6.8 LA MUJER EN EL NUEVO PACTO


En el nuevo pacto, a la mujer se le reconoce un lugar dentro de la comunidad de fe, porque Jesús rompe con los estereotipos de su época, a través de una mujer samaritana, inclusive sus discípulos se maravillan (Juan 4.27). Esta mujer samaritana, se extraña cuando Jesús no la rechaza, porque aunque es judío le pide de beber agua, ya que judíos y samaritanos tienen enemistad entre sí (Juan 4.9). Y la mujer samaritana fue mensajera de Jesús entre los de su pueblo, quienes creen por la palabra de ella (Juan 4.28 al 30 y 39 al 42): “Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho” (Juan 4.39).


Jesús valora a la mujer en muchas ocasiones, por ejemplo, visita a Marta y a María (Lucas 10.38 al 39), hermanas de Lázaro; sana a María llamada Magdalena; Juana y Susana; entre muchas mujeres servidoras aun con sus bienes (Lucas 8.1 al 3). Además un grupo de ellas lo acompañan hasta en su muerte (Mateo 27.55 al 56); luego al sepulcro, en su sepultura (Mateo 27.59 al 61). Cuando preparan especias aromáticas y ungüentos para llevar al sepulcro (Lucas 23.56 al 24.1), aunque no pudieron perfumarlo, fueron ellas las privilegiadas de ser las primeras en saber de su resurrección y de llevar el anuncio a los demás (Lucas 24.9 al 11). Jesús mismo fue quien envió a las mujeres a dar este aviso (Mateo 28.9 al 10). Jesús aprecia, valora y da lugar y participación a la mujer sin impedimentos.


Muchas alcanzan arrepentimiento y conversión (Hechos 8.12, 9.2, 17.12): Dorcas (Hechos 9.36), María la madre de Juan con sobrenombre Marcos (Hechos 12.12), Lidia (Hechos 16.14), las hijas de Felipe (Hechos 21.8 al 9) y Apia (Filemón 2). Pablo menciona a muchas mujeres servidoras a la comunidad y al Señor, entre ellas están Febe, Priscila, María, Junia, Trifena, Trifosa, Pérsida, la madre de Rufo, Julia, la hermana de Nereo y Olimpas (Romanos 16.1 al 7, 12 al 13). También Evodia y Síntique, combatieron juntamente con Pablo en el evangelio: “Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida… Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4.2 al 7).


Las mujeres en Cristo Jesús, participan sin discriminación ni marginación, porque imperan los principios y valores de amor de Dios, bien común, equidad y justicia. Dios a su tiempo, suplirá lo que falta para la edificación de la iglesia contemporánea, porque está escrito: “Mi Dios, pues suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos… La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros” (Filipenses 4.19 al 23). Por otra parte, se mencionó que es totalmente relevante la misericordia y el perdón. Al respecto la Biblia textualmente recomienda lo siguiente: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos” (Colosenses 3.12 al 15).