EL PODER DEL PODER SUPERIOR O SER SUPREMO


La función de la mente y sus procesos cognitivos, se estudia desde la ciencia o se investiga según los argumentos e indagación de la filosofía de la mente. Algunos consideran que se determina de acuerdo con la neurofilosofía o filosofía de la neurociencia. El establecimiento de sus afirmaciones, conceptos, definiciones, explicaciones, fundamentos e ideas al respecto, corresponde con la adición, complemento y proceso interdisciplinario, entre la ciencia, la filosofía, la pedagogía, la psicología y la teología. A través de la ciencia entendemos la integración e interconexión de una red de neuronas asociadas para la formación de las creencias, emociones, pensamientos, percepciones, recuerdos, sensaciones, entre otros. Sabemos por la misma ciencia que las neuronas conducen y generan impulsos o señales eléctricas en el cuerpo, posibilitando la comunicación corporal con todo el organismo integralmente. Las células cerebrales a través de mensajeros químicos, se comunican con otras células del cuerpo y función específica.


Además, en este sentido, las conexiones y enlaces de los neurotransmisores en el sistema nervioso, funcionan como circuitos de sustancias químicas, con funciones biológicas, que contribuyen a la recepción y envío de información, para la función eficiente del organismo celular, órganos y tejidos corporales. Esta señalización electroquímica es indispensable para todo el cuerpo. También a través de la ciencia podemos comprender los conceptos y términos importantes como bioquímica, células, células nerviosas o neuronas, cerebro, encéfalo, hipotálamo, hormonas, lóbulo frontal, memoria, moléculas, neurohormonas, proteínas, red neuronal, sistema nervioso y sustancias químicas para los estados emocionales.



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Por otra parte, debido a que el ser humano requiere de un hábitat para su convivencia y desenvolvimiento cotidiano, entonces se reviste de gran importancia la ciencia de la física, que estudia las propiedades de la energía, espacio, fuerza, masa, materia, movimiento y tiempo, en el desarrollo, establecimiento e investigación de hipótesis y teorías físicas y mecánicas. Aunque en el caso de la explicación del origen de la existencia, surgen tesis científicas que dejan de lado la intervención del poder de un Poder Superior o Ser Supremo. Estas teorías o tesis científicas son como adornar, disfrazar o maquillar la realidad implícita y verídica, para presentar otra apariencia teórica especulativa y hasta disimulada, que niega la existencia de Dios el Gran Creador. Lo que pasa es que la comprobación es el fin último de la ciencia. Lo cual provoca el debate y duda, en las personas escépticas e incrédulas acerca de la existencia o no de un Poder Superior o Ser Supremo. La verdad es Dios, que aunque no lo hemos visto, ni lo vemos, su poder se comprueba, demuestra, manifiesta y presenta en aquel ser humano, que combate, confronta y vence el mal con el bien, desde las trincheras de las ideas espirituales, que proceden de la comprensión y entendimiento de Dios.


El pensamiento filosófico o teorías filosóficas metafísicas, de las causas y de sus orígenes, considerado más allá de lo físico, también estudian al ser en cuanto tal, se analiza sus decisiones que son morales, principios, propiedades y valores, su finalidad, propósito y sentido en la vida. De esta manera surgen los principios filosóficos, apoyados y reforzados con los principios éticos y morales. El molde de formación ética – moral. A sí mismo la teología o estudio de lo que atañe a Dios, como una ciencia y tratado acerca de Dios y cómo el ser humano lo concibe. Se trata del conocimiento que se tiene acerca de Dios como un Poder Superior o Ser Supremo. Este conocimiento es indispensable para identificar y reconocer, mediante discernir y redargüir el bien del mal, porque una persona es buena o es mala, no existe persona buena y mala a la vez, o sea, del bien y del mal al mismo tiempo: “De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos,



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no conviene que estas cosas sean así hechas. ¿Echa alguna fuente por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede la higuera producir aceitunas, ó la vid higos? Así ninguna fuente puede hacer agua salada y dulce” (Santiago 3.10 al 12 – RVR1909). ¿Ambigüedad, doble moral?

Este discernir y redargüir es lo que llaman la consciencia de la capacidad de diferenciar o distinguir entre el bien y el mal, pero con un consciente donde el centro y el generador principal, a manera de una matriz, es el núcleo del ego y del temperamento, con sus propias experiencias, los recuerdos y vivencias genuinas. Por lo cual, no consiste solamente en una identificación y reconocimiento del sí mismo y de su entorno, claro, antes de una comprobación o demostración definitiva, una hipótesis o teoría pasa por un período de confirmación. Hay referencias bíblicas e históricas, acerca del testimonio y vivencia de los seres humanos, con el conocimiento y poder interior de la experiencia consciente de Dios, en relación con el Poder Superior o Ser Supremo. La persona misma certifica con su ser interior, la existencia y verdad del poder interior, específicamente el poder del Poder Superior o Ser Supremo dentro del ser humano. Así dijo Jesucristo el Hijo de Dios: “Y preguntado por los Fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia; Ni dirán: Helo aquí, ó helo allí: porque he aquí el reino de Dios entre vosotros está” (Lucas 17.20 al 21 – RVR1909). El poder interior supeditado al Poder Superior.


Por ejemplo, la práctica fiel de la honestidad, honradez, rectitud, sano juicio y sensatez, atribuido a un temor de Dios, por consiguiente, demostrado con hechos del comportamiento y la conducta. Por lo tanto, así como hay un Poder Superior o Ser Supremo, hay en cada persona un poder interior para visibilizar el bien o el mal, para sus actuaciones conscientes y voluntarias o todos sus comportamientos sin consciencia o involuntarios. El mundo es un estímulo sensorial para el ser humano, donde se maximizan sus sentidos, por lo que se hace inevitable la mención de las tres clases o tipos de



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consciencias que trascienden, a saber, la consciencia natural, la consciencia que es espiritual y la consciencia celestial. Esto permite estar situado en una condición o estado de una consciencia, adecuada a la dimensión o nivel de conocimiento y experiencia consciente en Dios. La consciencia puede ser colectiva o individual, debido a que el ser humano es un ser sociable, por su convivencia entre las personas, entonces se requieren las ciencias sociales, la psicología social y el estudio de su idiosincrasia, en su carácter, rasgos y temperamento, propios de la colectividad o del individuo, que los distingue de los demás, tanto en característica como en cualidad positiva.

El saber actuar es congruente con el ser, sin embargo a manera de significado y su simbología, el mundo natural es pasajero como un espejismo innato, porque es semejante a una ilusión óptica, sin consciencia real de la espiritualidad, a manera de una consciencia inerte, sin vida espiritual, incapaz de reacción por inmovilidad o parálisis: “Que con hipocresía hablarán mentira, teniendo cauterizada la conciencia” (1 Timoteo 4.2 – RVR1909). La consciencia natural contrapuesta a la espiritual. El estímulo del mundo es más apegado a lo superficial, superfluo y terrenal, con gratificación inmediata y temporal. La recompensa es eventual, basada más en la satisfacción de este mundo, que en lo esencial y sustancial del propósito espiritual que trasciende al conocimiento de lo celestial, que salva de este mundo y provee vida eterna en el venidero. Así la espiritualidad es un filtro y antesala celestial. El desasir es desprender y soltar lo asido terrenal, debido al grado perfeccionado en lo espiritual y en tránsito celestial.


La espiritualidad es la entrada a un oasis celestial, que también sirve de refugio para alejarnos del espejismo de los contratiempos, distracciones y ruidos del mundo terrenal, que nos distancia del Dios de lo Alto o del Altísimo Dios, máxime cuando la persona se aferra o arraiga a la tierra en contraposición al cielo de Dios. Porque imperan sus deseos y voluntad en lo carnal, en relación con la maldad y el pecado, hechos por propensión, sin ningún tipo de deliberación ni



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reflexión, sino por un instinto natural más que espiritual. Algunos hablan de la importancia y necesidad de ampliar los conocimientos psicológicos, integrados en una especie de psicología metafísica o metafísica psicológica, desde el punto de vista filosófico y teológico, que considere más la existencia e intervención de un Ser Superior o Ser Supremo, que tiene una relación y vínculo con el poder interior del ser humano.

El análisis, estudio e investigación para determinar la ubicación del poder interior relativo al ser humano, en el caso de la mente y el pensamiento, se focaliza en el ego y en el temperamento. El ego tiene una relación con la consciencia, porque a pesar de su rigidez se modifica conforme se adquiere y crea el contenido consciente, producto del proceso gradual neurobiológico cognitivo, por consiguiente su efecto directo en el pensamiento. Además de su respuesta manifiesta en lo reactivo con el comportamiento y la conducta de la persona. En la actividad y capacidad cerebral se posibilita la toma de consciencia. El ego se puede cambiar y modificar, pero el temperamento solamente es posible ser controlado, dominado o subordinado, porque de ninguna manera el temperamento puede cambiar o modificar. Todo ser humano sin excepción nace con el ego y el temperamento, pero en relación con el poder del amor, consagración, misericordia y santidad de Dios, el ser humano nace vacío de este conocimiento. El ego y el temperamento requieren ser controlados y dominados, porque nadie puede evadir o quitarse de encima el vivir con ego y temperamento, el mal está cuando el ego se vuelve en egocentrismo y egoísmo, por una inclinación o tendencia desde que se nace. El conocimiento e información del amor, consagración, misericordia y santidad de Dios es poder, que subordina tanto al ego como al temperamento del ser interior.


Las actitudes, el carácter, las habilidades psicosociales o socioemocionales, personalidad y sentimientos, se corrigen, educan y moldean desde neonato con el aprendizaje, atención y enseñanza recibida externamente. El ego y el temperamento tienen su fuente y origen innato; a manera de una analogía o



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comparación, es como un tipo de circuito integrado o chip de dispositivo electrónico, con interconexiones para un propósito específico, como los circuitos digitales de compuertas lógicas y sus operaciones lógicas binarias o el sistema binario. El contenido de datos y el tratamiento de la información, que se encuentra almacenada en el interior específico del dispositivo electrónico, puede ser modificado o procesado; en este caso la relación mente y pensamiento con el ego y el temperamento, recibe la influencia de la capacidad de sufrir incidencia o de poder repercutir con la meditación y reflexión interna, como un estímulo químico interno que logra la voluntad de buscar incesante e intensamente el control, dominio y mitigación urgente hacia el mismo ego y el temperamento. Entre las dos opciones se encuentran lo negativo o positivo, lo desfavorable o favorable en dirección del pesimismo o del optimismo.

En el caso del ego cumple un impulso, función psíquica, que ocasiona una acción de fuerza y movimiento corporal. El mismo involucra el deseo y motivación instintiva de orden natural o sobrenatural, según el mismo ego le inspire a actuar y reaccionar. Una acción – reacción determinada por el tipo de contenido y experiencia consciente, ya sea solo natural, con traslape espiritual o trascendencia completa en lo espiritual. También corresponde a un comportamiento y conducta con marca o sello personal, ajeno o cercano a la relación propia con la Divinidad. El ego es determinante de la identidad y énfasis del “yo” y de lo que “soy”, además de cómo es reconocido el mismo ante Dios, ya sea un instrumento para deshonra o para la honra de Dios. Por lo tanto, se contrasta entre el orgullo y la soberbia, con la humildad y la mansedumbre. El ego es nuestro amigo o enemigo, según corresponda, el temperamento viene a ser como la terquedad o testarudez que refuerza al ego, ambos requieren el ser dominados con la consciencia o conocimiento subjetivo, o sea, de sí mismo mediante la reflexión del resultado de sus actos. Esto afecta en el entorno expuesto a su realidad, su relación que es circundante y la comunicación asertiva con su alrededor. De manera que se perciba a sí mismo en su



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“estar y ser” inmerso en este mundo, con una ubicación consciente de su identidad real ante sí mismo y frente a Dios.

Se dice que según la biología de cada individuo, tiene su constitución particular de acuerdo con su predominio de su organismo fisiológico. Hay una regulación biológica interna, pero no es exclusivamente biológico, porque interviene una influencia cognitiva conductual, que en ciertos casos requiere de lo que llaman la terapia cognitiva o psicoterapias, para la toma de decisiones adecuadas, según la relación con las emociones, pensamientos y sentimientos negativos, los que afectan el comportamiento y la conducta. Esto implica una configuración o construcción neuronal, acerca del conjunto de las conexiones e interacciones en el componente entre neuronas, con el conocimiento, datos e información capaz de reconocer la realidad propia y de su entorno, para establecer una mente consciente y el contenido consciente subjetivo. Se hace posible por la capacidad del cerebro del almacenamiento e integración del conocimiento, además de las percepciones y sensaciones que se hacen del entorno y un control adecuado e integrado. Así por ejemplo, el dominio del temperamento, influye en la persona en su manera del reaccionar y del ser.


El ego y el temperamento juntos en fusión de propósito, de forma combinada son fundamentales e inherentes, porque en conjunto son indispensables para definir nuestro sentido de la vida, es decir, el propósito y sentido de sí mismo frente a la vida. Ambos en sincronía son indefectibles y se pueden aplacar. Asimilar el conocimiento de Dios con una experiencia consciente de Dios, evita la transmisión de ideas erróneas; comprender el aprendizaje de la información provista por la Divina Providencia, se incorpora en el ego las herramientas necesarias para su conducción. El rumiar la palabra de Dios es considerar despacio, detallado y pausado, para pensar con la dirección, meditación y reflexión en profundidad, así lograr la madurez en su punto óptimo del alimento espiritual, al grado o nivel sumamente de bueno a excelente, hasta donde ya no se pueda mejorar más, porque se alcanza su mayor



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altitud de la elevación en comprensión y entendimiento de Dios, a otro nivel celestial (palabra que sale de la boca de Dios). El nivel natural es el pan comestible de subsistencia, pero es imprescindible el celestial: “Mas él respondiendo, dijo: Escrito está: No con solo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4.4 – RVR1909).

En el caso del ego, el mismo no es bueno ni es malo, es semejante a la decisión, que no es buena ni mala, sino la consecuencia o resultado de la decisión. El ego es como la causa que es fuente u origen del efecto, es el causal del motivo o razón de las consecuencias de nuestro destino. El ego y temperamento bien encaminados o enfocados, son un poder interior con la funcionalidad de balancear o equilibrar la mejor personalidad que tenemos, consigo mismo y con el entorno. Es similar a la batería generadora de energía, fuerza y poder, para iluminar la excelencia de nuestro ser, en amor, bondad y calidad de persona. Tanto en lo correspondiente al organismo y a la psicobiología, ya sea con lo subjetivo en el caso de las creencias, emociones y sentimientos, mayormente cuando se trata de emociones o impresiones negativas o nocivas de traumas personales, que se requieren superar, con la imprescindible necesidad psicoterápica, para un equilibrio integrado, orgánico y subjetivo saludable del ser interior.


Entonces, el ego y el temperamento afectan nuestro ser interior de las actitudes, carácter, habilidades psicosociales, emociones, personalidad y sentimientos, vitales para nuestra convivencia cotidiana. A manera de un filtro de obstinación de porfía y terquedad, debido a sus criterios previamente establecidos. El ego y el temperamento se subliman con el nuevo nacimiento: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3.5 al 6 – RVR1909). Ambos, el ego y el temperamento se elevan a un grado superior con nacer de nuevo. Esto es categórico para la determinación de nuestro destino final, porque atañe a la



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posibilidad de entrar en el reino eterno de Dios. Además de la contención y moderación del ego y temperamento, se corrigen y rectifican las imperfecciones en función de rehacer o volver a formar, por consiguiente, enmendar los comportamientos y conductas reprochables, por la falta del compromiso y la responsabilidad ante un Poder Superior o Ser Supremo.

El abuso del malo en hacer maldades, se presenta cuando a pesar de su maldad conserva su vida intacta, inclusive con bienestar y salud, pero a su debido tiempo, tarde o temprano llega el tiempo de la justicia Divina: “Mas yo os digo: Amad á vuestros enemigos, bendecid á los que os maldicen, haced bien á los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos: que hace que su sol salga sobre malos y buenos, y llueve sobre justos é injustos” (Mateo 5.44 al 45 – RVR1909). ¡Del enemigo defiéndenos Poder Superior o Ser Supremo! Líbranos de la adversidad y de la rebeldía. La sabiduría de Dios es la más grande en excelencia y plenitud, es el conocimiento en profundidad y que alcanza el nivel o grado más alto de todos los conocimientos existentes, que guía y rige nuestras vidas, para modelar o moldear como alfarero, una forma de ser auténtica y genuina. Encarnada en el Hijo de Dios, para el apogeo de los tiempos culminantes.


Lograr la plena consciencia del conocimiento y sabiduría de Dios, requiere el poder de la fe en el mensaje de la palabra escrita de Dios. Esto posibilita una mayor y mejor elevación en el nivel del saber consciente y de la confianza en el Poder Superior. Se requiere coordinar y sincronizar la voluntad del ego y del temperamento con la voluntad de Dios. Trascender mediante el poder de la fe y de la oración; por esta razón es fundamental ser crédulo y vivir con fe, comprobable como un creyente practicante del buen juicio, la honestidad, sensatez y serenidad. Se pretende el criterio emocional, moral y racional de discernimiento, para dejar fluir y posibilitar las acciones sabias del Poder Superior en nosotros, específicamente lo que atañe a construir o reconstruir, edificar o reedificar, formar o



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reformar. La Escritura dice: “Sed pues misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis, y no seréis juzgados: no condenéis, y no seréis condenados: perdonad, y seréis perdonados. Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida, y rebosando darán en vuestro seno: porque con la misma medida que midiereis, os será vuelto á medir” (Lucas 6.36 al 38 – RVR1909).

Que impere y prevalezca siempre el bien sobre todo lo demás, sin amarguras, cólera, despechos, desprecios, enojo, humillaciones, injusticias, ira, odios, rencores, resentimientos y venganzas. Demostrado en la consagración y santidad a Dios, con la práctica del bien en todo lugar y momento, en toda circunstancia y situación de la vida, a través de vencer el mal con el bien. Hacer lo bueno alimenta y consolida la salud mental y los buenos pensamientos, cura cualquier herida emocional y sentimental, con una fortaleza de buen memoria y saludable, sobre otras memorias más nocivas y dolorosas. Renunciar a la memoria negativa o pensamientos negativos, con el reemplazo o sustitución del optimismo y positivismo, manifestado o reflejado en el amor, esperanza, fe y paz.


El poder del Poder Superior o Ser Supremo nos aporta acompañamiento, guía u orientación, por lo tanto, nuestra reacción es de alabanza, elogio y gratitud, porque en este objetivo o meta, no estamos solos, ni abandonados, ni desamparados, sino protegidos gracias a su propósito de amor, bondad, compromiso, deber, disciplina, misericordia, obediencia, perdón y responsabilidad. Además se manifiesta el poder interior, emanado de la espiritualidad, fe y oración, complementos de la meditación y reflexión. Prevalece un pensamiento atento y detenido, en la sabiduría del Poder de lo Alto, de la humildad y mansedumbre. Aceptar y reconocer es parte de la restauración en los principios psicológicos de bienestar y salud mental. Confesarse a uno mismo y al Ser Supremo en oración, de la necesidad de mejora personal, en la forma de ser, el carácter y la personalidad, es una catarsis y purificación indispensable para la calma, liberación, paz,



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quietud, serenidad, sosiego interior y tranquilidad espiritual, proveyendo una eficaz y eficiente balance con el equilibrio emocional y sentimental necesario. Hay una experiencia y práctica consciente en las habilidades psicosociales.

Un alto nivel de dilección en amor reflexivo y voluntad honesta, es parte del nacer de nuevo como un cambio de vida mediante la transformación del pensamiento. Las emociones y malos recuerdos reprimidos, perturban la paz y se manifiesta en el comportamiento errático y perjudicial. La contrición es un arrepentimiento auténtico y genuino, con mucho dolor y pesar de la ofensa al Poder Superior o Ser Supremo, debido a una culpa cometida. Esto se cumple, siempre y cuando, se tenga un verdadero amor al Poder Superior o Ser Supremo, que alivia nuestra confianza y reivindica nuestra credibilidad y seguridad ante Dios, por consiguiente el beneficio para la salud mental y nuestro ser interior en general. Por ejemplo, el ego, relativo al contenido y función psicológica, es un poder interior de nuestro ser, que emana, fluye o genera la fuerza o vigor en la intención y motivación anímica. El ego es como un propulsor que frena o impulsa, según su condición de contenido consciente, grado de estado consciente y percepción consciente, según el don del Espíritu Santo en nuestro ser interior: “para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor” (Efesios 3.16 al 17 – RVR60). Por esta razón, la importancia del Espíritu Santo en nuestra vida.


Por lo tanto, el ego constituye una fuerza de la vida personal y psicosocial: “Por tanto, no desmayamos: antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior empero se renueva de día en día” (2 Corintios 4.16 – RVR1909). La salud mental en lo emocional y sentimental, requiere colaboración del ego junto con el temperamento, para prevalecer sobre cualquier intención o poder de los malos pensamientos, contrarios a los frutos del Espíritu



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Santo. El mal está en el pensamiento habitual del egoísmo, envidia y orgullo, que son determinados como imperfecciones o males del carácter y personalidad, que crean desequilibrio o desestabilización emocional y sentimental. Esto se apacigua con la acción del cambio de pensamiento, con el poder de la creación, desarrollo, estímulo y operación de las creencias e ideas éticas y morales. Los peores enemigos son el cinismo y el escepticismo. El cinismo es el desprecio hacia las normas y valores morales, el descaro y desvergüenza en engañar; es mentir con la práctica de las acciones deshonrosas, indignas, inmorales y vituperables. El escepticismo es la desconfianza y duda de la eficacia o existencia de la verdad, porque se considera que el ser humano es incapaz de conocer la verdad. El ego y el temperamento sin compromiso y responsabilidad, son cautivos de la futilidad del cinismo y del escepticismo.

La palabra de Dios es clara y contundente: “Encomienda á Jehová tu camino, Y espera en él; y él hará. Y exhibirá tu justicia como la luz, Y tus derechos como el medio día. Calla á Jehová, y espera en él: No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades. Déjate de la ira, y depón el enojo: No te excites en manera alguna á hacer lo malo” (Salmos 37.5 al 8 – RVR1909). La lucha contra el mal es el último bastión, en los tiempos actuales del desenfreno que corre hacia la maldad y el pecado, sin un alto en el camino y una intermisión de fe, para cesar o interrumpir los afanes, ajetreos, ansiedades y distracciones de la vida, donde urge una dedicación centrada en la fe en Dios. Las personas se vuelven enfermos y esclavos de las emociones. La inestabilidad emocional de la neurosis. La falta del poder de un descanso o sueño reparador y saludable, de una alimentación y nutrición sana, inclusive con las ensaladas crudas, para mantener la salud de las células mediante los minerales y vitaminas esenciales, como los nutrientes ricos en cereales, fibra, frutas, hortalizas, legumbres, semillas, tubérculos, vegetales y verduras. La necesidad de un ejercicio cotidiano de la paz interior, para una adecuada salud física y mental, emocional y espiritual en



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el diario vivir, de una forma o manera integral de todos sus componentes, que integran en su conjunto el ser interior.

La espiritualidad se alimenta con la fe, meditación y reflexión, tanto a través de la oración como de la lectura atenta en la palabra de Dios. Esto es nacer de nuevo por el poder de la fe, oración y palabra de la Sagrada Escritura de Dios. Una comunicación asertiva y práctica de las ciencias morales, libertad de criterio y de intención convincente y propositiva, más que persuasiva de esperar que otros hagan lo que uno no aporta el ejemplo en hacer. Mostrar la fe propia sin esperar la evidencia moral de la fe de otros, que viven en claro desafío y temerariamente ante Dios. La parafernalia habitual, viene a ser el uso debido y permanente de la Biblia en la lectura constante y permanente durante la cotidianidad. Este es el alimento diario, que es el pan espiritual de cada día, para una nutrición espiritual adecuada. El ejercicio y práctica de la palabra de Dios, relajan el pensamiento en confianza y fe a los planes y propósitos de Dios, de forma atenta y concentrada en su voluntad. Se impone el respeto y reverencia, la fidelidad y lealtad a su propia ley espiritual y celestial, con acciones, actos o hechos de una vida ejemplar, requerida para vivir confiado de salud espiritual y mental.


También hay grupos asesores, consejeros, orientadores y terapeutas espirituales que se muestran como ejemplos vivos, que transmiten el poder de sugestión hacia la obediencia y práctica de la voluntad de Dios. Es el efecto placebo de la vitamina de la fe, con la eficiente intención convincente y propositiva de ejemplo y práctica, más que persuasivo solo en lo teórico. Sugieren la imitación o seguimiento de un ejemplo o testimonio de ser fiel y leal a Dios, según la fascinación de admiración o entusiasmo al Hijo de Dios. Por ejemplo, el amor apasionado y el deseo de ser como Jesucristo, en su ejemplo y modelo de vida. Esto es enamorarse de Jesucristo para seguir su Camino. Dejar el apego a lo terrenal, para ser libre hacia lo celestial. Aprender a vivir con la madurez espiritual necesaria, para la trascendencia hacia lo celestial.



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El poder de la autosugestión o de la misma sugestión, es poderosa en influenciar el accionar de la fe en el pensamiento humano, para anular o inhibir la voluntad propia y ejercer la voluntad del Hijo de Dios como Maestro y Mentor. En este caso el cuidado y precaución es que sea conforme al Señor Jesucristo, el verdadero poder del Poder Superior o Ser Supremo. La persona requiere identificar y reconocer a Cristo Jesús el Hijo de Dios, con absoluta y total capacidad de ser asertivo, para alcanzar a Jesús y acertar en el punto justo de su causa y movimiento, como su verdadero discípulo en el aprendizaje del ejemplo, modelo y vivencia de su enseñanza y mensaje, tal como Jesucristo lo entregó enviado de Dios.

El ser asertivo conlleva superar entre una buena y una excelente comunicación. Los líderes terapeutas espirituales realizan un intercambio de ideas y experiencias, con plenitud de colaboración, cooperación, coordinación y equipo de trabajo. Se pretende lograr una nivelación para que todos los seguidores puedan moldear su conocimiento en las actitudes, emociones, habilidades psicosociales y sentimientos, para dar forma a un mejor carácter y personalidad, reflejado en el espejo del comportamiento y la conducta. Aprender a convivir y vivir con inteligencia emocional, espiritual y social necesaria para la vida cotidiana. Guiados por la Inteligencia y Voluntad Inconmensurable de Dios: “Con Dios está la sabiduría y la fortaleza; Suyo es el consejo y la inteligencia” (Job 12.13 – RVR1909). Se requiere la concienciación del reconocimiento y remordimiento de nuestro mal proceder ante el Creador, a través de la transmisión de generación en generación, de la justicia Divina y del temor de Dios, esencia del ADN de Dios.


La habilidad de un comportamiento y conducta asertiva, facilita la posibilidad de una comunicación bidireccional con acuerdo, diálogo y negociación honesta, respetuosa y sincera, sin maltratar u ofender ninguno de los extremos o las partes de emisión – recepción. La expresión de manera auténtica, genuina y sincera de la creencia, necesidad, pensamiento o sentimiento, es dar lo mejor de sí mismo, sin agredir a los



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demás, sin desprecio o menosprecio. Se aplican las reglas básicas de la comunicación sin herir, pero de forma clara, concisa y directa, sin temer la reacción de los demás, porque se deja una sensación agradable de sí mismo, ya que escucha y valora los comentarios y opiniones de los interlocutores, a pesar de expresar algún desacuerdo. Así se aplica el respeto por los otros, por uno mismo y especialmente hacia Dios. Se plasma una conciencia moral ante Dios y los seres humanos, para un buen testimonio: “Teniendo esperanza en Dios que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos, la cual también ellos esperan. Y por esto, procuro yo tener siempre conciencia sin remordimiento acerca de Dios y acerca de los hombres” (Hechos 24.15 al 16 – RVR1909).

Existe una simbiosis de comunidades de especies que conviven en el planeta, todos los seres vivos dependemos de cada uno, en un medio ambiente común para todos, con un hábitat en general que requiere de una buena administración, cuidado y protección. La trascendencia de la existencia de la consciencia natural, hacia la consciencia espiritual con el destino a lo celestial, conocido como salvación y vida eterna, depende de una liberación de la servidumbre de corrupción: “Porque el continuo anhelar de las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios. Porque las criaturas sujetas fueron á vanidad, no de grado, mas por causa del que las sujetó con esperanza, Que también las mismas criaturas serán libradas de la servidumbre de corrupción en la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Romanos 8.19 al 21 – RVR1909). La Creación misma gime a una como si tuviera dolores de parto: “Porque sabemos que todas las criaturas gimen á una, y á una están de parto hasta ahora. Y no sólo ellas, mas también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, es á saber, la redención de nuestro cuerpo” (Romanos 8.22 al 23 – RVR1909). Figuradamente hay muchos senderos que ofrece el mundo para transitar en la vida, pero solamente hay un medio o procedimiento que corresponde al Camino de la consagración, santidad y paz.



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La decisión de un camino puede presentar la disyuntiva racional de pensar y sentir en sentidos opuestos entre sí, o la sincronización de ambos, para que coincida el pensar y el sentir unido a un Ser Superior o Ser Supremo. Se requiere hacer un alto y observar las posibilidades de caminos. El grado o nivel más elevado de la sabiduría es determinante para su mejor selección, porque es necesaria la dependencia a un Ser Superior o Ser Supremo, para tener esta capacidad de grado o nivel avanzado de sabiduría. En este sentido la autosuficiencia no es suficiente por sí misma, ni se basta a sí misma. El diagnóstico de sí mismo, consiste en evaluar o examinar minuciosamente, el avance de la condición de estancamiento o perfeccionamiento espiritual, inclusive para saber si hay algún tipo de retroceso espiritual. Lógicamente en la ausencia de espiritualidad, es imposible la factibilidad de un auto diagnóstico espiritual por la falta de capacidad. La persona con la disposición de mejorar espiritualmente se obliga a sí misma, con iniciativa propia y voluntad, el ejercer compromiso y responsabilidad, que sea espiritual, ante un Ser Superior o Ser Supremo. Esto es necesario para habilitar una posibilidad real de un análisis personal y diagnosticar la condición interna, que aunque es subjetiva en lo personal, es objetivo delante de Dios, con el control de Dios sobre nuestra manera o forma de pensar y de sentir. A pesar de realizar un diagnóstico de sí mismo, se hace en función de la situación de relación intima y personal con Dios, para que las acciones en relación con las emociones, motivaciones y pensamientos, sean conforme a la subordinación o sujeción a su obediencia.


Se dice que cada quien en su mente, es responsable del propio destino y que se hace justicia cuando se obtiene lo que se merece. Hay que tener una buena educación en la doctrina de los principios y valores inspirados en un Ser Superior o Ser Supremo. La consciencia de meditar y reflexionar en el aprendizaje de una experiencia consciente en Dios, permite y posibilita la sensatez de construir una vida del amor puro, convivencia y servicio a Dios, en plenitud de experiencias espirituales que trascienden a la dimensión celestial. Es la



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brújula de la orientación del norte espiritual, que ofrece una verdadera guía de armonía con la conexión y el contacto con Dios, según se concibe como el Ser Superior o Ser Supremo. Las personas asumen racionalmente su ego solidario, con el fin de conservar y mantener una salud mental, emocional y sentimental, que el amor propio que atestigua en sus propias vidas, tiene el empoderamiento de esperanza y paz, porque al amarse a sí mismo se ama con la fraternidad de amar a los demás, sin egoísmo sino con el amor a Dios. La clave está en aprender y enseñar a convivir con la madurez y respeto de los principios espirituales y vida en comunidad. La autenticidad, honestidad y sinceridad, confrontan la hipocresía social de las que son falsas relaciones interpersonales, que ofrecen una aparente integración o interés social, pero que son contrarias a la gratitud, permanencia y a las prácticas de la voluntad de un Ser Superior o Ser Supremo. La fortaleza y valentía de enfrentar la desaprobación del estigma, que no siguen las corrientes del mundo, cargadas del juicio social, porque las prácticas de las personas espirituales son diferentes, a las aceptadas socialmente con implicación de maldad y pecado.

En este sentido, quien practique la maldad y el pecado, el mundo le ofrece un camino ancho sin salida, al final solamente queda un sentimiento de fracaso e insatisfacción, porque ningún vacío de ausencia y carencia espiritual, se puede llenar con el camino de deseos y placeres temporales, contrarios al auténtico amor permanente de Dios. La persona prioriza su propia satisfacción de maldad y pecado, según su conveniencia e intereses creados personalmente. Actúa su egocentrismo y egoísmo, con una exagerada y una excesiva exaltación de sí mismo. Se renuncia a la posibilidad de rendir y servir con verdadera adoración, alabanza y gloria a Dios. Cuando el ser humano, en el ejercicio de su propia voluntad, según la condición o estado de sus emociones y sentimientos, interviene los pensamientos sin la Inteligencia Divina, se demuestra con el resultado de sus decisiones, porque su intención de espíritu, en el aspecto espiritual, es nula en su conexión y relación íntima con Dios. Los defectos o males de



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carácter traicionan a la persona impulsiva, de ciertos modelos o patrones defectuosos, de forma compulsiva y obsesiva en su reacción de comportamiento y conducta corrupta ante Dios.

La persona actúa con indiferencia, justificado en la preferencia de ignorar su responsabilidad, para dejar pasar por alto cualquier tipo de compromiso y fidelidad. Esto solo se contrarresta con la capacidad y disposición de aprender, con la dirección y guía de un Poder Superior o Poder Supremo. Una vez que se abraza el aprendizaje de los principios espirituales, con un estudio formal y serio, se practican los mismos, para recibir una experiencia consciente espiritual, por consiguiente un despertar consciente en Dios. Todo este procedimiento y proceso gradual se cumple, siempre y cuando, por la iniciativa voluntaria de la persona, reconozca su necesidad de la ayuda Divina, además de reconocer su falta de potestad para resolver por sí mismo. Se requiere aceptar la dependencia a un Ser Superior o Ser Supremo, que pueda controlar y solucionar nuestra condición. La persona considera incontrolable sus propios méritos, debido a su falta de capacidad de cordura y de sensatez, para deponer su intención y voluntad perjudicial de maldad y pecado.


Este aprender los principios de Dios, requiere del estudio y lectura de su palabra, conocer la voluntad de Dios, meditar y reflexionar al respecto, aplicar los principios con la práctica constante y continuamente. Hacer oración cotidianamente, reaccionar con la humildad y mansedumbre para recibir fortaleza. Identificar y reconocer los males de carácter, actuar y cambiar la forma de ser, mejorar en la actitud, emociones, habilidades psicosociales y sentimientos, hasta superar a un nivel de pensamiento positivo y de la personalidad, con el adecuado control del ego y del temperamento. Además de conservar un nivel máximo posible de autoestima, para mantener las mejores relaciones interpersonales sanas, en cuanto depende de nuestra iniciativa de condición de estima y de mejor calidad de vida espiritual y social, con la confianza y dirección plena en el Poder Superior o Ser Supremo.