2.5 LA LEY DE CRISTO


Aceptar a Cristo significa negarse a si mismo, tomar su cruz y seguirle (Mateo 16.24), de lo contrario no se es digno de él (Mateo 10.38). No podríamos imaginar a Jesús sin la cruz (sufrimiento). Aceptar a Cristo es algo más que decirlo, es entregarse a él, dejar el pecado del mundo, entrar por la puerta estrecha y andar por el camino angosto como él anduvo (1 Juan 2.6). Jesús nos enseñó a no temer a los que matan el cuerpo y después nada más pueden hacer, porque se debe temer solamente a Dios Padre, de quien depende nuestra vida eterna (Lucas 12.4 al 7). Jesús dejó las bienaventuranzas del sermón del monte y dijo: “Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros” (Mateo 10.19 al 20).


En el primer pacto la ley era amar al prójimo y aborrecer al enemigo, no obstante, en el nuevo pacto Cristo manda a amar a los enemigos, bendecir a los que maldicen, a hacer el bien a los que aborrecen, y orar por los que ultrajan y persiguen (Mateo 5.43 al 44; Lucas 6.27 al 31). El apóstol Pablo dice que en cuanto dependa de uno, hay que tener paz con todas las personas (Romanos 12.18). Debemos aprender a perdonar, siendo humildes, mansos y prudentes, ya que el mandamiento es amarnos unos a otros como Jesús nos amó (Juan 15.12). Las enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, envidias, homicidios, son parte de los frutos de la carne (Gálatas 5.20 al 21). Los hermanos de José por envidia intentan matarlo (Génesis 37.20 al 22), y lo echaron en una cisterna, posteriormente lo vendieron por veinte piezas de plata (Génesis 37.24 al 28). Coré y otros descendientes de Rubén, se levantaron contra Moisés y Aarón en el desierto (Números 16.1 al 4, 30 al 33). Absalón por venganza mató a su hermano Amnón (2 Samuel 13.28 al 29).


En el antiguo pacto era permitido el ojo por ojo y diente por diente, sin embargo, Jesús dice que no hay que resistir al que es malo, ni al que hiere, ni al que quiere poner a pleito, ni al que quita, ni al que obliga (Mateo 5.38 al 40). De las cosas que aborrece Jehová, son las manos derramadoras de sangre inocente y el que enciende rencillas entre hermanos (Proverbios 6.16 al 19).


El cristianismo son todos los seguidores de Jesucristo que conforman la iglesia. Sus enseñanzas y prácticas son las dadas por Jesús por medio de los evangelios. Su dogma de salvación pretende traer alivio al ser humano de la miseria, ofreciéndole calidad de vida en sus días de existencia y vida eterna después de su muerte, cuando llegue el tiempo de recibir la recompensa, por demostrar una vida ejemplar como el Maestro.


En Antioquia se le llamó cristianos por primera vez a los discípulos (Hechos 11.26, 26.28). Estos son todas las personas que han creído y se han convertido a Jesucristo como su salvador personal, ejerciendo su ejemplo y enseñanzas, de manera que siguen los pasos de Jesús, aún en el padecimiento (1 Pedro 2.21 al 23, 4.16). Por lo tanto, el cristianismo es algo recíproco, ya que la persona está en Cristo, pero también Cristo está en la persona, sus frutos son el resultado o la evidencia de un verdadero arrepentimiento, conversión y santificación, la Escritura dice que por sus frutos los conoceréis (Mateo 7.16). Los frutos del Espíritu son: benignidad, bondad, caridad, fe, gozo, mansedumbre, paz, templanza y tolerancia (Gálatas 5.22 al 23, 2 Pedro 1.5 al 8). El fruto mismo es el creyente practicante, se alimentan con su ejemplo quienes están a su alrededor. La templanza quiere decir moderar cualquier tipo de apetito y sujetarlo a la razón. La constancia, dominio propio, estabilidad y firmeza, previenen en la persona la altivez, el enojo y la ira, en el carácter, personalidad y temperamento: “… no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo…” (1 Pedro 4.12 al 13).


La ley de Cristo está relacionado con:


a) Amar a Dios y amar al prójimo (Mateo 22.36 al 40; Juan 14.15, 15.10; Gálatas 5.14).

b) Amar a nuestros enemigos (Mateo 5.44; Lucas 6.27 al 30).

c) Andar como Jesús anduvo (Juan 13.15; 1 Juan 2.6).

d) Creer en Cristo como dice la Escritura (Juan 7.38).

e) Llevar la cruz del sufrimiento y seguir a Cristo (Mateo 10.38).

f) Negarse a sí mismo (Mateo 16.24 al 25).

g) No juzgar (Mateo 7.1 al 5; Marcos 4.24).

h) Perdonar (Marcos 11.25 al 26, 18.15 al 17 y 21 al 22).

i) Promulgar la doctrina de Jesucristo (Mateo 28.19; Marcos 16.15).

j) Reconocer que Jesucristo vino a salvar al mundo (Juan 12.47 al 48).

k) Todo el bien que queremos que los hombres hagan con nosotros, debemos hacerlo con los demás (Mateo 7.12).