Enclaustramiento religioso es el encierro o aislamiento mental en prejuicios. Es el juicio y opinión antes de tener un verdadero conocimiento. Se manifiesta en las ideas preconcebidas y discriminatorias que cohíben la libertad. Por ejemplo, los fariseos viendo la obra de Dios la rechazaron
Jesús afirma lo siguiente: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muerto y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía e iniquidad” (Mateo 23.27 al 28). Lo externo es la persona y lo interno es la mente. Este enclaustramiento de fe ciega, es un aislamiento al mensaje de Dios, real y efectivo. La convicción, adherida fuertemente al cimiento de la razón, es la base de la equidad, justicia, rectitud y sinceridad. La autenticidad acompañada del sentido común a la hora de juzgar, produce un testimonio razonable y con acierto: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos” (Hebreos 11.1 al 2).
La fe se actúa, piensa y reflexiona. Fe y razón se complementan, es la adhesión del entendimiento y comprensión a una verdad de Dios, revelada mediante su gracia y llevada a la práctica. La fe estriba mediante el conocimiento, en ser libre de los prejuicios religiosos y sociales, para respetar y hacer el bien a todos sin discriminación, sin intereses egoístas, mezquinos y oportunistas, de beneficio propio y en detrimento de los demás. Algunos utilizan la estrategia de desacreditar otras interpretaciones y grupos, para ganar adeptos a su propio grupo de seguidores. Esto no es tener reunión o comunión aparente en el nombre de Jesucristo, es mera conveniencia proselitista y un celo por ganar y convertir personas a su doctrina o religión.