5.3.4 EL GRUPO MINISTERIAL DE PASTORES


Los pastores en el área espiritual, tienen una función de administración especial y específica de la mayordomía, a cargo del cuidado y dirección de las personas. Apacientan la iglesia del Señor (Hechos 20.28) e imparten la palabra de Dios con buenos resultados de su conducta, al mostrarse como ejemplos para imitar su fe (Hebreos 13.7): “... No como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 Pedro 5.1 al 3). Es necesario ejercer el pastoreo como ordena la Biblia, al cuidar la grey de Dios no por fuerza, sino con ánimo pronto, de corazón y voluntad, no por ganancia deshonesta, sino con toda honestidad y honradez.


Cuando se menciona en el versículo 1 de 1 Pedro 5: “... A los ancianos que están entre vosotros”, se refiere a ancianos en plural, porque en el pastoreo de cada iglesia local se recomienda, de acuerdo con la palabra de Dios, la dirección en manos de un equipo pastoral (Hechos 14.23; Tito 1.5), en lugar de una sola persona. La palabra anciano es sinónimo de obispo y pastor, las tres palabras significan lo mismo, es un mismo cargo y cumplen una misma función. Salvo en algunos casos el término obispo está asociado a la labor de supervisor.


Un pasaje de las Escrituras menciona tener por dignos de doble honor, a los ancianos con un buen gobierno, mayormente a los docentes y predicadores (1 Timoteo 5.17). Con base en este pasaje, todos los pastores deberían motivarse a enseñar y predicar, sin embargo, no se puede reducir el concepto de pastor, a realizar esta labor únicamente, ya sea, desde un altar, auditorio, aulas o púlpito. Hay diversas labores pastorales, pastorales específicas, pastoral juvenil, pastoral infantil y una infinidad de labores pastorales, aunque no enseñen o prediquen, forman parte del grupo ministerial de pastores.


Entre las funciones de pastoreo en el campo están la ayuda a los enfermos y visitación (Santiago 5.14). La pastoral carcelaria de privados de libertad. A las personas con capacidad diferente o especial con limitaciones funcionales. A los necesitados de consejería matrimonial. En intercesión de problemas entre padres e hijos, parientes cercanos y control del enojo. A los afectados por adicción o dependencia química (alcohol, tabaco, narcóticos o insomnio), drogadicción, farmacodependencia y vicios. A los miembros de la iglesia ausentes temporal o distanciados de la congregación. Al socorrer en coordinación con los diáconos a los empobrecidos o en extrema necesidad familiar y del hogar, especialmente a quienes están con hambre. Al dar ánimo y levantar la moral de quienes están desempleados, al tratar de ayudarles a conseguir un trabajo y si lo requieren suplir temporalmente lo necesario. Cuando se asesora y ayuda a las madres solteras a luchar y seguir adelante, para superar su situación de abandono. Al comprender y estimular a los adultos mayores, a vivir plenamente la etapa de la vejez, disfrutar la vida con alegría por su utilidad, en su conocimiento y sabiduría de provecho para los más jóvenes.


Al dirigir actividades de alabanza y oración por las casas. Acompañar en el dolor a los sufrientes, porque padecen o tienen familiares con enfermedad terminal y crónica (SIDA, cáncer y leucemia), depresión, otras enfermedades y problemas de salud. Orientar a jóvenes pandilleros o a quienes están en prostitución. Socorrer a los indigentes, deambulantes y niños de la calle. Dar servicio social, material y espiritual, donde haya pobreza y necesidad, con énfasis en los lugares y barrios marginados. Ayudar a quienes se encuentran en codependencia o en situación de agresión o violencia intrafamiliar. Trabajar en equipo y cooperación, para una recuperación, restauración e integración a la sociedad, sin ningún tipo de discriminación, marginación o proselitismo.


En Ezequiel 34.1 al 22, Dios habla en contra de los pastores negligentes, porque descuidan el trabajo de campo:


“... Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, ni volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia...”

Tal como se describe en este pasaje se presentan las siguientes similitudes:


1) Cuando los pastores sirven únicamente por el interés de recibir un salario o por recibir exaltación y reconocimiento, no se ubican en el nivel de la vida de Cristo; al contrario viven en lucro, opulencia y vanidad, sin prestar un servicio de corazón, amor de Dios, con el cuidado de responsabilidad social, práctica de los valores comunitarios, vocación y voluntad.


2) Cuando actúan con indiferencia a las necesidades del campo o con negligencia, porque se conforman con fungir dentro del local desde un altar o púlpito.


El obrero es digno de su salario y la iglesia tiene la responsabilidad de proveer para su mantenimiento, pero Jesús advierte de quienes sirven solo por un salario, sin dar la importancia al bienestar de las ovejas, buscan un cargo para lucrar, de manera que desempeñan una labor sin consentimiento del Señor (la puerta de las ovejas y el buen pastor) (Juan 10.1 al 15), porque pastorean por cuenta propia y se convierten en una élite acaudalada, con ministración sin respaldo divino. Así como se conmueven las entrañas por amor al sufrimiento de Cristo, quien vivió en austeridad y humildad, de igual manera es necesario compungir el corazón, por amor a los sufrientes, para acompañar en el dolor y fomentar el sentido comunitario y solidario.


La arrogancia, engreimiento, enriquecimiento acumulativo, extremismo, fanatismo, radicalismo, rivalidad, odio, onerosidad, opulencia, orgullo, soberbia, vanagloria, vanidad, son contrarios al amor, ejemplo, fe y vida de Jesús. Las buenas relaciones entre seres humanos, en armonía, bien común y comunión los unos con los otros, requieren una equidad, equilibrio y justicia, en la distribución de bienes y servicios, caridad y solidaridad al compartir con los demás.