteradas ocasiones hemos afirmado la necesidad imprescindible de la etapa de transición de la espiritualidad, como dimensión intermedia entre lo natural y lo celestial. La persona espiritual trasciende a lo celestial cuando supera sus propias construcciones de conceptos y creencias religiosas, que nublan u ofuscan visualizar con plenitud a Cristo, especialmente debido al fraccionamiento cristiano. La multitud de congregaciones, denominaciones, iglesias y religiones cristianas, afirman poseer la doctrina o enseñanza sana, defienden ser dueños de la verdad absoluta y original, se encasillan en el pensamiento de que son los apologistas de sus iglesias y religiones. Además cada asociación, grupo u organización alega ser la iglesia única y verdadera sobre las demás.

El trascendentalismo celestial defiende que la prioridad, por encima de todo lo relacionado con lo eclesiástico es Jesucristo. En todo el mundo cristiano, sin distinción de las costumbres, creencias, reglas y tradiciones, la postura del trascendentalismo celestial, es que solamente Jesucristo es el principal y por quien se recibe la salvación y vida eterna. La preeminencia son los méritos de Jesucristo en todo, con base en su amor y caridad, que tanto la ética, intenciones, motivos y vida práctica están enfocados en Jesucristo. El conocimiento espiritual en el ámbito de su respectiva dimensión, incluye todos los conjuntos eclesiásticos formales e informales, sean improvisados u organizados, en clandestinidad, legalizados o reconocidos. Esto de acuerdo a la clasificación de iglesias antiguas, asociadas, autónomas, confederadas, confesionales, conservadoras, federadas, fundamentalistas, independientes, liberales, modernas, postmodernas, primitivas, reveladas o tradicionales. Toda esta agrupación de personas con sus conceptos, costumbres,



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doctrinas, dogmas, enseñanzas, instrucciones, liturgia, mensajes, normas, protocolos, recomendaciones, ritos y reglamentos, conforman lo que llamamos el conocimiento espiritual. Dentro de este tipo de conocimiento se presenta la posibilidad de trascender al conocimiento celestial. Por ejemplo, sin importar la afiliación congregacional, denominacional, eclesiástica o religiosa a la que se pertenece, se puede cumplir con el trascendentalismo celestial. Esto significa que en todos los grupos cristianos, hay personas sinceras en la obediencia fiel y leal al Señor Jesucristo, para la gloria y honra de Dios Padre.

Estas personas en la integración y participación de sus propias agrupaciones, como feligreses o miembros permanentes, tienen a Jesucristo en su prioridad de adoración, alabanza y servicio, es el centro de su atención, concentración y enfoque de sus respectivas vidas cotidianas. Para estas personas, Jesucristo es el Maestro y Mentor en su continuo aprendizaje, es la fuente de la enseñanza y mensaje, el ejemplo y modelo de vida, es quien les inspira los principios, valores y virtudes del diario vivir. A pesar de la diversidad de listas de credos, puntos o temas de fe establecidos en cada una de sus organizaciones, estas personas son practicantes y seguidoras de Jesucristo como sus discípulos genuinos, tienen la preeminencia en el Señor y el respeto a su supremacía. Jesucristo es su camino, verdad y vida, lo consideran como el único mediador entre Dios Padre y cada una de estas personas, que solamente a través de Jesucristo reciben la salvación y la vida eterna. Estas personas sienten que Jesucristo es quien les impulsa a la consagración, paz y santidad. También encuentran en Jesucristo el motivo para el ejercicio del amor, fe, justicia y misericordia. Estas personas son conscientes que en el Señor reciben el perdón de pecados, por su sangre la redención, limpieza y purificación. Por lo tanto, tienen a Jesucristo como la razón de ser de sus existencias, el propósito y sentido de sus vidas. En primer lugar en Jesucristo es que tienen puesta su comprensión, entendimiento y pensamiento. Estas



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personas se dejan moldear su temperamento mediante Jesucristo, dedican sus actitudes, carácter y personalidad al Señor Jesucristo, disponen todas sus aptitudes, destrezas, emociones, habilidades, hábitos, intelecto y sentimientos al servicio de nuestro Señor Jesucristo.


Hay acciones religiosas o sociales, donde se aparenta hacer una obra de Dios, pero en realidad se niega o rechaza la aceptación, autoridad o reconocimiento a Jesucristo: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, trasfigurándose en apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz. Así que, no es mucho si también sus ministros se transfiguran como ministros de justicia; cuyo fin será conforme á sus obras” (2 Corintios 11.13 al 15 – RVR1909). El camuflaje y disfraz tiene relación con disimular o una simulación para presentar una apariencia falsa, encubrir con astucia la intención, evadir con desatención el conocimiento exacto, desfigurar, encubrir u ocultar lo real, para restar importancia o aparentar desconocimiento e ignorancia. También es hacer distinto o mezclar un conocimiento para que no se conozca como es realmente. Lo más grave es hacer una representación consciente o inconsciente con fingimiento o imitación fraudulenta de lo que no es en realidad. En el caso del pasaje es sustituir la figura o representación de Jesucristo con actos o actividades aparentemente de Dios, pero que se discrimina, excluye, margina u omite la dedicación y reconocimiento del nombre de Jesucristo: “Por lo cual Dios también le ensalzó á lo sumo, y dióle un nombre que es sobre todo nombre; Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la tierra; Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, á la gloria de Dios Padre” (Filipenses 2.9 al 11 – RVR1909).


El trascendentalismo celestial es recurrir a la fuente directa de lo establecido por Dios Padre. Jesucristo cuando dice que gloria no recibe, se refiere a la sociedad en general que vive sin tomar en cuenta su nombre y palabra, a manera



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de una discriminación y exclusión hacia su persona: “Escudriñad las Escrituras, porque á vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. Y no queréis venir á mí, para que tengáis vida. Gloria de los hombres no recibo. Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís: si otro viniere en su propio nombre, á aquél recibiréis. ¿Cómo podéis vosotros creer, pues tomáis la gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que de sólo Dios viene?” (Juan 5.39 al 44 – RVR1909). El análisis y argumentación acerca de la importancia y relevancia de Jesucristo para nuestra vida en sociedad, conforme a la prudencia y la razón, impone el respeto y reverencia a la determinación de Dios Padre, en lo que atañe a su plan y voluntad. Las personas tienen que atender a las razones y obrar con buen sentido la aceptación del propósito de Jesucristo. Se requiere una ecuanimidad razonable, para tener un ánimo constante y permanente, además de una imparcialidad serena a la hora de ejercer un buen juicio crítico. Precisamente ser críticos en la opinión sobre la ausencia de Jesucristo, nos posibilita juzgar la importancia, necesidad y valor que tiene Cristo, para el rumbo que lleva la sociedad en este mundo, según la evidencia de su ejemplo y modelo de vida relatado como hechos históricos en los evangelios.