El tiempo de Moisés presenta un tipo de doctrina a manera de teocracia, se mezclan las cuestiones de adoración, ceremonia, celebración, civil, docencia, espiritualidad, legal, política, religiosa y ritual, englobadas en lo ejecutivo, judicial y legislativo. Similar a una constitución política y otras leyes de reglamentos, procedimientos e instrucciones. Es la institución de normas civiles, públicas, salubridad, tanto individual como colectiva, de educación, convivencia, laboral y respeto a la propiedad privada. En la época de Jesús en Judea hay cierta separación entre lo político y lo religioso: “En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados” (Lucas 3.1 al 3).
Jesús separa definitivamente lo político de lo religioso y espiritual: “Volvieron entonces a Jerusalén; y andando él por el templo, vinieron a él los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio autoridad para hacer estas cosas?” (Marcos 11.27 al 28). “Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra… Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios…” (Marcos 12.13 al 17). Jesucristo enseña doctrina con autoridad: “Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7.28 al 29). Los gobernadores representan el conocimiento natural, los sumos sacerdotes representan el conocimiento espiritual, Juan el Bautista y Jesús representan el conocimiento celestial.
Dios nos habla por medio de su Hijo y le delega su autoridad como enviado
Hay corrupción eclesiástica cuando algunos en aparente piedad la utilizan como pretexto para fuente de ganancia y convierten la actividad eclesiástica en un negocio personal o familiar, al final negocio propio y lucrativo debido al enriquecimiento y amor al dinero:
“Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales. Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición, porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6.3 al 10).
Luego Pablo mismo dice: “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo” (Gálatas 1.11 al 24). Jesús mismo les abre el entendimiento, porque era necesario el cumplimiento de todo lo escrito acerca de él, sus padecimientos y su resurrección al tercer día