PSICOTEOLOGÍA: LA NEUROCIENCIA DE LA FE
(TOMO 1)



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NOTA PRELIMINAR


Dios Padre y su Hijo Jesucristo son la fuente fidedigna de inspiración de vida. Primeramente la gratitud a Dios por la elaboración de este manual del neobiblismo.org El interés del autor es mantener actualizado un sitio web y documentar un manual de consulta, con literatura de análisis y comentario de fe bíblica, discipulado, dogmático, eclesial, ético cristiano, evangelístico, hermenéutico, litúrgico, ministerial, moral, social y teológico, con principios y valores administrativos y comunitarios. Temática que se relaciona con la cristología y con Jesucristo como centro de la ley y de la profecía bíblica.


Este libro es útil al público en general y a los biblistas con la pasión de estudiar en profundidad la trascendencia del evangelio y los valores del reino de Dios. El fin es conocer los tipos de conocimiento y la caracterología para mejorar el ego, personalidad y temperamento, las emociones y sentimientos. Psicoteología: la neurociencia de la fe, contiene temas de actualidad, en relación con la actividad mental y la teología.


ACERCA DEL AUTOR


Frederick Alberto Mora Quesada, es un costarricense, de la provincia de San José donde nace el día 09 de setiembre de 1969, es biblista, escritor y distribuidor de libros a domicilio. Se ha esforzado desde su juventud en conocer los principios cristianos, para ser comentarista, investigador y recopilador bíblico. Logra la experticia del estudio e investigación bíblica, con la elaboración de este libro, de análisis y comentario de una compilación y selección de versículos bíblicos. El autor, editor y programador web, tiene un Certificado en Biblia, Pastoral y Teología, con la educación pastoral y el énfasis en Consejería, programas de extensión universitaria. Además de cursos de carrera en Ciencias Bíblicas y en Teología.



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PSICOTEOLOGÍA: LA NEUROCIENCIA DE LA FE
(TOMO 1)


Jesucristo afirma lo siguiente (eje temático):



_ El texto bíblico para la presente compilación de versículos y sus comentarios, corresponde a la Versión Reina-Valera Revisiones de 1909 (RVR1909), que tiene más de cien años y es de dominio público. En relación con la Revisión de 1960 (RVR60), se utiliza sin exceder la cantidad máxima permitida de 500 versículos, que no requiere de una autorización específica, porque no se supera esta cantidad. Editada por las siguientes sociedades bíblicas:
_ Sociedades Bíblicas en América Latina (palabras de Cristo en rojo).
_ Sociedades Bíblicas Unidas.

La Biblia dice: “Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo: El que anduviere en el camino de la perfección, éste me servirá” (Salmos 101.6 – RVR1909).

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San José, Costa Rica, año 2023.
Levantado de texto, diagramación y diseño de portada:
Frederick Alberto Mora Quesada.
Autor y programador web en www.neobiblismo.org

_ “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún” (Hebreos 6.10 – RVR60).
_ “Así que, todas las cosas que quisierais que los hombres hiciesen con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esta es la ley y los profetas” (Mateo 7.12 – RVR1909).

Próximos tomos de colección:

Tomo 2 Psicoteología: los tres tipos de conocimiento.

Tomo 3 Psicoteología: el origen de los principios y valores.



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TABLA DE CONTENIDO




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INTRODUCCIÓN


El siguiente libro analiza el enfoque de la Psicoteología como la neurociencia de la fe. Se complementa el análisis bíblico - social, en relación con las habilidades para la vida, conocidas como las competencias psicosociales, con la guía u orientación del conocimiento de Dios en nuestra vida diaria. La Biblia es un manual de autoconocimiento, mediante el cual podemos evaluar, saber y valorar nuestra práctica de los valores comunitarios, como el amor de Dios, compasión, fe, justicia, misericordia, paz, santidad y virtud de la integridad del ánimo y la bondad. La búsqueda de una mejor calidad de vida, convivencia y relación de buen trato personal y social, requiere destreza y habilidades cognitivas, socioemocionales, espirituales y psicosociales en la cotidianidad del buen vivir.


Ser proactivo implica acción de forma controlada con las decisiones oportunas en el momento, es actuar para asegurar la efectividad del logro propuesto, sin esperar en un estado de inmovilidad y rigidez que suceda alguna reacción imprevista o inoportuna, fuera del propósito de vida personal. Se requiere tomar en cuenta la comunicación asertiva, esto contribuye a un buen entendimiento y firme de lo que está escrito, ya sea como asesoría o consejería bíblica, para que sea congruente con nuestra vivencia práctica. Además de una auto-disciplina en el entrenamiento e instrucción ético, espiritual y moral, que contribuya con las acciones y actitudes de la persona. Identificar la influencia de la idiosincrasia en el carácter y temperamento, tanto colectivo como individual, sensibilizado moralmente con enseñanzas bíblicas con sentido de alegorías, figuras literarias, géneros literarios, interpretaciones literales, moralejas, parábolas, señales, símbolos y sus significados.


La Santa Biblia es inspirada y escrita en el pasado; pero hay un enlace con su interpretación en el presente, porque en cada época se agregan nuevos elementos de juicio útiles, que



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ayudan a comprender el análisis y comentario bíblico. Por ejemplo, a partir del concilio en Jerusalén descrito en Hechos 15, la resolución del conflicto y consenso fue determinar los acuerdos de fe, para ser llevados a las localidades, entonces las comunidades son confirmadas en la fe, donde se destacan los contenidos esenciales para construir los valores del reino de Dios en el diario vivir, con una auténtica unidad del Espíritu (Efesios 4.1 al 6), en consagración y santidad a Dios. Existen las áreas de acción fundamentales para mejorar la calidad y cultura de vida, la personalidad y vida plena como ser integral, los aspectos espirituales y su relación con Dios. Los principios de la inteligencia emocional y social, para una sana armonía y convivencia con el entorno. La Biblia dice:

“Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz será con vosotros” (Filipenses 4.7 al 9 – RVR1909).

Todos estos factores requieren una cristología, con la práctica del amor y caridad del bien común, la solidaridad y subsidiaridad, donde prevalece la dignidad, honor y respeto. Jesús promueve la armonía con Dios el Padre, al amar a Dios con el alma, corazón, fuerzas y mente, la paz consigo mismo y con los demás (Marcos 12.30 al 31). La Biblia dice: “Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, mostrad en vuestra fe virtud, y en la virtud ciencia; Y en la ciencia templanza, y en la templanza paciencia, y en la paciencia temor de Dios; Y en el temor de Dios, amor fraternal, y en el amor fraternal caridad” (2 Pedro 1.5 al 7 – RVR1909).



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PRELUDIO (REFLEXIONES PRELIMINARES)


El escrúpulo significa desconfiar, sospechar y temer con el fundamento de una preocupación consciente de lo que es bueno, espiritual y moral. La persona o sociedad que no tiene escrúpulos carece de la rectitud y rigor en el compromiso y responsabilidad del bien. Se descarta, deshecha y desprecia lo moralmente aceptado, porque se pierde la importancia al deber correcto en el comportamiento y la conducta personal y social. La única conveniencia de la persona, es el interés en el beneficio y satisfacción propia, hasta llegar al extremo del aprovechamiento de la inmoralidad. De ninguna manera se presenta el asco o náusea espiritual, porque no hay repulsión mental del espíritu en la intención y voluntad individual, que reaccione con un enérgico repudio al mal. Los pensamientos están completamente dominados por el placer carnal, sin aprensión o recelo al contagio o contaminación de la práctica de maldad y el pecado con otras personas. Lo contrario al inescrupuloso es ser diligente y meticuloso, específicamente en la vivencia de los principios, valores y virtudes espirituales y morales. Hay una concienciación de la misma conciencia.


La persona escrupulosa toma conciencia y se guía desde el punto de vista moral, para recapacitar y tomar decisiones, que sean de bien y de buenas costumbres, con las acciones de aceptación ética y social, comprobados con los mayores estándares del conocimiento espiritual. La conciencia es comprender la praxis moral, en este sentido, Jesucristo es el ejemplo y modelo de vida significativo, porque transmite el conocimiento y entendimiento con la exclusiva precisión y rigurosidad espiritual y celestial. Jesucristo tiene la suprema importancia, por su exclusividad y representación única de lo celestial, por ser enviado con el mensaje directo, en relación con la enseñanza de la palabra de Dios Padre Celestial.



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I) EL ORIGEN DEL BIEN Y DEL MAL: EGOÍSMO, ENVIDIA Y ODIO


El egoísmo es un extremo y aparente amor de sí mismo, mediante el pensamiento enfocado solamente en su propio agrado, complacencia, gusto o voluntad. La envidia es un sentimiento de dolor y tristeza de una persona, por causa del bien ajeno, o sea, debido al bienestar y la felicidad de otra persona. El egoísmo sumado a la envidia genera la aversión u odio, hasta llegar al deseo del mal y la repugnancia hacia una persona. Analicemos las pistas de la Biblia acerca del origen del bien y del mal, los indicios del hilo conductor, están repartidos en varios pasajes bíblicos, para la averiguación y demostración de este origen. Iniciemos ahora con la siguiente afirmación de la energía y santidad de Dios en la creación: “¿A qué pues me haréis semejante, ó seré asimilado? Dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién crió estas cosas: él saca por cuenta su ejército: á todas llama por sus nombres; ninguna faltará: tal es la grandeza de su fuerza, y su poder y virtud” (Isaías 40.25 al 26 – RVR1909). ¿Asimilado?


En el principio únicamente existía la energía creadora, y la forma corporal de la energía creadora era la energía misma, con sus propias intenciones, mente y pensamientos, con deseos, emociones y sentimientos. La particularidad de esta energía es el amor invisible, manifestado posteriormente en forma visible mediante Jesucristo: “El que no ama, no conoce á Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió á su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado á Dios, sino que él nos amó á nosotros, y ha enviado á su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4.8 al 10 – RVR1909). En el caso de la



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energía creadora de Dios Padre y su poder para actuar es su Espíritu Santo: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4.24 – RVR1909). La energía de Dios es el origen del principio, luego con la creación surge la materia o forma de energía con los atributos de relación con el espacio, masa y tiempo: “Por la fe entendemos haber sido compuestos los siglos por la palabra de Dios, siendo hecho lo que se ve, de lo que no se veía” (Hebreos 11.3 – RVR1909). Dios comparte y visibiliza sus atributos.

La energía de Dios, que es el Espíritu de Dios, transmite el conocimiento necesario para alumbrar el entendimiento: “Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para su conocimiento; Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (Efesios 1.17 al 18 – RVR1909). Este pasaje menciona a Dios como el Padre, por cierto, el libro de Job mucho antes de la primera venida de Jesucristo, hace referencia a la expresión “los hijos de Dios”: “Y un día vinieron los hijos de Dios á presentarse delante de Jehová, entre los cuales vino también Satán. Y dijo Jehová a Satán: ¿De dónde vienes? Y respondiendo Satán á Jehová, dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella. Y Jehová dijo á Satán: ¿No has considerado á mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal?” (Job 1.6 al 8 y 2.1 al 3 – RVR1909).


La mención anterior de apartado de mal hace alusión a la santidad. Precisamente en relación con adorar a Dios en espíritu y en verdad, se requiere el alumbramiento de los ojos del entendimiento, así como dice Job: “Y respondió Job á Jehová, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin ciencia? Por tanto yo denunciaba lo que no entendía; Cosas que me eran ocultas, y que no las sabía. Oye te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás. De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me



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aborrezco, y me arrepiento En el polvo y en la ceniza” (Job 42.1 al 6 – RVR1909). Job dice: “Mas ahora mis ojos te ven…” Estos ojos son los de la comprensión y entendimiento, porque Dios es invisible: “Que nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo; En el cual tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados: El cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura” (Colosenses 1.13 al 15 – RVR1909), nadie le ha visto: “A Dios nadie le vió jamás: el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró” (Juan 1.18 – RVR1909).

Jesucristo asegura que nadie ha visto al Padre: “Y el que me envió, el Padre, él ha dado testimonio de mí. Ni nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su parecer” (Juan 5.37 – RVR1909). También en otro pasaje se indica la siguiente similitud: “No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios, éste ha visto al Padre” (Juan 6.46 – RVR1909). Pero si Dios Padre es invisible, el Hijo Jesucristo ha visto los atributos y cualidades que son del Padre. Lo que pasa es que Jesucristo vino a este mundo a dar a conocer al Padre, en su amor, compasión, fe, justicia, misericordia, paz y santidad:


“Dícele Felipe: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dice: ¿Tanto tiempo ha que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo: mas el Padre que está en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí: de otra manera, creedme por las mismas obras” (Juan 14.8 al 11 – RVR1909).

La misma creación es demostración y es prueba de la existencia de Dios como Creador: “Porque las cosas invisibles de él, su eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la



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creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas, de modo que son inexcusables” (Romanos 1.20 – RVR1909). La vida creacionista se originó en el tercer cielo de Dios, primeramente con su Hijo y luego el séquito celestial. Esto da origen posterior al ser humano. Entonces, si Dios es el Creador del ser humano, ¿quién es el responsable del bien y del mal? El responsable es el mismo ser humano al tomar sus propias decisiones por medio del libre albedrío, y sufre las consecuencias de todas sus acciones, congruente con el resultado de la causa y efecto, lo conocido como causalidad. La consecuencia establece una relación entre la conducta y los principios de la persona. Dios realiza la creación del ser humano con su constitución innata del temperamento, con una conexión o enlace de éste con la personalidad, debido a la dependencia que tienen entre sí, mediante el ego de la persona. También entre las funciones del temperamento, está la portabilidad de la duda e indecisión al obedecer a Dios, que a pesar de ser una patología, por perturbar o trastornar el sentido del entendimiento y la razón capaz de discernir, es finalmente la persona con su temperamento individual, quien toma su propia decisión de absolución o condenación eterna.

Por lo tanto, la duda e indecisión al obedecer a Dios, aunque sea connatural (congénita), es neutral en relación con la transmisión del bien y del mal. El ser humano es un ser influenciable. La duda e indecisión no es buena o mala en sí misma, pero es afectada por la influencia externa a la persona, que es un poder que induce la acción y efecto en la voluntad, o sea, se pretende influir ciertos efectos buenos o malos en el pensamiento y por consiguiente en las acciones de la persona. Esta influencia sí procede según el bien o el mal, por ejemplo, la siguiente aclaración al respecto: “Mas les resistía Elimas el encantador (que así se interpreta su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul. Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, poniendo en él los ojos, Dijo: Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia, ¿no cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?” (Hechos 13.8 al 10 – RVR1909).



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Al parecer el tipo de influencia nos lleva a actuar como hijos del diablo o hijos de Dios. Ya desde el libro de Génesis al principio menciona a los hijos de Dios: “Y acaeció que, cuando comenzaron los hombres á multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas. Viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomáronse mujeres, escogiendo entre todas. Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne: mas serán sus días ciento y veinte años” (Génesis 6.1 al 3 – RVR1909). Existe la influencia, sin embargo, recae la responsabilidad en el ser humano por consecuencia. Los hijos de Dios eran las personas de bien como Enoc y Noé, con la influencia y práctica del bien. Algunos viendo la apariencia de hermosura física de las personas influenciadas por el mal, se mezclaron al aparear y omitir el bien, incitados de lascivia y sensualidad, como instinto animal e irreflexivo (carnales), por un desaforado placer, en lugar de unidos por Dios en un acto de bien de procreación matrimonial (espirituales). El medio de influencia del mal es la apariencia, el engaño y la mentira:


“Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Dijéronle entonces: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuera Dios, ciertamente me amaríais: porque yo de Dios he salido, y he venido; que no he venido de mí mismo, mas él me envió. ¿Por qué no reconocéis mi lenguaje? porque no podéis oír mi palabra. Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los deseos de vuestro padre queréis cumplir. Él, homicida ha sido desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8.41 al 44 – RVR1909).

Desde un principio Caín es injusto y mata a su hermano Abel. En la persona de Caín prevalecen los anti-valores del



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egoísmo, envidia y odio, reforzado por el orgullo y la soberbia. Tanto Abel como Caín actúan sin predisposición al bien o al mal, sino que son sometidos a la influencia del bien y del mal. Por otra parte, cada uno tiene su propio temperamento, que a manera de caballo de Troya, es portador de la duda e indecisión al obedecer a Dios. Hasta aquí, no hay falta ni pecado, sino semejantes a un árbol que con sus frutos se da a conocer la clase de árbol, así en la práctica del bien: “Si bien hicieres, ¿no serás ensalzado? y si no hicieres bien, el pecado está á la puerta: con todo esto, á ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él. Y habló Caín á su hermano Abel: y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y le mató” (Génesis 4.7 al 8 – RVR1909).

Es fundamental el identificar la condición, el estado o el momento, cuando se cumple en una persona la expresión de que el pecado está próximo a entrar en la puerta. Esto es la influencia que incide o induce, llamada comúnmente como tentación previa al pecado, que aprovecha la concupiscencia o el deseo de ambición y codicia de cada persona. La duda e indecisión de ninguna manera es mal o pecado, tampoco la tentación. La concupiscencia es semejante a una debilidad particular de cada persona, por donde se podría infiltrar la tentación para ocasionar el daño de consumación de pecado. La concupiscencia es la última frontera donde se hace frente al pecado, por tanto, es en la concupiscencia cuando hay que impedir e imposibilitar el dar cabida al voraz pecado opresor.


La decisión cuya consecuencia o resultado es cometer el bien o mal contra uno mismo o contra el prójimo, determina e identifica a quienes actúan y viven como hijos, ya sea de Dios o del diablo: “En esto son manifiestos los hijos de Dios, y los hijos del diablo: cualquiera que no hace justicia, y que no ama á su hermano, no es de Dios. Porque, este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos á otros. No como Caín, que era del maligno, y mató á su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas” (1 Juan 3.10 al 12 – RVR1909).



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II) EL EXPLORADOR BÍBLICO Y LA POTENCIA


Explorar en profundidad la Biblia, es su análisis, estudio e investigación seria, que sea con la fidelidad, perseverancia y persistencia, hasta averiguar el fondo de un conocimiento y sabiduría bíblica específica. Para explorar bíblicamente el alcance o límite de la exploración en el grado más alto del conocimiento es lo celestial. En el caso de la potencia es la calidad y capacidad de ser, según las facultades mentales del entendimiento, memoria y voluntad, para ejecutar una acción y producir un efecto. En una retrospectiva hasta el origen de Dios Hijo, encontramos al Hijo como el punto de partida entre el antes y el después de la creación. Jesucristo testifica personalmente lo siguiente: “Yo te he glorificado en la tierra: he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú cerca de ti mismo con aquella gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo fuese” (Juan 17.4 al 5 – RVR1909). Del Hijo se dice ser el principio: “Yo soy el Alpha y la Omega, principio y fin, dice el Señor, que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apocalipsis 1.8, 21.6 – RVR1909). El Hijo de Dios es el principio del origen, por ser el primero de la Creación: Yo soy el Alpha y Omega, el primero y el último…” (Apocalipsis 1.11, 22.13 – RVR1909).


El Hijo es el principio de la creación: “… He aquí dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios” (Apocalipsis 3.14 – RVR1909). El Hijo vive por los siglos de los siglos pero tiene principio: “… No temas: yo soy el primero y el último; Y el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo por siglos de siglos, Amén. Y tengo las llaves del infierno y de la muerte” (Apocalipsis 1.17 al 18 – RVR1909). El Hijo fue muerto y resucitado para ascender a los cielos, aunque era Dios Hijo, fue engendrado y enviado a vivir entre los seres humanos: “Y él es antes de todas las cosas, y por él



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todas las cosas subsisten: Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia; él que es el principio, el primogénito de los muertos, para que en todo tenga el primado. Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud” (Colosenses 1.17 al 20 – RVR1909). Fue Dios Padre quien dispuso que su Hijo tuviera toda la plenitud, por lo cual Dios Padre unge al Hijo: “Mas al hijo: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo;… Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo,…” (Hebreos 1.8 al 9 – RVR1909).

Así como en la rebelión los ángeles caídos se unen en contra del Hijo de Dios, otro grupo se mantiene fiel y leal al Hijo. Es oportuno aclarar que el siguiente pasaje corresponde a un lenguaje simbólico, en alusión al Imperio romano y su persecución a los creyentes en Cristo (la simiente), pero sirve para darse una idea de lo sucedido con los ángeles caídos: “Y fué hecha una grande batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lidiaban contra el dragón; y lidiaba el dragón y sus ángeles. Y no prevalecieron, ni su lugar fué más hallado en el cielo. Y fué lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña á todo el mundo; fue arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él” (Apocalipsis 12.7 al 9 – RVR1909). ¿Cómo ser un explorador bíblico y averiguar con diligencia, para encontrar el poder de la respuesta en la palabra escrita de Dios? En relación con la fidelidad, lealtad o rebelión: ¿Cuál era el propósito de lo sucedido con un sector de los ángeles que tuvieron duda e indecisión al obedecer a Dios? Los ángeles temperamentales.


Una creencia popular antigua dice que los ángeles con duda e indecisos vienen a nacer como seres humanos, así tienen la oportunidad para tomar una decisión definitiva. De la misma manera el Hijo con su ejemplo y modelo de vida, al nacer, morir y resucitar, reconcilia tanto a los de la tierra como a los del cielo: “Y por él reconciliar todas las cosas á sí, pacificando por la sangre de su cruz, así lo que está en la tierra como lo que está en los cielos” (Colosenses 1.20 – RVR1909). Aparentemente esta reconciliación se refiere a los que eran suyos, o sea, la parte del séquito celestial con duda



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e indecisión al obedecer a Dios, pero finalmente se deciden por obedecer con fidelidad y lealtad a Dios, al seguir a Cristo:

“He manifestado tu nombre á los hombres que del mundo me diste: tuyos eran, y me los diste, y guardaron tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me diste, y guardaron tu palabra. Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos los recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque tuyos son” (Juan 17.6 al 9 – RVR1909).

Pero la Biblia dice que el Hijo de ninguna manera vino a salvar a los ángeles caídos que ya habían tomado su decisión: “Porque si Dios no perdonó á los ángeles que habían pecado, sino que habiéndolos despeñado en el infierno con cadenas de oscuridad, los entregó para ser reservados al juicio” (2 Pedro 2.4 – RVR1909). Por esta razón vino semejante a un humano, que son los portadores de la duda e indecisión al obedecer a Dios. Está escrito: “Porque si la palabra dicha por los ángeles fué firme, y toda rebelión y desobediencia recibió justa paga de retribución” (Hebreos 2.2 – RVR1909). Además dice: “Porque no sujetó á los ángeles el mundo venidero, del cual hablamos” (Hebreos 2.5 – RVR1909). El Hijo no vino a salvar los ángeles caídos, sino a los ángeles indecisos que son los humanos:


“Empero vemos coronado de gloria y de honra, por el padecimiento de muerte, á aquel Jesús que es hecho un poco menor que los ángeles, para que por gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía que aquel por cuya causa son todas las cosas, y por el cual todas las cosas subsisten, habiendo de llevar á la gloria á muchos hijos, hiciese consumado por aflicciones al autor de la salud de ellos” (Hebreos 2.9 al 10 – RVR1909).


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La rebelión de los ángeles caídos irrespeta la autoridad y el reconocimiento de la superioridad del Hijo de Dios y su principado, mientras tanto el Hijo, a pesar de su posición de principal por encima del séquito celestial, viene a este mundo para ejemplo a demostrar su total respeto a la autoridad de su Padre, como el único Dios verdadero: “Dícele Jesús: ¡María! Volviéndose ella, dícele: ¡Rabboni! que quiere decir, Maestro. Dícele Jesús: No me toques: porque aun no he subido á mi Padre: mas ve á mis hermanos, y diles: Subo á mi Padre y á vuestro Padre, á mi Dios y á vuestro Dios” (Juan 20.16 al 17 – RVR1909). Algunos consideran que el siguiente pasaje trata del Hijo, pero en realidad es el Padre, quien es invisible y tiene el trono de reinado, para su honra y gloria por siempre: “Por tanto, al Rey de siglos, inmortal, invisible, al solo sabio Dios sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (1 Timoteo 1.17 – RVR1909). Dios Padre tiene la jerarquía única.


Jesucristo siendo como Dios Hijo, nunca pretende tomar el lugar del Padre, todo lo contrario, le rinde la adoración, alabanza, fidelidad, gloria, honra, lealtad y obediencia a su Padre en toda circunstancia, lugar y tiempo, tanto como Dios y como humano. Asimismo, el séquito celestial fue creado para rendir homenaje y reconocimiento al Hijo, pero el ángel caído se resiste a esta obediencia y subordinación. Se cumple la siguiente parábola, tanto a nivel del cielo como de la tierra: “… Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré mi hijo amado: quizás cuando á éste vieren, tendrán respeto. Mas los labradores, viéndole, pensaron entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle para que la heredad sea nuestra…” (Lucas 20.9 al 19 – RVR1909). ¿El sentido de vida?


Cuando el séquito celestial transgrede su propósito por el que existen, surge la misma interrogante de la parábola: ¿Qué se hará con los ángeles que tienen duda e indecisión al obedecer? Hay una pista al respecto, en el caso del profeta Jeremías de quien Dios dice: “Antes que te formase en el vientre te conocí…” (Jeremías 1.5 – RVR1909). Otro pasaje menciona: “Porque á los que antes conoció, también predestinó



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para que fuesen hechos conformes á la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8.29 – RVR1909). El sentido de vida comunitaria.

En relación con este último pasaje hay una comparación con el siguiente texto: “Y como trajimos la imagen del terreno, traeremos también la imagen del celestial” (1 Corintios 15.49 – RVR1909). Dios establece un orden desde la creación, conoce bien a todos los integrantes del séquito celestial, inclusive los fieles, los indecisos y los rebeldes. Todos tienen preexistencia con cuerpo celestial, luego en el debido orden, surge el cuerpo animal o terrenal en los seres humanos mediante Adán y Eva, con la aspiración de retornar al cuerpo de ser espiritual, por consiguiente y finalmente celestial. El orden de estas fases es primero lo celestial, luego lo natural o terrenal, seguidamente lo espiritual y por último el retorno a lo celestial. Dios conoce a los suyos: “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor á los que son suyos;...” (2 Timoteo 2.19 – RVR1909). Dios conoce a los suyos, a partir de su Hijo y del séquito celestial. La Biblia dice: “Bendito el Dios y Padre del Señor nuestro Jesucristo, el cual nos bendijo con toda bendición espiritual en lugares celestiales en Cristo: Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo,…” (Efesios 1.3 al 4 – RVR1909). El “chip”, marca o sello del temperamento.


En el caso de nuestro Creador, antes de ser Padre debido a la creación de su Hijo, Dios es la única energía existente, con su forma corporal de Espíritu y Luz Eterna, de manera que es el Eterno, en el sentido de que no tiene principio ni tendrá fin. Dios tiene entendimiento, mente y su propio designio, pensamiento o propósito. Sus atributos, carácter, características, cualidades, intención y voluntad. Dios es la Energía con su fuerza y poder, por esta razón está escrito: “Dios es Espíritu…” (Juan 4.24 – RVR1909). Dios es luz: “Y este es el mensaje que oímos de él, y os anunciamos: Que Dios es luz, y en él no hay ningunas tinieblas” (1 Juan 1.5 – RVR1909). La lucha es amar y obedecer con fidelidad a Dios, aceptar, identificar y reconocer su Luz que genera contrición.



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El mismo Espíritu y Luz es su forma corporal, por este motivo Dios Padre es invisible y su Hijo es su imagen visible: “El cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura” (Colosenses 1.15 – RVR1909). Por ejemplo: “… Dios es amor” (1 Juan 4.8 – RVR1909). El amor es invisible, por ser una decisión abstracta, pero se hizo visible en la obra y vida de las acciones y hechos de Jesucristo. Ejemplo de vida.


Dios es Luz, pero una luz inaccesible que solo Jesucristo puede acceder, porque los seres humanos no han visto ni pueden ver: “La cual á su tiempo mostrará el Bienaventurado y solo Poderoso, Rey de reyes, y Señor de señores; Quien sólo tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; á quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver; al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén” (1 Timoteo 6.15 al 16 – RVR1909). Dios Padre es Luz inaccesible, no obstante, el Hijo de Dios, como verbo o potencia de la palabra de Dios, puede acceder al Padre: “El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó á la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1.3 – RVR1909). Por lo tanto, si Dios Padre es luz, también su Hijo es luz: “Aquel era la luz verdadera, que alumbra á todo hombre que viene á este mundo” (Juan 1.9 – RVR1909). Jesucristo mismo dijo: “Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo:…” (Juan 8.12 – RVR1909). El Padre es Luz Mayor (mayúscula).


Hay una pista en alusión o referencia a la creación del Hijo de Dios, y a la creación de los seres portadores de luz o séquito celestial, en el mismo orden, que es cuando en el primer día se crea la luz: “Y dijo Dios: Sea la luz: y fué la luz. Y vió Dios que la luz era buena: y apartó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios á la luz Día, y á las tinieblas llamó Noche: y fué la tarde y la mañana un día” (Génesis 1.3 al 5 – RVR1909), pero es hasta el cuarto día cuando se menciona la creación del sol, la luna y las estrellas: “E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en



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el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche: hizo también las estrellas… Y fué la tarde y la mañana el día cuarto” (Génesis 1.16 al 19 – RVR1909). Este caso de la luz es semejante en la analogía o comparación, igual al realizado en referencia a ciertos casos de reyes, donde se insinúa el caso indirectamente del origen de rebeldía de los ángeles caídos o del Lucero querubín portador de luz (Ezequiel 28.14 al 15, Isaías 13.12 al 14 – RVR1909). Este ser de luz es conocido comúnmente como Lucifer o Luzbel. La Biblia tiene en su contenido muchos simbolismos, para representar conceptos, creencias, profecías, situaciones o sucesos: “Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4.16 – RVR1909). Talento celestial.

El pasaje anterior hace mención acerca de la segunda venida del Señor, pero menciona al Señor Jesucristo con la voz de arcángel. Precisamente en la preexistencia de Cristo se presenta como el principal ante el séquito celestial, quien era conocido como el arcángel Miguel: “Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando sobre el cuerpo de Moisés, no se atrevió á usar de juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda” (Judas 9 – RVR1909). Ahora, comparemos este pasaje con otro del profeta Zacarías: “Y mostróme á Josué, el gran sacerdote, el cual estaba delante del ángel de Jehová; y Satán estaba á su mano derecha para serle adversario. Y dijo Jehová á Satán: Jehová te reprenda, oh Satán; Jehová, que ha escogido á Jerusalem, te reprenda. ¿No es éste tizón arrebatado del incendio?” (Zacarías 3.1 al 2 – RVR1909). En este caso Jehová Hijo remite la reprensión a la autoridad de Jehová Padre (dijo Jehová: Jehová te reprenda).


El nombre de Dios, en cualquier idioma hace referencia a la Existencia y al Ser, pero hay un plural en este pasaje: “Entonces llovió Jehová sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos” (Génesis 19.24 – RVR1909). Entre un dios falso al igual que con otro dios falso al lado, se dice dioses, pero con el verdadero en plural, se dice



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Dios, con referencia a Dios Padre y Dios Hijo: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios” (Juan 1.1 al 2 – RVR1909).

Una vez creado Dios Hijo, que es el mismo Hijo de Dios, entonces, Dios Padre le provee al Hijo un obsequio en honor y reconocimiento, a saber, el séquito celestial y posteriormente el ser humano: “Porque por él fueron criadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue criado por él y para él” (Colosenses 1.16 – RVR1909). Además toda la creación se constituye en heredad al Hijo como primogénito: “En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo” (Hebreos 1.2 – RVR1909). El Hijo recibe la preferencia y el primer lugar: “Pues, ¿á cuál de los ángeles dijo jamás: Siéntate á mi diestra, Hasta que ponga á tus enemigos por estrado de tus pies?” (Hebreos 1.13 – RVR1909). La potencia de la fortaleza de Dios Padre, opera y manifiesta la supremacía de su Hijo sobre toda la creación:


“Y cuál aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, por la operación de la potencia de su fortaleza, La cual obró en Cristo, resucitándole de los muertos, y colocándole á su diestra en los cielos, Sobre todo principado y potestad, y potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, mas aun en el venidero: Y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y diólo por cabeza sobre todas las cosas á la iglesia, La cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que hinche todas las cosas en todos” (Efesios 1.19 al 23 – RVR1909).

La resurrección de Cristo entre los muertos, es diferente a la del caso sucedido con Lázaro, porque Jesucristo resucita con el cuerpo trasformado, es el primero de todos (1 Corintios



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15.20), los que resucitarán para salvación y vida eterna, es la única resurrección que ha ascendido a los cielos y el único ser con la autoridad y potestad de estar a la diestra de Dios Padre. Es el único que ha recibido un nombre que es sobre todo nombre, Excelso y único digno de recibir la adoración y la alabanza, inclusive de rodillas por ser el Señor: “… Dios también le ensalzó á lo sumo, y dióle un nombre que es sobre todo nombre; Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla… Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, á la gloria de Dios Padre” (Filipenses 2.9 al 11 – RVR1909). El Hijo es el único Señor, tanto de los muertos como de los vivos, ya que todos comparecerán ante el tribunal de Cristo: “Porque Cristo para esto murió, y resucitó, y volvió á vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven… porque todos hemos de estar ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que á mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará á Dios” (Romanos 14.9 al 11 – RVR1909).

¿Qué pasó con un sector del séquito celestial semejante al acontecimiento actual en toda la humanidad? Lo que pasó fue el rechazo a reconocer el lugar correspondiente al Hijo de Dios, así en la actualidad se antepone y dan importancia a todo lo demás en lugar del Señor Jesucristo, su discipulado y evangelio. Todo esto se ha transformado en los nuevos dioses e ídolos del plano existencial natural: las creencias y dogmas, la corrupción y las luchas de poder, los entretenimientos y estilos de vida, el expansionismo militar y territorial, la fama y el poder que es en lo económico, las culturas y filosofías, las civilizaciones y la guerras, el libertinaje desenfrenado de los gustos y preferencias, los modelos y modos de vida, lo político anarquista, autoritarismo, dictatorial y el totalitarismo, las normas, reglas eclesiásticas y la religión, el status académico, científico, intelectual, médico, profesional, social, la sabiduría humana y la tecnología, la avaricia, codicia, egoísmo, envidia, lascivia, lucro, odio, opulencia y vanidad. Todo es cortina de humo, son distractores que ocasionan ruido, para desvirtuar la real atención, enfoque y concentración de la preeminencia, supremacía y lo más preciado por excelencia y valía de Jesús:



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“Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo lo quisiere revelar. Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11.27 al 29 – RVR1909).

Ahora bien, el mundo va tras sus dioses e ídolos, en lugar de seguir en pos del maestro y mentor Jesucristo, quien con su vida como humano, demuestra el amor a Dios y la factibilidad de una accesibilidad de obediencia a su Padre, en reconocimiento de su sola autoridad y potestad como el Dios único y verdadero: “Acerca, pues, de las viandas que son sacrificadas á los ídolos, sabemos que el ídolo nada es en el mundo, y que no hay más de un Dios. Porque aunque haya algunos que se llamen dioses, ó en el cielo, ó en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), Nosotros empero no tenemos más de un Dios, el Padre, del cual son todas las cosas, y nosotros en él: y un Señor Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros por él” (1 Corintios 8.4 al 6 – RVR1909). En esto consiste profundizar la exploración bíblica y la potencia, en trascender y lograr una proyección hacia la vida venidera, desapegarse de este mundo y de lo terrenal, con la potencia de la palabra de Dios y su fortaleza: “Puestos los ojos en el autor y consumador de la fe, en Jesús; el cual, habiéndole sido propuesto gozo, sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza, y sentóse á la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12.2 – RVR1909). La energía de la mirada recíproca hacia Dios y de Dios hacia la humanidad, que es un efluvio de energía invisible, como una emanación o irradiación inmaterial que hace vibrar el espacio hasta el tercer cielo. Así una mente de justicia lúcida nos hace fuertes al atenuar la adversidad. Superar obstáculos fortalece el ser interior. El secreto está en la educación y más educación, durante toda la vida natural, con la trascendencia de espiritual a celestial.



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III) LA TEORÍA DEL PARADIGMA Y LA PERCEPCIÓN


Las teorías filosóficas y religiosas en lo concerniente al misterio, mito, oculto o sagrado, surgen de la especulación, mediante la observación atenta y la investigación minuciosa, con la aplicación, crecimiento y desarrollo del pensamiento profundo, tanto en el escrutinio de conjeturas, creencias o supuestos. Hay una presunción y vanidad infundada: “Porque habiendo conocido á Dios, no le glorificaron como á Dios, ni dieron gracias; antes se desvanecieron en sus discursos, y el necio corazón de ellos fue entenebrecido. Diciéndose ser sabios, se hicieron fatuos” (Romanos 1.21 al 22 – RVR1909). Esta profundidad del pensamiento, se genera según la propia capacidad del humano, sin ser congruente y consecuente con la mentalidad y pensamiento de Jesucristo, conforme con su transmisión del conocimiento celestial: “Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo: Porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente” (Colosenses 2.8 al 9 - RVR1909).


Las sutilezas son conceptos vanos e impresionables para quienes desconocen la preeminencia de Cristo: “Y en él estáis cumplidos, el cual es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2.10 – RVR1909), porque son las ideas que están construidas sin el fundamento de Cristo, por consiguiente sin la exactitud y la profundidad sacrosanta del conocimiento enviado directamente del Padre, a través del Hijo Jesucristo. Limitados con base en la capacidad humana de formular los conceptos con el cimiento o fundamento propio de creencias e hipótesis: “Los cuales mudaron la verdad de Dios en mentira, honrando y sirviendo á las criaturas antes que al Criador, el



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cual es bendito por los siglos. Amén” (Romanos 1.25 – RVR1909). Estas teorías difusas o imprecisas, la humanidad las asume como ejemplos o modelos, aunque sea fuera de Cristo, ya que la humanidad por sí misma, con su autonomía de entendimiento, ejerce un argumento particular en defensa de su propia razón, con el análisis, comentario, interpretación u opinión, sin considerar a Jesucristo. Las consecuencias son el carecer y descartar, al omitir la capacidad o posibilidad de comprobar y examinar la realidad de la verdad celestial. El testimonio de Cristo, es una veraz justificación y prueba de la verdad, verificable con la exactitud de la fuente o procedencia directa de Dios, según los discípulos y testigos históricos: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién le instruyó? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.16 - RVR1909). Porque es Cristo que vive en mí (Gálatas 2.20).

El ser humano confía en su sugerencia, da por sentado o supone su razonamiento especulativo, hipotético y teórico, como una verdad absoluta, a pesar de la limitación humana de basarse en la percepción de sus sentidos, para justificar y hacer pasar una creencia como única y verdadera. Recibir la comprensión del conocimiento espiritual, limitado en alcance de la percepción solo natural, en lugar de la intervención del conocimiento celestial provisto por Jesucristo, se queda en un radio de acción o influencia exclusivamente en lo natural, sin poder trascender a la revelación de fe de Dios: “Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente” (1 Corintios 2.14 - RVR1909). Dios es Revelación de la Verdad.


Lo animal es lo natural y guarda sigilo, como misterio secreto, restringido para acceder al conocimiento espiritual, por consiguiente sin el acceso al celestial. Se le imposibilita a los seres humanos el identificar y reconocer con claridad a Jesucristo, su ejemplo, legado y modelo de vida cotidiana: “Y si el justo con dificultad se salva; ¿á dónde aparecerá el infiel y el pecador?” (1 Pedro 4.18 – RVR1909). Esta imposibilidad humana es causada por la influencia de los paradigmas y la



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distorsión de la verdad, con sus propias percepciones de la vida y filosofías de conveniencia, arrastrados mayormente por las corrientes aconfesionales, anticristo y de secularización social: “Hay camino que al hombre parece derecho; Empero su fin son caminos de muerte” (Proverbios 14.12 y 16.25 – RVR1909). El verdadero protagonista de la vida es Jesucristo, quien es digno del primer plano de admiración y seguimiento, el primer lugar y la prioridad de nuestra atención, con toda la alabanza, gloria y honra: “Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.6 – RVR1909). ¿Cómo se puede adherir o incorporar a la personalidad humana, la experiencia real que vive Jesucristo aquí en el planeta Tierra? Hay una gran diferencia entre ser un espectador de la teoría de sus enseñanzas o un verdadero practicante de la vivencia de Jesucristo. ¿El ADN Celestial?

Desde el principio en la creación ocurre un ardid, o sea, un artificio para lograr el engaño y la mentira en Adán y Eva: “Mas temo que como la serpiente engañó á Eva con su astucia, sean corrompidos así vuestros sentidos en alguna manera, de la simplicidad que es en Cristo” (2 Corintios 11.3 – RVR1909). La simplicidad implica inocencia y sinceridad sin fingimiento, libre de apariencia o simulación, sin el artilugio de la trampa, para burlar o perjudicar con hacer creer lo que no es verdad. Así surge una infinidad de creencia, decreto, doctrina, dogma eclesiástico y que ocultan u opacan la gloria de Jesucristo. La muchas enseñanzas sin trascendencia y contrarias a resaltar la misión y vida ejemplar de Jesucristo, como modelo de la cotidianidad. El engaño y mentira de vivir una vida sin Cristo y aún así pretender cumplir con una vida para Dios Padre: “Nadie os engañe con palabras vanas; porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis pues aparceros con ellos; Porque en otro tiempo erais tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor: andad como hijos de luz” (Efesios 5.6 al 8 – RVR1909). Ser cumplidor testigo de Cristo.


¿Cuál es el engaño y mentira? Hacer creer una postura sesgada como una verdad a medias, es una falacia elaborada



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con astucia como palabra de Dios, con un rumbo cortado y torcido al establecido verdaderamente por Dios: “… ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió á la serpiente:… dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, porque no muráis. Entonces la serpiente dijo á la mujer: No moriréis” (Génesis 3.1 al 4 - RVR1909). ¿En pos de quién va la humanidad, a quién siguen con gran devoción en el primer lugar? Porque si no es a Jesucristo establecido por Dios Padre, entonces es en vano: “Que decían en alta voz: El Cordero que fué inmolado es digno de tomar el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza. Y oí á toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y que está en el mar, y todas las cosas que en ellos están, diciendo: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendición, y la honra, y la gloria, y el poder, para siempre jamás” (Apocalipsis 5.12 al 13 – RVR1909).

La serpiente sigilosa desempeña una actuación y papel hipócrita, con la polución moral de corrupción y profanación, una apariencia de confianza y justicia, igual sus servidores: “Así que, no es mucho si también sus ministros se transfiguran como ministros de justicia; cuyo fin será conforme á sus obras” (2 Corintios 11.15 – RVR1909). Sin la obra auténtica, genuina de Jesucristo, sino un ministerio de falsos servidores, propio beneficio e intereses mezquinos: “Porque los tales no sirven al Señor nuestro Jesucristo, sino á sus vientres; y con suaves palabras y bendiciones engañan los corazones de los simples” (Romanos 15.18 – RVR1909). Los simples son quienes con la mentira se dejan engañar, por los enemigos de Cristo: “Cuyo fin será perdición, cuyo dios es el vientre, y su gloria es en confusión; que sienten lo terreno” (Filipenses 3.19 – RVR1909). La alteración de morfología del argumento cornuto del dilema, la forma al estructurar la palabra y toxicidad de ignorancia.


Hay una semejanza entre la hipocresía descrita desde el principio con la serpiente, Adán y Eva, en relación con los que aparentan ser servidores de Cristo y no lo son: “Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo



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la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Y Jehová Dios dijo á la serpiente: Por cuanto esto hiciste,… Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3.13 al 15 – RVR1909). Adán y Eva en el principio de Edén, tienen solo la orden de Dios, la serpiente astuta representa en cierta forma la tentación del mal. Esta serpiente en específico tiene un interés de que Adán y Eva pasen a conocer y ejercer el mal, por consiguiente la consecuencia de la muerte. Hay un complot, confabulación o conspiración entre la simiente de origen o procedencia de la serpiente, de quienes cultivan y cosechan la semilla del mal, contra la simiente de Cristo. Sin embargo, Jesucristo con el bien vence el mal y la muerte:

“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, es á saber, al diablo. Y librar á los que por el temor de la muerte estaban por toda la vida sujetos á servidumbre. Porque ciertamente no tomó á los ángeles, sino á la simiente de Abraham tomó. Por lo cual, debía ser en todo semejante á los hermanos, para venir á ser misericordioso y fiel Pontífice en lo que es para con Dios, para expiar los pecados del pueblo” (Hebreos 2.14 al 17 – RVR1909).

El principio del Libro de Génesis muestra el anuncio de enemistad entre la mujer y la serpiente, entre sus simientes, y las heridas en la cabeza y el calcañar o talón. ¿Qué significa esta simbología? Al parecer una serpiente aún con herida en la cabeza, conserva su capacidad de reflejo o reacción motriz, inclusive mantiene sus acciones motoras muchas horas después de su muerte, por ejemplo la reacción automática de morder como mecanismo reflejo. Resulta que Jesucristo es herido de muerte en el sacrificio en la cruz, representado por la herida en el calcañar o talón, sin embargo, con su muerte



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venció a la muerte misma a través de la resurrección: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adam todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15.20 al 22 – RVR1909). Jesucristo con su hazaña, establece un punto de partida histórico y profético, de tal manera que la cronología histórica de la humanidad se señala desde un antes de Cristo o un después de Cristo. Por tanto, Jesucristo sobresale por encima de cualquier gobernante, principal o príncipe del mundo: “Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria: La que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de gloria” (1 Corintios 2.7 al 8 – RVR1909). ¿Elección?

La cabeza de la serpiente representa cierta autoridad del mal, encabezado por los gobernantes y principales, tanto poderosos políticamente como religiosos: “Asistieron los reyes de la tierra, Y los príncipes se juntaron en uno Contra el Señor, y contra su Cristo. Porque verdaderamente se juntaron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, al cual ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los Gentiles y los pueblos de Israel, Para hacer lo que tu mano y tu consejo habían antes determinado que había de ser hecho. Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y da á tus siervos que con toda confianza hablen tu palabra” (Hechos 4.26 al 29 – RVR1909). La expresión: “para hacer lo que tu mano y tu consejo habían antes determinado que había de ser hecho”, concuerda con el anuncio anterior desde el principio del Génesis acerca de la enemistad entre la mujer y la serpiente, entre sus simientes, y las heridas en la cabeza y el calcañar o talón. Jesucristo con su acto de sacrificio en la cruz vence el mal, al herir en la cabeza a la serpiente: “Y despojando los principados y las potestades, sacólos á la vergüenza en público, triunfando de ellos en sí mismo” (Colosenses 2.15 – RVR1909). Pero cuál es el significado de la herida en la serpiente, específicamente en la cabeza, esto es,



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el nombre de Jesucristo recibe toda la potestad, pasa a ser la autoridad y la cabeza del ángulo principal de la edificación:

“Y aconteció al día siguiente, que se juntaron en Jerusalem los príncipes de ellos, y los ancianos, y los escribas; Y Anás, príncipe de los sacerdotes, y Caifás, y Juan y Alejandro, y todos los que eran del linaje sacerdotal; Y haciéndolos presentar en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto? Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Príncipes del pueblo, y ancianos de Israel: Pues que somos hoy demandados acerca del beneficio hecho á un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, Sea notorio á todos vosotros, y á todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, al que vosotros crucificasteis y Dios le resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano. Este es la piedra reprobada de vosotros los edificadores, la cual es puesta por cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salud; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado á los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4.5 al 12 – RVR1909).

Obsérvese como la serpiente que aún con la herida en la cabeza, conserva su capacidad de reflejo o reacción, inclusive de morder e inyectar su vil veneno, al parecer similar a una serpiente decapitada y muerta, que mantiene sus acciones motoras por varias horas. Así menciona Pablo o la escuela paulina en la segunda carta o epístola a Timoteo: “Pero tú has comprendido mi doctrina, instrucción , intento, fe, largura de ánimo, caridad, paciencia, Persecuciones, aflicciones, cuales me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra, cuales persecuciones he sufrido; y de todas me ha librado el Señor. Y también todos los que quieren vivir píamente en Cristo Jesús, padecerán persecución” (2 Timoteo 3.10 al 12 – RVR1909).



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IV) EL EMPODERAMIENTO DE LA ESPIRITUALIDAD Y SANTIDAD


El empoderamiento de la espiritualidad es la vida de la trascendencia de lo natural al nivel espiritual, a través de la ceguera espiritual a la vista espiritual, de las tinieblas a la luz y de la muerte en vida a la vida espiritual. Este análisis se requiere en profundidad e implica la simbología del despertar y su respectiva interpretación y significado. El símbolo del amanecer y de la luz en la aurora, es un principio o primer tiempo entre la oscuridad y la luz, que va en aumento hasta que el día esclarece por completo: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto. El camino de los impíos es como la oscuridad: No saben en qué tropiezan” (Proverbios 4.18 al 19 – RVR1909). En los términos espirituales, el desconocimiento o ignorancia de en qué se está tropezando, es un caminar con la ausencia de fe, compasión o piedad, es un vivir sin el amor y respeto de consagración, dedicación y santidad del Espíritu Santo, con repercusión de una ignorancia y falta de realidad.


Esta forma de vida comparada con la oscuridad, significa la falta de conciencia de rebasar o sobrepasar a otro nivel de conocimiento, porque no saben en qué tropiezan: “Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente” (1 Corintios 2.14 – RVR1909). Mientras tanto, la senda del justo, aunque es un camino más estrecho, va en aumento al escalonar el avance de la conciencia, para advertir y considerar la realidad del conocimiento espiritual. Hay un auto-cuidado de una buena administración de sí mismo, al cuidar y valorar integralmente la escucha y sosiego a plenitud desde nuestro ser interior.



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El empoderamiento es apropiar con fuerza y poder una vida conducida, dirigida, guiada, inspirada y regida por el Espíritu Santo. La vida del ser humano es como un desierto y el caminar es como un internar en un espejismo o un oasis, entre más se desapega del espejismo natural, más accede y se acerca a la realidad conciente del oasis espiritual. Jesucristo dijo: “Respondió Jesús y díjole: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá á tener sed; Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4.13 al 14 – RVR1909). Tanto la condición de espejismo como de oasis se encuentra en la mente de cada persona: “Porque los que viven conforme á la carne, de las cosas que son de la carne se ocupan; mas los que conforme al espíritu, de las cosas del espíritu. Porque la intención de la carne es muerte; mas la intención del espíritu, vida y paz” (Romanos 8.5 al 6 – RVR1909). Dar el salto a lo celestial. La razón de ser de un oasis es el agua, así Jesucristo menciona acerca del agua que nos provee, como fuente de agua para vida eterna. ¿Cuál es esta agua? Otro pasaje nos aclara al respecto: “Mas en el postrer día grande de la fiesta, Jesús se ponía en pie y clamaba, diciendo: Si alguno tiene sed, venga á mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre. (Y esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él: pues aun no había venido el Espíritu Santo; porque Jesús no estaba aún glorificado)” (Juan 7.37 al 39 – RVR1909). Salto de eternidad.


La simbología para el empoderamiento de espiritualidad, es el aprecio y grato rumiar de la palabra de Dios, pensar con detenimiento, madurez, meditación y reflexión. El análisis y estudio en profundidad, de ninguna manera se limita, reduce o resume en cierta cantidad de credo y dogma, porque sería inmersión en espejismo. La Biblia en sí, es amplia y extensa para sintetizar en unos pocos renglones. Rumiar las Sagradas Escrituras es desmenuzar, masticar y saborear espiritual con el paladar de la conciencia: “De todo mal camino contuve mis pies, Para guardar tu palabra. No me aparté de tus juicios;



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Porque tú me enseñaste. ¡Cuán dulces son á mi paladar tus palabras! Más que la miel á mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia: Por tanto he aborrecido todo camino de mentira” (Salmos 119.101 al 104 – RVR1909). Este paladar representa afición, apreciación, discernimiento, gusto, hábito, sabor y sensibilidad, por la lectura y práctica de la palabra de Dios, para el alimento y la llenura espiritual, que fortalezca y nutra moralmente la ignorancia, incredulidad e indiferencia: “Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia, Para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruído para toda buena obra” (2 Timoteo 3.16 al 17 – RVR1909). Llenura de palabra.

Aborrecer todo camino soez de mentira, es el desagrado e incompatible oposición, repulsión y resistencia a consentir el espejismo, de la fantasía e ilusión de todo lo que ofrece este mundo, contrario a la voluntad de Dios, por ejemplo, el apego a lo carnal, material y terrenal del pecado extrínseco. Tal es el caso desenfrenado del alcoholismo, lascivia, lujuria y placer, adverso a la santidad, porque vivir en deleites aunque hay vida corporal, hay manifiesta muerte espiritual: “Pero la que vive en delicias, viviendo está muerta” (1 Timoteo 5.6 – RVR1909). El símbolo de estar dormido o muerto en vida, se relaciona con el ser interior que vive en tinieblas. Este tipo de oscuridad imposibilita ver espiritualmente, hasta llegar al extremo de la ceguera espiritual sin la reflexión intrínseca:


“Porque en otro tiempo erais tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor: andad como hijos de luz, (Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, y justicia, y verdad;) Aprobando lo que es agradable al Señor. Y no comuniquéis con las obras infructuosas de las tinieblas; sino antes bien redargüidlas. Porque torpe cosa es aun hablar de lo que ellos hacen en oculto. Mas todas las cosas cuando son redargüidas, son manifestadas por la luz; porque lo que manifiesta todo, la luz es. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes,


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y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo” (Efesios 5.8 al 14 – RVR1909).

En cierta ocasión los principales del grupo de ancianos y los sacerdotes, consultan a Jesús acerca de la autoridad con la que él ejerce, entonces también Jesucristo les responde de la siguiente manera: “El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿del cielo, ó de los hombres? Ellos entonces pensaron entre sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué pues no le creísteis? Y si dijéremos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen á Juan por profeta. Y respondiendo á Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Ni yo os digo con qué autoridad hago esto” (Mateo 21.25 al 27 – RVR1909). Estas personas analizan sagazmente las implicaciones de sus posibles respuestas, aunque con una abierta afrenta y directa imprudencia, excusan y evaden compromiso y reconocimiento responsable de la autoridad del Padre en su Hijo Jesucristo, alegan y asumen como pretexto el desconocer acertadamente una respuesta. Cuando mencionan que no saben la respuesta es una falsedad, con esta clase de aseveración, debido a que conscientemente saben que no son ciertas sus afirmaciones, sino que actúan con astucia, malicia, perversión y sagacidad.


La sociedad no tiene correspondencia y proporcionalidad al justificar su propia forma de vida, ajena a la disposición y voluntad de Dios, porque el ser humano tiende a camuflar o disfrazar el mal, para hacer pasar como bien: “¡Ay de los que á lo malo dicen bueno, y á lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5.20 – RVR1909). También dice la Biblia: “Hay camino que al hombre parece derecho; Empero su fin son caminos de muerte” (Proverbios 14.12 y 16.25 – RVR1909). Lo que pasa es que hay ceguera de entendimiento en quienes son incrédulos: “En los cuales el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4.4 – RVR1909).


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El empoderamiento eficaz y vital de la espiritualidad, es cuando la persona en forma autónoma o independiente, se fortalece con el poder de Dios mediante su Espíritu Santo, se apropia y toma la espiritualidad, para repeler las adicciones, corrientes, filosofías, hábitos, modas y las tendencias de este mundo, que son contrarias y cohonesta al poder del Espíritu Santo. La justa libertad del ser humano de ninguna manera justifica el libertinaje: “Y esto erais algunos: mas ya sois lavados, mas ya sois santificados, mas ya sois justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen: todas las cosas me son lícitas, mas yo no me meteré debajo de potestad de nada” (1 Corintios 6.11 al 12 – RVR1909). El verdadero empoderamiento es el que para nada avergüenza, cuando nos presentemos en el juicio de Dios a rendir cuentas de nuestra vida auténtica: “Por lo cual alzad las manos caídas y las rodillas paralizadas; Y haced derechos pasos a vuestros pies, porque lo que es cojo no salga fuera de camino, antes sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12.12 al 14 – RVR1909).


El empoderamiento vital de la espiritualidad, requiere la iluminación de los ojos del entendimiento, mediante el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, a través de la adquisición de conocimiento con espíritu de sabiduría y de revelación: “Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para su conocimiento; Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, …, por la operación de la potencia de su fortaleza, La cual obró en Cristo, resucitándole de los muertos, y colocándole á su diestra en los cielos, Sobre todo principado, y potestad, y potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, mas aun en el venidero” (Efesios 1.17 al 21 – RVR1909). La mente requiere ejercicio y entrenamiento de espiritualidad, a manera de un observatorio para mirar con atención, decencia y decoro, porque la mente depravada tiene maldad, iniquidad y engaño: “He aquí, el impío concibió maldad, Se preñó de iniquidad, Y dio a luz engaño” (Salmos 7.14 – RVR1960).



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V) LA DISTORSIÓN, DISTRACTORES Y RUIDO


La distorsión es una alteración de la percepción, lo que afecta la interpretación de la forma de ser, el comportamiento y la conducta. Los distractores y ruido, atraen la atención de la persona, con la pérdida de la concentración y enfoque, que provocan admiración, confusión e interés, pero desvían a la persona y la desubica con una desorientación. La percepción contribuye con los sentidos en la capacidad interpretativa de las sensaciones. En este sentido la humanidad se encuentra a la deriva y sin rumbo fijo, en relación con la enseñanza y mensaje trascendente de Jesucristo. El humano, en común, es fácilmente impresionable, se cautiva, deslumbra y fascina con lo que es suntuoso, o sea, costoso en valor monetario y lujoso, de grandiosidad y magnificencia. Ver el siguiente caso del templo en los tiempos de Jesús: “Y a unos que decían del templo, que estaba adornado de hermosas piedras y dones, dijo: Estas cosas que veis, días vendrán que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruída” (Lucas 21.5 al 6 – RVR1909). Puede ser las grandes edificaciones y estructuras de las ciudades: “Y saliendo del templo, le dice uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios. Y Jesús respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada” (Marcos 13.1 al 2 – RVR1909). Hay una desatención y desenfoque espiritual.


¿Cuál riesgo del conjunto de la distorsión, distractores y ruido, enfrenta la humanidad hasta nuestros días? Estos en términos de la relación natural - espiritual, se comprenden en todos los ámbitos de la vida cotidiana, desde los privilegios o status de posiciones académicas, laborales o sociales, hasta los bienes, servicios y vestimentas de las clases adineradas, el dominio y el poder económico, los medios de comunicación y tecnológicos, grandes negocios productores cinematográficos,



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la explotación empresarial, gubernamental, militar, política y religiosa. Es como maravillarse del mundo en lugar de Dios:

“Y mirando, vió á los ricos que echaban sus ofrendas en el gazofilacio. Y vió también una viuda pobrecilla, que echaba allí dos blancas. Y dijo: De verdad os digo, que esta pobre viuda echó más que todos: Porque todos estos, de lo que les sobra echaron para las ofrendas de Dios; mas ésta de su pobreza echó todo el sustento que tenía. Y a unos que decían del templo, que estaba adornado de hermosas piedras y dones, dijo: Estas cosas que veis, días vendrán que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruída” (Lucas 21.1 al 6 – RVR1909).

Esta distorsión, distractores y ruido se pueden presentar de forma involuntaria o voluntaria, consciente o inconsciente, externa o interna, por aprendizaje sistemático, por iniciativa colectiva o individual. Basta analizar y pensar en las causas que nos alejan o distancia del ejemplo y modelo de vida de Jesucristo. Por ejemplo, en lo que algunos llaman las élites, en relación con las minorías sociales, porque tienen grandes capacidades de ingresos, o debido a que ocupan puestos de fama, fortuna o poder. Otros casos por motivo de explotación de los recursos minerales y naturales de cada país. También en el caso de los salarios que son abusivos y privilegiados de ciertos puestos de función pública, debido al favorecimiento y enriquecimiento con los fondos públicos del estado, ya sea en forma ilícita o lícita. Esto permea lo que trata de distribución de mayor riqueza en manos de pocas personas. La Biblia dice: “Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro, y de preciosa ropa, y también entra un pobre con vestidura vil, Y tuviereis respeto al que trae la vestidura preciosa, y le dijereis: Siéntate tú aquí en buen lugar: y dijereis al pobre: Estáte tú allí en pie; ó siéntate aquí debajo de mi estrado: ¿No juzguáis en vosotros mismos, y venís á ser jueces



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de pensamientos malos?” (Santiago 2.2 al 4 – RVR1909). Todas estas acciones ejecutadas con los pensamientos malos, son una distorsión, distractores y ruido, los cuales apegan y estancan a cada persona a lo perecedero de la superficialidad y temporalidad en este mundo presente, con la afectación de su porvenir en relación con la vida eterna posterior, la vida del ser humano después de su muerte: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia de que gocemos: Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, que con facilidad comuniquen; Atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano á la vida eterna” (1 Timoteo 6.17 al 19 – RVR1909). Y a los empobrecidos por los sistemas corruptos de la administración de este mundo, la Biblia dice: “Hermanos míos amados, oid: ¿No ha elegido Dios los pobres de este mundo, ricos en fe, y herederos del reino que ha prometido á los que le aman?” (Santiago 2.5 – RVR1909).

La verdadera riqueza está en la fe, en y de Jesucristo, ninguna condición de adinerado o de empobrecido es causa de salvación o vida eterna, ni uno ni otro justifica la eternidad con Dios. La Biblia dice: “Dos cosas te he demandado; No me las niegues antes que muera. Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí. No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan que he menester; No sea que me harte, y te niegue, y diga, ¿Quién es Jehová? O no sea que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios” (Proverbios 30.7 al 9 – RVR1909). Tanto el adinerado como el empobrecido dependen de Dios para su salvación y vida eterna: “De más estima es la buena fama que las muchas riquezas; Y la buena gracia más que la plata y el oro. El rico y el pobre se encontraron: A todos ellos hizo Jehová. El avisado ve el mal, y escóndese: Mas los simples pasan, y reciben el daño. Riquezas, y honra, y vida, Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová” (Proverbios 22.1 al 4 – RVR1909). Hay una interferencia del amor al dinero que provoca la distorsión, distractores y ruido, como se indica así, en el siguiente pasaje acerca del provecho



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desmedido del beneficio y ganancia, los casos de organización criminal, también por desempleo, empobrecimiento y miseria:

“Porfías de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que tienen la piedad por granjería: apártate de los tales. Empero grande granjería es la piedad con contentamiento. Porque nada hemos traído á este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y con qué cubrirnos, seamos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse, caen en tentación y lazo, y en muchas codicias locas y dañosas, que hunden á los hombres en perdición y muerte. Porque el amor del dinero es la raíz de todos los males: el cual codiciando algunos, se descaminaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia, la mansedumbre” (1 Timoteo 6.5 al 11 – RVR1909).

El derecho al trabajo es un derecho Divino, establecido como origen y principio desde el inicio: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y le puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 2.15 – RVR1909). Dios es el Autor y Creador del trabajo, la verdadera reivindicación de la equidad y justicia del humano, es hacer de forma auténtica o genuina la voluntad que atañe a Dios. No nos engañemos con la mal llamada supuesta defensa de los derechos avanzados, aparentemente que no se han estancado de forma retrógrada. La historia de la humanidad, registra supuestos promotores autodenominados liberadores de eliminar la diferencia entre la pobreza y la riqueza, por medio de la anarquía y violencia. Tarde o temprano se manifiesta su conveniencia e interés oculto del beneficio propio en autoridad y poder del control de la riqueza, sin ningún amor y respeto a la voluntad de Dios, el verdadero dueño, no solo de las naciones sino del universo



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y de todo lo existente. Que controla la muerte y vida en sus propias manos, e imparte justicia y reconoce la obra de Jesucristo practicada en cada justo para vida eterna. Dios Padre rectifica al ser humano, cuando este último y en forma reiterada, deja de asumir su propia responsabilidad. Esta vivencia se demuestra en los sucesos acontecidos en la historia humana, para corrección del ser humano, aunque pareciera que el mismo nunca logra aprender ni escarmentar, a pesar de la disciplina y formación impuesta para un orden:

“Jehová mata, y él da vida: El hace descender al sepulcro, y hace subir. Jehová empobrece, y él enriquece: Abate, y ensalza. El levanta del polvo al pobre, Y al menesteroso ensalza del estiércol, Para asentarlo con los príncipes; Y hace que tengan por heredad asiento de honra: Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él asentó sobre ellas el mundo. El guarda los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su fuerza. Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos: Jehová juzgará los términos de la tierra, Y dará fortaleza á su Rey, Y ensalzará el cuerno de su Mesías” (1 Samuel 2.6 al 10 – RVR1909).

Las relaciones humanas en función del empobrecimiento y enriquecimiento, para favorecer, ya sea, a muchos o pocos y perjudicar a otros, corresponde a la distorsión, distractores y ruido, de consumo voraz y destrucción rápida, que dirige a la población al vacío del despeñadero del desorden mundial. El imperante desenfreno del armamentismo, el cambio climático, la contaminación medioambiental, la explotación industrial y tecnológica, justificado en la urgente necesidad de fuentes de trabajo para el aumento de población, crea una cortina de humo o nube, de ruido suficiente, que desvirtúa la atención de las personas, tergiversa su sentido de la vida y distrae su



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enfoque de amor y servicio a Dios, al obstruir la aceptación y reconocimiento al Hijo. La actualidad del coronavirus SARS-COV2 y la enfermedad COVID-19, se suma a nuestra época de Edad del Calentamiento Global. Los discípulos preguntan a Jesús: “Y sentándose él en el monte de las Olivas, se llegaron á él los discípulos aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?” (Mateo 24.3 – RVR1909). Algunos alegan que la maldad siempre ha existido y es la misma, pero que ahora hay una mayor difusión de la transmisión de los medios de comunicación. La realidad es que la maldad sí ha aumentado, prevalece la cultura del dinero y de la muerte, precisamente el amor, caridad y felicidad no está ni en el dinero ni en la muerte: “Y por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se resfriará. Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio á todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.12 al 14 – RVR1909). Urge un ego solidario.

La sociedad mundial, su administración y respectivos gobiernos se encubren en una luz por apariencia, pero su legislación se despreocupa por lo espiritual, porque se trata de cimentar, estabilizar, fortalecer y lograr solidez solamente basada en lo natural, sin tomar rotundamente en cuenta lo espiritual, con un mayor repudio a lo celestial. Este sistema social con sus propias leyes se esfuerza por sustituir a Dios Padre y a Jesucristo, inclusive promueven la eliminación de Dios en todas sus conversaciones sociales e instituciones, sean privadas o públicas. La Biblia menciona a los que se hacen pasar por luz, pero son falsos: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, trasfigurándose en apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz. Así que, no es mucho si también sus ministros se transfiguran como ministros de justicia; cuyo fin será conforme á sus obras” (2 Corintios 11.13 al 15 – RVR1909). En el caso de los mismos fariseos, a pesar de ser estudiosos e instruidos en las cuestiones de Dios, son avaros y se burlan de Jesucristo. Lo que el ser humano estime como



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sublime, puede ser una abominación: “Ningún siervo puede servir á dos señores; porque ó aborrecerá al uno y amará al otro, ó se allegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir á Dios y á las riquezas. Y oían también todas estas cosas los Fariseos, los cuales eran avaros, y se burlaban de él. Y díjoles: Vosotros sois los que os justificáis á vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Lucas 16.13 al 15 – RVR1909).

Despreciar a Jesucristo es una consecuencia de vivir en el lujo y opulencia de la riqueza, cuando Jesús con su vida demostró humildad, sencillez y vivir solo con lo necesario. El problema del enriquecimiento es el afán y la ansiedad por la acumulación, contrario a lo no excesivo, moderado, sobrio, sin adornos superfluos. Otro problema está en la avaricia que también es idolatría, la codicia, egoísmo y envidia, la obsesión y la tenaz perturbación por incrementar la cuenta bancaria o monetaria, con abuso excesivo e ilimitado de lo que a otros les falta, o sea, debido a que al rico le sobra es lo que a otros necesitados les falta. Esto resta importancia al bien común, la equidad y justicia en la distribución de la riqueza. Los adinerados tienen la posibilidad de la adquisición de activos, artículos, bienes, medios de transporte, muebles, posesiones, propiedades, tratamientos, viajes, entre otros, que a veces son innecesarios o están de más, para elevar la apariencia de status sobre los que no tienen. Se provoca cada vez más una brecha y perpetuidad de la existencia entre adinerados y empobrecidos. Hay una lógica o sentido común en todo esto, por ejemplo, el siguiente caso de Zaqueo: “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy á los pobres; y si en algo he defraudado á alguno, lo vuelvo con el cuatro tanto” (Lucas 19.8 – RVR1909). Así como el ser humano fue creado con el poder de decisión, también fue constituido con el grandioso poder del amor, que lamentablemente muchos portan, pero nunca desarrollan y menos ejercen. La humanidad trata de sobrescribir su propia legislación, contraria a la Legislación establecida por Dios.



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Lo que pasa es que en el caso del enriquecimiento, con o sin premeditación, la persona se arriesga o expone a cometer injusticia y hasta ceder a la tentación de defraudar a otros. Los ricos gastan en cuestiones innecesarias, por exceso de abundancia. Hay colecciones que son invaluables o preciadas antigüedades, mientras que hay gente que muere de hambre por ser desposeídos de la subsistencia básica, quienes están sin abrigo y techo, habitante de calle o cuartería hacinada, precarios, refugios o tugurios, en extrema pobreza y miseria, con frío, enfermedad, hambre, sin seguridad o en inmigración por desempleo y empobrecimiento. ¡Sálvanos Dios, con la compasión y misericordia de la benignidad!: “Y alzando él los ojos á sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres; porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre; porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis... Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que estáis hartos! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis” (Lucas 6.20 al 21 y 24 al 25 – RVR1909). Hay insensibilidad.


La distorsión, distractores y ruido es todo aquello que nos separa del enfoque e interdependencia de Jesucristo. El financiamiento es el dinero como el dios de este mundo, la sociedad entre más riqueza genera y entre más dinero quiere, más comete acciones contrarias a la moral, mayor corrupción y criminalidad, variedad de adicciones y drogadicción, gastos excesivos innecesarios, como el consumismo compulsivo, más se explota al trabajador con salarios bajos, mínimo y jornadas extenuantes, hasta agotar las fuerzas, para obtener mayores ganancias y utilidades, la esclavitud infrahumana, más trata de adultos y niños, más explotación de los recursos minerales y naturales, más contaminación y calentamiento global. Más secuestros, sin amor, respeto y temor a Dios y a su Creación. Más endeudamiento, más lujo y usura, más naciones y países empobrecidos, mientras que otros colonialistas modernos e imperialistas se enriquecen, de la explotación descarada por lucrar materias primas y recursos fósiles o naturales a nivel



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local o entre naciones. Hay una saciedad hasta el hartazgo de ambición, aunque irrefrenable, porque entre más se tiene más se quiere. La Biblia dice acerca del enriquecimiento, ya sea ilícito o lícito, pero igualmente desmesurado o exagerado:

“Ea ya ahora, oh ricos, llorad aullando por vuestras miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas: vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están corrompidos de orín; y su orín os será en testimonio, y comerá del todo vuestras carnes como fuego. Os habéis allegado tesoro para en los postreros días. He aquí, el jornal de los obreros que han segado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado de vosotros, clama; y los clamores de los que habían segado, han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis cebado vuestros corazones como en el día de sacrificios. Habéis condenado y muerto al justo; y él no os resiste” (Santiago 5.1 al 6 – RVR1909).

Otra distorsión, distractores y ruido son las corrientes filosóficas, costumbres, culturas, diversión, entretenimientos, espectáculos, estilos de vida, gustos, hábitos, las ideologías, ídolos, modas, mundanalidad, ociosidad y pereza, populismo, preferencias, religiones, tendencias y tradiciones: “Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? Cualquiera pues que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4.4 – RVR1909). La amistad al mundo se refiere a todo lo que resta el primer lugar de Dios Padre y su Hijo Jesucristo, porque suprime la verdadera adoración, alabanza, gloria y honra. Inclusive se requiere renunciar a estos distractores, para verdaderamente tomar la cruz de Cristo, seguir sus pasos como discípulo y practicante. De lo contrario impera y reina lo superfluo, lo no necesario, que está de más y es perecedero. Jesucristo dice:



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“El entonces respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde mi mocedad. Entonces Jesús mirándole, amóle, y díjole: Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes, y da á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Mas él, entristecido por esta palabra, se fué triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor, dice á sus discípulos: ¡Cuán dificilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Y los discípulos se espantaron de sus palabras; mas Jesús respondiendo, les volvió á decir: ¡Hijos, cuán dificil es entrar en el reino de Dios, los que confían en las riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el reino de Dios. Y ellos se espantaban más, diciendo dentro de sí: ¿Y quién podrá salvarse?” (Marcos 10.20 al 26 – RVR1909).

Así está escrito: “Y muchos de sus discípulos oyéndo lo, dijeron: Dura es esta palabra: ¿quién la puede oir? Y sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, díjoles: ¿Esto os escandaliza? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del hombre que sube donde estaba primero?” (Juan 6.60 al 62 – RVR1909). Cuando hay tanta interferencia e irrupción, que se interpone entre el ser humano, interrumpe la comunicación y relación con Dios Padre, por la mediación directa de su Hijo Jesucristo, entonces es válida la pregunta: ¿Y quién podrá salvarse? Pero, la crucifixión, resurrección y ascensión de Jesucristo de ninguna manera fue en vano, porque ha dejado el poder del Espíritu Santo para continuar su acción y obra.


A través de la búsqueda ideal del anhelo y aspiración de alcanzar la capacidad de un cumplidor observador espiritual, se logra identificar y reconocer una crítica visual de todas las convenciones sociales que son inmorales. El control y la manipulación de la información inmoral, encubre la realidad de iniquidad, con la apariencia y ficción de bienestar en el



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momento, que desorienta y crea una confusión, inclusive la ceguera espiritual. Para contrarrestar el afán, ambición y codicia del poder en el dinero, fama y éxito materialista, que es contrario a lo espiritual, debido a lo superfluo de la vida; se requiere un mayor nivel de conocimiento e información de trascendencia espiritual. Llegar al mayor éxito moral y a la percepción moral en la vida, a través de los ojos espirituales, vemos consecuentemente la verdadera injusticia, sin llegar a ser consumidos por la vanagloria. Jesucristo es el verdadero poder, que nos hace mejores personas libres, tanto espiritual como social, con una elevación en profundidad de intuición y percepción espiritual, para salvación de la maldad de este mundo y la recompensa de vida eterna en el reino celestial.

En el siguiente análisis del caso de la analogía entre los habitantes de una ciudad con el conocimiento natural, que escuchaban a Simón el mago, que seguidamente representan el conocimiento espiritual, cuando escuchan a Felipe con el anuncio del evangelio del reino de Dios Eterno y el nombre de Jesucristo, también Simón el mago cree y se bautiza, aunque permanece apegado a lo natural en amargura y maldad, luego tanto Felipe, como Pedro y Juan, simbolizan el conocimiento celestial, al compartir el poder del Espíritu Santo con otros:


“Y había un hombre llamado Simón, el cual había sido antes mágico en aquella ciudad, y había engañado la gente de Samaria,... Mas cuando creyeron á Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. El mismo Simón creyó…, habiendo oído que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron á Pedro y á Juan: Los cuales venidos, oraron por ellos, para que recibiesen el Espíritu Santo;... Y como vió Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero,… Entonces Pedro le dijo… Arrepiéntete pues de esta tu maldad, y ruega á Dios,…” (Hechos 8.9 al 24 – RVR1909).


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VI) LA LEALTAD A JESUCRISTO EN LA EDAD DEL CALENTAMIENTO GLOBAL


El tiempo después de Cristo se divide en dos tiempos: el tiempo de la apostasía y el tiempo del fin. La apostasía del anticristianismo se caracteriza por las fuerzas y movimientos contrarios a Cristo (anticristos), por ejemplo, la persecución y muerte a sus seguidores. Jesucristo dijo lo siguiente acerca de los fieles y leales a su causa: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia: porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando os vituperaren y os persiguieren, y dijeren de vosotros todo mal por mi causa, mintiendo. Gozaos y alegraos; porque vuestra merced es grande en los cielos: que así persiguieron á los profetas que fueron antes de vosotros” (Mateo 5.10 al 12 – RVR1909). Obsérvese como Jesucristo menciona que esta persecución es basada en la mentira. También parece que la existencia de una reacción contraria a Jesucristo es debido a un desconocimiento hacia Dios Padre o por la ignorancia:


“Si el mundo os aborrece, sabed que á mí me aborreció antes que á vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; mas porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso os aborrece el mundo. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: No es el siervo mayor que su señor. Si á mí mé han perseguido, también á vosotros perseguirán: si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Mas todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado” (Juan 15.18 al 21 – RVR1909).


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El tiempo del fin es la etapa previa a la segunda venida de Jesucristo. En el caso del anuncio desde el primer siglo, acerca de la inminente segunda venida de Jesucristo, a pesar de esta inminencia, ha sido imprescindible la etapa de la apostasía: “Y como hubieron anunciado el evangelio á aquella ciudad, y enseñado á muchos, volvieron á Listra, y á Iconio, y á Antioquía, Confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles á que permaneciesen en la fe, y que es menester que por muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hechos 14.21 al 22 – RVR1909). Estas tribulaciones ya han sido cumplidas durante todo el trascurso del tiempo de la apostasía, por esta razón previo a cumplir la segunda venida de Jesucristo, es necesario y requerimiento dicha apostasía: “No os engañe nadie en ninguna manera; porque no vendrá sin que venga antes la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición” (2 Tesalonicenses 2.3 – RVR1909). Debido a que la apostasía y la manifestación del hombre de pecado que es hijo de perdición, es posterior a la primera venida del Señor Jesucristo, entonces corresponde al surgir de un sistema de pensamiento y sentimiento anticristo, por parte de los seres humanos en su conjunto, esto significa a continuación que se trata de un sistema anticristiano.


Algunos de los seguidores de Jesucristo del primer siglo, cayeron en desempleo, desocupación y hasta vagancia, por la espera inminente de la segunda venida de Jesucristo en cualquier momento: “Porque aun estando con vosotros, os denunciábamos esto: Que si alguno no quisiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que andan algunos entre vosotros fuera de orden, no trabajando en nada, sino ocupados en curiosear” (2 Tesalonicenses 3.10 al 11 – RVR1909). Otros daban la segunda venida de Jesucristo como tardada: “El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Mas el día del Señor vendrá como ladrón en la noche…” (2 Pedro 2.9 al 10 – RVR1909). Mientras tanto, otros afectan la fe al alegar que la resurrección esperada ya había



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pasado: “Y la palabra de ellos carcomerá como gangrena: de los cuales es Himeneo y Fileto; Que se han descaminado de la verdad, diciendo que la resurrección es ya hecha, y trastornan la fe de algunos” (2 Timoteo 2.17 al 18 – RVR1909).

En todo caso desde el primer siglo se espera la segunda venida de Jesucristo de forma repentina y sorpresiva en cualquier momento. Porque el Señor vendrá como ladrón en la noche sin avisar, inesperado en quien está sin preparar:


“Empero acerca de los tiempos y de los momentos, no tenéis, hermanos, necesidad de que yo os escriba: Porque vosotros sabéis bien, que el día del Señor vendrá así como ladrón de noche, Que cuando dirán, Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción de repente, como los dolores á la mujer preñada; y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sobrecoja como ladrón; Porque todos vosotros sois hijos de luz, é hijos del día; no somos de la noche, ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás; antes velemos y seamos sobrios” (1 Tesalonicenses 5.1 al 6 – RVR1909).

¿Cuál es esta paz y la seguridad que dirán antes de la destrucción repentina? La Biblia dice que a la segunda venida de Jesucristo, quienes habitan el planeta están con una vida cotidiana de toda normalidad, como si no estuviera pasando ningún tipo de gravedad mundial, sino una rutina normal:


“Y como fué en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, los hombres tomaban mujeres, y las mujeres maridos, hasta el día que entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y destruyó á todos. Asimismo también como fué en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban,


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edificaban; Mas el día que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y destruyó á todos: Como esto será el día en que el Hijo del hombre se manifestará” (Lucas 17.26 al 30 – RVR1909).

Entonces, ¿cuál es la relación que se hace cuando digan paz y seguridad? La respuesta hace referencia a la Edad del Calentamiento Global. La disminución del ozono y el agujero en el mismo se ha regenerado con el paso del tiempo, con la posibilidad de estabilidad a las condiciones del siglo pasado. La paz y seguridad está en función de un máximo de un grado adicional a la temperatura promedio del planeta. Es un margen de sostenibilidad para la conservación al límite del tope ideal y permisible. Mientras la temperatura atmosférica terrestre se conserve y mantenga, el ser humano dirá paz y seguridad. Lo grave del asunto es que la realidad es otra, cuando la temperatura se incremente en el umbral superior a un grado y medio, hasta dos grados o dramáticamente tres grados, se vendrá una destrucción repentina a nivel mundial. Hay una analogía al respecto: “Porque como el relámpago, relampagueando desde una parte de debajo del cielo, resplandece hasta la otra debajo del cielo, así también será el Hijo del hombre en su día” (Lucas 17.24 – RVR1909). Además:


“Y entonces será manifestado aquel inicuo, al cual el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; A aquel inicuo, cuyo advenimiento es según operación de Satanás, con grande potencia, y señales, y milagros mentirosos, Y con todo engaño de iniquidad en los que perecen; por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por tanto, pues, les envía Dios operación de error, para que crean á la mentira; Para que sean condenados todos los que no creyeron á la verdad, antes consintieron á la iniquidad” (2 Tesalonicenses 2.8 al 12 – RVR1909).


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Este resplandor en su venida, que podría representar la luz fuerte de la gloria, honra y nobleza de Jesucristo, pero en términos de significado tendría relación con la intensidad de los rayos ultravioleta, olas de calor, las altas temperaturas por efecto invernadero, el calentamiento y aumento del nivel de los océanos, con grandes oleajes e inundaciones, incendios forestales y problemas atmosféricos. En general tiene relación con el cambio climático provocado por mayor radiación solar, la amenaza nuclear y la afectación catastrófica al sistema ecológico y medio ambiente global. El engaño y mentira es la negación de la existencia de un Creador y de una creación dañada con el cambio climático, porque se toma el lugar de Dios, para disponer el destino y rumbo de la humanidad, cuando se niega la amenaza evidente de calentamiento global. Se ejecuta una operación contraria a Jesucristo y adversa a Dios Padre, con un sistema inicuo que prioriza y endiosa el enriquecimiento industrial, con la gran potencia, señales y milagros del progreso económico, generación de riqueza y el consumismo exacerbado. Donde el dios de este mundo es la acumulación y generación de dinero, sin importar el daño a la flora, fauna y naturaleza en general. Cuando se salga de control el calentamiento global, solamente dependeremos de Dios para subsistir, a pesar de la arrogancia y prepotencia del ser humano e inicua administración y gobierno del planeta.


La Biblia contiene expresiones y palabras claves en todo el conjunto de su literatura, las cuales actúan como llaves para abrir la puerta del conocimiento en su mayor plenitud de comprensión y entendimiento. Dios dice: “Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová…” (Jeremías 9.24 – RVR1909). Se requiere conocer y entender a Dios, pero Jesucristo dice a algunos: “Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos…” (Juan 4.22 – RVR1909). Hay quienes adoran pero en realidad están sin conciencia de lo que adoran. La mujer samaritana responde a Jesús: “Dícele la mujer: Sé que el Mesías ha de venir, el cual se dice el Cristo: cuando él viniere nos declarará todas las cosas. Dícele Jesús: Yo soy, que hablo



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contigo” (Juan 4.25 al 26 – RVR1909). Según este testimonio, creían que Cristo les declararía todas las cosas. Jesús dice: “Y decía también á las gentes: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y es así. Y cuando sopla el austro, decís: Habrá calor; y lo hay. ¡Hipócritas! Sabéis examinar la faz del cielo y de la tierra; ¿y cómo no reconocéis este tiempo?” (Lucas 12.54 al 56 – RVR1909).

Jesucristo menciona el desconocimiento de algunos en reconocer las señales de los tiempos, en alusión a los tiempos del fin. Los discípulos le preguntan: “Y sentándose él en el monte de las Olivas, se llegaron á él los discípulos aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?” (Mateo 24.3 – RVR1909). En relación con la venida de nuestro Señor Jesucristo y el fin del mundo, Jesús dice: “Por tanto, también vosotros estad apercibidos; porque el Hijo del hombre ha de venir á la hora que no pensáis” (Mateo 24.44 – RVR1909). Las personas no saben el momento de la segunda venida de Jesucristo, ni piensan en este acontecimiento, porque se quedan sin estar preparados para el magno recibimiento. Esto significa que estar apercibido es prepararse y disponer lo necesario para dicha preparación. Además en los casos que no se piensa en determinada situación se requiere advertir, tomar conciencia y darse cuenta. Jesucristo lo confirma: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir” (Mateo 25.13 – RVR1909). Velar incluye observar atentamente, cuidar con detalle y esmero, estar a la espera y expectativa de lo que acontezca, según la profecía bíblica.


Una de las señales principales es la siguiente: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio á todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.14 – RVR1909). Esta predicción se cumple con la invención tecnológica de las telecomunicaciones, iniciada con la radio, seguida de la televisión, satélite de comunicaciones y finalmente con el internet. El evangelio del reino ha sido predicado en todo el mundo, esta parte está en cumplimiento,



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delimitado por la expresión a todos los gentiles: “… hasta que haya entrado la plenitud de los Gentiles” (Romanos 11.25 – RVR1909). ¿Cuándo se cumple la totalidad o plenitud de los gentiles? Jesucristo dijo: “… hasta que los tiempos de las gentes sean cumplidos” (Lucas 21.24 – RVR1909). Este tiempo lo decide y determina Dios Padre en su sola potestad: “Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre” (Marcos 13.32 – RVR1909). La predicción inicial se cumple con la invención tecnológica de las telecomunicaciones, la siguiente predicción se traslapa y se lleva a cabo con la Edad del Calentamiento Global: “Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y en la tierra angustia de gentes por la confusión del sonido de la mar y de las ondas: Secándose los hombres á causa del temor y expectación de las cosas que sobrevendrán á la redondez de la tierra: porque las virtudes de los cielos serán conmovidas” (Lucas 21.25 al 26 – RVR1909).

El significado de secar es extraer la humedad debido al aire o calor, especialmente con el efecto invernadero o la vaporización, por consiguiente la pérdida del equilibrio con el cambio climático. Esto provoca en los seres humanos gran temor y expectación, por lo que sobreviene a la atmósfera terrestre o redondez de la tierra, relacionado con la parte gaseosa de la tierra. La venida del tiempo del fin se cumple con la predicación del evangelio del reino en todo el mundo, hasta que se cumpla la entrada de la plenitud de los gentiles. Esta predicación a todo el mundo se ayuda con la innovación de las tecnologías, radio, televisión, satélites de comunicación e internet. Además se traslapa con la predicción de la Edad del Calentamiento Global, desde la reducción de la capa de ozono y el agujero en la misma, hasta nuestros tiempos con el desarrollo de la tercera revolución industrial. El aumento del dióxido de carbono, trae consigo la consecuencia de mayor retención de calor atmosférico y sobrecalentamiento global, aunado al gran aumento de población y la necesidad de explotación, extracción y producción industrial. La Edad del



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Calentamiento Global se inicia con la reducción de la capa de ozono y el proceso de formación de un agujero en la misma.

La problemática en el ozono tiende a regenerar, pero el aumento de población y del avance de cada revolución industrial contemporánea son inevitables, por consiguiente, la generación en aumento del dióxido de carbono, con la consecuencia de mayor retención de calor atmosférico y sobrecalentamiento global. El efecto del derretimiento de los glaciares, por ejemplo, el deshielo del Ártico y el consecuente aumento en el nivel de los océanos. Esto se agrava con el calentamiento del agua, el calentamiento solar influye en la temperatura atmosférica y la generación de fuertes vientos, como grandes olas del mar manifestados como ondas y oscilaciones, ya sean atmosféricas o marinas. Se incrementa el riesgo de las inundaciones. Hay un aumento en el nivel, ondas y sonido del mar, que causan mucha confusión entre los seres humanos. A esta problemática se suma el constante incremento de la contaminación ambiental y la posibilidad de afectar los acuíferos o fuentes de agua potable. Además de la acostumbrada contaminación por el uso de combustibles fósiles y los crecientes incendios forestales, por consiguiente la amenaza latente del deterioro para los océanos y la vida marina. La destrucción como contrario a la creación de Dios.


La combinación de aumento en la ciencia, fue anunciado por el profeta Daniel para el tiempo del fin, por consiguiente la industria y la tecnología: “Tú empero Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin: pasarán muchos, y multiplicaráse la ciencia” (Daniel 12.4 – RVR1909). Este tiempo del fin se asocia al aumento de la ciencia, porque concuerda con el tiempo del fin del sistema de gobierno humano, debido a que adversan la administración del planeta como si fueran dioses contra el Dios Creador: “Mas el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella están serán quemadas. Pues como todas estas cosas han de ser



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deshechas, ¿qué tales conviene que vosotros seáis en santas y pías conversaciones, Esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos siendo encendidos serán deshechos, y los elementos siendo abrasados, se fundirán?” (2 Pedro 3.10 al 12 – RVR1909). Hay un incremento de la temperatura de la atmósfera terrestre. La angustia de los seres humanos por la confusión de las ondas y del sonido en el mar, se debe al rozamiento de las ondas con la superficie del agua o con el gas de la atmósfera, provocando un aumento de la transformación en calor.

En el caso de la propagación del sonido, es mayor por las altas temperaturas del mar, esta es la causa del estruendo y retumbo, confusión y bullicio percibido por ciertas zonas de la población mundial: “En un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15.52 – RVR1909). Semejante es el estruendo y retumbo que anunciará la venida del Señor: “Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero: Luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes á recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4.16 al 17 – RVR1909). Mediante la misma tecnología de televisión e internet, tanto del lado de oriente del planeta como del lado de occidente: “Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre” (Mateo 24.27 – RVR1909), el mundo presenciará el acontecimiento final y serán testigos de lo sucedido: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra se lamentarán sobre él. Así sea. Amén” (Apocalipsis 1.7 – RVR1909). Esta es la importancia de conservar la fidelidad y lealtad a Jesucristo al final de la Edad del Calentamiento Global: “Porque es justo para con Dios pagar con tribulación á los que os atribulan; Y á vosotros, que sois atribulados, dar reposo con nosotros,



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cuando se manifestará el Señor Jesús del cielo con los ángeles de su potencia, En llama de fuego, para dar el pago á los que no conocieron á Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses 1.6 al 8 – RVR1909).

El tiempo del fin se inicia con el siglo veinte en el año 1900, con el auge, crecimiento y desarrollo de la tecnología hasta nuestros días, especialmente con la invención de la radio, televisión, satélites de comunicaciones e internet, estos medios son importantes para que se cumpla la siguiente escritura: “Y a todas las gentes conviene que el evangelio sea predicado antes” (Marcos 13.10 – RVR1909). En este mismo siglo sucede traslape, del inicio de la Edad del Calentamiento Global, con la reducción del ozono y el descubrimiento de un agujero en el mismo. Aunque la capa de ozono se regenera el calentamiento global sigue su curso infinito. La Biblia misma menciona a los que destruyen el planeta: “Y se han airado las naciones, y tu ira es venida, y el tiempo de los muertos, para que sean juzgados, y para que des el galardón á tus siervos los profetas, y á los santos, y á los que temen tu nombre, á los pequeñitos y á los grandes, y para que destruyas los que destruyen la tierra” (Apocalipsis 11.18 – RVR1909). El siglo veinte ofrece la combinación de la técnica, tecnología y las comunicaciones, a saber, las telecomunicaciones y la mayor industria, de manera que dan forma a la tercera revolución industrial, por consiguiente la continuación y reforzamiento del calentamiento global. El siglo veintiuno destaca por la digitalización mundial, desarrollo de la inteligencia artificial, incremento de la ciencia e impulso al surgir de una cuarta revolución industrial. Previo a las predicciones anteriores en alusión al inicio de 1900 con el tiempo del fin, el aumento de la maldad y el pecado, al llegar el siglo veinte, antes se vive la época o período apóstata, entre el siglo primero y diecinueve:


“Sabiendo primero esto, que en los postrimeros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, Y diciendo: ¿Dónde está la promesa


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de su advenimiento? porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. Cierto ellos ignoran voluntariamente, que los cielos fueron en el tiempo antiguo, y la tierra que por agua y en agua está asentada, por la palabra de Dios; Por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua: Mas los cielos que son ahora, y la tierra, son conservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio, y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3.3 al 7 – RVR1909).

Esta apostasía corresponde a una forma de vida del ser humano, a la vez una filosofía de vida, donde se presenta un tipo de ignorancia a conveniencia, o sea, voluntaria, porque fingen ser desentendidos. Al término del tiempo se finaliza con la perdición de los hombres impíos: “Y dijo: Anda, Daniel, que estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del cumplimiento. Muchos serán limpios, y emblanquecidos, y purificados; mas los impíos obrarán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero entenderán los entendidos” (Daniel 12.9 al 10 – RVR1909). Esta época o período de apostasía es la rebeldía de la impiedad, en alzada y rebelión contra la autoridad de Dios, sin amor ni respeto a la consagración y santidad a Jesucristo, en absoluto abandono, deserción, negación, renuncia, repudio y traición hacia el ejemplo y modelo de vida de Jesús: “No os engañe nadie en ninguna manera; porque no vendrá sin que venga antes la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, Oponiéndose, y levantándose contra todo lo que se llama Dios, ó que se adora; tanto que se asiente en el templo de Dios como Dios, haciéndose parecer Dios” (2 Tesalonicenses 2.3 al 4 – RVR1909). Desde el primer siglo hasta nuestros días se ha manifestado por dos mil años, un sistema reinante contrario a la creencia y práctica de Jesucristo, que aprisiona y asesina a sus seguidores. El mismo ser humano ha llevado al mundo a una primera y a una segunda guerra mundial, sin respetar



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el derecho a la vida, ejerciendo un dominio e imponiendo su propia voluntad, como si fuera la voluntad infalible de Dios.

La apostasía inicia en el primer siglo con el santo mártir Esteban: “Y apedrearon á Esteban, invocando él y diciendo: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó á gran voz: Señor, no les imputes este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió” (Hechos 7.59 al 60 – RVR1909). Durante todo el período previo al tiempo del fin, se mantuvo caracterizado por la muerte y persecución a los seguidores de Jesucristo: “Otros experimentaron vituperios y azotes; y á más de esto prisiones y cárceles; Fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos á cuchillo; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; De los cuales el mundo no era digno; perdidos por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra” (Hebreos 11.36 al 38 – RVR1909). En la segunda carta a los Tesalonicenses se hace mención de este sistema apóstata, dictatorial, imperial y opresor, donde prescinden de Jesucristo y no quieren formar y tener parte con él: “¿No os acordáis que cuando estaba todavía con vosotros, os decía esto? Y ahora vosotros sabéis lo que impide, para que á su tiempo se manifieste. Porque ya está obrando el misterio de iniquidad: solamente espera hasta que sea quitado de en medio el que ahora impide” (2 Tesalonicenses 2.5 al 7 – RVR1909). Aquí el autor menciona en la segunda carta a los Tesalonicenses, una alusión en forma indirecta del Imperio romano, que en el código y lenguaje simbólico se describe y detalla en el escrito del Apocalipsis o Revelación. La solución inevitable es la inminente segunda venida de Jesucristo, para detener o suspender la imposición de persecución y muerte a sus seguidores, con la premisa que a su debido tiempo urge.


Lo lamentable del caso es que el Imperio romano a pesar de su cristianización, posteriormente como una organización religiosa, también se practica la persecución y muerte de sus oponentes. Se ven envueltos en marañas de engaño y mentira como verdugos, a través de lo que llaman las guerras santas e



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inquisición, con crímenes anticristos del sistema contrario a Cristo. Esto equivale a una lamentable mancha en la historia eclesiástica, que solo se olvidará permanente con la segunda venida de Jesucristo, para pagar a cada responsable de las acciones contrarias al ejemplo, enseñanza y modelo de Cristo.


Luego la Iglesia, tanto con sede central en Roma como de origen protestante, dejan de buscar, perseguir y matar a los llamados como herejes, pero surgen las doctrinas y naciones contrarias a Cristo, que continúan la aprensión, persecución y muerte de muchos cristianos hasta nuestros días. Este sistema previo al tiempo del fin, representa las políticas del ser humano y gobiernos dictatoriales, que se imponen en beneficio de unos y perjuicio de otros, ya sean a nivel interno de una cultura, etnia, nación o a nivel internacional. Se hace mayor y claramente visible cuando asesinan o encarcelan a quienes se oponen al sistema. El Apocalipsis o Revelación es un claro ejemplo de un código o lenguaje en clave, señal y en símbolo. Se describe indirectamente los alcances del Imperio romano opresor en la persecución y muerte de los cristianos: “Y cuando él abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos por la palabra de Dios y por el testimonio que ellos tenían. Y clamaban en alta voz diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra? Y les fueron dadas sendas ropas blancas, y fuéles dicho que reposasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completaran sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos” (Apocalipsis 6.9 al 11 – RVR1909).


También en la colonización y conquista en el continente Americano y otras latitudes del planeta, inclusive los mismos colonos llamados cristianos o naciones llamadas cristianas. En todo caso la segunda de Tesalonicenses hace alusión o referencia a un sistema, con la criminalidad de matar a su prójimo, por cualquier clase de justificación o pretexto y con la impunidad de sus malos actos, que discrimina y excluye el ejemplo, enseñanza, mensaje y modelo de vida de Jesucristo.



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Esta impunidad llega hasta que Dios mismo tome medidas finales al respecto, como dice el profeta Sofonías: “Por tanto, esperadme, dice Jehová, al día que me levantaré al despojo: porque mi determinación es reunir las gentes, juntar los reinos, para derramar sobre ellos mi enojo, todo el furor de mi ira; porque del fuego de mi celo será consumida toda la tierra” (Sofonías 3.8 – RVR1909). Por esta razón, Dios que es Amor, corrige como un Dios Justo, que retribuye con castigo al injusto, malvado y perverso, por causa del precedente de mal y pecado cometido. Además por la falta de compromiso y de la responsabilidad, que el ser humano tiene que asumir, ya que se hace justicia a manera de una purificación, a través de la consumación con el fuego del Eterno: “Así que, tomando el reino inmóvil, retengamos la gracia por la cual vamos á Dios agradándole con temor y reverencia; Porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12.28 al 29 – RVR1909).

El humano tiene que asumir su propia responsabilidad, como administrador y mayordomo, porque por su infidelidad y su negligencia, además de destruir a quienes están a su alrededor, destruye el planeta mismo con su contaminación y corrupción, en todo el ámbito legal y social. El Apocalipsis entre su simbología menciona que por causa del calor, los seres humanos en lugar de convertirse a Dios para clamar auxilio, y dar la gloria y honra a Dios, proceden a blasfemar contra Dios por el excesivo calor: “Y oí á otro del altar, que decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos. Y el cuarto ángel derramó su copa sobre el sol; y le fué dado quemar á los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el grande calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene potestad sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria” (Apocalipsis 16.7 al 9 – RVR1909). La preparación previa en el ser humano requiere el cambio con persistencia de la actitud perjudicial. Saber y tener las herramientas espirituales del ser interior, provee una poderosa decisión, que afronta el estrago y problemática del mal y del pecado, tanto en el mundo actual como futuro, durante el transcurso del tiempo final o tiempo del fin.



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CAPÍTULO 1: LA TRANSICIÓN A LOS TRES TIPOS DE CONOCIMIENTO


Así como las actitudes fortalecen la sociabilidad y las buenas relaciones interpersonales, los principios y valores espirituales perfeccionan la personalidad y la consideración del bien en cada acto. En este caso la desidia espiritual es el descuido por la falta y negligencia, de la aplicación de los principios y valores espirituales. Interviene la mezcla del acto intelectivo de la facultad o virtud del entendimiento, con el acto volitivo en el ejercicio de la voluntad, según la jerarquía o prioridad de la escala de principios y valores propios de la persona. Distinguir el bien con la intención y voluntad para actuar, al asumir las consecuencias con el compromiso y responsabilidad, forma y refuerza el carácter personal y el deber del acto moral, para guiar por la justicia y el buen camino. Hay una voz interior que dictamina y es inherente al ser humano, pero su actitud y consciencia varía según su capacidad de dignidad y respeto, hacia sí mismo y a otras personas, de manera esencial cuando se trata del respeto, reverencia y sumisión que se tiene hacia Dios. La persona se obliga como un deber moral, pero desde su propia iniciativa y voluntad, con la práctica de la asertividad, empatía y justicia, entre otros principios y valores espirituales y morales, como el sentimiento de afecto, cariño, compasión, júbilo y ternura.


La pericia pertinente en lo que es espiritual, envuelve e involucra la experiencia a otro nivel de conocimiento, como fundamento convincente y evidente de la evidencia empírica, esmero, habilidad y práctica, según el grado y ubicación en este conocimiento. La pericia espiritual permite animar y motivar la intención y voluntad al autocontrol y dominio espiritual. Lo que es digno y tiene valor, es conocido como la



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axiología, de la disciplina filosófica que estudia los valores como un saber y las corrientes o tendencias de pensamiento. Debido a su variedad de interpretaciones, por la situación cultural y étnica, es que Dios establece principios y valores estándares, que rigen a manera universal en todo el planeta. El esfuerzo y valentía se consideran como altos estándares: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será contigo en donde quiera que fueres” (Josué 1.9 – RVR1909). El conocimiento natural autodestructivo, se traslapa en algún momento con el tipo de conocimiento de fuente espiritual, pero en el caso del predominio final, es mejor la superposición de lo espiritual por sobre lo natural. Los asesores, consejeros, especialistas, expertos, orientadores espirituales, profesionales y terapeutas en crecimiento y desarrollo personal, motivan y recomiendan que el valor de uno sea por el “soy” y no por lo que se tiene o se posee en capacidad adquisitiva y los bienes materiales y superfluos. El valor del individuo y su propia personalidad individual, es el “es” o el “ser” como persona. La precaución de esta valoración es mejorar la constancia, continuidad y perseverancia, como buscador persistente de la verdad, con un enfoque que supere lo natural, que espiritualmente sea la mejor persona de crecimiento, desarrollo, madurez espiritual.

La buena voluntad de hacer el bien, implica madurez. El ser humano tiene sus anhelos y aspiraciones en relación con objetivos y metas en la vida. El grado de avance de madurez, determina sus decisiones para alcanzar o lograr sus objetivos y metas. La persona responde por las consecuencias de sus actos, consciente y libremente, según su compromiso, respeto y responsabilidad, a pesar de que se cumplan o no, dichos objetivos y metas. Se requiere de resiliencia para enfrentar cualquier tipo de frustración con aceptación y resignación. El sentido común en relación con la capacidad de comprender o entender razonablemente, de acuerdo al buen juicio, sensatez y la coherencia, aunado al sentido de vida y al sentido de comunidad, ofrece la posibilidad de armonizar en comunión consigo y con otras personas afines a su propósito de vida.



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La gravedad de vivir con una dirección apegada solo a lo natural, es una vida de profanación. Esta gravedad consiste en la acción o el acto de profanar, que se consuma con la forma de vivir, mediante la falta del debido respeto y reverencia a lo sagrado de la vida, al deber y obligación hacia Dios. Por lo cual, se requiere una intransigente y radical demostración de un camino, proceso y sentido de perfección ineludible, en un mundo tan desordenado e imperfecto, en medio de la anarquía y caos ético - moral. Se conjugan la intención y la voluntad, para la toma de las decisiones, según la personalidad de cada uno y su compromiso de respeto y responsabilidad personal y social. La moral es parte de la vida y es inevitable para lograr un orden en el diario vivir, las disciplinas de la filosofía y la teología promueven una ética aplicable en la cotidianidad. Se dice que la persona malvada y pecadora, recibe su merecido con el castigo y consecuencia de su misma maldad y pecado, o sea, practicar el mal y pecar como una normalidad sin consciencia ni remordimiento, es su propia consecuencia y castigo. Las buenas costumbres se apegan a la moral y es congruente con los principios y valores éticos. Tanto la ética como la moral van de la mano, para una consciencia con dignidad y rectitud, la práctica del bien y una honestidad, sano juicio y sensatez que evite y resista el mal.


La ética y moral son alarmas que advierten la prevención necesaria para la consciencia, si hay algún indicio de duda que sea para descubrir y justificar la verdad. Esto posibilita conservar y mantener personas íntegras, con la probidad de la honradez, dentro de una sociedad corrupta y en detrimento social. El conocimiento natural por sí mismo o solo carece de espiritualidad, es decir, se encuentra en un estado natural de carencia espiritual, en la búsqueda de alcanzar o lograr una satisfacción natural, sin priorizar un interés por lo espiritual. Se requiere de ayuda y soporte a otro nivel de comprensión y entendimiento, ya que el conocimiento natural por sí solo no puede llenar el vacío de lo espiritual. Lo natural se limita o restringe a las necesidades elementales y las preocupaciones básicas naturales, de su propia intención y voluntad natural.



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Por más obsesión subsistente de cumplir, llenar y satisfacer las expectativas de origen natural, siempre prevalece el vacío de frustración y soledad insatisfecha y reprimida. No hay bien material que llene el vacío de ausencia espiritual sin Dios.

En un extremo natural se encuentra el ser humano, al otro extremo celestial se encuentra Dios Padre. En medio está el puente espiritual entre lo natural y lo celestial. El Hijo está inmerso en el medio espiritual, para ser el camino y puerta de ingreso al conocimiento celestial. Esto es semejante a un código cifrado para conservar la seguridad de los datos, información y mensaje codificado. Para descifrar se requiere descodificar con la clave, contraseña o llave de encriptación. Esta analogía o simbología, es para dar a entender que sin el Hijo de ninguna manera hay camino o puerta hacia el Padre. En este caso y continuando con el sentido figurado y su significado, el virus informático es desacreditar la fe de y en Jesucristo, disminuir o eliminar su estimación y valor. El resultado final es la desinformación, desprecio, desinterés, ignorancia e indiferencia, con el anclaje solo en lo natural y la repulsión a lo espiritual. Esto impone la propia voluntad natural e impide la filtración hacia lo espiritual, con una barrera de separación. En este caso el conocimiento natural prevalece y representa vivir inmerso en oscuridad o tinieblas.


El conocimiento espiritual es vivir en la luz, pero no es cualquier luz, es la luz de Jesucristo. Una luz sin ningún claroscuro, sin ninguna clase de oscuridad o tinieblas. La luz es el conocimiento y revelación de Dios, es la consagración, gracia y santidad. La oscuridad o tinieblas es seguir una vida de mal y de pecado. Jesucristo y sus seguidores son la luz del mundo (Mateo 5.14). Las Escrituras dicen: “Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida”(Juan 8.12 – RVR1909). La luz genera y posibilita el discernimiento del crecimiento y desarrollo espiritual, el potencial para la salvación y la vida eterna. Mientras tanto, la oscuridad o tinieblas es vivir atado al pasado, a la adicción, hábito y vicio



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al pecado, esclavismo de enfermedad emocional y sentimental del desamor, egocentrismo y egoísmo, enojo, ira, miedo, odio, placer carnal, resentimiento y venganza, que se conoce como el vacío existencial del contenido de inteligencia espiritual.

Además, la actitud del despiadado e inmisericorde, es una destrucción de sí mismo o autodestrucción, porque aquel que no se compadece de los demás, perpetúa su gran altivez y arrogancia, con orgullo y soberbia de forma permanente. Las heridas profundas en la emoción y el sentimiento, causan un dolor y pesar que produce aflicción y tormento de desánimo y desmotivación, que inhibe cualquier deseo de espiritualidad. La persona se condena a sí mismo a vivir aprisionado en la misma condición o estado de ausencia espiritual. La prisión es el agobio y opresión de un falso alardeo de autosuficiencia perecedera de superficialidad, propio de una persona frívola y veleidosa en inconstancia de pensamiento, por consiguiente de comportamiento y conducta. Mientras que no se admita la obediencia firme y sumisión fiel y leal a Dios, la persona se estanca en el irrespeto, irresponsabilidad e irreverencia a una autoridad del Poder Superior o Ser Supremo, sin ningún tipo de temor a Dios. Asumir y tomar consciencia, al despertar del desconocimiento y de la ignorancia espiritual, nos acerca con fidelidad y lealtad a Dios y a su Hijo, al reconocer el castigo y consecuencias de nuestros propios actos reprochables. Es un reconocimiento de que nos castigamos a nosotros mismos con las maldades y pecados. Por lo tanto, se requiere un nacer de nuevo de las viejas estructuras de pensamiento negativo, con una nueva forma de actuar, pensar y ser, a través de un desaprender para aprender de nuevo como saber vivir mejor.


La ciencia de la fe o la fe de la ciencia, se ocupa de la actividad mental y del pensamiento humano en relación con la creencia espiritual. La fe es la confianza y seguridad en la creencia considerada como verdad. La alevosía viene a ser la traición, en el caso del árbol de la ciencia del bien y del mal, Adán y Eva cometen una especie de alevosía o traición contra la providencia de Dios. Descartan o desechan el amparo de



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Dios; adoptan una determinación de aislamiento y separación con Dios, surge la ironía de la autosuficiencia de quienes consideran bastarse por sí mismos. La fe es justificable y sustentable con la demostración y el razonamiento. Un sector de la ciencia concluye y trata con su erudición y saber, de emular la fe, para alcanzar o superar su máxima expresión en la resurrección de la muerte, a través de la búsqueda de la inmortalidad mediante la propia ciencia y tecnología. La falsa ciencia se vuelve el émulo de la fe, pero en realidad la misma fe es la ciencia de Dios, revelada y proveedora de la verdad.

La ciencia se esfuerza en conocer e investigar, para llegar a sus conclusiones, a un final del camino en el saber, pero se encuentra en un proceso interminable, mientras que Dios ya conoce completa la plenitud infinita de la sabiduría. Hay una compatibilidad entre la fe y lo racional, los mismos científicos han demostrado la pasión y la perseverancia de la fe en sus investigaciones, hasta conseguir con la esperanza y paciencia sus anhelos, aspiraciones, evidentes propósitos y objetivos de investigación. En el caso de la fe y la duda, la inestabilidad de la duda ofrece una indecisión, falta de resolución y voluble, en la aceptación, conformidad, convicción y credibilidad de la creencia a y en Dios. La fe no es ciega, la fe se piensa y se reflexiona, mientras que la práctica de la maldad y el pecado es injustificable, irracional e irreflexiva, sin entendimiento:


“Oid, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y engrandecílos, y ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce á su dueño, y el asno el pesebre de su señor: Israel no conoce, mi pueblo no tiene entendimiento. Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron á Jehová, provocaron á ira al Santo de Israel, tornáronse atrás. ¿Para qué habéis de ser castigados aún? todavía os rebelaréis. Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente” (Isaías 1.2 al 5 – RVR1909).


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Este modo figurado con su significado bíblico, tiene su análisis y explicación por parte de la ciencia, ética, filología, filosofía, historia, pedagogía, psicología, religión y teología, entre otras disciplinas académicas y científicas, de estudio e investigación. En el pasaje anterior se menciona la expresión que el “buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su señor”, pero el pueblo ni conoce ni entiende. Otro pasaje dice:


“Mas éstos, diciendo mal de las cosas que no entienden, como bestias brutas, que naturalmente son hechas para presa y destrucción, perecerán en su perdición, Recibiendo el galardón de su injusticia, ya que reputan por delicia poder gozar de deleites cada día. Estos son suciedades y manchas, los cuales comiendo con vosotros, juntamente se recrean en sus errores; Teniendo los ojos llenos de adulterio, y no saben cesar de pecar; cebando las almas inconstantes; teniendo el corazón ejercitado en codicias, siendo hijos de maldición” (2 Pedro 2.12 al 14 – RVR1909).

El ser humano observa, comprende y entiende, a partir de generar conocimiento con la deducción de lo general y de lo particular. Así es el conocimiento natural, del primero y segundo cielos, tanto en relación con nuestro planeta, como en el caso del cosmos en lo que respecta el espacio exterior a la Tierra. Observar la constelación de estrellas nos muestra la magnitud del universo hasta donde alcance nuestra vista, así es la mente extendidamente y proyectada hacia lo más alto, abierta hacia el tercer cielo en una sola energía con Dios. El camino del regreso o retorno a la santidad de Dios, desde Adán y Eva hasta nuestros días. Dios desde su habitación nos infunde e inspira ánimo de energía, que reanima y vivifica nuestra espiritualidad. La fe y el pensamiento de Dios influye nuestro pensamiento. Esto mejora el estado de ánimo de las emociones enfocadas en la espiritualidad, por consiguiente la sensación irrenunciable de bienestar y confianza en Dios. Lo



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contrario se encuentra en la autosuficiencia de evadir el conocimiento adquirido con la palabra de Dios, para justificar los actos reprochables que niegan su existencia. De esta manera vivir una vida ajena a su sagrada y santa voluntad.

La interiorización de la palabra de Dios, para incorporar el estilo o modo de vida espiritual en la manera de actuar, pensar y ser, requiere indispensablemente de una apertura voluntaria y convincente, de que sea Dios que tome el control de nuestra mente, para accionar el mejor pensamiento hacia una próspera consciencia espiritual: “El que encubre sus pecados, no prosperará: Mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia. Bienaventurado el hombre que siempre está temeroso: Mas el que endurece su corazón, caerá en mal” (Proverbios 28.13 al 14 – RVR1909). Esto implica, en especial, que requerimos del buen cuidado intensivo de Dios, para ser bienaventurados con la paz interior, que nos hace libres con su misericordia y nos provee de su temor. La dependencia absoluta hacia Dios, nos permite lograr la verdadera libertad de la engañosa autosuficiencia mental, de considerar que somos nuestros propios proveedores, tanto del control de las circunstancias, como de la dirección de nuestras vidas. La sabiduría consiste en depositar nuestra voluntad al servicio de la Autoridad Suprema de Dios. Este es el mayor propósito de la vida, de quienes tienen alguna aspiración de salvación y vida eterna. Es el mayor valor de la libertad espiritual en Dios y de independencia espiritual, que el apego sea para la espiritualidad de Dios, por lo tanto, la aversión y desapego a la esclavitud y rebeldía terrenal de la maldad y el pecado.


De ninguna manera somos dueños de nuestra vida, Dios nos libre de nuestro enemigo el mal, que nos hace creer con los malos pensamientos, que podemos hacer lo contrario a la voluntad de Dios, sin sufrir castigo o consecuencias. Estos son los dardos del mismo enemigo, los malos pensamientos. La creencia de que todo lo que sucede es inevitable y simples circunstancias o situaciones de la vida, que le puede pasar a cualquiera, sin ningún tipo de distinción de buena o mala



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persona. Que supuestamente, “según el criterio del mal”, la obra redentora de Jesucristo y el poder del Espíritu Santo no son necesarios, porque es libre quien toma sus decisiones amparado en el libre albedrío. Por el contrario, lo de Dios no es así, sino que el libre albedrío de Jesucristo fue renunciar a su propia voluntad, para hacer fiel y lealmente la voluntad del Padre. También el libre albedrío consiste en renunciar a la propia voluntad, para obedecer la voluntad plena de Dios. La vida abundante ofrecida por Jesucristo, es una vida espiritual y celestial, porque lo antagónico es la vida material y terrenal, que es finita, perecedera, superficial, superflua y temporal.

Jesucristo dijo: “El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir: yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10.10 – RVR1909). A manera de representación simbólica, el ladrón tiene relación con lo material y terrenal, la vida ofrecida por Jesucristo es la espiritual, la abundancia de vida espiritual es para la vida eterna celestial. Esto identifica los tres tipos de conocimiento, a saber, natural, espiritual y celestial. Otro ejemplo de analogía o comparación es el sueño de Jacob: “Y soñó, y he aquí una escala que estaba apoyada en tierra, y su cabeza tocaba en el cielo: y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac: la tierra en que estás acostado te la daré á ti y á tu simiente” (Génesis 28.12 al 13 – RVR1909). La escalera es el conocimiento espiritual, apoyada en la tierra simboliza el conocimiento natural, la altura de la escalera que tocaba el cielo, representa el conocimiento celestial. Esto transforma el pensamiento negativo y pesimista en optimista y positivo, para alcanzar, conservar y lograr la salud mental.


Jesucristo dijo: “Y dícele: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del hombre” (Juan 1.51 – RVR1909). El cielo abierto y el Hijo, significa el camino y la puerta al conocimiento celestial, los ángeles de Dios que



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suben y descienden, esto representa una conexión directa del conocimiento espiritual, semejante a la escalera del sueño de Jacob. La Biblia tiene muchos símbolos, cada simbología tiene una representación y un significado. En el caso de la parábola referida al buen samaritano (Lucas 10.29 al 37), los asaltantes o ladrones y el hombre con herida, representan el conocimiento natural, el levita y el sacerdote corresponden al conocimiento espiritual, el buen samaritano el conocimiento celestial. Otro ejemplo, cuando condenan a Jesús con una farsa de juicio, entre las autoridades romanas y gobernantes, los líderes económicos, políticos y religiosos, confabulan y conspiran en contra de Jesús. En este tiempo los sacerdotes, fariseos y saduceos, representan el conocimiento espiritual, los gobernantes y principales políticos son el conocimiento natural. Jesucristo es el conocimiento celestial, que transmite a sus discípulos la bienaventuranza del reino de vida eterna.


Jesucristo declara a su reino como fuera de este mundo (Juan 18.36), para recibir la vida eterna celestial, en relación con la salvación de la maldad y el pecado del mundo. Esto significa que interiorizar las acciones e ideas de Jesucristo, mediante su enseñanza y mensaje, es incorporarse como discípulo y mensajero de su reino espiritual. El asolamiento, daño, ruin o ruina, como estrago de perjuicio espiritual, es el rechazo y resistencia a lograr el grado máximo de perfección que ofrece Jesucristo, indispensable para tener una condición de vida con la presencia de Dios permanente. El despertar espiritual desde la consciencia del ser interior, contrasta la ceguera al conocimiento espiritual, en el cual algunos tienen dormitación o hasta una muerte espiritual. Este despertar posibilita una autoevaluación ético – moral, de los principios, valores y virtudes, para lograr una autoafirmación como protección y seguridad de su propia personalidad. La persona al conocerse a sí misma y reconocer su condición e identidad espiritual, logra admitir y aceptar su actuar compulsivo e impulsivo, injustificable e irreflexivo, pero ahora con la recién capacidad honesta de seguir mejorando espiritualmente, en el sano juicio y sensato de una pura y nueva vida, que es nacer



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de nuevo. Esto equivale a un renacer de la consciencia, para un despertar consciente de la espiritualidad de vida nueva.

La certeza o certidumbre de fe es obligación de cumplir la voluntad de Dios. La decisión de cuál camino seguir es de opción múltiple en el ámbito natural, pero es única en la dimensión espiritual. Solo hay un camino para adorar y servir a Dios en dirección a lo celestial. Esto exige claridad y salud mental, de principios, valores y virtudes que son espirituales, éticos y morales. Una actitud dispuesta a la integridad y la rectitud con Dios. Los pensamientos optimistas y positivos, con un estado sano emocional y sentimental. El crecimiento y desarrollo de habilidades psicosociales. Un ego bien enfocado, con un mayor y mejor control y dominio del temperamento. Además, que sea un ego solidario regido por un buen carácter y personalidad, con características y cualidades suficientes para una persona de bien. Así dice la Santa Biblia: “Porque si perdonareis á los hombres sus ofensas, os perdonará también á vosotros vuestro Padre celestial. Mas si no perdonareis á los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas” (Mateo 6.14 al 15 – RVR1909).


Alcanzar esta condición de una aceptación y resignación espiritual, posibilita dejar en manos de Dios su justicia en espera del tiempo de su voluntad: “No paguéis á nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si se puede hacer, cuanto está en vosotros, tened paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos; antes dad lugar á la ira; porque escrito está: Mía es la venganza: yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12.17 al 19 – RVR1909). Si nuestra decisión está basada en Dios, como una sola forma de resolver, entonces, al tomar en cuenta a Dios estamos eligiendo la mejor solución, para evitar la equivocación y malos entendidos entre el conocimiento natural y el conocimiento espiritual. La confianza y seguridad puesta en Dios, nos da serenidad y tranquilidad de que decidimos y hacemos bien, porque el resultado no nos va a defraudar, ya que es con la aceptación de la voluntad de Dios. Obedecer la



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Voz de Dios en su Palabra, puede considerarse una destreza o habilidad, especialmente como un don de la gracia de Dios, para ser una persona de buena intención y voluntad de bien.

En todo caso, el ser humano con la oportunidad de la vida puede retractarse de su mal camino, enmendar su vida y rectificar su rumbo, porque no estamos abandonados ni solos sino acompañados al caminar. Jesucristo dijo: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado: y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28.20 – RVR1909). Ahora bien, el pasado queda atrás como se le dijo a Lot y su familia: “Y fué que cuando los hubo sacado fuera, dijo: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas” (Génesis 19.17 – RVR1909). Y como dijo Pablo: “Hermanos, yo mismo no hago cuenta de haber lo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome á lo que está delante, Prosigo al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3.13 al 14 – RVR1909). Siempre adelante.


Se rescata la experiencia de vida, como el avance en la madurez e inspiración espiritual. Así se dijo en una ocasión, en la Escritura de Dios: “Examinadlo todo; retened lo bueno. Apartaos de toda especie de mal. Y el Dios de paz os santifique en todo; para que vuestro espíritu y alma y cuerpo sea guardado entero sin reprensión para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os ha llamado; el cual también lo hará” (1 Tesalonicenses 5.21 al 24 – RVR1909). Esta experiencia, madurez y propósito de vida, seguida de la visión espiritual hacia una visión celestial: “Estando pues poseídos del temor del Señor, persuadimos á los hombres, mas á Dios somos manifiestos; y espero que también en vuestras conciencias somos manifiestos” (2 Corintios 5.11 – RVR1909). El temor del Señor es debido a que caminamos en esta vida, por la fe espiritual de la buena voluntad y no por la vista natural del egoísmo y odio: “(Porque por fe andamos, no por vista;)” (2 Corintios 5.7 – RVR1909). Mediante el único poder



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transformador, que muda nuestra mente y corazón inclinado, tanto por fe como racional, hacia nuestro Dios y Salvador.

¿Cuál es la determinante del destino humano individual que no es trivial? El ser humano por naturaleza tiene una inclinación o tendencia al mal, pero no se nace bueno ni malo, sino indeciso para obedecer a Dios. Lo que pasa es que en su conocimiento natural, carece de importancia la visión espiritual que lo lleva a la visión celestial. Cuando se nace, lo constitutivo como esencial o fundamental es la condición de indeciso. ¿Cuál es esta visión espiritual hacia una visión celestial? La capacidad y facultad de ser a imagen de Dios, para apreciar y valorar la vida eterna. Además la capacidad y facultad de ser a semejanza de Dios, para apreciar y valorar la santidad. La indecisión de obedecer a Dios puede retrasar la toma de decisión hacia Dios, durante toda la vida del ser humano, desde su nacimiento hasta el día de su muerte. La disposición orgánica que atañe a la habilidad o la pericia espiritual para la vida, se encuentra en el corazón espiritual. La Biblia dice: “… porque Jehová mira no lo que el hombre mira; pues que el hombre mira lo que está delante de sus ojos, mas Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16.7 – RVR1909).


Jesucristo dijo: “Mas lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias” (Mateo 15.18 al 19 – RVR1909). ¿Del corazón natural o del corazón espiritual? Cuando miramos hacia lo alto, vemos la luna y las estrellas con un conocimiento natural, limitado y restringido solo a lo natural. Cuando miramos más allá de la luna y las estrellas con el conocimiento espiritual, sentimos en nuestro corazón espiritual, que es palpitar del llamamiento celestial. Nuestras emociones y sentimientos se vuelven espirituales. El Salmo dice: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; Y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Salmos 51.10 – RVR1909). La balanza equilibrada al nacer y que inclina nuestro destino al morir, está entre el bien espiritual o el desleal mal natural. La



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naturaleza misma nos enseña que la diferencia entre la fauna y el ser humano está en la factibilidad de santidad y vida eterna, a semejanza e imagen de Dios demostrado en Cristo.

¿Quiénes son solamente humanos y quiénes demuestran ser los humanos espirituales? El estado o condición de la espiritualidad está íntimamente ligada a lo celestial. Algunos filósofos daban futilidad a lo corporal, como poca o ninguna importancia frente al espíritu o el alma. Otros consideraban el cuerpo como la cárcel o la prisión del alma. ¿Qué significa esta filosofía dualista? Esta significa que algunos pensadores determinaban el alma como inmortal, mientras que el cuerpo como mortal. Otros afirman que los tiempos cambian y ahora hay más claridad y explicación de las teorías filosóficas. A pesar de la variedad de los objetivos y metas del ser humano inmerso en la dimensión natural, su integración corporal y mental, combinada con la función del espíritu de vida en la respiración, lo constituye un alma viviente. La diferencia con la espiritualidad, es que su único objetivo y meta es retornar a su dimensión celestial. Mientras que la persona que es solamente natural se conforma con la vida terrenal, sin interés en trascender lo espiritual para un destino celestial.


Esto corresponde a un tipo de renuncia a la salvación y vida eterna. Pero, se podría determinar como un enigma, o sea, que es de difícil interpretación el saber si la renuncia a la salvación y a la vida eterna es una renuncia involuntaria o voluntaria. La Biblia dice: “Que siempre aprenden, y nunca pueden acabar de llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Jannes y Jambres resistieron á Moisés, así también estos resisten á la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos acerca de la fe. Mas no prevalecerán; porque su insensatez será manifiesta á todos, como también lo fué la de aquéllos” (2 Timoteo 3.7 al 9 – RVR1909). La radical ruptura entre el conocimiento natural y el conocimiento espiritual, a falta de propósito y significado en la vida: “No os juntéis en yugo con los infieles: porque ¿qué compañía tienes la justicia con la injusticia? ¿y qué comunión la luz con las



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tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿ó qué parte el fiel con el infiel? ¿Y qué concierto el templo de Dios con los ídolos? porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo” (2 Corintios 6.14 al 16 – RVR1909).

La verdadera autosuficiencia y de independencia en la propia fuerza de voluntad, es depositar la fe y confianza a la dependencia de Dios, para lograr el buen juicio y la buena voluntad, honesta, honrada con la sensatez suficiente. Querer agradar y obedecer a Dios, es querer dejar de hacer la maldad y el pecado. Sin este deseo auténtico y sincero de no volver a pecar, difícilmente la persona dejará su condición de esclavo pecador, debido a la carencia de la ayuda y soporte de Dios en su mente y pensamiento. Por ejemplo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4.13 – RVR1909). Romper las ataduras o cadenas del pecado, requiere entregar el amor, afecto y cariño voluntariamente a Dios. Esto corresponde a una decisión con la determinación de ser fiel y leal a Dios, en contra de cualquier delirio e instinto carnal de placer adictivo y maligno. El deseo o querer abandonar y dejar de pecar, se manifiesta, hacen patente y visible, con la demostración de arrepentimiento, conversión y reparación o resarcimiento del daño, sin la terquedad habitual de pecar. Reconocer que los defectos o males que minimizamos como insignificantes, por estar relacionados en las actitudes, carácter, ego, emociones, forma o manera de ser y de vivir, habilidades, personalidad, sentimientos y temperamento, los mismos son graves cuando obstaculizan nuestra relación cercana e inmediata con Dios. Todo esto combinado establece y forma nuestro ser interior.


El ser cotidiano más próximo a nuestro propio ser, es el Ser Superior o Ser Supremo, porque todo ser humano tiene la posibilidad de dialogar mentalmente en plegarias con Dios. Lo que llaman delirio de grandezas, es contrario a la súplica ferviente y humilde, es la actitud de apariencia superior para pretender justificar una actuación absurda e incoherente ante Dios. Por ejemplo, pensar que Dios es suficientemente



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Amor, para dejar pasar por alto cualquier tipo de pecado, porque finalmente es Perdonador. De esta manera la persona continúa siendo un pecador, porque no está dispuesta a dejar su placer adictivo de pecar, se resiste a cualquier intercesión o intervención de la gracia, liberación y sanidad de Dios. Hay un desinterés completo a cualquier posibilidad de perdón, salvación del pecado y recompensa de vida eterna. Porque sin recibir una limpieza o pureza espiritual, no hay un cambio, madurez o mejora espiritual. Es engañarse o mentirse así mismo, con la perpetuidad de la arrogancia, egocentrismo, egoísmo, egolatría, orgullo y soberbia, porque se considera moralmente superior, sin embargo, se vive en la rebeldía de la maldad y el pecado, sin los principios, valores y virtudes.

Por lo tanto, creer en la existencia de Dios es reconocer la desobediencia de aislamiento a su voluntad, es estar sujeto y unido a su espiritualidad, es vivir en su presencia mediante su Santo Espíritu. Es aceptar que nuestra satisfacción en la necesidad espiritual, se resuelve solo con la dependencia a Dios. Que la renovación y restauración de nuestras propias ideas y pensamientos, requieren los mandamientos y palabra de Dios. Que nosotros mismos no seamos la causa, que hace barrera o impide nuestra recuperación y superación contra el pecado. Que la resolución de cambio mental sea definitiva y con la determinación hacia Dios, o sea, volvernos a Dios sin importar el desprecio o menoscabo que sea asumido contra nuestro propio orgullo, soberbia y vanidad, reemplazado por el amor a Dios. El beneficio será nuestro comportamiento y la conducta conforme al agrado del Ser Superior o Ser Supremo, reflejado en la personalidad semejante a la del Señor Jesús. El secreto está en conocer, para saber vivir la cotidianidad, en espera de una vida que va más allá de la actual. Porque, no se trata de vivir meramente por vivir, como una aventura, sino el idealismo accesible y factible del vivir en Cristo. La espiritualidad, que nos ayude con el análisis consciente de la toma de decisiones, para los problemas del diario vivir y el aprendizaje de las lecciones de la vida en nuestro ser interior en Cristo Jesús, como el Camino de Salvación y Vida Eterna.



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1.1) SABER ESCUCHAR


Jesucristo en cierta ocasión aseveró que aprendiéramos de su mansedumbre y humildad de corazón (Mateo 11.29). Las cualidades de ser manso y humilde influye en nuestra condición anímica y emocional en relación con la fe. La palabra de Dios transmitida por Jesús ayuda a mejorar el estado de ánimo y las emociones, porque contribuye a una mejor salud mental para contrarrestar la negatividad y el pesimismo de la incredulidad en la fe. Las bienaventuranzas del sermón de la montaña o del monte y la finalidad de las parábolas, proponen normas, principios, valores y virtudes esenciales para una mejor vida espiritual y moral. Tener un amplio conocimiento relacionado con la ciencia comparativa acerca del bien y del mal, identifica y refuerza la posibilidad de distinguir todo aquello que es autodestructivo y perjudicial de la consagración, fidelidad y santidad personal, del ejemplo y modelo de vida demostrado por Jesucristo, ya sea con sus enseñanzas, testimonios y vivencias. Hay que renovar tanto el entendimiento (Romanos 12.1 al 2), como la intención de la mente (Efesios 4.22 al 24), para vivir los frutos espirituales: amor, benignidad, bondad, caridad, fe, gozo, mansedumbre, paciencia, paz, templanza y tolerancia (Gálatas 5.22 al 23), con una moderación adecuada a la razón y los sentidos. Una actitud dispuesta con la capacidad y el saber escuchar a Dios, es indispensable para identificar, reconocer y seguir la voz de Jesucristo (Juan 10.25 al 28), su llamado personal.


La palabra de Dios es útil para la corrección, enseñanza, instrucción en justicia y redargüir (2 Timoteo 3.15 al 17). Los pensamientos atraen la realidad de vida de la persona, según su planeamiento cotidiano y de una mayor racionalización del mensaje y la voluntad de Dios. Aprender a vivir una vida en Dios, con una personalidad positiva en meditación, oración y reflexión, ofrece la oportunidad y posibilidad de un cambio de vida mediante Jesucristo. Esto facilita alcanzar y lograr un



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pensamiento y percepción de acuerdo con la mente de Cristo, fundamental en la cotidianidad del diario vivir espiritual (1 Corintios 2.14 al 16). Se dice que la motivación actitudinal en relación con la disposición del ánimo, es el conjunto de los factores que influyen para la determinación de una acción. Estos factores son las causas o elementos que actúan juntos como complemento uno del otro, a saber, carácter, energía, esfuerzo, intención, temple, valor y voluntad, tanto de forma apacible como benévola. Una persona es agradable y atractiva por su modo de ser afectiva y que inspira simpatía, debido a la condición de nobleza y al buen trato, el ego colaborativo.

Por ejemplo, la Biblia menciona el vivir sabiamente y dar honor a la mujer como vaso más frágil (1 Pedro 3.7 al 8), esto significa apreciar y valorar con el cuidado del afecto, amor, cariño, cooperación, respeto y solidaridad, de forma amigable, compasiva, fraternal y con misericordia. Por el contrario, una persona que vive sin sabiduría es presumida, cuando tiene un alto concepto de sí mismo, pero sin estar bien enfocado y ubicado en la realidad espiritual, porque se hace asimismo un engreído convencido de su valer, sin el fundamento que lo respalde o sustente para ello. Estas personas piensan que saben, pero se encuentran encasillados y estancados en un nivel de creencias inferior, porque el conocimiento limitado envanece a la persona, especialmente a aquella que considera saber y aún no sabe nada del saber a plenitud o verdadero (1 Corintios 8.1 al 3). En la persona, sin ser consciente y sin mala intención, prevalece el orgullo, la soberbia y la vanidad. Por lo tanto, para mejorar como persona, la lectura de la Biblia o Sagradas Escrituras dan a conocer la guía, normas, principios, valores y virtudes ejercidas por el Señor Jesús como persona histórica, pero también en el caso de la fe de Cristo el ungido de Dios Padre. Además la Escritura ayuda a trascender al conocimiento celestial transmitido por Jesús, por consiguiente a una transformación de consciencia en el propósito y sentido de la vida, proyectada a una salvación de este mundo y a una vida eterna venidera. Saber escuchar a



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Dios Padre es saber hacer en Cristo Jesús (Mateo 7.24 al 25), la praxis efectiva y eficaz mostrada por el discípulo de Cristo.

También saber escuchar a Dios posibilita la reciprocidad de la acción de ser escuchado por Dios, porque se requiere una correspondencia mutua entre la intimidad personal con una integridad ante Dios (Salmos 66.16 al 20). Tenemos el ejemplo del que volvió en sí y reconoció su condición personal ante Dios (Lucas 15.17 al 21). Primeramente reconocer la existencia del mal y el pecado, seguidamente aceptar nuestra necesidad de Dios para poder vencer cualquier mal y pecado existente (Lamentaciones 3.39 al 42). Si hay desobediencia e infidelidad a la consagración y santidad a Dios, significa que hay consecuencias a su tiempo, como resultado del irrespeto a su voluntad, de tal forma que, se hace indispensable como solución, el renunciar a la impiedad y a los pensamientos inicuos, injustos y malvados (Isaías 55.6 al 9). Se requiere, por tanto, ser personas decididas y firmes con determinación, de ninguna manera de doble ánimo ante Dios, sino con los corazones purificados (Santiago 4.8). Es decir, limpiar toda imperfección anímica, para alentar y esforzar la constancia, perseverancia y persistencia en la rectitud ante Dios, porque la iniquidad de la maldad y el pecado, provoca una sordera espiritual para imposibilitar la escucha a la obediencia a Dios (Isaías 59.1 al 4). Además de una ceguera espiritual que impide ver la obra redentora de Jesucristo y su resurrección.


En relación con la confianza que tenemos en Dios, es imprescindible que sea mediante Cristo, para que no seamos competentes por nosotros mismos, sino por tomar en cuenta la intervención de Dios a través de Jesucristo (2 Corintios 3.4 al 5). Diferenciar entre la voluntad propia de Dios y la que proviene desde nuestra mente y propio pensamiento, pero que consideramos e interiorizamos como si fuera la voluntad válida ante Dios, aunque sea una voluntad fraudulenta y no corresponde a la auténtica de Dios. Esto se presenta cuando la persona determina que no necesita de Dios para vivir, sino por sus propios méritos y posibilidades de subsistencia. Se



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siente en libertad de hacer lo que quiera con su propia vida, sin tener que dar cuentas a Dios por sus acciones, actos o hechos. Lo que llaman la autosuficiencia de la condición o estado de la persona, que considera que se basta a sí misma, pero no es más que confusión y desorientación, debido a la ausencia o falta de temor a y de Dios (1 Juan 2.15 al 17). La solución se encuentra establecida por Dios en su Palabra, ya que el procedimiento o protocolo ordenado es el siguiente: humillación e invocación mediante la búsqueda de Dios en oración, con arrepentimiento, conversión y resarcimiento del daño provocado, o sea, resarcir es reparar el defecto o la falta, de manera que no se vuelva a caminar o repetir en la práctica de la maldad y el pecado (2 Crónicas 7.14), rotundo sin pecar.

El ser humano por sí mismo se encuentra sin potestad de hacer que su vida sea una vida inmortal (Eclesiastés 8.8), su espíritu de vida, que es el aire que respira y la función de respiración no es infinito, sino que su tiempo de respiración en esta vida depende absolutamente de Dios (Job 12.9 al 10). Esto es una prueba determinante, suficiente de que nuestra atención, concentración y concienciación de hacer el bien en esta vida, especialmente para agradar y agradecer a Dios, depende de depositar nuestra confianza, fe y voluntad en el Creador. Implica decidir y saber lo que más nos conviene en obedecer a Dios, máxime que solamente Dios es quien conoce el futuro de cada uno. Por sí solos, sin la ayuda de Dios y sin la fe de nuestra parte es imposible agradar a Dios (Hebreos 11.6). Se reconoce la impotencia personal de controlar todo lo que atañe a la salvación y vida eterna, sin el correspondiente conocimiento espiritual y celestial proveído por Dios. La fe es la certeza, confianza, convencimiento y seguridad de lo que se espera y que no se ve, en relación con las promesas de Dios y para alcanzar un buen testimonio, que es la comprobación o prueba del ejercicio o práctica de fe genuina (Santiago 2.26).


Jesucristo es y representa la sana doctrina, por lo tanto, siempre que se menciona la expresión o frase “sana doctrina” se refiere a Jesucristo mismo. En el caso de saber escuchar la



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sana doctrina es congregarse o reunirse para escuchar de la enseñanza de Jesucristo (Hebreos 10.24 al 25). Congregarnos es fundamental para evaluar nuestros pasos del diario vivir, en relación con los pasos de principios y valores del Camino de Jesucristo. La acción de congregarse posibilita la armonía, comunión y sociabilización con otras personas que son afines a la educación, enseñanza y mensaje del maestro y mentor Jesucristo. Esto es como habitar juntos en comunidad de fe, donde envía Dios bendición y vida eterna (Salmos 133.1 al 3). La congregación es necesaria y saludable espiritualmente, para mantener el contacto con la asamblea, culto, liturgia y rito, que involucra actividades como la adoración, alabanza, hermenéutica o interpretación de los textos bíblicos, homilía, prédica o sermón, lectura de la palabra de Dios, entre otros. Todo esto para rendir respeto y reverencia a Dios Padre y a su Hijo Jesucristo, tanto en una acción que sea individual como en forma de colectividad. Además, congregarse corresponde a una demostración de esfuerzo y fortaleza en la comunicación consciente con Dios, para estar alertas y atentos, velando en comunión y en la oración (Marcos 13.33, Lucas 21.36, 1 Corintios 16.13 al 14 y Efesios 6.18). Ser un fiel adorador.

Algunos investigan las funciones biológicas, corporales y químicas de la glándula endocrina, llamada Pineal y ubicada en el cerebro, especialmente para la concentración necesaria en la atención intensa del saber escuchar, la paz emocional, serenidad y tranquilidad de lo que llaman producto del sueño reparador. Se dice que en el estado activo de esta glándula Pineal, es coadyuvante de este beneficio del sueño reparador, mediante la segregación de la hormona que es conocida como Melatonina, que ayuda en el equilibrio anímico y emocional, de la quietud y reposo con la meditación, oración y reflexión.


El saber escuchar a Dios, obliga primordialmente a la reafirmación siempre de la existencia y el reconocimiento de la autoridad y potestad de Dios (Romanos 1.28). Lo que pasa es que muchas veces el ser humano prefiere negar a Dios, con la finalidad de evadir compromisos y responsabilidades



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propias del comportamiento y conducción. Rehúsa o rehúye aceptar su propia incapacidad de sensatez por sus propios medios, para no mostrar debilidad de su dependencia a Dios. Esta negligencia le permite actuar con una mala conducta, al hacer caso omiso a la presencia de Dios en su vida, sin importar el riesgo de su destino al dar prioridad a su propia voluntad contraria a la de Dios. De esta manera trata de justificar el estilo o tipo de vida, con base en lo que considera su independencia de tomar sus propias decisiones. Mientras tanto, otras personas depositan su vida y voluntad en las manos de Dios, especialmente para ser ejemplos y modelos de vida a los demás, por ese motivo, mostrar con la praxis el ser un discípulo y seguidor de Jesucristo, con el énfasis en el amor que no hace nada indebido (1 Corintios 13.4 al 6).

Por último, un ejemplo acerca de saber escuchar a Dios se encuentra en el ejemplo de los santos seres espirituales, con el cuerpo celestial (1 Corintios 15.40), que son los ángeles celestiales servidores de Dios, siempre dispuestos, fieles y leales en adoración (Nehemías 9.6), debido a lo cual, están en la presencia de Dios (Mateo 18.10). Saber escuchar a Dios es ser obediente (Salmos 103). Además de ministrar en el oficio de servir directamente a Dios son los mensajeros (Mateo 28.2 al 7, Lucas 2.9 al 11, Hechos 1.10 al 11). El mismo señor Jesucristo es superior a todo el séquito celestial, de modo que, es llamado el “ángel de Jehová” en algunas apariciones frente a los seres humanos (Génesis 16.7 al 14, Jueces 6.22 al 24, Jueces 13.15 al 22). El Señor es el ángel que le habla a Moisés (Hechos 7.38 al 39). Luego los ángeles sirven a Jesús en su encarnación (Marcos 1.13, Lucas 22.41 al 43) y están subordinados al Hijo, porque Jesús mismo menciona al cielo abierto y a los ángeles de Dios que suben y descienden hacia él (Juan 1.51). Hay un símbolo de la comunicación celestial, especialmente con la figura de la escalera entre el cielo y la tierra, con la entrada de ángeles de Dios que suben y bajan, representando un lugar de la casa de Dios y puerta del cielo (Génesis 28.12 al 17). Alcanzar y mantener un sano juicio, una salud mental coherente y congruente con Dios y su Hijo.



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1.2) LA INTENCIÓN, MOTIVACIÓN Y VOLUNTAD


La intención, motivación y voluntad se entrelazan para construir una conexión y correspondencia en la relación entre el ser humano y Jesucristo. Además para edificar e infundir los sentimientos de la piedad y de la virtud, necesarios en el discipulado. El humano como habilidad y ser que es social, requiere compartir en comunidad, apoyarse mutuamente en las relaciones interpersonales. Además encontrar una pasión al formar parte de un grupo como seguidor de Jesucristo. ¿Cómo saber si el vínculo compatible de unión, en este enlace es auténtico o genuino? Esto se define tanto por la influencia como por común procedencia. Dios Padre establece en su Hijo Jesucristo una luz para iluminación del camino. El salmista dice lo siguiente: “Envía tu luz y tu verdad: éstas me guiarán; Me conducirán al monte de tu santidad, Y a tus tabernáculos” (Salmos 43.3 – RVR1909). ¿Cómo identificar la luz verdadera que alumbra hacia la santidad? Porque las mismas escrituras advierten lo siguiente: “Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz” (2 Corintios 11.14 – RVR1909). Hay sincronía en los símbolos y significados, en el siguiente mensaje de Jesús hay dos interpretaciones, a saber, el templo o el cuerpo de Jesús, según lo interprete el receptor:


“Y los Judíos respondieron, y dijéronle: ¿Qué señal nos muestras de que haces esto? Respondió Jesús, y díjoles: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los Judíos: En cuarenta y seis años fue este templo edificado, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron á la Escritura, y á la palabra que Jesús había dicho” (Juan 2.18 al 22 – RVR1909).


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Analicemos el influjo de la transmisión del mensaje y su interpretación, según la situación de la influencia y de la procedencia. Antes tómese en cuenta que en una condición o estado consciente, es aquel donde se piensa, quiere, siente y obra, con conocimiento de lo que se hace. Necesariamente la Biblia se explica por sí misma y se requiere transcribir el texto del pasaje para comprender el trasfondo del mensaje. El auditorio o conjunto de oyentes de la cita a continuación, se compone de personas adversas o a favor del mensaje y de Jesucristo. Se cumple en unos y en otros lo siguiente:


“Que si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto: En los cuales el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos á nosotros mismos, sino á Jesucristo, el Señor; y nosotros vuestros siervos por Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4.3 al 6 – RVR1909).

El ser humano tiene que asumir su propio compromiso y responsabilidad de sus acciones y dejar de culpar a Dios. Según el pasaje mencionado anteriormente es el dios de este mundo, quien ciega los entendimientos de los incrédulos, pero conforme a la propia incredulidad del ser humano como veremos seguidamente, debido a la confusión por el engaño y mentira que prevalece en quienes no creen en Jesucristo, o en quienes distorsionan la creencia a su propia conveniencia e interés de beneficio particular. En el análisis anterior, el mensaje transmitido por Jesucristo acerca de su cuerpo como templo y en referencia a la resurrección, es el mismo mensaje para todos los oyentes, pero quienes piden señal se quedan



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sin comprensión, ni entendimiento, porque reciben el caso de resurrección como un supuesto fraude, según se presentan algunos ante Pilato: “Y el siguiente día, que es después de la preparación, se juntaron los príncipes de los sacerdotes y los Fariseos á Pilato, Diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el día tercero; porque no vengan sus discípulos de noche, y le hurten, y digan al pueblo: Resucitó de los muertos. Y será el postrer error peor que el primero” (Mateo 27.62 al 64 – RVR1909).

Mientras tanto, los discípulos a pesar de un mismo acontecimiento de la resurrección, confirman la veracidad de las Escrituras y la vigencia del mensaje de Jesucristo. Esto es demostración de la influencia y de la procedencia. Jesucristo de ninguna manera fue un engañador, como se aseveró en contra de él, sino que son los mismos seres humanos que se engañaron a sí mismos, para su propio perjuicio espiritual y moral, aunque muchas veces reciban beneficio económico y material por su proceder, tal es el caso de los mercaderes del templo. Este se supone que es un lugar santo, exclusivo para determinado fin, como casa de oración, para una intención, motivación y voluntad específica. Así es el destino y propósito integral del cuerpo humano, en relación con la adoración, consagración, santidad y servicio al Señor Jesús. Algunos se aprovechan del sistema del templo, en un negocio particular para una vida de lucro, opulencia y vanidad, porque rechazan el mensaje celestial. Jesús dijo (el subrayado es nuestro):


“Y como llegó cerca viendo la ciudad, lloró sobre ella, Diciendo: ¡Oh si también tú conocieses, á lo menos en este tu día, lo que toca á tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, que tus enemigos te cercarán con baluarte, y te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho, Y te derribarán á tierra, y á tus hijos dentro de ti; y no dejarán sobre ti piedra sobre piedra; por


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cuanto no conociste el tiempo de tu visitación. Y entrando en el templo, comenzó á echar fuera á todos los que vendían y compraban en él. Diciéndoles: Escrito está: Mi casa, casa de oración es; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y enseñaba cada día en el templo; mas los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los principales del pueblo procuraban matarle. Y no hallaban qué hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole” (Lucas 19.41 al 48 – RVR1909).

La intención, motivación y voluntad es imprescindible para llegar a ser una persona, con el cuerpo en condición de templo del Espíritu Santo. Precisamente para ser salvo de las corrientes y modas de las masas humanas, con la aspiración de recibir la resurrección para la vida eterna, es imposible abstenerse, decidir o privarse de ser una persona que sea templo del Espíritu Santo. Por consiguiente, es un requisito indispensable, que la persona sea templo del Espíritu Santo, de lo contrario su omisión se considera como blasfemia e injuria contra el Espíritu Santo. Jesucristo dijo al respecto: “Mas cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, mas está expuesto á eterno juicio. Porque decían: Tiene espíritu inmundo” (Marcos 3.29 al 30 – RVR1909). En otro pasaje Jesús menciona lo siguiente: “Y si por espíritu de Dios yo echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado á vosotros el reino de Dios… Y cualquiera que hablare contra el Hijo del hombre, le será perdonado: mas cualquiera que hablare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo, ni en el venidero” (Mateo 12.28 y 32 – RVR1909).


Jesucristo en su primera venida, hace la proclama de ser el camino, la verdad y la vida (Juan 14.6), su resurrección representa la vida eterna que nos confirma como hechos a imagen de Dios, su cuerpo como templo nos hace semejantes a Dios en el caso de la santidad: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos á Jesús mora en vosotros, el que



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levantó á Cristo Jesús de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8.11 – RVR1909). Además dice la palabra de Dios: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Corintios 6.19 – RVR1909). En la palabra encontramos que las personas son el templo del Dios viviente, porque la Energía de Dios habita y anda entre ellos: “¿Y qué concierto el templo de Dios con los ídolos? porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré en ellos; y seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo” (2 Corintios 6.16 – RVR1909). El ser humano recibe de Dios Padre la promesa de ser conforme a su imagen, mediante la resurrección con el cuerpo transformado y la vida eterna. A través del Hijo de Dios o Dios Hijo, que es lo mismo, el ser humano obtiene la semejanza en la santidad o santificación, experimentada por Jesucristo, que siendo en forma humana fue obediente al Padre e hizo su voluntad hasta la muerte; y muerte severa: “Porque mejor es que padezcáis haciendo bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo mal. Porque también Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos á Dios, siendo á la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu” (1 Pedro 3.17 al 18).

La santidad se obtiene mediante la vivencia del cuerpo como templo del Espíritu Santo, es el ejercicio y práctica de la obra del Espíritu Santo en cada persona, por consiguiente la ausencia, negación o reniego del ser como templo, trae la consecuencia de la exclusión de la promesa de vida eterna, ya que los incrédulos en la condición de incredulidad se quedan sin recibir el sello del Espíritu Santo: “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios; El cual también nos ha sellado, y dado la prenda del Espíritu en nuestros corazones” (2 Corintios 1.21 al 22 – RVR1909). Además dice: “… de que Dios os haya escogido desde el principio para salud, por la santificación del Espíritu y fe de la verdad” (2 Tesalonicenses 2.13 – RVR1909). Otra consulta podría ser: ¿Cómo logramos reconocer si hay consciencia o



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inconsciencia de que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Hay un pasaje que nos invita a comprobar y reconocer nuestra propia valoración: “Examinaos á vosotros mismos si estáis en fe; probaos á vosotros mismos. ¿No os conocéis á vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros? si ya no sois reprobados. Mas espero que conoceréis que nosotros no somos reprobados” (2 Corintios 13.5 al 6 – RVR1909).

Hay una interrelación entre la intención, motivación y voluntad, en lo interpersonal con otras personas, simultáneo a la introspección intra-personal de un pensamiento crítico:


“Porque los que viven conforme á la carne, de las cosas que son de la carne se ocupan; mas los que conforme al espíritu, de las cosas del espíritu. Porque la intención de la carne es muerte; mas la intención del espíritu, vida y paz: Por cuanto la intención de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta á la ley de Dios, ni tampoco puede. Así que, los que están en la carne no pueden agradar á Dios. Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él” (Romanos 8.5 al 9 – RVR1909).

Jesucristo vino enviado del Padre (1 Juan 4.9), a la vez por su propia voluntad (Gálatas 1.4, Efesios 5.2 y Tito 2.14), cumple el verdadero libre albedrío; demuestra con su propia voluntad el hacer la voluntad del Padre: “… Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mateo 26.39 – RVR60). Esta intención, motivación y voluntad implica obedecer al Padre, así como Jesucristo en semejanza humana: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó á sí mismo por mí” (Gálatas 2.20 – RVR1909).



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1.3) EL COMPORTAMIENTO Y LA CONDUCTA


El comportamiento y la conducta es el resultado integral del ser interior en la personalidad y sus atributos, cualidades, actitudes y carácter, ego, emociones, hábitos, sentimientos y temperamento. El comportamiento, inclusive involuntario, tiene algunas de sus reacciones más instintivas de la persona a determinada situación, la conducta es la dirección o rumbo más reflexivo a dichas reacciones, guía y conveniencia previa de convencimiento razonado. Esto identifica la peculiaridad o rasgo de cada persona, sus actos conscientes y voluntarios o sus comportamientos sin consciencia o involuntarios. El ser humano para ser íntegro ante Dios, requiere ser una persona intachable y recta, en todos sus aspectos. Por ejemplo, en cierta ocasión Dios hace referencia de un personaje conocido como Job: “… ¿No has considerado á mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal?” (Job 1.8 – RVR1909). Ser limpio en la inocencia y la pureza, se logra mediante la condición de consagración, dedicación y santificación ante Dios, según el ejemplo y modelo de una vida de y en Jesucristo. La Biblia presenta la condición y proceso completo de arrepentimiento, conversión, nacer de nuevo y el resarcimiento. El ser humano es perfectible para completar el requisito establecido por Dios, lo más profundo del ser interior: “Y haced derechos pasos a vuestros pies, porque lo que es cojo no salga fuera de camino, antes sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12.13 al 14 – RVR1909).


Dios nos hace referencia de Job y lo compara con toda la población mundial, porque al decir en la tierra, se relaciona con la sociedad en general. Históricamente la sociedad se ha distraído y ocupado en la adquisición de bienes materiales, justificado en la necesidad de familia, supervivencia y trabajo,



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por este motivo las fuentes de trabajo están enfocadas en la competitividad, fama, enriquecimiento y luchas del ansiado poder, máxime con el aumento de población y la necesidad de la alimentación, de bienes y los servicios. Algunos ya tienen su recompensa mediante el lucro, opulencia y la usura, para disfrutar del enriquecimiento exacerbado durante esta vida. Los discípulos asombrados preguntan a Jesucristo: “Mas sus discípulos, oyendo estas cosas, se espantaron en gran manera, diciendo: ¿Quién pues podrá ser salvo?” (Mateo 19.25 – RVR1909). Mientras tanto, otros afectados por el sistema de empobrecimiento, luchan aparentemente por las causas más justas, pero mediante prácticas injustas del armamentismo, guerras, manifestaciones violentas, muertes y pleitos graves. La Biblia dice de esto: “Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán á muchos. Y por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se resfriará. Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24.11 al 13 – RVR1909).

Otros fomentan y participan en lo que se ha llamado la cultura de la muerte. Inclusive la esclavitud a través de la trata de comercio y tráfico de seres humanos o de sustancias muy adictivas de toxicomanía. También en otro momento le preguntan a Jesús: “Y díjole uno: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Porfiad a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13.23 al 24 – RVR1909). Lo que parece impune según la mentalidad del comportamiento y conducta de la sociedad, para Dios no hay nada oculto. El desafuero y predominio de la violencia contra las buenas y gratas costumbres, jamás quedará con impunidad ante la Soberanía y Supremacía de los juicios y valores de Dios. El ser humano tarde o temprano asumirá responsabilidad y dará cuentas a Dios de sus actos impunidos: la altivez, arrogancia, avaricia, codicia, egoísmo, intolerancia, lujuria, odio, orgullo, perversión, prepotencia, presunción, rencor, soberbia, vanidad, vicio y el desenfreno aberrante por cada maldad y el pecado, que son contrarios al orden y voluntad establecidos por Dios. En relación con estas desviaciones y perversiones de principios, valores, virtudes,



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comportamientos y conductas: “Que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes á los padres, ingratos, sin santidad, Sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores de lo bueno, Traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de Dios; Teniendo apariencia de piedad, mas habiendo negado la eficacia de ella: y á éstos evita” (2 Timoteo 3.2 al 5 – RVR1909).

El comportamiento y la conducta para algunos atañen al cumplimiento de sus listas de creencias eclesiásticas, máxime en el fraccionamiento cristiano con sus decenas o cientos de discrepancias doctrinales, dogma, confesiones o profesiones de fe, congregacionales, denominacionales y religiosas, pero nunca se superan ni llegan a ser mejores personas en su ser interior. Se impone costumbres, cultura, hábitos, tradiciones, sustentadas en las convicciones y creencias del proselitismo ideológico, religioso y ritual. Jesús dijo: “Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos mucho milagros? Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad” (Mateo 7.20 al 23 – RVR1909).


El ser humano se encuentra a la deriva, en referencia a su trayectoria y el destino real consecuente con sus actos y su propia forma de ser, contrastado con la dirección y rumbo establecido por Dios. La combinación y fusión de perfección y rectitud, temor de Dios con la separación del mal, se cumple únicamente con la integración de consagración, dedicación y santificación de la personalidad del ser humano en Dios. De este rumbo o sentido de la vida depende la brújula energética de cada persona venida al mundo, determinante en dirección y el camino ideal a seguir, específicamente de acuerdo con la conducción de las acciones cotidianas y espirituales. Es una forma de control energético, porque esta brújula energética es



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la energía que integra los atributos o cualidades, actitudes y carácter, emociones, habilidades psicosociales, hábitos socio-emocionales y sentimientos, sumado al ego y temperamento. Jesucristo dijo: “…aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón;… ” (Mateo 11.29 – RVR1909). Jesús representa su personalidad de mansedumbre y humildad con el acto simbólico de lavar los pies de sus discípulos (el subrayado es nuestro): “Vosotros me llamáis, Maestro, y, Señor: y decís bien; porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavar los pies los unos á los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el apóstol es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis, si las hiciereis (Juan 13.13 al 17 – RVR1909).

Acerca de la brújula energética para el resultado del comportamiento y la conducta, la orientación como guía y referencia es la Persona de Jesucristo, nuestro Maestro y Señor, establecido por Dios Padre como el ejemplo y modelo de la verdadera perfección y rectitud, el temor de Dios y la separación del mal, Jesús dice: “… Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.6 – RVR1909). Cuando Dios hace mención de Job, indica que no hay otro como él en la tierra. Así es Jesucristo histórico, como ejemplo y modelo de vida cotidiana para toda la humanidad. Ahora, en estos últimos tiempos, Dios nos habla con el ejemplo y testimonio de vida de su unigénito Hijo Jesucristo (Hebreos 1.1 al 2), su dádiva es vida eterna en Cristo Jesús (Romanos 6.23). En otra época se presentó el ejemplo o testimonio de vida ante la sociedad y civilizaciones, por medio de la fe de Abel, Enoc, Noé, Abraham, Sara, Isaac, Jacob, José, Moisés, entre otros (Hebreos 11.4 al 27):


“Conforme á la fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas, sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y saludándolas, y confesando que eran


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peregrinos y advenedizos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan á entender que buscan una patria. Que si se acordaran de aquella de donde salieron, cierto tenían tiempo para volverse: Empero deseaban la mejor, es á saber, la celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos: porque les había aparejado ciudad” (Hebreos 11.13 al 16 – RVR1909).

Pero se consideraban peregrinos y advenedizos sobre la tierra, o sea, de paso temporal sin apego a lo terrenal, sino con la mirada puesta en lo celestial, la recompensa y el reconocimiento de la vida eterna. Tal es el caso de Moisés, quien la Escritura Sagrada indica lo siguiente: “Por fe Moisés, hecho ya grande, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón; Escogiendo antes ser afligido con el pueblo de Dios, que gozar de comodidades temporales de pecado. Teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los Egipcios; porque miraba á la remuneración. Por fe dejó á Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible” (Hebreos 11.24 al 27 – RVR1909). Según este pasaje Moisés prefiere ser afligido que gozar de las comodidades temporales, porque considera una mayor riqueza en sufrir el vituperio, o sea, la afrenta y deshonra de los ignorantes, a la manera del sufrimiento infligido a Cristo, antes que gozar el disfrute de los tesoros de este mundo, porque su verdadera remuneración estaba puesta en ver por fe al Invisible, para salvación y recompensa de la vida eterna. Jesucristo solicita al Padre el perdón de sus adversarios, porque no saben lo que hacen, posiblemente por causa de altivez, cinismo, confusión, desobediencia, doble moral, duda, escepticismo, ignorancia, impudencia, incredulidad, orgullo, prepotencia o soberbia.


“Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron suertes. Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban de él los


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príncipes con ellos, diciendo: A otros hizo salvos: sálvese á sí, si éste es el Mesías, el escogido de Dios. Escarnecían de él también los soldados, llegándose y presentándole vinagre, Y diciendo: Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate á ti mismo. Y había también sobre él un título escrito con letras griegas, y latinas, y hebraicas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS. Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate á ti mismo y á nosotros” (Lucas 23.34 al 39 – RVR1909).

Las mismas leyes civiles establecen que nadie puede alegar desconocimiento de la misma ley, a la hora de rendir cuentas por causa de algún tipo de infracción a la ley. En el caso de la obediencia a la voluntad de Dios Padre, los seres humanos muy convenientemente desplazan y omiten a Dios, para hacer imperar sus propios beneficios, deseos e interés mezquino, en evidente contradicción y desafío descarado a lo establecido por Dios. En Job se dice lo siguiente: “Y respondió Job á Jehová, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin ciencia? Por tanto yo denunciaba lo que no entendía; Cosas que me eran ocultas, y que no las sabía. Oye, te ruego, y hablaré: Te preguntaré, y tú me enseñarás. De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento En el polvo y en la ceniza” (Job 42.1 al 6 – RVR1909). Job, con todo y su perfección y rectitud, temor de Dios y separación del mal, argumenta sin entender claramente, a pesar del conocimiento oculto y sin saber conscientemente a plenitud, pero llegado el momento con firmeza y seguridad reconoce su incierto conocimiento, en un conocimiento claro y completo en Dios. Job cumple con un proceso de llegar a la plenitud del conocimiento de Dios, también afirma y manifiesta en forma recíproca que ningún pensamiento de cada humano, se escapa ni se esconde de la inevitable presencia de Dios, tampoco el comportamiento o la conducta de cada quien. Así se indica en Salmos 139.1 al 8.



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1.4) EL CONFLICTO Y LAS PRUEBAS DE LA VIDA


El ser humano tiene la tendencia de vanagloriarse, o sea, jactarse de su actuar y valer debido a sus propios méritos y grandes logros. El conflicto o controversia nace precisamente del choque o colisión de derechos pretendidos por el ser humano, en su propia imaginación, sean derechos bien o mal fundamentados, pero considerado como válidos o verdaderos, según su propia conveniencia o del interés personal. Lo que es construcción de conceptos y creencias para su particular beneficio, establecidas con formalidad y acatamiento colectivo de ciertos grupos o regidas para la sociedad en general.


Así surgen las guerras y luchas de poder sin sentido, porque la pretensión es la supremacía y el dominio comercial, cultural, económico, étnico, financiero, ideológico, idiomático o lingüístico, militar, monetario, religioso, tecnológico y territorial. El dominante predominio cultural de avasallar a otros, con la dependencia por los bienes y servicios, en el caso de la competitividad y del enriquecimiento. Se provoca una adicción y esclavitud, considerada como indispensable para lograr lo que llaman la buena vida del acumulamiento, lujo, opulencia, ostentación y vanidad. La vida es considerada irrelevante, superflua o superficial y a quienes la viven como personas superficiales. También esta vida se estima final o última, sin importar una vida más allá de la presente; por consiguiente se desprecia la existencia de una resurrección. Se tiene en poco el ejemplo de Cristo en su obra de humildad, mansedumbre y sencillez, según su legado de obediencia a Dios para vida eterna. Impera en una sociedad sin Dios, la altivez, arrogancia, orgullo, prepotencia y soberbia, de la irracionalidad de una vida intensamente mala y visceral, con emociones y sentimientos que surgen desde lo más profundo del propio capricho y terquedad para desobedecer a Dios:



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“¿Y por qué nosotros peligramos á toda hora? Sí, por la gloria que en orden á vosotros tengo en Cristo Jesús Señor nuestro, cada día muero. Si como hombre batallé en Efeso contra las bestias, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos. No erréis: las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen á Dios: para vergüenza vuestra hablo” (1 Corintios 15.30 al 34 – RVR1909).

Se menciona en la descripción del pasaje anterior que algunos no conocen a Dios, o que es lo mismo, no tienen el conocimiento celestial de Dios. Más adelante veremos en otro pasaje, como Jesús amonesta a Pedro en este sentido. Porque trata de persuadir a Jesús, para que no enfrente el conflicto y la prueba que le esperaba. El discípulo se apega solamente a lo terrenal. Jesús menciona en su reacción a Satanás, como sinónimo de adversidad, y lo relaciona con la conciencia de las cuestiones materialistas de los seres humanos, pero con la inconsciencia y desconocimiento de las de Dios. Pedro al tratar de convencer a Jesús, desconoce con este acto el plan y propósito que es celestial de Dios el Padre; se encuentra en una condición de quienes no se dan cuenta del alcance de sus acciones y propuestas, incongruente de voluntad de Dios.


En relación con este conflicto y las pruebas de la vida, anteriormente se menciona el tema de la teoría del paradigma y percepción. Entonces, ¿En pos de quien va la humanidad, a quién siguen con gran devoción en el primer lugar? Si no es a Jesucristo, por consiguiente, es en vano. Si se trata de seguir a otro ser humano se llama antropocentrismo. Si es en pos de Jesucristo, el estudio de su obra y vida, es la cristología y a Jesús como el Mesías celestial, Salvador y Señor, corresponde a un cristocentrismo. La sociedad en general está evocada a la vida cotidiana del afán de una vida sin Cristo, quien es el que verdaderamente da sentido de vida eterna. La sociedad se



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desinteresa de luchar por alcanzar o lograr una vida venidera que sea para vida eterna. Está aturdida y desorientada, con mucho ruido distractor y cortinas de humo, que confunden y desvían de la verdadera atención y enfoque en Jesús. La vida reconocida como de hiper-consumo, es un camuflaje para desechar la mención del nombre de Jesucristo, de manera que por lo general, el mundo se avergüenza del ejemplo y modelo de vida de Jesucristo, se descarta una vida entregada y de servicio al Hijo de Dios. No basta con las habilidades sociales, como la comunicación asertiva, empatía, relaciones interpersonales y la toma de decisiones, para una adecuada convivencia que sea sin Cristo. Se requiere una actitud crítica con cuestionamiento y decisión asertiva, pero espiritual, con un pensamiento y perspectiva que sea crítica y a la vez espiritual. Un desarrollo con las habilidades de comunicación e intelectualidad, con la espiritualidad en Cristo, porque hay una visión integral y espiritual a través de Jesucristo, ya que se obtiene claridad y transparencia de ideas del conocimiento con dominio y precisión especializada o específica transmitida según Jesucristo. Inclusive la capacidad, libertad del criterio espiritual y análisis, estudio e investigación en profundidad:

“Y comenzó á enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. Y claramente decía esta palabra… Y llamando á la gente con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame… Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles…” (Marcos 8.31 al 9.1 – RVR1909).


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¿De qué le sirve al ser humano enajenar materialmente y ganar todo el mundo, si pierde posibilidad de la vida eterna? Tampoco la vida eterna se compra con las riquezas. Entonces, ¿qué significa tomar la cruz, negarse a sí mismo y seguir a Jesucristo? Primeramente, llegar a un acuerdo con Cristo, en otras palabras tomar una decisión y renunciar al desacuerdo, es decir, reconocer con sumo grado y respeto la dignidad, santidad y virtud de Jesucristo con exclusividad. Por ejemplo, en el mundo cristiano se inculcan muchas devociones: actos litúrgicos y celebraciones, cierto día de la semana, creencias, íconos - imagen, libros sagrados, líderes religiosos, personajes bíblicos o eclesiásticos. En este caso se presenta un conflicto cuando se sustituye la dedicación y el reconocimiento a la exclusividad de Jesucristo, por otra devoción que desplaza a Cristo del fervor y manifestación externa de los sentimientos. Tomar la cruz de Cristo es que cualquier tipo de devoción sea solamente a Jesucristo, ya sea, por advocación, invocación o por vocación a nuestro Señor, para gloria y honra al Padre.


Aceptar el sufrimiento de Jesucristo en la lucha contra la corrupción del pecado, es acatar, aceptar y reconocer sus principios, valores y virtudes. No nos engañemos, el mundo estaría mejor si practicara y reconociera las enseñanzas y mensaje a plenitud de Jesucristo. La lucha por la defensa de los derechos de las causas consideradas como justas, son las de Jesucristo, demostrada con su muerte y resurrección, porque muchas veces la justicia humana es contraria y subversiva a la justicia de Dios. El enriquecimiento material de algunos, significa que hay escases y empobrecimiento en otros. Este desequilibrio de ausencia del bien común y de la vida en comunidad, demostrado y practicado por Jesucristo, hace que impere un ateísmo entre los extremos. Sin tomar en cuenta a Dios, se incurre en una violencia que genera más violencia. La Biblia dice: “Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí. No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan que he menester; No sea que me harte, y te niegue, y diga, ¿Quién es Jehová? O no sea que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios” (Proverbios 30.8 al 9 – RVR1909).



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El conflicto de subsistencia y las pruebas de la vida en lo material, es el siguiente: ¿Cómo podría la población mundial, actualmente con alrededor de ocho mil millones de personas, tener indispensablemente lo necesario para la subsistencia? Además de cooperación, solidaridad y generación de fuentes de trabajo honesto y honrado. Entre los medios necesarios se encuentra la práctica del tributo a Dios o diezmo solidario. De manera que cada individuo de la población mundial, en la medida de su posibilidad, comparta de forma independiente y personal, la ayuda directa de la décima parte de sus ingresos permanentes. Así en toda la población se ayuda mutuamente entre sí, en forma recíproca con cualquier conocido, familiar o vecino, que requiera de la asistencia alimentaria o económica, por encontrarse en la condición de entre los más necesitados. Puede ser una práctica semanal, quincenal o mensual, en conformidad con la frecuencia o regularidad de los ingresos percibidos. La idea es que todos vivamos con lo necesario, sin llegar a los extremos de la miseria, de personas habitantes de calle o familias en extremo de empobrecimiento. Aún quienes reciben la ayuda pueden apartar la décima parte del diezmo (Números 18.25 al 30), para compartir con otros en su misma condición o situación económica. Esto es semejante, en forma de analogía, al organizar una comida comunitaria o fraternal, donde todos los asistentes llevan algunas colaboraciones y el alimento preparado, por consiguiente abunda y se multiplica la cantidad o volumen de alimentación, porque alcanza para todos. Al final la comida compartida alcanza para todos los presentes y hasta sobra para llevar al domicilio de cada uno. Esta idea la establece Dios desde tiempos de la tribu de Leví, en el pueblo de Israel, porque los levitas participaban del servicio a Dios sin ser propietarios de tierras o terratenientes, como en el resto de las once tribus, donde se repartieron las tierras para trabajar y vivir. Los levitas solamente poseían pequeñas porciones de tierra exclusivamente para el domicilio y cercanía a sus labores asignadas en el servicio a Dios.


Otro tipo de conflicto, en relación con la espiritualidad, es la escogencia o selección de alguna reunión, de las muchas



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organizaciones existentes de iglesias locales y nacionales, ya sea, congregacionales, denominacionales o eclesiásticas para participar o pertenecer fielmente. En el mundo todas estas organizaciones son necesarias para dar a conocer a Cristo. Cada agrupación es útil como primer paso en la transición de lo natural a lo espiritual, hasta completar el proceso de llegar al nivel del conocimiento celestial. Aunque advertimos acerca del fraccionamiento cristiano, con sus múltiples confesiones y puntos de fe, creencias y dogmas, muchas veces conflictivas, controversiales, discrepantes, disonantes y polémicas. Algún tipo de confabulación, complot e intriga. A pesar de esto, se considera su existencia como necesaria para llevar la palabra de Dios a todas partes del mundo, tener grupos y lugares físicos de congregación o reunión, es una forma organizada de socializar espiritualmente, tener armonía y comunión con otras personas afines al cristianismo, promover el evangelio hasta lo último del planeta y dar a conocer a Jesucristo a todas las naciones, practicar el simbolismo del bautismo en la aceptación de Cristo como Señor y único Salvador, analizar y estudiar periódicamente la palabra de Dios en comunidad. Además de otras actividades relacionadas con el quehacer y movimiento eclesiástico, difusión, distribución y publicación de literatura afín y la programación de información en sitios web. La reunión presencial o virtual a través de Internet.

También las organizaciones de grupos congregacionales, denominacionales y eclesiásticas, son necesarias para tener el apoyo de otras personas, a la hora de enfrentar el conflicto y las pruebas inevitables que ofrece necesariamente el diario vivir, que comúnmente son vicisitudes para superación, sean adversas o prósperas en lo espiritualmente. La práctica de la consideración, empatía, equidad, justicia, respeto, solidaridad y transparencia, de forma clara, cristalina, limpia y pura. El establecimiento de grupos de estudio bíblico local, posibilita mejorar el comportamiento y conducta de sus integrantes. Esto contribuye a mejorar la sociedad, con el ejemplo, modelo y testimonio de vida en comunidad espiritual, contrario a las malas costumbres y los vicios. Lo que también comúnmente



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se llama vida de mundanalidad, del mundo humano más que de Cristo: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, mas es del mundo. Y el mundo se pasa, y su concupiscencia; mas el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre” (1 Juan 1.15 al 17 – RVR1909).

La divulgación, promoción y práctica de los principios y valores de Jesucristo, permite a sus seguidores ser mejores personas, aunque parezca una utopía la perfección de las personas. Jesús con su vida como ser humano demostró la capacidad y posibilidad de que otros humanos practiquen su enseñanza y mensaje, para caminar en la obediencia y el proceso de la perfección durante la cotidianidad. La historia cristiana del pasado, con sus guerras y masacres religiosas, de ninguna manera representa el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo y la superación de las pruebas de la vida. Jesús dijo a sus adversarios, los que no creían en él y le resistían:


“Y decíales: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados: porque si no creyereis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. Y decíanle: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: El que al principio también os he dicho. Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros: mas el que me envió, es verdadero: y yo, lo que he oído de él, esto hablo en el mundo. Mas no entendieron que él les hablaba del Padre. Díjoles pues, Jesús: Cuando levantareis al Hijo del hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; mas como el Padre me enseñó, esto hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre; porque yo, lo que á él agrada, hago siempre” (Juan 8.23 al 29 – RVR1909).


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1.5) EL ARREPENTIMIENTO, CONVERSIÓN Y RESARCIMIENTO


El arrepentimiento, conversión y resarcimiento son las condiciones de un mismo proceso, a la vez son requisitos indispensables entre sí para posibilitar la función de armonía, equilibrio y sensatez en la relación de obediencia a Dios. Por ejemplo, sin el exigido arrepentimiento no hay estrictamente la debida conversión, por consiguiente, sin conversión no existe la reciprocidad del arrepentimiento. El resarcimiento es el resultado final de la combinación del arrepentimiento y la conversión, para la reparación del daño causado. Esto se puede presentar de diversas formas o posibilidades, para no volver a cometer el mismo daño, desde una disculpa privada o pública, encausar la afectación y normalizar el daño o hasta un reconocimiento monetario, que compense o mitigue el daño provocado. Jesucristo dijo: “No, os digo; antes si no os arrepintiereis, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13.3 y 5 – RVR1909). El primer paso del arrepentimiento es enfrentar la duda e indecisión al obedecer a Dios, duda e indecisión de la que somos portadores. La escusa o pretexto de que cada quien toma su decisión personal o propia cuando quiera, pretende justificar y posponer una decisión para otra ocasión. Algunos alegan arrepentirse en la vejez o previo a la agonía.


Estos argumentos son engañosos y evasivos, para evadir el compromiso y responsabilidad ante la obediencia a Dios. Otra disculpa injustificada es decir y hacer valer las creencias propias o religiosas, como absolutas, suficientes y únicas, sin importar si son contrarias a Jesucristo, solamente basadas en respetar y que le respeten sus creencias personales. Jesús dijo: “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se



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avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (Marcos 8.38 – RVR1909).

En todo momento la voluntad de Dios es buena, justa y santa, la cual de ninguna manera podemos rechazar y seguir o continuar impunes. La Biblia dice: “No os engañeis: Dios no puede ser burlado: que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; que á su tiempo segaremos, si no hubiéremos desmayado” (Gálatas 6.7 al 9 – RVR1909). La contrición es el arrepentimiento de la persona por ser quien es y por ofender a Dios: “… fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios,... Porque el dolor que es según Dios, obra arrepentimiento saludable…” (2 Corintios 7.9 al 10 – RVR1909). Hay un genuino remordimiento de dolor, inquietud y pesar, que se corrige y rectifica sin volver a pecar.


El arrepentimiento es un sentimiento de dolor anímico; la persona lucha contra su propia resistencia temperamental, hasta lograr las acciones correctivas, para consecuentemente enmendar el daño a través del resarcimiento. ¿De qué se requiere el arrepentimiento del ser humano por ser quien es? Los actos, comportamientos y conductas permiten comprobar el irrespeto y odio a Dios, debido al pensamiento incoherente de fundamentos, ideas y sistemas contrarios a su autoridad, a la identidad, la obediencia y el reconocimiento al Señor Jesucristo, que niegan la injerencia de Dios en nuestras vidas y justifican una vida de libertinaje descontrolada y salvaje.


El ser humano que discrimina, excluye y margina la voluntad de Dios, se aferra en el contexto del conocimiento natural, cuando se esfuerza y trata de cambiar o transformar al conocimiento espiritual, pero se queda enfrascado en una mezcla entre lo natural y lo espiritual, a pesar de toda su atención e interés, se bloquea y estanca, sin poder trascender finalmente a lo celestial. La Biblia dice: “Pero si tenéis envidia



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amarga y contención en vuestros corazones, no os gloriés, ni seáis mentirosos contra la verdad: Que esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica. Porque donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago 3.14 al 16 – RVR1909). El arrepentimiento, conversión y resarcimiento para cumplir a plenitud su efecto, además de su transición del conocimiento natural al espiritual, se ayuda con trascender al conocimiento celestial en Jesucristo, según el árbol de la vida del Edén.

El Edén muestra tres tipos de conocimiento, figurativo o simbólico, representado en los árboles, a saber: los árboles del huerto, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal: “Y había Jehová Dios plantado un huerto en Edén al oriente, y puso allí al hombre que había formado. Y había Jehová Dios hecho nacer de la tierra todo árbol delicioso á la vista, y bueno para comer: también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de ciencia del bien y del mal” (Génesis 2.8 al 9 – RVR1909). Dios establece el inicio del conocimiento natural al decir: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y le puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto comerás” (Génesis 2.15 al 16 – RVR1909).


El conocimiento espiritual en el Edén se muestra de la siguiente manera: “Mas del árbol de ciencia del bien y del mal no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás. Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; haréle ayuda idónea para él” (Génesis 2.17 al 18 – RVR1909). El conocimiento celestial en el Edén se menciona así: “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de Nos sabiendo el bien y el mal: ahora, pues, porque no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre: Y sacólo Jehová del huerto de Edén, para que labrase la tierra de que fué tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía á todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Génesis 3.22 al 24 – RVR1909).



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Jesucristo hace mención de los tibios, que vienen a ser los indecisos: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío, ni caliente. ¡Ojalá fueses frío, ó caliente! Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” (Apocalipsis 3.15 al 16 – RVR1909). Los calientes y los fríos han tomado una decisión y son conscientes de sus consecuencias, mientras los mediocres se estancan y paralizan al ser tibios, se quedan sin movimiento en la energía, fuerza o poder de su ejercicio de decisión. Por ejemplo, tanto los ángeles que se quedan sin decisión, como los ángeles indecisos que se adhieren a los ángeles caídos, sufren la misma sentencia determinada por Dios, donde ya no hay más que decidir, porque lo tibio es mezclar lo caliente con frío, que igualmente representa la muerte espiritual. La segunda muerte y final es el mismo lago de fuego y azufre: “… el lago ardiendo con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 20.14 y 21.8 – RVR1909).


Cuando en la Biblia se menciona el castigo eterno o por siempre, se refiere a su procedencia según su palabra, ya que procede de Dios que es Eterno. Los frutos y obras cotidianas, retribuye en cada quien las consecuencias de sus acciones, cuando rindan cuentas ante Dios. Lo tibio mezcla lo profano con lo santo, así el nacer de nuevo con el arrepentimiento, conversión y resarcimiento, es vinculante con la condición o estado determinante en la resurrección, ya sea en forma corporal natural o según el cuerpo transformado en celestial:


“Todo árbol que no lleva buen fruto, córtase y échase en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre hicimos mucho milagros? Y entonces les protestaré: Nunca os conocí; apartaos de mí, obradores de maldad” (Mateo 7.19 al 23 – RVR1909).


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Toda la historia de la existencia y la humanidad está presente en la memoria de Dios, quien se representa como el Libro Supremo de la Vida, y también la memoria de cada persona es un libro, con el registro de los recuerdos privados y públicos: “Y vi los muertos, grandes y pequeños, que estaban delante de Dios; y los libros fueron abiertos: y otro libro fué abierto, el cual es de la vida: y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (Apocalipsis 20.12 – RVR1909).


La característica o cualidad descriptiva de los muertos sean grandes o pequeños, significa que después de que se complete el juicio inicial, entonces se procede al juicio final, donde los seres humanos resucitan con el mismo cuerpo que tenían cuando murieron. Estas personas de ninguna manera tendrán parte en la vida eterna venidera, porque resucitan con el mismo cuerpo corruptible, para el juicio final y para la condenación de sufrir la segunda muerte para siempre: “Esto empero digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción” (1 Corintios 15.50 – RVR1909). El grado del dolor y castigo en el lago de fuego y azufre, al consumir su existencia, será en relación con el grado de contaminación, corrupción, maldad, pecado y vicio, que tanto corporal, como mental, tenía la persona en el momento de morir. Su castigo final es el dolor consciente de la exclusión de las promesas de salvación y vida eterna: “Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando viereis á Abraham, y á Isaac, y á Jacob, y á todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros excluídos” (Lucas 13.28 – RVR1909). El dolor llega al máximo cuando la persona en el juicio final observe a sus seres apreciados y parientes cercanos que están en igual condición de castigo y condena, según sus acciones y hechos registrados en su vida.


Tanto en la primera resurrección para vida eterna, como en la segunda resurrección de los que son condenados. La indecisión patológica sin santa voluntad, de cada quien que se enterará de cómo fue conocido en vida ante Dios: “Ahora



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vemos por espejo, en obscuridad; mas entonces veremos cara á cara: ahora conozco en parte; mas entonces conoceré como soy conocido” (1 Corintios 13.12 – RVR1909). La resurrección con el cuerpo trasformado semejante a los seres angelicales, es solamente para quienes tienen su parte en la primera resurrección de salvación y vida eterna: “Mas cuando venga lo que es perfecto, entonces lo que es en parte será quitado” (1 Corintios 13.10 – RVR1909), que corresponde a la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo: “Mas los otros muertos no tornaron á vivir hasta que sean cumplidos mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad en éstos; antes serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20.5 al 6 – RVR1909).

Esto de mil años significa que es en el tiempo de Dios: “Mas los cielos que son ahora, y la tierra, son conservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio, y de la perdición de los hombres impíos. Mas, oh amados, no ignoréis esta una cosa: que un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día” (2 Pedro 3.7 al 8 – RVR1909). El espacio y el tiempo como lo conocemos en la actualidad, existen solamente en esta vida, la siguiente vida es eterna en el tiempo de Dios. En el caso de la referencia al Libro Supremo de Vida como la memoria de Dios, está escrito lo siguiente: “Para que buscasen á Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen; aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros: Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como también algunos de vuestros poetas dijeron: Porque linaje de éste somos también” (Hechos 17.27 al 28 – RVR1909).


Por medio de Adán y Eva se transfiere y transmite el gen del envejecimiento y muerte. Esta muerte es como un dormir sin sueños y su período dura entre un cerrar y un abrir de ojos: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adam todos mueren, así



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también en Cristo todos serán vivificados. Mas cada uno en su orden: Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida” (1 Corintios 15.20 al 23). Jesucristo es el único en resucitar y en ascender a los cielos con cuerpo trasformado. Jesús dice que los resucitados serán como ángeles:

“Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y son dados en casamiento: Mas los que fueren tenidos por dignos de aquel siglo y de la resurrección de los muertos, ni se casan, ni son dados en casamiento: Porque no pueden ya más morir: porque son iguales á los ángeles, y son hijos de Dios, cuando son hijos de la resurrección. Y que los muertos hayan de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor: Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, mas de vivos: porque todos viven á él” (Lucas 20.34 al 38 – RVR1909).

Esta vida conocida como la vida presente, corresponde al juicio inicial de presentar pruebas (el subrayado es nuestro):


“No obstante, reinó la muerte desde Adam hasta Moisés, aun en los que no pecaron á la manera de la rebelión de Adam; el cual es figura del que había de venir. Mas no como el delito, tal fué el don: porque si por el delito de aquel uno murieron los muchos, mucho más abundó la gracia de Dios á los muchos, y el don por la gracia de un hombre, Jesucristo. Ni tampoco de la manera que por un pecado, así también el don: porque el juicio á la verdad vino de un pecado para condenación, mas la gracia vino de muchos delitos para justificación. Porque, si por un delito reinó la muerte por uno, mucho más reinarán en vida por un Jesucristo los que reciben la abundancia de gracia, y


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del don de la justicia (Romanos 5.14 al 17 – RVR1909).

El juicio inicial es el mismo juicio que es previo, donde los justos presentan por la fe y los hechos su demostración de inocencia y justicia, a través de la vida diaria del ser interior indivisible y se integra con acciones, actitudes, actos, aptitud, atributo, carácter, comportamiento, conducta, cualidad, ego, emociones, habilidades psicosociales, hábito socioemocional, intención, personalidad, sentimiento, temperamento, valores, virtudes y la voluntad, junto con los principios adquiridos, inherentes e intrínsecos, que es juicio inicial: “Pero si alguno padece como Cristiano, no se avergüence; antes glorifique á Dios en esta parte. Porque es tiempo de que el juicio comience de la casa de Dios: y si primero comienza por nosotros, ¿qué será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y si el justo con dificultad se salva; ¿á dónde aparecerá el infiel y el pecador? Y por eso los que son afligidos según la voluntad de Dios, encomiéndenle sus almas, como á fiel Criador, haciendo bien” (1 Pedro 4.16 al 19 – RVR1909).


Cuando aparezca el Señor Jesús en su segunda venida, quienes están vivos en el momento, confirmarán su condición o estado ante Dios: “Y ahora, hijitos, perseverad en él; para que cuando apareciere, tengamos confianza, y no seamos confundidos de él en su venida. Si sabéis que él es justo, sabed también que cualquiera que hace justicia, es nacido de él” (1 Juan 2.28 al 29 – RVR1909). Las personas que se encuentran pacíficas y santas al recibir y encontrarse con el Señor, las mismas son transformadas corporalmente, aunque primeramente resucitan los que han muerto con la misma preparación, o sea, los que duermen preparados en el Señor:


“He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados. En un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta;


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porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados. Porque es menester que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad. Y cuando esto corruptible fuere vestido de incorrupción, y esto mortal fuere vestido de inmortalidad, entonces se efectuará la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte con victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (1 Corintios 15.51 al 55 – RVR1909).

En la segunda venida de Jesucristo se completa el juicio inicial, una vez completado este inicio procede seguidamente el juicio final. En todo este proceso el juicio empieza desde el acontecimiento del ángel caído, por cierto, un ser celestial, que arrastra la tercera parte de seres angelicales. Luego se replica la misma situación en el caso de Adán y Eva con el resto de los seres humanos, debido a la influencia en el Edén por parte del ángel caído. El motivo de la existencia de la humanidad, es ofrecer una posibilidad a los ángeles indecisos de venir a encarnar como seres terrenales, para tomar una decisión de fidelidad y lealtad al Creador, o de rebeldía tras el ángel caído. Los seres humanos transitan un orden, donde primeramente se manifiesta la condición natural, para pasar seguidamente por el proceso espiritual y finalmente llegar nuevamente a lo celestial, así retornar o volver a ser como eran al principio de todos los tiempos en el séquito celestial:


“Así también está escrito: Fué hecho el primer hombre Adam en ánima viviente; el postrer Adam en espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre, es de la tierra, terreno: el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terreno, tales también los terrenos; y cual el celestial, tales también los celestiales…” (1 Corintios 15.45 al 49 – RVR1909).


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1.6) LA ESTABILIDAD, MADUREZ Y PERSEVERANCIA


En el principio existe la armonía y comunión con Dios, un orden perfecto entre los seres celestiales con su Creador, pero sucede una dubitación que requiere la estabilidad de volver a la posición de equilibrio inicial: “En el principio crió Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la haz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz: y fué la luz” (Génesis 1.1 al 3 – RVR1909). El orden es primero, en sucesión cronológica, luego se presenta la alteración con el desorden, pero ¿por qué además de desordenada, se dice que la tierra estaba vacía? Este vacío tiene un simbolismo, en algunos casos representa la ausencia de Dios. En el caso del ángel caído, significa la arrogancia e inmadurez por presuntuosidad, el alto concepto y vanagloria por cierta belleza, cualidad y jactancia debido al propio valer.


“Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste criado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tu contratación fuiste lleno de iniquidad, y pecaste: por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín cubridor. Enaltecióse tu corazón á causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría á causa de tu resplandor: yo te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti” (Ezequiel 28.15 al 17 – RVR1909).

La alusión anterior al ángel caído comparada con ciertos reyes, nos ofrece la oportunidad de una idea o pista de lo



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sucedido en el principio. Continuando con las analogías o comparaciones, como hemos mencionado en otra ocasión, los seres angelicales solamente ejercen su capacidad de decisión, el resultado de este poder de decisión define el bien o mal como consecuencia. Entonces, ¿cuál es el factor influyente o predominante entre los demás ángeles arrastrados por el ángel caído? Otra analogía o comparación de relación de semejanza, acerca de la envidia (el subrayado es nuestro):

“Hízose, pues, hermoso en su grandeza con la extensión de sus ramas; porque su raíz estaba junto á muchas aguas. Los cedros no lo cubrieron en el huerto de Dios: las hayas no fueron semejantes á sus ramas, ni los castaños fueron semejantes á sus ramos: ningún árbol en el huerto de Dios fué semejante á él en su hermosura. Hícelo hermoso con la multitud de sus ramas; y todos los árboles de Edén, que estaban en el huerto de Dios, tuvieron de él envidia. Por tanto, así dijo el Señor Jehová: Por cuanto te encumbraste en altura, y puso su cumbre entre densas ramas, y su corazón se elevó con su altura” (Ezequiel 31.7 al 10 – RVR1909).

Estas afirmaciones de ninguna manera son categóricas o concluyentes, pero aportan una analogía o comparación para sugerir una posible razón de lo sucedido. Además de explicar la posibilidad del motivo desencadenante en el origen o principio, lo cual concuerda con otro apartado, donde se analiza el origen del bien y del mal, como la combinación entre egoísmo, envidia y odio. En todo caso los ángeles con decisión firme, ya tenían su convicción fuertemente adherida, mientras tanto, los ángeles indecisos al encarnar como seres humanos, tienen todavía la oportunidad de estabilizar su condición, en el sentido de volver a la posición de equilibrio inicial, en armonía y comunión con Dios. Hay una analogía de un adagio de conocimiento antiguo, donde se nos compara



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como chispas desprendidas de la luz de Dios, y en retorno para fusionar nuevamente con la Luz Suprema del Libro Supremo de Vida. La Biblia dice: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4.6 – RVR1909). El proceso imprescindible e inexcusable es lograr la maduración y perseverancia espiritual y estabilidad a plenitud. Se recomienda ser inocentes en la malicia como infantes, pero perfectos en el sentido: “Hermanos, no seáis niños en el sentido, sino sed niños en la malicia: empero perfectos en el sentido” (1 Corintios 14.20 – RVR1909). Esta perfección en el sentido representa lograr una madurez en el juicio o modo de pensar, según el grado de conocimiento, entendimiento y razón capaz de discernir. La madurez está relacionada con la cautela, cortesía, paciencia, pacificación, prudencia, recato y sensatez, de la decencia, honestidad, honradez, modestia y pudor. La perfección en los justos viene a ser como la luz de la aurora: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto. El camino de los impíos es como la oscuridad: No saben en qué tropiezan” (Proverbios 4.18 al 19 – RVR1909).

La Biblia indica a Jesucristo como la dimensión, medida, modelo, molde, parámetro y referencia, de la estabilidad de madurez y perseverancia: “Hasta que todos lleguemos á la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, á un varón perfecto, á la medida de la edad de la plenitud de Cristo” (Efesios 4.13 – RVR1909). Jesucristo con su muerte en la cruz, vence con el bien al mal, y expone públicamente la altivez, arrogancia, inmadurez y prepotencia de quienes le condenan y matan, ya sea en relación con el mal ejemplo de los ángeles que cayeron o de los seres humanos que en su indecisión, se deciden por rechazar y dar muerte a Jesús: “Rayendo la cédula de los ritos que nos era contraria, que era contra nosotros, quitándola de en medio y enclavándola en la cruz; Y despojando los principados y las potestades, sacólos á la vergüenza en público, triunfando de ellos en sí mismo”



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(Colosenses 2.14 al 15 – RVR1909). La combinación de poder y conjunto de estabilidad, madurez y perseverancia, conforma la sabiduría y es indispensable para la perfección: “Para que vuestra fe no esté fundada en sabiduría de hombres, mas en poder de Dios. Empero hablamos sabiduría de Dios entre perfectos; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que se deshacen” (1 Corintios 2.5 al 6 – RVR1909). La estabilidad, madurez y perseverancia como la referencia basada en Jesucristo, para que sea en el poder de Dios: “Mas nosotros predicamos á Cristo crucificado, á los Judíos ciertamente tropezadero, y á los Gentiles locura; Empero á los llamados, así Judíos como Griegos, Cristo potencia de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1.23 al 24 – RVR1909).

La estabilidad, madurez y perseverancia contribuye con el proceso de perfección, porque el ser humano es imperfecto pero es perfectible en Jesucristo: “Hermanos, yo mismo no hago cuenta de haber lo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome á lo que está delante, Prosigo al blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos: y si otra cosa sentís, esto también os revelará Dios” (Filipenses 3.13 al 15 – RVR1909). Ser estable emocional con estabilidad espiritual, es necesario para conservar o mantener un equilibrio. La madurez que se logra, permite una mejora continua o permanente, porque la perseverancia posibilita llegar hasta el final con la constancia suficiente: “Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24.13 – RVR1909). Algunas personas ni con la longevidad maduran como mejores personas, toda la vida son groseras, iracundas, irrespetuosas, sarcásticas y violentas, actúan siempre con doble intención o mala fe, de ninguna manera reflejan la madurez en Cristo: “Toda amargura, y enojó, é ira, y voces, y maledicencia sea quitada de vosotros, y toda malicia” (Efesios 4.31 – RVR1909). También la Biblia dice: “Mas ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, torpes palabras de vuestra boca. No mintáis los unos á los otros, habiéndoos despojado



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del viejo hombre con sus hechos, Y revestídoos del nuevo, el cual por el conocimiento es renovado conforme a la imagen del que lo crió” (Colosenses 3.8 al 10 – RVR1909).

Nuestra insistencia del relato de lo acontecido al ángel caído, sirve para tomar conciencia de absorber y aprender los antecedentes bíblicos, por ejemplo, el valor de la esperanza y de la paciencia; porque todo lo transmitido en la Biblia ha sido un ejemplo útil para la posteridad: “Porque las cosas que antes fueron escritas, para nuestra enseñanza fueron escritas; para que por la paciencia, y por la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. Mas el Dios de la paciencia y de la consolación os dé que entre vosotros seáis unánimes según Cristo Jesús” (Romanos 15.4 al 5 – RVR1909). La perseverancia del propósito por la perfección sí es factible y realizable entre los seres humanos: “Sabiendo que la prueba de vuestra fe obra paciencia. Mas tenga la paciencia perfecta su obra, para que seáis perfectos y cabales, sin faltar en alguna cosa” (Santiago 1.3 al 4 – RVR1909). El pretexto de una vida sin la posibilidad de perfección, es injustificable en quienes pretenden excusar su impotencia de perfeccionar su vida en Jesucristo. Esto se dice y hace para eludir o evadir cualquier tipo de compromiso, dificultad, fidelidad, obligación y responsabilidad ante Dios, máxime cuando predomina en la persona la inestabilidad, inmadurez e inconstancia. La Divina Providencia celestial, está en Dios Padre y en Jesucristo, por los siglos de los siglos, en la relación de armonía, comunión y confianza, tanto con Dios el Padre, como mediante su Hijo amado Jesucristo, quien es nuestro Salvador y Señor.


Amén. Así sea. Por lo tanto, la estabilidad, madurez y perseverancia, están relacionadas en su conjunto como un verdadero proceso de perfección, sumado a la esperanza y la paciencia. Tal perfección por Jesucristo como ser humano, fue demostrada con la capacidad de lograr perfección que sea ejemplo y modelo de que sí es posible ser fiel y obediente para la gloria y honra al Padre: “Por lo cual Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré á vosotros Padre, Y vosotros me seréis á mí hijos é hijas, dice el Señor Todopoderoso. Así que, amados, pues tenemos tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación en temor de Dios” (2 Corintios 6.17 al 7.1 – RVR1909).



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CAPÍTULO 2: EL PODER DEL PODER SUPERIOR O SER SUPREMO


La función de la mente y sus procesos cognitivos, se estudia desde la ciencia o se investiga según los argumentos e indagación de la filosofía de la mente. Algunos consideran que se determina de acuerdo con la neurofilosofía o filosofía de la neurociencia. El establecimiento de sus afirmaciones, conceptos, definiciones, explicaciones, fundamentos e ideas al respecto, corresponde con la adición, complemento y proceso interdisciplinario, entre la ciencia, la filosofía, la pedagogía, la psicología y la teología. A través de la ciencia entendemos la integración e interconexión de una red de neuronas asociadas para la formación de las creencias, emociones, pensamientos, percepciones, recuerdos, sensaciones, entre otros. Sabemos por la misma ciencia que las neuronas conducen y generan impulsos o señales eléctricas en el cuerpo, posibilitando la comunicación corporal con todo el organismo integralmente. Las células cerebrales a través de mensajeros químicos, se comunican con otras células del cuerpo y función específica.


Además, en este sentido, las conexiones y enlaces de los neurotransmisores en el sistema nervioso, funcionan como circuitos de sustancias químicas, con funciones biológicas, que contribuyen a la recepción y envío de información, para la función eficiente del organismo celular, órganos y tejidos corporales. Esta señalización electroquímica es indispensable para todo el cuerpo. También a través de la ciencia podemos comprender los conceptos y términos importantes como bioquímica, células, células nerviosas o neuronas, cerebro, encéfalo, hipotálamo, hormonas, lóbulo frontal, memoria, moléculas, neurohormonas, proteínas, red neuronal, sistema nervioso y sustancias químicas para los estados emocionales.



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Por otra parte, debido a que el ser humano requiere de un hábitat para su convivencia y desenvolvimiento cotidiano, entonces se reviste de gran importancia la ciencia de la física, que estudia las propiedades de la energía, espacio, fuerza, masa, materia, movimiento y tiempo, en el desarrollo, establecimiento e investigación de hipótesis y teorías físicas y mecánicas. Aunque en el caso de la explicación del origen de la existencia, surgen tesis científicas que dejan de lado la intervención del poder de un Poder Superior o Ser Supremo. Estas teorías o tesis científicas son como adornar, disfrazar o maquillar la realidad implícita y verídica, para presentar otra apariencia teórica especulativa y hasta disimulada, que niega la existencia de Dios el Gran Creador. Lo que pasa es que la comprobación es el fin último de la ciencia. Lo cual provoca el debate y duda, en las personas escépticas e incrédulas acerca de la existencia o no de un Poder Superior o Ser Supremo. La verdad es Dios, que aunque no lo hemos visto, ni lo vemos, su poder se comprueba, demuestra, manifiesta y presenta en aquel ser humano, que combate, confronta y vence el mal con el bien, desde las trincheras de las ideas espirituales, que proceden de la comprensión y entendimiento de Dios.


El pensamiento filosófico o teorías filosóficas metafísicas, de las causas y de sus orígenes, considerado más allá de lo físico, también estudian al ser en cuanto tal, se analiza sus decisiones que son morales, principios, propiedades y valores, su finalidad, propósito y sentido en la vida. De esta manera surgen los principios filosóficos, apoyados y reforzados con los principios éticos y morales. El molde de formación ética – moral. A sí mismo la teología o estudio de lo que atañe a Dios, como una ciencia y tratado acerca de Dios y cómo el ser humano lo concibe. Se trata del conocimiento que se tiene acerca de Dios como un Poder Superior o Ser Supremo. Este conocimiento es indispensable para identificar y reconocer, mediante discernir y redargüir el bien del mal, porque una persona es buena o es mala, no existe persona buena y mala a la vez, o sea, del bien y del mal al mismo tiempo: “De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos,



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no conviene que estas cosas sean así hechas. ¿Echa alguna fuente por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede la higuera producir aceitunas, ó la vid higos? Así ninguna fuente puede hacer agua salada y dulce” (Santiago 3.10 al 12 – RVR1909). ¿Ambigüedad, doble moral?

Este discernir y redargüir es lo que llaman la consciencia de la capacidad de diferenciar o distinguir entre el bien y el mal, pero con un consciente donde el centro y el generador principal, a manera de una matriz, es el núcleo del ego y del temperamento, con sus propias experiencias, los recuerdos y vivencias genuinas. Por lo cual, no consiste solamente en una identificación y reconocimiento del sí mismo y de su entorno, claro, antes de una comprobación o demostración definitiva, una hipótesis o teoría pasa por un período de confirmación. Hay referencias bíblicas e históricas, acerca del testimonio y vivencia de los seres humanos, con el conocimiento y poder interior de la experiencia consciente de Dios, en relación con el Poder Superior o Ser Supremo. La persona misma certifica con su ser interior, la existencia y verdad del poder interior, específicamente el poder del Poder Superior o Ser Supremo dentro del ser humano. Así dijo Jesucristo el Hijo de Dios: “Y preguntado por los Fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia; Ni dirán: Helo aquí, ó helo allí: porque he aquí el reino de Dios entre vosotros está” (Lucas 17.20 al 21 – RVR1909). El poder interior supeditado al Poder Superior.


Por ejemplo, la práctica fiel de la honestidad, honradez, rectitud, sano juicio y sensatez, atribuido a un temor de Dios, por consiguiente, demostrado con hechos del comportamiento y la conducta. Por lo tanto, así como hay un Poder Superior o Ser Supremo, hay en cada persona un poder interior para visibilizar el bien o el mal, para sus actuaciones conscientes y voluntarias o todos sus comportamientos sin consciencia o involuntarios. El mundo es un estímulo sensorial para el ser humano, donde se maximizan sus sentidos, por lo que se hace inevitable la mención de las tres clases o tipos de



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consciencias que trascienden, a saber, la consciencia natural, la consciencia que es espiritual y la consciencia celestial. Esto permite estar situado en una condición o estado de una consciencia, adecuada a la dimensión o nivel de conocimiento y experiencia consciente en Dios. La consciencia puede ser colectiva o individual, debido a que el ser humano es un ser sociable, por su convivencia entre las personas, entonces se requieren las ciencias sociales, la psicología social y el estudio de su idiosincrasia, en su carácter, rasgos y temperamento, propios de la colectividad o del individuo, que los distingue de los demás, tanto en característica como en cualidad positiva.

El saber actuar es congruente con el ser, sin embargo a manera de significado y su simbología, el mundo natural es pasajero como un espejismo innato, porque es semejante a una ilusión óptica, sin consciencia real de la espiritualidad, a manera de una consciencia inerte, sin vida espiritual, incapaz de reacción por inmovilidad o parálisis: “Que con hipocresía hablarán mentira, teniendo cauterizada la conciencia” (1 Timoteo 4.2 – RVR1909). La consciencia natural contrapuesta a la espiritual. El estímulo del mundo es más apegado a lo superficial, superfluo y terrenal, con gratificación inmediata y temporal. La recompensa es eventual, basada más en la satisfacción de este mundo, que en lo esencial y sustancial del propósito espiritual que trasciende al conocimiento de lo celestial, que salva de este mundo y provee vida eterna en el venidero. Así la espiritualidad es un filtro y antesala celestial. El desasir es desprender y soltar lo asido terrenal, debido al grado perfeccionado en lo espiritual y en tránsito celestial.


La espiritualidad es la entrada a un oasis celestial, que también sirve de refugio para alejarnos del espejismo de los contratiempos, distracciones y ruidos del mundo terrenal, que nos distancia del Dios de lo Alto o del Altísimo Dios, máxime cuando la persona se aferra o arraiga a la tierra en contraposición al cielo de Dios. Porque imperan sus deseos y voluntad en lo carnal, en relación con la maldad y el pecado, hechos por propensión, sin ningún tipo de deliberación ni



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reflexión, sino por un instinto natural más que espiritual. Algunos hablan de la importancia y necesidad de ampliar los conocimientos psicológicos, integrados en una especie de psicología metafísica o metafísica psicológica, desde el punto de vista filosófico y teológico, que considere más la existencia e intervención de un Ser Superior o Ser Supremo, que tiene una relación y vínculo con el poder interior del ser humano.

El análisis, estudio e investigación para determinar la ubicación del poder interior relativo al ser humano, en el caso de la mente y el pensamiento, se focaliza en el ego y en el temperamento. El ego tiene una relación con la consciencia, porque a pesar de su rigidez se modifica conforme se adquiere y crea el contenido consciente, producto del proceso gradual neurobiológico cognitivo, por consiguiente su efecto directo en el pensamiento. Además de su respuesta manifiesta en lo reactivo con el comportamiento y la conducta de la persona. En la actividad y capacidad cerebral se posibilita la toma de consciencia. El ego se puede cambiar y modificar, pero el temperamento solamente es posible ser controlado, dominado o subordinado, porque de ninguna manera el temperamento puede cambiar o modificar. Todo ser humano sin excepción nace con el ego y el temperamento, pero en relación con el poder del amor, consagración, misericordia y santidad de Dios, el ser humano nace vacío de este conocimiento. El ego y el temperamento requieren ser controlados y dominados, porque nadie puede evadir o quitarse de encima el vivir con ego y temperamento, el mal está cuando el ego se vuelve en egocentrismo y egoísmo, por una inclinación o tendencia desde que se nace. El conocimiento e información del amor, consagración, misericordia y santidad de Dios es poder, que subordina tanto al ego como al temperamento del ser interior.


Las actitudes, el carácter, las habilidades psicosociales o socioemocionales, personalidad y sentimientos, se corrigen, educan y moldean desde neonato con el aprendizaje, atención y enseñanza recibida externamente. El ego y el temperamento tienen su fuente y origen innato; a manera de una analogía o



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comparación, es como un tipo de circuito integrado o chip de dispositivo electrónico, con interconexiones para un propósito específico, como los circuitos digitales de compuertas lógicas y sus operaciones lógicas binarias o el sistema binario. El contenido de datos y el tratamiento de la información, que se encuentra almacenada en el interior específico del dispositivo electrónico, puede ser modificado o procesado; en este caso la relación mente y pensamiento con el ego y el temperamento, recibe la influencia de la capacidad de sufrir incidencia o de poder repercutir con la meditación y reflexión interna, como un estímulo químico interno que logra la voluntad de buscar incesante e intensamente el control, dominio y mitigación urgente hacia el mismo ego y el temperamento. Entre las dos opciones se encuentran lo negativo o positivo, lo desfavorable o favorable en dirección del pesimismo o del optimismo.

En el caso del ego cumple un impulso, función psíquica, que ocasiona una acción de fuerza y movimiento corporal. El mismo involucra el deseo y motivación instintiva de orden natural o sobrenatural, según el mismo ego le inspire a actuar y reaccionar. Una acción – reacción determinada por el tipo de contenido y experiencia consciente, ya sea solo natural, con traslape espiritual o trascendencia completa en lo espiritual. También corresponde a un comportamiento y conducta con marca o sello personal, ajeno o cercano a la relación propia con la Divinidad. El ego es determinante de la identidad y énfasis del “yo” y de lo que “soy”, además de cómo es reconocido el mismo ante Dios, ya sea un instrumento para deshonra o para la honra de Dios. Por lo tanto, se contrasta entre el orgullo y la soberbia, con la humildad y la mansedumbre. El ego es nuestro amigo o enemigo, según corresponda, el temperamento viene a ser como la terquedad o testarudez que refuerza al ego, ambos requieren el ser dominados con la consciencia o conocimiento subjetivo, o sea, de sí mismo mediante la reflexión del resultado de sus actos. Esto afecta en el entorno expuesto a su realidad, su relación que es circundante y la comunicación asertiva con su alrededor. De manera que se perciba a sí mismo en su



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“estar y ser” inmerso en este mundo, con una ubicación consciente de su identidad real ante sí mismo y frente a Dios.

Se dice que según la biología de cada individuo, tiene su constitución particular de acuerdo con su predominio de su organismo fisiológico. Hay una regulación biológica interna, pero no es exclusivamente biológico, porque interviene una influencia cognitiva conductual, que en ciertos casos requiere de lo que llaman la terapia cognitiva o psicoterapias, para la toma de decisiones adecuadas, según la relación con las emociones, pensamientos y sentimientos negativos, los que afectan el comportamiento y la conducta. Esto implica una configuración o construcción neuronal, acerca del conjunto de las conexiones e interacciones en el componente entre neuronas, con el conocimiento, datos e información capaz de reconocer la realidad propia y de su entorno, para establecer una mente consciente y el contenido consciente subjetivo. Se hace posible por la capacidad del cerebro del almacenamiento e integración del conocimiento, además de las percepciones y sensaciones que se hacen del entorno y un control adecuado e integrado. Así por ejemplo, el dominio del temperamento, influye en la persona en su manera del reaccionar y del ser.


El ego y el temperamento juntos en fusión de propósito, de forma combinada son fundamentales e inherentes, porque en conjunto son indispensables para definir nuestro sentido de la vida, es decir, el propósito y sentido de sí mismo frente a la vida. Ambos en sincronía son indefectibles y se pueden aplacar. Asimilar el conocimiento de Dios con una experiencia consciente de Dios, evita la transmisión de ideas erróneas; comprender el aprendizaje de la información provista por la Divina Providencia, se incorpora en el ego las herramientas necesarias para su conducción. El rumiar la palabra de Dios es considerar despacio, detallado y pausado, para pensar con la dirección, meditación y reflexión en profundidad, así lograr la madurez en su punto óptimo del alimento espiritual, al grado o nivel sumamente de bueno a excelente, hasta donde ya no se pueda mejorar más, porque se alcanza su mayor



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altitud de la elevación en comprensión y entendimiento de Dios, a otro nivel celestial (palabra que sale de la boca de Dios). El nivel natural es el pan comestible de subsistencia, pero es imprescindible el celestial: “Mas él respondiendo, dijo: Escrito está: No con solo el pan vivirá el hombre, mas con toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4.4 – RVR1909).

En el caso del ego, el mismo no es bueno ni es malo, es semejante a la decisión, que no es buena ni mala, sino la consecuencia o resultado de la decisión. El ego es como la causa que es fuente u origen del efecto, es el causal del motivo o razón de las consecuencias de nuestro destino. El ego y temperamento bien encaminados o enfocados, son un poder interior con la funcionalidad de balancear o equilibrar la mejor personalidad que tenemos, consigo mismo y con el entorno. Es similar a la batería generadora de energía, fuerza y poder, para iluminar la excelencia de nuestro ser, en amor, bondad y calidad de persona. Tanto en lo correspondiente al organismo y a la psicobiología, ya sea con lo subjetivo en el caso de las creencias, emociones y sentimientos, mayormente cuando se trata de emociones o impresiones negativas o nocivas de traumas personales, que se requieren superar, con la imprescindible necesidad psicoterápica, para un equilibrio integrado, orgánico y subjetivo saludable del ser interior.


Entonces, el ego y el temperamento afectan nuestro ser interior de las actitudes, carácter, habilidades psicosociales, emociones, personalidad y sentimientos, vitales para nuestra convivencia cotidiana. A manera de un filtro de obstinación de porfía y terquedad, debido a sus criterios previamente establecidos. El ego y el temperamento se subliman con el nuevo nacimiento: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3.5 al 6 – RVR1909). Ambos, el ego y el temperamento se elevan a un grado superior con nacer de nuevo. Esto es categórico para la determinación de nuestro destino final, porque atañe a la



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posibilidad de entrar en el reino eterno de Dios. Además de la contención y moderación del ego y temperamento, se corrigen y rectifican las imperfecciones en función de rehacer o volver a formar, por consiguiente, enmendar los comportamientos y conductas reprochables, por la falta del compromiso y la responsabilidad ante un Poder Superior o Ser Supremo.

El abuso del malo en hacer maldades, se presenta cuando a pesar de su maldad conserva su vida intacta, inclusive con bienestar y salud, pero a su debido tiempo, tarde o temprano llega el tiempo de la justicia Divina: “Mas yo os digo: Amad á vuestros enemigos, bendecid á los que os maldicen, haced bien á los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos: que hace que su sol salga sobre malos y buenos, y llueve sobre justos é injustos” (Mateo 5.44 al 45 – RVR1909). ¡Del enemigo defiéndenos Poder Superior o Ser Supremo! Líbranos de la adversidad y de la rebeldía. La sabiduría de Dios es la más grande en excelencia y plenitud, es el conocimiento en profundidad y que alcanza el nivel o grado más alto de todos los conocimientos existentes, que guía y rige nuestras vidas, para modelar o moldear como alfarero, una forma de ser auténtica y genuina. Encarnada en el Hijo de Dios, para el apogeo de los tiempos culminantes.


Lograr la plena consciencia del conocimiento y sabiduría de Dios, requiere el poder de la fe en el mensaje de la palabra escrita de Dios. Esto posibilita una mayor y mejor elevación en el nivel del saber consciente y de la confianza en el Poder Superior. Se requiere coordinar y sincronizar la voluntad del ego y del temperamento con la voluntad de Dios. Trascender mediante el poder de la fe y de la oración; por esta razón es fundamental ser crédulo y vivir con fe, comprobable como un creyente practicante del buen juicio, la honestidad, sensatez y serenidad. Se pretende el criterio emocional, moral y racional de discernimiento, para dejar fluir y posibilitar las acciones sabias del Poder Superior en nosotros, específicamente lo que atañe a construir o reconstruir, edificar o reedificar, formar o



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reformar. La Escritura dice: “Sed pues misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis, y no seréis juzgados: no condenéis, y no seréis condenados: perdonad, y seréis perdonados. Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida, y rebosando darán en vuestro seno: porque con la misma medida que midiereis, os será vuelto á medir” (Lucas 6.36 al 38 – RVR1909).

Que impere y prevalezca siempre el bien sobre todo lo demás, sin amarguras, cólera, despechos, desprecios, enojo, humillaciones, injusticias, ira, odios, rencores, resentimientos y venganzas. Demostrado en la consagración y santidad a Dios, con la práctica del bien en todo lugar y momento, en toda circunstancia y situación de la vida, a través de vencer el mal con el bien. Hacer lo bueno alimenta y consolida la salud mental y los buenos pensamientos, cura cualquier herida emocional y sentimental, con una fortaleza de buen memoria y saludable, sobre otras memorias más nocivas y dolorosas. Renunciar a la memoria negativa o pensamientos negativos, con el reemplazo o sustitución del optimismo y positivismo, manifestado o reflejado en el amor, esperanza, fe y paz.


El poder del Poder Superior o Ser Supremo nos aporta acompañamiento, guía u orientación, por lo tanto, nuestra reacción es de alabanza, elogio y gratitud, porque en este objetivo o meta, no estamos solos, ni abandonados, ni desamparados, sino protegidos gracias a su propósito de amor, bondad, compromiso, deber, disciplina, misericordia, obediencia, perdón y responsabilidad. Además se manifiesta el poder interior, emanado de la espiritualidad, fe y oración, complementos de la meditación y reflexión. Prevalece un pensamiento atento y detenido, en la sabiduría del Poder de lo Alto, de la humildad y mansedumbre. Aceptar y reconocer es parte de la restauración en los principios psicológicos de bienestar y salud mental. Confesarse a uno mismo y al Ser Supremo en oración, de la necesidad de mejora personal, en la forma de ser, el carácter y la personalidad, es una catarsis y purificación indispensable para la calma, liberación, paz,



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quietud, serenidad, sosiego interior y tranquilidad espiritual, proveyendo una eficaz y eficiente balance con el equilibrio emocional y sentimental necesario. Hay una experiencia y práctica consciente en las habilidades psicosociales.

Un alto nivel de dilección en amor reflexivo y voluntad honesta, es parte del nacer de nuevo como un cambio de vida mediante la transformación del pensamiento. Las emociones y malos recuerdos reprimidos, perturban la paz y se manifiesta en el comportamiento errático y perjudicial. La contrición es un arrepentimiento auténtico y genuino, con mucho dolor y pesar de la ofensa al Poder Superior o Ser Supremo, debido a una culpa cometida. Esto se cumple, siempre y cuando, se tenga un verdadero amor al Poder Superior o Ser Supremo, que alivia nuestra confianza y reivindica nuestra credibilidad y seguridad ante Dios, por consiguiente el beneficio para la salud mental y nuestro ser interior en general. Por ejemplo, el ego, relativo al contenido y función psicológica, es un poder interior de nuestro ser, que emana, fluye o genera la fuerza o vigor en la intención y motivación anímica. El ego es como un propulsor que frena o impulsa, según su condición de contenido consciente, grado de estado consciente y percepción consciente, según el don del Espíritu Santo en nuestro ser interior: “para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor” (Efesios 3.16 al 17 – RVR60). Por esta razón, la importancia del Espíritu Santo en nuestra vida.


Por lo tanto, el ego constituye una fuerza de la vida personal y psicosocial: “Por tanto, no desmayamos: antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior empero se renueva de día en día” (2 Corintios 4.16 – RVR1909). La salud mental en lo emocional y sentimental, requiere colaboración del ego junto con el temperamento, para prevalecer sobre cualquier intención o poder de los malos pensamientos, contrarios a los frutos del Espíritu



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Santo. El mal está en el pensamiento habitual del egoísmo, envidia y orgullo, que son determinados como imperfecciones o males del carácter y personalidad, que crean desequilibrio o desestabilización emocional y sentimental. Esto se apacigua con la acción del cambio de pensamiento, con el poder de la creación, desarrollo, estímulo y operación de las creencias e ideas éticas y morales. Los peores enemigos son el cinismo y el escepticismo. El cinismo es el desprecio hacia las normas y valores morales, el descaro y desvergüenza en engañar; es mentir con la práctica de las acciones deshonrosas, indignas, inmorales y vituperables. El escepticismo es la desconfianza y duda de la eficacia o existencia de la verdad, porque se considera que el ser humano es incapaz de conocer la verdad. El ego y el temperamento sin compromiso y responsabilidad, son cautivos de la futilidad del cinismo y del escepticismo.

La palabra de Dios es clara y contundente: “Encomienda á Jehová tu camino, Y espera en él; y él hará. Y exhibirá tu justicia como la luz, Y tus derechos como el medio día. Calla á Jehová, y espera en él: No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades. Déjate de la ira, y depón el enojo: No te excites en manera alguna á hacer lo malo” (Salmos 37.5 al 8 – RVR1909). La lucha contra el mal es el último bastión, en los tiempos actuales del desenfreno que corre hacia la maldad y el pecado, sin un alto en el camino y una intermisión de fe, para cesar o interrumpir los afanes, ajetreos, ansiedades y distracciones de la vida, donde urge una dedicación centrada en la fe en Dios. Las personas se vuelven enfermos y esclavos de las emociones. La inestabilidad emocional de la neurosis. La falta del poder de un descanso o sueño reparador y saludable, de una alimentación y nutrición sana, inclusive con las ensaladas crudas, para mantener la salud de las células mediante los minerales y vitaminas esenciales, como los nutrientes ricos en cereales, fibra, frutas, hortalizas, legumbres, semillas, tubérculos, vegetales y verduras. La necesidad de un ejercicio cotidiano de la paz interior, para una adecuada salud física y mental, emocional y espiritual en



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el diario vivir, de una forma o manera integral de todos sus componentes, que integran en su conjunto el ser interior.

La espiritualidad se alimenta con la fe, meditación y reflexión, tanto a través de la oración como de la lectura atenta en la palabra de Dios. Esto es nacer de nuevo por el poder de la fe, oración y palabra de la Sagrada Escritura de Dios. Una comunicación asertiva y práctica de las ciencias morales, libertad de criterio y de intención convincente y propositiva, más que persuasiva de esperar que otros hagan lo que uno no aporta el ejemplo en hacer. Mostrar la fe propia sin esperar la evidencia moral de la fe de otros, que viven en claro desafío y temerariamente ante Dios. La parafernalia habitual, viene a ser el uso debido y permanente de la Biblia en la lectura constante y permanente durante la cotidianidad. Este es el alimento diario, que es el pan espiritual de cada día, para una nutrición espiritual adecuada. El ejercicio y práctica de la palabra de Dios, relajan el pensamiento en confianza y fe a los planes y propósitos de Dios, de forma atenta y concentrada en su voluntad. Se impone el respeto y reverencia, la fidelidad y lealtad a su propia ley espiritual y celestial, con acciones, actos o hechos de una vida ejemplar, requerida para vivir confiado de salud espiritual y mental.


También hay grupos asesores, consejeros, orientadores y terapeutas espirituales que se muestran como ejemplos vivos, que transmiten el poder de sugestión hacia la obediencia y práctica de la voluntad de Dios. Es el efecto placebo de la vitamina de la fe, con la eficiente intención convincente y propositiva de ejemplo y práctica, más que persuasivo solo en lo teórico. Sugieren la imitación o seguimiento de un ejemplo o testimonio de ser fiel y leal a Dios, según la fascinación de admiración o entusiasmo al Hijo de Dios. Por ejemplo, el amor apasionado y el deseo de ser como Jesucristo, en su ejemplo y modelo de vida. Esto es enamorarse de Jesucristo para seguir su Camino. Dejar el apego a lo terrenal, para ser libre hacia lo celestial. Aprender a vivir con la madurez espiritual necesaria, para la trascendencia hacia lo celestial.



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El poder de la autosugestión o de la misma sugestión, es poderosa en influenciar el accionar de la fe en el pensamiento humano, para anular o inhibir la voluntad propia y ejercer la voluntad del Hijo de Dios como Maestro y Mentor. En este caso el cuidado y precaución es que sea conforme al Señor Jesucristo, el verdadero poder del Poder Superior o Ser Supremo. La persona requiere identificar y reconocer a Cristo Jesús el Hijo de Dios, con absoluta y total capacidad de ser asertivo, para alcanzar a Jesús y acertar en el punto justo de su causa y movimiento, como su verdadero discípulo en el aprendizaje del ejemplo, modelo y vivencia de su enseñanza y mensaje, tal como Jesucristo lo entregó enviado de Dios.

El ser asertivo conlleva superar entre una buena y una excelente comunicación. Los líderes terapeutas espirituales realizan un intercambio de ideas y experiencias, con plenitud de colaboración, cooperación, coordinación y equipo de trabajo. Se pretende lograr una nivelación para que todos los seguidores puedan moldear su conocimiento en las actitudes, emociones, habilidades psicosociales y sentimientos, para dar forma a un mejor carácter y personalidad, reflejado en el espejo del comportamiento y la conducta. Aprender a convivir y vivir con inteligencia emocional, espiritual y social necesaria para la vida cotidiana. Guiados por la Inteligencia y Voluntad Inconmensurable de Dios: “Con Dios está la sabiduría y la fortaleza; Suyo es el consejo y la inteligencia” (Job 12.13 – RVR1909). Se requiere la concienciación del reconocimiento y remordimiento de nuestro mal proceder ante el Creador, a través de la transmisión de generación en generación, de la justicia Divina y del temor de Dios, esencia del ADN de Dios.


La habilidad de un comportamiento y conducta asertiva, facilita la posibilidad de una comunicación bidireccional con acuerdo, diálogo y negociación honesta, respetuosa y sincera, sin maltratar u ofender ninguno de los extremos o las partes de emisión – recepción. La expresión de manera auténtica, genuina y sincera de la creencia, necesidad, pensamiento o sentimiento, es dar lo mejor de sí mismo, sin agredir a los



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demás, sin desprecio o menosprecio. Se aplican las reglas básicas de la comunicación sin herir, pero de forma clara, concisa y directa, sin temer la reacción de los demás, porque se deja una sensación agradable de sí mismo, ya que escucha y valora los comentarios y opiniones de los interlocutores, a pesar de expresar algún desacuerdo. Así se aplica el respeto por los otros, por uno mismo y especialmente hacia Dios. Se plasma una conciencia moral ante Dios y los seres humanos, para un buen testimonio: “Teniendo esperanza en Dios que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos, la cual también ellos esperan. Y por esto, procuro yo tener siempre conciencia sin remordimiento acerca de Dios y acerca de los hombres” (Hechos 24.15 al 16 – RVR1909).

Existe una simbiosis de comunidades de especies que conviven en el planeta, todos los seres vivos dependemos de cada uno, en un medio ambiente común para todos, con un hábitat en general que requiere de una buena administración, cuidado y protección. La trascendencia de la existencia de la consciencia natural, hacia la consciencia espiritual con el destino a lo celestial, conocido como salvación y vida eterna, depende de una liberación de la servidumbre de corrupción: “Porque el continuo anhelar de las criaturas espera la manifestación de los hijos de Dios. Porque las criaturas sujetas fueron á vanidad, no de grado, mas por causa del que las sujetó con esperanza, Que también las mismas criaturas serán libradas de la servidumbre de corrupción en la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Romanos 8.19 al 21 – RVR1909). La Creación misma gime a una como si tuviera dolores de parto: “Porque sabemos que todas las criaturas gimen á una, y á una están de parto hasta ahora. Y no sólo ellas, mas también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, es á saber, la redención de nuestro cuerpo” (Romanos 8.22 al 23 – RVR1909). Figuradamente hay muchos senderos que ofrece el mundo para transitar en la vida, pero solamente hay un medio o procedimiento que corresponde al Camino de la consagración, santidad y paz.



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La decisión de un camino puede presentar la disyuntiva racional de pensar y sentir en sentidos opuestos entre sí, o la sincronización de ambos, para que coincida el pensar y el sentir unido a un Ser Superior o Ser Supremo. Se requiere hacer un alto y observar las posibilidades de caminos. El grado o nivel más elevado de la sabiduría es determinante para su mejor selección, porque es necesaria la dependencia a un Ser Superior o Ser Supremo, para tener esta capacidad de grado o nivel avanzado de sabiduría. En este sentido la autosuficiencia no es suficiente por sí misma, ni se basta a sí misma. El diagnóstico de sí mismo, consiste en evaluar o examinar minuciosamente, el avance de la condición de estancamiento o perfeccionamiento espiritual, inclusive para saber si hay algún tipo de retroceso espiritual. Lógicamente en la ausencia de espiritualidad, es imposible la factibilidad de un auto diagnóstico espiritual por la falta de capacidad. La persona con la disposición de mejorar espiritualmente se obliga a sí misma, con iniciativa propia y voluntad, el ejercer compromiso y responsabilidad, que sea espiritual, ante un Ser Superior o Ser Supremo. Esto es necesario para habilitar una posibilidad real de un análisis personal y diagnosticar la condición interna, que aunque es subjetiva en lo personal, es objetivo delante de Dios, con el control de Dios sobre nuestra manera o forma de pensar y de sentir. A pesar de realizar un diagnóstico de sí mismo, se hace en función de la situación de relación intima y personal con Dios, para que las acciones en relación con las emociones, motivaciones y pensamientos, sean conforme a la subordinación o sujeción a su obediencia.


Se dice que cada quien en su mente, es responsable del propio destino y que se hace justicia cuando se obtiene lo que se merece. Hay que tener una buena educación en la doctrina de los principios y valores inspirados en un Ser Superior o Ser Supremo. La consciencia de meditar y reflexionar en el aprendizaje de una experiencia consciente en Dios, permite y posibilita la sensatez de construir una vida del amor puro, convivencia y servicio a Dios, en plenitud de experiencias espirituales que trascienden a la dimensión celestial. Es la



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brújula de la orientación del norte espiritual, que ofrece una verdadera guía de armonía con la conexión y el contacto con Dios, según se concibe como el Ser Superior o Ser Supremo. Las personas asumen racionalmente su ego solidario, con el fin de conservar y mantener una salud mental, emocional y sentimental, que el amor propio que atestigua en sus propias vidas, tiene el empoderamiento de esperanza y paz, porque al amarse a sí mismo se ama con la fraternidad de amar a los demás, sin egoísmo sino con el amor a Dios. La clave está en aprender y enseñar a convivir con la madurez y respeto de los principios espirituales y vida en comunidad. La autenticidad, honestidad y sinceridad, confrontan la hipocresía social de las que son falsas relaciones interpersonales, que ofrecen una aparente integración o interés social, pero que son contrarias a la gratitud, permanencia y a las prácticas de la voluntad de un Ser Superior o Ser Supremo. La fortaleza y valentía de enfrentar la desaprobación del estigma, que no siguen las corrientes del mundo, cargadas del juicio social, porque las prácticas de las personas espirituales son diferentes, a las aceptadas socialmente con implicación de maldad y pecado.

En este sentido, quien practique la maldad y el pecado, el mundo le ofrece un camino ancho sin salida, al final solamente queda un sentimiento de fracaso e insatisfacción, porque ningún vacío de ausencia y carencia espiritual, se puede llenar con el camino de deseos y placeres temporales, contrarios al auténtico amor permanente de Dios. La persona prioriza su propia satisfacción de maldad y pecado, según su conveniencia e intereses creados personalmente. Actúa su egocentrismo y egoísmo, con una exagerada y una excesiva exaltación de sí mismo. Se renuncia a la posibilidad de rendir y servir con verdadera adoración, alabanza y gloria a Dios. Cuando el ser humano, en el ejercicio de su propia voluntad, según la condición o estado de sus emociones y sentimientos, interviene los pensamientos sin la Inteligencia Divina, se demuestra con el resultado de sus decisiones, porque su intención de espíritu, en el aspecto espiritual, es nula en su conexión y relación íntima con Dios. Los defectos o males de



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carácter traicionan a la persona impulsiva, de ciertos modelos o patrones defectuosos, de forma compulsiva y obsesiva en su reacción de comportamiento y conducta corrupta ante Dios.

La persona actúa con indiferencia, justificado en la preferencia de ignorar su responsabilidad, para dejar pasar por alto cualquier tipo de compromiso y fidelidad. Esto solo se contrarresta con la capacidad y disposición de aprender, con la dirección y guía de un Poder Superior o Poder Supremo. Una vez que se abraza el aprendizaje de los principios espirituales, con un estudio formal y serio, se practican los mismos, para recibir una experiencia consciente espiritual, por consiguiente un despertar consciente en Dios. Todo este procedimiento y proceso gradual se cumple, siempre y cuando, por la iniciativa voluntaria de la persona, reconozca su necesidad de la ayuda Divina, además de reconocer su falta de potestad para resolver por sí mismo. Se requiere aceptar la dependencia a un Ser Superior o Ser Supremo, que pueda controlar y solucionar nuestra condición. La persona considera incontrolable sus propios méritos, debido a su falta de capacidad de cordura y de sensatez, para deponer su intención y voluntad perjudicial de maldad y pecado.


Este aprender los principios de Dios, requiere del estudio y lectura de su palabra, conocer la voluntad de Dios, meditar y reflexionar al respecto, aplicar los principios con la práctica constante y continuamente. Hacer oración cotidianamente, reaccionar con la humildad y mansedumbre para recibir fortaleza. Identificar y reconocer los males de carácter, actuar y cambiar la forma de ser, mejorar en la actitud, emociones, habilidades psicosociales y sentimientos, hasta superar a un nivel de pensamiento positivo y de la personalidad, con el adecuado control del ego y del temperamento. Además de conservar un nivel máximo posible de autoestima, para mantener las mejores relaciones interpersonales sanas, en cuanto depende de nuestra iniciativa de condición de estima y de mejor calidad de vida espiritual y social, con la confianza y dirección plena en el Poder Superior o Ser Supremo.



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2.1) JESUCRISTO MI DECISIÓN


En relación con la clave o llave del conocimiento, para la nueva comprensión bíblica, Jesucristo hace frente y resiste la sociedad de su época, con la enseñanza que transmite del conocimiento celestial. El mundo se encuentra dominado por un conocimiento natural, que es la base o fundamento inicial en el ser humano. A este nivel de dimensión de conocimiento natural se le podría ubicar dentro del primer cielo, por ser más corporal, material y terrenal, acerca del mundo físico, junto con el factor de espacio y tiempo. En este tipo de conocimiento atañen todos los descubrimientos científicos, técnicos y tecnológicos, actuales y futuros, válidos como universales, debido a que tienen la accesibilidad de supuestos bienes y servicios con igualdad para todos. Aunque están sujetos a las legislaciones específicas, propuestas en cada nación contemporánea y futura. En este nivel se aprueban y discuten temas como el aborto, eutanasia, suicidio asistido, entre otros. Cuando el ser humano por cuestiones de decisión o elección, escala un paso en el nivel de conocimiento y toma en cuenta a Dios, se empieza a regir por otro nivel, al que hemos llamado conocimiento espiritual, donde el análisis del tipo de legislación espiritual, se rige directamente por la obediencia establecida a Dios Padre y definida en su palabra.


El nivel de conocimiento espiritual no está exento de la condición humana conflictiva y polémica, cuando por el uso propio de la facultad de comentario, interpretación, opinión y raciocinio del ser humano, se formula innumerables acuerdos de confesión de fe, credo o creencias, doctrinas, dogmas y puntos de fe, que muchas veces difieren entre sí y se oponen. Se establece comunidades de fe, congregación, denominación, escuelas apostólicas, escuela paulina, iglesia, religión y otros, limitados por el fraccionamiento cristiano, pero inspirados en



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el quehacer del estudio e investigación de la voluntad de Dios. El primer cielo, a saber, el globo terráqueo, con todas sus capas atmosféricas y el contenido interno del planeta, está más relacionado en lo espacial, físico, material y tiempo con el resto del universo, que equivale al segundo cielo con todos sus componentes. En el caso del conocimiento espiritual, se relaciona más con lo inmaterial, porque su radio de acción es la mente, que afecta nuestro ser interior de la actitud, ánimo, atributos, carácter, comportamiento, conducción, control del temperamento, cualidades, ego, emociones, forma de ser, habilidades psicosociales, inteligencia emocional, intención, personalidad, principios, sentimientos, valores y voluntad, relacionados con nuestro cotidiano caminar y convivencia con los demás, pero que tienen una mayor interacción con la enseñanza y mensaje celestial transmitido por Jesucristo. Se relaciona con el tercer cielo de la habitación, lugar o morada de Dios Padre y con el conocimiento celestial de su Hijo, ya que nuestro ser interior es una forma de energía espiritual.

Este tercer cielo en el sentido figurado es como un tercer nivel de conocimiento, representado en lo celestial, mediante el significado del tercer cielo personificado en Jesucristo. El modelo ejemplar de vida del diario caminar es Jesucristo y sus seguidores son discípulos del Camino, su vínculo es mediante la trascendencia de la comprensión y entendimiento del conocimiento celestial. El ruido distractor y ensordecedor del mundo, de ninguna manera desvía del camino al que tiene la mirada puesta en Jesús. El beneficio es elevar y escalar la dimensión de mente y pensamiento para lograr alcanzar el conocimiento promovido por el Maestro y Mentor. El Señor Jesucristo, el Hijo amado (Mateo 3.17 y 17.5), con su ejemplo de vida, mediante el plan establecido a través de él (Gálatas 1.3 al 5), establece las pautas para llegar al Padre. El ser humano que se despega de su naturaleza terrenal, se eleva al nivel espiritual y trasciende al conocimiento celestial.


El libro del profeta Daniel afirma la exclusividad de la revelación del misterio por parte del Dios de los cielos (Daniel



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2.27 al 28). La legislación del conocimiento celestial de Dios está por encima de la legislación natural y espiritual, o sea, Dios sobre los tres cielos. La llave para acceder al misterio es la imploración de la misericordia de Dios (Daniel 2.18). La plenitud del saber del conocimiento natural o espiritual, de ninguna manera es vinculante para alcanzar el conocimiento celestial, procedente de la sola potestad de Dios (Daniel 2.30). No obstante, es indispensable el requisito del conocimiento espiritual a manera de un trampolín para elevar y subir a la trascendencia del conocimiento celestial. Este pasaje de Daniel manifiesta un diálogo con el rey Nabucodonosor de Babilonia, quien declara posteriormente a la revelación del secreto (Daniel 2.47), que Dios es el Dios de dioses. Esto representa el conocimiento espiritual. Además que es el Señor de los reyes. Esto significa que los reyes representan el conocimiento natural. Entonces, la legislación en el mundo, de los principios y valores, definidos por el ser humano, acerca de la legalidad de los deberes y derechos, es propia de la naturaleza humana, cuando la legislación de la voluntad humana contradice de forma adversa o contraria a la voluntad de Dios. En los principios y valores que son los designios de Dios, prevalece el conocimiento de Jesucristo.

Los principios y valores que son de origen celestial, incorrectamente el ser humano se los atribuye, cuando en realidad estos provienen por instrucción directa de Dios, que corresponde al inicio u origen de los valores comunitarios. Por consiguiente, la humanidad está sin autorización ante Dios, para modificar arbitrariamente los principios y valores a su propia conveniencia natural, porque han sido establecidos invariables por Dios, es decir, categóricamente los principios y valores son permanentes ante Dios. ¿Por qué relacionar principios y valores con el misterio de Dios? La legislación del conocimiento natural es infinita, así también la legislación espiritual, sin embargo, Jesucristo dijo, a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios (Mateo 22.21), para separar lo terrenal de lo espiritual. El rey Nabucodonosor a pesar de su desconocimiento o ignorancia del misterio procedente de



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Dios, testifica acerca de Daniel como la persona con espíritu de los dioses santos y sin misterio escondido u oculto (Daniel 4.8 al 9). Precisamente, un misterio de Dios es conocimiento escondido, oculto y reservado, inaccesible al conocimiento natural, por ser objeto de fe del conocimiento celestial (Alto).

Antes de Jesucristo, en las guerras de los reyes no se concebía la fe y misericordia, como concepto e idea de la vida. Jesús dijo, si te hieren la mejilla vuélvele también la otra (Mateo 5.39; Lucas 6.29). Aquí se determina una diferencia entre los principios y valores promovidos por Dios mediante Jesucristo, enseñados por medio de las parábolas, para dar a conocer los misterios del reino de los cielos (Mateo 13.10 al 11). A su vez, misterios del reino de Dios, debido a su procedencia, porque el mundo natural, aunque observa, no puede ver, además oye pero sin entendimiento (Marcos 4.10 al 13; Lucas 8.10). Aquí y Abajo la corrupción impera y altera los principios y valores establecidos por Dios. El ser humano apegado solamente a lo propiamente natural, es imperceptible de comprender y recibir el Espíritu Santo de Dios, ni puede entender, porque su discernimiento es espiritual (1 Corintios 2.14). Ahora bien, ¿por qué después de Jesucristo, la iglesia divaga sin el propósito principal de los principios y valores difundidos por Jesucristo su fundador? Porque se enreda en cuestiones de creencias eclesiásticas, más que en el modelo y referencia del ejemplo de vida de Jesucristo para el diario vivir. Muchos fueron llamados y pocos los que trascendieron al conocimiento de Jesús, la fe orientada como ciencia de fe.


La unidad de la fe y del conocimiento de Jesucristo, depende de alcanzar la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4.13), o sea, hay diferencia entre creyente y practicante, según el modelo de vida de Jesucristo. Si los gobernantes de este mundo deciden invalidar la vigencia de los principios y valores de Dios, de manera que no tomen en cuenta a Dios, esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal y animal (Santiago 3.13 al 16). En cambio el espiritual practica la sabiduría de lo alto, pura, pacífica,



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benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, justicia y paz (Santiago 3.17 al 18). Por lo tanto, el misterio de Dios es Jesucristo mismo, a través de su enseñanza y el mensaje, transmitido personalmente a sus discípulos y mostrado con el evangelio ante el mundo (Colosenses 1.26 al 29). El nivel de conocimiento natural es más corporal, apegado a lo biológico, físico, material y terrenal, o sea, lo tangible, por consiguiente dependiente de sus necesidades fisiológicas más inmediatas. En esta condición la mente se limita a la supervivencia de la vida presente. Mientras tanto, el conocimiento espiritual, además de requerir como base o fundamento de partida lo natural, se enfoca y proyecta a cumplir los requerimientos espirituales necesarios, para trascender a una vida posterior a la actual, es decir, una vida eterna e incorruptible celestial.

Según la historia se registra que el ser humano ha demostrado una inclinación o predisposición en la sociedad en general con tendencia al egocentrismo, la disposición de priorizar sus propios beneficios e intereses, como centro y dirección en todas sus actividades psíquicas. Por lo tanto, Jesucristo se inserta en el mundo para gestar un cambio de mentalidad en la sociedad de seres humanos, sin embargo, la misma se ha mostrado muy distante a llegar a tener la mente de Cristo. El mundo natural se rige por medio de la sabiduría humana, mientras el espiritual escala a la sabiduría de Dios mediante el don o poder del Espíritu Santo (1 Corintios 2.12 al 13). El espiritual, contrario al que es solamente natural, tiene la posibilidad de crecer, desarrollar y experimentar en su mente, las instrucciones y normas, según el conocimiento o mente de Cristo (1 Corintios 2.16). Lo cual da forma al ordenamiento de las relaciones sociales, de acuerdo con el modelo de vida cristocéntrica, donde Jesucristo es el centro de la vida cotidiana, por este motivo para la sociedad civil este modelo de vida es una locura (1 Corintios 1.22 al 23).


El conocimiento solo natural se visualiza y proyecta en función de sus descubrimientos en este mundo y su entorno fuera del mundo hasta un alcance limitado. El conocimiento



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tiene una interacción y radio de acción que va de adentro hacia afuera, en relación con el universo; su legislación es infinita, depende de la creatividad, ingenio, innovación e invención de la especie humana. Mientras tanto la morada de Jesucristo es de arriba a diferencia de la humanidad que habita abajo, Jesús dijo que él no era de este mundo (Juan 8.23). El conocimiento celestial transmitido por Jesús es de fuera de este mundo hacia adentro. Por consiguiente, este tipo de conocimiento de ninguna manera depende del ser humano, sino que es directamente de Dios Padre. Entonces, la respuesta del propósito de la existencia está determinada por la acción de descubrir los misterios del reino de los cielos, cuya procedencia es de Dios. Este misterio permanecía oculto pero ahora ha sido revelado (Romanos 16.25 al 27). Inclusive los profetas anunciaban a Jesucristo y testificaban de él (Hechos 3.18 al 20 y 10.42 al 43), que venía a este mundo.

La revelación de este misterio de Dios dado a conocer es Jesucristo mismo, quien representa la sabiduría enviada por Dios, contraria a la sabiduría de este mundo corrupto y de los gobernantes de este mundo, la cual algunos desconocieron adrede, por beneficio y complacencia individual, conveniencia e intereses propios. Porque si hubieran aceptado al Señor Jesucristo, nunca le habrían crucificado (1 Corintios 2.6 al 8). La palabra de Dios transmite muchos símbolos referentes a los tres tipos de conocimiento, por ejemplo, la expresión de Jesús (Mateo 4.4), menciona que no se vive solamente de pan (conocimiento natural), sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (conocimiento celestial), o sea, una vida mortal preparada y proyectada para la vida de eternidad. ¿Qué es el conocimiento espiritual? Jesús aclara, que no hay que probar o tentar a Dios, sino con adoración y servicio exclusivo (Mateo 4.7 al 10). Posteriormente algunos se decían seguidores de otros seguidores de Jesús, ya sea de Pablo, Apolos o Cefas, aunque algunos siguen a Cristo (1 Corintios 1.12 al 13). La recomendación bíblica es mantener un mismo dictamen u opinión en la perfección de la unidad de una misma mente (1 Corinitos 1.10 al 11). En este caso la mente de Cristo. El



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conocimiento espiritual es el que atañe al servicio absoluto a Dios, mientras que en el conocimiento natural se pretende vivir ajeno y sin tomar en cuenta la voluntad de Dios, prueba de esto es que históricamente la dirección de la humanidad ha sido contraria al influjo de la fuerza o poder de Dios, o sea, la inspiración de Dios sobre el efecto de su gracia divina.

El conocimiento espiritual es un grado de conciencia en el proceso de transición entre lo natural y lo celestial, hasta que se identifique y reconozca la importancia de Jesucristo por encima de toda creencia y dogma humano. El propósito imperante en lo natural es su conservación y subsistencia del mundo físico, al respecto la Biblia determina que los que son de la carne piensan en las cosas de la carne (Romanos 8.5). El mundo físico por sí mismo y sin tomar en cuenta a Dios no logra alcanzar este grado de conocimiento de trascendencia proveniente de Dios (1 Juan 3.1). El conocimiento espiritual debido a su dependencia de lo biológico, corporal, material o terrenal, recibe por un lado la influencia de la necesidad natural y por otra parte la influencia de lo celestial. Esto equivale a una zona de confluencia, hablamos en clave o símbolos, donde se desprende o se aferra a lo terrenal, el flujo de la fuerza natural choca con el flujo de lo celestial, en este encuentro el proceso de lo espiritual es imprescindible para trascender a lo celestial. Este choque produce una chispa de iluminación, donde la luz es Cristo en medio de las tinieblas.


La mente humana, frente a las luchas inevitables de poder económico, político, social o religioso, puede reconocer y aceptar la importancia y validez de Cristo, en relación con lo cotidiano y el poder en Cristo necesario para producir un efecto en nuestras vidas. El buen vivir pasando por encima de los necesitados, a través del lucro, opulencia y vanidad, que algunos conocen como una bendición y prosperidad terrenal, queda desplazado y superado en un plano más bajo. Ahora está por encima el amor de Dios, consagración, fe, justicia, misericordia, paz, santidad y solidaridad, según el ejemplo y modelo vivido por Jesucristo. Todos estos principios y valores



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mostrados por Jesús son los que ha establecido Dios Padre, que nos acercan a su reino celestial en pos del llamamiento. Las afirmaciones que realizamos son explicaciones del sentido figurado o simbólico, para analizar la Sagrada Escritura en profundidad. Pero la legislación espiritual siempre existirá paralelamente a la legislación natural del mundo. Lo que pasa es que hay legislaciones que según su propósito, a nadie se le puede imponer la obligatoriedad en cuestiones que requieren del consentimiento y la responsabilidad personal, específicamente en la práctica de asuntos legales que son personalmente voluntarios, porque la excepción de su práctica no atenta contra la dignidad, integridad y vida de otras personas. Por ejemplo, la esterilización humana es voluntaria, pero la práctica de tributación de renta o venta, es obligatoria para todo ciudadano, ya sea en el sentido del ser que es solamente natural o que tenga afiliación espiritual.

El fin de tres tipos de conocimiento, a saber, natural, espiritual y celestial, pretende transmitir la afirmación de la propiedad del conocimiento con las características de una legislación infinita. En el caso del ser humano establece su propia construcción y diseño del conocimiento, a través de la creatividad, descubrimiento, ingenio, innovación e invención, tanto administrativa, científica, técnica y tecnológica, en relación con el hábitat natural, las relaciones de convivencia, políticas y sociales. En este nivel de conocimiento imperan los gustos y preferencias, por esta razón se crean, desarrollan y ejercen diversas ocupaciones, oficios y profesiones. Así, es semejante la condición del humano cuando incursiona en aspectos espirituales, debido a sus gustos y preferencias, decide integrarse a una agrupación eclesiástica específica, ya sea comunidad de fe, congregación, denominación, iglesia o religión. Tanto en la legislación natural como de la espiritual prevalece la interpretación, opinión y voluntad innata del ser humano. También lo que se considera comúnmente como libre albedrío, o sea, lo que algunos definen que es la facultad de ejercer la propia determinación hacia el bien o la práctica del mal, especialmente como una decisión íntima y personal.



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Por otra parte, el conocimiento celestial consiste en el vivir el libre albedrío de Jesucristo, es decir, la predisposición preexistente de hacer la voluntad de Dios Padre, por encima de la voluntad natural o espiritual (Jeremías 1.5). Por cierto, en la época de Jesús existían los fariseos, saduceos, esenios, entre otros, inclusive los zelotes con más afinidad a mezclar lo político con lo religioso, en el sentido de sus exigencias contra la dominación imperial. Algunos consideran a Judas Iscariote como una persona con tendencias revolucionarias, con la presunción de excitar el levantamiento del pueblo en defensa de Jesús, especialmente contra el yugo opresor de las autoridades gobernantes. Además entre fariseos y saduceos difieren en las creencias de la existencia de ángeles, espíritu o resurrección de los muertos (Hechos 23.8). En la actualidad hay una gran variedad de tipos de ceremonias, costumbres, creencias, liturgias, prácticas, ritos y tradiciones, según cada agrupación eclesiástica correspondiente, ya sea comunidad de fe, congregación, denominación, iglesia, religión o secta.


El verdadero camino, verdad y vida es dar a Jesucristo el primer lugar que le corresponde, todas las demás creencias y prácticas eclesiásticas son secundarias y pasan a un segundo plano según el nivel de conocimiento espiritual. Precisamente el conocimiento celestial de Dios Padre, transmitido y enviado mediante Jesucristo, consiste en la exaltación y nombre del Señor Jesús sobre todo nombre, reverenciado de rodillas ante él para la gloria de Dios Padre (Filipenses 2.9 al 11). Entonces ¿cuál es el secreto del conocimiento celestial? Dios Padre revela el misterio de su voluntad y este misterio es Jesucristo mismo, porque el propósito de toda la existencia es la reunión de toda la historia humana en Cristo (Efesios 1.3 al 10), por este motivo la ubicación de las épocas hacen referencia a un antes o después de Cristo. También la ley y la profecía bíblica hacen referencia a Cristo de manera cristocéntrica. Por medio de Jesucristo accedemos en el Espíritu Santo a Dios Padre (Efesios 2.18), y se posibilita la participación de la naturaleza Divina (2 Pedro 1.4), para nuestra preparación al encuentro con Jesucristo en el cumplimiento de su Segunda Venida.



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Algunos se estancan y apegan a la naturaleza humana y terrenal, la desidia o falta de cuidado del caminar que hay que rectificar consciente, cuando la realidad de la vida se vuelve una pesadilla y tormento sin la precaución espiritual. Desapegarse de lo solo natural y aspirar al encuentro con lo celestial (naturaleza Divina), mediante el único nombre dado a la humanidad en quien podamos ser salvos (Hechos 4.12). Somos justificados gratuitamente por su gracia y redención en Cristo Jesús (Romanos 3.23 al 24), el conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2.4 al 5). En relación con la autoridad celestial de Jesucristo, las corrientes humanas en rebeldía, se infiltran mediante el cultivo de la duda y falsedad, inclusive en las teologías más liberales, se sustentan en el poder de la toma de decisiones con base en el libre albedrío natural del libertinaje. Se pretende con su camuflaje de religiosidad, suprimir la palabra "deber" ante Dios Padre, desde su propia concepción, construcción e imaginario teológico diverso. Se pretende la justificación humana y omitir el deber a Dios.


El ámbito espiritual posibilita el respeto al conocimiento natural del ser humano al respetar sus propias definiciones o determinaciones humanistas, donde se considera al humano como la instancia superior en su bienestar y felicidad terrena. A diferencia, en el sentido espiritual según lo correspondiente al discernimiento de la fe, en el conocimiento espiritual, de ninguna manera se descarta como un "deber" u obligación el respeto y reverencia a Dios, en lo correspondiente a la fiel sumisión a su obediencia. La promoción de la legislación civil y social de ciertas consideraciones como derechos humanos en la legislación natural, especialmente en algunos casos específicos, en relación con el tema del aborto, eugenesia, eutanasia, pastillas o píldoras abortivas, suicidio asistido, entre otros, se excluye lo que atañe a los deberes ante Dios en su legislación celestial, por consiguiente la provocación de la muerte, tanto espiritual como física. Esta influencia natural ejerce presión para tratar y alterar la legislación espiritual, en retroceso de los mandatos celestiales. Descubrir la verdad en la Biblia, también requiere ciencia en estudio e investigación.



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La legislación natural es infinita en todas las asambleas legislativas de las naciones, cada vez se hace más un agujero u hoyo negro, que trata de absorber y anular la luz de la legislación espiritual y desvanecer su cercanía y vínculo con la legislación propiamente celestial. El tipo de legislación, ya sea natural, espiritual y celestial tiene autonomía entre sí, el discernimiento espiritual del "deber" podría estar más cerca de lo celestial y más desapegado a lo natural, que es más cercano a la bajeza de lo carnal o terrenal, en el sentido de las acciones indignas y los hechos viles. El “deber” surge desde que existe la voluntad divina como una Ley celestial de Dios. A pesar de la independencia de lo espiritual en asuntos de su propia legislación congregacional o eclesiástica, la legislación espiritual interna de cada iglesia es interminable al grado de fraccionar más el cristianismo, sus propias determinaciones de credos, creencias, doctrinas, dogmas y fundamentos.


Entonces, el conocimiento, legislación y sabiduría que es celestial es transmitida exclusivamente por el Hijo de Dios. La supremacía en autoridad y eminencia del máximo dominio de este mensaje celestial, en su grado más alto y digno pertenece al Hijo, tanto absoluto como pleno. ¿Quién es Jesucristo el Hijo de Dios el Padre? El Señor Jesucristo en su forma pre-encarnada es el “Príncipe del ejercito de Jehová Padre” (Josué 5.13 al 15). Cuando Jesucristo encarna y nace como ser humano, la multitud de las huestes celestiales alaban y glorifican a Dios (Lucas 2.8 al 15). Este mismo ejército de ángeles está preparado tiempo después previo a la crucifixión, para recibir la orden de atacar y defender a su Señor (Mateo 26.52 al 54), el principal y jefe de los seres espirituales de todos los cielos. Pero Jesucristo demuestra ser fiel y leal al cumplimiento de las Escrituras de Dios su Padre (Hebreos 5.7 al 9). Jesucristo es verdaderamente Mi Decisión. La elección o escogencia de la predestinación consiste en que la persona elige o escoge ser como Jesucristo, al seguir su ejemplo y modelo de vida, o sea, la persona se destina a ser semejante a Jesucristo, no solamente basado en la teoría de las creencias, sino en la práctica enérgicamente experiencial y vivencial.



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El Hijo fue destinado anticipadamente para rescatarnos con su sangre preciosa, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, establecido desde antes de la fundación del mundo (1 Pedro 1.18 al 20). Se ama al Hijo sin haberle visto y es en quien creemos sin que por el momento le veamos, pero le tenemos y nos alegramos con gozo inefable y glorioso (1 Pedro 1.7 al 9). Somos predestinados siempre y cuando sigamos decididos en fidelidad y lealtad al Hijo Predestinado. En relación con la predestinación que es la destinación anterior de los indecisos, en el evangelio de Juan se insinúa la creencia de lo que llaman una existencia previa a lo terrenal, cuando los discípulos preguntan a Jesús si un hombre ciego de nacimiento había pecado, por el hecho de nacer ciego (Juan 9.1 al 3), entonces, ¿cómo pudo pecar antes de nacer si no hubiera existido con anterioridad? Esto es tema de análisis y comentario en el caso de los ángeles indecisos, que vienen predestinados a este mundo para decidir definitivamente su destino en relación con la sumisión al Señor Jesucristo. Demostrar así, fidelidad y lealtad al Hijo.


Por otra parte, la Escritura menciona la preexistencia de Cristo como la aparición de Jehová Hijo a Abraham en el libro de Génesis 18.1 al 3, 13 al 14 y 17 al 22. Luego Jesús en un diálogo con los judíos les dice que “yo soy antes de que Abraham fuese” (Juan 8.56 al 58). A estos mismos judíos les menciona Jesús, que “Abraham se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó” (Juan 8.56). Esto confirma la preexistencia de Jesucristo, porque existe desde el principio y antes que la misma creación del séquito celestial (Apocalipsis 3.14). Además, está establecido por Dios el Padre, que todo ser humano muera una vez y después el juicio final (Hebreos 9.27). Según la Revelación o Apocalipsis, se menciona que en el juicio habían grandes y pequeños, es decir, características o cualidades propias del ser humano, se abre un libro grande que es la mente de Dios y se abren los libros pequeños, que son las mentes de las personas que van a ser juzgadas. Esta figura o simbolismo representa y significa que las personas cuando mueren sin Cristo, resucitan con su mismo cuerpo



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humano sensible al dolor del lloro y crujir de dientes del lago de fuego y azufre. En otras palabras, con el mismo grado de contaminación y corrupción de pecado del cuerpo mortal, así se resucita y es el nivel de castigo, según su condición pecaminosa en el momento de morir corporalmente y agónico.

El castigo es la exclusión de las promesas de salvación de este mundo de pecado y terrenal, con la pérdida de la posibilidad de la vida eterna celestial. El período de gracia del primero y segundo cielo es terminado, que corresponde al hábitat de nuestra atmósfera y del universo en general, para prevalecer el reino del tercer cielo o reino de Dios. Así se dice teológicamente y por fe, que a partir de la resurrección de Jesucristo da inicio al período de los tiempos finales después de Cristo. Por lo tanto, con esto nuevamente se confirma que Jesucristo es determinadamente en nuestra decisión, para vivir con el enfoque de atención e interés en el Señor, que da la seguridad y garantía de la salvación y vida eterna de Dios.


Existe la astucia diabólica del engaño y la mentira, que le hace creer en el pensamiento de la persona, una condición de bienestar, aunque se encuentre inmerso en una mente reprobada socialmente, por sometimiento, entrega y práctica habitual a la maldad y el pecado del mundo, como una clase o especie de la normalidad inmoral, aceptada socialmente y muchas veces respaldada por las mismas legislaciones civiles. Se considera erróneamente que Dios en el nuevo pacto, es otro “dios conciliador y permisivo del pecado”, porque en su incondicional e inmenso Amor, es Absolutamente Perdonador. Este tipo de filosofía de vida, especialmente entre corrientes eclesiásticas que se consideran las iglesias de los pecadores, invalida con este tipo de creencias la obra redentora de Cristo contra la maldad y el pecado. También desestiman la función del Espíritu Santo a favor de la consagración y santidad. La Biblia dice en Colosenses 2.20 al 23, que estas doctrinas y mandamientos humanos, tienen apariencia de reputación de sabiduría, pero son ineficientes contra los apetitos de la carne y del mundo, en relación con la infidelidad, maldad y pecado.



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2.2) EL LIBRE ALBEDRÍO HUMANO FRENTE A LA VOLUNTAD DE DIOS


El libre albedrío humano es posterior, primeramente existe solo la voluntad de Dios: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y le puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto comerás; Mas del árbol de ciencia del bien y del mal no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás” (Génesis 2.15 al 17 – RVR1909). Hasta aquí había solamente el mandamiento o mandato de Dios, la única elección u opción del ser humano es obedecer con gratitud. Dios ordena el hacer su voluntad, mientras tanto, el libre albedrío humano se introduce hasta que la serpiente astuta lleva a cabo su malvado plan y trama perturbadora: “Empero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo á la mujer:… Mas sabe Dios que el día que comiereis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3.1 y 5 – RVR1909). Es un hecho atrevido.


La astucia malévola y estrategia de la serpiente mala que hace prevalecer la desobediencia y rebeldía, es introducir el surgimiento del libre albedrío como mentira para engañar al humano con falsedad y facultar su justificación del libertinaje y posibilidad de hacer lo que se quiera, inclusive contrario a la voluntad de Dios su Creador. El testimonio de Eva es que la serpiente la engañó: “Entonces Jehová Dios dijo á la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí” (Génesis 3.13 – RVR1909). Se impone la decisión y voluntad propia del ser humano con el irrespeto a Dios y a su voluntad. La serpiente actúa según una intención previa e instinto dañino manifestado en su precedente, ya



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iniciado anteriormente con la rebelión como el ángel caído y seguido con su influencia ejercida en Adán y Eva, porque el primer pecado existente consumado por el ángel caído fue invalidar y rechazar la autoridad del Hijo de Dios, acreditada y delegada por Dios Padre. Divagaron en la interpretación de la justicia y percepción, en lugar de practicar realmente la justicia de Dios, al abstraer la realidad con el pensamiento.

El destino del ser humano era hacer la voluntad fiel y leal ante Dios, como un único camino de obediencia, pero el ser humano es portador de la rebeldía del temperamento, por su contenido de duda e indecisión al obedecer a Dios. El escenario del Edén sin la serpiente, está libre de la influencia e intervención astuta de la misma, entonces el ser humano conservaría permanentemente su condición ante Dios, o sea, sin comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. La serpiente es la causa provocadora del actuar del ser humano, en relación con comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Dios en su amor y misericordia planta este árbol con el propósito de dar otra oportunidad de perdón a la serpiente, y que esta última pudiera rectificar y resarcir, o sea, reparar el daño de la rebelión de los ángeles caídos representados en esta serpiente, contrario al predicamento merecido en el Hijo.


En este sentido, la serpiente no aprovecha su segunda oportunidad, para rectificar y resarcir su primera experiencia de rebelión dentro del séquito celestial. Tuvo la opción de reconocer su propia limitación y ser, con la corrección de retornar a un estado anterior, y transformar su precedente en una absoluta subordinación de obediencia ante Dios. Esto hubiera demostrado un cambio y sus consecuencias. Por otra parte, se presenta esta vez ante los seres humanos y sostiene su empeño del legado de confusión, desobediencia y rebeldía ante el Creador. En cierta ocasión Jesucristo dijo: “Y les dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo, que caía del cielo” (Lucas 10.18 – RVR1909). Desde un principio hay un anuncio del conflicto entre la simiente de la serpiente y la simiente que es Cristo, con referencia a la crucifixión, muerte y resurrección:



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“… ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3.15 – RVR1909). Resulta que en referencia al amor y lo correspondiente a la misericordia de Dios, la serpiente tuvo una segunda oportunidad para rectificar y resarcir el daño de la desobediencia y rebeldía ante Dios, pero su afán, empeño y obstinación fue mantener su infidelidad y agudeza de la muerte del que muere. Jesucristo vino a terminar con la muerte, a través de establecer la obediencia fiel y leal a Dios:

“Si alguno me sirve, sígame: y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? Padre, sálvame de esta hora. Mas por esto he venido en esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Y lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. Y la gente que estaba presente, y había oído, decía que había sido trueno. Otros decían: Ángel le ha hablado. Respondió Jesús, y dijo: No ha venido esta voz por mi causa, mas por causa de vosotros. Ahora es el juicio de este mundo: ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, á todos traeré á mí mismo. Y esto decía dando á entender de qué muerte había de morir” (Juan 12.26 al 33 – RVR1909).

La perspicacia es una capacidad de la visualización con profundidad intensa, así es la comprensión y entendimiento en la inmersión de la sabiduría del conocimiento profundo. La sabiduría de Jesucristo nos posibilita lograr un alcance del conocimiento celestial, donde el ser humano con su sola condición natural de ninguna manera puede llegar al mismo. ¿Pero cuál es la razón de todo lo existente? La respuesta es el amor de Dios. La versión de la Biblia, Reina – Valera revisión del año 1909, en Génesis 3.17 menciona acerca del amor lo siguiente: “Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste á la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo, No



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comerás de él; maldita será la tierra por amor de ti; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida” (Génesis 3.17 – RVR1909). La maldición de reprobación es la pérdida de la autoridad de Adán sobre Edén, el jardín y por consiguiente su expulsión a labrar la tierra fuera del Edén. El árbol de la vida presente en el Edén representa lo disímil de la sabiduría de Jesucristo, que equivale al alimento y el nutriente celestial desemejante, es decir, no semejante a otro, el reconocimiento y dedicación de la vida plena y única en Jesucristo. El ser humano es sentenciado a sobrevivir con el alimento natural, pero por amor al mismo ser humano, Dios deja la posibilidad de un camino hacia el alimento espiritual al que las personas pueden tener accesibilidad, para aspirar a comer del árbol de la vida y vivir para siempre: “Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía á todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Génesis 3.24 – RVR1909).

Estos querubines conforman parte del séquito celestial, quienes acompañan, tanto a Dios Padre como a su Hijo. Entonces surge la siguiente pregunta: ¿Hay un plural de Dios en las siguientes palabras? Hagamos a nuestra: “Y dijo Dios: Hagamos al hombre á nuestra imagen, conforme á nuestra semejanza” (Génesis 1.26 – RVR1909). Es como uno de nos: “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de Nos sabiendo el bien y el mal: ahora, pues, porque no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre” (Génesis 3.22 – RVR1909). El término “descendamos y confundamos”: “Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un lenguaje: y han comenzado á obrar, y nada les retraerá ahora de lo que han pensado hacer. Ahora pues, descendamos, y confundamos allí sus lenguajes, para que ninguno entienda el habla de su compañero” (Génesis 11.6 al 7 – RVR1909). La pluralidad de Dios se explica de la siguiente manera: en el principio existe solamente la energía de Dios, lo corporal de Dios es su propia energía, con atributos o cualidades, mente, pensamientos, sabiduría y voluntad. Dios crea un ser celestial de luz para su compañía



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al que llama su Hijo, ahora existen Dios Padre y Dios Hijo, pero el Padre es mayor. Jesucristo dijo: “Habéis oído cómo yo os he dicho: Voy, y vengo á vosotros. Si me amaseis, ciertamente os gozaríais, porque he dicho que voy al Padre: porque el Padre mayor es que yo” (Juan 14.28 – RVR1909).

También Jesucristo dijo: “El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. Empero del día y hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino mi Padre solo” (Mateo 24.35 al 36 – RVR1909). Otro evangelio menciona: “Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre” (Marcos 13.32 – RVR1909). El Hijo es mayor que todo el séquito celestial: “Hecho tanto más excelente que los ángeles, cuanto alcanzó por herencia más excelente nombre que ellos. Porque ¿á cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi hijo eres tú, Hoy yo te he engendrado? Y otra vez: Yo seré á él Padre, Y él me será á mí hijo? Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en la tierra, dice: Y adórenle todos los ángeles de Dios” (Hebreos 1.4 al 6 – RVR1909). El Hijo es el primogénito, es el primero y el principio. Dios Padre ungió a su Hijo más que al resto del séquito celestial: “Mas al hijo: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Vara de equidad la vara de tu reino; Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que á tus compañeros” (Hebreos 1.8 al 9 – RVR1909). La unción del Padre en el Hijo.


Entonces al principio existe únicamente Dios, luego su Hijo, pero Dios Padre en su sola potestad y voluntad, le rinde un obsequio, para homenaje y reconocimiento de su Hijo, que es la creación, inclusive el séquito celestial y posteriormente el ser humano. El séquito celestial tiene que reconocer la autoridad y potestad de Dios Hijo, según la disposición del Padre. Encontramos una analogía o comparación en el caso de José y Faraón: “Y dijo Faraón á sus siervos: ¿Hemos de hallar otro hombre como éste, en quien haya espíritu de Dios? Y dijo Faraón á José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú: Tú serás sobre mi



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casa, y por tu dicho se gobernará todo mi pueblo: solamente en el trono seré yo mayor que tú” (Génesis 41.38 al 40 – RVR1909). Así como este ejemplo, el Padre es mayor que el Hijo, pero el Padre le concede al Hijo la autoridad y potestad, hasta que el Hijo mismo se sujetará por completo al Padre:

“Luego el fin; cuando entregará el reino á Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia y potestad. Porque es menester que él reine, hasta poner á todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será deshecho, será la muerte. Porque todas las cosas sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice: Todas las cosas son sujetadas á él, claro está exceptuando aquel que sujetó á él todas las cosas. Mas luego que todas las cosas le fueren sujetas, entonces también el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó á él todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos” (1 Corintios 15.24 al 28 – RVR1909).

Según la capacidad de poder de decisión entre el séquito celestial, por cuestiones de deseos de preferencia y de recibir adulación y pleitesía, surge un adversario en contra del Hijo de Dios. Hay otro pasaje de la Biblia acerca de un rey de Tiro que sirve como analogía o comparación: “Tú, querubín grande, cubridor: y yo te puse; en el santo monte de Dios estuviste; en medio de piedras de fuego has andado. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste criado, hasta que se halló en ti maldad” (Ezequiel 28.14 al 15 – RVR1909). Se considera este texto referente a ciertos reyes como alusivo al inicio de los ángeles caídos, quienes se decidieron seguir a otro en su rebelión: “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas las gentes. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto junto á las estrellas de Dios ensalzaré mi solio, y en el monte del testimonio me sentaré, á los lados del aquilón; Sobre las



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alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 13.12 al 14 – RVR1909). ¿Qué se asemeja al Altísimo?

Los pasajes mencionados anteriormente se refieren a reyes de la tierra, aunque para algunos sirven como pistas o señas del origen de los ángeles caídos. Entonces, al principio existe únicamente Dios como Energía Eterna, luego su Hijo, para que Dios pase a ser el Padre, seguidamente el séquito celestial en honor y honra al Hijo. Dentro de este séquito surge una rebelión donde parte se mantiene fiel al Hijo de Dios y parte se une al ángel adversario y rebelde. Otra parte del sequito de indecisos a seguir fieles o de unirse a la rebelión, son enviados como seres humanos al planeta para tomar una decisión. De manera cíclica se replica en Caín, con la manifestación del egoísmo, la envidia y el odio, quien toma su decisión en pos de la rebeldía contra Dios y mata a su hermano Abel. Sin embargo, la actitud y personalidad de Abel antes de morir, es de fe, fidelidad y justicia en alabanza y adoración. El Hijo de Dios viene en rescate de los suyos que le pertenecen, con el ejemplo de la obediencia hacia su Padre Celestial: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; Y consumado, vino á ser causa de eterna salud á todos los que le obedecen” (Hebreos 5.8 al 9 – RVR1909).


En esta decisión trascendente del ser humano indeciso, desempeña un papel muy importante la consciencia del libre albedrío humano, frente a la voluntad de Dios. Esto significa que así como Jesucristo renuncia a su propio libre albedrío, para hacer únicamente la voluntad de Dios, también el ser humano tiene que renunciar a su propio libre albedrío, o sea, renunciar a hacer lo que quiera, sino reconocer como suyo el libre albedrío de Jesucristo, al hacer solo la voluntad de Dios, porque de ninguna manera hay otro camino, verdad y vida, que no sea Jesucristo como medio de Salvación: “… Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la tierra; Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, á la gloria de Dios Padre” (Filipenses 2.5 al 11 – RVR1909).



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2.3) LA COMUNIÓN Y EL RESPETO A LA AUTORIDAD DE DIOS


La participación de lo común entre los seres humanos, además de su función de respiración y los componentes del aire, está la importancia de lo que atañe a la tierra donde la vida se desarrolla. En especial debido a que según el Génesis, fuimos creados y formados de la tierra y a la tierra volvemos en el proceso posterior a la muerte: “En el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas á la tierra; porque de ella fuiste tomado: pues polvo eres, y al polvo serás tornado” (Génesis 3.19 – RVR1909). Además se dice: “Y el polvo se torne á la tierra, como era, y el espíritu se vuelva á Dios que lo dió” (Eclesiastés 12.7 – RVR1909). El ser humano cuando muere exhala su último hálito de vida, que es el espíritu de vida, al expeler, o sea, expulsar su aire de sus pulmones y del estómago. Esta expresión también la encontramos en el pasaje de Génesis: “Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fué el hombre en alma viviente” (Génesis 2.7 – RVR1909). La esencia del ser humano en su función corporal y psíquica, en relación con sus funciones biológicas y fisiológicas, depende del fruto de la tierra y de su respiración, para vivir el proceso de vida natural. Sin embargo, a pesar de este común en lo material, hay una contracorriente en el sentido espiritual, en relación con las prácticas del mundo asociadas a la maldad y al pecado, en contraposición a los principios, valores y virtudes espirituales. Lo espiritual siempre es a contracorriente de la inclinación o tendencia general de dirección, rumbo o sentido de mundo perecedero, apegado más a lo superficial y terrenal.


El enfoque del propósito y sentido de la vida está en el conocimiento y sabiduría celestial de Dios Padre, quien envía



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en su representación a su Hijo Jesucristo, para testificar y transmitir este único conocimiento y sabiduría celestial, que esclarece mediante la iluminación del verdadero propósito y sentido de la vida que nos acerca al Padre: “Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.6 – RVR1909). El propósito y sentido de esta vida es la transición de lo natural a lo trascendente espiritual, para trascender finalmente a lo celestial, sin el apego a lo material y terrenal que enceguece y nubla una forma de vida en Cristo: “Puestos los ojos en al autor y consumador de la fe, en Jesús…” (Hebreos 12.2 – RVR1909). Además: “Si habéis pues resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado á la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3.1 al 2 – RVR1909). El ser humano sin vida de bien espiritual, deja de ser coherente y sensato, confunde el propósito y sentido de la vida, se encuentra desorientado y sin rumbo, absorbido con los siguientes factores que alteran o distorsionan su vivir:

1) Una vida inmersa en el mundo sutil de las conjeturas, creencias, interpretaciones, opiniones, supuestos y teorías, que excluyen el verdadero discipulado práctico en Jesucristo, por causa del fanatismo desenfrenado y las luchas de poder, confabulaciones, conflictos, conspiraciones y controversias, que distraen de forma envolvente a la sociedad en general.


2) Las corrientes, costumbres, gustos, modas, preferencias, tendencias y tradiciones contrarias a la voluntad de Dios, por causa del afán y ansiedad al consumismo que es compulsivo y superfluo, para mantener una apariencia basada en la vanidad, que inclusive genera depresión, estrés y frustración.


3) Los extremismos del sinsentido enriquecimiento absurdo y exacerbado, cuando se presenta el trato de injusticia social, debido a los sistemas del empobrecimiento según la miseria discriminatoria y marginalidad, dominada por la acumulación de riqueza, que son el fruto del producto de avaricia, codicia, derroche, egoísmo, lucro, lujo, opulencia y ostentación.



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Jesucristo es la cautela, discernimiento y prudencia, que con su ejemplo y modelo de vida, transmite las enseñanzas y mensaje suficiente para proceder en el diario vivir, con la cotidianidad necesaria para la salvación y la vida eterna. La demostración de vida comunitaria a favor del bien común, con las ayudas mutuas, cooperación, servicio comunitario, solidaridad, subsidiaridad y voluntariado, tomando en cuenta la dirección de Dios Padre, mediante la obra del discipulado y de evangelización y la acción de energía o poder del Espíritu Santo, contribuyen a una mejor relación de convivencia. Las misiones de albergues comunitarios para locales y migrantes, las asociaciones de beneficencia, bancos de alimentos, becas estudiantiles, las brigadas de urgencias solidarias, centros de atención nutricional infantiles y adultos mayores, comedores estudiantiles, comisiones o comitivas de ayuda social, comités comunitarios, donaciones o donativos por amor y caridad, escuelas de educación primaria y técnica gratuita, filantropía, fundaciones altruistas de bien social, guarderías del cuido infantil, instituciones de ayuda social, ofrendas alimentarias económicas o financieras a los empobrecidos, organizaciones u organismos sin fines de lucro, recolectas de fondos para causas médicas, salubridad y sociales, salones comunitarios, sitios de acopio de materiales reciclables, tributo a Dios o diezmo solidario, sirven para equilibrar entre los que más tienen y los que más necesitan, especialmente cuando entre los habitantes se encuentran en desempleo sin remuneración.


El designio divino establecido por Dios Padre para el ser humano, es que Jesucristo sea el enfoque para las cuestiones de trascendencia entre lo natural, espiritual y celestial. En el principio se altera la armonía, comunión, equilibrio y unidad, tanto en los seres angelicales como posteriormente en los seres humanos. El mensaje bíblico contiene algunas llaves para descubrir este principio y posibilitar una idea del suceso acontecido en el origen del bien y del mal. Dios Padre es el Creador de todo lo existente, inclusive del séquito celestial que le acompaña. Una de sus criaturas primeramente es portador de luz y luego se vuelve su adversario como el ángel



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caído. Para un análisis respectivo se requiere el considerar primeramente a Dios, como el Creador del poder de decisión en todos los seres existentes, previo a la existencia del bien o del mal. Porque es Dios quien establece en sus criaturas la capacidad de tomar decisiones, lo que pasa es que muchas veces la decisión es consecuente de luchas de poder. Por ejemplo, el dominio económico, militar, político, religioso y territorial, las guerras crueles de colonización, con agresión, expansionismo, explotación, invasión geográfica y violencia.

Una decisión puede ser antecedente de una lucha de poder, máxime cuando se trata del ser humano y su afán por el dominio, enriquecimiento, fama, pleitesía, prestigio y reconocimiento, generadores de acumulamiento, egoísmo, envidia y odio, especialmente cuando esto surge reforzado por la arrogancia, el orgullo y la soberbia de quienes dirigen y gobiernan. Obsérvese su similitud con el caso del ángel caído. Por lo general se concluye, final de enojo, ira, resentimiento y venganza, ya sea del individuo o de la manifestación de los pueblos. Esto se presenta en el ángel caído: “¡Cómo caiste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas las gentes. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto junto á las estrellas de Dios ensalzaré mi solio, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del aquilón; Sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (Isaías 14.12 al 14 – RVR1909). Mi solio, se refiere o significa la semejanza a Dios en el trono en la perpetuidad de autoridad, gobierno y poder, en lugar de la semejanza a Dios, en la consagración y la santidad, para la conservación de una perfección. Esto se demuestra cuando dicho ángel caído, en lugar de un arrepentimiento, conversión y resarcimiento genuino, influye primeramente en Adán y Eva para perpetuar el mal y el pecado en la humanidad. Parece un acto de represalia a Dios: “Mas temo que como la serpiente engaño á Eva con su astucia, sean corrompidos así vuestros sentidos en alguna manera, de la simplicidad que es en Cristo” (2 Corintios 11.3 – RVR1909) y luego en Caín, quien mata a su hermano Abel: “Y habló Caín á su hermano Abel: y



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aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y le mató” (Génesis 4.8 – RVR1909).

La decisión es solamente una decisión, su implicación en bien o mal la determina la consecuencia de la decisión, por esta razón el conocimiento aporta las herramientas teóricas necesarias para tomar una decisión; y la sabiduría provee la capacidad de aprovechar o utilizar dicho conocimiento a la hora de tomar una decisión en la experiencia de la práctica. Por consiguiente conocimiento y sabiduría van de la mano e interactúan entre sí. Por lo tanto, Dios de ninguna manera establece el defecto, imperfección o pecado en su creación, sino la facultad del poder de decisión de su creación, con la capacidad en sus criaturas de asumir las consecuencias y responsabilidades de las acciones propias. Jesucristo dijo:

“Ningún siervo puede servir á dos señores; porque ó aborrecerá al uno y amará al otro, ó se allegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir á Dios y á las riquezas. Y oían también todas estas cosas los Fariseos, los cuales eran avaros, y se burlaban de él. Y díjoles: Vosotros sois los que os justificáis á vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Lucas 16.13 al 15 – RVR1909).

Si Dios es el Creador del poder de decisión o elección en sus seres creados, tanto los seres angelicales, como seres humanos, entonces ¿Cuándo y con quienes surge la función del temperamento? El pasaje mencionado anteriormente indica que Dios conoce nuestros corazones. La dureza o flexibilidad de corazón es determinado por el temperamento, que contiene un dispositivo de código energético inactivo en la memoria energética del temperamento. El mismo se activa solamente por disposición del llamado de Dios, por esta razón



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está escrito que si oyereis hoy su voz no endurezcáis vuestros corazones, según el temperamento (el subrayado es nuestro):

“Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, Donde me tentaron vuestros padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me enemisté con esta generación, Y dije: Siempre divagan ellos de corazón, Y no han conocido mis caminos. Juré, pues, en mi ira: No entrarán en mi reposo. Mirad, hermanos, que en ninguno de vosotros haya corazón con engaño de pecado: Antes exhortaos los unos á los otros cada día, entre tanto que se dice Hoy; porque ninguno de vosotros se endurezca con engaño de pecado: Porque participantes de Cristo somos hechos, con tal que conservemos firme hasta el fin el principio de nuestra confianza; Entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. Porque algunos de los que habían salido de Egipto con Moisés, habiendo oído, provocaron, aunque no todos. Mas ¿con cuáles estuvo enojado cuarenta años? ¿No fué con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y á quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino á aquellos que no obedecieron? Y vemos que no pudieron entrar á causa de incredulidad” (Hebreos 3.7 al 19 – RVR1909).

La fe de y en Jesucristo es el detonante para activar el código energético de la memoria energética del temperamento, es lo que llamamos aceptar a Cristo como único Salvador y Señor. Este reposo que se hace alusión en el pasaje anterior es Jesucristo mismo como el Conocimiento Celestial, quien es la llave del corazón y del reino: “He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, yo le daré que se



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siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice á las iglesias” (Apocalipsis 3.20 al 22 – RVR1909). Tanto Dios Padre como nuestro Señor Jesucristo su Hijo, son respetuosos de la capacidad de poder de decisión de los seres creados, por este motivo a pesar de tanta corrupción, destrucción y maldad, la humanidad continúa existiendo en espera de mejores decisiones. Pero si el ser humano persiste en evadir su responsabilidad de escuchar a Jesucristo, y en mantener cerrada la puerta, entonces se finalizarán las oportunidades a las que se tiene la opción de acceder, entre tanto oyere su voz sin endurecer su corazón:

“Mas la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo á Cristo:) O, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para volver á traer á Cristo de los muertos.) Mas ¿qué dice? Cercana está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe, la cual predicamos: Que si confesares con tu boca al Señor Jesús, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia; mas con la boca se hace confesión para salud” (Romanos 10.6 al 10 – RVR1909).

Adán y Eva eran portadores del poder de decisión, pero simultáneamente contenían el temperamento con la patología de la duda e indecisión connatural (congénita) al obedecer a Dios. Así es genéticamente en toda la existencia de la humanidad, la duda e indecisión al obedecer a Dios, es propia de la naturaleza del ser humano desde su formación en la concepción y gestación. Esto de ninguna manera significa que al dar origen a un nuevo ser, y que en el momento de nacer sea bueno o malo, sino que la duda e indecisión se lleva consigo para que se cumpla y manifieste el



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llamado con vocación santa: “Que nos salvó y llamó con vocación santa, no conforme á nuestras obras, mas según el intento suyo y gracia, la cual nos es dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, Mas ahora es manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte, y sacó á la luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Timoteo 1.9 al 10 – RVR1909). Se dice en este pasaje que nos es dada la gracia en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos presentes. Recordemos que Jesucristo fue engendrado por obra del Espíritu Santo en esta vida, pero ya preexistía en la vida anterior como jefe de ángeles e Hijo primogénito y unigénito de la creación de Dios Padre.

Así la humanidad viene a esta vida biológica y natural, por primera vez encarnada en ser humano y está establecido que se muere una vez y después el juicio final: “Y de la manera que está establecido á los hombres que mueran una vez, y después el juicio” (Hebreos 9.27 – RVR1909). También hay un componente energético, de la memoria energética del ser humano que tiene una preexistencia, similar al caso de Jesucristo, pero en relación con los ángeles indecisos, para reconciliar los indecisos de la tierra con los fieles del cielo:


“Dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la suerte de los santos en luz: Que nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo; En el cual tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados: El cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura. Porque por él fueron criadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles é invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fué criado por él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten: Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia; él que es el principio, el primogénito de los muertos, para que en todo tenga el primado. Por cuanto


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agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, Y por él reconciliar todas las cosas á sí, pacificando por la sangre de su cruz, así lo que está en la tierra como lo que está en los cielos” (Colosenses 1.12 al 20 – RVR1909).

Otro pasaje hace alusión y referencia tanto de lo que está en los cielos como de lo que está en la tierra:


“Que sobreabundó en nosotros en toda sabiduría é inteligencia; Descubriéndonos el misterio de su voluntad, según su beneplácito, que se había propuesto en sí mismo, De reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra: En él digo, en quien asimismo tuvimos suerte, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el consejo de su voluntad, Para que seamos para alabanza de su gloria, nosotros que antes esperamos en Cristo” (Efesios 1.8 al 12 – RVR1909).

La idea de que los seres humanos tienen un antecedente como la procedencia de entre los ángeles indecisos, es una creencia de conocimiento muy antiguo, con mucho sentido en la explicación del propósito de la existencia del ser humano. Esto se presenta posterior a los ángeles caídos, para la gran oportunidad de los ángeles indecisos de rectificar y tomar su propia decisión definitiva, en seguir fieles y leales al Hijo.


Jesucristo dijo: “Y les dijo: Yo veía á Satanás, como un rayo, que caía del cielo” (Lucas 10.18 – RVR1909). Se cree que la tercera parte de ángeles se decidieron arrastrar y caer por el ángel que los lideraba en la rebelión “Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las echó en tierra” (Apocalipsis 12.4 – RVR1909). La Biblia menciona otro grupo



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de ángeles fieles y leales en su decisión de seguir a Dios, que liderados por el jefe de los ángeles batallaron contra el ángel caído y los ángeles que le seguían: “Y fué hecha una grande batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lidiaban contra el dragón; y lidiaba el dragón y sus ángeles. Y no prevalecieron, ni su lugar fué más hallado en el cielo. Y fué lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña á todo el mundo; fué arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él” (Apocalipsis 12.7 al 9 – RVR1909). Entendemos que hay decididos en ambos bandos, el bien y el mal, cuando se menciona la acción de engañar, se refiere al grupo de los que están indecisos, desde Adán y Eva hasta nuestros días y los que faltan por venir: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis acerca de vosotros mismos arrogantes: que el endurecimiento en parte ha acontecido en Israel, hasta que haya entrado la plenitud de los Gentiles” (Romanos 11.25 – RVR1909). La expresión hasta que haya entrado la plenitud, significa que todavía falta completarse en número la cantidad de indecisos, además acerca de la arrogancia, se dice que fue determinante en la decisión del ángel caído, por su soberbia:

“En Edén, en el huerto de Dios estuviste: toda piedra preciosa fué tu vestidura; el sardio, topacio, diamante, crisólito, onique, y berilo, el zafiro, carbunclo, y esmeralda, y oro, los primores de tus tamboriles y pífanos estuvieron apercibidos para ti en el día de tu creación. Tú, querubín grande, cubridor: y yo te puse; en el santo monte de Dios estuviste; en medio de piedras de fuego has andado. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste criado, hasta que se halló en ti maldad. A causa de la multitud de tu contratación fuiste lleno de iniquidad, y pecaste: por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín cubridor. Enaltecióse tu corazón á causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría á causa de tu resplandor: yo


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te arrojaré por tierra; delante de los reyes te pondré para que miren en ti” (Ezequiel 28.13 al 17 – RVR1909).

El pasaje mencionado anteriormente es una analogía o comparación entre un rey en relación con el ángel caído. Se menciona el enaltecimiento del corazón, y como escenario el Edén, el huerto de Dios. El Árbol de la Decisión es el mismo Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal presente en el Edén: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y le puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto comerás; Mas del árbol de ciencia del bien y del mal no comerás de él; porque el día que de él comieres, morirás” (Génesis 2.15 al 17 – RVR1909). La decisión es simplemente una determinación, su resultado es la consecuencia de bien o de mal, según sea congruente con la voluntad requerida de Dios. Antes de todo, es necesario saber que la voluntad de Dios es buena, justa y santa, de manera que su infracción establece el mal proceder, del comportamiento y conducción de las acciones. Jesucristo es la verdad que nos hace libres: “Y decía Jesús á los Judíos que le habían creído: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará” (Juan 8.31 al 32 – RVR1909). Por esta razón Jesucristo se representa con el Árbol de la Vida:


“Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de Nos sabiendo el bien y el mal: ahora, pues, porque no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre: Y sacólo Jehová del huerto de Edén, para que labrase la tierra de que fué tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía á todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Génesis 3.22 al 24 – RVR1909).


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2.4) LA PERVERSIDAD DIVERSA: ARROGANCIA, DESVERGÜENZA E INSOLENCIA


La procacidad significa el atrevimiento, desvergüenza e insolencia. La persona procaz no tiene pudor, ya que carece de decencia y dignidad en los actos. La perversidad diversa es el mayor grado de la corrupción, inmoralidad y maldad, del modo habitual de conducirse y proceder. La maldad se ha multiplicado (Mateo 24.12), y ha alcanzado dimensiones de calidades, costumbres y cualidades, que han dado forma al carácter distintivo de las personas, pueblos y hasta naciones. Estas prácticas han sido tan habituales y de conocimiento público, que han adquirido fuerza e inherencia de norma o precepto, inclusive hasta con justificación y respaldo legal. La Biblia dice: “Teniendo apariencia de piedad, mas habiendo negado la eficacia de ella: y á éstos evita. Porque de éstos son los que se entran por las casas, y llevan cautivas las mujercillas cargadas de pecados, llevadas de diversas concupiscencias; Que siempre aprenden, y nunca pueden acabar de llegar al conocimiento de la verdad” (2 Timoteo 3.5 al 7 – RVR1909). La falta de las buenas prácticas de santidad.


El Apocalipsis o Revelación representa la inmoralidad con el símbolo de la prostitución: “Y él me dice: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos y muchedumbres y naciones y lenguas” (Apocalipsis 17.15 – RVR1909). Hay una confrontación entre la sociedad civil mundial y natural con el ámbito espiritual, límite para la trascendencia a la dimensión celestial. Las personas, pueblos y naciones presentan una apariencia de piedad, pero con sus hechos históricos de injusticia han negado su fiel eficacia.



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La sociedad siempre aprende con la historia y nunca llega al conocimiento de la verdad del Espíritu Santo, porque reiteradamente cometen los mismos actos de aniquilaciones, conquistas, exterminios, genocidios, guerras y masacres. Estos nunca aprenden la sana doctrina, porque la sana doctrina es Jesucristo mismo, su vida ejemplar, enseñanza, mensaje y modelo de vida, principios, valores y virtudes.


Dimensiones de Conocimiento


La figura anterior muestra los tres tipos de dimensiones en el conocimiento, a saber, la base inferior es la dimensión natural, el escalón intermedio como la dimensión espiritual y el área superior como la dimensión de conocimiento celestial. El pasaje mencionado anteriormente describe la cautividad del pecado, como la diversidad de concupiscencias. Lo diverso significa los distintos, muchos y variados apetitos y deseos desordenados de placeres deshonestos y terrenales. El ser humano incluye una constitución física, mental y social - emocional. Estos componentes estructuran la dimensión natural de los seres humanos visualizados en el evangelio de Jesucristo. Los cuatro evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan, presentan el fundamento necesario, con un análisis y estudio en profundidad de la transmisión de las enseñanzas y mensajes de Jesucristo, indispensable en la transición de lo natural a espiritual y meta celestial. Se consigue la finalidad de la dimensión celestial: “Que también las mismas criaturas serán libradas de la servidumbre de corrupción en la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Romanos 8.21 – RVR1909).



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El desacato, infidelidad e incumplimiento del evangelio de Jesucristo, es la arrogancia, desvergüenza e insolencia del ser humano en general, impera la justificación y tolerancia a la práctica contraria a Cristo: “Esto también sepas, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos: Que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes á los padres, ingratos, sin santidad, Sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores de lo bueno, Traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de Dios” (2 Timoteo 3.1 al 4 – RVR1909). La arrogancia de la persona sin Cristo, es la altivez y orgullo de una vida autosuficiente e independiente de Jesucristo, la desvergüenza es la descarada reiteración de faltas a la moral, hábitos deshonestos, malas costumbres sin pudor, pecado y vicios degenerados y nocivos, pero muchas veces son legalizados, aunque sin valor alguno contra los apetitos y deseos carnales de corrupción y pecado:


“Pues si sois muertos con Cristo cuanto á los rudimentos del mundo, ¿por qué como si vivieseis al mundo, os sometéis á ordenanzas, Tales como, No manejes, ni gustes, ni aun toques, (Las cuales cosas son todas para destrucción en el uso mismo), en conformidad á mandamientos y doctrinas de hombres? Tales cosas tienen á la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, y humildad, y en duro trato del cuerpo; no en alguna honra para el saciar de la carne” (Colosenses 2.20 al 23 – RVR1909).

La cantidad de población mundial se calcula alrededor de ocho mil millones de personas, de las cuales se considera que solamente entre dos a tres de cada ocho personas, son las que se hacen llamar cristianos. Esto equivale entre dos mil y tres mil millones, pero la mayoría sigue a Jesucristo a través de los dictados de la religión, con su propia legislación. La sociedad civil tiene sus normas, reglas y leyes propias, así



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cada religión, sea cristiana o sin ser cristiana, tiene también establecidas sus normas, reglas y leyes religiosas. En relación con la vida eterna, cuando niegan a Jesucristo, el mundo ofrece falsas esperanzas y promesas, a pesar de las supuestas buenas intenciones, porque lo fidedigno que se espera y las verdaderas promesas aceptan y reconocen a nuestro Señor: “Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme á la carne, mas conforme al espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8.1 al 2 – RVR1909). La religión cristiana es para la evangelización y mostrar a Jesucristo: “El que dice que está en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2.6 – RVR1909).

Jesucristo de ninguna manera vino con la finalidad de llevarnos como Camino a una religión, porque a quien nos lleva en consagración y santidad, es a Dios el Padre: “Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.6 – RVR1909). Históricamente la ambición y luchas de poder, tanto del mundo como de la religión han obstruido la justicia y obra de Jesucristo, sus acciones y luchas de autoridad jerárquica de poder, en nada se parecen a Cristo en el amor, humildad, mansedumbre y servicio; una verdadera vida de servicio comunitario y social, sin ningún tipo de práctica de corrupción, maldad, pecado o vicio. Aún así, en la actualidad y modernidad, la humanidad y su antropocentrismo, dan su vida por amor al consumismo desenfrenado, al dinero, al expansionismo militar y territorial, a la patria, al poder, a la riqueza, entre otros, en lugar de dar su vida en amor y servicio a Jesucristo. La resignación de disponerse en las manos de Dios Padre a través de su Hijo: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, mas es del mundo. Y el mundo se pasa, y su concupiscencia; mas el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre” (1 Juan 2.15 al 17 – RVR1909).



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El pecado está en aquel que sabe hacer lo bueno, pero se queda sin el ejercicio del bien, sin hacer la voluntad de Dios practicada por Jesucristo: “Y no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es un vapor que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quisiere, y si viviéremos, haremos esto ó aquello. Mas ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala. El pecado, pues, está en aquel que sabe hacer lo bueno, y no lo hace” (Santiago 4.14 al 17 – RVR1909). La inmediatez impera en la sociedad, el supuesto éxito inmediato en el enriquecimiento, progreso y prosperidad, deslumbra, esclaviza y ocupa al mundo entero, de manera que excluyen a Jesucristo de sus vidas. Por otra parte, en el otro extremo de la población, el empobrecimiento, escases, necesidad, trae consigo la angustia, ansiedad, dolor y sufrimiento, que ofusca a un razonamiento sin lucidez. La persona se estanca y paraliza mentalmente, sin saber qué hacer, tener hambre y ver a los hijos sin comestibles, el desempleo, no tener donde vivir y un techo donde guarecer, vivir en la calle, caminar grandes distancias y recorrer zonas peligrosas, por causa de la migración humana en busca de trabajo y un mejor porvenir, familiar y personal. Este extremo también ocupa a la gente en desesperación, de manera que no se tiene espacio ni tiempo para agradecer a Jesucristo.


¿Cómo ocuparse de Jesucristo en las buenas y en las malas? Hay culturas, sociedades y naciones que conforme están mejor en lo económico, financiero, laboral y material, menos sienten o tienen necesidad de Jesucristo. En estos países las infraestructuras utilizadas como iglesias, están disminuyendo, eliminando o transformando en apartamentos, bibliotecas y locales comerciales. Otras culturas, sociedades o naciones, arruinadas y endeudadas por la esclavitud de la usura, y por la explotación de su riqueza mineral y natural, sin beneficio en sus propias economías, absorbidos por la corrupción, decadencia, inseguridad ciudadana, salubridad y social, pobreza extrema, tráfico de mercancías y trata de personas, también tienen la ausencia de disposición de amar



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y servir a Jesucristo. Entonces, ni la riqueza ni la pobreza es escusa, ni generan en la persona un interés genuino de aprender, practicar y seguir fiel a Jesucristo. Se requiere el equilibrio de conocer y entender a Dios y su justicia. La Biblia dice: “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio, y justicia en la tierra: porque estas cosas quiero, dice Jehová” (Jeremías 9.23 al 24 – RVR1909).

Tener un alto concepto de Jesucristo, es lo que vale la pena en esta brevedad de la vida. La vida es corta, pasajera, superficial y temporal, conocer, entender y saber a Dios, es prioritario para aprovechar el poco tiempo de vida. Presumir o vanagloriarse de cualquier ocupación académica, científica, intelectual, profesional, técnica o tecnológica, por encima de Jesucristo, por la acumulación de posesiones y riquezas. Tal vez por el éxito alcanzado a través de la fama, gloria, prestigio o status social. Posiblemente al destacar o sobresalir como artista, asesor, cantante, coach, comerciante, conferencista, deportista, desarrollador de software, empresario, motivador, músico, político, presentador de internet o de televisión, por ser un distinguido religioso o tecnólogo. También por causa de ser un conocido guerrero, líder del ejército o soldado. Pero de qué sirve honrarse a sí mismo o jactarse, por una vida de lujo, opulencia y vanidad, si el disfrute de los deseos y placeres es por un período específico de muy poca duración, mientras que mediante Jesucristo se podría aspirar a una vida eterna: “Porque ¿quién te distingue? ¿ó qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías como si no hubieras recibido?” (1 Corintios 4.7 – RVR1909). Así como la persona viene a esta vida sin nada igual se va: “Como salió del vientre de su madre, desnudo, así se vuelve, tornando como vino; y nada tuvo de su trabajo para llevar en su mano” (Eclesiastés 5.15 – RVR1909). Esto significa que a manos vacías nos vamos de este mundo, por más que se haya acumulado: “Porque nada hemos traído á este mundo, y sin



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duda nada podremos sacar” (1 Timoteo 6.7 – RVR1909). El ser interior es lo que cuenta, por ejemplo, el carácter y lo emocional es afectado por la amargura, cólera, disgusto, enfado, enojo, furia, imprecación, ira, irritación y venganza, que alteran el ánimo y la espiritualidad, ya que transmitimos la forma de ser, como una energía interna que nos llevamos.

La gravedad se debe a la ausencia de identificación con Jesucristo, tanto a nivel colectivo como individual. La persona cree tener el poder absoluto y son consideradas dioses o ídolos del mundo: “Porque tú dices: Yo soy rico, y estoy enriquecido, y no tengo necesidad de ninguna cosa; y no conoces que tú eres un cuitado y miserable y pobre y ciego y desnudo” (Apocalipsis 3.17 – RVR1909). Todo ser humano por más presunción es un desventurado si vive sin Dios: “Y diré á mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años; repósate, come, bebe, huélgate. Y díjole Dios: Necio, esta noche vuelven á pedir tu alma; y lo que has prevenido, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios” (Lucas 12.19 al 21 – RVR1909), mientras tanto, aquellos que tienen a Jesucristo en el corazón y la mente, aman y hacen la obediencia a la voluntad de Dios Padre. Estos tienen la mejor promesa celestial de vida eterna, según la verdad de acción, palabra o verbo en Jesucristo, para la gloria y honra a Dios Padre, el Creador y Providencia:


“Conforme á la fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas, sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y saludándolas, y confesando que eran peregrinos y advenedizos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan á entender que buscan una patria. Que si se acordaran de aquella de donde salieron, cierto tenían tiempo para volverse: Empero deseaban la mejor, es á saber, la celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos: porque les había aparejado ciudad” (Hebreos 11.13 al 16 – RVR1909).


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2.5) LA DISCIPLINA Y OBEDIENCIA A DIOS


El grado o medida de disciplina y obediencia personal a Dios, es de acuerdo con la propia experiencia y vivencia de los acontecimientos o sucesos aleccionadores, que son contrarios al hedonismo del placer como la finalidad o propósito de la vida. A la vez la disciplina y obediencia está relacionada con la magnanimidad alcanzada, en la excelencia moral y elevada espiritualidad según Cristo, quien representa el conocimiento celestial. Hay situaciones de aprendizaje aleccionador, porque influyen una enseñanza e instrucción de cómo se tiene que actuar para el comportamiento y conducta referente a Cristo.


El corazón y la mente son semejantes a un manual de disciplina personal, que sirve como diario o escrito por una persona sobre su propia vida: “Mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente sus conciencias, y acusándose y también excusándose sus pensamientos unos con otros; En el día que juzgará el Señor lo encubierto de los hombres, conforme á mi evangelio, por Jesucristo” (Romanos 2.15 al 16 – RVR1909). Es una especie de instructivo, normativo, procedimental y reglamentario del corazón y la mente, en los que depositan su confianza en Dios, que es propio acerca de la manera o modo de hacer y ser en la obediencia y voluntad de Dios (2 Corintios 3.2 al 3).


La documentación e historia de la humanidad conserva las ideas generadas por diversos filósofos y pensadores de múltiples épocas y naciones. Estos pensadores por lo general son muy fieles a la disciplina impuesta por sí mismos, como potencialidad del intelecto. Además del esfuerzo empleado en crear, cultivar, desarrollar, dilucidar y esclarecer cada ideal propuesto. Aprovechan la facilidad o habilidad de creatividad, ingenio e innovación para argumentar e interpretar diferentes



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teorías, inclusive muchas de estas se vuelven corrientes e ideologías aceptadas y aprobadas mundialmente, según cada postura global o local de pensamiento. Estos idealismos, por disposición adquirida o natural, posibilitan conveniente y eficientemente, ciertas definiciones de estudio e investigación, como fuente y principio del conocimiento y el ser, basados en la aptitud de la inteligencia para idealizar, presente en cada autor. Pero en relación con la diferencia de estos creadores de ideales, con la enseñanza y mensaje de Jesucristo, es que ninguno transmite directamente la palabra celestial de Dios, solo el propio Hijo de Dios tiene un verdadero pensamiento consciente de la fuente o procedencia de este conocimiento: “Mas de él sois vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, y justificación, y santificación, y redención: Para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1.30 al 31 – RVR1909).

Jesucristo personalmente testificó lo siguiente: “Porque yo no he hablado de mí mismo; mas el Padre que me envió, él me dió mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna: así que, lo que yo hablo, como el Padre me lo ha dicho, así hablo” (Juan 12.49 al 50 – RVR1909). Jesucristo declara y explica con toda convicción y seguridad del conocimiento auténtico y puro de la verdad, especialmente al conocer personalmente la causa, fuente, motivo, origen, principio y procedencia como testigo de la historia existente. Este conocimiento de Jesucristo le permite y posibilita ser la autoridad reconocida por el Padre, como el Maestro, Mensajero y Mentor para la humanidad. De esto depende llenar nuestra mente del amor y caridad de la disciplina al obedecer a Dios. Inclusive tenemos la posibilidad de mentalizarnos en la toma de consciencia en Jesucristo, su ejemplo, práctica y teoría con el fundamento en la palabra enviada directamente de Dios Padre, en la Majestad del Hijo.


Por ejemplo, en forma de analogía, comparación o semejanza simbólica, la Biblia dice: “Y vi los muertos, grandes y pequeños, que estaban delante de Dios; y los libros fueron



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abiertos: y otro libro fué abierto, el cual es de la vida: y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar dió los muertos que estaban en él; y la muerte y el infierno dieron los muertos que estaban en ellos; y fué hecho juicio de cada uno según sus obras” (Apocalipsis 20.12 al 13 – RVR1909). El libro de cada persona es su propia memoria, mente, pensamientos y recuerdos, de su contenido se dará cuentas a Dios, según el resultado de su comportamiento y conducta, conforme a sus acciones, actos y hechos registrados durante toda su historia individual vivida.

Una mente prodigiosa y sublime es aquella que se logra nivelar a la altura de Jesucristo: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién le instruyó? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.16 – RVR1909). El grado de amor y caridad de cada persona varía según la realidad de cada caso. ¿Cuánto ama cada individuo a Dios y cuál es su beneficio? Esto afecta la disciplina según la obediencia a Dios individualmente, porque el amor y caridad es una acción de acercamiento a Dios, en la medida de su incremento, así es mayor el conocimiento recíproco, o sea, en ambos sentidos: “Mas si alguno ama á Dios, el tal es conocido de él” (1 Corintios 8.3 – RVR1909). El verdadero amor y caridad se visualiza en Jesucristo, basta conocer sus acciones y hechos cercanos a Dios, su ejemplo y modelo de vida: “Quien cuando le maldecían no retornaba maldición: cuando padecía, no amenazaba, sino remitía la causa al que juzga justamente” (1 Pedro 2.23 – RVR1909). Lo contrario a una vida lejana a Dios.


La disciplina y obediencia que tenemos a Dios, está en función de la capacidad y grado de amor, caridad y paz personal: “Sino el hombre del corazón que está encubierto, en incorruptible ornato de espíritu agradable y pacífico, lo cual es de grande estima delante de Dios” (1 Pedro 3.4 – RVR1909). Poseer una característica o cualidad en grado extraordinario es aquella comparable con la de Jesucristo, por ejemplo, la afabilidad tanto en lo que se expresa como en el trato a los demás, la calidad humana de la consecuencia o consistencia



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entre lo que se dice y se hace, o sea, ser coherente: “Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos á vosotros mismos” (Santiago 1.22 – RVR1909).

Todo esto tiene relación con la disciplina moral, que es educación, fuerza de voluntad, observancia, subordinación y sujeción en el comportamiento y conducta. En nuestro caso lo referente a la consagración y santidad de la obediencia a Dios: “Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad” (Juan 17.17 – RVR1909). Es necesario que lo cognoscitivo racional del argumento, en relación con lo académico, erudición e intelectual, se demuestre con la experiencia indisoluble y vivencial en Cristo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó á sí mismo por mí” (Gálatas 2.20 – RVR1909).


Abordar la praxis del emprendimiento de hambre y sed de conocimiento espiritual y celestial, requiere la iniciativa propia e inagotable de asumir la persistencia autodidáctica y empírica: “Y ninguno eneseñará á su prójimo, Ni ninguno á su hermano, diciendo: Conoce al Señor: Porque todos me conocerán, Desde el menor de ellos hasta el mayor. Porque seré propicio á sus injusticias, Y de sus pecados y de sus iniquidades no me acordaré más” (Hebreos 8.11 al 12 – RVR1909). Esto significa que cada persona en lo individual y mediante Jesucristo, requiere una relación directa y personal con Dios Padre, acciones decididas y firmeza de carácter. La Biblia dice: “No seáis como vuestros padres, a los cuales dieron voces los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos, y de vuestras malas obras: y no atendieron, ni me escucharon, dice Jehová” (Zacarías 1.4 – RVR1909).


Esta vinculación íntima con nuestro Señor, implica en cada uno, disponer en su ser integral e interior, el aspecto más favorable, optimista y positivo, en el caso de lo anímico, emocional y sentimental, competencia psicosocial, habilidad



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socioemocional, habitualidad, intelecto, moral y sensibilidad. En los principios, valores y virtudes de índole personal, pero congruentes con el bien común y comunitario, del amor, caridad, comprensión, esperanza, humildad, mansedumbre, respeto, reverencia, solidaridad y temor a Dios, entre otros que posibilitan la convivencia comunitaria y social, con la armonía y paz, en una sociedad de esencia y vigor espiritual.

¿Qué relación tiene todo este análisis con la disciplina y la fiel obediencia a Dios el Padre? Precisamente la disciplina es el acatamiento y sujeción con la constancia y persistencia, de las disposiciones y órdenes de convivencia, bienestar, salud y salvación conforme a la autoridad de Dios. Por esta razón la obediencia a Dios tiene relación con la cotidianidad de las buenas costumbres, calidad y rigurosidad en el orden de vida espiritual y social, cortesía, educación, salubridad y sanidad. Si se estudia el libro de Génesis, desde su inicio se encuentra el fundamento de los principios, valores y virtudes, originados directamente por Dios. Los que llamamos el origen de los valores comunitarios. El Creador de las directrices, o sea, el conjunto de las instrucciones y normas generales para la convivencia, proceden de forma inmediata de Dios. Esto es lo que también llamamos los principios, valores y virtudes del amor, compasión, fe, justicia, misericordia, pacificación y paz, perdón, santidad y demás, desarrollados en toda la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis o Revelación. Dios es el fundador de las pautas a seguir para el comportamiento y conducta, o sea, las reglas determinantes para las acciones humanas, por ejemplo, la transmisión oral y posteriormente escrita de las diez reglas generales o los diez mandamientos, explicado en los temas de www.neobiblismo.org acerca del origen de los valores comunitarios, la ley moral como ley comunitaria y Jesús modelo de los valores comunitarios. La Sagrada Escritura establece lo siguiente: “… mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre” (Isaías 40.8 – RVR1909). Además dice la Biblia: “Mas la palabra del Señor permanece perpetuamente. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” (1 Pedro 1.25 – RVR1909).



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CAPÍTULO 3: LA PSICOTEOLOGÍA


La Psicoteología para el Neobiblismo, es una disciplina específica en el estudio del comportamiento y conducción personal de los discípulos de Jesucristo. Se establece una influencia según la mente y psique de Jesucristo, de un mayor grado de consciencia y percepción en la afectividad y sensibilidad celestial. La psique en la mente humana, tiene relación con el sentido de la vida, es la ciencia de vida para el propósito de la existencia, la energía que va más allá de la vida actual. La vitalidad en profundidad de la trascendencia de Jesucristo para vida eterna, es de suma importancia para el pensamiento cotidiano de la mente humana en Cristo.


La consciencia de la afectividad y sensibilidad celestial, implica la capacidad consciente de experimentar una realidad de emociones y sentimientos, la persona se da cuenta de su trascendencia espiritual a lo celestial, reconoce el equilibrio inteligentemente y racionalmente con la palabra de Dios. La mente humana tiene la capacidad y facultad de aprender, conocer y recordar. Funciones y propiedades de concienciar, imaginar, percibir y pensar. Algunas de estas características las tienen otros seres vivos como los animales, pero la consagración y santidad son propias del ser humano. En el caso de la afectividad es el crecimiento y desarrollo de amar y querer, con emociones, pasiones y sentimientos conscientes. La sensibilidad es afinidad al pensamiento capaz de apreciar.


La capacidad veraz de percibir la manifestación clara de la comprensión y entendimiento del conocimiento celestial se recibe de Jesucristo, porque es la fuente anímica generadora de aliento y fuerza de vida, tanto en el saber y en el ser: “Yo soy la puerta: el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar, y



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matar, y destruir: yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10.9 al 10 – RVR1909). Esta prerrogativa de excelencia y superioridad de Jesucristo, como puerta del conocimiento celestial para salvación y vida eterna, es congruente con la relación de conocimiento e interacción de energía celestial con Dios el Padre. Lo contrario se presenta con los seres humanos limitados solamente a lo natural: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.14 al 16 – RVR60). Nuestras mentes son puertas que abren o cierran al conocimiento, pero la puerta mayor y principal es conocer la Mente de Jesucristo, que representa la puerta al conocimiento celestial.

La Energía celestial es igual a Espíritu. La consciencia es un acto psíquico de las facultades mentales de recapacitar, por consiguiente, coadyuvante del conocimiento de sí mismo, de los actos reflexivos, la percepción inmaterial de la realidad y la relación personal con el entorno material. La disciplina de la Psicoteología estudia el efecto placebo producido por la fe en la psicobiología, y su relación con otras disciplinas como la neurobiología y el sistema nervioso, la neurociencia cognitiva o la neuropsicología. Esta fe capta y se centraliza en Jesucristo, tanto como centro común y poder central, que opera en quienes le siguen, ya que es mediante la atención y enfoque directo hacia Jesucristo, el logro de la efectividad de del control y dominio sobre las emociones, pensamientos y sentimientos, reflejado en el comportamiento y conducta:


“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el santuario por la sangre de Jesucristo, Por el camino que él nos consagró nuevo y vivo, por el velo, esto es, por su carne; Y teniendo un gran sacerdote sobre la


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casa de Dios, Lleguémonos con corazón verdadero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua limpia” (Hebreos 10.19 al 22 – RVR1909).

Según el pasaje anterior, la plena certidumbre de fe, es la certeza y seguridad mental relacionada a los pensamientos, y purificados los corazones de mala conciencia, tiene una relación entre la intención y voluntad con las emociones y sentimientos. En el vínculo corporal de lavar los cuerpos con agua pura, es la purificación congruente entre el cuerpo y la mente. La reciprocidad de la relación física, entre lo biológico y fisiológico con la mente y los pensamientos. Similar a lo que sucede con las enfermedades psicosomáticas, que por los motivos psicológicos se manifiesta en síntomas físicos, o sea, se hace visible corporalmente. En el caso de lo biológico y fisiológico, se menciona la importancia de la sangre y carne de Jesucristo, relacionado con la mente espiritual, además de los pensamientos espirituales, porque en nuestra semejanza, Jesucristo es sin pecado, a pesar de que fue tentado en todo:


“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4.14 al 16 – RVR60).

Obsérvese en el pasaje como se hace referencia a las debilidades humanas con el soporte oportuno del socorro celestial. Esto es lo que llaman la transformación que viene desde el Espíritu Rector. Por consiguiente la espiritualidad no es exclusivamente una realidad biológica, sino que desde la



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Psicoteología es una combinación psicológica junto con el conocimiento del estudio acerca de Dios, para que sea el Ser Supremo quien gobierne nuestras vidas con la abundancia, mediante la influencia de mensaje y pensamiento transmitido por nuestro Señor Jesucristo. Aunque la espiritualidad no es exclusivamente biológica, sí intervienen nuestras debilidades neurobiológicas, que se mitigan con la buena educación y el fundamento con el dominio del aprendizaje a través de la enseñanza adquirida. Las debilidades neurobiológicas se manifiestan y hacen visibles en las reacciones de nuestros ojos o vista. Los mismos se alteran y cambian su apariencia, con el enojo, ira, entre otros estados anímicos o emocionales. Por este motivo la importancia del carácter dócil y obediente en la confianza y sumisión a Dios, debido a la creencia y fe para mantener la calma, serenidad y tranquilidad, según sea el caso, a pesar de las vicisitudes, adversas o prósperas.

La neurobiología es la biología del sistema nervioso. La debilidad o déficit neurobiológico, depende de la condición de conocimiento y madurez de la persona, por ejemplo, se dice que el pensamiento egoísta afecta la ausencia de empatía. La exasperación o irritación espontánea afecta el enfurecimiento en las personas con falta de paciencia, que es la ciencia de la paz, según la capacidad de forma imperturbable de padecer, soportar o sufrir sin alterar el ser interior. El conjunto de fibras nerviosas conducen impulsos corporalmente desde el sistema nervioso central, que está compuesto por el encéfalo, la médula espinal, sus clases y correspondientes conexiones al cerebro, que por consiguiente se comunica con los ojos. Así es como los ojos se ven diferentes cuando la persona cambia de humor extremo o estado anímico en relación con la alegría, enojo y la ira, tristeza, entre otros. También cuando hay de por medio el engaño, mentira, preocupaciones mentales y la simulación, el control, manejo y resolución de conflictos. Hay procesos corporales de sustancias químicas del organismo, que se requieren para regular el estado anímico. Algunas son producidas por el mismo cuerpo autónomo, otras se suplen de los alimentos nutritivos, plantas naturales y medicinales.



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Por ejemplo, entre las llamadas hormonas de la felicidad, se encuentra la serotonina como un neurotransmisor de nivel saludable para bienestar del ánimo. Esto implica el triptófano que es un esencial precursor de la serotonina, ingerido con la dieta alimenticia, cereales, ciertos frutos y productos lácteos.

Es indispensable aumentar una confianza mental plena y dominio propio, a través de la función de conexión cuerpo y mente, con el estado de consciencia y su relación íntima con el comportamiento. De esto depende la condición conductual del ser humano, cuando se rige por una Ley Celestial que a la vez es la Ley Moral de Orden Universal Absoluto. Por lo tanto, la neurocognición psicoteológica, implica la capacidad del ser humano para conocer, a través de la función del cerebro y los procesos neuronales, que activan la mente a la trascendencia de consciencia natural hacia la consciencia celestial, pasando y superando los límites de la consciencia espiritual. Por esta razón, para la Psicoteología hay un vinculante interés en el potencial estudio de las ciencias sociales, en relación con el comportamiento exclusivo de la organización de los discípulos de Jesucristo en la sociedad. Esto debido a los procesos neurobiológicos influyentes en la actividad mental, que son determinantes en el comportamiento de los discípulos, según el aprendizaje y educación en las enseñanzas y el mensaje integral de Jesucristo. Por esta causa, la necesidad de iglesias cristianas locales, para inculcar el cambio y conservación de los principios y valores, en los habitantes de las comunidades creyentes y practicantes, que cumplen un orden ante Dios.


La mente de Dios Padre es la mente superior o suprema, la mente del Hijo, es la conexión o enlace espiritual de fe exclusiva, que intercede en la transmisión del conocimiento necesario, para lograr la comprensión y entendimiento celestial: “Porque hay un Dios, asimismo un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2.5 – RVR1909). También existe la inteligencia emocional y la inteligencia espiritual que es según Jesucristo, en aquellos discípulos con las características de nobleza espiritual, con



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los sentimientos elevados en la condición, estado y situación afectiva del ánimo y la espiritualidad. Se demuestra con la personalidad sensible, sin el apego perjudicial en lo superfluo de lo material y sin el arraigo a la temporalidad de lo terrenal, con la mente y pensamiento puestos en la patria celestial:

“Conforme á la fe murieron todos éstos sin haber recibido las promesas, sino mirándolas de lejos, y creyéndolas, y saludándolas, y confesando que eran peregrinos y advenedizos sobre la tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan á entender que buscan una patria. Que si se acordaran de aquella de donde salieron, cierto tenían tiempo para volverse: Empero deseaban la mejor, es á saber, la celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos: porque les había aparejado ciudad” (Hebreos 11.13 al 16 – RVR1909).

Las características o cualidades atribuidas al carácter de Dios se le consideran atributos Divinos, que son propiedades manifestadas en principios, valores y virtudes en el discípulo, por ejemplo, la semejanza en la santidad del amor, bondad, caridad, compasión, empatía, fe, fuerza, generosidad, justicia, misericordia y paz, presentes en la encarnación de la obra de Jesucristo. Hay una inconmensurable benevolencia de buena voluntad y simpatía auténtica, genuina y sincera hacia las demás personas en la colectividad, con verdadera honestidad, respeto y solidaridad. La Biblia dice: “Carísimos, amémonos unos á otros; porque el amor es de Dios. Cualquiera que ama, es nacido de Dios, y conoce á Dios. El que no ama, no conoce á Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió á su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él” (1 Juan 4.7 al 9 – RVR1909). Las prácticas de fraternidad y hermandad con participación de la sociedad. La fe de y en Jesucristo produce un placebo de efecto psicoterápico, que el discípulo ejerce en su mente,



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propiedades exclusivas de la enseñanza y mensaje de los acuerdos de fe promovidos por el evangelio de Jesucristo. Por consiguiente, una fortaleza en las normas y reglas en el temor a y de Dios Padre. Así los discípulos integran un grupo de fortalecimiento de las buenas nuevas y prácticas, o sea, las buenas noticias ofrecidas por los principios del Salvador que ofrece Vida Eterna, mediante su diálogo directo y personal, tanto con el individuo como con el grupo en la educación de discipulado, manifestado en una convivencia más espiritual.

Hay principios y valores transmitidos por la enseñanza de Jesucristo, aprendido y practicado por sus seguidores, por ejemplo, la paz que produce efectos bioquímicos de bienestar positivo, con el resultado saludable de mejoría en el estado de la personalidad. La manifestación fisiológica o psicofisiológica según la mente y pensamiento, emociones y los sentimientos vinculados a la vida espiritual, tienen una explicación en el factor de la vida espiritual que atañe a la determinante de tomar una resolución mental, para disponer con anticipación la actitud y ánimo en la confianza al Maestro Jesucristo y su enseñanza como ejemplo y modelo de vida. En esto consiste el efecto placebo, como tratamiento terapéutico de la fe de y en Jesucristo. El significante es el resultado de personas nacidas de nuevo, que han vuelto en sí con el cambio de personalidad y forma de ser, en función de ser semejantes a Jesucristo:


“Y en él estáis cumplidos, el cual es la cabeza de todo principado y potestad: En el cual también sois circuncidados de circuncisión no hecha con manos, con el despojamiento del cuerpo de los pecados de la carne, en la circuncisión de Cristo; Sepultados juntamente con él en la bautismo, en el cual también resucitasteis con él, por la fe de la operación de Dios que le levantó de los muertos. Y á vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os vivificó juntamente con él, perdonándoos todos los pecados” (Colosenses 2.10 al 13 – RVR1909).


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La praxis transformadora consistente en un sistema de arrepentimiento, conversión y del resarcimiento, está en la práctica de los principios y valores fomentados, promovidos y propuestos directamente por Jesucristo. Estos principios son normas Divinas para regir la comprensión y el entendimiento, a nivel de la dimensión de las acciones y conducción formal, consciente para la regulación del bien común, personal y social. Se requiere ser un creyente fiel y leal en Jesucristo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado á su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios á su Hijo al mundo, para que condene al mundo, mas para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; mas el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3.16 al 18 – RVR1909).

En el proceso mental se involucra las funciones afectivas y sensitivas, coadyuvantes del desarrollo y proceso emocional y sentimental. Todo este conjunto de factores humanos de la mente, las decisiones, designios, pensamientos y propósitos, integralmente aunados y unidos al conocimiento de Dios, determinan la intención, motivación, ocupación y voluntad, que moldea las actitudes, el raciocinio y la reflexión. La fe es congruente con la adhesión a la realidad concreta de la personalidad de Jesucristo, en su carácter y temperamento, que es el modelo de identidad de una forma de ser auténtico y legítimo del discípulo. Se sigue el camino, la verdad y la vida en la persona de Jesucristo, según sus acciones, ejemplo, hechos y modelo de vida, que en conjunto conforma la obra plena de Jesucristo como un prototipo de vida ejemplar:


“Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué se hará? Y llevaban también con él otros dos, malhechores, á ser muertos. Y como vinieron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron allí, y á los malhechores, uno á la derecha, y otro á la izquierda. Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo


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que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron suertes. Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban de él los príncipes con ellos, diciendo: A otros hizo salvos: sálvese á sí, si éste es el Mesías, el escogido de Dios” (Lucas 23.31 al 35 – RVR1909).

Jesucristo es el enviado y escogido de Dios Padre, sin embargo, los mismos gobernantes (príncipes) hacen mofa de burla y escarnio. Jesús afirma que no saben lo que hacen, luego en la primera carta o epístola a los Corintios se escribe:


“Para que vuestra fe no esté fundada en sabiduría de hombres, mas en poder de Dios. Empero hablamos sabiduría de Dios entre perfectos; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que se deshacen: Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria: La que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de gloria” (1 Corintios 2.5 al 8 –RVR1909).

¿Cuál es esta fe en el poder de Dios? Es aquella gratitud que en su ausencia es imposible agradar a Dios. La fe viene a ser como la bujía, el catalizador, el detonante, el motor y el propulsor de la certeza, convicción y seguridad en el galardón de la eternidad. Esta confianza se desenvuelve en la psique, como mecanismo indubitable de las facultades mentales, que garantiza una relación infalible con nuestro Creador. Es una interrelación recíproca donde se aprecia, estima y valora la vida con agradecimiento y correspondencia a Dios, a pesar de la adversidad y sufrimiento. El Amor original y preexistente, consiste en que Dios Padre es nuestro Destino y su Hijo es el Camino. A pesar de la vida terrenal, tenemos la posibilidad de volver a habitar nuestro hogar en la patria celestial. Hay que acercarse a Dios en su búsqueda. La Biblia dice al respecto:



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“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11.1 al 6 – RVR60).

Esta fe en todo su esplendor y plenitud, nos obliga a una cosmovisión del respeto y reverencia universal de solemnidad, hacia la energía celestial creadora proveniente de nuestro Dios el Creador: “¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz” (Salmos 36.7 al 9 – RVR60). En la luz del conocimiento de Dios veremos la luz del conocimiento celestial, así como un paraguas o una sombrilla, permite o posibilita resguardarse de la lluvia o nos guarece de la irradiación del sol, así la misericordia de Dios es preciosa, con su amparo y protección mediante el temor del principio de la sabiduría: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; Porque Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2.12 al 13 - RVR1909). La psique con fe sumada al santo temor de Dios, es en grado sumo,



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porque contribuye con la consciencia de la formación de la actitud y el carácter necesario para obedecer fielmente a Dios. En relación con alcanzar el extremadamente buen testimonio de los antiguos, al ocuparse de la salvación con el genuino temor, temblor y virtud de Dios. Los requisitos de los jueces colaboradores de Moisés establecen indispensablemente:

“Y enseña á ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde anden, y lo que han de hacer. Además inquiere tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y constituirás á éstos sobre ellos caporales sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta y sobre diez. Los cuales juzgarán al pueblo en todo tiempo; y será que todo negocio grave lo traerán á ti, y ellos juzgarán todo negocio pequeño: alivia así la carga de sobre ti, y llevarla han ellos contigo” (Éxodo 18.20 al 22 – RVR1909).

Virtud, temor de Dios, verdad y sin avaricia. Estos requisitos todavía están vigentes para llegar a ser personas espirituales que no seamos condenados por la maldad y el pecado. Recordemos el pasaje mencionado donde se dice: “En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie”. Se combina la rectitud en el proceder cotidiano, la práctica y reflexión moralista, de principios muy sólidos, fortaleza en la conciencia de la ética del bien y del mal, además muy altos valores en dirección al perfeccionismo del anti pecado, correcto e íntegro en toda circunstancia, lugar y momento. Se contiene y modera en lo que dice y hace en busca de la aprobación directa de Dios: “Porque el nombre de Jehová invocaré: Engrandeced á nuestro Dios. El es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud: Dios de verdad, y ninguna iniquidad en él: Es justo y recto. La corrupción no es suya: á sus hijos la mancha de ellos, Generación torcida y perversa. ¿Así pagáis á Jehová, Pueblo



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loco é ignorante? ¿No es él tu padre que te poseyó? El te hizo y te ha organizado” (Deuteronomio 32.3 al 6 – RVR1909).

Ahora bien, en la actualidad hay una relación con las ciencias bíblicas, ética, moral y social, porque se trata del comportamiento y conducta en el ser humano, por la causa o motivo de ser juzgado, a través del rendimiento de cuentas ante el juicio final de Dios. Así, desde el principio el Árbol del conocimiento del bien y del mal, corresponde al Árbol de la ciencia. Dios desde el principio es el Creador de la ciencia, el ser humano solamente la descubre, inclusive hay un pasaje donde se indica: “Habló Jehová a Moisés, diciendo: Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte” (Éxodo 31.1 al 3 – RVR60). Dios mediante su Santo Espíritu provee sabiduría e inteligencia, habilidad y virtud en ciencia y arte, como un don en la cualidad, tanto física y psíquica. Otro pasaje menciona acerca del Mesías: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová” (Isaías 11.1 al 2 – RVR60). El Espíritu de Dios como energía y fuerza creadora, fuente de sabiduría e inteligencia, consejo y poder, conocimiento y temor de Dios, tienen mucha relación con el conocimiento de la ciencia para bien. La idea de la existencia de finitud, del fin cosmológico del espacio – tiempo, iniciado cuando el cosmos fue creado de la nada, hasta la llegada de su fin con el juicio final, de ninguna manera contradice u opone el propósito de la ciencia con la fe, todo lo contrario, la ciencia y la fe se unen desde el Edén.


Por lo tanto, Dios mismo es el Creador de la ciencia, que al inicio tiene relación con la conciencia de la percepción de las emociones y sentimientos propios, como una condición, estado y proceso psíquico interior. Por consiguiente, surge el conocimiento interno del bien y del mal, que por el deber u obligación que es responsable, se tiene que hacer o evitar.



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Esto posteriormente con el tiempo, mediante la comprobación y observación se presentan las explicaciones científicas, que ahora llamamos neurobiología, neurociencia cognitiva y neuropsicología, psicobiología y sistema nervioso, que sin la existencia conductual psicosomática, tampoco se hablaría de estas ciencias, en función y relación del componente mental y orgánico de la personalidad e integración del ser interior, con la incidencia conductual de la ciencia: “Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fué el hombre en alma viviente. Y había Jehová Dios plantado un huerto en Edén al oriente, y puso allí al hombre que había formado. Y había Jehová Dios hecho nacer de la tierra todo árbol delicioso á la vista, y bueno para comer: también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de ciencia del bien y del mal” (Génesis 2.7 al 9 – RVR1909).

Esta formación del ser humano incluye su origen del ego y del temperamento, donde intervienen los factores psíquicos. A excepción del gen del envejecimiento, que se introduce genéticamente en Adán y Eva al comer el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, cuya transmisión genética heredan a su descendencia de hijos e hijas, aunque gradualmente, porque las primeras generaciones de seres humanos viven más tiempo. Este tipo de gen específico es una especie de cronómetro, reloj o temporizador genético, que al parecer afecta el tiempo de vida celular y su relación a nivel del ADN. El proceso de envejecimiento se acelera con el acontecimiento del diluvio y la finalización generacional de los primeros seres humanos, limitados hasta un máximo alrededor de 120 años de vida en el gen de envejecimiento transmitido por la familia de Noe: “Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne: mas serán sus días ciento y veinte años” (Génesis 6.3 – RVR1909). Obsérvese que anteriormente al diluvio, se dictamina al ser humano con la siguiente característica mental: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6.5 – RVR60).



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3.1) RELACIÓN MENTE Y CORAZÓN


El término neuro tiene relación con la neuroglia, sistema nervioso central y periférico, además del conjunto de fibras nerviosas, con la transmisión de los estímulos de fuerza y vigor físico y mental. Hay componentes de células y moléculas en relación con el pensamiento y propósito de la comprensión y entendimiento, la intencionalidad de la voluntad propia del ser humano, representado entre la mente y el corazón. Este significado de simbología de mente y corazón es la conjunción o unión de un nuevo pacto con Dios: “Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente, y de todas tus fuerzas; este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante á él: Amarás á tu prójimo como á ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos” (Marcos 12.29 al 31 – RVR1909). El amor y la fe se complementan para renovar la mente, dar firmeza de carácter, determinación y resolución, ante el estado indeciso de la mente y la vacilación del ánimo en la intención con la voluntad. Además del dominio propio y control del temperamento, para una real y verdadera relación con Dios Padre mediante su Hijo Jesucristo. Esto implica mentalizarse y tomar conciencia del bien, para entender el temor de Dios y hallar el conocimiento e inteligencia, justicia, juicio, equidad y todo buen camino en la sabiduría de Dios.


“Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová da la sabiduría, Y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. El provee de sólida sabiduría á los rectos: Es escudo á los que caminan rectamente. Es el que guarda las veredas del juicio, Y preserva el camino de sus santos. Entonces entenderás justicia, juicio, Y equidad, y todo


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buen camino. Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, Y la ciencia fuere dulce á tu alma” (Proverbios 2.5 al 10 – RVR1909).

Es muy gratificante y sublime estudiar en profundidad la Biblia, por ser la Sagrada Escritura de Dios, especialmente su interpretación y significado de las representaciones de figuras y símbolos, por ejemplo, cuál es la conclusión que obtenemos del siguiente pasaje de Eclesiastés, donde se menciona al corazón con la capacidad de percibir la sabiduría y la ciencia, con mucha molestia y con dolor. La causa es el conocimiento profundo del buen juicio, que nos despierta de la sensación de estar desorientados y perdidos, con el consiguiente efecto de incomodidad y aflicción intensa e intensión de espíritu, al descubrir y saber consciente de todas nuestras limitaciones, especialmente en aquellos deseos personales de las locuras y los desvaríos, de alguna manera contrarios a su voluntad:


“Hablé yo con mi corazón, diciendo: He aquí hállome yo engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalem; y mi corazón ha percibido muchedumbre de sabiduría y ciencia. Y dí mi corazón á conocer la sabiduría, y también á entender las locuras y los desvaríos: conocí que aun esto era aflicción de espíritu. Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor” (Eclesiastés 1.16 al 18 – RVR1909).

La palabra de Dios añade más simbología para nuestro deleite e inspiración: “¿A quién se enseñará ciencia, ó á quién se hará entender doctrina? ¿A los quitados de la leche? ¿á los arrancados de los pechos? Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá: Porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará á este pueblo” (Isaías 28.9 al 11 – RVR1909). Jesucristo enseña y



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transmite el lenguaje de Dios, es decir la ciencia y doctrina imprescindible de la revelación de amor y fe procedente de Dios. De esto testifica el autor de la carta o epístola a los Filipenses: “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios” (Filipenses 1.9 al 11 – RVR60). La ciencia del conocimiento está en los frutos de justicia por medio de Jesucristo, para la gloria y alabanza de Dios Padre. Entonces la ciencia proviene de Dios, el ser humano la descubre y llama de diferentes especificaciones y nombres de ciencias de estudio, disciplinas y especialidades. Por ejemplo, Dios es el Creador del cerebro, sus componentes, neuronas, actividad mental y neuronal. El ser humano estudia cada órgano y las partes corporales, así establece los resultados de sus estudios e investigaciones.

La analogía o comparación de los fotones neurológicos, la actividad neuronal y su relación con la conciencia, tiene un sentido figurado, con la representación de una simbología con el significado de la luz de la vida en Jesucristo. Los nervios actúan como fibras ópticas en el sentido de transportar luz, así como el ser humano tiene reacción química celular en la producción de electricidad, debido a sus funciones vitales, también se requiere espiritualmente de luz interior focalizada en el conocimiento de Jesucristo. Se podría decir que son formas de generación de energía, donde el cerebro es el centro de control, pero el corazón también es vital. Así como en otras ocasiones hemos mencionado al temperamento, ya sea como instrumento o mecanismo de la Divinidad para accionar o detonar, el bio-fotón celestial o fotón celestial vendría a ser la energía luminosa con fines biológicos, para accionar el canal de comunicación y conocimiento celestial en el ser humano, la apertura de la comprensión y entendimiento celestial.


Desde el principio Dios hizo la luz celestial antes que al mismo sol y su luz del sistema solar: “Y dijo Dios: Sea la luz; y



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fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas” (Génesis 1.3 al 4 – RVR60). Luego Jesús viene a este mundo y dice: “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8.12 – RVR60). La luz de la vida es la luz biológica o bio-fotón, para fines psicoteológicos a través de la información en Jesucristo. Hay transmisión de datos: “Y este es el mensaje que oímos de él, y os anunciamos: Que Dios es luz, y en él no hay ningunas tinieblas. Si nosotros dijéremos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no hacemos la verdad; Mas si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión entre nosotros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1.5 al 7 – RVR1909).

Esto demuestra que la ciencia es compatible con la fe y creados por Dios, igual entre fe y razón. La sociedad mundial históricamente a confabulado y conspirado con distractores, para desviar y tergiversar la experiencia de gratitud real y verdadera al Señor Jesucristo. Además de tratar de invalidar el sentido de unidad de interconexión inherente con la fuerza y el poder del Espíritu Santo de Dios Padre, la reverencia y santidad cósmica y universal. Por esta razón, la atención y enfoque en Jesucristo ayuda en el proceso biológico del ser humano, para su relación espiritual y celestial con Dios, como accionamiento del mecanismo detonante para emerger la conciencia y la consciencia en sus respectivas funciones.


Entre el objeto de estudio del ser humano están los seres vivos, toda la naturaleza, fauna y flora, de manera que surgen de los resultados toda clase de ciencias de la medicina y salud, ciencias sociales, científicos empíricos y profesionales, técnicos y tecnólogos investigadores, científicos atmosféricos y meteorólogos. Hay antropólogos, arqueólogos, astrónomos, biólogos, bioquímicos, botánicos, físicos, genéticos, geofísico, microbiólogos, toxicólogos y zoólogos, entre muchas clases de énfasis, especializaciones y especificaciones, inclusive las ciencias bíblicas, políticas, teológicas, ciencias de los datos e



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información, forense, entre otras. La ciencia estudia tanto la materia invisible y visible, como lo inmaterial. Por ejemplo, en el estudio de las ondas de radio, el científico no las puede sentir ni ver, tal es el caso del espectro radioeléctrico, porque se requiere cierta tecnología, en el caso del viento se siente pero no es visible, para el estudio de los microorganismos se necesitan microscopios potentes. Se podría determinar que el primer científico empírico y rudimentario en sus inicios fue Adán, porque asigna el nombre a los animales al considerar las características o cualidades observables en los mismos:

“Formó, pues, Jehová Dios de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y trájolas á Adam, para que viese cómo les había de llamar; y todo lo que Adam llamó á los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adam nombres á toda bestia y ave de los cielos y á todo animal del campo: mas para Adam no halló ayuda que estuviese idónea para él. Y Jehová Dios hizo caer sueño sobre Adam, y se quedó dormido: entonces tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar; Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y trájola al hombre. Y dijo Adam: Esto es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne: ésta será llamada Varona, porque del varón fué tomada. Por tanto, dejará el hombre á su padre y á su madre, y allegarse ha á su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2.19 al 24 – RVR1909).

Las áreas o disciplinas relacionadas con la explicación de la Psicoteología tienen relación entre sí, aunque llamadas de diferentes nombres, como la neurobiología, neurociencia cognitiva, neuropsicología, psicobiología y sistema nervioso, según desde el punto de vista del análisis o estudio realizado. El común es que el objeto de estudio es creación de Dios, el ser humano solamente descubre, estudia e informa, trata de apropiarse o asumir la autoría, pero en realidad el autor de



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todo lo que existe y es objeto de estudio es Dios el Creador. El ser humano aporta su acción y resultado de su comprobación y observación en los estudios e investigaciones realizadas, el objeto y materia prima es propia de la creación de Dios, por ejemplo, el estudio de la actividad atómica, celular, eléctrica, energética, electromagnética, fotónica, molecular, química, neurológica, etc. En el caso de la psico es considerada una actividad mental, donde se involucra las ideas primigenias hasta los pensamientos más complejos. Así los procesos en actitudes, conceptos, deducción, designios, emociones, ideas, imaginación, intención, motivación, percepción, recuerdos, raciocinio, sentimientos, voluntad, entre otros, son procesos inmateriales e invisibles, que tienen relación entre la ciencia y lo espiritual, ya que afectan el proceder del comportamiento y la conducta del ser interior, con el carácter y la personalidad.

La actividad mental “psico” es susceptible de influencia de la pseudología, como sentimiento o tendencia psíquica y enfermiza de la acción de mentir, inclusive manipulada de lo que en algún momento se llamó psicología inversa. Lo curioso es que es una cognición inicial presentada en Adán y Eva, al advertir y entender por primera vez, la situación expuesta al conocer la serpiente antigua y las consecuencias de comer del fruto. La Biblia dice: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Corintios 11.3 –RVR60). Hay una disfunción molecular del componente proveniente del árbol de la ciencia del bien y del mal, con la composición molecular del ser humano, al llegar a la combinación o mezcla con el gen del envejecimiento. Por otra parte, la pérdida de inocencia en el respeto y reverencia, causa el mal pensamiento, debido a la tentación y como fruto o resultado la concupiscencia de la maldad en el ser humano. Esto tiene connotación de fuerzas de atracción de enlace químico. La Biblia dice de Eva: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.



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Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Génesis 3.6 al 7 – RVR60).

Esta pseudología de la psique con psicología de manera inversa, se presenta en la actualidad entre el supuesto amor al derecho del libertinaje humano y el verdadero amor a Dios, como las consecuencias de fuerzas de atracción y repulsión originadas desde el inicio en Edén: “EMPERO la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo á la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3.1 – RVR1909). El ardid del mal es el artificio para lograr la finalidad de la maldad, inversamente a lo dicho por el Creador, para repeler el bien. En esto estriba la astucia del mal, en su habilidad para engañar, mentir y traicionar. El meollo del asunto es la interpolación entre la decisión y la indecisión: “Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?” (Génesis 3.11 – RVR60). El fruto en cuestión es del árbol de la ciencia del bien y del mal, sin embargo, el tener celo de Dios implica tener ciencia, para que el pueblo de Dios no sea engañado: “Porque yo les doy testimonio que tienen celo de Dios, mas no conforme á ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado á la justicia de Dios” (Romanos 10.2 al 3 –RVR1909). La ciencia implica la justicia de Dios, que en nuestro contexto algunos legislan supuestos derechos como el aborto, para establecer la justicia propia, porque ignoran y no se sujetan a la justicia celestial de Dios.


Entonces existe la falsa ciencia: “Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desviaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén” (1 Timoteo 6.20 al 21 – RVR60). Ahora bien, actualicemos esta situación de la falsamente llamada ciencia en nuestros días. Un sector de la sociedad trata de realizar un plan de legalización, mediantes medios



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políticos y autoridades gubernamentales de ciertas naciones. Toda esta ideología se trata de justificar como un derecho humano, para validar su aprobación y la práctica desde el campo jurídico y legal. Aunque prevalezca la ignorancia sin sujeción a la justicia que es de Dios, porque se desautoriza la existencia y voluntad de nuestro Creador. Por ejemplo, en las relaciones humanas del mundo frente a Dios, históricamente las guerras fueron las causas o motivos para justificar los exterminios, genocidios y masacres. Ahora en los últimos tiempos sumado a esto, se encuentra el aborto ilegal y legal, inclusive a nivel de pastilla o píldora abortiva, conocido como la cultura e ideología de la muerte. La verdadera ciencia, como la ciencia médica y de la salud, es aquella que defiende y salva la vida con toda la prioridad de principios y valores éticos. Es el compromiso y responsabilidad de dar un servicio profesional y técnico con el amor y la vocación a la vida, sin el interés atroz al dinero y al enriquecimiento inmoral. Es una paradoja contradictoria entre el ejercicio de conservar y mantener la vida contraria a la lógica con provocar la muerte.

Se pretende ignorar la palabra de Dios y pasar por alto las Sagradas Escrituras, pero está escrito lo siguiente: “Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente, El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal, El testigo falso que habla mentiras, Y el que enciende rencillas entre los hermanos” (Proverbios 6.16 al 19 – RVR1909). Lo que pasa es que las corrientes legislativas de cierto grupo de naciones, se empeñan a toda costa en aprobar estas leyes contrarias a Dios. La situación pandémica actual ha posibilitado algún indicio de temor a Dios; la conciencia en el discernimiento del bien y del mal, nos permite la consciencia de nuestra realidad en relación con los sucesos del entorno. Tanto conciencia interna y consciencia externa son necesarias para procesar el conocimiento requerido para la intención y voluntad. Estos aspectos tienen relación con la neurobiología, neurociencia cognitiva, neuropsicología, psicobiología y sistema nervioso,



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según se demuestra progresivamente con el avance de la explicación de este tema de la Psicoteología, cada trascripción textual de la selección de textos de la Biblia tiene su relación.

En épocas antiguas muchas aclaraciones se realizaban desde el punto de vista filosófico, sin embargo, en nuestro caso logramos recurrir a la factibilidad de la herramienta del enfoque en ciencias bíblicas. Además se pretende reforzar el argumento desde una perspectiva teológica, en el estudio de lo relacionado con Dios, para entender la creación y función del cerebro humano y su relación con el sistema nervioso, con ayuda de la anatomía, fisiología y neurofisiología, a la vez explicar la conducta y comportamiento de la personalidad del ser humano, como construcción psicológica con las diversas características psíquicas. La Biblia establece: “El malo, por la altivez de su rostro, no busca á Dios: No hay Dios en todos sus pensamientos. Sus caminos son viciosos en todo tiempo: Tus juicios los tiene muy lejos de su vista: Echa bocanadas en orden á todos sus enemigos. Dice en su corazón: No seré movido en ningún tiempo, Ni jamás me alcanzará el infortunio” (Salmos 10.4 al 6 – RVR1909). La misma sociología es considerada entre las ciencias sociales, que en sus inicios fue analizada y estudiada desde la filosofía, con la observación y comentario acerca de la civilización, costumbres y cultura presentada en la sociedad. Sin embargo, la Sagrada Escritura desde el primer pacto describe cierto análisis del ser humano. También según su comportamiento, procedencia y relación entre las personas. Nótese en los pasajes bíblicos la mención acerca del pensamiento o los pensamientos. Lo que pasa es que Dios habla y no escuchamos. En Salmos 94 advierte:


“JEHOVA, Dios de las venganzas, Dios de las venganzas, muéstrate. Ensálzate, oh Juez de la tierra: Da el pago á los soberbios. ¿Hasta cuándo los impíos, Hasta cuándo, oh Jehová, se gozarán los impíos? ¿Hasta cuándo pronunciarán, hablarán cosas duras, Y se vanagloriarán todos los que obran iniquidad? A tu


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pueblo, oh Jehová, quebrantan, Y á tu heredad afligen. A la viuda y al extranjero matan, Y á los huérfanos quitan la vida. Y dijeron: No verá JAH, Ni entenderá el Dios de Jacob. Entended, necios del pueblo; Y vosotros fatuos, ¿cuándo seréis sabios? El que plantó el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá? El que castiga las gentes, ¿no reprenderá? ¿No sabrá el que enseña al hombre la ciencia? Jehová conoce los pensamientos de los hombres, Que son vanidad. Bienaventurado el hombre á quien tú, JAH, castigares, Y en tu ley lo instruyeres; Para tranquilizarle en los días de aflicción, En tanto que para el impío se cava el hoyo. Porque no dejará Jehová su pueblo, Ni desamparará su heredad; Sino que el juicio será vuelto á justicia, Y en pos de ella irán todos los rectos de corazón” (Salmos 94.1 al 15 – RVR1909).

La soberbia presume la vanagloria de la convergencia de la altivez y la arrogancia. La altivez es presentar una postura envanecida de un supuesto alto concepto y mérito propio, con el deseo de ser admirado y considerado como un ejemplo y modelo, para sobresalir sobre los demás, aunque sea una influencia que cause, fomente, infunda o promueva la misma soberbia y vanidad transmitida a los demás. La arrogancia es la insolencia del despropósito de orgullo, con la descarada y desvergüenza ostentación de la habituación del pecado y el vicio. Se presenta un círculo vicioso, donde se presupone perpetuar la corrupción del bien, la degradación de la moral, la perversión de la rectitud, la carencia de la piedad, y la depravación del sentimiento de amor y respeto a lo sagrado y santo. Prevalece en los impíos y soberbios la vanagloria de la iniquidad, injusticia y maldad. Dios es el que enseña al ser humano la ciencia, porque la verdadera ciencia contribuye al bien y a la vida. La ciencia auténtica y genuina contribuye a diferenciar y discernir la acción y pensamiento del bien y del mal. Los pensamientos de la humanidad son vanidad, Dios instruye y corrige, castiga y reprende al ser humano fatuo,



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que está lleno de presunción y vanidad infundada, inclusive hasta la ridiculez del desprecio por el derramamiento de la sangre de Jesucristo y su redención. El desaire y desdén hacia la indiferencia de la consagración y santidad de la salvación y la vida eterna, porque lo que no se sufre no se aprecia ni se valora: “Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día; como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno” (Judas 1.6 al 7 – RVR60). En Salmos 33 se indica:

“Tema á Jehová toda la tierra: Teman de él todos los habitadores del mundo. Porque él dijo, y fué hecho; El mandó, y existió. Jehová hace nulo el consejo de las gentes, Y frustra las maquinaciones de los pueblos. El consejo de Jehová permanecerá para siempre; Los pensamientos de su corazón por todas las generaciones. Bienaventurada la gente de que Jehová es su Dios; El pueblo á quien escogió por heredad para sí. Desde los cielos miró Jehová; Vió á todos los hijos de los hombres: Desde la morada de su asiento miró Sobre todos los moradores de la tierra. El formó el corazón de todos ellos; El considera todas sus obras” (Salmos 33.8 al 15 – RVR1909).

La dirección, rumbo o sentido de ideario del pensamiento colectivo e individual, en la adoración, respeto y reverencia universal a Dios, corresponde a un derecho de parte del Creador: “De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, Y la afirmó sobre los ríos” (Salmos 24.1 al 2 – RVR60). El derecho de Dios de pertenencia de todo lo existente como el Creador, inclusive el derecho sobre el humano, es inherente al deber



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de la humanidad de reconocer a Dios como su Creador. Así Dios Padre entregó a su Hijo toda la Creación para que los humanos vivan para Jesucristo: “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: Que si uno murió por todos, luego todos son muertos; Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, mas para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Corintios 5.14 al 15 – RVR1909). Esta señal de pertenencia o propiedad de Dios, se representa en el sentido figurativo y simbólico con un sello en la frente, en relación con la mente: “Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes” (Apocalipsis 9.4 – RVR60). El sello de Dios es el poder del Espíritu Santo en el pensamiento: “PUES que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también estad armados del mismo pensamiento: que el que ha padecido en la carne, cesó de pecado; Para que ya el tiempo que queda en carne, viva, no á las concupiscencias de los hombres, sino á la voluntad de Dios” (1 Pedro 4.1 al 2 – RVR1909).

El Señor Jesucristo, es entre toda la historia de los seres humanos, la Mente Superior o Suprema del Conocimiento Celestial, que le ha transmitido directamente su Padre. Por otra parte se menciona lo siguiente: “Empero el que se junta con el Señor, un espíritu es. Huid la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre hiciere, fuera del cuerpo es; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque comprados sois por precio: glorificad pues á Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6.17 al 20 – RVR1909). En este pasaje entiéndase espíritu como la parte inmaterial de la mente, entonces dice que el que se une al Señor una mente es con él, se indica que glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestra mente, tanto el cuerpo como la mente tienen que ser santas, con el don, energía, fuerza y poder del Espíritu de Dios, excluyente de la maldad y del pecado, exclusivo de la consagración, paz y santidad de Dios.



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En todo ser humano el soma hace referencia a la parte material del cuerpo, la psique alude la parte inmaterial de las actividades y funciones de la mente, el alma es la vida de la persona mediante la combinación del cuerpo y mente sumado a la función de respiración. En el caso del ser humano que vive la espiritualidad auténtica, la concepción y construcción de las ideas y la diversidad de las creencias religiosas, facilita y posibilita la experiencia, inclusión confesional e integración y unidad dentro del fraccionamiento cristiano. Esto es posible a través de la mente y la psique según las creencias, pero la demostración de espiritualidad depende de las prácticas del comportamiento y conducción corporal. De acuerdo con los principios, valores y virtudes espirituales, manifestados por la acción, obra y poder del Espíritu Santo. Hay combinación, porque esto afecta la consagración y santidad del cuerpo, según el tipo de creencia de ideología humana en la mente: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6.9 al 10 – RVR60). Para tomar en cuenta a Dios, en lo que respecta al proceder del ser humano, se requiere la congruencia de la ética y sentido común entre el cuerpo y la mente, según el ideario y pensamiento colectivo e individual, del respeto y reverencia universal a Dios el Creador. Se requiere el examen de conciencia y la objeción de conciencia en el ser humano, para la verdadera libertad humana, que no sea un libertinaje.


Si se cultiva el bien se recoge el bien, si se siembra el mal se cosecha el mal, la justicia de Dios nunca falla, tarde o temprano, en el tiempo de Dios, la justicia Divina es infalible. El control mental para ser una mejor persona depende del poder de decisión, pero que sea conforme a la presencia de Dios, o sea, con la razón de Dios, que es el entendimiento de la justicia y rectitud de Dios. Somos como partículas de la luz abrazadora de Dios, luz que se propaga y llena el vacío del ser humano, para apreciar el don de la vida en Cristo Jesús.



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3.2) LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA


Este examinarse consciente de sí mismo con argumentos y razonamientos imprescindibles, hacen que sea existencial la objeción de conciencia e inherente al ser humano, desde que existe la propia intención y voluntad. Hay una radicalidad en el Evangelio de Jesucristo que en la Psicoteología es imposible evadir. La sociedad lamentablemente está inmersa en una dispersión, distorsión y distracción de la imperante confusión social. Se ha tergiversado la buena fe e intención noble de las defensas y luchas sociales a favor de los excluidos, por la justificación y legalización de la práctica del pecado como una nueva normalidad, especialmente para favorecer las prácticas de ciertas minorías, en sus gustos y preferencias al aparente amor sexual o la justificación al aborto, como consecuencia al desenfreno de la confusión sexual y de la promiscuidad desde edades tempranas. Jesucristo radicalmente instruye no volver a pecar, amar sin pecado, sin contaminación ni corrupción.


En el contexto del mundo contemporáneo se disfraza lo profano como bueno, hay precedente de mezcla seglar, desde el paganismo antiguo practicado con adoración y prostitución considerada como sagrada. Las corrientes de pensamiento con la contradicción y resistencia a la objeción de conciencia, son muy confusas e incongruentes en quienes se oponen a la objeción y a la vez hacen defensa de las libertades humanas. Los mismos legisladores demuestran con su ejercicio, que la objeción de conciencia es inherente al ser humano, ya que objetan con los argumentos y razonamientos las propuestas legislativas, hasta llegar a un acuerdo y a la aprobación de nuevas leyes. La libertad de culto y religión, posibilita la defensa de principios, valores y virtudes sustentadas en la inevitable objeción de conciencia, que es propia del humano, exista o no legislación constitucional en cada nación o país.



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Por ejemplo, a pesar de que las corrientes inclusivas o incluyentes, de mujeres que defienden a las mujeres, por más adoctrinamiento que se pretenda para buscar la aprobación de las conciencias a favor de los abortos, según la propia conciencia del bien y del mal, es inaceptable que las mismas madres consientan, permisiva y socialmente, en exterminar a sus propias hijas, o sea, mujeres que impiden el nacimiento de sus mismas mujeres. Esto es una ampliación del femicidio abortivo. Por esta razón, se pretende callar las conciencias de los habitantes, muchas veces por medio de encubrimientos con astucia de intención y disimulo legal, que desmejora las buenas costumbres, ética y moral de las personas ante Dios. Otro ejemplo, el material didáctico de las guías de educación sexual en los centros educativos formales, ya sea de forma explícita o subliminal, donde se induce a los infantes al uso de la debida protección profiláctica, con una práctica libre y sin prejuicios de relaciones coitales activas a satisfacción, que evite embarazos o enfermedades en edades prematuras. Se pretende despertar el interés hacia las conductas sexuales, como un derecho al preservativo, a pesar de la implicación de irrumpir la inocencia de los infantes y pre jóvenes menores.


Además de la incitación a la malicia y con el pretexto del desarrollo psicosexual de la infancia, al formar personas libidinosas con edades inmaduras, para que se descubran en sí mismos su tendencia a la lascivia y lujuria, según sus propios impulsos libidinales, con ayuda del estímulo, pulsión o tacto en sus zonas erógenas de excitación sexual, debido a la supuesta propensión determinante desde la infancia a una neurosis posible al llegar a la edad más adulta. Se lesiona el derecho fundamental de la libertad espiritual, religiosa y el derecho primordial a educación, custodia moral y orientación de las buenas costumbres de transmisión materna, paterna, tutor o responsable legal directo sobre los infantes. También se provoca un daño del derecho a la dignidad y a la integridad ética - personal, con la afectación a una espiritualidad sana, de hábitos espirituales y de buenas prácticas de convivencia moral, que no sean de carácter inconstante, nefasto o voluble.



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Debido a que se aprueban leyes contrarias a la voluntad del Creador, la objeción de conciencia resulta un derecho fundamental, inalienable e intransferible, que no hará callar las conciencias colectivas e individuales que tienen temor a un Ser Supremo, que rige principalmente las conciencias en consagración y santidad cotidiana. El mundo pretende acallar y despreciar la sangre redentora de Jesucristo, pero ha tenido que utilizar los cubrebocas y callar ante los acontecimientos pandémicos presentes, donde trata de levantarse conspirando contra la moral promovida por Jesucristo, sin embargo, ha doblegado su pie y doblado su rodilla en la actualidad. Por ejemplo, además del aborto, se promueve en las legislaciones de algunas naciones la eutanasia y el suicidio asistido, para una muerte confortable, porque la persona ya no desea vivir más y toma su propia decisión de forma voluntaria. El mundo divaga en confusión y desvarío moral, tal es el derecho a la normalidad de la copulación sexual sin ligamen matrimonial.


Otro caso es la pastilla o píldora abortiva, a pesar de la evidente existencia histórica de un Orden Superior (Supremo) que rige la moralidad, en relación con el bien o el mal y en función de la vida colectiva e individual. Se excluye la oración en la educación y el deber a la espiritualidad. Se niega la consagración del matrimonio y la santidad del Espíritu Santo, que sea con el lecho sin la mancilla de la deshonra: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (Hebreos 13.4 – RVR60). Hay proponentes que pretenden legitimar en algunos países, la normalidad de una nueva moralidad, excluyendo toda existencia, protección y relación a la obediencia a Dios. Inclusive el caso de una nación Europea, que se legisla acerca del acto sexual con animales vertebrados, donde se castiga o pena solamente en el caso de que haya daño, herida o lesión, que requiera tratamiento veterinario el animal afectado. La confusión es tal, que se comete deshonor y vergüenza a Dios, pero hay un llamado de atención a la conciencia mediante el Calentamiento Global, porque el planeta cada vez supera el registro de las altas temperaturas e incendios forestales.



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Mientras tanto la Biblia dice lo siguiente:


“Y estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos, y vió un varón que estaba delante de él, el cual tenía una espada desnuda en su mano. Y Josué yéndose hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, ó de nuestros enemigos? Y él respondió: No; mas Príncipe del ejército de Jehová, ahora he venido. Entonces Josué postrándose sobre su rostro en tierra le adoró; y díjole: ¿Qué dice mi Señor á su siervo? Y el Príncipe del ejército de Jehová repondió á Josué: Quita tus zapatos de tus pies; porque el lugar donde estás es santo. Y Josué lo hizo así” (Josué 5.13 al 15 – RVR1909).

¿Cuál es la relación de solemnidad en Psicoteología con el Príncipe del ejército de Jehová? La respuesta es el respeto y la reverencia cuando se rinde adoración. Esto es representado con quitar el calzado de los pies en un lugar determinado como santo, el detenerse para prestar atención a la santidad, sentir el contacto que elimine cualquier distracción y mejore la concentración, para lograr el enfoque adecuado hacia lo santo. Muchos proponentes de legislaciones han sido ateos, con propuestas sin considerar la existencia de Dios, han sido supuestos creadores de legislaciones inaceptables, porque se han aferrado a su propio calzado, en su camino contrario a la santidad, sin ningún tipo de dedicación alguna a Jesucristo, han sido promotores de la corrupción del mundo, que se aleja y distancia al contrario cada vez más de Dios. El incremento e intensidad de la maldad de las tinieblas, aumenta al grado de oscuridad de la media noche: “Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes. Y cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria. Y serán reunidas delante de él todas las gentes: y los apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos” (Mateo 25.30 al 32 – RVR1909).



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En la gran confusión acerca del concepto y construcción del amor santo, algunos sin importar la voluntad de Dios desprecian la santidad en la manera de vivir: “como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1.14 al 16 – RVR60). El amor procede de Dios, por consiguiente el amor es santo. Es contradictorio como actos de injuria u ofensa a Dios, la sociedad trata de justificar y legalizar engañosamente una apariencia de unión y bendición del favor de Dios. Por esta razón la importancia de tener claridad en la relación psicológica bidireccional con la mente de Jesucristo, para glorificar y honrar verdaderamente a Dios.


El mundo se encuentra envuelto en una convulsión que trastorna violentamente la normalidad sana de la vida. Toda la creación gime a una: “porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” (Romanos 8.21 al 22 – RVR60). Este gemir es un sufrimiento de dolor, pero también una pena de aflicción del ánimo y sentimiento, hasta la angustia moral. Impera una confusión e incertidumbre, casos como la misma unión de hecho de las parejas, se presta para la legitimación de la fornicación, haciendo innecesario el vínculo matrimonial en la convivencia, porque se pierde la honra y respeto a la unión sagrada del matrimonio, es una sustitución de lo establecido por Dios. Así se desvanece la autoridad de la palabra de Dios, al eclipsar y eliminar de la conciencia y mente con la pérdida del sentido original de Dios. Recordemos que la etimología de la palabra Psicoteología, es la psique combinada del alma, en relación con la persona y la vida. Además la actividad mental, el conocimiento y la intimidad personal con Dios, implica la espiritualidad, moral, principios, valores y virtudes del Señor Jesucristo. La Psicoteología es desde la perspectiva de su discipulado en el aprendizaje y práctica de su enseñanza.



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¿Qué representa la astucia en la psicología de la mente? ¿Será un ardid o artificio para el logro de un fin? ¿Será la habilidad para engañar? En el principio la serpiente le dice a Eva: “EMPERO la serpiente era astuta,… la cual dijo á la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3.1 – RVR1909). Luego Eva dice: “Entonces Jehová Dios dijo á la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí” (Génesis 3.13 – RVR1909). Este engaño es un desdoro de mancilla en la virtud y una mancha contra el honor del ser humano. La buena reputación y dignidad quedó totalmente al desnudo, sin la cobertura de luz. La moral que impela severamente al cumplimiento del deber ante Dios, quedó al descubierto, expuesto a la acusación de desobediencia moral, de conducta impropia, a manera de falsedad ideológica contextualizado al presente. Dios mismo le pregunta a Adán: “Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?” (Génesis 3.11 – RVR60). Esta pérdida de inocencia al comprender lo impúdico, malicia y perversidad, es semejante a la pretensión del mundo de corromper las nuevas generaciones desde la edad de infancia.

La declaración pública del cambio de la definición de formación de una “familia” como derecho humano universal, diferente entre la unión de un núcleo familiar de un hombre con una mujer, es contrario de la declaratoria original de la creación: “Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2.23 al 24 – RVR60). Jesucristo lo confirma: “El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19.4 al 6 – RVR60). La Palabra de Dios es contundente y determina el siguiente enunciado de sentencia universal:



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“Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” (Efesios 5.28 al 33 – RVR60).

Las consideraciones de la psicología sexual, ya sea en el ejercicio del comportamiento o la conducta del ser humano, con base en la construcción de los conceptos y la imperante creencia de la psicología sexual, su análisis e interpretación, altera e influye la Psicoteología, en la relación psicológica del ser humano con Dios. Desde este punto de vista, mientras la Psicoteología analiza, describe y estudia el comportamiento y conducta humana congruente y en función del conocimiento de Dios, la psicobiología establece las teorías psicológicas en términos exclusivos de lo biológico, para determinar y dictar las leyes que rigen la sexualidad, pero según la tendencia mental en la geopolítica global. El problema de regirse por las inclinaciones mentales, sin tomar en cuenta el conocimiento de Dios, es la convivencia instintiva mediante el desenfreno del impulso y motivación irreflexiva, regido por los apetitos de la carne y la concupiscencia corporal y mental. La injerencia del instinto y pulsión sexual, afecta la Psicoteología, porque se aferra fuertemente al conocimiento natural, sin trascender al conocimiento espiritual y en contraste con el conocimiento del orden celestial de Dios. Hay una emancipación en el sentido deliberado de salir de la sujeción del Creador y negar su existencia, para afirmar un derecho humano de hacer lo que se quiera libremente, con desacato, precipitación y ruina espiritual, sin tomar en cuenta la voluntad de Dios:



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“Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!” (Salmos 139.13 al 17 – RVR60).

¿Cuál es la tensión psicoteológica sufrida por el ser humano desde su existencia? La respuesta es la lucha entre la intemporalidad y la temporalidad, de lo que no es eterno sino que pasa con el tiempo: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón: Pruébame y reconoce mis pensamientos: Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno” (Salmos 139.23 al 24 – RVR1909). En este pasaje el evaluar y dirigir a Dios la expresión pruébame y conoce mis pensamientos, es Psicoteología, la alusión al camino de la perversidad es la temporalidad, porque es contraria a la guía hacia el camino eterno, que es la intemporalidad. Entonces, ¿cuál es la estrategia de la temporalidad para imponerse ante la intemporalidad? Sobre esta base, la clave estratégica radica en la “Distracción con Dispersión”, especialmente para apartar y desunir de la vida virtuosa ordenada a Dios. Está escrito: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, derrama… Y cualquiera que hablare contra el Hijo del hombre, le será perdonado: mas cualquiera que hablare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo, ni en el venidero. O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, ó haced el árbol corrompido, y su fruto dañado; porque por el fruto es conocido el árbol” (Mateo 12.30 al 33 – RVR1909).


En el principio la serpiente astuta crea una distracción con dispersión en Adán y Eva, porque confunde y desorienta



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el enfoque hacia Dios: “… ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3.1 – RVR1909). Además, desenfoca el análisis acertado de diferenciar y discernir entre temporalidad e intemporalidad: “Entonces la serpiente dijo á la mujer: No moriréis” (Génesis 3.4 – RVR1909). Lo que pasa es que el ser humano prefiere y pretende vivir la buena vida del presente, porque tiene la seguridad de la existencia actual, pero pierde el horizonte e interés en la vida venidera, que por el momento de ninguna manera tiene constancia de la existencia de la misma, hasta que se presencie el tiempo de la resurrección de los muertos y el juicio final ante Dios. En el principio Adán y Eva tienen clara la instrucción o conocimientos adquiridos: “Y la mujer respondió á la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto comemos; Mas del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, porque no muráis” (Génesis 3.2 al 3 – RVR1909). Este asunto de la muerte tiene muchas aristas, en el nivel de dificultad de noción de muerte corporal, física o material, muerte espiritual o muerte intemporal. Por ejemplo, las personas que se encuentran con muerte espiritual por su práctica de maldad y pecado. Las cuestiones espirituales asociadas al sentido figurado, representativo o simbólico, tiene problemas de apreciación e interpretación en algunos por el significado que corresponde:

“De cierto, de cierto os digo, que el que guardare mi palabra, no verá muerte para siempre. Entonces los Judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas, y tú dices: El que guardare mi palabra, no gustará muerte para siempre. ¿Eres tú mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? y los profetas murieron: ¿quién te haces á ti mismo? Respondió Jesús: Si yo me glorifico á mí mismo, mi gloria es nada: mi Padre es el que me glorifica; el que vosotros decís que es vuestro Dios; Y no le conocéis: mas yo le conozco; y si dijere que no le conozco, seré como vosotros mentiroso: mas le conozco,


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y guardo su palabra. Abraham vuestro padre se gozó por ver mi día; y lo vió, y se gozó. Dijéronle entonces los Judíos: Aun no tienes cincuenta años, ¿y has visto á Abraham? Díjoles Jesús: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. Tomaron entonces piedras para tirarle: mas Jesús se encubrió, y salió del templo; y atravesando por medio de ellos, se fué” (Juan 8.51 al 59 – RVR1909).

El factor anatómico, fisiológico, patológico y psicológico está integrado como ser humano, en su aspecto natural, pero la espiritualidad de ninguna manera está implícita, sino, por el contrario, se completa con el conocimiento y práctica de principios y valores, según el comportamiento y conducta, tanto desde la colectividad como en el nivel individual. Por esta razón se moldea la personalidad de la infancia en su actitud, carácter, ego y control del temperamento, para su afectividad, apego, emociones, sensibilidad, sentimientos y voluntad, en el sentido contrario o a favor del respeto y reverencia a la consagración y santidad a Jesucristo y a Dios Padre como Creador. Lo que pasa es que el juicio subjetivo de la persona, desde la perspectiva de su propia experticia e interpretación, es maleable, o sea, se puede malear, por la influencia externa que aprovecha la inocencia interna de la condición del infante. Este daño, para echar a perder o pervertir a las nuevas generaciones, se pretende de forma planeada y sistemática, desde desarticular el núcleo familiar, hasta la infiltración del adoctrinamiento escolar, con el apoyo de un sector gubernamental o político, exigido y presionado por entes internacionales, tanto abiertamente, como muy astutamente y sutilmente. Por ejemplo, la indiferencia del ser humano, ante el flagelo abortista que impunemente practica un genocidio de millones de vidas humanas, ya sea ilegal o legalmente. Quienes están en la condición de cigoto, embrión o feto, están indefensos ante un acto de criminalidad, a manera del asesinato a sangre fría, que con la interrupción de la vida afecta a millones de inocentes sin nacer cada año.



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Se presenta el mundo contra su Creador, a través de la ausencia de coherencia y racionalidad hacia Dios. Inclusive con la autorización y complacencia de las mismas madres, que a manera de femicidio ampliado, matan a sus propias hijas que están por nacer. A pesar de las defensas y luchas de las mismas mujeres, impiden el nacimiento de sus mujeres, con la insistencia del aborto ilegal y legal. Este clamor y la maldad de la cultura e ideología de muerte han llegado hasta el Creador, de manera que las consecuencias cada vez se incrementan con el Calentamiento Global y la evolución de los virus en agresividad y mortalidad después de muchas cepas o variantes. Dios reivindica su legitimidad como Creador, para demostrar su poder en el orden mundial. La moral humana para los creacionistas está claramente definida y determinada por un Ser Superior, la presunción de la legislación moral en las naciones están creando una confusión tal, que al parecer ahora se pretende una igualdad, pero con las declaratorias de legalidad y su penalización diferenciada, se contradice cuando el concepto de asesinato u homicidio ya no es el mismo, ni aplica igual para todo ser humano, ya que se da a entender que la vida de unos vale menos que en el caso de otros, según el sexo o el no nacido.


El respeto a la vida humana es inalienable e inviolable sin distinción de edad o sexo. Este derecho a la vida desde la concepción y en todo el proceso de gestación, ya sea en la condición de cigoto, embrión o feto merece protección y respeto. El tipo de legislaciones nacionales, que llaman salud reproductiva de la mujer en relación con la legitimación del aborto, confirma la gran confusión y la doble moral que impera en el mundo actual. Se pretende inculcar y legitimar en las nuevas generaciones el aborto como una normalidad psicosocial aceptada. Entonces se pierde el respeto a la vida desde su inicio y se le considera al ser humano como un producto desechable. Por otra parte, la confusión es tan grave que se destruye la definición de familia, ahora un ser humano que nace con sexo masculino, por ideología de género se le convierte mental y psicológicamente en madre y mujer. El



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mismo femicidio ya no es contra la mujer, sino contra los mismos hombres que cambian de género en nuevas mujeres. Prevalece históricamente el predominio del hombre sobre la mujer, como un problema sistemático, porque ya no es cultural y social, mediante el machismo y patriarcado, sino que en forma camuflada los mismos hombres ahora se convierten en mujeres para tener el dominio. Esto se presenta en los deportes como distorsión social, cuando las mujeres que eran de sexo masculino se imponen deportivamente a las mujeres de nacimiento. Esta clase de decisiones afectan la integralidad de las áreas: emocional, física, mental y social, porque cada una se complementa a las demás, pero en el caso del ámbito espiritual, el tipo de decisión determina la ausencia o presencia de la espiritualidad y del pudor sincero.


El mundo requiere reformular acciones asequibles para encontrar otros ángulos de investigación científica del bien y del mal, acerca del conocimiento y dimensión espiritual que trasciende en el nivel celestial. Jesucristo es la Palabra, es la codificación y decodificación del único lenguaje celestial, en la Psicoteología necesaria para el comportamiento y conducta, que trasciende a la salvación del mundo actual y para la vida eterna venidera. Por ejemplo, en relación con la costumbre y práctica del pecado, el que se mantiene en los recuerdos o traumas del pasado sin superar, no avanza en mejorar su vida presente, siempre hay que mirar hacia adelante, sin quedar atrapado en lo que no construye ni edifica. Algunos consideran como un requisito importante la programación neurolingüística en las personas, para sentar las bases muy fuertes de respeto y responsabilidad en principios y valores. Así la modificación del pensamiento que refleja la práctica de los hábitos, de acuerdo con la comunicación y percepción, de un determinado comportamiento y conducta humana. En la medida que cambian los individuos, el cambio se muestra en lo colectivo, de manera que cuidar lo que se aprende y se escucha como infante y joven, en las nuevas generaciones, sus mentes experimentarán la aceptación y confirmación o la consecuencia del rompimiento de las reglas de orden divino.



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3.3) INFLUENCIA BIOLÓGICA Y FISIOLÓGICA


La dirección que damos a nuestra atención, además de la influencia debido al enfoque personal, es pertinente con el propio estado de alerta y la relación reticular del cerebro, de la red neuronal y sus conexiones de circuitos en cada una de las percepciones, acerca de lo que consideramos principal en la vida para nuestras multi-dimensiones. La concienciación y confianza en evaluar la información, que es indispensable en la educación, estudio, preparación y saber escuchar, para la innovación del entrenamiento y formación cognitiva referente a la salud cerebral. El pensamiento y reflexión, con una red neuronal integrada, capaz de ser potencializada por el hábito de concienciación, ecuanimidad, esperanza, mansedumbre, meditación, oración, paciencia, pacificación, relajación, salud mental, serenidad y temperancia, desde la niñez hasta la vida adulta, controla la personalidad impulsiva con la fuerza de voluntad, mediante la madurez durante toda la vida. Algunos teorizan como proyección, un mecanismo de defensa mental; que el primer reflejo en la niñez se presenta desde el vientre. Esto permea el pensamiento, ya sea negativo o positivo desde el desarrollo y formación, que luego en su convivencia con los demás, se refleja en otra persona su propia condición interna, según la experiencia vivida en la formación en el vientre y sus reacciones emocionales. Al parecer esto atañe a la memoria del proceso de formación, se involucran la amígdala cerebral, corteza cerebral prefrontal, almacenamiento y procesamiento.


En relación con lo que llaman estimulación temprana y la programación neurolingüística, para mejorar la percepción y calidad de vida, recordemos las palabras de nuestro Señor Jesucristo: “Y Jesús dijo: Dejad á los niños, y no les impidáis de venir á mí; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mateo 19.14 – RVR1909). Hay que infundir en los infantes y



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jóvenes, estado de ánimo, motivación y sentimiento al respeto y reverencia a la sola Soberanía de Dios Padre, representado en el reino del Dios de los cielos. Además de la Supremacía de Jesucristo sobre la creación y todos los seres credos, debido a su autoridad, preeminencia y superioridad jerárquica, ante el séquito celestial y los seres humanos, aunque hay quienes convierten la libertad de Cristo en un libertinaje desenfrenado de carnalidad y pecado: “Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 1.4 – RVR60). El Apocalipsis o Revelación menciona lo siguiente al respecto:

“Y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre, Y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios y su Padre; á él sea gloria é imperio para siempre jamás. Amén. He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra se lamentarán sobre él. Así sea. Amén” (Apocalipsis 1.5 al 7 – RVR1909).

El conocimiento es poder, pero también la palabra es poder, por esta razón Jesucristo es Conocimiento y Palabra. Mientras que el mundo infiel se encuentra inmerso en la arrogancia, confusión, distracción, ignorancia y subversión moral, lo más importante y urgente en los tiempos actuales, es el aprendizaje y educación en Jesucristo y su evangelio. Esto representa la acción de escapar por tu vida, o sea, equivale a guiarse con un pensamiento crítico y la perspectiva proactiva en la sola personalidad de Jesucristo, requerida para asumir e imitar ante la presente situación de crisis moral. La educación en Jesucristo nos lleva de lo espiritual a lo celestial. El enfoque en Cristo nos produce un cambio de



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mentalidad y personalidad, porque Jesucristo nos inculca la tendencia personal de ver el aspecto más favorable de la vida, como está claramente definido en la caracterología cristiana, ya que se alcanza apropiar y empoderar en los frutos del Espíritu Santo. Se logra con esto un cambio y transformación colectiva e individual. Mediante Jesucristo se adquiere el conocimiento celestial, por consiguiente el poder soberano de la palabra de Dios, es la metodología de principios y valores, para el dominio propio que lleva a la salvación y vida eterna.

¿Cuál es la influencia biológica y fisiológica predispuesta en relación con el ánimo adquirido y según el aprendizaje y la educación? Así como en el caso de la objeción de conciencia, que es innata al ser humano y una condición de la psique, inalienable e irrenunciable, sin la posibilidad de censurar o transferir, es indispensable la razón moral propia y subjetiva, que es determinante para las prácticas conductuales. Según el estudio e investigación bíblica en relación con el modelo de vida ejemplar, el objetor de conciencia principal es Jesucristo, su ley de principios, valores y virtudes está muy vigente y tiene trascendencia universal. Se alega que por lo general el ser humano tiene una tendencia a la conducta religiosa y su relación con lo psicosocial en meditación y reflexión, tanto de bienestar físico como psicológico espiritual. La libertad en el consumismo y una vida sencilla, sin el lujo superfluo y sin la ostentación de dinero para vanidades innecesarias, produce una libertad financiera que posibilita la libertad espiritual. Lo que pasa es que las deudas o elementos para la subsistencia, sin una salud financiera adecuada, es una ocupación que es indispensable como dependencia económica para sobrevivir. Pero podría dar ansiedad, depresión, estrés, incertidumbre, inseguridad, preocupación y zozobra, que pueden provocar enfermedades funcionales del sistema nervioso y trastornos psíquicos, descontrol de la ira, desorden de personalidad, disfuncionalidad e inestabilidad emocional, pensamientos irracionales, trastorno del control de impulsos, entre otros. Hay una posibilidad de una meta – neurosis, después de la enfermedad, donde el conocimiento consciente de la mente



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controle y domine los pensamientos, en lugar de que a la persona le afecte lo negativo o el pesimismo, perjudicial en su comportamiento emocional, su condición y estado de salud.

La medicina es una ciencia para conservar la salud y la existencia de la vida. En el caso del aborto, algunos tratan de justificar, como un tema de planificación reproductiva y salud pública, pero no toman en cuenta que se trata de un ser con alma (vida), que no tiene la oportunidad de defender por sí mismo, su derecho indisoluble a la existencia, por disolverse su vida de la madre con la decisión impropia, ante la violenta interrupción de su alma realizada por los abortistas. El alma es la función de respiración combinado con el oxígeno del aire, la sangre misma distribuye el oxígeno a todo el cuerpo. Lo mismo sucede en un cigoto, embrión o feto, en su proceso de recibir oxígeno y sangre de vida, hasta que el neonato llega a respirar por sus propios pulmones. Inclusive en el óvulo hay ciertos niveles de oxígeno en su crecimiento y madurez. Todo esto tiene relación con biología y fisiología micro-celular. Hay dos formas de certificación de la existencia del alma, a saber, las ausencias de oxígeno o de sangre que es alma o vida (Deuteronomio 12.23). Cualquier persona en el mundo, sin excepción alguna, puede proceder a obstruir sus orificios boca - nasal, el resultado es inevitable, la pérdida de la vida, si se desangra llega al grado de morir. El alma es la vida en la persona, por consiguiente el alma es vida y es persona. El oxígeno es espíritu de vida, recibido con el aire y respiración.


Otro aspecto en lo biológico y fisiológico está relacionado con los gametos femeninos y masculinos, ya sea el óvulo o el espermatozoide, que son controlados y regulados mediante el sistema endocrino, que también controla otras funciones del organismo en general. En el caso de la ovogénesis, se trata de los óvulos maduros y la espermatogénesis, es la producción de espermatozoides. Este mismo sistema llamado endocrino, de las glándulas, tiene afectación y relación con el control del estado de ánimo, que deposita cierta composición química de hormonas, en el sistema de circulación de la sangre enviado a



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todo el cuerpo. El hipotálamo y la hipófisis con ubicación en el cerebro, corresponden a un centro de control matriz o principal. El sistema endocrino junto con el sistema nervioso funciona en conjunto con una relación muy cercana, envían información e instrucciones entre células. Algunos procesos hormonales determinan las respuestas conductuales del ser humano y su reacción. Además del estado de ánimo, influye el comportamiento y la conducta. El ser humano puede sufrir cambios de humor, porque las hormonas funcionan como mensajeros químicos, su deficiencia, disminución de niveles hormonales, determinan muchas veces nuestras acciones y respuesta ante situaciones de desmoralización, especialmente presentes en la ansiedad, depresión, desánimo, estrés, ira, nerviosismo y preocupación, que afectan la decisión y valor.

El pensamiento influye en la activación y producción de ciertas hormonas, inclusive algunas que llaman “hormonas de la felicidad”. La mente y pensamiento en lo psicosomático, afecta la personalidad por factores del organismo vinculados a la mente, inclusive hay enfermedades corporales o físicas originadas desde lo psíquico de las facultades mentales. Se dice que el sistema hormonal, nervioso y psicológico influye en lo que llaman el “líbido”, del deseo o placer, por ejemplo, el placer sexual. El exceso desenfrenado termina en la lascivia, la propensión a deleites carnales de la lujuria descontrolada. No obstante, hay una comunicación e información que se relaciona entre el pensamiento humano con el conocimiento procedente de Dios. La comparación y relación entre los mensajeros químicos, que cumplen una función de control y regulación interna en la persona, con el ánimo y motivación, es semejante al efecto provocado por el conocimiento de Jesucristo, como la Luz de la humanidad, al ofrecer un enlace de lo celestial en su trayecto hasta la mente y pensamiento humano. Jesucristo es el mensajero celestial, que con su educación y formación se cimenta la enseñanza de principios y valores, que fortalecen y refuerzan el aprendizaje necesario, para la comunicación, generación del estímulo en la mente, influyente en el comportamiento y conducta que es espiritual.



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La atención y voluntad atraída por los ofrecimientos del mundo, ejerce una influencia cautivadora, que solamente es liberada por la obra magistral de Jesucristo, quien transmite con su enseñanza la inmersión en el conocimiento celestial. Todo el bagaje o caudal de conocimiento religioso asimilado por cada feligrés o miembro eclesiástico, corresponde al tipo de conocimiento espiritual, pero se requiere trascender al conocimiento de Jesucristo para ser verdaderamente libre. Porque Jesucristo es el verdadero objetor de conciencia por excelencia, para combatir e impugnar la práctica de maldad y del pecado. Solo en Cristo se consigue defender la libertad y la razón moral con el respaldo del Hijo de Dios, para impedir imposiciones contrarias a las buenas costumbres, principios valores y las virtudes espirituales, éticas, morales y religiosas. Las señales manifestadas con sus parábolas y las narraciones de sucesos proféticos, tuvieron reaccionarios emocionales en contra, sin escuchar a Dios. Hay un significado resultante de una figura simbólica, para aclarar las verdades morales. Así Dios ha revelado desde la antigüedad: “¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho? Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas. Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?” (Amós 3.6 al 8 – RVR1960).


Jesucristo con su encarnación representa la esencia de lo intemporal, su persona y presencia, explica por convicción el contraste comparando lo intemporal y temporal, sapiencia mostrada mediante sus parábolas. La fuente del conocimiento de Jesucristo es Dios Padre. La precisión del enfoque central, para comprender y entender la interpretación de cada una de sus enseñanzas, se centra en su Persona. Jesucristo es el estándar de la perspectiva, es el centro del universo y el valor decisivo y esencial referido por Dios Padre. El neobiblismo es una nueva especialidad en el análisis, comentario y estudio bíblico, para restaurar el enfoque central de la preeminencia y supremacía de Jesucristo, que retoma el cristocentrismo. La intención primaria es identificar que tanto el séquito celestial



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y los humanos existen, con el propósito del reconocimiento y servicio a la autoridad que es superior en el Hijo, la alabanza, honra, gloria y poder, le es concedida por Dios Padre, según el sentido de la Creación correspondiente a la gratitud al Hijo:

“Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 5.11 al 13 – RVR60).

¿Quiénes son los seres humanos intemporales según el ejemplo y modelo de Jesucristo? Los que son guiados con la fuerza y poder del Espíritu Eterno de Dios Padre: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios. Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor; mas habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos, Abba, Padre. Porque el mismo Espíritu da testimonio á nuestro espíritu que somos hijos de Dios” (Romanos 8.14 al 16 – RVR1909). Esto significa que en el caso de decisión e intención de la persona es determinante entre lo intemporal o temporal. Entonces, ¿Quiénes son los seres humanos temporales? Según la Biblia, encontramos la siguiente respuesta: “y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe. Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal” (2 Tesalonicenses 3.2 al 3 – RVR60). Los humanos temporales son arrogantes en su propia estimación e insolencia contra Jesucristo, es decir, su desvergüenza y orgullo, consiste en ser humanos perversos y malos con desprecio a la fe de y en



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Jesucristo. Por ejemplo, el ángel caído desvirtúa la alabanza al Hijo de Dios, cuando direcciona su potestad de tomar la decisión al rechazar el reconocimiento y Supremacía del Hijo.

Por lo tanto, el ángel caído es la causa u origen de la necesidad de temporalidad de espacio – tiempo, conocido como el universo, entonces, ¿qué es la racionalidad científico espiritual o inteligencia espiritual? Y ¿cuál es la diferencia entre inteligencia espiritual e inteligencia celestial? Hay un examen o valoración retrospectiva en el ser humano, para evaluar su retrospección de la vida espiritual y evocar la memoria celestial. En cierta ocasión Dios insta y provoca a Job, el recordar su propio origen: “¿Dónde estabas cuando yo fundaba la tierra? Házme lo saber, si tienes inteligencia” (Job 38.4 – RVR1909). Encontramos la relación científico espiritual: “¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué están fundadas sus basas? ¿O quién puso su piedra angular” (Job 38.5 al 6 – RVR1909). Además la dimensión celestial: “Cuando las estrellas todas del alba alababan, Y se regocijaban todos los hijos de Dios?” (Job 38.7 – RVR1909). Los hijos de Dios, o sea, los que son guiados con la energía, fuerza y poder del Espíritu Eterno de Dios Padre, que influyen su voluntad.


La racionalidad científico espiritual tiene relación con la energía, fuerza y poder del Espíritu Santo de Dios en la Creación y los seres creados. A partir de los ángeles caídos se establece una diferencia entre el séquito celestial, en el caso de los ángeles caídos, los ángeles fieles y leales, y los ángeles indecisos. En las preguntas que hace Dios a Job, antes mencionadas, se justifica las afirmaciones para mejorar la comprensión y el entendimiento, con una argumentación de hermenéutica o interpretación de las decisiones correctas espirituales, determinante para las acciones, comportamiento y conducta. En este caso la razón que se expone, procede directamente de Dios, se discurre el entendimiento entre Dios y Job. En nuestro caso entre Dios y el ser humano, de forma científica, espiritual y racional. Esto es científico, recordemos



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que la energía, fuerza y poder tiene relación con la ciencia. Las preguntas y respuestas entre la interacción de Dios con Job, tienen la exigencia de precisión en cada contestación, al raciocinar se alcanza el conocimiento y juicio, con la evidente emanación Divina de certeza y seguridad del conocimiento de Dios, reflejado en nuestra vida corporal y mental. Nuestras acciones, actos o hechos a manera de Job lo demuestran.

La ciencia es conocimiento del razonamiento adquirido a través de la observación, es argumento y demostración. Job testifica su escucha a Dios su Creador, presta atención, medita y reflexiona, ahora identifica y reconoce al observar con la comprensión y entendimiento a Dios: “De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven” (Job 42.5 – RVR1909). ¿Cuándo es que trasciende Job de la racionalidad científico espiritual a la inteligencia que es celestial? Job testifica lo siguiente: “Y RESPONDIO Job á Jehová, y dijo: Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin ciencia? Por tanto yo denunciaba lo que no entendía; Cosas que me eran ocultas, y que no las sabía. Oye te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás” (Job 42.1 al 4 – RVR1909). Está establecido por Dios Padre, que su Hijo Jesucristo es el Camino de la comprensión y entendimiento del conocimiento celestial y la inteligencia celestial, la preeminencia, plenitud y supremacía sobre todo lo existente, para la gloria y honra de Dios Padre:


“El cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura. Porque por él fueron criadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles é invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fué criado por él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten: Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia; él que es el principio, el primogénito de los muertos, para que en todo tenga el primado. Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, Y por


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él reconciliar todas las cosas á sí, pacificando por la sangre de su cruz, así lo que está en la tierra como lo que está en los cielos” (Colosenses 1.15 al 20 – RVR1909).

El Neobiblismo es una nueva interpretación bíblica para volver al sentido original bíblico de Jesucristo como el centro de la ley y de la profecía. El significado de Neobiblismo tiene relación con una escuela, doctrina, movimiento o sistema, de análisis, comentario, estudio e investigación bíblica, pero con la orientación al enfoque exclusivo en Jesucristo. Por ejemplo, acerca de la inteligencia espiritual la Biblia dice: “Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad, en toda sabiduría y espiritual inteligencia” (Colosenses 1.9 – RVR1909). El conocimiento es como la fe, gradual y por medida para cada individuo, por este motivo se dice “llenos del conocimiento de su voluntad”. La Biblia tiene mensajes simbólicos, con un significado interpretativo, para que el entendido logre captar y darse cuenta de la definición del sentido bíblico, sumado a la capacidad de diferenciar el discernimiento razonable del discurrir y reflexionar de Dios.


En un pasaje, Jesucristo declara lo siguiente: “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido” (Mateo 18.10 al 11 – RVR60). Estos pequeños, son como niños, con inocencia, sin maldad y sin pecado, sin embargo, son ángeles indecisos que vienen como seres humanos, pero los ángeles que mantuvieron sus dignidades fieles y leales al Hijo, son los que ven siempre el rostro del Padre en la morada celestial. En el caso del ser humano el verdadero faro de luz en el mundo es Jesucristo.


Acerca de los ángeles caídos la Biblia dice al respecto:


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“Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día; como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno” (Judas 1.6 al 7 – RVR60).

Entonces, Jesucristo de ninguna manera vino a salvar a los ángeles caídos, sino a los ángeles que con su indecisión se habían perdido, para que llenos del conocimiento, con toda sabiduría e inteligencia espiritual, reciban guía u orientación de vida consciente, con la decisión de la siguiente manera:


“para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (Colosenses 1.10 al 14 – RVR60).

Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo este análisis con la Psicoteología? La relación está en lo que llamamos “neuronas” y sus procesos biológicos, eléctricos y químicos. Toda la estructura del sistema nervioso y su conexión con el encéfalo y la médula espinal, influye la forma de actuar, conducta, el pensamiento para la voluntad y la toma de decisiones. En relación con la naturaleza, las neuronas contribuyen con la consciencia del entorno a la persona, en relación con Dios ayudan en el proceso de reconocimiento del llamamiento de



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Dios. Aquí es donde interviene la sabiduría e inteligencia de lo espiritual, la luz que nos libra de la potestad de las tinieblas. La ciencia de las neuronas es coadyuvante a la fe, en la convicción, determinante y explicativa de muchas funciones indispensables para la consecución de la fe, específicamente en la fuerza y vigor de la mentalidad espiritual, en relación con la actividad y capacidad mental para una calidad de vida espiritual. Algunos especialistas teorizan acerca del resultado de la sensación de bienestar, según las prácticas de liturgia, meditación, oración y reflexión, además del beneficio de las lecturas motivacionales, la confianza y fortaleza generada por las promesas del mensaje o palabra de Dios, en el crecimiento y desarrollo del proceso espiritual con trascendencia celestial.

El sistema nervioso central y periférico, con toda la red de nervios corporal, influye el comportamiento, pensamiento y los sentimientos, por consiguiente, nuestra disposición conductual, que se manifiesta con la actitud, carácter, ego, emoción, forma de ser y temperamento, porque determina la reacción de la persona y su interacción externa con otras personas. Una misma situación, para alguno podría consistir en una tentación placentera, mientras que para otra persona podría ser una tentación repulsiva. La fe de la persona podría ser afectada de acuerdo con su grado o nivel de conocimiento, sabiduría e inteligencia espiritual. Además de su competencia psicosocial y la habilidad socioemocional con la inteligencia emocional. La Biblia menciona el origen de la fe en nuestras vidas, ya que fe y espiritualidad se combinan en lo interno de la personalidad: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10.17 – RVR60). Algunos creen en la existencia funcional del “Cerebro Religioso”, otros en el gen o neurona religiosa, con estudios realizados en la corteza prefrontal, le han llamado neurociencia de la espiritualidad o neuroteología. También es importante el tipo de alimentación y nutrición para los neurotransmisores, el sistema nervioso y el cerebro en general, el beneficio de los ácidos grasos Omega 3, que son esenciales y obtenidos de frutos secos, el pescado y de ciertas semillas comestibles y nutritivas muy saludables.



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3.4) LA PREDISPOSICIÓN GENÉTICA


La Psicoteología considera la fe que es revelada. Hay una transmisión hereditaria general de una predisposición, tanto genética como neurológica que se encuentra inactiva o inerte en todo ser humano, sumado a la función del temperamento, que se activa como detonante para descubrir y despertar el llamamiento de Dios en la humanidad. Esto corresponde a una determinada función psicoteológica de activación del cerebro, según el llamamiento: “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3.14 – RVR60). Hay dos palabras de suma relevancia, ciencia e inteligencia, según Jeremías se dice: “Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová,… Y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten de ciencia y de inteligencia” (Jeremías 3.14 al 15 – RVR1909). Hay un conmover del llamamiento de Dios, una interconexión neuronal de la neurociencia y el proceso de activación de la fe, para una mejor percepción cognoscitiva del ser interior, en la medida de la fe se determina el grado de relación íntima capaz de conocer y practicar su voluntad.


Según el contenido de conocimiento y temor de Dios en la persona, así influye el grado o nivel de respeto y reverencia hacia sí mismo, como persona con dignidad, o en relación con el entorno y convivencia correspondiente con otras personas a su alrededor. Entonces dependiendo de la afectividad en la función cerebral del sistema límbico, así es la reacción en las emociones y su efecto en el comportamiento espontáneo y reactivo. El hipocampo en el cerebro y el sistema límbico en general, tienen una gran relación y vínculo con lo anímico, emociones, memoria y recuerdos. También desempeñan un papel muy importante las hormonas, para las funciones y procesos, entre el cerebro y los diversos órganos corporales, las cuales hay para bienestar mental, cognitivas, crecimiento,



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desarrollo, metabolismo, sexualidad, entre otras. El sistema límbico y ciertas reacciones fisiológicas, manifestadas en lo conductual, se presentan según ciertos estímulos específicos del afecto y de la sensibilidad, se involucran entre otras implicaciones, las emociones y la relación con la sexualidad.

El primer amor genuino a Dios, es la primera impresión de emoción, al percatar de la existencia de Jesucristo en nuestras vidas. La capacidad, empoderamiento y potencial de controlar, dominar y manejar las emociones, nos posibilita una mejor toma de decisión y relación en Cristo. Las acciones humanas provocan conductas reactivas, el empoderamiento del Espíritu Santo facilita las reacciones positivas, según el estudio de las ciencias bíblicas y de las ciencias espirituales, inclusive estudios realizados dentro de las ciencias sociales, acerca de los principios y valores que determinan e impulsan la mejor reacción de convivencia entre las personas, para decisiones espontáneas con medida de cordura, prudencia y responsabilidad. Lo que llamamos “inteligencia emocional” es demostración de madurez y sensatez de valores intrínsecos.


El conflicto, controversia y debate entre los crédulos e incrédulos, ateos y creyentes, corresponde a un pensamiento dualista, entre si Dios es el Creador del ser humano o si el ser humano para justificarse a sí mismo, fue el que creó sus propios dioses (politeísmo): “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10.14 al 15 – RVR60).


En relación con las inteligencias, no basta solamente de una eficiente inteligencia afectiva o de inteligencia emocional, sino que se requiere absolutamente y definitivamente de la combinación de ambas, junto con otra inteligencia espiritual, para ser peregrinos hacia la patria celestial: “… Mas ahora es manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el



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cual quitó la muerte, y sacó á la luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Timoteo 1.9 al 10 – RVR1909). ¡Cuidado la vida es una trampa, para caer mal ante Dios! ¡No caigas en la trampa de la vida! Antes de los tiempos de los siglos, es antes de la creación del espacio – tiempo universal, por esta razón somos los ángeles indecisos que requerimos espiritualmente una decisión definitiva, ya que seremos transformados como ángeles decididos en la luz de la vida con la inmortalidad.

La conciencia analítica y crítica en nuestro ser interior, nos confirma que en el principio Dios crea el espacio – tiempo universal, luego crea la combinación de energía al crear los cielos y de la materia al crear la tierra: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1.1 – RVR60). Se establece un orden. El tercer cielo representa la dimensión de Dios del conocimiento y energía celestial, el segundo cielo es la energía y materia universal de todo lo creado. Por último el orden del primer cielo bajo las capas de nuestra atmósfera terrestre, al parecer que son mayormente con las composiciones químicas de Nitrógeno y Oxígeno. La Biblia dice: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmos 19.1 – RVR60). ¿Qué sucede con Adán, Eva y el ángel caído en el huerto del Edén? Se presenta una disidencia y separación entre la conducta y la creencia, mediante una estratagema que implica los órganos del cerebro y el corazón: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido” (Romanos 1.20 al 21 – RVR60). ¿Razonado?


La estratagema de la serpiente antigua fue con la astucia y fingimiento, llevar a cabo el engaño y mentira, con el ardid del artificio de introducir discordia y cizaña, para enmarañar o entretejer el pensamiento (cerebro), junto con las emociones y sentimientos entrañados en profundidad en el ser humano



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(corazón): “EMPERO la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo á la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3.1 – RVR1909). El efecto logrado como consecuencia en el cerebro y corazón del ser humano fue el siguiente: “Y vió la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable á los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dió también á su marido, el cual comió así como ella” (Génesis 3.6 – RVR1909). La Biblia dice: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Corintios 11.3 – RVR60). El presente libro utiliza como particularidad la repetición de versículos claves para su reiteración didáctica.

El siguiente texto destaca la relación entre el cerebro y el corazón, con el pensamiento, emociones y sentimientos manifestados en el amor hacia y proveniente de Cristo, con la incidencia en nuestro ser interior (el subrayado es nuestro):


“Que ya no seamos niños fluctuantes, y llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que, para engañar, emplean con astucia los artificios del error: Antes siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todas cosas en aquel que es la cabeza, a saber, Cristo; Del cual, todo el cuerpo compuesto y bien ligado entre sí por todas las junturas de su alimento, que recibe según la operación, cada miembro conforme á su medida toma aumento de cuerpo edificándose en amor. Esto pues digo, y requiero en el Señor, que no andéis más como los otros Gentiles, que andan en la vanidad de su sentido. Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón: Los cuales después que perdieron el sentido de la conciencia, se entregaron á la desvergüenza para cometer con avidez toda suerte


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de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así á Cristo: Si empero lo habéis oído, y habéis sido por él enseñados, como la verdad está en Jesús” (Efesios 4.14 al 21 – RVR1909).

Este pasaje menciona a quienes viven dominados por la vanidad de sus mentes, con el entendimiento entenebrecido, o sea, los que son muertos en vida que aunque están vivos, se encuentran inconscientes, sin comprender ni saber para qué es la vida espiritual y su proceso de trascendencia celestial. Semejante a una muerte neurológica espiritual, sin el oxígeno y la sangre vital, que es representa simbólicamente en Cristo. Así, la muerte física del ser humano consiste en la ausencia de espacio, materia y tiempo, en un cerrar y abrir de ojos, es inmediato a la resurrección con cuerpo transformado en la Segunda Venida de Jesucristo, o con el mismo cuerpo carnal y mortal aferrado a lo terrenal, para juicio final y condenación a la destrucción eterna. Mientras tanto, antes de la Segunda Venida de Jesucristo, el espacio, materia y tiempo es para los que están vivos, de ninguna manera para los que están muertos en espera de la resurrección, porque el muerto nada sabe ni es consciente ni presencial de lo que sucede entre los que están vivos: “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol” (Eclesiastés 9.5 al 6 – RVR60).


En relación con la expresión: “conforme a la verdad que está en Jesús”, precisamente Jesucristo dijo lo siguiente: “Y Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren á sus muertos” (Mateo 8.22 – RVR1909). La muerte espiritual tiene una relación con la condición de ausencia de espiritualidad consciente. Hay muerte espiritual y muerte corporal, física o fisiológica. En la muerte del cuerpo se implica las funciones vitales cardiorrespiratorias junto con todas las funciones del encéfalo, sistemas circulatorio y nervioso. Es la pérdida de las



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funciones biológicas y orgánicas propias del individuo frente a la capacidad de las actividades conscientes con su entorno, hábitat específico y medio ambiente en general. Las funciones neurológicas y su contenido de la conciencia desempeñan un papel primordial, en el caso de la muerte espiritual como si es física. También la muerte espiritual puede presentarse como un proceso gradual, según se da cabida al mal, inclusive en aquellos que lo permitan, aunque pretendan obedecer y servir a Dios, pero con infidelidad. Jesucristo ofrece la equidad y equilibrio de paz, serenidad, tranquilidad, con la confianza a plenitud en la libertad de Dios, contrario a las demandas y ofertas decepcionantes, que incluyen el uso del cuerpo y mente ofrecido por el mundo. En la lucha contra la maldad y el pecado, podemos ser personas extraordinarias de calidad avanzada, en la innegable consagración de la paz y santidad:

“Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales” (1 Timoteo 6.3 al 5 – RVR60).

La piedad es el amor y apego sentimental al respeto y reverencia de la consagración y santificación a nuestro Dios. La capacidad de análisis, pensamiento y reflexión que es de criterio propio, pero versado en el contenido consciente de la voluntad de Dios, refuerza la combinación del estado de la fisiología con los cimientos biológicos manifestados en las acciones según lo psíquico que agrada a Dios. Por ejemplo, la fisiopatología del temperamento, influye en la percepción de discernimiento y prudencia consciente, que es reflejada en lo conductual. Se conjuga lo biológico, fisiológico y lo psíquico.



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La particularidad de cada individuo es determinada por su predominio fisiológico y psicosocial. El ser espiritual es un ser advertido y juicioso a cabalidad, con la completa comprensión y entendimiento, para actuar con perfecto conocimiento, sin dejarse cegar por el arrebato de la pasión irracional: “Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición, recibiendo el galardón de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aun mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores” (2 Pedro 2.12 al 13 – RVR60). Aquí dice que los que son nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición. ¿Cuánto afecta la predisposición genética en cada individuo? Afecta la predisposición al vicio. ¿Habrá una preponderancia genética que incline la balanza en la dualidad de pensamiento? “… ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra” (1 Reyes 18.21 – RVR1909).

El ser humano es corruptible o es perfectible, según el camino y dirección de dualidad de pensamiento que siga. En el caso de la facultad para distinguir lo que es el bien del mal y diferenciar entre lo falso y verdadero, es una acción efectiva de juzgar, con cordura y sensatez. Hay un propósito y sentido lógico congruente, el debido pensamiento coherente y la vida espiritual con sentido común del modo de actuar y pensar:


“… Porque no los oidores de la ley son justos para con Dios, mas los hacedores de la ley serán justificados. Porque los Gentiles que no tienen ley, naturalmente haciendo lo que es de la ley, los tales, aunque no tengan ley, ellos son ley á sí mismos: Mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente sus conciencias, y acusándose y también excusándose sus pensamientos unos con otros;…” (Romanos 12.12 al 16 – RVR1909).


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De acuerdo con el corazón, conciencia, pensamiento y razonamiento, se determinan las acciones y hechos secretos de los seres humanos, que rendirán cuentas a Dios según el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo, es decir, la medida, parámetro o regla de referencia es Jesucristo, que cautiva los pensamientos para sí mismo: “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne. (Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas;) Destruyendo consejos, y toda altura que se levanta contra la ciencia de Dios, y cautivando todo intento á la obediencia, de Cristo; Y estando prestos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia fuere cumplida” (2 Corintios 10.3 al 6 – RVR1909). La mención de la carne en específico se refiere que la vida es corporalmente o físicamente, pero sin practicar el pecado, no es mediante la casta, etnia, familia, linaje o tribu, sino según la energía, fuerza y poder del Espíritu Santo de Dios, que es demostrado por la vida obediente y práctica de Jesucristo. Es Jesús quien revela la verdad. Así el principio de la vida está en Jesucristo.


Ahora bien, volviendo al análisis acerca de los muertos en vida, o sea, los muertos que son espiritualmente. ¿Cuál es la relación con la sangre? La Biblia dice: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén” (Hebreos 13.20 al 21 – RVR60). En la actualidad hay grandes avances en el conocimiento de la estructura celular y los tipos de células que contiene el ser humano, por ejemplo, las células sanguíneas que transportan oxígeno de los pulmones al resto de tejidos corporales, además de devolver el dióxido de carbono para su expulsión mediante los pulmones. Hay respiración celular y respiración pulmonar. La sangre lleva nutrientes a todo el cuerpo, ayuda a purificar y a las defensas de todo el organismo. El plasma de la sangre entre su composición líquida mayormente contiene agua. La



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simbología de las ciencias bíblicas y teológicas concuerda en dar una representación o significado al agua y a la sangre como purificadores, en el sentido de limpiar la imperfección e impureza. Ambos simbolismos también representan vida.

Un pasaje menciona lo siguiente: “Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan” (1 Juan 5.8 – RVR60). En cierta ocasión se presenta la siguiente situación con Jesucristo: “Mas cuando vinieron á Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas: Empero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y luego salió sangre y agua. Y el que lo vió, da testimonio, y su testimonio es verdadero: y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis” (Juan 19.33 al 35 – RVR1909). Entonces, así como hay muerte espiritual hay vida espiritual en Jesucristo: “¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es Jesucristo, que vino por agua y sangre: no por agua solamente, sino por agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio: porque el Espíritu es la verdad” (1 Juan 5.5 al 6 – RVR1909). El agua y la sangre son los símbolos de la vida en Cristo, que purifica nuestras vidas mediante la fe en y de Jesucristo:


“Mas ahora, sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, testificada por la ley y por los profetas: La justicia de Dios por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en él: porque no hay diferencia; Por cuanto todos pecaron, y están distituídos de la gloria de Dios; Siendo justificados gratuitamente por su gracia por la redención que es en Cristo Jesús; Al cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en su sangre, para manifestación de su justicia, atento á haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, Con la mira de manifestar su justicia en este tiempo: para que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Romanos 3.21 al 26 – RVR1909).


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La muerte corporal o física, es la ausencia de espacio, materia y tiempo: “Todo lo que te viniere á la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el sepulcro, adonde tú vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría” (Eclesiastés 9.10 – RVR1909). Tampoco hay conciencia ni consciencia: “Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; Sálvame por tu misericordia. Porque en la muerte no hay memoria de ti; En el Seol, ¿quién te alabará?” (Salmos 6.4 al 5 – RVR60). La muerte es como un dormir sin sueños: “Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío; Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte” (Salmos 13.3 – RVR60). La muerte es un dormir sin existencia: “¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, Y si me buscares de mañana, ya no existiré” (Job 7.21 – RVR60). La muerte es un dormir sin conciencia ni consciencia, de la existencia del espacio, masa o materia y tiempo: “Mas el hombre morirá, y será cortado; Perecerá el hombre, ¿y dónde estará él? Como las aguas se van del mar, Y el río se agota y se seca, Así el hombre yace y no vuelve a levantarse; Hasta que no haya cielo, no despertarán, Ni se levantarán de su sueño” (Job 14.10 al 12 – RVR60). Así, en el caso de la muerte espiritual, tampoco hay conciencia ni consciencia que es de lo espiritual.


¿Qué pasa con los seres humanos en formación, en la condición o estado de cigoto, embrión o feto? El cigoto ya ocupa un espacio, materia y tiempo a nivel celular, con el proceso de respiración celular que es vital desde su gestación. Es primigenio como originario en el tiempo de la existencia de la vida humana. Además recibe la nutrición y oxigenación mediante la sangre, así como funciona con el resto de células y tejidos corporales. La principal característica del cigoto es que es cognoscible, o sea, conocible, porque se puede conocer y reconocer su existencia inicial como un ser, la esencia o naturaleza primera o primitiva de la presencia en humanidad, que solamente existe con la unión de las células sexuales femenina y masculina, del óvulo y espermatozoide, junto con sus componentes nutritivos para la formación del embrión. La existencia o ser, inicia desde el cigoto como un nuevo ser



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humano desde su gestación. La fusión de los gametos para dar vida al cigoto, es determinante para la personalidad del nuevo ser, porque según el gameto femenino y masculino, así son las características únicas y personales iniciadas desde el cigoto y que pasan, crecen y se desarrollan en el embrión y feto como un solo proceso de formación. De manera que la herencia genética de cierto conjunto de caracteres de los gametos, es transmitida desde el cigoto como parte del ser de los progenitores. La presencia humana inicia con el cigoto.

Nuevas investigaciones y avances en el conocimiento de la estructura de lo celular y de la genética, han aportado la trascendencia de los genes en el reconocimiento y visibilidad de la personalidad, además de los cromosomas, componente del núcleo de la célula con el contenido de los genes, según los filamentos proteicos que cambian de aspecto y formas, de acuerdo a la especie del género humano. La relación con el Ácido DesoxirriboNucleico conocido como el ADN, sustancia específica del grupo prostético de nucleoproteínas. Aunque el ADN se encarga de transmitir los caracteres hereditarios y el cigoto tiene carga hereditaria de los padres, el cigoto es considerado un nuevo individuo independiente de sus padres, como un nuevo ser con sus propias características (personal).


El ADN cumple una función, tanto biológica y genética específica, que es portador del código genético, ubicada en la cromatina del núcleo celular o material cromosómico que contiene los genes, pero hay otro ácido nucleico, llamado ARN o ácido ribonucleico, que además del núcleo de la célula, se encuentra en el citoplasma y nucléolo, para la síntesis de las proteínas, sustancia fundamental para el funcionamiento y estructura celular. Esto es, la vida está indispensablemente relacionada con ciertos componentes o compuestos vitales, como carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, solubles en agua y catalizadores biológicos como las enzimas, entre otros.


El cigoto humano, su condición, contenido e información biológica y genética lo constituye un ser vivo desde su inicio,



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con su determinado código fisiológico y psicológico que es “in crescendo”, con aumento gradual y progresivo indefinido, porque empieza como cigoto hasta que llega la hora de su muerte corporal, física o fisiológica, cuando se completa todo su proceso natural de la longevidad, excepto en el caso de accidente, incidente premeditado o violento, ya sea un aborto, catástrofe natural, choque de tránsito, eutanasia, guerra, inseguridad ciudadana, suicidio, entre otros. Por lo tanto, el cigoto es vida humana e individuo humano, con el derecho de la oportunidad de escuchar la voz de Cristo en su mensaje salvador. Hay una neurociencia de la fe, recordemos que en la simbología de las ciencias bíblicas y teológicas, se comparan muchos aspectos de la presente vida y de la naturaleza con la interpretación y significado espiritual que lleva a lo celestial.

La cotidianidad de la experiencia y vivencia, según la armonía de la espiritualidad de Jesucristo en nuestras vidas, también es una evidencia científica comprobable de la fe. Se dice que la respiración del oxígeno combinada con la fe de la meditación y reflexión, desempeña un papel preponderante en la espiritualidad. Los símbolos de agua, aire, fuego y tierra han revestido gran importancia. Sumado a otros como la oxigenación y la sangre. Jesucristo en algún momento dijo: “Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4.13 al 14 – RVR60). Estos elementos mencionados anteriormente son vitales, junto con la luz, para la existencia material o terrenal. ¿Cuál es su comparación o semejanza con la vida espiritual de luz? Jesús dijo lo siguiente al respecto:


“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra


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vez. El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni á dónde vaya: así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Juan 3.5 al 8 – RVR1909).

Además, la Biblia dice: “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció á sí mismo sin mancha á Dios, limpiará vuestras conciencias de las obras de muerte para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9.14 – RVR1909). El agua, oxígeno y sangre, son combinaciones y compuestos necesarios en la depuración, limpieza y purificación del ser humano, tanto para la subsistencia o sustento saludable, indispensable durante la conservación y mantenimiento del diario vivir corporal o físico. En el caso de la vida espiritual, Jesucristo es Luz, representa la acción, palabra y verbo de Dios. Por medio de nuestro Señor Jesucristo se recibe el agua, oxígeno y sangre espiritualmente, para la salvación y vida eterna. Pero, ¿desde cuál etapa de nuestra vida tiene alcance la acción, energía, fuerza e influencia de Jesucristo en nuestro porvenir? Jesucristo dijo: “Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mateo 19.14 – RVR60). La vida corporal o física es el medio para la manifestación de la vida espiritual.


La etapa del nacido como neonato es imposible sin el proceso de formación desde cigoto. Un ser humano requiere inevitablemente su etapa primera de cigoto y su crecimiento y desarrollo como embrión y feto para llegar a Jesucristo. La individualidad y personalidad del ser humano surge desde cigoto a nivel biológico, celular y genético, su interrupción violenta o voluntaria impide que la persona humana llegue a conocer a Jesucristo, aunque sea conocido por él, según los auténticos valores de Dios. Recordemos el siguiente caso:


“Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate á ti mismo y á nosotros. Y respondiendo el otro,


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reprendióle, diciendo: ¿Ni aun tú temes á Dios, estando en la misma condenación? Y nosotros, á la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos: mas éste ningún mal hizo. Y dijo á Jesús: Acuérdate de mí cuando vinieres á tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23.39 al 43 – RVR1909).

Este convencimiento y demostración de arrepentimiento, conversión y resarcimiento, es gracias a la oportunidad de la vida mediante la gestación. Dios ha posibilitado la eternidad en su reino de la luz de santidad. Inclusive, obsérvese lo que Dios menciona al profeta Jeremías: “Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová” (Jeremías 1.4 al 8 – RVR60). El aborto es impedir la oportunidad de la decisión de un ángel indeciso:


“Porque tú poseiste mis riñones; Cubrísteme en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras: Estoy maravillado, Y mi alma lo conoce mucho. No fué encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fuí formado, Y compaginado en lo más bajo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas. Así que ¬cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! -Cuán multiplicadas son sus cuentas! Si los cuento, multiplícanse más que la arena: Despierto, y aun estoy contigo” (Salmos 139.13 al 18 – RVR1909).


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3.5) DESDE EL CIGOTO


El cigoto tiene su propia forma corporal humana, con su estructura, código biológico y genético, información completa para su crecimiento, formación y transmisión de la herencia genética, con sus características físicas, ciertas enfermedades con tendencia patológica y el desarrollo de la capacidad del ser interior. Hay una influencia genética de los progenitores, sin embargo, el cigoto da origen a su propia identidad de ADN, cuerpo humano con sus propias características, tanto físicas como mentales, inclusive su propio temperamento. La individualidad y particularidad llega a manifestarse a nivel del carácter, emociones y sentimientos de la persona, porque aunque mayormente se adquiere durante el aprendizaje y el entorno, también hay influencia genética en la forma de ser. Es un ser irrepetible o único, porque con su principio surgen sus propias virtudes innatas, empieza a manifestarse lo que es connatural de su ser. El código o información genética del cigoto posibilita el origen de lo que llaman la huella genética mediante el ADN, que diferencia la identificación de un sujeto de otro. También según el proceso de formación de cigoto, embrión y feto, se presenta el origen de sus huellas dactilares únicas, para distinguir la singularidad de la persona de las demás. Además hay ciertos patrones del iris y la retina del ojo, que nos hace únicos entre toda la humanidad. El cigoto es determinante corporalmente para constituir y estructurar el cuerpo humano desde su proceso inicial de existencia.


El cigoto inicia como una semilla germinada de donde procede la planta, es decir el embrión, que luego en su proceso de crecimiento, desarrollo y evolución es un árbol, que vendría a ser el feto. Un ser humano de ninguna manera nace como neonato si primeramente no se forma como cigoto, embrión y feto. Luego cuando nace solamente se dedica a crecer en estatura y a madurar en conocimiento. La palabra de Dios dice lo siguiente: “Y lo que siembras no es el cuerpo



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que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo” (1 Corintios 15.37 al 38 – RVR60). El cigoto tiene su propio cuerpo humano en el nivel celular y microscópico, con su propia personalidad del conjunto de las características y cualidades biológicas y genéticas. En la falsa ciencia y falsa filosofía, niegan las propiedades personales del cigoto, embrión y feto. Dios da la forma del cuerpo como él quiso; a cada cigoto, embrión y feto su proceso biológico y genético le proporciona su propio cuerpo. Es una sola etapa de vida en crecimiento, desarrollo y evolución hasta su ocaso. El ejemplo alegórico: “Y él mirando, dijo: Veo los hombres, pues veo que andan como árboles” (Marcos 8.24 – RVR1909).

Lo que pasa es que la dimensión personal actúa en la dimensión biológica y genética a nivel celular y microscópico. La identidad biológica y genética define la identidad personal. Así como al nivel macro astronómico en el sentido universal y celestial, cada elemento tiene sus propiedades únicas: “Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales. Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria” (1 Corintios 15.40 al 41 – RVR60). Lo mismo en el caso de los cuerpos corruptos y mortales, como los seres humanos o los cuerpos incorruptos e inmortales como los ángeles, cada uno tiene su propio cuerpo y características corporales diseñadas de Dios:


“Y como trajimos la imagen del terreno, traeremos también la imagen del celestial. Esto empero digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados. En un momento, en un abrir de ojo, á la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros


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seremos transformados” (1 Corintios 15.49 al 52 – RVR1909).

El ser humano en su proceso de cigoto, embrión y feto es un alma viviente, porque cumple con la condición del alma de vida e implica la respiración celular y el proceso sanguíneo de nutrición y oxigenación. El cigoto tiene el aliento de vida en el nivel biológico y celular, posteriormente la misma función se manifestará con los sistemas circulatorio y nervioso. Luego como neonato tiene la respiración pulmonar y el sistema digestivo. Progresivamente se hace visible y en aumento de lo microscópico a lo macroscópico como un bebé o infante. Semejante a una semilla germinada, hasta su visualización en planta y luego en un árbol. Por último, en su madurez de la vida en un árbol con frutos. Esto es semejante al feto que se manifiesta como un neonato hasta su edad de joven y de adulto, porque crece en estatura, tamaño y conocimiento. Además en su desarrollo psicofísico, psicosocial y de los principios y valores de la neurociencia de la fe. Su alma es sinónimo de vida, de manera que si se desangra o deja de respirar pierde su alma o vida, así el alma es la persona viva.


Una madre con su cigoto son dos almas o vidas, una madre con su embrión son dos almas o vidas, una madre con su feto son dos almas o vidas, por lo tanto, ya sea el cigoto, embrión o feto tiene derechos de protección de vida, como persona con su modo de ser y genoma humano, aunque sea en escala microscópica o en el caso macroscópico. Un pasaje bíblico relaciona alma con persona y con sangre que es vida: “Porque la vida de la carne en la sangre está: y yo os la he dado para expiar vuestras personas sobre el altar: por lo cual la misma sangre expiará la persona” (Levítico 17.11 – RVR1909). Alma, persona y vida son lo mismo, se relaciona con la capacidad de respiración de oxígeno, la nutrición y oxigenación de la sangre para vida. Es innegable la función de respiración celular, nutrición y oxigenación sanguínea en todo el proceso corporal, desde cigoto, embrión y feto, mucho



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antes de su nutrición por sistema digestivo fuera del útero o de respiración pulmonar. La vida del ser humano es estimada y valorada por Dios desde el vientre de la madre, Dios es el dador de la vida. Así dice Isaías al respecto, según podemos corroborar: “Ahora pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (porque estimado seré en los ojos de Jehová, y el Dios mío será mi fuerza)” (Isaías 49.5 – RVR60).

La ciencia que es de Dios en sus principios y valores como norma y regla moral y universal, sirve para estandarizar u homologar como el Juez de toda la existencia, por encima de cualquier civilización, costumbre, cultura, etnia, imperio, legislación y norma política o social. La circunscripción de autoridad de Dios en el globo terrestre, impera sobre todo gobierno humano: “AY de los que establecen leyes injustas, y determinando prescriben tiranía” (Isaías 10.1 – RVR1909). La tiranía impone el miedo irracional o miedo racional, con un efecto contagio e histeria colectiva, de excitación individual o social debido al terror. Los gobernantes de las naciones darán cuenta a Dios: “Entonces Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa de Jehová, delante del atrio nuevo; Y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y te tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿no está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?” (2 Crónicas 20.5 al 6 – RVR60). Es deber y obligación del ser humano de rendir su integridad a Dios, así dice la Biblia en Job: “Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva, Cuando ellos contendían conmigo, ¿Qué haría yo cuando Dios se levantase? Y cuando él preguntara, ¿qué le respondería yo? El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?” (Job 31.13 al 15 – RVR60). Dios tiene soberanía sobre todo lo que existe: “Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran” (Nehemías 9.6 – RVR60).



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¿Qué representa la matriz o útero ante Dios el Creador? La matriz o útero es vida y fuente generadora de todos los vivientes. Así se dice mediante el salmista: “Todos los que me ven, escarnecen de mí; Estiran los labios, menean la cabeza, diciendo: Remítese á Jehová, líbrelo; Sálvele, puesto que en él se complacía. Empero tú eres el que me sacó del vientre, El que me haces esperar desde que estaba á los pechos de mi madre. Sobre ti fuí echado desde la matriz: Desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios” (Salmos 22.7 al 10 – RVR1909). En relación con lo biológico y genético, en el ámbito microscópico hasta macroscópico, ya sea visible para Dios o visible para el ojo del humano, el inicio de la maternidad según el aspecto psicoteológico y la neurociencia de la fe, empieza antes del parto, desde la gestación del cigoto y su proceso embrionario y fetal. El ser humano es quien establece diferencias entre las fases prenatales de cigoto, embrión y feto, sin embargo, para Dios todo es un solo proceso de crecimiento y desarrollo del embarazo. La persona es madre desde que lleva consigo al cigoto, embrión o feto, sin importar en cuál estado o etapa se encuentra del proceso evolutivo del embarazo. Esta evolución incluye cambios de actitud, conducta y pensamiento en el amor materno, al sustentar la madre al nuevo ser desde la gestación, su crecimiento y formación, hasta el parto, con un apego maternal. Hay preparación y desarrollo de sentimientos afectuosos, según avanza y progresa la consciencia materna y los cambios relacionados con la gestación y el proceso final.


Dios dice en su palabra: “Yo que hago dar a luz, ¿no haré nacer? dijo Jehová. Yo que hago engendrar, ¿impediré el nacimiento? dice tu Dios” (Isaías 66.9 – RVR60). En cierta ocasión Adán dice de Eva: “Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes” (Génesis 3.20 – RVR60). Dios es el dador de vida a través de la función de la matriz o útero, mediante Eva es que da vida a todos los vivientes y por medio de una misma sangre, porque la sangre es vida y de esta sangre depende todo el linaje de los seres humanos. Así está escrito en el siguiente pasaje:



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“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, éste, como sea Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos de manos, Ni es honrado con manos de hombres, necesitado de algo; pues él da á todos vida, y respiración, y todas las cosas; Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habitasen sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los términos de los habitación de ellos” (Hechos 17.24 al 26 – RVR1909).

La ciencia antropológica podría confirmar la expresión del pasaje anterior, donde se dice que Dios ha hecho de una sangre todo el linaje de los seres humanos, es un solo género humano o raza humana, con mucha diversidad de etnias culturales y sociales desde el aspecto geopolítico. También es posible demostrar desde los genes y la genética misma, con el estudio de las poblaciones de las zonas humanas, que todos comparten una sola línea desde el origen, con la composición biológica y genética de una única especie humana en todo el planeta. El ADN es prueba de la existencia de una misma y sola especie humana. En el caso del temperamento, se dice que el mismo tiene influencia de la herencia genética, su procedencia al ser una sola raza humana, se origina desde Adán y Eva del Génesis. La invariabilidad del temperamento e inamovible modificación desde el principio de la vida humana (origen del psiquis), la hace una patología. Su control requiere de la interacción neurológica mediante los neurotransmisores biológicos, que tienen algún vínculo con el conocimiento y la conducta de la neurociencia, en relación con la fe y de las emociones regidas por el conocimiento de Dios. Por lo tanto, aunque el dominio propio requiere de un control neurológico por sí mismo, al enfrentar y reaccionar una situación por su predisposición emocional congénita, ya que es connatural, necesita del poder de Dios y la fe en su Hijo, para predominar el bien. Los genes influyen el desarrollo de la personalidad, del comportamiento y el control de los impulsos emocionales propios del temperamento, controlable con la ayuda de Dios.



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La realidad humana antropológica abarca los aspectos biológicos, culturales y sociales, desde la dimensión natural. Pero la inmersión en la realidad espiritual y celestial es otra. Dios miró en sí mismo su soledad, pensó en crear a su Hijo como una estimada compañía, luego el séquito celestial para su Hijo y por último al ser humano. ¿Cuál es el motivo del origen existencial del ser humano? Una teoría especulativa del conocimiento antiguo explica la razón. Cada ser humano tiene en retrospectiva una preexistencia corporalmente como ser celestial portador de luz. Eran conocidos como el séquito celestial y cada ser tenía su propia capacidad y el poder de tomar decisiones. La decisión por sí misma no es buena ni es mala, sino la consecuencia o resultado de la misma. Uno de los seres conocido como la luz bella, toma una decisión que arrastra como sus seguidores a la tercera parte del séquito celestial. Entre los demás integrantes del séquito, estaban los que tenían la indecisión de seguir a luz bella o conservar su condición y dignidad original. Estos son los seres que vienen a este mundo como humanos, con el propósito de tener una postura y decisión personal. El ángel caído tiene una segunda oportunidad de rectificar, reivindicar y resarcir el resultado de su decisión, cuando tuvo la opción de inducir y orientar a Adán y Eva, hacia una decisión conforme a la voluntad de Dios. Pero se aferra con orgullo y soberbia como adversario, porque comete un acto inmoral contrario a la moral de Dios. Aquí la importancia de hacer un examen de conciencia o auto-examinación del cumplimiento de las obligaciones que tenemos ante Dios. Así la tolerancia religiosa de la fraternidad espiritual, nos ayuda a tener la libertad espiritual del respeto mutuo, con un vínculo comunitario y religioso de ser activos y unidos en un propósito y sentido de comunidad espiritual.


En relación con la moralidad del mundo actual, algunos especialistas sexólogos promueven muchas veces cierto tipo de conductas o prácticas, que corresponden a un asunto de complacer las minorías, en relación con sus propios gustos y preferencias de la satisfacción carnal y sensual, con prácticas de copulación cuestionable ante Dios. Lo que pasa es que se



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pretende legitimar una intimidad entre los seres humanos, sin tomar en cuenta una intimidad con Dios el Creador, que concuerde con sus principios y valores, según la educación y enseñanza transmitida por el mensaje moral de Jesucristo. Que es indubitablemente en contra del pecado, porque no se permite incuestionablemente cometer maldad o infracción a la ley moral enérgica de Dios. La lucha contra el pecado está en la mente como campo de batalla entre la carnalidad y la espiritualidad: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8.5 al 8 – RVR60). Lo enérgico está en el poder y virtud eficaz para operar. Hay que venir a este mundo a vivir la experiencia de una aflicción y sufrimiento en contra del pecado. Adquirir la libertad del conocimiento que trasciende a un nivel mental superior en Cristo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4.13 – RVR1909). La facultad intelectual del pensamiento, según la psique del alma humana y en relación con la vida espiritual y celestial, requiere la afectividad y sensibilidad de Jesucristo en el poder de fe de sus seguidores que le sirven.

La sensibilidad facilita la propensión de dejarse llevar y hacer la obra de Jesucristo, es enamorarse con pasión de él y sentir su presencia en consagración y santidad. Los deseos y pasiones pecaminosas desaparecen de la mente, debido a la inapetencia de pecar, sustituida por el sentimiento de dolor y pena en el padecimiento y sacrificio de Cristo, que produce la paz y santidad de una condición y estado moral de conciencia al respeto y reverencia, de la acción redentora de Jesucristo. La afectividad es la capacidad para experimentar emociones y sentimientos, relacionados con la transmisión del ejemplo y modelo de vida según Cristo Jesús. Hay una contrición de arrepentimiento por el desprecio y ofensa a Dios, debido a los pecados propios del ser humano. Luego se refleja en la vida



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cotidiana a través de conversión y resarcimiento permanente con las acciones y hechos cotidianos demostrados, es decir, la Psicoteología en el acto congruente entre mente y cuerpo. Por lo tanto, el comportamiento y conducta da a conocer y define la persona, según su conducción por el camino de la vida, así como dice la Biblia: “Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos: mas el que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7.20 al 21 – RVR1909). Este Camino es psicosocial en Jesucristo y establecido por el Padre, como la indicación y señal que nos guía para mantener la dirección del rumbo. Jesucristo es la luz que alumbra nuestras mentes en la comprensión y el entendimiento del propósito y sentido eterno: “Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.6 – RVR1909).

Jesucristo es el querer como el hacer, en nuestra mente y nuestras acciones. La Biblia dice: “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (Hebreos 5.7 al 9 – RVR60). Jesucristo es palabra y acción, es psicoteológico, psicosocial y corporal, porque nuestros hechos demuestran la medida de Jesucristo en nosotros. Este mismo grado o nivel de la esencia de Jesucristo en cada persona, le prepara su condición o estado corporal en el momento de la muerte para la resurrección. El instante de la transformación del cuerpo en la segunda venida de Jesucristo. Lo mejor es despertar y abrir los ojos del entendimiento, para visualizar las señales entenebrecidas de ofuscación mental y vendas espirituales, que obstruye y oscurece la razón y se confunde las ideas e imposibilita identificar y reconocer el plan de Dios. Los gobernantes del mundo, según la historia, se aferran y apegan a lo terrenal, desafían, provocan y retan a Dios, que es implacable, preeminente y su supremacía es infalible por siempre, porque la palabra de Dios permanece para siempre.



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3.6) UNA VIDA TEMERARIA ANTE DIOS


La Biblia dice: “Porque Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Haced todo sin murmuraciones y contiendas, Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin culpa en medio de la nación maligna y perversa, entre los cuales resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2.13 al 15 – RVR1909). Tarde o temprano Dios prevalecerá sobre toda la injusticia de los gobiernos que es contraria a su justicia divina. La vida consiste en analizar y considerar el respeto y reverencia a Dios. La historia de la humanidad es como un rompecabezas geopolítico, que se muestra desde la antigüedad de algunas civilizaciones y culturas de los Imperios asirios, babilónicos, egipcios, grecos y romanos, entre otros. Dios en cada caso se pronuncia según lo acontecido y manifestado en la Biblia. En nuestro contexto y mundo contemporáneo, así como sucedía en lo antiguo, se llegará a comprender de acuerdo con los precedentes, que ciertas prácticas, fomentan y promueven una cultura de la muerte espiritual. Es un asunto pertinente de ser irreprensibles ante Dios, como luminares con la mente y el corazón llenos de la luz de Dios en Jesucristo, porque no hay otro Dios como nuestro Dios el Padre de toda la creación:


“Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto. Rociad, cielos, de arriba, y las nubes destilen la justicia; ábrase la tierra, y prodúzcanse la salvación y la justicia; háganse brotar juntamente. Yo Jehová lo he creado” (Isaías 45.5 al 8 – RVR60).


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En todo caso frente a la cuestión del bien y del mal, Job menciona la siguiente interrogante: “… ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios” (Job 2.10 – RVR60). Según los términos espirituales ante el Creador, el delito consiste en la infracción tanto de la ley de Cristo, como de la ley de Dios Padre, ya que saber hacer lo bueno y no hacerlo o cometer injusticia, consiste en infracción y pecado. Jesucristo dijo:


“Y como fué en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre. Comían, bebían, los hombres tomaban mujeres, y las mujeres maridos, hasta el día que entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y destruyó á todos. Asimismo también como fué en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; Mas el día que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y destruyó á todos: Como esto será el día en que el Hijo del hombre se manifestará” (Lucas 17.26 al 30 – RVR1909).

¿Qué es una vida temeraria ante Dios? La Biblia aclara: “como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno” (Judas 1.7 – RVR60). Hay pecado que va en aumento hasta agravar al extremo. Así dijo Jehová Hijo, es decir, el Hijo de Dios, también llamado como Jehová en el primer pacto: “Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor de Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, Descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, saberlo he…” (Génesis 18.20 al 23 – RVR1909). Hay una vida temeraria ante Dios:


“Y si no perdonó al mundo viejo, mas guardó á Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas,


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trayendo el diluvio sobre el mundo de malvados; Y si condenó por destrucción las ciudades de Sodoma y de Gomorra, tornándolas en ceniza, y poniéndolas por ejemplo á los que habían de vivir sin temor y reverencia de Dios, Y libró al justo Lot, acosado por la nefanda conducta de los malvados; (Porque este justo, con ver y oir, morando entre ellos, afligía cada día su alma justa con los hechos de aquellos injustos;)” (2 Pedro 2.5 al 8 – RVR1909).

Esta vida temeraria ante Dios corresponde a una vida sin temor y reverencia, debido a la conducta nefanda de los malvados, que con la imprudencia viven desafiantes frente a Dios. El caso de las ciudades de Sodoma y Gomorra es que al ser habitantes que son corporalmente humanos, pero ángeles indecisos, tratan de deshonrar a los ángeles celestiales fieles a Dios, como un acto indigno de deshonra, desvergüenza y humillación. La agresión, consumación de copulación carnal de violación, entendían que era lo más bajo, despreciable, infame y vil, que entre las conductas podía dañar a otro:


“Y antes que se acostasen, cercaron la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo; Y llamaron á Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron á ti esta noche? sácanoslos, para que los conozcamos. Entonces Lot salió á ellos á la puerta, y cerró las puertas tras sí, Y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad. He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré afuera, y haced de ellas como bien os pareciere: solamente á estos varones no hagáis nada, pues que vinieron á la sombra de mi tejado. Y ellos respondieron: Quita allá: y añadieron: Vino éste aquí para habitar como un extraño, ¿y habrá de erigirse en juez? Ahora te haremos más mal que á ellos. Y hacían gran


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violencia al varón, á Lot, y se acercaron para romper las puertas” (Génesis 19.4 al 9 – RVR1909).

Lot comprende que los visitantes son ángeles celestiales y ofrece sacrificar a sus propias hijas, esto es prueba de la gravedad pretendida por los habitantes de las ciudades en cuestión, en relación con la agravante blasfemia contra Dios y su Santo Espíritu. La maldad era inminente contra el mismo Lot y los ángeles, porque los perversos no muestran a cambio ningún interés en las mujeres hijas de Lot, menos en el caso de una consagración y santidad en matrimonio entre hombre y mujer, para que algunos de los ofensores escogieran y se unieran decentemente con las hijas de Lot como esposas. Lo mismo es comparable en abominación, entre las máximas prácticas de maldad, a la copulación de unir sexualmente con animal. Hay un caso actual legislado en una nación europea, donde se pretende castigar al infractor, únicamente cuando el animal sufre daño, herida o lesión en el propio acto, porque se requiere de la asistencia y pago veterinario. La Biblia dice:


“No te echarás con varón como con mujer: es abominación. Ni con ningún animal tendrás ayuntamiento amancillándote con él; ni mujer alguna se pondrá delante de animal para ayuntarse con él: es confusión. En ninguna de estas cosas os amancillaréis; porque en todas estas cosas se han ensuciado las gentes que yo echo de delante de vosotros: Y la tierra fue contaminada; y yo visité su maldad sobre ella, y la tierra vomitó sus moradores” (Levítico 18.22 al 25 y Levítico 20.13 – RVR1909).

Es una confusión, es mezclar con ignominia o afrenta pública, donde no se distingue o reconoce el bien del mal. La tierra vomitó sus moradores. El ser humano no necesita tocar el fondo del abismo del mal, para buscar y pedir el auxilio de Jesucristo con su Segunda Venida: “Y oí á otro del altar, que



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decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos. Y el cuarto ángel derramó su copa sobre el sol; y le fué dado quemar á los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el grande calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene potestad sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria” (Apocalipsis 16.7 al 9 – RVR1909). Los acontecimientos y sucesos de la actualidad del mundo corresponden a un llamado de atención de compasión y misericordia, por parte de Dios a la sociedad internacional, para arrepentimiento, conversión y resarcimiento. Porque se demuestra que estamos recibiendo los juicios de Dios, pero sin la destrucción total del planeta, el VIH-SIDA, las nuevas enfermedades, como la viruela símica o mpox, las pandemias y el incremento del calentamiento global, sumado a las olas de calor y a las posibles detonaciones termonucleares, harán de este mundo un horno de purificación del globo terráqueo, especialmente por la causa del incremento y legitimación de la maldad humana, según la palabra que permanece vigente. Las olas de calor en el mundo cada vez son más feroces como catalizador de la Edad del Calentamiento Global, que abrasa, deshidrata y calcina con altas temperaturas, que llaman la atención de la población mundial, con la cuestión de que el mismo ser humano está provocando su destino fatal y final:

“¡Ay de los que á lo malo dicen bueno, y á lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! ¡Ay de los que son valientes para beber vino, y hombres fuertes para mezclar bebida; Los que dan por justo al impío por cohechos, y al justo quitan su justicia! Por tanto, como la lengua del fuego consume las aristas, y la llama devora la paja, así será su raíz como pudrimiento, y su flor se desvanecerá como polvo: porque desecharon la ley de Jehová de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel” (Isaías 5.20 al 24 – RVR1909).


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Por otra parte, el aborto de millones de seres humanos es un clamor que está subiendo a los oídos de Dios, es una provocación frontal ante Dios y un desafío a su autoridad como gobernante de su creación. El ser humano rehúye asumir compromiso y responsabilidad de fidelidad o lealtad a Dios. A pesar de las señales que estamos viviendo en todo el globo terráqueo y las amenazas constantes de catástrofes naturales, se niega y omite la existencia y presencia de un Creador. Algunos están más preocupados por establecer la eutanasia y el suicidio asistido como derechos humanos. Se pretende legalizar lo que Dios prohíbe, por ejemplo, en el caso de la fornicación, establecer como normalidad social un tipo de matrimonio genérico de igualdad civil, donde se acepta socialmente la unión de pareja llamada unión libre. El mundo en confusión se cae a pedazos moralmente, hacia el abismo del despeñadero, como un salto al vacío del suicidio social, en términos de la ética y moral colectiva, en el reino del desamor a Dios y del predominio de los anti-principios y anti-valores. Algunos están propuestos en corromper la infancia de las nuevas generaciones, desde la educación sexual escolar hasta la universitaria, para lograr como una nueva normalidad, que los pre-jóvenes y jóvenes, estén enajenados con la supuesta seguridad de la protección profiláctica, sin importar el respeto y reverencia a una Autoridad de Dios del Poder Superior o Ser Supremo, que atañe a la vida espiritual y moral. Se justifica y legitima los instintos de pecado más bajos del ser humano.


¿Podría la misma humanidad ser causa o exacerbar un gran enfado o enojo en Dios Hijo? Ya en otra ocasión está escrito lo siguiente: “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho. Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová” (Génesis 6.6 al 8 – RVR60). La espiritualidad es la gracia ante los ojos del Hijo, es decir, el conocimiento y fe de Jesucristo: “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un



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varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4.13 – RVR60). ¿Por qué es indispensable un temperamento pacífico, sensato y sosegado? La Biblia dice: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12.14 – RVR1909). La espiritualidad es el grado o nivel de paz y santidad, sin la que nadie recibirá el cuerpo transformado en la Segunda Venida de Jesucristo, ya sea entre la población en espera en ese momento o por la resurrección de los muertos. Esta dimensión o medida de santidad es indispensable para el encuentro con el Señor.

La dimensión o medida está definida y establecida por la palabra de Dios: “para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3.17 al 19 – RVR60). ¿Cómo lograr el temperamento pacífico, sensato y sosegado? En el desarrollo de esta literatura, se ha reiterado la importancia de la interpretación de cada una de las señales, símbolos y representaciones bíblicas con sus significados. En el profeta Isaías se menciona: “Porque así dijo el Señor Jehová, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis, Sino que dijisteis: No, antes huiremos en caballos: por tanto vosotros huiréis. Sobre ligeros cabalgaremos: por tanto serán ligeros vuestros perseguidores” (Isaías 30.15 al 16 – RVR1909). Luego Jesucristo confirma:


“El cielo y la tierra pasarán; mas mis palabras no pasarán. Y mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad pues, orando en todo tiempo, que seáis tenidos


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por dignos de evitar todas estas cosas que han de venir, y de estar en pie delante del Hijo del hombre” (Lucas 21.33 al 36 – RVR1909).

Lo que pasa es que el Señor no retarda su promesa:


“El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. Mas el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella están serán quemadas. Pues como todas estas cosas han de ser deshechas, ¿qué tales conviene que vosotros seáis en santas y pías conversaciones, Esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos siendo encendidos serán deshechos, y los elementos siendo abrasados, se fundirán?” (2 Pedro 3.9 al 12 – RVR1909).

Acerca del temperamento pacífico, sensato y sosegado: “Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmos 23.1 al 4 – RVR60). En esta simbología y su significado se representan la relación entre el cerebro y el corazón, mente, intención y la voluntad. La Biblia lo confirma en muchos de sus pasajes, los pensamientos celestiales de Dios son muy diferentes y elevados a los pensamientos naturales del ser humano. Las acciones, hechos y proceder del humano en la condición de natural, transita sus caminos de la vida sin la espiritualidad y el conocimiento de los caminos de Dios:



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“Buscad á Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos; y vuélvase á Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55.6 al 9 – RVR1909).

El secreto de la vida está en Jesucristo, la integridad psicoteológica en la comunión del ser humano con Dios, se encuentra integrada entre mente y corazón mediante el enlace de Jesucristo: “Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo lo quisiere revelar. Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11.27 al 30 – RVR1909). Esta inteligencia emocional y espiritual demostrada por Jesucristo con su mansedumbre y humildad, es un ejemplo y modelo de vida, de certeza, confianza y seguridad en Dios, para agradar y agradecer el hacer con fidelidad su voluntad, caso contrario el humano se constituye en amigo del mundo, pero enemigo de Dios: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4.4 al 6 – RVR60). En el sentido comunitario el entorno espiritual y religioso hace la diferencia, para mejorar el ego, el carácter y la personalidad.



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La sociedad para educarse en las cuestiones que atañen a la salvación y vida eterna, tiene que educarse pero en Jesucristo, su legado, ejemplo, enseñanza, mensaje y modelo de vida. Es por excelencia el único como Maestro y Señor, enviado al mundo para transmitir directamente la palabra de Dios Padre. Jesucristo tiene la exclusividad de conocimiento de ser el Hijo de Dios como Cristo, Mesías y Ungido del Padre. Solamente Jesucristo ha ascendido a los cielos después de resucitar con cuerpo transformado, fue, es y será siempre el jefe del séquito celestial y primero después del Padre. Así como el ejemplo del caso de José en el tiempo del Faraón: “Y dijo Faraón á sus siervos: ¿Hemos de hallar otro hombre como éste, en quien haya espíritu de Dios? Y dijo Faraón á José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú: Tú serás sobre mi casa, y por tu dicho se gobernará todo mi pueblo: solamente en el trono seré yo mayor que tú” (Génesis 41.38 al 40 – RVR1909). ¿Por qué la mente y el corazón tienen relación con la Psicoteología? En el caso de la psique tiene conexión con el estudio y obediencia a Dios.


Según el texto “La Ley y La Gracia” en el Manual del Neobiblismo (www.neobiblismo.org), se indica lo siguiente: “El tema de Jesús y la gracia versus la ley añadida, se presenta porque en el caso de los Diez Mandamientos, fueron escritos en el primer pacto con el dedo de Dios en tablas de piedra, pero en el nuevo pacto son escritos en nuestra mente y en nuestro corazón con el poder del Espíritu Santo. Según el profeta Jeremías, Dios daría un corazón, un camino y un pacto eterno, al dar su temor en el corazón (Jeremías 32.39 al 40). El primer pacto es un ministerio de condenación y muerte, el nuevo pacto es con gloria un ministerio del espíritu o de justificación (2 Corintios 3.7 al 9). El primero es en la letra, grabada con letras en piedra, con una ley añadida, como fin o propósito, para llevarnos a Cristo (Gálatas 3.23 al 4.7)”. Además este tema dice lo siguiente: “La aceptación del evangelio y a Jesús como Salvador, posibilita ser siervo de la justicia de Dios (Romanos 6.18, 20 al 23), la persona se aferra al estandarte de los mandamientos no escritos en



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tablas de piedra, sino escritas con poder del Espíritu del Dios vivo en tablas de carne del corazón (2 Corintios 3.2 al 3)”.

Dios establecería su ley en la mente y la escribiría en el corazón: “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (Jeremías 31.33 – RVR60). Hay una conexión de Dios con el ser humano a través del cerebro y mente, con el corazón y emoción, intención, sentimiento y voluntad. Esto es la Psicoteología, cuando actúa la psique en lo conductual sincronizado con la voluntad de Dios. El estado de conciencia sensorial, la función intelectual de autenticidad consecuente consigo mismo y las psíquicas congruentes con el conocimiento proveniente de Dios Padre y de la inteligencia celestial transmitida directamente por Jesucristo. Por esta razón se confirma el nuevo pacto: “Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré” (Hebreos 10.15 al 16 – RVR60). Aquí se ratifica la afectividad y la sensibilidad celestial, en nuestra mente y corazón, establecida según la mente y psique de Jesucristo, como ejemplo y modelo de la vida cotidiana. La Biblia dice: “… Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo” (Hebreos 8.10 – RVR60). Hay correspondencia entre Dios y su pueblo entendido: “Y no os conforméis á este siglo; mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12.2 – RVR1909).


El cerebro es un centro principal de control, mando y procesamiento, donde desempeña una función principal la corteza prefrontal, médula espinal y el sistema nervioso en general. La mente y el corazón se involucran en el amor principal y prioritario a Jesucristo, que es el verdadero amor al Padre, que envía a su Hijo Amado. Estos mandamientos en



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la mente y escritos en el corazón es el amor más elevado y grande reconocido a Jesucristo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos; Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros” (Juan 14.15 al 17 – RVR1909). El mundo no puede recibir la energía, fuerza y poder del Espíritu de Dios, debido al aumento de la maldad en la sociedad y la frialdad al amor a Jesucristo: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.12 al 14 – RVR60). Hay una cantidad de ocho mil millones de seres humanos en todo el planeta, pero son muy pocos los que verdaderamente reconocen y dan la alabanza, gloria y honra a Jesucristo. Son pocos los que no se avergüenzan del Hijo de Dios. Lo que pasa es que hay mucho desconocimiento de las Escrituras y del poder de Dios, hay un desinterés en la Biblia: “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis ignorando las Escrituras, y el poder de Dios” (Mateo 22.29 – RVR1909).


La fuente del amor está en el cerebro, que atañe con fuerza las emociones y sentimientos hacia Jesucristo, con una convicción y seguridad genuina de fe puesta en nuestro Salvador y Señor. Es lo que se llama una adhesión ferviente, en entusiasmo y exaltación ardiente en el fuego del Espíritu Santo desde la mente y corazón, con todo el ánimo, intención y voluntad, que por consiguiente afecta el comportamiento y la conducta:: “Y sabemos que á los que á Dios aman, todas las cosas les ayudan á bien, es á saber, á los que conforme al propósito son llamados. Porque á los que antes conoció, también predestinó para que fuesen hechos conformes á la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8.28 al 29 – RVR1909). En este caso se cumple el tener la mente de Cristo, que es la verdadera libertad inherente: “Porque el Señor es el Espíritu; y donde hay



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el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando á cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3.17 al 18 – RVR1909). Hay casos de infantes que vienen al mundo con una condición especial, físico – mental, que los hace ángeles permanentes en inocencia y sin ninguna clase de maldad o pecado. A pesar de venir como ángeles indecisos, en su crecimiento y desarrollo de la niñez a la edad adulta, se conservan como niños sin maldad ni pecado. En este estado, en una condición como niños, en palabras de Jesucristo de los tales es el reino de los cielos por inocencia (Mateo 19.14).

¿Cuál es la relación del cerebro y el corazón? El cerebro cumple funciones de automatización corporal interna, control de tiempo con sincronización y temporización, por ejemplo, la frecuencia cardiaca, parpadeo, presión arterial, respiración, entre otros. Se consideran relaciones de relojes neuronales principales, cognitivos y relojes biológicos corporales. Hay un tipo de tiempo relacionado con un llamado a la consciencia, que activa y despierta la Psicoteología en el ser humano, para la contemplación y fijación del sentido de la vida, en relación con las promesas de Dios acerca de la vida eterna. Este tipo de tiempo atañe a la espera y preparación corporal y mental, para la Segunda Venida de Jesucristo y la resurrección de los muertos. La condición anímica, lo emocional y sensorial afecta e influye en el comportamiento y la conducta, que es determinante en la toma de las decisiones procesadas en el cerebro – corazón, según el balance o equilibrio entre razón y emoción, para lo que involucra la consagración y santidad.


La interacción de la consciencia entre mente y corazón, según la ley de Dios dentro del ser interior, la mente y escrita en el corazón, posibilita la identificación y el reconocimiento del compromiso y responsabilidad de los progenitores, como guías del Camino de Jesucristo en sus descendientes. Lo que pasa es que el aprendizaje, la educación y la enseñanza, de contenidos y funciones psicológicas combinadas y reforzadas



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con la palabra de Dios, de ninguna manera pasan por alto la claridad e iluminación del conocimiento directo de Dios, que mediante las convicciones, las emociones físicas y mentales, los pensamientos y las percepciones, inciden en las funciones saludables fisiológicas de células, con la producción química – orgánica de bienestar. Lo emocional, espiritual y mental, fortalece un sistema inmunológico saludable en lo corporal. El conocimiento y la fe es poder de certeza y convicción, como una clase de neurociencia de las emociones, para enfrentar la adversidad y contrarrestar el suplicio moral interno o social.

El estilo de vida saludable, es determinante para nuestro destino, porque la conexión mente y corazón, representa la interrelación de la mente con el cuerpo, que afectada negativa o positivamente según las convicciones, creencias, emociones, pensamientos y sentimientos, generadores del cambio efectivo bioquímico y psicológico en el ser humano, llamado el efecto placebo que es el producto del creer con la seguridad de la fe. La percepción a pesar de su propia limitación, interpreta el entorno y así es como determina su particular propósito y sentido de la vida, para un destino específico. Inclusive hay una manifestación física que tiene origen por lo emocional. Así en la mente y el pensamiento influye en la fisiología y fisionomía. La auto-meditación y auto-reflexión, en el silencio de orar y hacer plegarias humildes y fervientes desde lo más interno, con las puertas cerradas de intimidad y privacidad con Dios, según Jesucristo en reverencia a Dios (Mateo 6.6). Esto es necesario para la sanidad espiritual de no dejarse atrapar por la perdición y muerte eterna. Así los hijos de la resurrección llegan a ser iguales a los ángeles hijos de Dios, que tienen inmortalidad. Pero en la condición de los ángeles indecisos como seres humanos, se casan para procrear como medio de traer a este mundo otros ángeles indecisos. El sexo de una persona lo definen los cromosomas sexuales X o Y, con sus respectivas combinaciones celulares normalmente XX en mujer y XY en hombre. La madre aporta un cromosoma X y el padre un cromosoma X o Y, según sea el caso para determinar el sexo femenino (XX) o masculino (XY).



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3.7) EL AMOR AUTÉNTICO Y LEGÍTIMO


En el principio en el séquito celestial en la preexistencia, estuvieron enérgicamente interconectados entre sí y con Dios. Pero ahora como seres humanos no son del todo seres de inocencia, sino propensos en hacer guerras entre sí mismos. Por este motivo la importancia de la determinación y firmeza de carácter, con la visión puesta en las promesas futuras de Dios: “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y son dados en casamiento: Mas los que fueren tenidos por dignos de aquel siglo y de la resurrección de los muertos, ni se casan, ni son dados en casamiento: Porque no pueden ya más morir: porque son iguales á los ángeles, y son hijos de Dios, cuando son hijos de la resurrección” (Lucas 20.34 al 36 – RVR1909). Otro pasaje confirma y reitera el texto: “Entonces respondiendo Jesús, les dice: ¿No erráis por eso, porque no sabéis las Escrituras, ni la potencia de Dios? Porque cuando resucitarán de los muertos, ni se casarán, ni serán dados en casamiento, mas son como los ángeles que están en los cielos” (Marcos 12.24 al 25 – RVR1909).


Los ángeles indecisos que nacen en este mundo, con la oportunidad de llegar a ser padres de familia, de experiencia de vida y madurez, con la capacidad de guiar a sus hijos, que también son otros ángeles indecisos, rompen con la rivalidad preexistente entre los ángeles indecisos, que es la causa, existencia y origen, de las enemistades y guerras entre seres humanos. La rivalidad es debido a las opciones de elección, entre el camino angosto de la fidelidad y lealtad a Jesucristo o el camino contrario de la indecisión, indiferencia y rebeldía, regido por la decadencia y descomposición cultural y social, sin principios ni los valores en una sociedad sumida en la corrupción y degeneración en todos los ámbitos, posiciones o status sociales, como ángeles indecisos ahora en ser humano.



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¿Cómo se manifiesta la rivalidad preexistente en nuestra mente y nuestro corazón? La Biblia menciona lo siguiente: “De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, no conviene que estas cosas sean así hechas. ¿Echa alguna fuente por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede la higuera producir aceitunas, ó la vid higos? Así ninguna fuente puede hacer agua salada y dulce” (Santiago 3.10 al 12 – RVR1909). ¿Cómo se ha tergiversado hasta trastrocar y dar otro sentido y significado al amor original de Dios? La expresión, palabra o término “AMOR”, tiene cualidad de abstracta, en el sentido de que no se puede tocar, como se percibe con los sentidos a un objeto palpable o tangible, que puede tocarse con las manos. El amor se hace visible con las acciones: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13.4 al 7 – RVR60). El amor auténtico es libre de mezcla, puro y sincero, una persona con amor y desamor juntos, sin sinceridad, es un contrasentido que coexistan ambos y ambiguos: “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios” (Filipenses 1.9 al 11 – RVR60).


El verdadero amor de ninguna manera es carnal, inicuo o pecaminoso, porque el amor es y procede de Dios. El primer Amor y Eterno que existe, sin principio ni fin es Dios Padre:


“El que no ama, no conoce á Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió á su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado á Dios, sino que él nos amó


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á nosotros, y ha enviado á su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios así nos ha amado, debemos también nosotros amarnos unos á otros. Ninguno vió jamás á Dios. Si nos amamos unos á otros, Dios está en nosotros, y su amor es perfecto en nosotros: En esto conocemos que estamos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo para ser Salvador del mundo. Cualquiera que confesare que Jesús es el Hijo de Dios, Dios está en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que vive en amor, vive en Dios, y Dios en él” (1 Juan 4.8 al 16 – RVR1909).

Ahora bien, Jesucristo es nuestro primer amor suficiente en autenticidad y genuino, su obra redentora lo demuestra, con la crucifixión, muerte y resurrección, porque es un amor prioritario y supremo con valor y verdad absoluta: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará? Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga” (Lucas 14.33 al 35 – RVR60). En la Biblia se resalta la importancia de la simbología, su representación y significado, por motivos de espacio no cabrían en el mundo los libros referentes a Jesucristo: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, que si se escribiesen cada una por sí, ni aun en el mundo pienso que cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén” (Juan 21.25 – RVR1909). Dios Padre es Amor Eterno, sin principio ni fin, es la Energía, Fuerza y Poder mediante su Santo Espíritu: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Dícele la mujer: Sé que el Mesías ha de venir, el cual se dice el Cristo: cuando



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él viniere nos declarará todas las cosas. Dícele Jesús: Yo soy, que hablo contigo” (Juan 4.23 al 26 – RVR1909).

El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios Padre. Así dijo Jesucristo: “Empero cuando viniere el Consolador, el cual yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí. Y vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio” (Juan 15.26 al 27 – RVR1909). Los ángeles indecisos estuvieron con el Hijo en el principio de la creación del séquito celestial. Jesucristo es la primera creación como Hijo, de manera que Dios se hace así mismo como Dios Padre al crear a su Hijo: “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación” (Colosenses 1.13 al 15 – RVR60). Luego el Padre y el Hijo crean juntamente al séquito celestial para que honren al Hijo y para que toda la existencia celestial del tercer cielo perteneciera al Hijo. También después de la rebelión del ángel caído, el Padre y el Hijo crean el cosmos del segundo cielo y el planeta Tierra del primer cielo, para la venida de los ángeles indecisos a tomar su decisión:


“Porque por él fueron criadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles é invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fué criado por él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten: Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia; él que es el principio, el primogénito de los muertos, para que en todo tenga el primado. Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, Y por él reconciliar todas las cosas á sí, pacificando por la sangre de su cruz, así lo que está en la tierra como lo que está en los cielos. A vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos de ánimo en malas obras, ahora empero os ha reconciliado En el cuerpo de


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su carne por medio de muerte, para haceros santos, y sin mancha, é irreprensibles delante de él: Si empero permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído; el cual es predicado á toda criatura que está debajo del cielo; del cual yo Pablo soy hecho ministro” (Colosenses 1.16 al 23 – RVR1909).

Tanto en el cosmos como en nuestro planeta, la materia es visible, en relación con lo físico y perceptible, y el espacio es invisible, en el caso de lo incorpóreo e intangible. También lo que llaman materia oscura. Antes del cosmos, Jesucristo es el principio y fin como objetivo o propósito de la creación, es el alfa y la omega, establecido por Dios Padre: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira” (Apocalipsis 22.12 al 15 – RVR60). En el caso del amor, se menciona claramente que todo aquel que ama y hace mentira estará fuera. Aunque algunos transmiten la mentira sin ser conscientes de la veracidad, por lo general la mentira es lo que se dice con la conciencia de que no es verdadero, pero se pretende que sea creído como cierto, es apariencia, disimulo, engaño y falsedad. Por esta razón se dice que todo está en la mente, es el campo de batalla de la duda en la lucha entre el bien y el mal. Es una condición o estado de indecisión en la mente, confusión de la conveniencia o inconveniencia de las acciones confrontadas con la moralidad, vacilación del ánimo de los principios y valores de la conciencia y el entendimiento frente a lo sensorial, sensaciones o sensibilidad propia de la repercusión concupiscente. Del apetito y deseo desenfrenado, desordenado, inmoral y terrenal, en placeres deshonestos y viciosos. El libro de Eclesiastés lo describe claramente:



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“Y TORNÉME yo, y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol: y he aquí las lágrimas de los oprimidos, y sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador. Y alabé yo los finados que ya murieron, más que los vivientes que hasta ahora están vivos. Y tuve por mejor que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen. Visto he asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras mueve la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 4.1 al 4 – RVR1909).

El ser interior es complejo y es vasto, no es un asunto de creencias, sino que puede abarcar áreas de actitud, atributos, bondad, carácter, características, competencias psicosociales, comprensión, compromiso, conciencia, cortesía, costumbres, cualidades, disciplina, educación, ego, emociones, empatía, entendimiento, espiritualidad, ética, fe, habilidades sociales, hábito saludable, humildad, inteligencia, intención, justicia, meditación, misericordia, moralidad, oración, personalidad, plegarias, principios, reflexión, resiliencia, responsabilidad, sabiduría, salud mental, paciencia, paz, santidad, sensatez, sentimientos, solidaridad, temperamento, valores, virtudes y voluntad, que son integrales en la persona, en relación con el amor y la consistencia en hacer el bien, que sea comprobable y demostrado con las acciones y los hechos del diario vivir. La relación bidireccional del ser interior y el Ser Supremo, entre las criaturas y su Creador, de parámetros de comportamiento y la conducta, con los protocolos definidos y determinados como normalidad o regla de vida, tienen que ser comparables y congruentes con la voluntad de Dios, que sean de acuerdo con el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo, su transmisión de educación, enseñanza y formación para la vida: “Todas vuestras cosas sean hechas con amor” (1 Corintios 16.14 – RVR60). Entendido que el amor verdadero corresponde al amor de Jesucristo. Las Escrituras aclaran lo siguiente:



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“Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y en verdad. Y en esto conocemos que somos de la verdad, y tenemos nuestros corazones certificados delante de él. Porque si nuestro corazón nos reprendiere, mayor es Dios que nuestro corazón, y conoce todas las cosas. Carísimos, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; Y cualquier cosa que pidiéremos, la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él. Y éste es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos á otros como nos lo ha mandado. Y el que guarda sus mandamientos, está en él, y él en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado” (1 Juan 3.18 al 24 – RVR1909).

Lo que pasa es que la educación emocional y espiritual es indispensable en la formación del ser humano. El corazón se endurece o sensibiliza con la ausencia o presencia de este tipo de educación. La Biblia dice: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.12 al 14 – RVR60). El enfriamiento del amor endurece el corazón, por este motivo algunos educan y enseñan en lo que llaman las habilidades blandas o suaves, en contraste al corazón duro de piedra. En el libro La Comunidad de Fe: Acuerdos de Fe (www.neobiblismo.org) se menciona lo siguiente: “Jesús en su enseñanza impulsa una buena armonía con Dios el Padre, al amar a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerzas, así como de una buena armonía consigo mismo y con aquel que está a su alrededor (Marcos 12.30 al 31)”. La maldad se multiplica porque el ser humano es el portador de la maldad, que acciona la operación de la misma, con cierto cinismo de descaro, desvergüenza e impudencia. Inclusive la sociedad



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tiene una indolencia, donde no se afecta o conmueve de su falta de consagración, fidelidad y santidad, sino que adopta la corrupción y legitimación del mal, como si fuera una nueva moda o normalidad legal, política o social, debido a la falta de amor a Dios Padre y a su Hijo. Esto hace imprescindible en el comentario bíblico y en el caso de la compilación de los textos bíblicos, para aclarar y respaldar el tema, como el siguiente:

“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados” (2 Pedro 1.3 al 9 – RVR60).

La Biblia se explica por sí misma, aunque se presenta una sinergia entre análisis, comentario e interpretación, que en su conjunto provoca un efecto de aclaración o iluminación, para una concertación superior, de manera que se pueda concordar o cotejar el texto literal con su análisis, comentario e interpretación, por ejemplo, tal es el caso de Felipe, diácono y evangelista, con el eunuco, que es un etíope funcionario de Candace, reina de los etíopes, tratado en el siguiente pasaje:



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“Y acudiendo Felipe, le oyó que leía el profeta Isaías, y dijo: Mas ¿entiendes lo que lees? Y dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó á Felipe que subiese, y se sentase con él. Y el lugar de la Escritura que leía, era éste: Como oveja á la muerte fué llevado; Y como cordero mudo delante del que le trasquila, Así no abrió su boca: En su humillación su juicio fué quitado: Mas su generación, ¿quién la contará? Porque es quitada de la tierra su vida. Y respondiendo el eunuco á Felipe, dijo: Ruégote ¿de quién el profeta dice esto? ¿de sí, ó de otro alguno? Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús” (Hechos 8.30 al 35 – RVR1909).

La acción de la Psicoteología ablanda la coordinación de la mente con el corazón, en relación con la interacción del conocimiento con el ánimo, el enternecimiento, el mover a compasión y misericordia, el mejorar la actitud, carácter y condición psíquica, la intención, esfuerzo, temple y voluntad. Todo esto vinculado a la guía, orientación y percepción de Dios en nuestras mentes y vidas. El tema de la Psicoteología se relaciona con otros temas, como La Personalidad de los Discípulos de Jesucristo, La Caracterología Cristiana, Los Tres Tipos de Conocimiento, El Conocimiento Celestial, La Dilatría, Jesucristo Mi Decisión, La Conspiración Contra Jesucristo, La Ley y La Gracia, entre otros temas. Por último, la simbología bíblica, su representación y significado, aporta un valioso contenido para la comprensión y entendimiento del mensaje bíblico y psicoteológico. En el aspecto psicosocial, según el conocimiento de Jesucristo, prevalece el balance o equilibrio de mitigación de la fiereza mente - corazón: “Sino que juzgará con justicia á los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra: y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de sus riñones. Morará el lobo con el cordero, y el tigre con el cabrito



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se acostará: el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará” (Isaías 11.4 al 6 – RVR1909).

El corazón de piedra se vuelve un corazón de carne. La Biblia dice: “Mas a aquellos cuyo corazón anda tras el deseo de sus idolatrías y de sus abominaciones, yo traigo su camino sobre sus propias cabezas, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 11.21 – RVR60). Además se dice: “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36.25 la 27 – RVR60). Al respecto, es innegable, en Jesucristo encontramos el ejemplo y modelo de la Psicoteología, o sea, las funciones mentales puestas en el pensamiento en Dios y su correspondiente voluntad, por consiguiente el quehacer de las acciones, comportamiento, conducta y hechos en la obediencia a Dios Padre el Creador. La Superioridad Moral de reconocida imperativa conducta y pensamiento está en la premisa fundamental de Cristo:


“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las hayas revelado á los niños. Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos. Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo lo quisiere revelar. Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11.25 al 30 – RVR1909).


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CAPÍTULO 4: LA PERSONALIDAD


La persona de Jesucristo posibilita un ejemplo y modelo de vida para sus seguidores, especialmente en la práctica como discípulos, porque combinan la enseñanza con el ejercicio de sus hechos o vivencias, en una práctica efectiva de vida ejemplar. Las citas textuales bíblicas corresponden a la revisión de 1909, de la Reina – Valera (RVR1909).


4.1 LO ESENCIAL DE LA PERSONA


Las relaciones humanas como una disciplina interactiva, estudian la actitud, actividad e interrelación que es resultado del trato entre las personas, también el comportamiento y conducta, tanto del individuo como de la colectividad de los diversos grupos sociales. Entre sus elementos y valores están, la cortesía, equidad, humildad, integridad, lealtad, respeto y solidaridad. Esto es equivalente a los principios, valores y virtudes, propuestos por Dios en su palabra, transmitidos y vividos por el Señor Jesucristo con su ejemplo de vida. Este conocimiento e inteligencia es esencial para cada relación y convivio de las personas en armonía y comunión personal y social. Por ejemplo, la honradez es un principio de vida o una regla de la vida, porque el ser humano requiere limitaciones y regulaciones para una mejor convivencia. Las normas como reglas establecidas por los humanos, son definidas por una legislación acorde a la zona geográfica mundial y según sus costumbres y cultura, influenciadas por las corrientes de pensamientos conservadores o liberales. Algunas normas o reglas son de acatamiento obligatorio cultural, étnico, legal o social. La presunción de la norma es la de establecer el buen



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orden, aunque implica el riesgo de normalizar acciones o actos contrarios a la voluntad de Dios. ¿Qué pasa con la autoridad y poder de la personalidad del “yo” en Cristo?

El control de las acciones de nuestro pensamiento está en función de conocernos a nosotros mismos: “Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos á Jehová” (Lamentaciones 3.40 – RVR1909). Escudriñar nuestro camino, es averiguar y examinar con cuidado y detenimiento nuestros pasos en el caminar de la vida: “Consideré mis caminos, Y torné mis pies á tus testimonios. Apresuréme, y no me retardé En guardar tus mandamientos” (Salmos 119.59 al 60 – RVR1909). Las decisiones del presente influyen en las consecuencias del futuro: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no estribes en tu prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu opinión: Teme á Jehová, y apártate del mal” (Proverbios 3.5 al 7 – RVR1909). Las decisiones determinan la acción y reacción de nuestra vida: “Encomienda a Jehová tu camino, Y espera en él; y él hará. Y exhibirá tu justicia como la luz, Y tus derechos como el medio día. Calla á Jehová, y espera en él: No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades. Déjate de la ira, y depón el enojo: No te excites en manera alguna á hacer lo malo” (Salmos 37.5 al 8 – RVR1909). La personalidad del “yo” en Cristo ¡liberta!


Dios establece a su Hijo Jesucristo como referente para comparar nuestro caminar: “Examinaos á vosotros mismos si estáis en fe; probaos á vosotros mismos. ¿No os conocéis á vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros? si ya no sois reprobados” (2 Corintios 13.5 – RVR1909). El ejemplo y modelo de vida se fundamenta en las enseñanzas y mensaje de Jesucristo. El ser humano es un ser integral, el resultado de su formación de carácter y personalidad, está en función de su dependencia de tomar en cuenta a Jesucristo para sus decisiones. Jesús dijo: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará” (Juan 8.32 – RVR1909). Jesucristo mismo es la verdad establecida por Dios Padre, para que el ser humano



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tenga un camino a seguir, siga su discipulado y sus pasos, a manera de un Prototipo, en el sentido de ejemplo y modelo más perfecto. Practicar las obras de Jesucristo hace libre a la persona, se adquiere la moderación y orientación, para la forma de comportarse o conducirse en la vida hacia lo que es cierto, o sea, en dirección de encontrar o hallar con seguridad la verdad de Jesucristo, según el corazón blando. Esto se manifiesta mediante el control o moderación de la dureza o flexibilidad del temperamento: “El que tarde se aira, es grande de entendimiento: Mas el corto de espíritu engrandece el desatino” (Proverbios 14.29 – RVR1909). En relación con la intención de la persona, así es su atino o desatino en dar en el punto de descubrir a Jesucristo, como el Salvador que nos dignifica en valía: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11.29 – RVR1909).

Se dice acerca del valor de la empatía como la capacidad de comprender y entender las emociones y sentimientos de los demás, mediante un proceso de identificación con cada persona. Así es la comunión y relación con Jesucristo, en este caso viene a ser un tipo de empatía espiritual, cuando al caminar se hace con las sandalias de Jesucristo, con la misma percepción y visión del Maestro por Excelencia. Ser y tener la libertad cognoscitiva de Jesucristo consiste en ser libre de la práctica del pecado, libre del desenfreno en el comportamiento y la conducta. Es la libertad de la verdadera justicia y rectitud mostrada por Jesucristo con su ejemplo en la vida cotidiana. Jesús dijo: “Y enderezándose Jesús, y no viendo á nadie más que á la mujer, díjole: ¿Mujer, dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado? Y ella dijo: Señor, ninguno. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno: vete, y no peques más” (Juan 8.10 al 11 – RVR1909). Antes de la primera venida de Jesucristo éramos pecadores, después de Jesucristo el pecado jamás prevalecerá: “Pues que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también estad armados del mismo pensamiento: que el que ha padecido en la carne, cesó de pecado; Para que ya el tiempo que queda en



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carne, viva, no á las concupiscencias de los hombres, sino á la voluntad de Dios” (1 Pedro 4.1 al 2 – RVR1909).

Jesucristo vence el pecado en la condición humana y al ser un humano establece un legado y precedente, de manera que demuestra que el ser humano, a pesar de su humanidad puede empoderarse del Espíritu Santo contra el pecado: “Enséñame á hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios: Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud” (Salmos 143.10 – RVR1909). Las concupiscencias del ser humano, se fomenta y refuerza con los apetitos y deseos desordenados de placeres deshonestos, que son terrenales y vanos, para satisfacer los caprichos, gustos, ostentaciones, preferencias, seducciones y tentaciones, sublevados socialmente contra la voluntad de Dios: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen: todas las cosas me son lícitas, mas yo no me meteré debajo de potestad de nada” (1 Corintios 6.12 – RVR1909). Ante Dios hay inconveniencia en condiciones y prácticas aceptadas como lícitas socialmente: “Todo me es lícito, mas no todo conviene: todo me es lícito, mas no todo edifica” (1 Corintios 10.23 – RVR1909). Somos energía de Dios, nuestro origen es celestial. Aquí es donde la conveniencia y edificación requiere de carácter y personalidad para resistir el mal y hacer el bien, el ser humano de forma integral necesita principios y valores enfocados en Jesucristo, que sean envolventes y vinculantes en sus propias actitudes, ánimo, características, cualidades, emociones, habilidades, hábitos, intenciones, motivaciones, opiniones, sentimientos, servicio y voluntad. Esto define e identifica a un genuino y verdadero discípulo, predispuesto para una excelente reacción de comportamiento y conducta, del ejemplo y modelo de Dios: “Y no os conforméis a este siglo; mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12.2 – RVR1909).


Los principios y valores tienen propósitos definidos, está la resiliencia considerada como la capacidad de resistir y superar cualquier adversidad, además de la adaptación a las



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circunstancias difíciles. La convivencia social con inteligencia, es otro valor de una vida inteligente, en el sentido integral de las capacidades, comportamientos actitudinales, emocionales y sociales, tanto colectivamente como individual. A manera de una inteligencia individual en función de la inteligencia colectiva. La Biblia dice: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza, y la caridad, estas tres: empero la mayor de ellas es la caridad” (1 Corintios 13.13 – RVR1909). Jesucristo representa la energía pura del amor y caridad: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13.35 – RVR1909). Este amor es un ingrediente incluido en los principios y valores como el amor a y de Dios, caridad, compasión, comprensión, consagración, consideración, cooperación, cortesía, ecuanimidad, empatía, esperanza, ética, fe, humildad, integridad, justicia, lealtad, mansedumbre, misericordia, paciencia, paz, respeto, santidad y solidaridad. Mediante Jesucristo se logra una verdadera libertad en el conocimiento, entendimiento e inteligencia: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no volváis otra vez á ser presos en el yugo de servidumbre” (Gálatas 5.1 – RVR1909). Este yugo que es de la esclavitud o de la servidumbre, representa la ignorancia e imposibilidad de reconocer el desconocimiento, especialmente de los principios y valores representados en Jesucristo. La prisión es la ceguera y la privación de libertad espiritual: “Dejadlos: son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mateo 15.14 – RVR1909).


La relación humana que está afectada por los conflictos de angustia y trastorno, su conexión o interrelación se altera por los tipos de relaciones adictivas, agresivas, dependientes, desconfiadas, despreciativas, frustradas, inseguras, irritables, mezquinas, nocivas, prepotentes y tóxicas. Desde el principio Caín mata a su hermano Abel. La siguiente respuesta de Caín, refleja su actitud, carácter y personalidad: “Y Jehová dijo á Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé; ¿soy yo guarda de mi hermano?” (Génesis 4.9 – RVR1909). ¿Por qué mata Caín a su hermano Abel? Sus obras se refieren



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a sus acciones, que reflejan su ser interior y la forma de ser: “Porque, este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos á otros. No como Caín, que era del maligno, y mató á su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas” (1 Juan 3.11 al 12 – RVR1909). ¿Cuáles obras de Jesucristo se demuestran con humildad y mansedumbre? La Biblia dice: “Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia á los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual estáis sellados para el día de la redención. Toda amargura, y enojó, é ira, y voces, y maledicencia sea quitada de vosotros, y toda malicia: Antes sed los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdónandoos los unos á los otros, como también Dios os perdonó en Cristo” (Efesios 4.29 al 32 – RVR1909).

Dios se desagrada de la personalidad de Caín: “Mas no miró propicio á Caín y á la ofrenda suya. Y ensañóse Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo á Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué se ha inmutado tu rostro? Si bien hicieres, ¿no serás ensalzado?…, Caín se levantó contra su hermano Abel, y le mató” (Génesis 4.5 al 7 – RVR1909). Así es la vida, cuando se viaja en un automóvil, el conductor hábil, tiene el compromiso práctico y responsable de conducir con la cortesía y a la defensiva. Esto representa la imperante necesidad de prevenir los accidentes, cuando se conduce con la prioridad de una buena actitud y calma, para estar alertas y atentos, al observar y prever las acciones y movimientos de los conductores temerarios. En la vida es indispensable para una mejor convivencia, los principios, valores y virtudes, especialmente por causa de las normas en la regulación del comportamiento y conducta del ser humano. Vivir atentos y a la defensiva, es vivir con autoconocimiento y atemperación, en lo que llaman las habilidades blandas. El conocimiento de sí mismo para superación, es alcanzar la conciencia de sus propios impulsos, con la consecuencia de mejorar su actuación y facilitar el llevarse bien con los demás. Esto implica la capacidad de suavizar las emociones y



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sentimientos para ser mejor persona, la aptitud de acomodar, adaptar, ajustar y arreglar las destrezas y las habilidades propias, en función de una adecuada relación interpersonal o social, hasta lograr la excelencia en la convivencia con el prójimo y trascender a la espiritualidad de Jesucristo.

En relación con lo que se conoce como las habilidades blandas, la expresión o término “blandas”, hace alusión a ser apacible o dócil, de carácter agradable, amable, dulce, suave y tranquilo. En cierta ocasión Esteban, que era el diácono, evangelista y primer mártir, menciona lo siguiente: “Duros de cerviz, é incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros resistís siempre al Espíritu Santo: como vuestros padres, así también vosotros” (Hechos 7.51 – RVR1909). La Biblia hace referencia a dureza en relación con la cerviz y el corazón. El profeta Ezequiel explica lo siguiente: “Y díjome: Hijo del hombre, yo te envío á los hijos de Israel, á gentes rebeldes que se rebelaron contra mí: ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día. Yo pues te envío á hijos de duro rostro y de empedernido corazón; y les dirás: Así ha dicho el Señor Jehová. Acaso ellos escuchen; y si no escucharen, (porque son una rebelde familia,) siempre conocerán que hubo profeta entre ellos” (Ezequiel 2.3 al 5 – RVR1909). Las habilidades blandas son las aptitudes y capacidades dispuestas para la humildad y mansedumbre, según la propuesta ejemplarizada por el Señor Jesucristo: “… aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón…” (Mateo 11.29 – RVR1909). Esta condición posibilita ciertas características y cualidades en los rasgos del carácter y la personalidad, a la vez la factibilidad de la adquisición de principios, valores y virtudes esenciales promovidos por Jesucristo, según su ejemplo y modelo de vida cotidiana. Finalmente es mediante esta experiencia y práctica constante, que se demuestra las habilidades blandas del comportamiento, la conducta, la relación y trato a los demás. Todo esto corresponde a una educación emocional.


La capacidad de saber escuchar con la debida atención y disposición para obedecer, es semejante a la comparación de



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bajar y doblar la cerviz o nuca (parte dorsal del cuello). La dureza de cerviz simboliza y está más asociada a la altivez, arrogancia, engreimiento, prepotencia, soberbia y vanagloria. También la dureza de corazón tiene cierta relación con la inflexibilidad del temperamento, la duda e indecisión al obedecer a Dios Padre, tal es el caso de cierto rey: “Mas cuando su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en altivez, fué depuesto del trono de su reino, y traspasaron de él la gloria” (Daniel 5.20 – RVR1909). La definición acerca de las competencias o habilidades blandas o suaves, es de un tiempo más reciente, pero lo que se trata de explicar con esta definición ha existido desde que existe el ser humano de bien. Igualmente en la actualidad se le denomina como inteligencia emocional e inteligencia social, cierto comportamiento y conducta que siempre ha existido. Desde el relato de Adán y Eva se ha manifestado la importancia del compromiso y responsabilidad de nuestros actos, las causas y su efecto, las consecuencias de nuestras acciones y las reacciones. La palabra de Dios ha enseñado y promovido los principios, valores y virtudes de convivencia humana con una conciencia social. Este aprendizaje es útil en la formación educativa, desde el punto de vista comunitario, en la organización laboral, núcleo familiar y demás entornos o factores externos de cada persona en el diario vivir. Desde la niñez es necesario este tipo de instrucción, para cuando se llegue a la juventud o adultez, que no se aparte de estos principios y valores: “Instruye al niño en su carrera: Aun cuando fuere viejo no se apartará de ella” (Proverbios 22.6 – RVR1909).

La temática del trabajo en equipo fue demostrada por Jesucristo al establecer un grupo de discipulado, que durante tres años y seis meses imparte su enseñanza y mensaje como Maestro y Mentor al grupo. Luego una vez capacitados los envía en grupos de dos discípulos, con la misión de llevar las buenas nuevas de salvación, la evangelización y predicación de los valores del reino de Dios. Obsérvese en el siguiente pasaje, que algunos discípulos son iletrados, sin estudio en términos académicos, pero se reconoce el aprendizaje y culto



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de conocimiento transmitido por Jesucristo: “Entonces viendo la constancia de Pedro y de Juan, sabido que eran hombres sin letras é ignorantes, se maravillaban; y les conocían que habían estado con Jesús” (Hechos 4.13 – RVR1909). Los discípulos tienen la motivación suficiente para desempeñar su misión, además del amor y don de servicio, la capacidad de enfrentar la adversidad y de mantener su enfoque en lo importante que es Cristo. Las habilidades de idoneidad, con buena aptitud, disposición y suficiencia, en la Biblia son llamadas muchas veces como dones o talentos, por ejemplo el siguiente: “De manera que, teniendo diferentes dones según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme á la medida de la fe; ó si ministerio, en servir; ó el que enseña, en doctrina; El que exhorta, en exhortar; el que reparte, hágalo en simplicidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría” (Romanos 12.6 al 8 – RVR1909).

Jesucristo es la autoridad determinada por Dios Padre, para transmitir formalmente y oficialmente el conocimiento celestial. Esta transmisión de conocimiento tiene garantía de ser comunicación entre el Padre y el ser humano mediante Jesucristo: “Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14.6 – RVR1909). El conocimiento celestial implica la inteligencia y la acción efectiva de comprender y entender el propósito y sentido del destino final de la vida, de cómo administrar y ejercer lo esencial de la vida permanente y práctico, para una salvación y vida eterna. Lo emotivo es la sensibilidad a las emociones, lo sensual se refiere a las sensaciones de estos sentidos. Lo emotivo y lo sensual requieren de la inteligencia, para el reconocimiento de sí mismo y la comprensión de las emociones y sentimientos de los demás. La Biblia dice: “… Amarás á tu prójimo como á ti mismo...” (Marcos 12.31 – RVR1909). A nivel de la actitud, emoción y sentimiento, es necesario comprender y entender al prójimo, así como se comprende y entiende uno mismo. La inteligencia consiste en la facultad y virtud de entender y comprender su propio ánimo e intención, la introspección (relacionado con nuestro



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modo de pensar y sentir), para la determinación de la voluntad hacia un fin específico, con la cautela al actuar y hablar en su interacción respetuosa con otras personas. Ayudado tanto por las habilidades y los hábitos del propio carácter y personalidad. En otras palabras, la inteligencia es el manejo de la información contenida en el conocimiento, es la aplicación o ejecución del aprovechamiento y utilidad de este conocimiento, en la convivencia cotidiana con otros.

La desventaja del ser humano estriba en el punto de vista ciego e irreconocible, que es la privación de ciertas percepciones actitudinales, donde la persona es inconsciente de su comportamiento o conducta, pero las demás personas a su alrededor observan y perciben dicha situación: “¡Ay de los que á lo malo dicen bueno, y á lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!” (Isaías 5.20 al 21 – RVR1909). Algunos factores perjudiciales en el punto de vista ciego, están la apatía, conformismo, despreocupación, ignorancia, indecisión, indiferencia y negligencia. Se requiere un análisis detenido y minucioso, conocimiento de la realidad personal, despertar, meditación y razonamiento, para lograr un equilibrio en lo emocional, espiritual, físico, intelectual y social. La Biblia dice: “… Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares…” (Génesis 19.17 – RVR1909). Hay una relación íntima y personal con Dios mediante recapacitar en el Señor Jesucristo: “Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios. Así que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene á mí” (Juan 6.45 – RVR1909). Este escape hacia Jesucristo requiere humildad, justicia, mansedumbre, paz, piedad y santidad y posibilitar la verdad en autonomías:


📕 Autoconcepto.

📕 Autoconciencia.

📕 Autoconfianza.

📕 Autoconocimiento.

📕 Autocontrol.

📕 Autocrítica.


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📕 Autodisciplina.

📕 Autoestima.

📕 Autoevaluación.

📕 Automotivación.

📕 Autorrealización.

📕 Autorreflexión.

📕 Autorregulación.

📕 Autorrenovación.

📕 Autosuperación.

📕 Autotrascendencia.


Esta autonomía de escapar por la propia vida, sin mirar atrás y sin detenerse, es necesaria e indispensable para conocerse a sí mismo, realizar un análisis de sí, evaluar sus propias aptitudes y conocimientos, valorarse con el aprecio y consideración que se tiene de sí mismo. Examinarse a uno mismo para diagnosticar y evaluar cómo mejorar, impulsarse y motivarse para una realización a plenitud en todas las expectativas, objetivos, metas, planes y proyectos. También de meditar y reflexionar acerca de sí mismo, en relación con los puntos débiles y fuertes personales, para una superación consciente, según el razonamiento en la vida de opciones y oportunidades. El adquirir la capacidad de control y dominio sobre uno mismo, del cumplimiento de la misión y visión personal frente al entorno de la realidad. Acerca de esta autonomía personal, la Biblia dice lo siguiente: “De manera que, cada uno de nosotros dará á Dios razón de sí” (Romanos 14.12 – RVR1909). Cada persona tiene que asumir su propio compromiso y responsabilidad, nadie rendirá cuentas por uno ante Dios Padre y el Señor Jesucristo. Por esta razón, cada quien tiene que preocuparse por su propia y verdadera vida, perseverar hasta el fin y persistir con constancia, para mejorar la persona en sustancia pura y espiritual ante Dios.


Ninguno podrá alegar su propio desconocimiento: “… aun sin hacerlo á sabiendas, es culpable, y llevará su pecado” (Levíticos 5.17 – RVR1909). Tampoco ninguno tiene potestad de culpar a otro por sus propios actos: “… cada uno morirá



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por su pecado” (Deuteronomio 24.16 – RVR1909). Cada quien será responsable de sus acciones y palabras: “Si fueres sabio, para ti lo serás: Mas si fueres escarnecedor, pagarás tú solo” (Proverbios 9.12 – RVR1909). En el caso de los comentarios, las conversaciones, expresiones y opiniones se tomarán en cuenta ante Dios: “Mas yo os digo, que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mateo 12.36 al 37 – RVR1909). Esto es común en nuestro tiempo, cuando hay difamación en redes sociales, donde se desenfrena la crítica destructiva y voraz, se vuelve una anarquía o desorden incontrolado de las emociones y sentimientos, tanto en lo verbal como en lo visual: “Mas yo os digo, que cualquiera que mira á una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5.28 – RVR1909). Esto aplica tanto en hombres como en mujeres, cuando se presentan fotos o imágenes con desnudez insinuante y provocativa, dañina, impropia e inconveniente, con gestos de exhibicionismo de contenido erótico y sexual.

Los casos mencionados en el párrafo anterior, conforme a la teoría de la actitud, cuando el ser humano presenta una predisposición de reacción, ya sea negativa o positiva, ante determinadas situaciones de su entorno, según el resultado del comportamiento y conducta, se presentan las actitudes definidas de acuerdo con las consecuencias de sus acciones. Por esta razón las actitudes podrían ser agresivas, asertivas, denigrantes, desacertadas, ofensivas, entre otros. En el caso denigrante hay descrédito con los insultos y juzgamientos despectivos. Continuando con la teoría, hay un problema de comunicación con varios de los factores mentales, donde se imposibilita la aceptación o entendimiento claro del mensaje, por causa de los complejos, orgullo, miedos, preconceptos, prejuicios, prepotencia, soberbia, temores, timidez, entre otros. Es necesario apropiar los principios, valores y virtudes como personales, el fundamento de tener ciertas creencias primero que los sentimientos, a tal grado de menospreciar las emociones y sentimientos como sin importancia ni valor, está



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en contra del equilibro integral propio de la composición del ser interior estable. Equilibrar las características y cualidades proactivas y reactivas, es congruente e integral al ser sano, en relación con las actitudes, deseos, emociones, habilidades, hábitos, intereses, pensamientos, sentimientos y voluntades. Sumado al resultado del comportamiento y la conducta saludable, en la realidad causal de acciones y consecuencias.

El equilibrio consiste en que tanto nuestra área corporal de influencia proactiva, se anticipe a los acontecimientos, junto con nuestra área reactiva, de reacción estimulada por lo emocional o sentimental, sean dirigidas hacia el control de Jesucristo y mediante su guía se nos posibilite tomar las mejores decisiones, con las previsiones del caso para prevenir consecuencias presentes y futuras. Esto se logra plenamente si en el ser interior somos verdaderos discípulos de Cristo. La ayuda divina nos posibilita adquirir el carácter y personalidad de discípulo, así equilibrar los impulsos con los principios, valores y virtudes transmitidos por Jesucristo. De manera que se tiene la comunicación e información suficiente para deliberar y razonar previamente, antes de actuar o tomar decisiones impulsivas y precipitadas. Hay consciencia del ser interior. Los principios fluyen de adentro hacia afuera, con una interdependencia recíproca con otras personas para evitar agredir u ofender a otros. Jesucristo enseña: “Mas lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias” (Mateo 15.18 al 19 – RVR1909).


Se trata de mostrar y probar la condición o estado del ser interior en las actitudes, ego y temperamento, el carácter y la personalidad, en las emociones y los sentimientos, las costumbres y habitualidad, habilidades psicosociales y en lo socioemocional, ya sea en la conexión íntima y personal con el bien o con el mal, según sea el caso de la intención, motivación, voluntad de cada persona y su relación íntima, directa y personal con Dios Padre y el Señor Jesucristo.



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4.2) EL SER Y LA PERSONALIDAD


El salmista solicita a Dios lo siguiente: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti; Y no quites de mí tu santo espíritu. Vuélveme el gozo de tu salud” (Salmos 51.10 al 12 – RVR1909). Otro pasaje presenta la siguiente respuesta de Dios: “Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17.10 – RVR60). La personalidad se constituye en el conjunto de las características y cualidades propias de cada persona, que la distingue de las demás, según su mente y pensamientos, vinculados a la intención de su corazón. La misma influye directamente en las funciones vitales de la salud corporal y mental, que depende muchas veces del resultado de nuestro actuar, debido al estilo o modo de vida funcional y saludable que se tenga; según el interés particular del comportamiento y conducta. También facilita o indispone la salud integral de la persona, porque en términos de la existencia, es esencialmente persona y vida, biológica, física y genética. Se constituye un integrante de la especie humana, tanto desde el punto de vista biológico y por la condición como alma viviente, desde que se origina la concepción, fecundación o procreación. El proceso de la gestación a nivel de la combinación natural del ADN de los progenitores, la formación genética y fisiológica contiene un tipo de forma corporal en desarrollo que inicia la concepción.


Existen muchos tipos de cuerpos, uno es el cuerpo del cigoto, otro el cuerpo del embrión y otro el cuerpo del feto, pero corresponden a un solo proceso corporal. Así como en la simiente vegetal, uno es el cuerpo de la semilla y otro es el cuerpo de la planta y otro es el cuerpo del árbol, de principio a fin corresponde a un solo proceso: “Y lo que siembras, no



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siembras el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, acaso de trigo, ó de otro grano: Mas Dios le da el cuerpo como quiso, y a cada simiente su propio cuerpo” (1 Corintios 15.37 al 38 - RVR1909). Hay diferentes tipos de cuerpos con sus tipos de energía presentes, en la función de realizar el cambio y la transformación, de una evolución natural orgánica.

La concepción es lo que genera el inicio del crecimiento y desarrollo de una memoria energética microscópica, así como a nivel celular y neuronal hay almacenamiento y transmisión de información. Esta memoria energética es indispensable para la formación del ser humano, en su paso de cigoto, embrión y feto, su función posibilita la determinación de las características y las cualidades fisiológicas, pero también la facultad de trascender fuera del vientre de la madre, el ser interior y la personalidad manifestada en el transcurso de la vida sucesiva. Permitir la vida existencial del ser humano le posibilita la oportunidad vivencial de trascender para vida eterna. Ejemplo en Juan el Bautista y en Jesús (el subrayado es nuestro): “Y aconteció, que como oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fué llena del Espíritu Santo, Y exclamó a gran voz, y dijo. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Y de dónde esto á mí, que la madre de mi Señor venga á mí? Porque he aquí, como llegó la voz de tu salutación á mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre (Lucas1.41 al 44 – RVR1909). Se presenta una manifestación de emociones y sentimientos en Juan el Bautista en el vientre, cuando su madre Elisabet tiene seis meses de embarazo: “Y he aquí, Elisabet tu parienta, también ella ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes á ella que es llamada la estéril” (Lucas 1.36 – RVR1909).


La energía es fuerza y poder para producir un efecto, a nivel de memoria energética desde la formación del cigoto, embrión y feto, hay un proceso de crecimiento, desarrollo, nutrición y reproducción, con la contribución de los genes. Ahora bien, en el caso de la energía como alma viviente, es la fuerza de inteligencia, sensibilidad y voluntad que involucra



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las emociones y sentimientos inherentes al ser humano. Todo esto es innato, o sea, desarrollado y formado antes del nacimiento de la persona y su composición inicial, biológica, fisiológica y genética, tiene componentes previos utilizados en la formación de las neuronas. Se mezcla la forma de energía de la materia del ser vivo, con el componente inmaterial de lo que no es físico sino espiritual, por ejemplo, la intención y motivo que se trae al nacer y manifestado con la reacción posterior en la niñez, del desinterés o interés temperamental, a manera de una programación o software natural orgánico.

Un claro ejemplo es la presencia del amor o su ausencia en el desamor, visible en el egoísmo, la envidia, el odio, el rencor, el resentimiento y la venganza. La memoria energética no transmite por heredad genética la simiente del bien o del mal, sino que es una especie de código común para cada ser humano en formación, originado y transmitido genéticamente de forma connatural (congénito), desde el principio con Adán y Eva (causa desencadenante), y con el contenido de la duda e indecisión al obedecer a Dios en el temperamento. Por esta razón desde la niñez se requiere instrucción de la palabra de Dios: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos: y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4.12 – RVR1909). El ser humano es un ser de vida integral en lo corporal y en lo mental, el corazón representa la manifestación y la vivencia de las emociones y sentimientos desde el pensamiento e intención. Por ejemplo, hay infantes que traen consigo desde que nacen, la facilidad de enojo, el negativismo o pesimismo. Esto no es bueno, ni malo, sino parte de la forma de ser en la personalidad. El ser humano se puede moldear con el tiempo y la madurez y paz de la vida.


Existen distintas formas de energía transformables, o sea, energías con la posibilidad de cambiar a otro tipo de energía. El espíritu es la energía o fuerza vital, asociado a la fuerza de voluntad, conocido como el principio generador de



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la intención y motivación personal. Este tipo de energía nos anima e infunde el esfuerzo y el vigor, para contribuir con el proceso mental de activar y concienciar a la persona en sus actividades cotidianas. Así como es el espíritu energético de la persona, así es su intención y la motivación. El componente material de apoyo utilizado por el espíritu de vida es el aire u oxígeno, junto con la función de respiración del ser humano, además de la oxigenación que bombea el corazón a todo el cuerpo con la sangre rica en oxígeno, esencial para la vida.

El espíritu como energía puede llegar a la impureza o a la santificación, además de la consagración para la honra a Dios Padre el Creador. La energía demostrada por Jesucristo, preexistía antes de ser enviado en su primera venida por el Padre, con anticipación era anunciado proféticamente acerca de su misión, su intención personal (Espíritu de Cristo), sirve de inspiración para otros que siguen su ejemplo: “Obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salud de vuestras almas. De la cual salud los profetas que profetizaron de la gracia que había de venir á vosotros, han inquirido y diligentemente buscado. Escudriñando cuándo y en qué punto de tiempo significaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual prenunciaba las aflicciones que habían de venir á Cristo, y las glorias después de ellas” (1 Pedro 1.9 al 11 – RVR1909).


Dios Padre delega en Jesucristo toda la potestad, para ser el libertador del ser humano de la naturaleza de la duda e indecisión congénita al obedecer a Dios, contenida dentro de la esencia caracterizada de forma o manera particular, según el aspecto de la personalidad y ser interior del individuo, que depende de los factores afectivos, característicos, emocionales y sentimentales con lo cual se le puede conocer, determinar o identificar, en su ser y en el reaccionar. Hay diferencia entre el concepto o la noción del espíritu y la espiritualidad. El ser humano por la naturaleza tiene la energía e intención del espíritu, con las funciones mentales de la determinación, intelecto y racionalidad, pero con estas funciones solamente se adquiere conocimiento que atañe a la vida natural, en el



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sentido de las cuestiones de ocupación y subsistencia, como agricultura, alimentación, arte, ciencia, comercio, comunidad local, cultura, deportes, economía, educación, empresariado, esparcimiento, estudio laboral, profesional y técnico, familia, financiamiento, industria, negocio, otros, política, salubridad, socorrismo (brigadas), tecnología y trabajo en general.

En el caso de la espiritualidad corresponde a la persona desapegada a lo material y terrenal, mediante la consagración y santificación en las cuestiones de Dios, practicante de los principios y valores del evangelio y reino de Dios. La persona es portadora del conocimiento espiritual, culta y educada en la lectura de la palabra de Dios, que reconoce la excelencia y superioridad de la Sagrada Escritura. También es sensible en ayudar a los demás y experta en el ejercicio de la religión pura y sin mancha, en hacer el bien y la justicia, apartado de la maldad y del pecado: “La religión pura y sin mácula delante de Dios y Padre es esta: Visitar los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha de este mundo” (Santiago 1.27 – RVR1909). En la actualidad, en nuestro contexto, la espiritualidad es el paso previo para trascender al conocimiento celestial de Jesucristo. Por cierto, más que una importancia eclesiástica o religiosa, la espiritualidad es seguir y servir a Jesucristo como el camino para la salvación y vida eterna. Es demostrar con acciones la fidelidad de auténtico o genuino discípulo de Jesucristo, en relación con su ejemplo, mensaje y modelo de vida. Se cumplen todos los principios, valores y virtudes en torno a Jesucristo, tanto a su alrededor como un seguidor cercano y desde el ser interior de cada uno de sus seguidores con su encuentro. Jesús dice lo siguiente:


“Y llamando á la gente con sus discípulos, les dijo: ... Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras…, el Hijo del hombre se avergonzará también” (Marcos 8.34 al 38 – RVR1909)


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En relación con la constitución del ser humano, en su composición celular y corporal, propiedades eléctricas, físicas y magnéticas, se contienen elementos esenciales compuestos por los átomos y las moléculas, para los procesamientos químicos del organismo natural, y con fuerzas de enlace químico y de atracción. Semejante a los procesos en lo corporal, así sucede en lo espiritual, a través del ejemplo y la práctica, se irradia y propaga un efecto que influencia en la conducta y comportamiento de otros, también mediante el estímulo y la reacción de la inteligencia emocional y social, además de la impresión anímica o psíquica determinada por los sentimientos, la habilidad psicosocial y socioemocional.


La integración elemental de cada persona, abarca los aspectos anatómicos, biológicos y psicológicos, que inclusive en algún caso particular se podría presentar una alteración y patología anatómica, por causa de las acciones y reacciones de las emociones y sentimientos. Por consiguiente, puede resultar en una alteración psicológica, por la condición, comportamiento y estado de la conciencia. Por esta razón, según la criticidad, gravedad y deficiencia orgánica, a nivel de psiquiatría se ayuda y completa con tratamientos químicos de medicamentos, así conservar, estabilizar y mantener la salud.


Esto significa que es necesario una complementariedad, integración y relación entre lo corporal y lo espiritual, entre el cuerpo, comportamiento y conducta, inclusive en la toma de decisión y determinación, se requiere evaluar las diferentes posibilidades y sus consecuencias relacionadas, que afecten la vida personal o de otras personas. El alma humana es la persona con vida, que se compone del cuerpo y espíritu de vida, en otras palabras de cuerpo con las funciones de la respiración y de la mente. Pero la espiritualidad viene a ser la forma de comportarse y conducirse, con la dirección y guía de Dios, para cumplir su obediencia sin duda ni indecisión: “Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que andas” (Isaías 48.17 – RVR1909).



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Otra analogía o relación de semejanza entre lo corporal y lo espiritual, atañe a la capacidad o cualidad de cambio. Por ejemplo, el metabolismo de la combinación y conjunto de reacciones bioquímicas y procesos, que son fisicoquímicos a nivel celular y en el organismo en general, presentan la posibilidad de cambiar químicamente la esencia o naturaleza de ciertas sustancias, con procesos acoplados que utilizan la energía. En el caso de lo espiritual se requiere para el cambio personal, los procesos interrelacionados de arrepentimiento, conversión y resarcimiento, mediante acciones, consagración y santificación. Esto contribuye a contrarrestar o al menos mitigar moralmente el temperamento, resultado de la duda e indecisión al obedecer a Dios, que se arrastra genéticamente por generaciones en la memoria energética, heredada desde Adán y Eva, nuestro origen en la especie humana: “Y llamó el hombre el nombre de su mujer, Eva; por cuanto ella era madre de todos los vivientes” (Génesis 3.20 – RVR1909).


Este es nuestro origen o principio como linaje humano o conjunto de todos los descendientes de Adán y Eva: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay,… pues él da a todos vida, y respiración, y todas las cosas; Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habitasen sobre toda la faz de la tierra…” (Hechos 17.24 al 26 – RVR1909). La pregunta es: ¿fueron creados Adán y Eva con la patología de la duda e indecisión connatural (congénita) al obedecer a Dios? Para encontrar una respuesta se necesita analizar el antes y el después de Adán y Eva. Antes fueron creados a imagen de Dios, en relación con la eternidad: “Y crió Dios al hombre á su imagen, á imagen de Dios los crió; varón y hembra los crió” (Génesis 1.27 y 9.6 – RVR1909).


Posteriormente en la genética se transmiten los genes encargados del envejecimiento, entonces los descendientes de Adán pasan a ser a su imagen mortal, en lugar de la imagen eterna de Dios: “Y vivió Adam ciento y treinta años, y engendró un hijo á su semejanza, conforme á su imagen, y



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llamó su nombre Seth” (Génesis 5.3 – RVR1909). El resto de la creación sufre también el envejecimiento de la naturaleza:

“Dije: Dios mío, no me cortes en el medio de mis días: Por generación de generaciones son tus años. Tú fundaste la tierra antiguamente, Y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, y tú permanecerás; Y todos ellos como un vestido se envejecerán; Como una ropa de vestir los mudarás, y serán mudados: Mas tú eres el mismo, Y tus años no se acabarán. Los hijos de tus siervos habitarán, Y su simiente será afirmada delante de ti” (Salmos 102. 24 al 28 – RVR1909).

La imagen de Dios es su eternidad y también se hace una referencia a su semejanza: “Y dijo Dios: Hagamos al hombre á nuestra imagen, conforme á nuestra semejanza” (Génesis 1.26 – RVR1909). La mención a la semejanza, se refiere a lo relacionado con la santidad, porque Dios es Santo: “Como hijos obedientes, no conformándoos con los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; Sino como aquel que os ha llamado es santo, sed también vosotros santos en toda conversación: Porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1.14 al 16 – RVR1909). La ignorancia de la voluntad de Dios es duda e indecisión a su obediencia. En el caso de Adán y Eva dejaron de ser libres y perfectos de la culpa, o sea, cometen voluntariamente la desobediencia ante Dios, por causa de la misma duda e indecisión al obedecer.


La aquiescencia es el consentimiento y conformidad sufrido entre Adán y Eva, antes de comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, se relajan y tranquilos desafían la voluntad de Dios, como si la fidelidad y obediencia a Dios es opcional, sin importar las consecuencias, en lugar de tener una firme decisión de obedecer a Dios, sin ningún tipo de duda. Por ejemplo, Jesucristo dijo: “Mas yo os digo,



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que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5.28 – RVR1909).

Así fue el caso de Adán y Eva, el comer del fruto fue cuestión de tiempo, la disposición ya estaba en la mente y voluntad, nuevamente reiteramos, el corazón representa la manifestación de sus emociones y sentimientos generados por sus pensamientos e intenciones: “Y vió la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable á los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también á su marido, el cual comió así como ella” (Génesis 3.6 – RVR1909). Adán y Eva pierden la virtud especial de estar y ser dedicados a Dios, porque toman su propio camino sin santidad, ejercen su escogencia del libre albedrío, y se apartan de los deberes y obligaciones de la relación con Dios. Semejante a hacer lo que quieran sin dignidad, justicia, misericordia, santificación y temor a Dios.


Su castigo es transmitir genéticamente los genes del envejecimiento, por causa de la mortalidad, pero con las aspiraciones de su dependencia a Dios para llegar a recibir vida eterna, mediante la espiritualidad a través de Jesucristo: “Bendito el Dios y Padre del Señor nuestro Jesucristo, el cual nos bendijo con toda bendición espiritual en lugares celestiales en Cristo: Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor” (Efesios 1.3 al 4 – RVR1909). Para volver a restaurar la semejanza con Dios, es indispensable cumplir la santidad, sin injuria de calumnia, cizaña, corrupción, desacreditación, desinformación, desprestigio, difamación o insulto de engaño:


“ASÍ que, amados, pues tenemos tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación en temor de Dios. Admitidnos: á nadie hemos injuriado, á nadie hemos corrompido, á nadie hemos engañado…” (2 Corintios 7.1 al 3 – RVR1909).


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4.3) EL TEMPERAMENTO CON LA PATOLOGÍA DE LA DUDA E INDECISIÓN CONNATURAL (CONGÉNITA) AL OBEDECER A DIOS


La duda es un estado mental de la persona frente a una propuesta contraria a su propio deseo, ligada a la indecisión, máxime cuando se tiene con indiferencia la conveniencia o inconveniencia a la hora de tomar una decisión. El problema en relación con la obediencia a Dios, se presenta cuando el ser humano contrario a la fidelidad o lealtad, determina que es un dilema el obedecer a Dios, o sea, que la decisión no se ajusta a sus propios intereses, porque tendría que renunciar a su voluntad exclusiva y someterse a la voluntad absoluta de Dios. Se tiene a las dos premisas de desobedecer u obedecer como similares, donde la persona concluye que le da igual la consecuencia o resultado de ambas, pero sin dar importancia a la obediencia. La verdadera disyuntiva está en el resultado de la decisión de obedecer, como una bifurcación excluyente del desenlace de la desobediencia a manera de una dicotomía.


Aunque existe la posibilidad del libre albedrío para la toma de cualquier decisión, Dios no acepta la duda ni la indecisión como justificación o pretexto, sino solamente el hacer su voluntad, por esta razón Dios ofrece promesas de salvación y vida eterna, para incentivar y motivar la fidelidad a su obediencia. La decisión o resolución de la duda de obedecer a Dios es impostergable, como el supuesto de tomar una determinación en el momento de la agonía antes de morir. Estas personas viven sin discernir o distinguir la diferencia, entre vivir desobedientes u obedientes a Dios,



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envejecen sin un cambio o transformación de conciencia y sin propensión de sujeción a la voluntad de Dios. Por ejemplo, hay actos vergonzosos cometidos por personas sin sentir o tener vergüenza, contrarios al decoro, honestidad, honor, honra, prestigio y pudor, por ser acciones contra la integridad de la persona ante Dios, por lo tanto, algunos cometen actos repudiables sin ningún tipo de vergüenza: “¿Qué fruto, pues, tenías de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora, librados del pecado, y hechos siervos á Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y por fin la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6.21 al 23 - RVR1909).

El tener por fruto, visible, la santificación es un requisito indispensable para ser semejantes a Dios. Los principios son las normas de vida fundamentales, para regir la conducta y el pensamiento. Los valores tienen la relación con el grado de aprecio, estima y bienestar de cualidades que son correctas, positivas y de valía en calidad. La virtud está en la efectividad y fuerza de ejercer el bien con todo el poder de voluntad. La predisposición y tendencia biológica del temperamento, tiene una causa física (propiedades de la energía y de la materia) y un efecto en las facultades mentales, además de un origen que es Divino y una finalidad espiritual. El temperamento es portador de un código energético, en la memoria energética intrínseca en todo ser humano. Este código es el elemento o esencia activador del conocimiento celestial, con un contenido o presentación como tipo de patología de la duda e indecisión connatural (congénita) al obedecer a Dios. La historia de la humanidad muestra que Dios comunica de muchas formas o maneras: “Dios, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo á los padres por los profetas, En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo” (Hebreos 1.1 al 2 – RVR1909). Que en los últimos tiempos determina en Jesucristo toda la potestad de ser la luz, que ilumina la duda e indecisión para la obediencia fiel a Dios:



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“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo: el que no cree á Dios, le ha hecho mentiroso; porque no ha creído en el testimonio que Dios ha testificado de su Hijo. Y este es el testimonio: Que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida: el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. Estas cosas he escrito á vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. Y esta es la confianza que tenemos en él, que si demandáremos alguna cosa conforme á su voluntad, él nos oye” (1 Juan 5.10 al 14 – RVR1909).

La falta de confianza y seguridad en Dios, provoca la dureza del corazón en el sentido simbólico y está asociado al significado de la falta de flexibilidad del temperamento. Los químicos cerebrales (neurotransmisores), tienen relación con los pensamientos y sentimientos, representado por la mente y el corazón, según las funciones propias del cerebro y sus conexiones corporales, así el temperamento es definido por la genética y cierto grado de estimulación energética, que es representado por la dureza de corazón o corazón de piedra. En el temperamento impera la nulidad de cambio por medio de acciones, hay dificultad de control, tampoco aprendizaje o educación, sino heredad biológica, con el origen genético no modificable. La única alternativa detonante de incitar una irradiación de luz, que estimule energéticamente un cambio y modificación del temperamento, superando duda e indecisión de obedecer a Dios, es mediante Jesucristo: “Esto pues digo, y requiero en el Señor, que no andéis más como los otros Gentiles, que andan en la vanidad de su sentido. Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón: Los cuales después que perdieron el sentido de la conciencia, se entregaron á la desvergüenza para cometer con avidez toda suerte de impureza” (Efesios 4.17 al 19 – RVR1909).



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El sentido en el camino del encuentro de la comprensión y entendimiento del conocimiento que es de fuente celestial, está vinculado con la transmisión a través de Jesucristo, para auxiliar a quienes están en la ignorancia del conocimiento de Dios Padre, porque el entenebrecerse, se relaciona con la ausencia de la luz de Jesucristo, en los temperamentos duros de piedra aferrados a la duda e indecisión al obedecer a Dios: “Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida” (Juan 8.12 – RVR1909). Mientras las personas permanezcan en tinieblas estarán sin comprensión de la luz de Jesucristo: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron” (Juan 1.4 al 5 – RVR1909).


Si el temperamento es heredado e innato, genéticamente sin la posibilidad de modificar, sin el poder de cambiar por el ambiente, entorno o hábitat; que es biológico sin la capacidad de aprendizaje o educación, además de difícil de controlar. Entonces, únicamente el poder de Dios puede guiar a la persona, ya que para Dios no hay nada imposible y es factible cambiar, modificar o transformar: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón: Pruébame y reconoce mis pensamientos: Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno” (Salmos 139.23 al 24 – RVR1909). En la actualidad las personas buscan mejorar y dar un mayor sentido a su vida cotidiana, por medio del conocimiento de las virtudes y de la expresión temperamental, enfocado más hacia un temperamento espiritual: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas á su luz admirable” (1 Pedro 2.9 – RVR1909). La homeostasis y los sistemas que influyen el comportamiento y la conducta, son funciones del Endocrino, relacionado con las glándulas y las hormonas, por ejemplo, la glándula pituitaria. El sistema nervioso, que contribuye para el funcionamiento fisiológico, adecuado del organismo y todo lo referente a los procesos corporales, por ejemplo, parasimpático y simpático.



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4.4) EL EGO HUMANO FRENTE AL DIOS YO SOY


La formación del ser humano surge de una memoria energética microscópica, con el contenido del genoma y los genes necesarios, para definir los caracteres hereditarios del organismo a plenitud. Por otra parte, el ego humano tiene vinculación con el temperamento. Además de cierta relación íntima con el carácter y la personalidad, influenciados por las costumbres y hábito cotidiano, cuyo resultado se refleja en el comportamiento y la conducta. El temperamento es biológico y genético, por consiguiente se nace con el mismo de forma innata, por esta razón su estabilidad la hace prácticamente sin la posibilidad de modificación, aunque gradualmente es controlable. Mientras tanto el ego se puede mejorar con la solidaridad, que es un ego solidario de compartir con otros.


El ego y el temperamento tienen una relación recíproca, porque el temperamento es la parte biológica y genética, determinante para la forma de ser de la persona, pero tiene su particularidad de invariabilidad, salvo el poder activo de la fe en Dios, para iluminar el conocimiento de la certeza, confianza y decisión al obedecer a Dios: “Empero sin fe es imposible agradar á Dios; porque es menester que el que á Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11.6 – RVR1909). El ego se puede variar, según el aprendizaje, culto de latría y la educación, especialmente con la práctica solidaria del bien y servicio.


Brota o emana una chispa de iluminación de fe en el momento ¡eureka!, en relación con la obediencia a Dios, de manera que su activación es por medio del poder de Dios: “Para que vuestra fe no esté fundada en sabiduría de hombres, mas en poder de Dios” (1 Corintios 2.5 – RVR1909). Este poder de Dios despierta con claridad un conocimiento



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certero, evidente y seguro, sin incertidumbre, porque el descubrimiento del despertar ¡eureka! en el conocimiento que está escondido, ignorado u oculto, viene a ser la inspiración para reconocer a Jesucristo en la obediencia a Dios Padre.

El ego es el “yo” de una persona y puede ser afectado por la propia afectividad o capacidad de vivir las emociones y los sentimientos. Influye en el ego el coraje, o sea, la decisión valiente para enfrentar determinada situación. También la susceptibilidad, que es la capacidad de recibir impresión o de sentirse ofendido. Del ego depende la intención y motivación para actuar, según la interioridad de su pensamiento. El ego de cada persona es la autenticidad de su propia realidad, es un proceso de madurez hasta alcanzar buen juicio y sensatez. El proceso del ego es un espejismo, viene a ser el “yo soy el espejismo que soy”, porque gradualmente se consolida con la estabilidad, fe, firmeza y solidez, siempre y cuando, sea sin la obstinación del egocentrismo, egoísmo o egolatría. La clave para la superación del ego, está en la práctica auténtica y sincera de la solidaridad. El ego personal es un espejismo que depende del verdadero Oasis establecido por Dios Padre. Este Oasis permanente, sin agotar ni perecer, proveedor del agua de vida sustentable y sostenible es Jesucristo. En cierta ocasión Dios dice lo siguiente: “Y respondió Dios á Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás á los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado á vosotros” (Éxodo 3.14 – RVR1909). La vida permanente está en Dios.


La antítesis del ego solidario es la autosuficiencia de bastarse a sí mismo con burla, engreimiento, pedantería y presunción de un tipo de exceso de autoestima, que desprecia y menosprecia la solidaridad hacia otros. Lo contrario de ser “enviado a vosotros” es el estatismo egoísta, del propio interés desmesurado sin accionar el bien común. El profeta Jonás, según su ego, es un profeta eficiente que logra el propósito en la ciudad de Nínive, porque el pueblo se arrepiente, con una actitud optimista y positiva; o es de profeta sin credibilidad, porque no se cumple su anuncio de la destrucción de Nínive, con una actitud de profeta egoísta, negativo y pesimista.



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Dios tiene existencia propia y por siempre, o sea, Dios existe por sí mismo, sin ningún tipo dependencia, mientras que la existencia del ser humano depende de Dios. El ego humano se conoce a sí mismo en la medida que reconoce a Jesucristo, a quién Dios Padre ha establecido para que el ser humano reciba vista y vida eterna. Dios es el Ser Supremo y los seres humanos que logran la madurez del ego semejante a Jesucristo, son fieles y sujetos a la autoridad designada por Dios, con el conocimiento claro para aceptar la obligación y sometimiento del obedecer, de manera que se subordine el buen juicio y la sensatez de la obstinación del temperamento. Así se cumple la redención de Jesucristo sobre el género humano con su pasión, muerte y resurrección: “Díjoles pues, Jesús: Cuando levantareis al Hijo del hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; mas como el Padre me enseñó, esto hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre; porque yo, lo que á él agrada, hago siempre” (Juan 8.28 al 29 – RVR1909).


El corazón del ego humano que es duro o de piedra, es el temperamento, pero se presenta un conflicto en cada persona entre el escepticismo y el valor de la empatía para dar forma a un equilibrio en la conciencia racional. Las características y cualidades biológicas, bioquímicas, fisiológicas, genéticas y en las demás funciones relacionadas en lo corporal y el espíritu, son parte del ser humano actual, igual como en Adán y Eva hace alrededor de seis mil años. Eva para darse cuenta de su propia realidad, sufre de escepticismo, el conocimiento cierto, completo y verdadero, es la obediencia a la voluntad de Dios, sin embargo, Eva se deja llevar por la duda e indecisión al obedecer a Dios. La reacción de Adán, aunque se inclina a la falta de credulidad y fe, debido a su propio temperamento, actúa con empatía, en el sentido de la identificación con Eva. Hay una realidad imperante que es hacer la voluntad de Dios, pero tanto Adán como Eva, siguen su realidad personal con el uso del libre albedrío y ceden a la presión externa del entorno de influencia y tentación. Tanto el ego como el temperamento no se pueden esquivar ni evadir, nadie se los quita de encima.



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La voz de la serpiente fue el cuestionamiento detonante. La curiosidad de Eva era un deseo de averiguar y saber con su facultad de analizar, observar, pensar y reflexionar. El temperamento es una especie de terquedad o testarudez, por este motivo la comparación con la dureza de corazón, donde se requiere el equilibrio de la empatía, para la capacidad de la persona de comprender las emociones y tener identificación con los demás, como dice Pablo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11.1 – RVR1909); “Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad los que así anduvieren como nos tenéis por ejemplo” (Filipenses 3.17 – RVR1909).


La fe es certeza, confianza y seguridad, especialmente al obedecer a Dios y a su Hijo, contrario a la duda e indecisión. Abel presenta una ofrenda a Dios, nótese como se menciona que Dios se agrada de Abel, esto es su actitud y personalidad: “… Y miró Jehová con agrado á Abel y á su ofrenda” (Génesis 4.4 – RVR1909). La ofrenda de Abel el justo, representa la fe de certeza, confianza y seguridad al obedecer a Dios: “Por la fe Abel ofreció á Dios mayor sacrificio que Caín, por la cual alcanzó testimonio de que era justo,…” (Hebreos 11.4 – RVR1909). ¿Cómo se demuestra la estima y reconocimiento de Dios por la actitud y personalidad? Un pasaje bíblico dice: “Porque misericordia quise, y no sacrificio; y conocimiento de Dios más que holocaustos. Mas ellos, cual Adam, traspasaron el pacto: allí prevaricaron contra mí” (Oseas 6.6 al 7 – RVR1909). Este conocimiento es celestial y pertenece a Dios sin límite, por esta razón Dios es el “YO SOY EL QUE SOY”, porque el conocimiento de Dios es completo, perfecto, pleno y total, mientras que el ser humano tiene un conocimiento muy imperfecto, incompleto, limitado y restringido, con absoluta necesidad del conocimiento, energía, memoria, protección y respaldo de Dios y su Hijo: “… mas te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; mas con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo tu Redentor Jehová… mas no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz vacilará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti” (Isaías 54.7 al 10 – RVR1909).



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Principios y valores como la fe, justicia y misericordia, no tienen cabida en lo que llaman un mal temperamento, porque requiere un corazón contrito y humillado para cambiar ante Dios: “Porque no quieres tú sacrificio, que yo daría; No quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado: Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmos 51.16 al 17 – RVR1909). Así las actitudes y personalidad en general es indispensable para el agrado de Dios: “… porque Jehová mira no lo que el hombre mira; pues que el hombre mira lo que está delante de sus ojos, mas Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16.7 – RVR1909).


El ego humano es característico y propio del individuo, en el buen sentido de la palabra, es domable o indomable según cada caso particular. La sociedad moldea el individuo con sus preconceptos y prejuicios en contra de la fidelidad y obediencia a Dios. La tendencia del ser humano es promover una aparente fe, pero ciega, por beneficio y conveniencia personal, por ejemplo, las luchas de poder, ya sea comercial, económico, financiero, ideológico, militar, político y territorial.


En el caso de la fe y la abundancia de creencias ciegas, se incluye el poder religioso, por consiguiente sus luchas y rivalidades por cuestiones de confesiones de fe, sustentadas en sus propias creencias consideradas incuestionables: “Pero si tenéis envidia amarga y contención en vuestros corazones, no os gloriéis, ni seáis mentirosos contra la verdad: Que esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica. Porque donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago 3.14 al 16 – RVR1909). Infalible solo Dios Padre y su Hijo. El ego humano es individual, se puede dar un ego colectivo de acuerdo con la cultura social. La sabiduría que desciende de lo alto es la sabiduría del Dios YO SOY, sin embargo, el ser humano se fascina por la egolatría del acumulamiento y adquisición de bienes y servicios superfluos. El derroche, enriquecimiento desmesurado, entretenimiento, exceso de placer y vicio, fama, fanatismo, lucro, lujo, lujuria, opulencia, orgullo, pleitesía,



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prestigio, reconocimiento, soberbia, status social y vanidad, convertidos en ídolos culturales y sociales. Su valor práctico no está en Dios, ni su tesoro o valor más apreciado es Dios, no hay respeto, ni dignidad, ni sensibilidad intelectual a Dios.

Mientras tanto, la sabiduría única del Dios YO SOY, de ninguna manera es egoísta, sino es el compartir del amor y servicio demostrado y visible en Jesucristo: “Mas la sabiduría que es de lo alto, primeramente es pura, después pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, no juzgadora, no fingida. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen paz” (Santiago 3.17 al 18 – RVR1909). Esto significa que la guía del enfoque principal y el norte con dirección del rumbo hacia el camino de la conducta en Jesucristo, propone seguir las acciones con la orientación primordial, establecido como el propósito y sentido de la vida existencial. El ego que es colectivo en la cultura social, tiene su propia personalidad, sumida en las guerras sin sentido y luchas de poder, por cuestión de satisfacer el deleite y el dolo:


“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No son de vuestras concupiscencias, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y guerreáis, y no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Santiago 4.1 al 3 – RVR1909).

La paz interior del ser humano requiere la mejora y superación del ego y la personalidad. El egocentrismo es la disposición anímica y psíquica de priorizar los intereses que son propios como el centro, donde se direccionan todas las actividades personales. Pero resulta que es Dios Padre el Creador de todo lo existente, quien determina en la persona y vida de Jesucristo como el cristocentrismo, o sea, el centro de



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todas las actividades personales del ser humano. Lo que pasa es que el mundo vive su propia realidad, según su propio pensamiento y acciones, mientras que la realidad Divina, establecida por Dios Padre es muy diferente a la humana, quienes han establecido su propio camino contrario al de Dios. Es decir, la persona de Jesucristo es el modelo a seguir en su personalidad, por su carácter, temperamento y hábitos practicados durante su cotidianidad, plasmados en literatura y narración de evangelios en Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

El carácter, ego, personalidad y temperamento en el ser interior se conjugan, pero todo el conjunto del “ser yo” es más complejo; se interviene el proceso mental y los pensamientos complementarios que se interrelacionan entre sí, como en las actitudes, ahínco, anhelos, aptitud tanto adquirida o innata, arrepentimiento, aspiraciones, atributos, comportamientos, comprensión, comunicación mayormente asertiva, comunión, conducta, conocimientos, conversión, consagración, cortesía, creencia, cualidad, culto, deber, deseos, dignidad, disciplina, emociones, entendimiento, esencia, habilidades psicosociales y socioemocional, hábitos, integridad, inteligencia, intención, madurez, motivación, obligación, paz, paciencia, potencial, preferencia, principios, prioridad, propósitos, resarcimiento, responsabilidad, santificación, sentido, sentimientos, valores, verdad, vigor, virtud y voluntad. Por esta razón, el ego no está completo a cabalidad ni a plenitud, sino que es un proceso de progresión toda la vida, hasta el último aliento o suspiro, de todo este conjunto que nos caracteriza como ser interior.


El que ignora esta integración del ser interior en Cristo, y vive sin conciencia integral de todo esto en su propia vida, en realidad no sabe para que existe, como dice la Biblia: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1.21 – RVR1909). Así, el sentido de la existencia o propósito y sentido de la vida, está en Jesucristo mismo. La condición o el estado de preparación personal, en el momento de la muerte, es ganancia cuando el proceso de Cristo en el ego o ser de cada quien, se completa según la referencia en



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Cristo: “Hasta que todos lleguemos á la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, á un varón perfecto, á la medida de la edad de la plenitud de Cristo” (Efesios 4.13 – RVR1909). La constitución y diseño de lo corporal, mental y espiritual, es determinada y diseñada por Dios Padre como el Creador del ser humano, por lo tanto, el dominio en el funcionamiento biológico, genético y orgánico, lo conoce plenamente Dios. Un objeto de estudio de la ciencia supone al ser humano, que es la creación de Dios. Ciencia, fe y razón se complementan, el propietario del saber completo y exacto, porque lo sabe todo, es la autoría de Dios. Así, Dios es el Creador de todo lo que se involucra energía, espacio, espiritualidad, materia y tiempo. La decisión y potestad de diseño de Dios en la composición y forma del ser humano, se manifiesta en la creación, así como el alfarero, barro y herramienta: “Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros lodo, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos, todos nosotros” (Isaías 64.8 – RVR1909). La herramienta del poder de creación: Espíritu Santo de Dios.

La relación con el ego humano frente al Dios YO SOY, es por medio de Jesucristo, para que el ego y la personalidad sean transformados, inclusive la dureza del temperamento, para traer iluminación a la duda e indecisión al obedecer a Dios. Así como el ser humano en su formación pasa por el proceso de cigoto, embrión y feto, también puede trascender en un proceso de lo natural, espiritual al nivel celestial. Dios Padre ha sido, es y será por siempre. La imagen de Dios es la eternidad y su semejanza es la santidad, aunque es invisible y nadie humano ha visto a Dios, su carácter es manifestado en la persona de Jesucristo su Hijo, para ejemplo y modelo de la vida cotidiana en la relación de convivencia en humanos, por ejemplo, caminar con Dios en la humildad al encuentro con su Hijo. Porque Jesucristo representa la santidad de la presencia de Dios Padre, su historia y vida ejemplar es épica, por lo extraordinario, pero única, porque es el mismo Dios Hijo hecho humano y enviado directamente de Dios Padre. La misión de cada persona es servir a Jesucristo, quien es loable en alabanza y sublime en el ejemplo y testimonio de su vida.



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Jesucristo es histórico y digno de que todo ser humano, sin excepción, lo analice, estudie e investigue, para educación y aprendizaje de vida en toda la civilización, cultura y nación. Los indicios bíblicos e históricos que conducen para averiguar su vida, son indispensables para seguir sus huellas o pasos. Dios Padre no ha establecido la honra para ningún otro que no sea Jesucristo, porque nadie ha dejado huella y rastro como su Hijo, que nunca cometió injusticia ni pecado: “He aquí te he purificado, y no como á plata; hete escogido en horno de aflicción. Por mí, por amor de mí lo haré, para que no sea amancillado mi nombre, y mi honra no la daré á otro” (Isaías 48.10 al 11 – RVR1909). Jesucristo vino a restaurar al ser humano a la imagen y semejanza de Dios, para que el ser humano sea un ser limpio, puro, santo, sin impurezas y sin iniquidad, con una conexión de armonía, comunión y unión, con la guía directa de Dios, mediante su Santo Espíritu, el compromiso, decisión, determinación y responsabilidad ante el Padre. Hacer el bien, además de las confesiones de fe, listas de creencias o dogmas, implica y requiere integralmente todo el carácter y personalidad, ego y temperamento, acciones, actitudes, comportamiento, conducta, emociones, habilidades psicosociales, hábitos, intenciones, pensamiento, principios, sentimientos, virtudes y valores, integradas al ser interior:


“… El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá á condenación, mas pasó de muerte á vida. De cierto, de cierto os digo: Vendrá hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios: y los que oyeren vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así dio también al Hijo que tuviese vida en sí mismo: Y también le dio poder de hacer juicio, en cuanto es el Hijo del hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; Y los que hicieron bien, saldrán á resurrección de vida; mas los que hicieron mal, á resurrección de condenación” (Juan 5.22 al 29 – RVR1909).


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4.5) EL AFECTO Y EL ESTADO DE ÁNIMO


El afecto y el estado de ánimo, combinados en principios de actividad humana, con el fin de emprender acciones del espíritu energizante e irradiar influencia optimista y positiva, se logra mediante la inclinación y tendencia a los aspectos más favorables. La Biblia dice: “Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber: que haciendo esto, ascuas de fuego amontonas sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo; más vence con el bien el mal” (Romanos 12.20 al 21 – RVR1909). Jesucristo establece un precedente cuando da su vida por amor, no solamente a sus amigos sino también a sus enemigos. Jesucristo vino a servir y de ninguna manera pretende servirse en detrimento de los demás, sino para establecer un ejemplo y modelo de servicio para el bien común, en la relación y sentido comunitario, con fraternidad y hermandad. Jesucristo en su ego antepone el “yo de Dios” con una verdadera autoridad espiritual y moral.


Dios en su afecto y ánimo envía a su propio Hijo para traer la enseñanza y mensaje, con la finalidad de generar y fomentar una educación y formación celestial en el humano, práctico y útil para las actividades de convivencia en el diario vivir, y trampolín para la aspiración a la vida eterna celestial: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado á su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios á su Hijo al mundo, para que condene al mundo, mas para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; mas el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3.16 al 18 – RVR1909).


¿Cómo comprender y lograr entender al Hijo primogénito y a la vez unigénito? Hemos mencionado a Dios Padre como



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la energía única al principio de todo lo existente, es la energía creadora con su Espíritu del espacio, materia y tiempo:

“… y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los términos de la habitación de ellos; Para que buscasen á Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen; aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros: Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como también algunos de vuestros poetas dijeron: Porque linaje de éste somos también. Siendo pues linaje de Dios, no hemos de estimar la Divinidad ser semejante á oro, ó á plata, ó á piedra, escultura de artificio ó de imaginación de hombres” (Hechos 17.26 al 29 – RVR1909).

Obsérvese la diferencia entre estar apegado a lo terrenal, con los pies puestos en lo material, o ser parte de la energía de Dios y moverse en su energía, porque en él vivimos, nos movemos y somos. El afecto y el estado de ánimo involucran las emociones y los sentimientos, según la condición del equilibrio y salud mental. A su vez atañe a las intenciones y a la voluntad. El ser humano es un ser integral, pero divaga y se desplaza sin dirección, orientación, propósito o rumbo determinado, su intelecto se limita solo a la competitividad y desempeño de supervivencia humana en lo terrenal sin Dios.


Se dice que tanto las emociones colectivas o individuales en sociedad, requiere de una inteligencia para las reacciones y los reflejos de un comportamiento y conducta adecuados y moderados. Por esta razón, en relación con lo que atañe a la vida eterna, el ser humano tiene una dependencia de la Inteligencia y Sabiduría de Dios, mediante su energía mental a través de la mente de su Hijo Jesucristo: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién le instruyó? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.16 – RVR1909). El pasaje anterior hace referencia a una instrucción Divina, de



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Padre a Hijo. ¿Quién instruyó al Señor Jesucristo en su preexistencia? Instrucción recibida como Hijo Heredero, el Principal y Jefe del séquito celestial. Jesús dijo lo siguiente:

“Yo la luz he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. Y el que oyere mis palabras, y no las creyere, yo no le juzgo; porque no he venido á juzgar al mundo, sino á salvar al mundo. El que me desecha, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue: la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. Porque yo no he hablado de mi mismo; mas el Padre que me envió, él me dió mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna: así que, lo que yo hablo, como el Padre me lo ha dicho, así hablo” (Juan 12.46 al 50 – RVR1909).

Esta conexión, contacto y relación directa de Jesucristo como Hijo con su Padre, lo hace ser el único o unigénito. La inteligencia transmitida por Jesucristo tiene relación con el poder de elección. Se dice que quien tiene el conocimiento tiene el poder, pero trasladémonos a la época de Adán y Eva, donde se presenta el árbol de la ciencia del bien y del mal. Eva tiene duda e indecisión al obedecer a Dios, función del temperamento. Dios les da instrucciones o mandamiento, de comer de cualquier árbol, excepto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Entre todas las opciones, en su facultad y libertad de elegir, resulta que tanto Adán como Eva escogen la opción censurada que es la prohibida. El conocimiento es la instrucción o mandamiento de Dios, conocida por Adán y Eva, pero la inteligencia viene a ser la capacidad de procesar la información y determinar la mejor aplicación y deducción, para una conclusión de la fidelidad y lealtad a la obediencia.


El árbol de la vida, reiteradamente hemos confirmado su referencia a Jesucristo, por consiguiente, es la inteligencia de



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Jesucristo demostrada con la praxis de sus enseñanzas. Una vez realizada la infracción por parte de Adán y Eva, con el inicio de la maldad y pecado, se posibilita su comparación del antes y después de la desobediencia y rebeldía, de manera que se amplía el panorama para distinguir entre el bien y el mal. Por lo tanto, se confirma la existencia de una especie de inteligencia emocional y social, pero entre todos los conceptos presentados al respecto, la mejor concepción construida con la práctica, es demostrada y expuesta por Jesucristo mismo, con su ejemplo y modelo de vida, en justicia, paz y santidad.

El afecto y ánimo es decidido, determinante y resuelto, no duda ni vacila, puede ayudar en lo temperamental. La historia de la humanidad titubea entre sus propios ídolos y dioses falsos, frente a Dios. Así dijo Josué: “Y si mal os parece servir á Jehová, escogeos hoy á quién sirváis; si á los dioses á quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron de esotra parte del río, ó á los dioses de los Amorrheos en cuya tierra habitáis: que yo y mi casa serviremos á Jehová” (Josué 24.15 – RVR1909). Ante los dioses falsos, Dios es único y no hay otro Dios: “Por tanto tú te has engrandecido, Jehová Dios: por cuanto no hay como tú, ni hay Dios fuera de ti, conforme á todo lo que hemos oído con nuestros oídos” (2 Samuel 7.22 – RVR1909). Dios permite y posibilita un homenaje solamente a su Hijo: “Y ahora, reyes, entended: Admitid corrección, jueces de la tierra. Servid á Jehová con temor, Y alegraos con temblor. Besad al Hijo, porque no se enoje, y perezcáis en el camino, Cuando se encendiere un poco su furor. Bienaventurados todos los que en él confían” (Salmos 2.10 al 12 – RVR1909). La primacía soberana del Hijo el Rey y Señor (Apocalipsis 19.16).


Toda la creación fue establecida por Dios como herencia para su Hijo: “Yo publicaré el decreto: Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por heredad las gentes, Y por posesión tuya los términos de la tierra” (Salmos 2.7 al 8 – RVR1909). El Padre se acompañaba de su Hijo en la creación: “… ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?”



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(Proverbios 30.4 – RVR1909). Hay una analogía en Proverbios para comparar al Hijo con la inteligencia y sublime sabiduría:

“Yo, la sabiduría, habito con la discreción, Y hallo la ciencia de los consejos… Conmigo está el consejo y el ser; Yo soy la inteligencia; mía es la fortaleza… Jehová me poseía en el principio de su camino, Ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desde el principio, Antes de la tierra. Antes de los abismos fuí engendrada; Antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas… Cuando establecía los fundamentos de la tierra; Con él estaba yo ordenándolo todo; Y fuí su delicia todos los días, Teniendo solaz delante de él en todo tiempo” (Proverbios 8.12 al 30 – RVR1909).

Recordemos que al Hijo se le identifica como la acción, palabra o verbo: “En el mundo estaba, y el mundo fué hecho por él; y el mundo no le conoció… Y aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1.10 y 14 – RVR1909). El Padre ama al Hijo (Juan 3.35 al 36). También al Hijo se le asocia con la vida eterna, y gracias a que existe el Hijo es que a Dios se le puede llamar el Padre:


“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos mirado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida; (Porque la vida fué manifestada, y vimos, y testificamos, y os anunciamos aquella vida eterna, la cual estaba con el Padre, y nos ha aparecido;) Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros: y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1 Juan 1.1 al 3 – RVR1909).


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4.6) LA DIGNIDAD ÍNTEGRA DE LA PERSONA


La dignidad íntegra de la persona está relacionada con hacerse merecedor de una retribución, como resultado del mérito de las acciones para lograr el aprecio y recompensa, por ejemplo, la fidelidad y lealtad a Dios, tanto fidelidad porque es el Ser Supremo como la lealtad a su intención, plan y voluntad. Esta fidelidad y lealtad a Dios es de su agrado, porque la persona logra congraciar como un hijo de Dios, al recibir el afecto, benevolencia y simpatía del Padre. Prevalece la gracia Divina y en el ser humano lo imperativo del deber por mandato Divino. Hay una gratitud mutua o recíproca, por lo tanto, predomina la obediencia a la voluntad de Dios, un acuerdo o pacto entre las partes: “Y el Dios de paz que sacó de los muertos á nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del testamento eterno, Os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo: al cual sea gloria por los siglos de los siglos. Amén” (Hebreos 13.20 al 21 – RVR1909). La dignidad da aptitud e integridad.


Esta dignidad es integral en aquella persona consciente, cuando la misma se combina con la rectitud, para que sea intachable, sin defecto, falta o imperfección: “Para que sean confirmados vuestros corazones en santidad, irreprensibles delante de Dios y nuestro Padre, para la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos” (1 Tesalonicenses 3.13 – RVR1909). Ser irreprensible es que no merece reprensión, o sea, amonestación y corrección por lo dicho o hecho. De esta manera seguir a Jesucristo e imitar su ejemplo y modelo de vida, en consagración y santificación, posibilita una vida de perfección en Dios, debido a la formación en la decencia. El ser decente es la calidad suficiente de la dignidad en los actos y palabras, calidad en el sentido de la excelencia. La dignidad



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íntegra de Jesucristo es lo más sublime que esta humanidad en su historia ha logrado presenciar, como ejemplo y modelo.

La dignidad íntegra existe desde el primer inicio, origen o principio, pero la Biblia advierte de la irrupción de ángeles sin conservar la dignidad íntegra: “Y á los ángeles que no guardaron su dignidad, mas dejaron su habitación, los ha reservado debajo de oscuridad en prisiones eternas hasta el juicio del gran día” (Judas 1.6 – RVR1909). Por esta razón, Jesucristo vino a este mundo a demostrar su propio ejemplo, en la aplicación y ejercicio de hacer la voluntad del Padre con dignidad íntegra. Los ángeles caídos dejaron su lugar y parte con Dios, abandonaron su destino original y servicio a Dios, su morada permanente con su Creador. Al parecer la causa está identificada con el engaño y la mentira, implicado por el orgullo, soberbia y vanagloria, por esta razón los ángeles que cayeron, los absorbió la desgracia, porque atrajeron a sí lo contrario a la gracia proveniente de Dios. ¿Por qué los ángeles no guardaron su dignidad? Alguna idea o pista de lo sucedido a los ángeles caídos está en el siguiente ejemplo: “Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia, Amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? (Selah)” (Salmos 4.2 – RVR1909). Así como el ser humano voltea la honra en infamia y ama la vanidad y la mentira, los ángeles caídos abandonan la gloria y honra a su Creador, se envuelven en un complot de engaño, aman más lo falso y vano contrario a la verdad de Dios. Mientras tanto, Jesucristo en este mundo se ofrece como ejemplo de mantener la supremacía del Padre, al ensalzar en primer lugar a Dios, con toda la adoración, alabanza, gloria y honra de respeto, reverencia y sumisión.


El ángel caído tuvo un deseo intenso por ser admirado y considerado, opacando la Supremacía de su Creador. Este ángel se dejó llevar por su ficción fantasiosa e ilusión vana de subsistir por sí mismo, fuera y sin Dios. La misma intención infiltra en la ideología, idiosincrasia, mente y pensamiento de las civilizaciones, culturas y sociedades en general, a través de la apetencia materialista desmesurada y deslumbramiento



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de acumular riqueza, adulación, ambición, autoridad déspota dictatorial, avaricia, codicia, enriquecimiento, fama, gala, grandeza, luchas de poder, lucro, lujo, nepotismo, opresión, opulencia, orgullo, ostento, pedantería, pleitesía, plutocracia, prestigio, privilegio, reconocimiento, status social, usura, vanagloria y vanidad, en un detrimento de la injusticia del empobrecimiento, miseria y necesidades de subsistencia. La Biblia dice: “Porque ¿de qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y perdiere su alma? O ¿qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará á cada uno conforme á sus obras” (Mateo 16.26 al 27 – RVR1909).

La Biblia dice: “Bienaventurado el hombre que puso á Jehová por su confianza, Y no mira á los soberbios, ni á los que declinan á la mentira” (Salmos 40.4 – RVR1909). Una falacia divulgada en las sociedades, es aquella que intenta inducir a otros a vivir sin Cristo, con la presunción de que a pesar de una vida sin Cristo, igual se recibirá salvación y vida eterna por otros medios, fuera del establecido por Dios Padre. Jesucristo es el mediador entre Dios Padre y el ser humano en general: “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador; El cual quiere que todos los hombres sean salvos, y que vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un Dios, asimismo un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre; El cual se dió a sí mismo en precio del rescate por todos, para testimonio en sus tiempos” (1 Timoteo 2.3 al 6 – RVR1909). Recordemos que el ángel caído tuvo la oportunidad en el Edén, de enmendar o rectificar su decisión de adversidad a Dios, pero se confirma su determinación al influenciar en Adán y Eva, a comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, su acción es con maldad y vileza a través del engaño despreciable e indigno: “Entonces Jehová Dios dijo á la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí” (Génesis 3.13 – RVR1909).


Tanto Adán como Eva, además de su capacidad de poder de decisión, utilizan su facultad de cuestionar e investigar,



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pero afectados por su temperamento, en lo relacionado a la duda e indecisión al obedecer a Dios. Lo que pasa es que la influencia recibida de su entorno, como un parámetro de acotación y referencia a la hora de tomar una decisión, es de mal proceder porque interviene la manipulación y el engaño del ángel caído. Esto significa que el discernimiento y criterio propio de la persona, es indispensable cuando tiene la mirada puesta en Jesucristo, para la gloria y la honra a Dios Padre:

“Y Jesús respondió, y díjoles: No murmuréis entre vosotros. Ninguno puede venir á mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios. Así que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene á mí. No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios, éste ha visto al Padre. De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida” (Juan 6.43 al 48 – RVR1909).

Hay un pasaje donde se indica al obrero como digno de su salario: “Porque la Escritura dice: No embozarás al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su jornal” (1 Timoteo 5.18 – RVR1909). Todo ser humano requiere un desempeño, labor, ocupación o trabajo para dignificar su subsistencia, porque es fundamental su alimentación: “… porque el obrero digno es de su alimento” (Mateo 10.10 – RVR1909). Después de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo, para preservar la vida natural, espiritual y celestial, el ser humano requiere el trabajo, con la posibilidad de sobrevivir de la remuneración salarial o de trabajo propio. Se adquiere las necesidades básicas, porque el trabajo mismo es creación de Dios y dignifica al ser humano, en su subsistencia: “En el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas á la tierra; porque de ella fuiste tomado: pues polvo eres, y al polvo serás tornado” (Génesis 3.19 – RVR1909). Algunos desordenadamente dejaron de trabajar,



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porque creyeron con la inminente segunda venida de nuestro Señor Jesucristo, que ya no había más que hacer para sobrevivir, sino esperar el regreso del Señor: “Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero: Luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes á recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4.16 al 17 – RVR1909). Esto se corrige y rectifica en la segunda carta de Tesalonicenses:

“Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos: porque no anduvimos desordenadamente entre vosotros, Ni comimos el pan de ninguno de balde; antes, obrando con trabajo y fatiga de noche y de día, por no ser gravosos á ninguno de vosotros; No porque no tuviésemos potestad, sino por daros en nosotros un dechado, para que nos imitaseis. Porque aun estando con vosotros, os denunciábamos esto: Que si alguno no quisiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que andan algunos entre vosotros fuera de orden, no trabajando en nada, sino ocupados en curiosear. Y á los tales requerimos y rogamos por nuestro Señor Jesucristo, que, trabajando con reposo, coman su pan. Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien” (2 Tesalonicenses 3.7 al 13 – RVR1909).

Además del trabajo establecido por Dios para dignificar al ser humano, Dios determina a los empleadores o patronos de los obreros, el respeto de un día a la semana para que sea descanso o reposo de sus trabajadores: “Seis días trabajarás y harás toda tu obra: Mas el séptimo es reposo á Jehová tu Dios: ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni tu peregrino que está dentro de tus puertas: porque descanse tu siervo y tu sierva como tú” (Deuteronomio 5.13 al 14 –



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RVR1909). Según las leyes laborales, tanto de trabajo, como las religiosas, propias de cada país, este día libre de descanso podría ser viernes, sábado o domingo. En algunos casos se determina a convenir entre el empleador y el trabajador. El problema mayor del desempleo y de la falta de remuneración, es el empobrecimiento, escases en la solvencia suficiente para la manutención y de la familia. También afecta el empleo que llaman informal, con nada o mínimos beneficios o garantías sociales, como el seguro de salud, la jubilación o pensión por invalidez, vejez o fallecimiento con beneficiario familiar. Esto depende de muchos factores involucrados en la consecución de trabajo, según la zona geográfica mundial y recursos de cada nación. Por lo tanto, como hemos visto, tanto el trabajo como un día de descanso a la semana son establecidos por Dios. Esto es importante para contribuir con la dignificación del ser humano, especialmente para la supervivencia en lo que atañe a lo material y natural. En los aspectos espirituales y celestiales, la dignidad íntegra de la persona, contribuye a su condición o estado de ser irreprensible, sin reprensión, o sea, sin merecer amonestación y corrección, por su camino de perfección, al decidir y practicar a cabalidad el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo, según la voluntad del Padre.

La humanidad en alrededor de seis mil años debería de haber alcanzado el grado de madurez histórica, para asumir su propio compromiso y responsabilidad del destino de su vida natural, espiritual y celestial. Especialmente porque en relación con la creación, hasta el momento se ha comportado y conducido como un Mayordomo Infiel en la administración del hábitat y planeta, en su vida espiritual, moral e intereses geopolíticos del globo terráqueo. Lo áspero, riguroso y severo de la literatura, que posibilite la oportunidad y privilegio de conocer con certeza lo que es real y nos espera, ya sea en esta vida o en la venidera más allá después de la muerte. Se trata de un pensamiento crítico con la sabiduría realista, contrario a lo que algunos pretenden al vivir sumidos en la ignorancia irrealista. Esto último deja inmersos a los afectados en un mundo despiadado del engaño, mentira y vil traición.



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CAPÍTULO 5: CARACTEROLOGÍA CRISTIANA


¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Esta es la pregunta que hace Jesucristo a los que pretenden devolver el argumento en su contra e impugnar su verdadero mensaje. En el evangelio de Juan se confirma lo siguiente: “Y porque yo digo verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye: por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios” (Juan 8.45 al 47 – RVR1909). En relación con la caracterología, que es el estudio del carácter explícito de las personas, existen dos tipos de seres humanos, los Decididos Intemporales y los Indecisos Temporales. Hay decisiones exclusivas que atañen solamente a lo espiritual y con trascendencia a lo celestial. Las mismas de ninguna manera sufren alteración o tienen incidencia del tiempo, primeramente porque su resolución perdura en un estado consistente, estable y sólido, a pesar de la adversidad o la prueba, se mantiene en el transcurrir del tiempo intacta.


La exclusividad y utilidad de este tipo de decisiones, está en la cualidad moral que hace la diferencia, con la que se distingue ante Dios. Así dice el salmista en oración dirigida a Dios su Salvador: “De tu presencia proceda mi vindicación; Vean tus ojos la rectitud. Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche; Me has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste; He resuelto que mi boca no haga transgresión. En cuanto a las obras humanas, por la palabra de tus labios Yo me he guardado de las sendas de los violentos. Sustenta mis pasos en tus caminos, Para que mis pies no resbalen” (Salmos 17.2 al 5 – RVR60). Es una travesía interna hacia el conocer de sí mismo, en profundidad del propio ser más interior.



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Los seguidores que son fieles a Cristo, que sirven en todo el mundo inmerso en la sociedad, con la esperanza puesta en Dios, en lo que llaman el Camino (Hechos 24.14 al 15), requieren en este caminar de seguir a Cristo, la rectitud sin nada inicuo, sin injusticia ni maldad, sin transitar por la senda de los violentos. Es indispensable sustentar nuestros pasos en el Camino de Jesucristo, porque es el ejemplo y modelo de vida a seguir, de manera que nuestros pies no resbalen: “Porque para esto sois llamados; pues que también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que vosotros sigáis sus pisadas: El cual no hizo pecado; ni fué hallado engaño en su boca: Quien cuando le maldecían no retornaba maldición: cuando padecía, no amenazaba, sino remitía la causa al que juzga justamente” (1 Pedro 2.21 al 23 – RVR1909). El conocimiento con decisión es poder, porque nos hace libres; y el conocimiento celestial de Jesucristo es poder, porque da salvación, vida eterna y nos hace verdaderamente libres, con determinación, al bien y a la buena voluntad leal.


La decisión es firmeza de carácter. En este sentido el padecimiento de Cristo, en relación con soportar la aflicción y el sufrimiento recibido injustamente, se exalta al mayor grado corporalmente de un sentimiento físico muy doloroso. Esta es la máxima expresión del poder de confianza al amparo de Dios Padre. Además resiste el mal y el pecado, como en el agravio y escarnio de ofensas al honor, con graves irrespetos e irreverencias. Su pasión, la de Cristo, impele un movimiento de discipulado, porque da el empuje de seguir su ejemplo y modelo de vida practicable. Muestra el Camino transitable hacia su Padre, donde se estimula e incita a confiar en el que juzga justamente. La Biblia dice: “y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2.8 al 11 – RVR60).



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Este conocimiento celestial de Jesucristo aplica y ejerce con la función establecida en el derramamiento del Espíritu Santo. Aquí es donde se hace fundamental la voluntad, para reaccionar y fluir la energía, fuerza y poder de la intención y resolución que es espiritual. Es una potencia correspondiente al verdadero empoderamiento de la facultad anímica y de inspiración en el poder del Espíritu Santo. El proceso de la memoria psicológica repercute en la emoción, entendimiento y motivación. El cerebro tiene procesos cognitivos y mentales, que influyen la adquisición y comprensión del conocimiento. En este procesamiento mental y hasta programación mental, se involucran el aprendizaje, atención, emoción, percepción, razonamiento, sensación o sentimientos, entre otros afines. Se involucra comportamientos, conductas, creencias, deseos, motivaciones, principios, valores y virtudes, se aprovecha la capacidad y habilidad del carácter, conciencia, inteligencia, memoria, pensamiento, razón y voluntad. La facultad de la mente para comparar, juzgar y tomar decisiones, aunque es congénita, para fines prudentes y sabios, requiere de Dios.


La memoria activa con enfoque prioritario del Espíritu, posibilita la constancia y persistencia de ejecución espiritual, que sea de duración permanente. Se almacena en la memoria humana, conserva y mantiene un recuerdo por siempre, en relación con lo espiritual, que el tiempo de ninguna manera incide en afectación, sino que cada día se vive efectivamente con un fervor activo, poderoso y sincero para obrar, tanto con el pensamiento puesto en Jesucristo como inmerso en el don poderoso del Espíritu Santo. El conocimiento santo de Dios se codifica, almacena y se devuelve en el mismo estado. Así se dice: “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él. Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados” (1 Juan 2.27 al 28 - RVR60). Esto equivale a una huella y sello espiritual de



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Dios en el carácter personal, identificado y reconocido dentro del radar celestial, con el sentido simbólico de localización.

Lo contrario a una determinación que es espiritual y que prevalece para la eternidad, es la dilación o la insistencia en procrastinar espiritualmente, es decir, aplazar, postergar o retardar una decisión definitiva en lo espiritual, por la causa del estilo de vida o modo de vida habituado a la maldad y al pecado. En esto influye el carácter de la persona y sus anti-valores ocultos, que de ninguna manera son percibidos por el individuo por medio de experiencias medibles, pero que tarde o temprano perjudica el comportamiento y la conducta.


Por ejemplo, la persona que en su esencia es avara e idólatra, la persona que lamentablemente es una incorregible egoísta y sin misericordia, la persona que es orgullosa y llena de soberbia. Una persona avara consigo mismo, es mezquina y tacaña, está dominada por la avaricia de atesorar lo que considera su propia riqueza, aunque sea una acumulación superflua de objetos inútiles y vanos, al extremo de una vida miserable, debido a su propia consecuencia del padecimiento de la idolatría. La Biblia aclara: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (Colosenses 3.5 – RVR60). El carácter influye en la acción y reacción adoptada con diligencia y responsabilidad frente a la vida, según la manifestación de actitud, comportamiento y conducta. Es semejante a la acción de esculpir, grabar, imprimir o moldear la forma de ser, inclusive con amalgama, o sea, el conjunto o unión de rasgos en la mente de la persona, relacionados con lo emocional, intelectual y sentimental, ligado estrictamente a la voluntad. También es presentar ante el mundo nuestra vida, como si fuera una caligrafía, letra, marca o señal que manifiesta o muestra visualmente nuestra exteriorización, de manera que se revele públicamente lo que se piensa, siente y la forma de ser. Está escrito lo siguiente: “Nuestras letras sois vosotros, escritas en nuestros corazones, sabidas y leídas de todos los hombres; Siendo manifiesto que sois letra de Cristo



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administrada de nosotros, escrita no con tinta, mas con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón” (2 Corintios 3.2 al 3 – RVR1909). El Espíritu Santo de Dios, es energía, fuerza y poder divino, para hacer su voluntad, con la energía, fuerza y poder humano.

¿Qué pasa con el ser humano Indeciso Temporal? Está en el mundo cautivado por lo que Jesucristo mismo describe a continuación: “De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no miraréis. Porque el corazón de este pueblo está engrosado, Y de los oídos oyen pesadamente, Y de sus ojos guiñan: Para que no vean de los ojos, Y oigan de los oídos, Y del corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane” (Mateo 13.14 al 15 – RVR1909). La dureza del corazón es lo que hoy conocemos como el temperamento. Inclusive el temperamento por dureza y terquedad rehúsa enmendarse, con la patología de la duda e indecisión connatural (congénita) al obedecer a Dios. La promesa todavía vigente en los tiempos actuales es que entiendan con el corazón o temperamento, se conviertan, reciban sanidad interior del alma o psique. El temperamento es rígido, porque no tiene la facilidad de modificar, solamente una leve posibilidad de control, salvo que para Dios no hay imposible. Dios puede cambiar cualquier corazón duro como detonante de la espiritualidad. En el caso del alma, sinónimo de vida, porque es combinación de la función de respiración del oxígeno con el riego sanguíneo que corporalmente lleva oxígeno, además de todos los nutrientes necesarios para el cuerpo. Es el aliento vital o el aliento de vida, porque el alma es la vida de la persona, por lo tanto el alma es persona y la personalidad, el alma es oxígeno y sangre, como la fuente que conserva la vida o genera la vida desde el inicio de un cigoto.


El conjunto de las características de cada ser humano, que lo distingue de todos los demás, son las cualidades de su constitución integral y personal. En relación con la psique está enfocada más en el aspecto de la salvación y vida eterna, mientras que el alma son las facultades como inteligencia,



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sensibilidad y voluntad. El alma en el conocimiento antiguo como principio preexistente, se relacionaba con un venir, es un mover del tercer cielo al primer cielo y caminar o transitar de paso, para volver de nuevo a la casa o el hogar celestial. Hay que emerger del sepulcro o sepultura como lugar de los muertos, para que el alma como vida plena retorne en la resurrección de los muertos, al encuentro con la segunda venida del Señor Jesucristo, de ninguna manera como un alma mortal, sino corporalmente transformado, en un cuerpo de ser espiritualmente celestial e incorruptible. Los que no tienen parte con Cristo en la resurrección de los muertos, resucitaran con su misma alma, o sea, cuerpo y respiración que tenían en el momento de morir, de manera que al ser corruptibles y mortales sentirán el fuego de castigo en el lago de condenación ardiente, su dolor será según el grado de contaminación de carne que tenían por los delitos cometidos, maldades y pecados, en la exhalación de su último aliento.

La Biblia dice: “Qué hombre vivirá y no verá muerte? ¿Librarás su vida del poder del sepulcro? (Selah.)” (Salmos 89.48 – RVR1909). El sepulcro o sepultura es el Seol en el idioma original hebreo, Hades en el griego e Infierno en latín. Así encontramos la promesa escrita en el libro de Génesis y también en Eclesiastés: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3.19 – RVR60). Además se confirma lo siguiente: “y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio” (Eclesiastés 12.7 – RVR60). Se exhala el último aliento de vida que es el espíritu de vida, cuando se expulsa el último peso del aire del estómago y de los pulmones, hacia la atmosfera de aire y oxígeno del globo terráqueo, que le dio Dios como hábitat al ser humano. Entonces el alma como persona y vida del ser humano o ser viviente, por ser mortal vuelve al polvo de la tierra. Esto requiere un breve repaso de conceptos bíblicos acerca de ser viviente, alma, cuerpo y espíritu de vida, para continuar con el presente tema de caracterología cristiana, en el análisis de datos e información bíblica contextualizada.



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5.1) SER VIVIENTE


La Escritura cuando habla de santificarse por completo, se refiere en forma integral a todo el ser, mencionando alma, cuerpo y espíritu (1 Tesalonicenses 5.23). La diferencia entre el ser humano y el ser animal, es que los animales no buscan santificarse por sí mismos como lo hace el ser humano. No obstante, el animal al igual que el ser humano tiene cuerpo, aunque haya diferencia entre terrestres, marinos y aves (1 Corintios 15.39), también tienen espíritu de vida (Génesis 7.13 al 15, Eclesiastés 3.19), por lo tanto, son seres vivientes o almas (Génesis 7.21 al 23), así como el ser humano fue un alma viviente (1 Corintios 15.45), hasta que fue formado su cuerpo del polvo de la tierra y recibió el aliento de espíritu de vida en su nariz, constituyéndose en un ser viviente (Génesis 2.7), con el soplo de vida dado por el Creador. Dios perdonó la vida del ser humano en la ciudad de Nínive y valoró la vida del animal, seres animados de alma que es vida (Jonás 4.11).


5.1.1) ALMA


El alma es un conjunto de componentes esenciales e integrados para la existencia del ser, incluyendo la parte intelectual de la vida, ya que es la combinación de la mente que es la parte espiritual e invisible, con el cuerpo, su sangre y el espíritu de vida, que conforman la parte física. Se aclara que el espíritu de vida o aire que contiene el oxígeno que respiramos, aunque también es invisible, se considera entre la parte física, porque es un elemento que tiene peso, prueba de esto es que el aire se siente; es el soplo que contribuye con la vida del ser y permite que el cuerpo y la mente funcionen como tal (Job 32.8), ya que el cuerpo mismo sin el espíritu de vida está muerto (Santiago 2.26). Entonces el alma se compone de una parte física (Génesis 2.7, Eclesiastés 12.7, 1 Corintios 15.45), y otra mental o espiritual con las facultades



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de inteligencia (Job 38.36, Proverbios 2.3), y sensibilidad (Mateo 26.37 al 38), y voluntad (Génesis 27.4 y 25). Igualmente, si alma tiene el significado de un ser viviente, entonces los mismos animales como seres vivos son almas (Génesis 1.20 al 25, Apocalipsis 16.3), aunque actúen en gran parte por instinto, también interviene en sus acciones de inteligencia, sensibilidad y voluntad, ya que también tienen un cerebro para dichas funciones entre otras de subsistencia.

La Escritura dice que no debemos temer a los que matan el cuerpo, más el alma o facultades, no pueden matar, sino temer a aquel, a Dios, que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno del sepulcro (Mateo 10.28). También alma significa vida (1 Reyes 17.21), por ejemplo, la vida de Jesús no fue dejada en el sepulcro ni su cuerpo sufrió putrefacción (Salmos 16.10, 1 Corintios 15.4, Hechos 13.35), sino que fue transformado con cuerpo resucitado (1 Corintios 15.35, 42 al 44). En otras palabras alma se refiere a persona (Génesis 2.7, 18.22 al 25, 46.15, Éxodo 1.5, Ezequiel 18.4); y también significa sangre, porque en la persona es vital para su alma o vida su sangre (Deuteronomio 12.23, Levítico 17.11, Génesis 35.18), o sea, la sangre es parte integral del alma. Uno de los elementos que componen la sangre es el oxígeno, así que contribuye con funciones respiratorias, además de nutritivas y defensivas, entre otras. En el caso del alma que pecare esa morirá, esto se debe a que es la persona con vida corporal (física), la que peca (Ezequiel 18.20), su muerte espiritual tiene sentencia eterna, por la causa del cuerpo corruptible.


5.1.2) CUERPO


El cuerpo es creación de Dios (Génesis 2.7), el mismo es templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6.19). El cual nos sirve para hacer la obra de Dios durante la vida sobre la tierra, ya que con el cuerpo humano, en forma integral con la mente (1 Corintios 6.20), se arrodilla, obedece, ora, postra, y rinde



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tributo y servicio a Dios, adoración con alabanza, gloria y honra, con el servicio al prójimo (Mateo 6.22, 10.27 al 28, Juan 2.21, Romanos 6.12 al 13, 7.24, 12.1, 1 Corintios 3.17, 12.24 al 27, 1 Tesalonicenses 5.23), meditación y reflexión.


5.1.3) ESPÍRITU DE VIDA


El espíritu de vida lo da Dios, con el aire que respiramos, para que el cuerpo humano tenga la vida, de manera que cuando Dios retira este espíritu la persona muere (Eclesiastés 12.7, Santiago 2.26, Zacarías 12.1). Algunos confunden el término alma con el término espíritu, que es el aire ordinario que nos alimenta por la nariz o sea el soplo de vida. Cuando la persona muere lo exhala (Génesis 25.8 y 17), perdiendo el peso contenido en sus pulmones y estómago. No es correcto confundir los términos, porque uno es implícito en el otro, ya que el espíritu de vida no es el alma, sino que el espíritu es parte del alma: “En su mano está el alma de todo viviente, Y el espíritu de toda carne humana” (Job 12.10 – RVR1909).


Jesucristo cuando murió dio el espíritu no el alma (Juan 19.30). El espíritu (soplo de vida) lo tiene toda carne (Génesis 7.15, 21 al 22). El soplo de vida es parte del alma, por eso cuando Dios alentó en la nariz de Adán soplo de vida, Adán fue un alma viviente, lo que Dios sopló no fue alma, sino aire (oxígeno), ya que el relato bíblico dice que al principio de la creación, Dios formó al ser humano del polvo de la tierra y sopló en su nariz aliento de vida, y fue un ser viviente o alma viviente (Génesis 2.7, 1 Corintios 15.45). Antes de retomar este tema de la caracterología cristiana, se aclara en relación con el alma que pecare esa morirá, que el perdón de Dios es retribuir con castigo justo, según lo merece el malvado y pecador. En el perdón de Dios no se pasa por alto el mal y el pecado cometido, no se omite la falta como si nada hubiera sucedido, sino que Dios hace justicia y paga con un nivel de castigo, de acuerdo al grado de la corrupción y transgresión.



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5.2) EL CARÁCTER Y EL PERDÓN


Así el perdón consiste en pagar la condena del castigo sentenciado por Dios a su debido tiempo, o sea, en el tiempo de Dios. Una vez cumplido el plazo, se pasa a la condición de libre de culpa, entonces se sabrá si en la nueva oportunidad hay auténtica demostración de arrepentimiento, conversión y de resarcimiento del daño, que en su conjunto consiste en nunca volver a cometer la maldad y el pecado. La palabra de Dios dice al respecto: “Jehová es Dios celoso y vengador; Jehová es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos. Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies” (Nahum 1.2 al 3 – RVR60).


Por esta razón se dice que Dios es fuego consumidor, en el sentido de que él jamás consiente o permite la maldad y el pecado. El ser humano se consume así mismo en el fuego de castigo, porque se da su propio permiso de cometer la maldad y pecado. La Biblia dice: “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12.28 al 29 – RVR60). El verdadero amor de Dios es para salvación y vida eterna, en consagración y santidad. El nuevo pacto lo confirma: “Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios: la severidad ciertamente en los que cayeron; mas la bondad para contigo, si permanecieres en la bondad; pues de otra manera tú también serás cortado” (Romanos 11.22 – RVR1909). En este aspecto, el primer pacto y el nuevo pacto, confirma la severidad de Dios contra la maldad y el pecado, sea adrede o por omisión: “El que menospreciare la ley de Moisés, por el testimonio de dos ó de tres testigos muere sin ninguna misericordia: ¿Cuánto



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pensáis que será más digno de mayor castigo, el que hollare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del testamento, en la cual fué santificado, é hiciere afrenta al Espíritu de gracia?” (Hebreos 10.28 al 29 – RVR1909).

En relación con el carácter, el perdón y los dos tipos de seres humanos, a saber, los Decididos Intemporales y los Indecisos Temporales, estos últimos son llamados al deber y la obligatoriedad de abandonar su desprecio e indiferencia a la justificación, santificación y glorificación: “Mas de él sois vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, y justificación, y santificación, y redención: Para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1.30 al 31 – RVR1909). Las personas tienen del gen de envejecimiento, celular y molecular, como un cronómetro o temporizador biológico, que algunos llaman el reloj que afecta la edad, porque podría influir inclusive con el paso del tiempo la psicomotricidad. Por ejemplo, sin tratar la generalización, pero es posible la afectación de la movilidad corporal o física integrada a las funciones psicológicas, tanto conductual y mental, debido a la longevidad. Sin embargo, se espera en los caracteres espirituales y morales, a mayor edad, una mayor madurez y experiencia personal, tanto del carácter como del perdón, cuando el tiempo es bien aprovechado para mejorar.


No es del interés de todos, pero muchos son llamados a orientar sus vidas en Jesucristo como una brújula o guía espiritual y moral. De ninguna manera es la lista moralista del cristianismo que es fraccionado, donde en cada auditorio, comunidades de fe, congregación, denominación, iglesia u organización religiosa, se determinan sus reglas morales, con variaciones entre sí. Sin embargo, Jesucristo es el cimiento y fundamento de fe, único y estandarizado, con la sana verdad, estándar y exclusiva de Dios: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas” (Santiago 1.17 al 18 – RVR60).



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Jesucristo es el ejemplo, modelo y prototipo, ya sea como dimensión, nivel, norma, patrón, referencia o tipo para todas las naciones, porque Jesucristo es el único que transmite el conocimiento celestial: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2.9 al 10 – RVR60). La humanidad oscila en un umbral entre las fronteras del conocimiento natural y el conocimiento espiritual, inclusive en algún momento se traslapan, pero solamente en Jesucristo se puede trascender al conocimiento celestial. Las creencias, doctrinas, dogmas, ordenanzas o puntos de fe, son muy limitadas o restringidas a la capacidad de sus creadores y gestores, a manera de un reglamento interno del credo o creencias eclesiásticas del conocimiento espiritual. En Jesucristo encontramos la sana doctrina del conocimiento celestial exclusivo del Hijo de Dios, ya que nadie transmite esta enseñanza directa y enviada del Padre Celestial: “Porque el Padre á nadie juzga, mas todo el juicio dió al Hijo; Para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá á condenación, mas pasó de muerte á vida” (Juan 5.22 al 24 – RVR1909).


Se dice que en la sociedad humana se presenta y vive lo inmoral legalmente permitido, frente al bien ético y moral. Por ejemplo, en relación con el cigoto posee un genoma diferente de sus progenitores, que lo hace un individuo biológico, desde su concepción hasta su muerte. Esto le posibilita derechos individuales al cigoto, sin embargo, dentro de lo legalmente permitido algunos lo valoran como un producto desechable, en lugar de un ser con características personales o propias. La Biblia dice: “¿A qué pues me haréis semejante, ó seré asimilado? dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién crió estas cosas: él saca por cuenta su ejército: á todas llama por sus nombres; ninguna faltará: tal es la grandeza de su fuerza, y su poder y virtud. ¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino es escondido de Jehová,



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y de mi Dios pasó mi juicio?” (Isaías 40.25 al 27 – RVR1909). Dios es Santo y es el Creador que establece lo que atañe a la vida, define y determina lo que es consagración, dedicación y santidad. El ser humano contradice la voluntad de Dios con legislaciones que adversan la grandeza de su fuerza y el poder de su dominio. Por este motivo, algunos urgen la defensa de lo que llaman, los seres racionales de dominio propio y fuerza de voluntad, para ser verdaderos hijos y servidores de Dios en obediencia fiel y leal a sus principios, valores y virtudes. Jesús dijo: “Si os he dicho cosas terrenas, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?” (Juan 3.12 – RVR1909).

En cierto pasaje se detalla puntualmente lo siguiente: “Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio; y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús” (Gálatas 4.13 al 14 – RVR60). Se dice la expresión: “… me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús”. ¿Qué significa esto? Otro pasaje confirma la declaración de explicar lo oculto al entendimiento desde la fundación del mundo: “Todo esto habló Jesús por parábolas á las gentes, y sin parábolas no les hablaba: Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta, que dijo: Abriré en parábolas mi boca; Rebosaré cosas escondidas desde la fundación del mundo” (Mateo 13.34 al 35 – RVR1909). Hay ciertas definiciones que se relacionan con la impudencia del descaro o desvergüenza, por ejemplo, el cinismo en el mentir para cometer acciones y prácticas vituperables, máxime en el desprecio a las normas y valores morales, que causan afrenta y deshonra a las buenas y sanas costumbres establecidas por Dios. ¿Qué representa un ángel de Dios o Cristo Jesús? En cierta ocasión se aparece el Señor Jesucristo en su forma preencarnada, como el Príncipe del ejército de Jehová:


“Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una


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espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo” (Josué 5.13 al 15 – RVR60).

El ser humano dotado del Espíritu Santo, rehúye a la maldad y al pecado, con el miedo al respeto y a la reverencia a la autoridad, santidad y supremacía de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo. Este miedo activa la facultad de la decisión racional, por consciencia a la consecuencia, al daño y riesgo de pecar ante Dios. Aunque a nadie le cae un rayo inmediato o inminente al pecado, pero el resultado de su mala conducta se manifiesta a su debido tiempo y en el tiempo de Dios, en la justicia Divina tarde o temprano se castiga la impunidad y nunca se queda sin el justo y merecido castigo. El respeto y la reverencia a Dios es un deber en todo lugar y momento, de ninguna manera es permisible profanar su Santo Nombre y presencia en todo el globo terráqueo. El planeta mismo es el estrado de sus pies: “Si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano; como el profeta dice: El cielo es mi trono, Y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas?” (Hechos 7.48 al 50 – RVR1909).


Entonces, ¿por qué la sociedad se encuentra descarriada de lo justo y razonable en la maldad y el pecado? La Biblia aclara lo siguiente: “El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3.9 – RVR1909). La reincidencia en la maldad y el pecado es recaer en una burla, de irrespeto a Dios, sin intención alguna de arrepentimiento,



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conversión y resarcimiento del mal, porque corresponde a una afrenta de pérdida absoluta en la confianza, fe, respeto y reverencia a la consagración y santidad a Dios. Además de la blasfemia contra la santidad del poder de su Santo Espíritu. Además del desprecio a la crucifixión y sangre derramada por Jesucristo, en su acto excelso y sublime de la redención.

El carácter tiene relación con la forma, manera o modo de ser y de la puesta en práctica de las acciones y hechos; por este motivo, el imponer carácter es ejercer la energía y fuerza con la firmeza de decisión y voluntad. En el caso de hacer el bien, se manifiesta un rasgo con propiedad de Dios, distintiva del carácter que es espiritual. Esto significa que el respaldo del conocimiento de Dios, reafirma la dignidad de la persona, hacia lo mejor de la máxima excelencia ante el Altísimo Dios. Lo contrario a esto, corresponde a una persona abandonada y negligente, guiada por bajos instintos disolutos, inmorales, malvados y pecaminosos, sin carácter moral y sin ninguna experiencia de vida en la consagración y santidad en Dios.


La Biblia dice: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8.36 – RVR1909). Además dice: “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8.12 – RVR60). La persona que cumple con la práctica de las obras de Jesucristo, vence toda circunstancia de pecado: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5.24 al 25 – RVR60). Porque la mente carnal y sucia en pecado, solamente piensa en las obras de satisfacción de la carne: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5.19 al 21 – RVR60). Dios nos guiará siempre (Salmos 48.14).



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Así como es el carácter de Dios, así el ser humano fue creado a su semejanza en santidad. La Biblia dice: “como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1.14 al 16 – RVR60). También el carácter de Dios en el amor corresponde a un amor espiritual e impecable que trasciende a lo celestial, muchos humanos desorientados confunden este amor y el perdón de Dios, con un tipo de amor carnal, que es permisivo de la práctica del pecado, adrede, consciente y reiterativo. Deliberado, muy sutilmente y hasta cínicamente, cambian el concepto de lo que es pecado, para construir una nueva normalidad inmoral, enfocada en la complacencia del placer corporal, contraria a lo estipulado por Dios en la normalidad de vida espiritual y celestial: “ESTO también sepas, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos: Que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes á los padres, ingratos, sin santidad, Sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores de lo bueno, Traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de Dios” (2 Timoteo 3.1 al 4 – RVR1909).


Ahora bien, el carácter de Dios en nosotros nos ayuda para la salvación y la vida eterna, porque la palabra de Dios lo establece con promesas efectivas y eficaces: “¿Qué fruto, pues, teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora, librados del pecado, y hechos siervos á Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y por fin la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6.21 al 23 – RVR1909). Esto representa la eficiencia del fruto de la santificación, además del fin eficaz de la vida eterna. De nada sirve el berrinche humano, la rabieta o el sollozo cuando se desecha a Dios, porque algunos con la presunción de vivir una vida sin Cristo, simulan y fingen una espiritualidad, que descarta



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y desecha la voluntad verdadera de Dios. Esto se cumple especialmente cuando hay personas que en toda su vida son indiferentes a la lectura de la palabra de Dios, prefieren renunciar a la salvación y vida eterna, para no obedecer al Creador. La Biblia presenta de estos casos extremos a pesar del sollozo en estas circunstancias o situación: “Mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios, que ninguna raíz de amargura brotando os impida, y por ella muchos sean contaminados; Que ninguno sea fornicario, ó profano, como Esaú, que por una vianda vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue reprobado (que no halló lugar de arrepentimiento), aunque la procuró con lágrimas” (Hebreos 12.15 al 17 – RVR1909).

Por último, acerca de la relación del enlace y finalidad entre carácter y santidad, según la Sagrada Escritura es muy clara lo que se menciona al respecto: “ASI que, amados, pues tenemos tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación en temor de Dios” (2 Corintios 7.1 – RVR1909). Se pretenden escusas, justificaciones o pretextos, como se dice: “sin Dios nada somos en el mundo”. Se requiere en esta vida una limpieza de toda contaminación corporal y mental, para perfeccionar la santidad en el temor de Dios. La Biblia dice: “No os engañeis: Dios no puede ser burlado: que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gálatas 6.7 al 8 – RVR1909). Todo tiene su tiempo en su debido momento, ya que prevalece el tiempo de la decisión proveniente de Dios, tarde o temprano se impera la justicia Divina, aunque el ser humano ignore su llamado. El ser humano alega y recurre a lo que considera por indecisión ante Dios, su derecho de ser libre y de hacer lo que quiera, sin ningún temor de Dios. En su afán de insistir en su desenfreno de libertinaje, considera que no hay ningún castigo o consecuencia de rebeldía, de acuerdo con su filosofía de vida, defiende su posibilidad de hacer uso del libre albedrío, para decidir antojadamente su



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propio destino, por puro capricho, terquedad o testarudez, se excluye la consagración y santificación a Dios el Creador.

Lo considerado como circunstancias o cualidades de la colectividad de una cultura o sociedad, puede determinar el carácter sociocultural en la altivez, arrogancia, engreimiento, envanecimiento, orgullo, prepotencia, presunción, soberbia y vanagloria ante su Creador: “El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá? El que castiga a las naciones, ¿no reprenderá? ¿No sabrá el que enseña al hombre la ciencia? Jehová conoce los pensamientos de los hombres, Que son vanidad” (Salmos 94.9 al 11 – RVR60). Dios es el que enseña al ser humano bien y ciencia, conoce que los pensamientos humanos son vanidad y vanagloria. El carácter moral con el enfoque puesto en Jesucristo, reviste al ser humano de la caracterología cristiana, porque encuentra en el Hijo de Dios el ejemplo y modelo beneficioso para la vida. La inmoralidad contraria al camino de Jesucristo, consiste en la displicencia del desagrado e indiferencia a seguir sus pasos, la inacción por desconfianza y duda del interés a la salvación y vida eterna, debido al predominio del cortoplacismo al placer de la maldad y el pecado inmediato, con un reduccionismo que desestima la gravedad del castigo o secuencias. La Biblia dice: “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne” (Judas 1.20 al 23 – RVR60).


En la persona de Jesucristo encontramos su carácter y las características de su personalidad, en el caso de Dios Padre, en su palabra se muestra sus atributos y cualidades. En este sentido, las Escrituras aportan la asesoría, consejería y recomendaciones necesarias para la convivencia entre seres humanos. Por ejemplo, en Proverbios: “No te entrometas con el iracundo, Ni te acompañes con el hombre de enojos; Porque



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no aprendas sus maneras, Y tomes lazo para tu alma” (Proverbios 22.24 al 25 – RVR1909). También dice: “El hombre malo lisonjea á su prójimo, Y le hace andar por el camino no bueno: Cierra sus ojos para pensar perversidades; Mueve sus labios, efectúa el mal” (Proverbios 16.29 al 30 – RVR1909). Además: “El testigo falso no quedará sin castigo; Y el que habla mentiras, perecerá. No conviene al necio el deleite: ¬Cuánto menos al siervo ser señor de los príncipes! La cordura del hombre detiene su furor; Y su honra es disimular la ofensa” (Proverbios 19.9 al 11 – RVR1909).

En los Salmos se dice: “Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia, Amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? Selah Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a él clamare. Temblad, y no pequéis; Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Selah” (Salmos 4.2 al 4 – RVR60). Por otra parte se dice: “Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Colosenses 3.8 al 10 – RVR60). Lo que se piensa se atrae, ya sea lo negativo o positivo, el optimismo o pesimismo, nuestra mente y pensamientos posibilita ver la realidad anhelada o deseada, determinante en la actitud cotidiana de nuestras aspiraciones con esperanza y paciencia. Entre otros pasajes que educan y forman el carácter; y advierten acerca de la complicidad y degradación con el mundo, está el siguiente para considerar: “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra: Mas con los humildes es la sabiduría. La integridad de los rectos los encaminará: Mas destruirá á los pecadores la perversidad de ellos. No aprovecharán las riquezas en el día de la ira: Mas la justicia librará de muerte. La justicia del perfecto enderezará su camino: mas el impío por su impiedad caerá. La justicia de los rectos los librará: Mas los pecadores en su pecado serán presos” (Proverbios 11.2 al 6 – RVR1909).



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5.3) EL CARÁCTER Y EL PECADO


A continuación se analiza y comenta una serie de textos bíblicos relacionados con este tema del carácter y el pecado. Es imprescindible el adherente de la cita textual, para encajar el contenido bíblico con el argumento o explicación de este trabajo. El siguiente pasaje dice: “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; Mas el que endurece su corazón caerá en el mal” (Proverbios 28.13 al 14 – RVR60). Así el carácter es una fuerza de decisión con una imperante determinación al bien con firmeza. El carácter desde el punto de vista positivo ante Dios, es una demostración de integridad y de respeto a su voluntad. El carácter identifica la forma de ser individual o colectiva en una sociedad, tiene relación con su idiosincrasia como los rasgos que lo distinguen y propios de la colectividad o del individuo. Inclusive hay manifestaciones de condiciones muy temperamentales en su constitución particular, con cambios frecuentes del estado de ánimo y del mal humor.


Las personas más escrupulosas tienen un mayor celo de cuidado y esmero, por ser diligentes en el cumplimiento de sus principios y valores. Esto se maximiza cuando hay una convincente predisposición al temor de ser juzgado por Dios, especialmente en la potestad de presciencia de Dios, de conocer el futuro del destino de cada persona. Dios es Padre y también Juez, imparte el amor pero con plenitud de la justicia Divina. La Biblia dice: “Jehová juzgará a los pueblos; Júzgame, oh Jehová, conforme a mi justicia, Y conforme a mi integridad. Fenezca ahora la maldad de los inicuos, mas establece tú al justo; Porque el Dios justo prueba la mente y el corazón. Mi escudo está en Dios, Que salva a los rectos de corazón. Dios es juez justo, Y Dios está airado contra el impío



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todos los días” (Salmos 7.8 al 11 – RVR60). Esto significa que es indispensable y requerido el temor de Dios y el aceptar y reconocer a Dios como el Juez de todo el planeta: “en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio” (Romanos 2.16 – RVR60).

Por lo tanto, es digno y propio en el ser humano, el comportarse y conducirse a la altura ante el Altísimo: “Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1.17 al 19 – RVR60).


Este tipo de comportamiento y conducta, que atañe a lo que es espiritual, requiere decisiones con sabiduría de Dios, para que las acciones, sin excepción, tengan consecuencias o resultados favorables, conforme a la voluntad estricta de Dios: “¿Qué cosa de todas estas no entiende Que la mano de Jehová la hizo? En su mano está el alma de todo viviente, Y el hálito de todo el género humano. Ciertamente el oído distingue las palabras, Y el paladar gusta las viandas. En los ancianos está la ciencia, Y en la larga edad la inteligencia. Con Dios está la sabiduría y el poder; Suyo es el consejo y la inteligencia” (Job 12.9 al 13 – RVR60). La sabiduría tiene relación con un conocimiento en profundidad y al más alto nivel, para lograr la prudencia en la conducta cotidiana, sin desafiar u ofender a Dios con rebeldía a su voluntad. La sabiduría de este mundo es contraproducente a la sabiduría de Dios, ya que es contraria a lo deseado por Dios y su palabra: “Nadie se engañe á sí mismo: si alguno entre vosotros parece ser sabio en este siglo, hágase simple, para ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es necedad para con Dios; pues escrito está: El que prende á los sabios en la astucia de ellos. Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos” (1 Corintios 3.18 al 20 – RVR1909).



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La insensatez conlleva a los actos sin razonamiento ni sentido, es una necedad que tarde o temprano en el tiempo de Dios, lo que se hace mal a ocultas se hace visible y sale a la luz pública: “Los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, mas a otros se les descubren después. Asimismo se hacen manifiestas las buenas obras; y las que son de otra manera, no pueden permanecer ocultas” (1 Timoteo 5.24 al 25 – RVR60). Esta necedad implica la ignorancia por la falta de la sabiduría de Dios, es una porfía y terquedad sin inteligencia ni raciocinio, sin la vergüenza necesaria para poder juzgar adecuadamente, el comportamiento o conducción correcta, sin la comparación de los parámetros relacionados en forma acertada. Es la ausencia de la integridad de principios, valores y virtudes a la hora de actuar, según la intención, pensamiento y voluntad.


Se requiere el caminar en la vida con la integridad, de ninguna manera es permisible corromper con perversión el camino. La nada o poca persistencia de virtudes morales, es implacable para impedir la sabiduría de corazón y recibir los mandamientos de Dios: “La memoria del justo será bendita: Mas el nombre de los impíos se pudrirá. El sabio de corazón recibirá los mandamientos: Mas el loco de labios caerá. El que camina en integridad, anda confiado: Mas el que pervierte sus caminos, será quebrantado” (Proverbios 10.7 al 9 – RVR1909). El loco de labios es disparatado e imprudente para hablar, no es de buen juicio ni sensato. Se dice en los Salmos: “JEHOVÁ, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién residirá en el monte de tu santidad? El que anda en integridad, y obra justicia, Y habla verdad en su corazón” (Salmos 15.1 al 2 – RVR1909).


El temor de Dios en todo tiempo ha tenido vigencia, ya sea en el primer pacto o en el nuevo pacto. Por ejemplo, en el Nuevo Testamento se menciona el siguiente caso: “Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No



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has mentido a los hombres, sino a Dios. Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron” (Hechos 5.3 al 5 – RVR60). La disciplina, castigo y corrección, son parte de la operación de santidad de Dios mediante su Espíritu Santo, el canon bíblico es muy claro y estricto al respecto, tanto el evangelio como las cartas o epístolas, porque es parte de esta santidad: “Porque el Señor al que ama castiga, Y azota á cualquiera que recibe por hijo. Si sufrís el castigo, Dios se os presenta como á hijos; porque ¿qué hijo es aquel á quien el padre no castiga? Mas si estáis fuera del castigo, del cual todos han sido hechos participantes, luego sois bastardos, y no hijos” (Hebreos 12.6 al 8 – RVR1909).

Otro pasaje afirma lo siguiente: “Yo reprendo y castigo á todos los que amo: sé pues celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3.19 al 20 – RVR1909). Además en Cristo Jesús se vive libre de esclavitud del pecado: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8.1 al 2 – RVR60).


¿Quién castiga a quién? El castigo de Dios es debido a que el ser humano se castiga así mismo, con la consecuencia o resultado de sus decisiones. La decisión no es buena ni es mala sino lo que se alcanza, consigue o logra con la misma. Algunos pretenden con sus acciones, actos o hechos castigar en cierta forma a Dios, porque descartan y desechan a Dios de sus vidas. Tienen una filosofía de vida muy particular o propia, porque confían en su personal prudencia: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal” (Proverbios 3.5 al 7 – RVR60). Lo que pasa es que algunos, por orgullo y soberbia, se apoyan en su prudencia y se consideran sabios en su propia opinión, sin



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embargo, la Biblia dice: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová: Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” (Proverbios 1.7 – RVR1909). Se apoyan en su propia prudencia y se consideran ser sabios en su opinión, los insensatos desprecian la sabiduría y enseñanza de Dios.

¿Cómo se podría demostrar ser sabio y entendido? Se demuestra ser sabio y entendido por la buena conducta: “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica” (Santiago 3.13 al 15 – RVR60). La sabiduría terrenal y animal en el sentido de una irracionalidad contraria a la santidad, además de ser diabólica en maldad y pecado, tiene su propia jactancia, que es su alabanza y presunción de cometer el desenfreno del desorden moral, pero el castigo de Dios es para mitigar la anarquía de la desobediencia. La Biblia dice: “El camino del necio es derecho en su opinión: Mas el que obedece al consejo es sabio” (Proverbios 12.15 – RVR1909). Es un acto espeluznante que el ser humano a sabiendas cometa prácticas injustas, pero la persona instruida y obediente en su palabra, tiene una voz interna de actitud fiel y leal a Dios.


¿Cuál es la voz interna que nos ayuda e influye en nuestro comportamiento y conducción? Esta voz interna es la voz de la decisión y disposición, con la reflexión y raciocinio de la palabra de Dios, a su vez es dependiente del estado de ánimo personal y socioemocional. La Biblia dice: “Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmos 23.3 al 4 – RVR60).


La actitud y el ánimo se fusionan para dar origen a la voz de la decisión, luego con la reflexión y raciocinio de la palabra de Dios, se compara y da a luz la conciencia en hacer



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la voluntad de Dios, antes que cualquier comportamiento o conducta inapropiada e irreverente en relación con Dios. Se enfrentan la realidad natural y terrenal, frente a la realidad espiritual donde prevalece la realidad celestial. Lo que llaman a las cuestiones etéreas como las relacionadas con el cielo, en el caso de las bienaventuranzas y la gloria, son alcanzadas con la dimensión del lugar de la habitación o morada donde se presencia el reino de los cielos. Ahora bien, esta actitud y ánimo reflexivo y racional, puede en conjunto acompañarse del buen juicio y sensatez del presentimiento ideal de Dios, a manera de una comprensión o entendimiento por intuición divina. Esto es una manifestación evidente, aunque proceda de una percepción espontánea y reactiva, pero del ser interno de conocimiento espiritual con trascendencia de lo celestial.

La Biblia dice: “Yo, la sabiduría, habito con la cordura, Y hallo la ciencia de los consejos. El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, el mal camino, Y la boca perversa, aborrezco. Conmigo está el consejo y el buen juicio; Yo soy la inteligencia; mío es el poder” (Proverbios 8.12 al 14 – RVR60). Hay que hacer crecer y desarrollar la actitud, el ánimo, la reflexión y el raciocinio, para fortalecer y reforzar la conciencia en el conocimiento y práctica de la voluntad de Dios. Pero complementado con lo ideal de Dios y la intuición, se logra perfeccionar con la meditación y oración constante en Dios. Todo esto nos ayuda y es necesario para mejorar nuestro carácter y personalidad en el Señor Jesucristo. La cordura como el buen juicio, reflexivo, prudente y sensato. La concentración del enfoque y pensamiento atento y detenido.


El carácter y la personalidad nos ayudan a rechazar y resistir las tentaciones y las acechanzas del mal, porque influye en el temor a y de Dios. Es un código espiritual y de ética cristiana para el temor a Dios, porque nadie se oculta de la omnipresencia de Dios, además contribuye con el carácter y la personalidad en tener el temor de Dios, o sea, un temor respetuoso y reverente a la luz de la consagración y santidad al Creador mediante Cristo Jesús: “Y no participéis en las



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obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo” (Efesios 5.11 al 14 – RVR60). También es un código de ética celestial, con carácter universal y sentido moral trascendente.

Aunque hay quienes se consideran libres de hacer lo que quieran con su cuerpo y con su vida, el compeler es obligar con autoridad o fuerza a hacer lo que no se quiere. Esto se presenta de la siguiente manera: “Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros” (Romanos 7.20 al 23 – RVR60).


En el caso de que la persona no quiere hacer el mal y el pecado, sin embargo, su misma concupiscencia del apetito desordenado del placer deshonesto lo domina. Esto significa que la persona se encuentra dominada del mal, en el sentido de que su intención y pensamiento es continuamente de dominio inmundo, por ser contrario a la consagración y santidad. La mente carnal es asquerosa y sucia sin ningún indicio de temor a y de Dios, sin el asco o náusea espiritual. La práctica del mal y del pecado no la quiere Dios, pero la permite en espera del reconocimiento del ser humano, de su propia iniciativa de compromiso y responsabilidad moral. Es deber asumir las consecuencias de sus actos, ser responsable y tener un mayor compromiso del perjuicio de sus actividades de la maldad y el pecado. Dios posibilita la vida, pero nunca permite el abuso que se haga de la misma, ya que establece el rendimientos de cuentas de cualquier tipo de abuso, sea de autoridad, confianza, derecho, dominio, sexual, superioridad, entre otros actos indebidos e injustos de irrespeto a la vida:



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“Y como á ellos no les pareció tener á Dios en su noticia, Dios los entregó á una mente depravada, para hacer lo que no conviene, Estando atestados de toda iniquidad, de fornicación, de malicia, de avaricia, de maldad; llenos de envidia, de homicidios, de contiendas, de engaños, de malignidades; Murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes á los padres, Necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia: Que habiendo entendido el juicio de Dios que los que hacen tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, más aún consienten á los que las hacen” (Romanos 1.28 al 32 – RVR1909).

¿Cuáles elementos contiene la caracterología cristiana para contrarrestar la ociosidad espiritual del mundo? Esta caracterología cristiana incluye contenidos complementarios entre sí, a la vez conforman un proceso gradual que va en incremento hasta su perfección, de una utopía factible y posible en el ideal de Dios o “ego de Dios” para el diario vivir:


“Como todas las cosas que pertenecen á la vida y á la piedad nos sean dadas de su divina potencia, por el conocimiento de aquel que nos ha llamado por su gloria y virtud: …hechos participantes de la naturaleza divina, habiendo huído de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia. Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, mostrad en vuestra fe virtud, y en la virtud ciencia; Y en la ciencia templanza, y en la templanza paciencia, y en la paciencia temor de Dios; Y en el temor de Dios, amor fraternal, y en el amor fraternal caridad. Porque si en vosotros hay estas cosas, y abundan, no os dejarán estar ociosos, ni estériles en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo…” (2 Pedro 1.3 al 9 – RVR1909).


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Algunos alegan que Dios en el primer pacto es estricto castigador, pero que ahora son tiempos diferentes donde Dios es solamente perdonador en el nuevo pacto. ¿Qué dice la Biblia de Dios acerca del primer pacto? “Porque el nombre de Jehová invocaré: Engrandeced á nuestro Dios. El es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud: Dios de verdad, y ninguna iniquidad en él: Es justo y recto. La corrupción no es suya: á sus hijos la mancha de ellos, Generación torcida y perversa. ¿Así pagáis á Jehová, Pueblo loco é ignorante? ¿No es él tu padre que te poseyó? El te hizo y te ha organizado” (Deuteronomio 32.3 al 6 – RVR1909).


¿Qué dice la Biblia en el caso de Dios en el nuevo pacto? “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él” (Romanos 8.7 al 9 – RVR60).


Debido a la dureza en el corazón sin arrepentimiento (Romanos 2.5 al 11 – RVR60), e insolidaridad temperamental, tanto en el primer pacto como en el nuevo pacto, Dios es castigador, porque el ser humano establece su propio castigo según su maldad, pecado y perversidad. Es imprescindible la introspección del mismo ser humano, con una mirada interna en dirección a sus acciones, según sea su indiferencia o interés de hacer conciencia de la voluntad del Creador, en una búsqueda introspectiva de la dimensión en profundidad, de la máxima y verdadera altura o cúspide de conocimiento celestial. Esto conlleva el reconocimiento y resignación de la posible vida sufrida, en la incomodidad de un mundo perdido, para alcanzar una gratificación, en el sentido de galardón o recompensa, de las promesas de salvación para vida eterna. Respaldado por una demostración de autoridad moral en el comportamiento y conducta en el diario vivir, coherente con el aprendizaje, educación y formación, dentro de la enseñanza transmitida por Jesucristo, el Maestro, Mentor y Gran Pastor.



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CAPÍTULO 6: CRONOLOGÍA BÍBLICA


Jesucristo en cierta ocasión testifica de sí mismo, que si el Hijo nos liberta, entonces, seremos verdaderamente libres (Juan 8.36). Previamente lo interrogan con la cuestión acerca de su autoridad y dominio, le preguntan temerariamente ¿Tú quién eres? (Juan 8.25). Jesús les menciona que desde el principio lo ha dicho. En relación con la cronología bíblica ¿cuál es este principio? Alrededor de cuatro mil años antes, en el principio, el Hijo confronta a sus seguidores del séquito celestial cuando surge una rebelión. El presente escrito es su cronología e historia. Hay un principio donde está solamente el Hijo con Dios Padre, previo a otro principio de la creación del séquito celestial. Posteriormente se presenta el principio de la creación del primero y segundo cielos, según podemos corroborar con la demostración y respaldo de citas textuales, en el siguiente análisis y comentario. Se requiere distinguir entre un principio y otro, para ubicar el contexto cronológico del hilo conductor, según el pasaje bíblico referenciado.


Dios Padre es Eterno, sin recibir o tener afectación de espacio, materia y tiempo, porque es intemporal, sin principio ni fin. Dios también es Padre, por ser el Creador, fuente y formador de nuevas vidas. Es el que ordena y da origen a toda la existencia, inclusive a su propio Hijo. Según Salmos 90.2 desde antes del surgimiento de los montes, y de la formación de la tierra y el mundo, durante todos los siglos, Dios siempre ha sido Dios. Él existe sin tiempo, porque establece el espacio sideral y el cosmos como el inicio del tiempo para el ser humano, creado a imagen de Dios en eternidad y con su semejanza en santidad. Otra vez, de nuevo en la época de cuatro mil años después, esta vez Jesucristo pregunta a sus seguidores los discípulos, acerca de quién es él (Mateo 16.15 al 17). Responde Simón Pedro que Jesús es el



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Cristo, el Hijo del Dios viviente. Jesús le dice bienaventurado, porque su respuesta fue por revelación del Padre que está en los cielos, en lugar de carne y sangre. Esta expresión de carne y sangre se refiere a una manifestación de origen terrícola, por su característica relacionada con lo terrenal o terrestre. El Hijo estaba presente como terrícola por ser un habitante que nace en el planeta Tierra, mientras que Dios Padre mora fuera de la Tierra en los cielos, su habitación es en el tercer cielo de la eternidad del Dios Altísimo. Su dimensión eterna de ninguna manera fue creada sino que existe desde siempre.

El Hijo descendió como Jesucristo, el Mesías, Salvador y el Ungido de Dios Padre. Así baja a la Tierra, al primer cielo que está inmerso dentro del segundo cielo; y es el mismo que sube de nuevo al tercer cielo de Dios Padre. Según Efesios 4.10 el que descendió, también sube por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Entonces, sus discípulos fueron testigos como observadores presenciales, que aportan con evidencias de experiencia la respuesta de quién es Jesucristo. Posteriormente el apóstol Pedro testifica en una de sus cartas o epístolas de 2 Pedro 1.16 al 18, que han dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor, habiendo visto con sus propios ojos la majestad de Jesucristo, porque recibió de Dios Padre honra y gloria, desde una voz del cielo que manifestaba la complacencia en su Hijo amado. Además fueron testigos de este acontecimiento cuando estaban con él en el monte santo.


El tercer cielo y la dimensión de Dios, son solamente formas de identificar, para entender el control que tiene Dios sobre toda la existencia. Bien dice el salmista acerca del lugar y trono de Dios en Salmos 103.19 al 22, que el trono de Jehová está establecido en los cielos. Su reino domina sobre todos, sus ángeles son poderosos en fortaleza y ejecutan su palabra, obedecen a la voz de su mandato todos sus ejércitos, como ministros que hacen su voluntad. Ahora, adelantemos dos mil años más, para tomar en cuenta una revisión de la Biblia aproximadamente a seis mil años después del séquito celestial y de Adán y Eva. La versión de Biblia Reina – Valera



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Revisión de 1960, que indicamos con las siglas RVR60, en este análisis y comentario de compilación y selección bíblica, utiliza una palabra clave, para explicar el meollo del fondo principal de la rebelión. Adán y Eva coinciden con el tipo de rebeldía que había sucedido anteriormente con una parte del séquito celestial, también posteriormente con el resto de seres humanos (el subrayado es nuestro en este texto). Oseas 6.6 al 7 “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos. Mas ellos, cual Adán, traspasaron el pacto; allí prevaricaron contra mí” (RVR60).

Prevaricar es faltar a los deberes y a la justicia, con pleno conocimiento de causa, pero en el caso de que sea por desconocimiento o ignorancia, es inexcusable, o sea, no se puede disculpar o excusar, máxime cuando es una resolución injusta, que provoca un desacierto o desatino de injusticia. La resolución significa el acto de resolver con decisión una duda o determinación, al hacer efectiva una acción decisiva. En la actualidad el prevaricato se contrarresta con lo que se llama el principio de ética y el deber de probidad, además de la objeción de conciencia. La probidad incluye la honestidad, honradez, integridad, lealtad, rectitud, transparencia y otros cumplimientos. La objeción de conciencia funge al priorizar en el individuo una ética de principios y valores, que abarcan los aspectos espirituales y morales. En relación con el ángel caído, más que un beneficio e interés general para el séquito celestial, trata de obtener un provecho propio, con ventaja que presume y se vanagloria de una jerarquía, que en la realidad no tiene sobre el resto del grupo angelical. En el caso contrario, Jesucristo en su tiempo aclara en Lucas 22.24 al 27, en relación con una disputa sobre quién de ellos sería el mayor. Jesús define y reconoce al que sirve, según él mismo que les da el ejemplo y modelo de vida en servicio. Pero lo que pasa es que los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad y dominio son llamados bienhechores, sin embargo, los discípulos y seguidores de Jesús, son los que demuestran la capacidad, don y vocación del servicio. El cometer de una disputa implica, debatir con la



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consideración y deliberación atenta y minuciosa, a sabiendas, del conocimiento e intención de contradecir o defender la motivación de una decisión. Eclesiastés 5.6 “No sueltes tu boca para hacer pecar á tu carne; ni digas delante del ángel, que fué ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se aire á causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?” (RVR1909).

Por lo tanto, Jesucristo demuestra ser el ejemplo entre los seres humanos como el que sirve a la mesa, a pesar de su procedencia Divina de imprescindible Hijo de Dios Salvador. Si retrocedemos del tiempo presente, nuevamente dos mil años, cuando Jesús declara a sus discípulos su padecimiento y sufrimiento que le sobreviene, entonces sucede en Mateo 16.22 al 23 lo siguiente: resulta que Pedro, por aparte de los demás, trata de reconvenir con Jesús, en el sentido de que prefiera o priorice por compasión de sí mismo, para que nada le acontezca. No obstante, el Señor reprende a Pedro al decir: “Quítate de delante de mí, Satanás; me eres escándalo; porque no entiendes lo que es de Dios sino lo que es de los hombres” (RVR1909). Por otra parte, Jesucristo explica claramente la situación. Esto cuando se presenta su aprehensión para ser detenido y juzgado en Mateo 26.52 al 54. Jesús se opone a la reacción con espada, porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. Menciona que podría orar al Padre, para recibir más de doce legiones de ángeles a su disposición, pero pregunta que entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras? Estos dos ejemplos sirven para confirmar y reforzar el sentido de prevaricato, que aunque no se trata de un caso como el de la función pública, de los gobiernos modernos, es una especie de relación de irrespeto o respeto a la autoridad. Además es un despropósito sin conformidad o correlación, en seguidores y la autoridad Divina, en este caso con Jesucristo el Hijo de Dios. Cristo nos ha dado ejemplo para seguirlo (1 Pedro 2.21).


Pedro dice y reacciona como humano, aunque sea sin mala fe o sin mala intención, pero coincide con la condición o estado de rebeldía del ángel caído, porque no se ajusta a la fidelidad y lealtad de la alabanza, gloria y honra exclusiva a la



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autoridad del Hijo. La persona que desenvainó su espada e hirió a Malco, el siervo del sumo sacerdote, fue Simón Pedro, descripción tomada de Juan 18.10 al 11, porque le cortó la oreja derecha. La labor designada y encomendada a Pedro, está en función de la misión del evangelio de Jesucristo, es un incumplimiento a su cargo o puesto de confianza, además de incongruente e inconsistente con su misión, especialmente en el ejemplo y modelo para otros. Así sucede con el ángel caído dentro de su integración al séquito celestial, le falta sumisión completa al Hijo de Dios, en el caso de su adhesión y cohesión con el grupo de seres espirituales. El inicio de esta rebelión y traición fue la decisión de evadir su compromiso y responsabilidad, al dejar de reconocer y reverenciar al Hijo.

Esto provoca un antagonismo de oposición y rivalidad, con un ambiente desfavorable y hostil entre el séquito, especialmente por la cuestión de diferencias entre conceptos y pareceres en el trato hacia el Hijo de Dios. Lo que pasa es que el ángel caído actúa en cierto grado con ingenuidad e inocencia, debido a que en su momento no existe bien ni mal, a excepción de la capacidad, facultad o potestad de tomar decisiones. Las mismas no son buenas ni malas, porque depende de las consecuencias obtenidas con el resultado. Se compara con la condición de inocencia en un neonato e infante. Misma situación presentada en Adán y Eva. En cierta ocasión Jesús lava los pies de sus discípulos, pero hay una reacción de negatividad y sorpresa en Pedro (Juan 13.5 al 7). Entonces Simón Pedro se extraña que Jesús lavara sus pies, inclusive cuestiona al preguntar, pero Jesús le dice a Pedro que él no comprende ahora; mas lo entenderá después (RVR60). Jesucristo menciona que Pedro no comprende ahora, pero posteriormente entenderá y sucede a su tiempo.


Más adelante Saulo de Tarso, conocido como Pablo, enfrenta a Pedro de la siguiente manera en Gálatas 2.11 al 13, porque en un lugar llamado Antioquía, Pablo resiste cara a cara a Pedro, pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se



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retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los que eran de la circuncisión. Actuaba con simulación con otros judíos, mediante hipocresía y Bernabé fue también arrastrado en esta situación de apariencia. Es muy interesante percibir este acontecimiento con la analogía o comparación con el ángel caído. Se presenta una acción o acto en cierta forma de aparente ingenuidad o inocencia, pero el efecto colateral tiene una evidente manifestación de hipocresía y simulación, que afecta el ambiente o atmósfera entre la comunidad de fe, especialmente en los seguidores de Jesucristo, ya que altera el orden establecido por Dios Padre. La venida de Jesucristo a este mundo como ser humano, aviva las buenas nuevas de la verdad del evangelio, indiscutibles para quienes las considere evidentes, pero otros debido a su incredulidad niegan hasta la historicidad de Jesucristo o Jesús de Nazaret como histórico.

Continuando con la controversia o polémica entre Pablo y Pedro, para comparar el caminar rectamente ajustado a la verdad del evangelio, por el cual el ser humano se justifica mediante la fe de Jesucristo, ya que nadie se justifica a la manera de la actitud demostrada por el ángel caído. Gálatas 2.14 muestra como Pablo le hace ver a Pedro que no andaba rectamente conforme a la verdad del evangelio, porque siendo judío vive como los gentiles y no como judío, pero obliga a los gentiles a judaizar. La Ley y La Gracia (ver en el formato web www.neobiblismo.org), presenta el contraste entre las obras de Jesucristo y las obras de la ley. Pablo dice lo siguiente al respecto en Gálatas 2.16, que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo. Estas obras de la ley se refieren a los sacrificios, ofrendas, holocaustos y expiaciones por causa del pecado. Jesucristo dice lo siguiente en relación con este tema, según Hebreos 10.5 al 10, que viene para hacer la voluntad de Dios, diciendo que sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quiso, ni se agradó Dios, ofrecidas según la ley, pero Jesucristo vino a hacer la voluntad, mediante la ofrenda de su cuerpo hecha una vez para siempre. El pensamiento puesto en Jesucristo, fortalece el poder del cambio transformador del ser interior.



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Hasta que Pedro quebranta la dureza de su corazón, le llega la hora de la iluminación del entendimiento, entonces comprende la representación y simbolismo del lavado de pies, realizado por el Maestro y Señor Jesucristo. Hechos 10.34 al 36 “Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos” (RVR60). Por esta razón el Hijo de Dios es el Señor de todos y es conocido como el Hijo del Altísimo. El libro de Isaías 57.15 en su texto llama a Dios como el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo, es el que habita en la altura y la santidad. Este pasaje destaca la importancia para Dios acerca del quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. Hay un propósito y sentido en la creación como el plan B del ser humano inmerso en un hábitat terrestre, pero la humanidad con su afán y apego a lo material, perecedero, superficial, superfluo y terrenal, se le imposibilita alcanzar a entender el plan B de la obra de Dios, con el establecimiento del principio hasta el fin, acerca del espacio, materia y tiempo, cosmos, espacio sideral o universo.


La humanidad no encuentra motivo para su existencia. En Eclesiastés 3.11 “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin” (RVR60). La persona que reconoce con su intención la práctica de humildad en la sumisión a Dios y doblega la dureza en su corazón, para conmover su fidelidad y lealtad en obediencia, entonces vive con excelencia mental, siempre hacia lo más Alto, donde habita el Altísimo Dios. Así es el conocimiento de los que habitan la Tierra, en un primer nivel o dimensión de conocimiento natural, hasta escalar a la espiritualidad y trascender al tercer nivel de conocimiento de magnitud celestial. Esto es subir un escalón o peldaño entre lo natural a espiritual. El conocimiento espiritual es un filtro



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de purificación, para ascender y sobrepasar el traslape entre lo natural y espiritual, así trascender mediante Jesucristo al conocimiento que es celestial. Aunque el ser humano viva físicamente en el primer cielo, su mente podría estar puesta en el tercer cielo de Dios, para servir a Dios en la Tierra, con el temor y temblor de respeto y reverencia, bienaventuranza para los que confían y dan honra al Hijo, inclusive entre los que gobiernan, juzgan y legislan en las naciones, que tomen en cuenta honrar al Hijo de Dios para hacer justicia. Esto se confirma en el texto del libro de Salmos 2.10 al 12, donde se insta a los reyes a ser prudentes y admitir amonestación: “Y ahora, reyes, entended: Admitid corrección, jueces de la tierra. Servid á Jehová con temor, Y alegraos con temblor” (RVR1909).

¿Por qué se hizo necesario la creación del ser humano como un plan B? Primeramente hay que aclarar cierto orden de Génesis 1.1 “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (RVR60). Aquí se alude y refiere a los cielos como el segundo cielo, fuera de la atmósfera terrestre y al primer cielo del globo terráqueo con sus capas atmosféricas. Todo esto es el inicio del espacio, materia y tiempo. Cuando Génesis 1.3 “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz” (RVR60). Aquí se hace alusión a un suceso anterior, en relación con la creación del séquito celestial y el principal y jefe de los ángeles, conocido en el primer pacto como el Arcángel Miguel, posteriormente en el nuevo pacto como el Señor Jesucristo, Cristo y Mesías. También se manifiesta en el primer pacto como el ángel de Jehová, Yahveh o Yahweh, según la versión de la Biblia o traducción bíblica. Hay una relación o significado relacionado con la existencia o el ser. De acuerdo con la escritura hebrea muy primitiva y por falta de vocales se utilizaba las letras YHVH, para el nombre de Dios en el primer pacto. En algunos pasajes se generaliza a los ángeles como ángel de Dios o ángel del Señor, pero hay casos donde se refiere exclusivamente, en el texto, tanto explícita como implícitamente al Hijo de Dios. Por ejemplo, en Zacarías 3.1 al 3 estaba el ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. “Y dijo Jehová á Satán: Jehová te reprenda, oh Satán; Jehová, que ha



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escogido á Jerusalem, te reprenda” (RVR1909). Nótese como Jehová refiere o remite la reprensión a otro Jehová, como si el Hijo recurre al Padre para reprender al adversario acusador.

En relación con el Hijo, en Efesios 3.18 al 19, indica que seamos plenamente capaces de comprender la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a plenitud todo tipo de conocimiento. Esta analogía o comparación tiene el significado de alcanzar la capacidad completa o total, de los parámetros comprendidos en la medida del ser interior, con la cobertura y llenura del conocimiento del amor de Dios. El ser interior es integral de actitudes, carácter, ego, emociones, habilidades psicosociales, personalidad y sentimientos. Todo esto involucra la mente y pensamiento, lo corporal o físico, la psique y espiritualidad. En el caso del Padre, la dimensión de Dios equivale al tercer cielo de la magnitud celestial (Deuteronomio 10.14), donde prevalece el conocimiento celestial y la plenitud de Dios. Estas medidas no son como el cosmos y espacio sideral; en la dimensión de Dios no pasa el tiempo como sucede con los seres humanos. En 2 Pedro 3.8 para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. En Salmos 90.3 al 4, mil años delante de los ojos de Dios son como el día de ayer, que pasó, semejante a una de las vigilias de la noche. El tiempo de ninguna manera corre en Dios, porque el fin o propósito del tiempo es propio de la existencia humana. En 2 Corintios 12.1 al 2 se dice: “CIERTO no me es conveniente gloriarme; mas vendré á las visiones y á las revelaciones del Señor. Conozco á un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe) fué arrebatado hasta el tercer cielo” (RVR1909).


Este tercer cielo significa trascender a la dimensión del conocimiento celestial de Dios, en este caso ser arrebatado es ser absorbido por la directriz de Dios, en el sentido de atraer poderosamente la atención, concentración y enfoque de una percepción, que va más allá de solo el sentido de la vista, sino que se recibe la revelación del conocimiento secreto de Dios,



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con una clara comprensión y entendimiento directamente proveído por Dios. El ser humano en su condición corporal corruptible, de ninguna manera hereda el reino de Dios en la resurrección de los muertos, según 1 Corintios 15.50, se dice que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. Porque la dimensión de Dios no es espacial, ni material, ni temporal. Jesucristo resucita con el cuerpo transformado que es corporalmente celestial como los ángeles. Según Juan 20.19 al 20, estando las puertas cerradas en el lugar, donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, los discípulos se regocijan viendo al Señor resucitado.

Un cuerpo que es natural y terrenal no podría traspasar, físicamente, las paredes para ingresar a un aposento cerrado, tampoco ascender al cielo como el resucitado. ¿Qué significa que Jesús muestra las manos y el costado, siendo ahora cuerpo transformado? En Hebreos 12.2 “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (RVR60). Presenta la evidencia histórica del suceso en la cruz, la veracidad de los hechos. Sus heridas de la crucifixión son la muestra, prueba o señal, de ganar el derecho de recuperar lo que le pertenecía como herencia, ya sea del cielo o de la Tierra, en relación con los ángeles fieles y leales, sumado a los ángeles indecisos que vienen a la Tierra a tomar una decisión a favor o en pos de seguir a Jesucristo, como su Salvador y Señor. Apocalipsis 22.14 da como bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, que significa Cristo.


Antes del espacio, materia y tiempo, solo es y está Dios, en Hebreos 11.3 debido a la fe se entiende que el universo fue constituido por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Dios Padre no se veía porque Dios es invisible, en Juan 1.18 a Dios nadie le vio jamás, ya que el unigénito Hijo le ha dado a conocer. Precisamente el Hijo de Dios, Jesucristo en Juan 5.37 menciona que el Padre



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que le envió ha dado testimonio de él, aunque nunca han oído su voz, ni han visto su aspecto. En el caso de la fe de Moisés, según Hebreos 11.27 se sostiene como viendo al Invisible. Por lo tanto, Dios es el Invisible en Romanos 1.20, lo invisibles de él, su eterno poder y Deidad, se hacen visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas. Dios es Invisible y es Espíritu (Juan 4.24).

El Espíritu de Dios es Energía y Poder de Creador, según Salmos 19.1 los cielos cuentan la gloria de Dios y la obra de sus manos. Dios para ser el Padre crea a su Hijo como el primero y el unigénito Hijo de Dios. Su primera creación y primogénito es su Hijo, luego crea el séquito celestial que es para la heredad y pertenencia a su Hijo, como un obsequio. Colosenses 1.15 al 16 “El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él” (RVR60). El Hijo ya preexistía antes de venir a este mundo en Colosenses 1.17 al 19 “Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten: Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia; él que es el principio, el primogénito de los muertos, para que en todo tenga el primado. Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud” (RVR1909).


Antes del primer pacto y durante el primer pacto, había seres humanos con la iniciativa propia de decisión pertinente de fidelidad y lealtad. El derramamiento del Espíritu Santo de forma colectiva y masiva que se presenta en los seguidores de Jesucristo, se presenta según los acontecimientos del nuevo pacto. Jesucristo vino a confirmar y acelerar en volumen de seguidores, la decisión de los ángeles indecisos en este primer cielo, para su reconciliación con los ángeles fieles y leales del tercer cielo. La Biblia menciona en 1 Timoteo 5.21 a los ángeles escogidos (RVR60). En Colosenses 1.20 dice: “y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la



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paz mediante la sangre de su cruz” (RVR60). En Hebreos 1.1 al 4, se aclara esta relación entre Padre e Hijo de Dios:

“… nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo: El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia,…, se sentó á la diestra de la Majestad en las alturas, Hecho tanto más excelente que los ángeles, cuanto alcanzó por herencia más excelente nombre que ellos” (RVR1909).

En la nada espacial y temporal, sin la existencia de materia visible, solo hay la Energía y Poder de Dios mediante su Espíritu. Dios para ser Padre crea a su Hijo. Hebreos 1.8 al 9 “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros” (RVR60). Dios es un nombre plural, porque es y está Dios Padre y Dios Hijo. Son los dos Seres Supremos Celestiales, pero el Padre es mayor que el Hijo como lo confirma Jesucristo, al decir en Juan 14.28, que el Padre mayor es que yo. Dios Padre es el Invisible, pero Dios Hijo es corporalmente persona y un ser celestial de acuerdo con Colosenses 2.9 al 10, donde dice que en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.


El Hijo es el principal y jefe del séquito celestial y luego cabeza también de la iglesia, pero en un punto inicial de esta cronología bíblica que describimos, todavía no hay más seres, sino solamente Dios Padre y Dios Hijo. Juan 1.1 al 3 “EN el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fué hecho” (RVR1909). El Padre no consentirá ni permitirá que se adore con la alabanza, gloria y honra a otro que no sea a su propio



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Hijo, en Isaías 42.8 Jehová dice que a otro no dará su gloria, ni su alabanza a las esculturas. El Padre establece que la creación rinda la honra al Hijo. Juan 5.22 al 23 “Porque el Padre á nadie juzga, mas todo el juicio dió al Hijo; Para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió” (RVR1909). Luego de creado el Hijo, Dios Padre conoce el diseño de la creación y sabe cuál va a ser su resultado, mientras tanto el Hijo ayuda en la creación y observa por primera vez cada uno de los resultados. Primeramente con la creación del séquito celestial (“Y vió Dios que la luz era buena…” Génesis 1.4 – RVR1909), posteriormente a la rebeldía del ángel caído, con el resto de la creación en general de cada día. La creación de luz representa al principio al Hijo, seguido de la creación del séquito.

Lo que pasa es que la trama del problema consiste en lo siguiente: Dios Padre ha determinado compartir su autoridad y dignidad solo con su Hijo, de ninguna manera acepta otra criatura de la creación, aunque se trate de otro ser espiritual santo y celestial. El ángel caído como en un tipo de dios falso, pretende sustituir al Hijo, a quien trata de reemplazar en su posición celestial. Es una forma de aparentar luz y camuflar sus verdaderas intenciones contra el Hijo. En el pasaje de 2 Corintios 11.14 al 15, se declara que el mismo Satanás se disfraza como un ángel de luz y sus ministros se camuflan de ministros de justicia. Así arrastra la tercera parte de los seres espirituales del séquito celestial. Espejo que había de suceder después entre los seres humanos, so pretexto de oratoria y retórica, se sacrifica a ídolos y falsos dioses en Deuteronomio 32.17 al 20, porque se dice que sacrificaron a los demonios y no a Dios. Se olvidaron de Dios como el Creador y de la Roca de creación, ya que lo menospreciaron, tanto sus hijos como sus hijas, se volvieron una generación perversa. La nebulosa de oscuridad y tinieblas, consiste en confundir con discurso que ofusque la razón y sentimiento, para embaucar y engañar al desvirtuar el enfoque y reconocimiento digno del Hijo. Una falta de respeto y reverencia, con atrevimiento, desvergüenza e insolencia del contexto o coyuntura de maldad y pecado.



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6.1) EL SÉQUITO CELESTIAL


Se olvidaron de la Roca que los creó, del Hijo de Dios o Dios Hijo que participó en la creación, porque molestaron con esto a Jehová Hijo, debido al menosprecio que le realizaron, porque esta Roca es Cristo mismo. En la carta a los Corintios encontramos la siguiente afirmación en 1 Corintios 10.2 al 5 “y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, y todos comieron el mismo alimento espiritual, y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto” (RVR60). Ante los dioses falsos e ídolos solamente hay un Dios, el Padre y su Hijo es nuestro Señor en 1 Corintios 8.4 al 6, no hay más que un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él. Dios Padre es Eterno, sin principio ni fin y por siempre.


Porque del Padre procede todo, inclusive el Hijo, pero del Padre junto con su Hijo proceden el séquito celestial y toda la creación. 1 Corintios 15.27 al 28 “Porque todas las cosas sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice: Todas las cosas son sujetadas á él, claro está exceptuado aquel que sujetó á él todas las cosas. Mas luego que todas las cosas le fueren sujetas, entonces también el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó á él todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos” (RVR1909). El séquito celestial es para obsequio al Hijo, el fin de este séquito es acompañar y seguir al Hijo, rendir respeto y reverencia en forma unánime y aplaudible a su Autoridad como Hijo de Dios. Pero el ser celestial conocido posteriormente como el ángel caído, decide no aprobar con entusiasmo el reconocimiento del lugar o posición del Hijo de Dios. Al contrario, con orgullo y soberbia aspira reemplazar al



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Hijo y tomar el derecho de autoridad superior. ¿Qué es lo que establece Dios Padre en el protocolo de jerarquía con su Hijo? Según Efesios 1.3 al 5 dice: “Bendito el Dios y Padre del Señor nuestro Jesucristo, el cual nos bendijo con toda bendición espiritual en lugares celestiales en Cristo: Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor; Habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos por Jesucristo á sí mismo, según el puro afecto de su voluntad” (RVR1909).


Para un ángel indeciso los lugares celestiales son como volver a casa en el tercer cielo de Dios, pero se logra solo con el conocimiento celestial de Jesucristo. En la dimensión de Dios tuvimos la condición de seres celestiales santos como séquito o seguidores del Hijo, antes de la fundación del primero y segundo cielos, predestinados a ser como el Hijo. Precisamente en esto consiste la predestinación, en el poder de decisión de ser semejantes al Hijo, en consagración, santidad y sin mancha, lo que se llama seres irreprensibles, que no requieren ser amonestados o corregidos por lo que se dice o se hace. Lo que pasa es que la decisión por sí misma no es buena ni mala, sino las consecuencias o resultado. El ángel caído como todo ser celestial creado tiene la capacidad de decisión. Surge una rivalidad entre ángeles provocada por el posible indicio y emergente anti-valor de la envidia. Hay un pesar y tristeza por el bien concesionado u otorgado al Hijo de Dios. ¿Cuál fue la decisión desacertada del ángel caído? El Hijo es merecedor por la estimación y gracia de su Padre. Sin embargo, se establece una rivalidad que luego es constante y profundizada entre los ángeles indecisos, mediante las guerras como seres humanos. Este es el motivo y origen de la rivalidad preexistente manifestada en las guerras humanas.


Es clave comprender y entender con claridad y en profundidad de la introspección, a través de una visualización interior direccionada a los propios actos y estados de ánimo. En 2 Corintios 10.3 al 6 se pronuncia acerca de nuestra militancia, porque las armas que son de nuestra milicia no



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son carnales, sino poderosas en Dios, derribando argumentos de la altivez que es contraria al conocimiento de Dios, para cautivar y llevar todo pensamiento a la obediencia a Cristo. La decisión del ángel caído fue enaltecer su corazón contra el reconocimiento de la alabanza, gloria y honra del Hijo de Dios. Esta acción genera la duda, donde había solamente la inocencia, tampoco hay bien ni mal, la duda por consiguiente trae consigo el desconocimiento desacertado de conveniencia o inconveniencia acerca de la consecuencia o resultado al enaltecer el corazón a la autoridad del Hijo. Isaías 14.13 al 15 “Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo” (RVR60).

Solamente el Hijo es semejante al Altísimo, en eminencia y potestad, preeminencia y primacía, superior jerárquico y supremacía, especialmente por ser el unigénito Hijo de Dios. Apocalipsis 5.11 al 13, manifiesta de forma contundente, la presencia de muchos ángeles alrededor del trono, en número de millones de millones, que declaran al Cordero como digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. Toda la creación reconoce al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. A ningún otro ser, Dios Padre ha reconocido como el Hijo de Dios que es un Dios Hijo. Según Hebreos 1.5 al 8 dice:


“Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo? Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios. Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego. Mas del Hijo dice: Tu trono,


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oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino” (RVR60).

Y otra vez, Dios ordena a todos los ángeles que adoren a su Hijo, la primera vez fue cuando el séquito celestial fue creado, esta vez fue cuando el Primogénito Hijo de Dios preexistente, encarna en su venida a la Tierra como un ser humano. Una vez que el ángel caído enaltece su corazón contra la acción de honrar y reconocer al Hijo de Dios, se acompaña de la duda de la conveniencia o inconveniencia de alabarse y elogiarse así mismo, de engrandecerse y exaltarse, hasta que surge la envidia y rivalidad, luego el orgullo y la soberbia. Según el libro de Ezequiel 28.15 al 17 menciona la perfección en sus caminos desde que fue creado, pero que debido a sus contrataciones de incitación a la rebeldía, da cabida a la iniquidad. Esto, por consiguiente, al pecado, como consecuencia es echado del monte que es de Dios. ¿Cuál es el momento del ángel caído donde se halló maldad y comete pecado? Hay dos etapas, primeramente la de rebeldía, se resiste a la adoración al Hijo de Dios, se alza y rebela contra su autoridad, arrastra la tercera parte de ángeles en su rebeldía. Esta etapa le permite darse cuenta y conocer con certeza las consecuencias y resultado del proceso de rebeldía.


Hasta aquí todavía no ha sido juzgado y sentenciado, sino que recibe una segunda oportunidad para rectificar y resarcir el daño, con plena conciencia de sus acciones y actos. Esta nueva etapa se presenta en el jardín del Edén. De acuerdo con el libro de Ezequiel 28.13 al 14 es en Edén, en el huerto de Dios, en la misma creación de Dios y en el santo monte de Dios, allí estuvo y se paseaba. En Edén se presenta su oportunidad de guiar y orientar al género humano de Adán y Eva, específicamente por el Camino de la fidelidad y lealtad al Hijo de Dios. Eran los primeros ángeles indecisos que venían a este mundo, en la forma de seres humanos a tomar una decisión definitiva. En esta etapa el ángel caído muestra toda su maldad y pecado, da cabida al orgullo y la



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soberbia, ya no es solamente la envidia y rivalidad, sino que confirma y reincide; vuelve a incurrir en el error y la falta, pero con la alevosía de un delito consciente y consistente en maldad y pecado, sin ningún tipo de pesar ni remordimiento. El Hijo observa la caída del ángel. Lucas 10.18 dice: “Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo” (RVR60).

El ángel caído era un portador de la luz del Hijo de Dios, porque el Hijo es la Luz. Isaías 14.11 al 12 “Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán. ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones” (RVR60). Entonces el ángel caído utiliza todo su ardid, astucia y engaño, su disimulo y habilidad, con un mensaje subliminal e intención perversa, prevalece la maldad y el pecado, manifestado en traición. Génesis 3.1 al 5 dice:


“Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (RVR60).

El ángel caído tergiversa el mensaje, de forma camuflada y oculta para provocar una interpretación errónea, por debajo del umbral de la conciencia, que Adán y Eva no perciben con la concienciación, pero los influye en la acción y conducta contraria a la voluntad de Dios. A manera de lo que hoy llamamos “mensaje subliminal”. Nuevamente se confirma su intención de ser como Dios al decir “seréis como Dios”. No



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solamente arrastra a los ángeles caídos, ahora pretende arrastrar también a los ángeles indecisos. En lugar de hacer que Adán y Eva sean conscientes, los confunde y pervierte. Esta misma estratagema de astucia, engaño y fingimiento, fue germinada e injertada como confusión mental en el ser humano, a través de la simiente de maldad y del pecado, contraria a la moral establecida como norma de Dios y transmitida mediante el sistema de ejemplo y modelo de aprendizaje. Esto es lo que se conoce como las conductas aprendidas e imitadas. En Judas 1.4 se trata el caso de la práctica de la impiedad convertida en libertinaje, donde se niega la soberanía de Dios. Hay una diferencia entre ser santo como Dios es Santo y otra es pretender ser como Dios, en la autoridad y potestad de hacer uno lo que quiera, con la negación de la obediencia y sujeción a Dios. Según 1 Pedro 1.14 al 17 hay que ser santo en toda la manera de vivir, especialmente con una conducta en temor todo el tiempo. La vida como una peregrinación de consagración y santidad.

Los ángeles que son fieles y leales se mantienen sujetos a Jesucristo hasta el día de hoy, en 1 Pedro 3.21 al 22 se dice que por la resurrección de Jesucristo, quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades. Los ángeles caídos tuvieron su oportunidad de rescate y restauración en el huerto del Edén, que no aprovecharon, sino que obstinadamente endurecieron su posición, con el consecuente encierro en prisión de los seres espirituales caídos. Judas 1.6 “Y á los ángeles que no guardaron su dignidad, mas dejaron su habitación, los ha reservado debajo de oscuridad en prisiones eternas hasta el juicio del gran día” (RVR1909). Aquí el llamado príncipe de las tinieblas, junto con sus seguidores, recibe juicio y condena, hasta el día final, cuando sean echados en el castigo del lago de fuego y azufre, para su destrucción total como sentencia eterna, porque los ángeles caídos no fueron socorridos (Hebreos 2.16). La intriga inicial con la astucia de seducción inmoral, con la argucia de la sutileza de engaño y mentira, para persuadir al mal en Adán y Eva, recibe justa retribución.



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¿Cómo se convierte en libertinaje la gracia y se niega a Dios Padre y a su Hijo Jesucristo? Seis mil años después de Adán y Eva, la situación es la misma en la sociedad actual. Los distractores del mundo generan una ocupación que no toma en cuenta y reta a Dios. El Padre quiere una adoración exclusiva por medio de la adoración a su Hijo. En Romanos 12.1 al 2 se insta a presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios como culto racional. Pero se insiste en renovar el entendimiento, para comprobar cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Porque se trata de un culto racional, dotado de razón. Salmos 139.17 al 18 “¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy contigo” (RVR60). Esta racionalidad es como vivir corporalmente y fisiológicamente en el primer cielo, pero con los pensamientos puestos en la Dimensión de Dios del tercer cielo. Es como vivir en una realidad virtual del primero y segundo cielo, pero despertar en la verdadera realidad del tercer cielo, para salvación y vida eterna, como respuesta del comportamiento y conducta.


¿Qué significa este dilema a la vez enigma? La convicción es la certeza o seguridad, es un convencimiento y persuasión con razones. Así es la fe en Hebreos 11.1 “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (RVR60). La fe no es ciega, así como la ciencia no es ciega, la fe también es comprobable con la razón. La fe, razón y ciencia van de la mano. Por ejemplo, el Calentamiento Global está anunciado en la Biblia, así la ciencia lo confirma. El profeta Daniel nos confirma como de Dios es el poder y la sabiduría, provee tanto la sabiduría a los sabios como la ciencia a los entendidos, su revelación es en profundidad y descubre aun lo que se encuentra escondido o secreto, conoce lo que está en tinieblas, pero con él mora la luz. Daniel 2.20 al 22 “Y Daniel habló, y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglo hasta siglo: porque suya es la sabiduría y la fortaleza: Y él es el que muda los tiempos y las oportunidades: quita reyes, y pone reyes: da la sabiduría á los sabios, y la ciencia á los



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entendidos: El revela lo profundo y lo escondido: conoce lo que está en tinieblas, y la luz mora con él” (RVR1909).

Aunque los seres espirituales caídos son puestos en las prisiones del castigo eterno, hasta el día establecido del juicio final, surgen entre los seres humanos los hijos del diablo y los hijos de Dios, diferenciados por los que no tienen y los que sí tienen vida espiritual en Cristo. Toda esta Cronología Bíblica son como las piezas del rompecabezas que se van, poco a poco, armando, cada una es necesaria para identificar por completo el hilo conductor de los tiempos, además de la trama del sentido bíblico. La vida espiritual es una vida sin maldad ni pecado. 1 Juan 3.9 al 10 “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios” (RVR60). Esta diferencia entre hijos de Dios y los hijos del diablo es la siguiente: algunos transmiten con la educación, ejemplo y modelo de vida, la enseñanza de Cristo, que es la simiente de Dios, otros con su forma de ser y vivir, transmiten la desobediencia y rebeldía del ángel caído.


Esta diferencia se anuncia proféticamente desde el inicio en el tiempo de Adán y Eva. De acuerdo con 1 Juan 3.11 al 13, Caín era del maligno porque mató a su hermano, sus acciones eran malas, contrarias a las de Abel que practicaba obras justas. La profecía bíblica al respecto se encuentra en Génesis 3.15, cuando Dios establece una enemistad entre la serpiente; por supuesto, lo que representa la serpiente y la mujer, por causa de sus simientes. Así dice que la simiente de la mujer herirá en la cabeza a la serpiente, aunque esta última le herirá en el calcañar a la simiente de la mujer (RVR60). La simiente que transmiten los hijos de Dios es Cristo. Gálatas 3.16 “A Abraham fueron hechas las promesas, y á su simiente. No dice: Y á las simientes, como de muchos; sino como de uno: Y á tu simiente, la cual es Cristo” (RVR1909). Cristo posibilita la consagración y santidad.



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¿Cómo es que intercede o media la religión durante esta cronología bíblica? Hemos considerado a las ciencias bíblicas en igualdad de condiciones que las ciencias teológicas, pero algunos alegan y defienden, la trascendencia de las ciencias religiosas a un mismo nivel. La ciencia al final del camino sigue siendo ciencia, es decir, la ciencia a pesar del tránsito de su inicio y su fin, de ninguna manera pierde su esencia, lo que constituye su característica e importancia inalterable. Así es, Biblia, religión y teología, tienen validez y vigencia en el sustento del conocimiento exacto y razonado, sobre la base del dominio de los conocimientos que son comprobados y demostrables, con nuestras acciones del comportamiento y conducta. Tiene erudición por ser un estudio e investigación de conocimiento en profundidad, es un saber porque es un estudio profundo de las Sagradas Escrituras de la Palabra de Dios. Las afirmaciones bíblicas tienen su clara explicación, pero hay que analizar, estudiar e investigar en profundidad.


Por ejemplo, en Juan 16.7 al 11, Jesucristo en su época, en su paso por el mundo, dice que enviará al Espíritu Santo para convencer de pecado, de Justicia y de juicio, porque aclara que de pecado, debido a que no creen en él, de justicia, por cuanto va al Padre, y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. El ángel caído con los suyos de la rebelión se encuentra en prisiones hasta el día del fin. Jesucristo dice la verdad, la misma es congruente con lo que hace. Primeramente la verdad existe y es real, la verdad no se puede negar racionalmente. Faltar a la verdad es sembrar la duda. Jesucristo menciona la unción del Espíritu Santo entre sus seguidores, porque la existencia de la función y operación del Espíritu Santo, es real y verdadera, pero cómo explicamos científicamente el Espíritu Santo. Se demuestra mediante su efectividad de convencimiento, en relación con el descubrir y el visualizar el pecado, la justicia y el juicio. Jesucristo es histórico, sin embargo, hay quienes no creen en él y niegan su historicidad. La resurrección y elevación al tercer cielo fue presenciada por testigos oculares, que con sus declaraciones



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y testimonios hicieron justicia, según derecho y razón. Sus manifestaciones orales y escritas son auténticas y fidedignas.

Por último, dar un lugar que no le corresponde al ángel caído es caer en su simulación de engaño y mentira, es darle una ostentación de poder que no tiene de ninguna manera. Inclusive muchos predican y promueven más al ángel caído, al rendir con disimulo pleitesía. El ángel caído y sus secuaces se encuentran en prisión, condenado con castigo eterno por su maldad y pecado. ¿Cómo se puede explicar científicamente la existencia del mal? El ser humano es el portador y se refleja en sus acciones, actos y hechos. La humanidad tiene que reconocer su maldad y pecado, asumir con compromiso su responsabilidad del mal y dejar de culpar al ángel caído por sus propias actuaciones, su comportamiento y conducta, tanto a nivel individual como una persona y colectivamente en sociedad, corresponde solamente al humano su obligación de rendir cuentas ante el juicio de Dios. Esto es comprobable o demostrable con la evidente ciencia del bien y del mal.


En el conocimiento antiguo se creía la analogía de los seres venidos a la tierra, que regresan posteriormente a Dios, comparados con chispas desprendidas de la luz de Dios que nuevamente se fusionan. Esto ocurre en el fraccionamiento cristiano, donde todos los creyentes y seguidores de Cristo están desunidos, por centros o instituciones educativas y formativas, comunidades de fe, congregaciones, cooperativas caritativas y solidarias, denominaciones, hospitales, iglesias, orfanatos, organizaciones, religiones, sociedades, unidades de educación superior, universidades y las llamadas sectas de forma peyorativa, entre otros. En el “debería” es el amor de y en Jesucristo lo que une este fraccionamiento, pero este tipo de amor es el demostrado por Jesucristo, en la compasión, consagración, fe, fidelidad, justicia, misericordia, obediencia, paz, pureza y santidad. En términos de amor como en otros principios y valores, Jesucristo es el Ejemplo y Modelo, de mayor Excelsitud y Soberano, en la autoridad suprema y el dominio de los principios, valores y virtudes de origen divino.



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6.2) LIBERTINAJE Y REBELDÍA


Así como Dios es Amor, Jesucristo representa el Amor del Padre, el Hijo es la autoridad, mando y poder, en este sentido. Según el Apocalipsis 1.5 al 6, Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra, su gloria e imperio sea por los siglos de los siglos. Al Hijo sea gloria ahora y siempre (2 Pedro 3.18). El verdadero amor de Dios Padre y su Hijo, no es consentir y encubrir la práctica del pecado, solo por amabilidad y cortesía de no herir con esta corrección, los sentimientos y la susceptibilidad de quienes cometen la maldad y el pecado. Dios Padre y su Hijo nos aman con amor a la salvación y vida eterna, de ninguna manera es amor superficial, apegado a lo carnal, perecedero, temporal y terrenal. Jesucristo para nada es religión en las prácticas de costumbres, ritos y tradiciones emanadas del mundo, ineficientes contra la maldad y el pecado. Se requiere ser apto, o sea, con la aptitud consistente para ser un fiel servidor e hijo de Dios, con las promesas de salvación y vida eterna, en clara demostración de consagración y santidad.


Hay mejores formas de agradar y servir a Dios Padre y a su Hijo Jesucristo en el mundo, que perder el tiempo de vida en las distracciones terrenales, fomentadas y promovidas por la incredulidad y el paganismo contemporáneo, extendidas en el planeta mediáticamente. Los ángeles indecisos venidos a este mundo, permanecen en confusión, duda e indecisión, se sienten atrapados en cuerpos humanos. Otros se desvían en cuestiones de sexualidad, tergiversan el verdadero propósito y sentido de la vida, mientras tanto, en el camino de Dios están los que invocan de verdad con el temor de Dios: “Justo es Jehová en todos sus caminos, Y misericordioso en todas sus obras. Cercano está Jehová á todos los que le invocan, A todos los que le invocan de veras. Cumplirá el deseo de los que le



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temen; Oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará. Jehová guarda á todos los que le aman; Empero destruirá á todos los impíos” (Salmos 145.17 al 20 - RVR1909). Así el ser humano fue echado del huerto o jardín del Edén, para buscar y seguir el Camino de Dios, hacia la salvación y vida eterna. Desde un principio tuvieron que lidiar con las distracciones de la vida, para lograr sobrevivir o subsistir en las cuestiones necesarias de la cotidianidad. Inclusive su vida errante o nómada era una representación o simbolizaba una peregrinación, lo que se consideraba como una vida de paso para la vida eterna.

Los primeros emigrantes o migrantes fueron Adán y Eva, luego Caín con una de sus hermanas por ser los primeros humanos en el planeta. De esto ya hace alrededor de seis mil años de existencia. Los seres humanos se vieron forzados a vivir con la creatividad, inteligencia, ingenio, innovación e invención. Se inventan las herramientas e instrumentos de trabajo, los instrumentos de música, las normas o reglas de convivencia, métodos o sistemas de intercambio comercial, los bienes y servicios, las ocupaciones, oficios, labores y sus formas de pago, entre otros. Surge a raíz de la adoración a Dios, la iniciativa de religión, que con el tiempo hasta el día de hoy, ha sido la actividad religiosa, la que más moviliza y mueve a las personas en todo el mundo, más que cualquier actividad artística, comercial, deportiva, militar o política. No obstante, Jesucristo no es una religión, que lo sustituya o desplace al segundo plano en preeminencia; su supremacía está en la práctica y vivencia de ejemplo y modelo de vida.


Ninguna religión salva por sus reglamentos internos, ni da vida eterna por sí misma, que no sea mediante Jesucristo. En 1 Timoteo 2.5 al 6, se menciona a Jesucristo, como el único mediador entre Dios y los hombres. La conciencia del conocimiento interno de bien y mal, que es nuestro deber de hacer o de evitar, además del acto de pensar, querer y sentir, en función del entorno de lo que se actúa o se hace, requiere la madures, prudencia y sensatez, referente a Jesucristo, ante la posibilidad de placer de los gustos y preferencias.



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También surge la degeneración y el desenfreno activo de la intimidad sexual, como una competencia a la religión. Se deja de escuchar el mensaje de Dios, su intolerancia a la maldad y al pecado. Las personas priorizan la inmediatez del placer, con la depravación y promiscuidad sexual. Aunque Dios es el que liberta y salva, las personas asqueadas de la maldad y pecado, continúan esclavas y adictas al hábito de pecar, incurriendo en una vida ajena, alejada y contraria a los comportamientos y conductas exigidas por Dios. Las víctimas, que es justificado por algunos con el pretexto de las guerras, son víctimas con odio y a la vez réplicas de víctimas a victimarios, en adulterio, depravación sexual, fornicación, pederastia o pedofilia, violación y zoofilia, entre otros desvíos de copulación o unión sexual. Se pierde el entusiasmo hacia la devoción al Creador, se cambia la vida en Dios por la anarquía, confusión, desconcierto y desorden. Se rigen en las civilizaciones y culturas sin tomar en cuenta la inteligencia de la mente de Dios. Las sociedades se conforman con su propio desconocimiento, indiferencia e ignorancia, especialmente en la inmadurez espiritual y el rechazo al conocimiento celestial.


Inclusive posteriormente a la primera venida de Cristo, la fragmentación del cristianismo ha provocado más división que unión en Cristo. Ante todo, Dios es el que tiene la Razón, el ser humano puede depositar su confianza plena, con la certeza y seguridad directamente en Dios como su Creador. Esto fue demostrado con las plagas de Egipto, porque tenían el enfoque de sus vidas centrado en los dioses falsos. Éxodo 12.12 “Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré á todo primogénito en la tierra de Egipto, así en los hombres como en las bestias: y haré juicios en todos los dioses de Egipto. YO JEHOVÁ” (RVR1909). Los llamados de atención por parte del Creador, son necesarios para que la humanidad reaccione y vuelva su mirada hacia lo Alto al Dios verdadero. Isaías 45.5 al 7 confirma que Jehová es el Dios, los dioses no tienen validez frente a él. Además Dios forma la luz y crea las tinieblas, hace la paz y crea la adversidad. Esto significa que la vida es aceptar, reconocer y resignar a Dios, es abandonar



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las tinieblas que ofrece la vida y acercarse a la Luz de Dios. Juan 3.19 al 21 establece que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus actos eran malos. El que viene a la luz se manifiesta que sus obras son hechas en Dios. El mundo físico entregado a lo terrenal, su atención y enfoque vive distorsionado en una dispersión de distracción y ruido, sin la percepción espiritual.

De manera que la práctica de la verdad en la vida, es una lucha entre el bien y el mal, el portador es el mismo ser humano, esto es entre la luz y las tinieblas. Sin embargo, la arrogancia e ignorancia de la sociedad se muestra sin límites ante Dios, se vive sin admitir las órdenes de Dios, no hay un amor que sea decente de adoración y servicio al Creador. La indecisión e inseguridad de las personas sin reflexión, las lleva a cometer los actos injustos y denominados de bajos instintos, sin valorar la verdad. Jesucristo dijo en Juan 8.32 “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (RVR60). Jesucristo es el Ejemplo y Modelo de Identidad, la vida en Cristo de ninguna manera corresponde a un mundo ideal o a una utopía irrealizable, sino que la vida en Cristo es factible, real y verdadera, mediante la experiencia, práctica y vivencia espiritual, con el propósito y sentido trascendente a celestial.


La espiritualidad es la vivencia de Jesucristo en nuestras vidas, a través de las acciones y hechos, con toda la fuerza de pasión del corazón y la mente puestos en Jesús. La intuición y el razonamiento se pueden conjugar y complementar, para decidir y seguir fiel a Cristo en su Camino, con lo que se ha llamado la comunicación, coordinación e interacción de las neuronas de la fe o de la religión. Hay una correspondencia integradora de la mente, corazón y la creencia en Dios. Este sistema de interconexión e interactivo entre corazón y mente es mencionado por Jesucristo. Lucas 6.45 “El buen hombre del buen tesoro de su corazón saca bien; y el mal hombre del mal tesoro de su corazón saca mal; porque de la abundancia del corazón habla su boca” (RVR1909). El ser humano desafía y reta a Dios, pero el amor más grande es el demostrado por



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Dios con el envío de su propio Hijo. Aunque algunos persisten en descartar o desechar a Dios, jamás seremos dueños de la vida, la misma es nuestra falsa realidad perecedera, porque servir a Dios es lo que sí tiene un valor eterno y permanente.

El ser humano se lastima así mismo con la envidia y rivalidad, prefiere morir que ceder ante el bien, en esta vida fugaz, sin la esperanza o expectativa de una vida eterna. Se desprecia servir fielmente a Dios, para merecer las promesas y recompensa de una inmortalidad con cuerpo transformado. Están los que pretenden o procuran lograr esto al reflexionar acerca del momento de muerte, especialmente los que llegan a una condición cercana a la muerte, pero que no les alcanza, porque es durante el transcurso de la vida que hay que dar frutos dignos de arrepentimiento, salvación y de vida eterna. La vida material, perecedera, superficial, temporal y terrenal, en el primer cielo es muy superflua y pasajera, es como un trampolín de realidad virtual, para trascender a la verdadera realidad perdurable del tercer cielo, para vida eterna. Más allá del segundo cielo del espacio sideral y del cosmos, en la dimensión de Dios infinita y para siempre, donde no puede ingresar instinto humano carnal de maldad y pecado. Porque es absolutamente exclusivo para quienes nacen de nuevo, caso contrario y figurativo es como un suicidio colectivo o social, cuando la humanidad por su propia naturaleza burla la justicia de Dios, aman y prefieren más la oscuridad y las tinieblas, que la consagración y santidad de la Luz de Dios.


Predomina el engaño del hacer creer lo que no es verdad. La Biblia dice en 2 Timoteo 3.13: “Mas los malos hombres y los engañadores, irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (RVR1909). Dios pide inhibir el mal y el pecado, o sea, la abstinencia de la práctica del mal y del pecado, para que las personas no muestren interés alguno en pecar, pero la tendencia del ser humano es hacer lo contrario de lo que Dios prohíbe, se desinhibe en sus adicciones y sensaciones, con ardid para no privarse del placer carnal, aunque sea una situación autodestructiva, de estupefacientes para provocar



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estimulantes alucinógenos y dependencia narcótica adictiva. Aunque esto signifique destruir sus propias neuronas. Es la decadencia de la sociedad, debido a la alienación y perdición humana, por una vida sin Dios y en profanación sistémica y social. La actividad de la religión es lo que más moviliza a las personas en el mundo, pero el desenfreno sexual, el uso y abuso del consumo de sustancias psicoactivas al enajenar, generan gran actividad como las drogas ilegales y legales.

La dimensión de Dios es en Espíritu de Energía, Fuerza y Poder como la mente de Dios. Según Hechos 17.26 al 28:


“Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habitasen sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los términos de los habitación de ellos; Para que buscasen á Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen; aunque cierto no está lejos de cada uno de nosotros: Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como también algunos de vuestros poetas dijeron: Porque linaje de éste somos también” (RVR1909).

Dios ha prefijado el orden de los tiempos y los límites de habitación del ser humano. Antes solamente es y está Dios, luego para ser el Padre, crea su Hijo unigénito. El Hijo es la creación de la existencia y jerarquía de su propia sustancia Divina, es segundo en autoridad después del Padre, y primero en el orden ante el séquito celestial. El Hijo es el ser en su esencia Divina homogénea en eternidad, santidad y verdad, como ser corpóreo celestial y espiritual sin depender de espacio, materia y tiempo. El tercer cielo, el Hijo y el séquito tienen otra clase de materia que es celestial, diferente del cosmos, espacio sideral o universo. En Dios Padre vivimos, nos movemos y somos, es como estar inmerso en la mente energética de Dios, que es omnipresente y omnisciente. El linaje humano desciende de Adán y Eva, el linaje celestial y



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espiritual de los ángeles proviene del Hijo, como piedra viva escogida y preciosa de Dios, según el pasaje 1 Pedro 2.4 al 5.


El Hijo es el primero, principal y principio de la Esencia y Verdad, proveniente de Dios Padre, para que el Hijo así como el Padre, reciba la alabanza, gloria, honor y honra, como está escrito en Romanos 11.36:“Porque de él, y por él, y en él, son todas las cosas. A él sea gloria por siglos. Amén” (RVR1909). Así el Hijo hereda o recibe el conocimiento del Padre. Juan 5.18 al 19 “Entonces, por tanto, más procuraban los Judíos matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que también á su Padre llamaba Dios, haciéndose igual á Dios. Respondió entonces Jesús, y díjoles: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que viere hacer al Padre: porque todo lo que él hace, esto también hace el Hijo juntamente” (RVR1909). El Hijo transmite el mensaje y voluntad del Padre, es verdadero que la enseñanza del Hijo es la palabra de Dios. Juan 12.49 al 50 “Porque yo no he hablado de mí mismo; mas el Padre que me envió, él me dió mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su mandamiento es vida eterna: así que, lo que yo hablo, como el Padre me lo ha dicho, así hablo” (RVR1909). El Hijo tiene la misma y única decisión con el Padre en Esencia y Verdad, tienen un solo propósito en la finalidad, intención y objeto. Juan 14.10 al 11 “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras” (RVR60).


Volviendo al principio, después del Hijo, ambos Padre e Hijo crean el espacio, materia y tiempo, inclusive todo el contenido energético en el cosmos, espacio sideral, galaxias, vía láctea y en general de todo el universo, que es objeto de estudio científico. Toda esta formación material aparenta una edad mayor que los seis mil años que tiene de existencia. Así mismo el contenido del globo terráqueo, que no procede de cálculos especulativos o probables sino de hechos verdaderos,



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aseverados y confirmados por Dios mismo por medio de su Palabra, basta hacer un cálculo exacto entre la generación de Adán, Eva y Abraham, luego entre Abraham y la primera venida de Jesucristo, por último entre Jesucristo y nuestra época, suman dos mil años cada período, para un total de seis mil años. Los cálculos de la paleontología a partir de restos fósiles, tienen las edades verdaderas que se aparenta. El ejemplo de Adán y Eva que no fueron neonatos sino que aparentaban mayor edad en su creación. Esto corresponde al plan “B”, que los ángeles indecisos tuvieran su oportunidad de venir a este mundo a tomar una decisión definitiva. El plan original después de la creación del Hijo fue la creación de sus seguidores o séquito celestial. Nehemías 9.6 al 7 menciona no solamente los cielos, sino los cielos de los cielos, con todo su ejército y los ejércitos de los cielos que le adoran, donde se entremezcla el primero, segundo y tercer cielo.

El jefe de los ejércitos de los cielos es el Hijo y se hace alusión a sus seguidores del séquito celestial. Salmos 148.1 al 5 “Alabad a Jehová desde los cielos; Alabadle en las alturas. Alabadle, vosotros todos sus ángeles; Alabadle, vosotros todos sus ejércitos Alabadle, sol y luna; Alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas. Alabadle, cielos de los cielos, Y las aguas que están sobre los cielos. Alaben el nombre de Jehová; Porque él mandó, y fueron creados” (RVR60). El período entre la creación del séquito celestial y la segunda oportunidad del ángel caído, de arrepentimiento, conversión y resarcimiento, para la reparación del daño provocado, en su conversación y orientación con los primeros seres humanos Adán y Eva. Este es el “Período Esencial de la Misericordia”. Resarcir es reparar el agravio, daño o perjuicio, ya sea con un beneficio, bien o compensación. Se percibe una sensación profunda desde las entrañas, entre los seres espirituales creados y el amor correspondiente y recíproco de corazón, representado en Dios Padre y su Hijo. Esta oportunidad es benevolente en relación con el castigo merecido, sin embargo, es la confirmación y reiteración de la caída del ángel rebelde.



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Adán y Eva, los primeros ángeles indecisos en forma humana, pierden la cubierta protección de luz, representado en Génesis 3.7 al 8, con la desnudez de ambos, al extremo de hacer delantales con hojas de higuera. Además de la acción de esconderse de la presencia de Dios entre los árboles del huerto. La formación del ser humano incluye su origen del temperamento, demostrado en Adán y Eva al comer el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. También surge en el ser humano el gen del envejecimiento al comer dicho fruto.


A pesar de la entrañable misericordia procedente de Dios demostrada antes del primer pacto, durante el primer pacto y en el nuevo pacto, el período entre el ángel caído en el Huerto del Edén en tiempo de Adán y Eva, hasta la Segunda Venida de Jesucristo, es el “Período Esencial del Sacrificio”. Lucas 1.78 al 79 “Por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó de lo alto el Oriente, Para dar luz á los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz” (RVR1909). Esto para dar luz a quienes estaban inmersos en las tinieblas y en sombra de muerte, entonces muestra El Camino de Jesucristo, con el sacrificio de redención de pecados, salvación y vida eterna. Pero en el ser humano se presenta una actitud y conducta cortoplacista frente a la vida. Su apego al mundo en el caso de lo material, temporal y terrenal lo esclaviza a la inmediatez del placer y sus efectos a corto plazo, a la vez distraídos, ocupados y sujetos. ¿Qué es la esencia y qué es lo esencial? La esencia de Dios Padre está en su Hijo, el amor del Padre se muestra y visualiza en Jesucristo, lo esencial, fundamental y principal es la misericordia y el sacrificio de Cristo. Lucas 20.13 al 15 “Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré mi hijo amado: quizás cuando á éste vieren, tendrán respeto. Mas los labradores, viéndole, pensaron entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle para que la heredad sea nuestra. Y echáronle fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué pues, les hará el señor de la viña?” (RVR1909). La alegría, felicidad y gozo se tiene en Jesucristo, porque se recibe la paz del propósito y sentido de la vida para salvación.



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Lo esencial de la misericordia se termina con el juicio, condenación y castigo. La analogía de la parábola con sentido figurado, describe lo siguiente en Mateo 21.41 al 42 “Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo. Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, Ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?” (RVR60). La transgresión de Adán y Eva fuerza u obliga al sacrificio. 1 Pedro 1.22 al 23 “Habiendo purificado vuestra almas en la obediencia de la verdad, por el Espíritu, en caridad hermanable sin fingimiento, amaos unos á otros entrañablemente de corazón puro: Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios, que vive y permanece para siempre” (RVR1909). En lugar del amor entrañable y sin fingimiento, los ángeles indecisos en cuerpos humanos, se aferran a las guerras con la insistente rivalidad preexistente, con tenacidad y violencia.


Esta es la explicación de la existencia de las guerras, la rivalidad preexistente entre los ángeles indecisos. En esta condición a falta de reconocer y recordar la patria celestial, se matan unos a otros, enceguecidos por una patria terrenal y limitados en un conocimiento natural, en resistencia contra lo que es espiritual. Hasta ahora el orden es primeramente la creación del Hijo, luego sus seguidores o séquito celestial, seguido de los seres humanos que son los ángeles indecisos, que vienen a tomar una decisión definitiva. Por último, la Segunda Venida de Jesucristo para salvar a quien se ha decidido en seguir su Camino, aquellos que se preparan con voluntad y esperan su venida. Así perpetuar la vida eterna. Mateo 24.35 al 37 “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre. Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (RVR60).


El día y la hora nadie sabe, excepto el Padre que en su sola potestad conoce los tiempos o las sazones de los tiempos.



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Esto según Hechos 1.6 al 8. La creación del séquito celestial corresponde a una cantidad definida, no hay más ni menos seres espirituales que sean celestiales, desde entonces, una tercera parte fue arrastrada por el ángel caído, entre las otras dos terceras partes, una cantidad se mantuvo fiel y leal al Hijo, como jefe y principal del séquito celestial, el resto son los ángeles indecisos que vienen a este mundo corporalmente como seres humanos. Al ser una lista determinada y limitada, millones de millones de ángeles, en el transcurso de seis mil años hasta ahora, cuando se termine la lista de ángeles indecisos, de manera que el último tome su decisión de ser un justo seguidor fiel y leal a Jesucristo, será el fin de los tiempos con la Segunda Venida del Hijo Salvador y Señor.

Las parábolas de la oveja perdida y del hijo perdido con el padre incondicional, son como los ángeles indecisos que vuelven a su casa celestial. Romanos 11.25 “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis acerca de vosotros mismos arrogantes: que el endurecimiento en parte ha acontecido en Israel, hasta que haya entrado la plenitud de los Gentiles” (RVR1909). Hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles, o sea, la plenitud es cuando se complete la lista definida, que va avanzando conforme se añade cada día a Jesucristo los que han de ser salvos. Hechos 2.46 al 47 “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y con sencillez de corazón, Alabando á Dios, y teniendo gracia con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día á la iglesia los que habían de ser salvos” (RVR1909). La lista se cumple con el último indeciso que se vuelva justo y se manifiesta cuando venga lo perfecto, con la resurrección de los muertos y el cuerpo transformado.


Así es el tiempo del fin descrito por el profeta Daniel 12.1 al 2 “Y EN aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está por los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fué después que hubo gente hasta entonces: mas en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallaren escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en



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el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua” (RVR1909). El arcángel Miguel, el gran príncipe, es el jefe y principal del séquito celestial en el primer pacto; se aparece y manifiesta en el nuevo pacto con su preexistencia encarnada en el Señor Jesucristo, el Hijo de Dios. Entonces el día de la Segunda Venida de Jesucristo, conoceremos cada uno como fuimos conocidos delante de Dios Padre y del Hijo. 1 Corintios 13.9 al 12, indica que cuando venga lo perfecto, o sea, la resurrección de los muertos con el cuerpo transformado e incorruptible, entonces lo que es en parte se acabará, pero entonces conoceremos como fuimos conocidos en esta vida (RVR60). El período de gracia, misericordia y sacrificio de Cristo, se termina en el individuo cuando el mismo muere en su vida presente, pero colectivamente el período de gracia, misericordia y sacrificio de Cristo se finaliza en su Segunda Venida, al salvar a los obedientes que le esperan o resucitan.

La señal más evidente previa a la Segunda Venida de Jesucristo es el Calentamiento Global, en el caso de que llegue a un punto donde ya no es reversible. Apocalipsis 16.7 al 9 “Y oí á otro del altar, que decía: Ciertamente, Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos. Y el cuarto ángel derramó su copa sobre el sol; y le fué dado quemar á los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el grande calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene potestad sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria” (RVR1909). Esto se asevera y confirma en 2 Pedro 3.4 al 7:


“Y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. Cierto ellos ignoran voluntariamente, que los cielos fueron en el tiempo antiguo, y la tierra que por agua y en agua está asentada, por la palabra de Dios; Por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua: Mas los cielos


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que son ahora, y la tierra, son conservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio, y de la perdición de los hombres impíos” (RVR1909).

El día de la Segunda Venida de Jesucristo, se presenta una resurrección con cuerpo transformado y los que están vivos preparados, también se transforman para encontrarse con el Señor. 1 Corintios 15.51 al 53 “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (RVR60). Esto de un abrir y cerrar de ojos, significa que es en un instante, pero así es la muerte en un cerrar y abrir de ojos, porque en la muerte no hay espacio, materia y tiempo. Abel tiene alrededor de seis mil años de muerto, pero desde el momento en que muere a la Segunda Venida, para Abel es un cerrar y abrir de ojos. Lo mismo en los demás muertos, porque el tiempo no cuenta en la muerte, ya sean miles de años, siglos, décadas, años, meses, días, minutos o segundos.


El tiempo corre o pasa solo entre aquellos que está vivos. Además los demás muertos, que resucitan en condición del mismo cuerpo que tenían al morir, tanto corruptibles como mortales, de ninguna manera para castigo y condenación, se podría recibir el cuerpo transformado. Por esta razón, entre amigos, conocidos y parientes se van a reconocer, si se encuentran en el juicio final. El dolor o sensación de castigo es gradual, según el nivel de maldad y pecado en la persona cuando muere. La Biblia dice en Apocalipsis 20.11 al 15:


“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado sobre él, de delante del cual huyó la tierra y el cielo; y


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no fué hallado el lugar de ellos. Y vi los muertos, grandes y pequeños, que estaban delante de Dios; y los libros fueron abiertos: y otro libro fué abierto, el cual es de la vida: y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar dió los muertos que estaban en él; y la muerte y el infierno dieron los muertos que estaban en ellos; y fué hecho juicio de cada uno según sus obras. Y el infierno y la muerte fueron lanzados en el lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no fué hallado escrito en el libro de la vida, fué lanzado en el lago de fuego” (RVR1909).

El lago de fuego y azufre es como una hilera de ceniza, dejada a su paso por el fuego en una cerilla o fósforo, desde la cabeza con pólvora hasta la astilla completa de madera. El tiempo de duración depende de la intensidad, con la que el fuego queme con absoluta totalidad la cerilla o fósforo, hasta su destrucción total e inexistencia. En la resurrección de los muertos, cada persona conocerá como fue conocido por Dios Padre y su Hijo, es decir, los libros fueron abiertos, porque cada persona en su propia mente sabrá cómo fue su vida ante el libro de la vida de Dios o la Mente de Dios. Porque muchos pretenden vivir en despilfarro, opulencia, vanidad y vicios, con falta de rectitud ética y moral en las acciones, para supuestamente vivir bien en esta vida, pero no les importa la salvación y vida eterna, se despreocupan de la importancia de la psique de su alma, que es la vida espiritual y proyectada hacia la vida venidera celestial. Marcos 8.36 al 38 “Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (RVR60). El propósito y sentido de la vida en Jesucristo está basado en hechos y verdades, es fáctico por su pertenencia y la relación con su estar, hacer y



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ser. Lo contrario es una vida adictiva, aficionada y habituada a la maldad y al pecado, sin conciencia ni el remordimiento.

Los santos ángeles corresponde al séquito celestial que se mantuvo fiel y leal a su Señor. El propósito y sentido de la vida está en función de entender y conocer el “Yo Soy” Jeremías 9.23 al 24 “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio, y justicia en la tierra: porque estas cosas quiero, dice Jehová” (RVR1909). Jesucristo mismo dijo lo siguiente en Juan 14.6 “Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí” (RVR1909). Los ángeles que siendo indecisos toman su propia decisión de seguir y ser como Jesucristo son los elegidos o escogidos. 1 Timoteo 5.20 al 21 “A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman. Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicios, no haciendo nada con parcialidad” (RVR60). La elección o escogencia es la decisión de ser como Jesucristo, en ejemplo y modelo de vida, según lo fáctico de las acciones, actos y hechos demostrables, verídicos en el Jesús histórico.


Finalmente, ¿Qué pasa con los ángeles caídos que están encarcelados? Jesucristo viene con sus santos ángeles fieles y leales a juzgar a los ángeles que no guardaron su dignidad ni lugar, junto con todos los ángeles indecisos que se quedaron sin tomar una decisión definitiva, sino que permanecieron en su indecisión de no seguir y no ser como su Señor Jesucristo. La indecisión por sí misma los condena al juicio final. Los justos en vida tienen un juicio previo, donde presentan sus atestados o pruebas de justicia, con sus acciones, actos y hechos. Mateo 25.31 “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria” (RVR60). Hay una comparación de esta indecisión con los tibios. Así dice en Apocalipsis 3.14 al 17:



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“Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo” (RVR60).

El ser desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo, se refiere en el aspecto espiritual con una terminología con explicación y sentido de lo espiritual. Porque la verdadera riqueza está en el conocimiento y práctica en relación con lo espiritual y celestial, para salvación y vida eterna en Cristo. El ser tibio es la consecuencia o resultado de la indecisión. Los ángeles caídos y los que son insistentemente indecisos, recibirán su condenación, castigo y destrucción total. Mateo 25.41 “Entonces dirá también á los que estarán á la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y para sus ángeles” (RVR1909). Esta misma sentencia corresponde a un castigo eterno, la eternidad es restricta, o sea, limitada y precisa a la pena impuesta para siempre, pero su consumación es la destrucción eterna, mientras tanto se sufre un gran dolor y tormento de lloro y crujir de dientes, cuando se consume el juicio final. 2 Pedro 2.4 “Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio” (RVR60). Este juicio de destrucción total es congruente y consecuente con el castigo de exclusión a la vida eterna. Lucas 13.27 al 28 “Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad. Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos” (RVR60). La aclaración de la búsqueda de respuesta acerca del sentido de la vida, es que cada ser humano logre identificar y reconocer que tiene una



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preexistencia como ángel indeciso. Que la vida como humano es recapacitar, retornar y volver a la casa celestial, mediante su Rey Jesucristo, el único mediador, sin mediar ningún tipo de interferencia terrenal, sea eclesiástica o secular, sea civil o religiosa. Gracias a la magnanimidad de la benevolencia y la clemencia del Padre, por medio de su Hijo Amado y Salvador.

¿Para qué apareció el Señor Jesucristo? Jesús vino para la verdadera inclusión a la salvación y la vida eterna. 1 Juan 3.5 al 8 “Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él. Cualquiera que permanece en él, no peca; cualquiera que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, no os engañe ninguno: el que hace justicia, es justo, como él también es justo. El que hace pecado, es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (RVR1909). La pena establecida para el que hace la maldad y pecado, es el castigo de la eterna perdición, que consiste en la exclusión de poder presenciar la gloria de nuestro Salvador y Señor, cuando se manifieste desde el cielo en llama de fuego. 2 Tesalonicenses 1.7 al 9 “y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (RVR60). Se requiere el cuerpo, mente y psique unidos integralmente, con la atención plena, enfoque y el sentido de la vida en Jesucristo, para vivir la plenitud en Cristo, con el amor completo y verdadero en Dios Padre y en Jesucristo. Por esta razón la importancia de conocer y saber claramente la Psicoteología, la caracterología cristiana y la personalidad de los discípulos fieles. Además de las actitudes, competencias o habilidades psicosociales, entre otros temas afines y actuales con la actividad mental y la teología. La Biblia dice: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía!…; Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna” (Salmos 133.1 al 3 – RVR60).



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CAPÍTULO 7: LA DILATRÍA


Latría es adoración, culto y reverencia solamente a Dios. La Dilatría es la doble adoración practicada por los discípulos de Jesucristo hacia Dios el Padre y al Señor Jesucristo. Esta doble adoración es única y exclusiva a Dios Padre y a su Hijo, descartando otro tipo de adoración externa a terceros, sean dioses falsos y sus ídolos o las imágenes y sus personajes religiosos. La Dilatría es una adoración a la pluralidad de Dios, como veremos en el siguiente análisis y comentario.


7.1) DIOS PADRE


Dios Padre es el Ser Supremo, que no tiene superior en su orden (1 Crónicas 29.11 al 12; 1 Corintios 15.24 al 28). Es el Todopoderoso (Génesis 17.1), que existe por sí mismo como Dios eterno (Génesis 21.33; Job 36.26), y es el Creador de toda la existencia (Génesis 1.1; Hechos 17.24), invisible y visible. Entre sus atributos o cualidades perfectas y que son propias de Dios, están las que se mencionan a continuación:


Celoso (Éxodo 34.14; Deuteronomio 6.14 al 15),


Eterno (Deuteronomio 33.27; Isaías 40.28),


Inescrutable (Job 5.8 al 9; Romanos 11.33),


Inmutable (Hebreos 6.17 al 18),


Invisible (Romanos 1.20; Colosenses 1.15; 1 Timoteo 1.17; Hebreos 11.27),


Justo (Éxodo 9.27; Deuteronomio 32.3 al 4; 2 Crónicas 12.6; Esdras 9.15; Isaías 30.18),



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Misericordioso (Éxodo 34.6; Deuteronomio 4.31; 2 Crónicas 30.9; Salmos 86.15, 145.17; Jeremías 3.12),


Omnipotente (Génesis 35.11, 43.14; Salmos 91.1; Ezequiel 10.5), y


Santo (Levítico 11.44 al 45, 19.2, 21.8; Josué 24.19; Isaías 5.16, 43.15).


Dios es Espíritu (Juan 4.24), sin embargo, para que la humanidad entienda mejor a Dios, en sentido figurado, se le ha dado características físicas similares a las del ser humano, entre algunas están: ojos, oídos (Salmos 11.4, 34.15), brazos, manos y rostro (Salmos 11.7, 89.13 al 14, 119.73).


7.1.1) NOMBRES DE DIOS


Su nombre es un tetragrámaton representado con las siguientes letras: YHVH, que se asocia con el significado de Ser o hacer que exista (Éxodo 3.13 al 15). Para lograr su pronunciación se hizo necesario agregarle vocales, quedando Yahveh o la forma latinizada Jehovah, de donde provienen las trascripciones al castellano de Yavé o Jehová (Salmos 8.1, 83.18, 113.1 al 3, 135.13). Además se le llama Adonai (1 Reyes 3.10), Señor (Génesis 15.2, 8; Éxodo 23.17, 34.23), y Padre (Isaías 63.16, 64.8; Lucas 11.2; Juan 17.1 al 5).


Se acostumbra en la Biblia acompañar el Nombre de Dios con alguna cualidad: Altísimo, Estandarte, Pacificador, Pastor, Proveedor, Sanador y Viviente (Génesis 14.18 al 20, 22.13 al 14; Éxodo 15.26, 17.15; Josué 3.10; Jueces 6.24; Salmos 23.1; Jeremías 23.6). Se le conoce como Jehová de los ejércitos y Santo de Israel (Isaías 1.4, 5.24, 54.5; Oseas 12.5). Antes de Moisés se manifestó como Dios Omnipotente, pero después de Moisés se dio a conocer con el nombre de Yavé o Jehová (Éxodo 6.2 al 3), ya mencionado anteriormente.



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7.1.2) UNICIDAD DE DIOS FRENTE A LOS DIOSES


El Dios Creador es el único Dios, frente a los dioses de los pueblos politeístas. En su sola potestad no tiene igual. Antes de él no fue formado otro ni después de él habrá otro igual, existía antes que hubiera día y lo que hace no hay quien lo estorbe (Isaías 43.10 al 13). En el cuarto día de la creación hizo el sol, la luna y las estrellas, de manera que es superior a los astros adorados mediante la idolatría y es más grande que todos los dioses (Éxodo 18.11; Salmos 95.3, 96.5). Es abominación servir a dioses ajenos e inclinarse ante ellos (Levítico 26.1), ya sea al sol, la luna, a todo el ejército del cielo (Deuteronomio 17.2 al 5) o a los signos del zodíaco (2 Reyes 23.5). Dios es el Poderoso Creador digno de toda reverencia.


Sin embargo, el ser humano se olvidó de su Creador, se inclinó y rindió culto a las criaturas, a pesar de conocer a Dios, su eterno poder y Deidad, claramente visibles desde la creación del mundo por medio de las cosas hechas (Romanos 1.20 al 25). Dios es único (Deuteronomio 6.4; Isaías 45.5 al 6; Santiago 2.19), porque absolutamente nada puede quitarle su lugar, hay que amar a Dios de primero, Jesús manifestó el mandamiento de amar a Dios con todo el corazón, vida, mente y fuerzas (Marcos 12.28 al 34). La unicidad de Dios es frente a estos dioses paganos, por lo tanto, no hay más que un verdadero Dios, que es Padre y Creador de toda existencia.


“Porque aunque haya algunos que se llamen dioses, ó en el cielo, ó en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), Nosotros empero no tenemos más de un Dios, el Padre, del cual son todas las cosas, y nosotros en él: y un Señor Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros por él” (1 Corintios 8.5 al 6 - RVR1909).


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7.1.3) DIOS COMPARTE LA GLORIA CON SU HIJO


Dios no quiso que se le diera la gloria a nadie más sino a su propio Hijo, a quien exaltó para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre (Filipenses 2.9 al 11). Esta gloria exclusiva de Dios la encontramos en el libro del profeta Isaías, donde se declara frente a los ídolos de Babilonia, que no hay más Dios que él, no hay otro Dios y nada semejante a él (Isaías 20 al 23, 46.9). En el contexto de los falsos dioses, Dios anunció su enviado, mensajero, su siervo en quien tiene contentamiento, ya que puso sobre él su Espíritu para que trajera justicia a las naciones (Isaías 41.21 al 42.5), este es su Hijo Jesús a quien Dios glorificó (Hechos 3.13), porque había prometido que no le daría su gloria a nadie más, que no sea al mensajero y siervo, ni daría su alabanza a esculturas.


“Yo Jehová te he llamado en justicia, y te tendré por la mano; te guardaré y te pondré por alianza del pueblo, por luz de las gentes; Para que abras ojos de ciegos, para que saques de la cárcel á los presos, y de casas de prisión á los que están de asiento en tinieblas. Yo Jehová: este es mi nombre; y á otro no daré mi gloria, ni mi alabanza á esculturas” (Isaías 42.6 al 8 – RVR1909).

El evangelio de Juan dice que Cristo es glorificado por su Padre (Juan 8.54). A su vez el Padre es glorificado en él (Juan 13.31 al 32). Esto fue testificado cuando se oyó desde el cielo, la voz del Padre al confirmar que glorificaría su nombre (Juan 12.28 al 30). Esta virtud de Cristo de exaltar al Padre y por el mérito de hacer la obra que se le encomendó, es que Dios le reconoce también y glorifica al lado suyo (Juan 17.1, 4 al 5).



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7.1.4) PLURALIDAD DE DIOS FRENTE A SU HIJO


La pluralidad de Dios, o sea, Dios de Dios, una forma de plural en el idioma hebreo de “Elohim”, en relación con su Hijo, porque están Dios Padre y Dios Hijo. Se menciona desde el principio de la creación cuando Dios dijo: “… Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…” (Génesis 1.26). También está en el pasaje de la construcción de una ciudad con la torre de Babel cuando Jehová dijo: “… Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua…” (Génesis 11.6 al 7). Estas acciones o verbos están en plural.


La relación entre Padre e Hijo es una Dilatría claramente señalada en muchos pasajes de las Sagradas Escrituras, que muestran su poder y supremacía. Di significa “dos”, como el diteísmo, pero latría es adoración solo a Dios. En los Hebreos nos dice lo siguiente del Hijo comparado con su Padre: “… el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia… se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos” (Hebreos 1.3 al 4 - RVR60).


En una ocasión que Jesús oraba por sus discípulos al Padre expresa: “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Juan 17.5 - RVR60). La explicación de esto se encuentra al empezar el evangelio Juan 1.1 al 2, que parafraseamos así: el Verbo o Palabra (que es el Hijo) es un Dios que está con Dios (el Padre), o sea, el Hijo era en el principio con el Padre. Esta verdad es la comunión con el Padre y con el Hijo (1 Juan 1.3).


Además se manifiesta lo siguiente: “Y aquel verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad… A



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Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1.14, 18 - RVR60).

Dios Hijo es el que fue manifestado en carne y recibido arriba en gloria (1 Timoteo 3.16). Por eso es superior a los ángeles, porque Dios es su Padre y determina o lo nombra como su Hijo (Hebreos 1.5 al 6), de entre todas las criaturas creadas posteriormente a su Hijo. Otro pasaje en la carta a los Hebreos llama al Hijo como Dios y menciona que fue ungido por su Dios (el Padre). “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más que a tus compañeros” (Hebreos 1.8 al 9 - RVR60). Este texto hace alusión a Salmos 45.6 al 7. Dios Padre ha exaltado a su Hijo Jesús con su diestra (Hechos 2.33, 5.31). Esteban lleno del Espíritu Santo, viendo en dirección al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús a su diestra (Hechos 7.55 al 56).


Cristo Jesús antes de ser enviado por su Padre y estando en forma de Dios, no se aferró a mantenerse como Dios, sino que se despojó a sí mismo y vino como ser humano en carne (Filipenses 2.5 al 8), luego volvió al cielo de Dios y se sentó a la diestra de su Padre, hasta poner a sus enemigos por estrado de sus pies (Salmos 110.1; Hechos 2.34 al 36; Colosenses 3.1; Hebreos 1.13, 8.1, 10.12 al 13), así es como se sentó al lado del Padre en su trono (Apocalipsis 3.21).


Antes de subir al tercer cielo, confesó que iba a su Dios y Padre: “… subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Juan 20.17 - RVR60). Por lo tanto, el Hijo no es un solo Dios con el Padre en fusión, sino que el Padre es Dios de su Hijo (Marcos 15.34; 1 Pedro 1.3; Apocalipsis 1.1, 3.12), en plural. En este sentido hay un descubrimiento y despertar, mediante una radiografía detallada de la condición individual y colectiva en la mente y pensamiento humano, como una mirada retrospectiva, en su relación preexistente con Dios Padre y su Hijo Jesucristo con el poder del Espíritu Santo.



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7.1.5) PLENITUD DE DIOS EN SU HIJO


El Padre comparte y dio a su Hijo de la plenitud de su poder y de sus atributos. En él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, cabeza de todo principado y potestad (Colosenses 2.9 al 10), porque el Hijo es la imagen del Dios invisible (Colosenses 1.15; 2 Corintios 4.4) y el primogénito de toda creación, por cuando agradó al Padre que en él habitase toda plenitud (Colosenses 1.15 al 19). El Padre es invisible (Colosenses 1.15; 1 Timoteo 1.17), pero su Hijo le ha dado a conocer visiblemente, con el ejercicio de atributos del Padre.


En el Apocalipsis se hace referencia del Señor Jesucristo acerca de cómo ha de venir Todopoderoso (Apocalipsis 1.8). También se dice que es digno de poder, riquezas, sabiduría, fortaleza, honra, gloria y alabanza, por los siglos de los siglos (Apocalipsis 5.12 al 13). Jesús prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mateo 28.20), esto es omnipresencia del atributo del Padre en el Hijo. Otro atributo es que el Hijo es el Dios Salvador (Hechos 5.31; Tito 2.13). Además está presente la omnisciencia en el Hijo de Dios, según varios pasajes (Mateo 12.25; Juan 2.24 al 25, 16.30).


7.1.6) UNANIMIDAD DE DIOS CON SU HIJO


Jesús dijo que nadie había visto al Padre, salvo él mismo (Juan 6.46) y los ángeles que están en el cielo (Mateo 18.10). Por medio del Hijo es que conocemos al Padre. A Dios nadie le vio jamás (Juan 1.18). A través de Jesús histórico, que con los hechos evidentes de su vida, demostró tener a Dios Padre en su corazón, es que hizo visible ante la humanidad al Padre



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en la esencia de su forma de ser (Juan 14.7 al 10), propósito y unidad, amor, gracia, misericordia, paz y verdad (2 Juan 3).

El Padre y el Hijo son de un mismo parecer, así como ambos son uno (Juan 10.30), también nosotros es necesario que seamos unánimes con ellos, en perfecta unidad y amor (Juan 17.11, 20 al 26). La unión es en finalidad y el objetivo.


7.1.7) DIOS ES MAYOR QUE SU HIJO


El Padre es la cabeza indiscutible de Cristo (1 Corintios 11.3). Jesucristo admitió la potestad del Padre (Mateo 20.23, 24.36; Hechos 1.7), confirma que su Padre es mayor que él (Juan 14.28), inclusive luego del fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia, entonces el Hijo se sujetará al Padre, para que Dios Padre prevalezca sobre todo (1 Corintios 15.24 al 28). El retorno de la nada del principio, donde existía solo la energía Espiritual de Dios, vuelve a asumir el control total y absoluto, otra vez como en el inicio donde solo existía Dios.


Otras expresiones del Hijo demuestran que está sujeto al Padre, por ejemplo: “… ni el enviado es mayor que el que le envió…” (Juan 13.16) y “… porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió” (Juan 8.42). El Hijo sujeto al Padre de Superior Deidad.


Además, se comprueba su absoluta sumisión al Padre, cuando Jesús dice que no puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre así hará igualmente (Juan 5.19), cuando ora al Padre para que pase de él la copa, pero que no se haga su voluntad sino la del Padre (Lucas 22.41 al 42), o cuando dice que hace lo que le agrada al Padre (Juan 8.25 al 29). El Padre Único es el primer Dios en existir.



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7.1.8) DIOS COMO PADRE DESDE EL PRINCIPIO


Desde el principio de la creación Dios se ha manifestado como Padre. Primeramente con su Hijo y el séquito celestial. Luego con el ser humano, ya que el evangelio de Lucas declara a Adán como hijo de Dios (Lucas 3.38). En Génesis encontramos que después que a Set le nació un hijo por nombre de Enós, entonces las personas empezaron a invocar el nombre de Jehová. Este pueblo de hijos de Dios son los que se mezclaron con mujeres de hombres que no clamaban a Dios (Génesis 6.1 al 5), menos obedecían. Pero Noe halló gracia ante los ojos de Jehová y era varón justo, perfecto en sus generaciones, que caminó con Dios al hacer su voluntad (Génesis 6.8 al 9). En Job también se habla de hijos de Dios, que se presentaban delante de Jehová y dialogaban (Job 2.1).


7.2) JESÚS, EL HIJO DE DIOS


Jesús es el Hijo de Dios Padre (Juan 1.49). Jesús mismo lo afirma (Lucas 22.70 al 71; Juan 10.36, 11.4, 19.7). Y es el mediador entre Dios Padre y los seres humanos (1 Timoteo 2.5). Es el unigénito Hijo de Dios (Juan 3.16 al 18), el Verbo que fue hecho carne, habitó entre nosotros y vimos su gloria como del unigénito del Padre (Juan 1.14). Cuando llegó el cumplimiento del tiempo, el Padre envió a su Hijo (Juan 8.42; Gálatas 4.4), que demostró fidelidad y lealtad en obediencia.


El Señor Jesús como humano fue profetizado (Génesis 49.10; Isaías 7.14) y engendrado en la virgen María (Lucas 1.30 al 31). Es el Mesías (Juan 4.25 al 26), reconocido como el Cristo, el Hijo del Dios viviente (Mateo 16.16) y el Ungido.



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7.2.1) PREEXISTENCIA Y DEIDAD DEL HIJO DE DIOS


Hay preexistencia en el Hijo de Dios (Juan 8.58). Fue creado por Dios el Padre (Salmos 2.7; Hechos 13.33; Hebreos 1.5, 5.5). El Hijo también es un ser con esencia Divina en forma de Dios (Filipenses 2.5 al 6). El Padre constituyó al Hijo como heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo (Hebreos 1.1 al 2). Es el principio de la creación (Apocalipsis 3.14). Se hace alusión a él cuando Dios en el primer día hizo la luz (Génesis 1.3; 2 Corintios 4.6), ya que Juan lo relaciona con la luz (Juan 1.4 al 9, 3.19 al 21), y Jesús mismo se hace llamar la luz (Juan 8.12, 9.5, 12.35, 46). Nótese en el primer capítulo de Génesis que la luz del sol, la luna y las estrellas fueron creadas hasta el día cuarto y no el primer día (Génesis 1.14 al 19). La preexistencia significa una existencia anterior.


El Hijo Creador estaba con el Padre cuando se afirmó todos los términos de la tierra (Proverbios 30.4), veía cada día que era bueno el avance y como iba quedando el resultado de cada elemento creado (Génesis 1.4, 10, 12, 18, 21, 25, 31).


Dios Hijo, era la Palabra o el Verbo que acompañaba al Padre ordenándolo todo, el libro de Proverbios lo personifica en la sabiduría (Proverbios 8.22 al 30). El Hijo en el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho (Juan 1.10). Todas las cosas por él fueron hechas y sin él nada se hubiera hecho (Juan 1.3), en él fueron creados todos los componentes de la existencia, todo fue creado por medio de y para él, es antes de todas las cosas de la creación, todas las cosas en él subsisten (Colosenses 1.16 al 17), porque el Padre amó al Hijo desde antes de la fundación del mundo (Juan 17.24). Bien dicho, que la memoria histórica de la presencia del Hijo de Dios, nos refuerza la esperanza para la paciencia de recibir la promesa, de nuestro Salvador para vida eterna en la resurrección.



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7.2.2) DIFERENCIAS ENTRE EL HIJO Y EL PADRE


El apóstol Pablo en el protocolo de saludo de todas sus cartas menciona a Dios el Padre y al Señor Jesucristo por aparte o separadamente (Romanos 1.1 al 7; 1 Corintios 1.1 al 9; 2 Corintios 1.1 al 4; Gálatas 1.1 al 5; Efesios 1.1 al 5; Filipenses 1.1 al 2; Colosenses 1.1 al 3; 1 Tesalonicenses 1.1 al 3; 2 Tesalonicenses 1.1 al 2, 12, 2.16; 1 Timoteo 1.1 al 2; 2 Timoteo 1.1 al 2; Tito 1.1 al 4; Filemón 1.1 al 3). Tanto el Padre como el Hijo, cada uno tiene vida en sí mismo (Juan 5.26), sin embargo, así como se menciona el árbol de la vida en Génesis y en Apocalipsis, significa que siempre existirá dependencia hacia el Padre que no tiene principio (Job 36.26; Salmos 90.2), a diferencia su Hijo si tiene origen, porque fue el principio de la creación de Dios al inicio (Apocalipsis 3.14).


El Padre es Espíritu (Juan 4.24), en Energía y Poder, el espíritu no tiene carne ni huesos (Lucas 24.39). Jesús tanto en su preexistencia, como en su vida sobre la tierra, tuvo cuerpo, ya que existe el cuerpo celestial y el cuerpo terrenal (1 Corintios 15.39 al 40). Jesucristo vino a este mundo como persona (1 Pedro 1.10 al 11), en carne (Juan 1.14; Hebreos 5.7; 1 Juan 4.2), y engendrado en la virgen María, de manera que María es madre de Dios Hijo y de ninguna manera del Padre. Jesucristo fue realmente enviado por el Padre (Juan 17.1 al 8), y cuando estuvo aquí en la tierra verdaderamente él oraba y hablaba con su Padre que estaba en el cielo. Nunca fingía el diálogo con su Padre, sino que era una relación real.


Otra de las diferencias es que el Padre no se arrepiente (Números 23.19; 1 Samuel 15.29), mientras que el Hijo se arrepiente de haber contribuido en la creación del ser humano (Génesis 6.1 al 8), debido a la maldad de los varones del pueblo de Dios que se mezclaron con las mujeres paganas



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de la tierra. También las Sagradas Escrituras hablan de un Jehová, que menciona el nombre de otro Jehová: “Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás. Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda…” (Zacarías 3.1 al 3 - RVR60). Se menciona que Moisés habló cara a cara con Jehová (Éxodo 33.11; Números 12.5 al 8; Deuteronomio 34.10), pero a través de Jehová Hijo que era el mensajero y ángel de Jehová Padre (Hechos 7.30, 35 al 38). Lo mismo sucedió con Abraham cuando le apareció Jehová Hijo con dos ángeles más, previo a la proximidad en la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra (Génesis 18.1 al 2, 16 al 19.1). En tiempo de Moisés los hombres vieron la gloria, la grandeza y aún oyeron la voz audible de en medio del fuego, y pudieron seguir vivos en ese momento (Deuteronomio 5.24 al 27), sin embargo, ningún ser humano ni el mismo Moisés podía ver el rostro de Jehová Padre (Éxodo 33.17 al 23).

7.3) ESPÍRITU SANTO


Existe el Espíritu Santo de Dios (Efesios 4.30), como el poder del Padre que opera en nosotros (Romanos 15.19; 1 Corintios 2.4 al 5). Nos revela todas las cosas de él, ya que es el Espíritu que procede del Padre (Juan 15.26; 1 Corintios 2.10 al 12), por lo tanto el Espíritu Santo es poder de lo alto (Lucas 24.49), que ayuda a discernir espiritualmente (1 Corintios 13 al 14). Es dado en todo aquel que teme a Dios y obedece a sus mandamientos (Hechos 5.32). Además, es una promesa del Padre (Lucas 24.49), según su voluntad (Hebreos 2.4), repartiendo dones espirituales a cada uno en particular como él quiere (1 Corintios 12.11), también da frutos en el ser humano (Gálatas 5.22 al 25). Es un poder de Dios para que el ser humano participe en la naturaleza de la Divinidad, en su ser interior, dando fe, virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y amor (2 Pedro 1.3 al 8).



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7.3.1) FUNCIONES


El Espíritu Santo es un poder enviado por el Padre, con la función de enseñar, recordar y guiar (Juan 14.26; Juan 16.13), por esto es el Espíritu de verdad, que está alrededor y dentro de las personas (Juan 14.17), específicamente en los creyentes (Hechos 2.38), dándoles testimonio acerca de Jesús (Juan 15.26), consolando y aliviando la aflicción de cada persona (Juan 14.16). Además de convencer y redargüir.


7.3.2) MANIFESTACIONES


La Escritura menciona que la manifestación del Espíritu es para beneficio (1 Corintios 12.7). El Espíritu es el mismo, pero se manifiesta a través de los dones, ministerios y operaciones (1 Corintios 12.4 al 6). Los dones espirituales se pueden anhelar y procurar abundar en ellos, para edificación de la Iglesia (1 Corintios 14.12), sin embargo, es el Espíritu el que reparte a cada uno en particular (1 Corintios 12.11). Todo lo que se recibe para beneficio según la gracia que nos es dada, es un don con el poder de Dios, ya sea el don de profecía, servicio, enseñar, exhortar, repartir, presidir o el de misericordia (Romanos 12.6 al 8). Todos son dones, pero se pueden clasificar en ministerios, aquellos que involucran la vocación de servir a los demás en forma de oficio o cargo, con responsabilidades asignadas a su labor, por ejemplo, la función del apostolado o misioneros, profeta o maestro (1 Corintios 12.28 al 31). Entre los dones hay algunos que benefician directamente a la persona que lo recibe, ya que aprenden a vivir la vida en Dios y mejoran su conducta, como la sabiduría, ciencia y fe, pero otros son actividades en beneficio de los demás, que son operaciones como los dones de sanidades, hacer milagros, profecía, discernimiento de espíritus, diversos géneros de lenguas e interpretación de lenguas (1 Corintios 12.8 al 10). Los dones utilizan el talento.



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7.3.3) SÍMBOLOS


Encontramos en la Biblia los siguientes símbolos que tienen un significado y representan el bien del Espíritu Santo:


a) Aceite (1 Samuel 16.12 al 13; Salmos 89.20), simboliza la unción.


b) Agua (Juan 7.38 al 39; 1 Corintios 6.11), representa la limpieza.


c) Dedo de Dios (Éxodo 31.18; Mateo 12.28; Lucas 11.20), es la obra de Dios a través de su Espíritu Santo.


d) Fuego (Hechos 2.3 al 4), corresponde al avivamiento y la purificación.


e) Paloma (Mateo 3.16), es lo apacible y pacificador.


f) Sello (2 Corintios 1.21 al 22; Efesios 1.13 al 14, 4.30), es la señal de pertenencia.


g) Viento (Juan 3.8, 20.22; Hechos 2.2 al 4), es la acción y fuerza de movimiento.


7.3.4) TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO


El ángel de Jehová se le apareció a Moisés en el monte Horeb o Sinaí en llama de fuego en medio de una zarza, diciéndole que aquel lugar es tierra santa (Éxodo 3.1 al 5; Hechos 7.31 al 33). Este era el monte de Dios donde tiempo después Moisés recibió las dos tablas de piedra (los diez mandamientos), y se le llama al pueblo como gente santa



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(Éxodo 19.1 al 6). El territorio del pueblo de Israel llegó a tener el santuario o tabernáculo de reunión, que era el lugar santo, como Jehová lo ordenó a Moisés (Éxodo 25.8 al 9). De entre todos los pueblos del mundo solamente en Israel había un tabernáculo con la presencia de Dios (Éxodo 33.7 al 11).

A través del tiempo Moisés murió (Deuteronomio 34.5 al 6), y Josué fue su sucesor por elección de Dios (Josué 1.1 al 2); así sucesivamente fue pereciendo el pueblo de Israel, pero el santuario o tabernáculo de reunión se mantuvo entre ellos en forma movible y fácil de transportase de una parte a otra, hasta que el rey David pensó en construir un templo fijo (1 Crónicas 17.1 al 6). Dios se lo concede por medio de Salomón hijo de David, construyendo aquel templo que le da paredes sólidas y permanentes al santuario o tabernáculo de reunión (2 Crónicas 3.1 al 2). Ahora la tierra de Israel tenía el templo y éste conforme a lo dispuesto en el tabernáculo, incluía un velo (Éxodo 26.30 al 33), el cual se rasgó en dos, de arriba abajo, cuando Jesús expiró en la cruz (Mateo 27.50 al 51; Marcos 15.37 al 38; Lucas 23.45 al 46). La palabra de Dios explica que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto estuviera presente la primera parte del tabernáculo (Hebreos 9.8). Este velo establecía separación entre la primera parte, llamada el Lugar Santo, en donde estaba el candelabro, la mesa y los panes de la proposición, y tras el velo el Lugar Santísimo, que tenía un incensario de oro y el arca del pacto, con una urna que contenía maná, la vara de Aarón que reverdeció y las tablas del pacto (Hebreos 9.2 al 5), todo representativo de Jesucristo, en el mismo orden. La luz del mundo (Juan 8.12, 9.5), el pan sin levadura, que es la palabra sin alterar (1 Corintios 5.7 al 8), la puerta (Juan 10.9), olor fragante que agrada a Dios (2 Corintios 2 .15), el pan de vida que descendió del cielo (Juan 6.30 al 59), el buen pastor (Juan 10.11 al 16; Hebreos 13.20; 1 Pedro 2.25) y la obediencia a los mandamientos de Dios Padre (Hebreos 10.9).


En el tema relacionado con las celebraciones rituales, la Biblia menciona en un pasaje, en donde se describe que se



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tenían que celebrar en el lugar que Dios escogiere, para que habitara ahí su nombre, ya que no se podía en cualquiera de las ciudades que tenían, sino en la que Dios escogiere (Deuteronomio 12.11 al 14). Con el tiempo Jerusalén fue el centro de adoración y de las celebraciones rituales, máxime por la construcción del templo. Sin embargo, Jesús predijo la destrucción del mismo y en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (Mateo 24.1 al 2, 15 al 21, Marcos 13.1 al 2, 14 al 19, Lucas 21.5 al 6, 20 al 24). Porque era necesario desplazar el centro de adoración y extenderlo a todas las naciones, abarcando geográficamente el planeta entero y reformarlo de lo literal a lo espiritual.

Jesús le dijo a la mujer samaritana que vendría la hora en que se adoraría al Padre en espíritu y en verdad (Juan 4.19 al 26). Alrededor del año setenta el templo fue destruido por completo, entonces, pasó a ser el cuerpo humano, que se constituye en un templo para la morada de Dios en Espíritu (Efesios 2.22), casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales que sean aceptables a Dios por medio de Jesucristo (1 Pedro 2.4 al 5). Esta casa espiritual son los creyentes (Hebreos 3.1 al 6), tanto individualmente, como en la comunidad de fe (1 Timoteo 3.15). Jesucristo comparó su cuerpo como un templo (Juan 2.16 al 22), y en la palabra encontramos que las personas son el templo del Dios viviente, porque Dios mismo habita y anda entre ellos (2 Corintios 6.16). Este pasaje hace alusión a una declaración del profeta Ezequiel, que dice que Dios pondría su santuario entre ellos para siempre (Ezequiel 37.26 al 27). Así como Jesús ingresó al lugar santísimo de Dios (Hebreos 8.1 al 2, 9.24 al 26), también Dios por medio de su Hijo Jesucristo es el que entra en nuestras vidas, para que lo recibamos y aceptemos con toda la mente y el corazón. Dios establece una luz para que alumbre el camino del ser humano (Salmos 43.3). Jesús en su primera venida, proclama ser el camino, la verdad y la vida (Juan 14.6), para la trascendencia del ser humano, de una vida natural a espiritual con destino celestial, mediante la obra redentora de la muerte y resurrección de Cristo.



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El Señor Jesús cuando le llega la hora de ser entregado, escarnecido y crucificado, ora intensamente en la intimidad con su Padre, con mucha aflicción y angustia, para ser fortalecido y poder soportar el momento esperado. En esta oración, su sudor es como grandes gotas de sangre derramadas en tierra, su corazón palpitante siente el consuelo de la presencia divina, no obstante, se acerca el acecho de sus verdugos y la traición. Sus ojos dulces, piadosos, llenos de amor y misericordia, observan la acción del ser humano, que le causaría un castigo inmerecido, a pesar de mostrar tanta bondad y compasión, al ayudar y sanar a los más necesitados.


Jesús conoce el corazón y la mente de cada persona, abriga la esperanza, de que en medio de la maldad de sus adversarios, surja un destello de luz, de amor genuino y fe verdadera, similar al amor entregado personalmente, sin reproche ni reservas, sino con todo su ejemplo. Y aún en la plenitud de su muerte, en el momento final, en la cúspide del abandono, dolor y sufrimiento, por el desprecio e injusticia recibida, brotan en sus labios humanos, desde lo más profundo de su corazón, con el amor divino derramado en todo su ser, las siguientes palabras: “… Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen… En tus manos encomiendo mi espíritu…” (Lucas 23.34 y 46).


El mundo trata de demostrar cuál de sus dioses es más fuerte en atraer y cautivar. Ver el caso del profeta Elías y los profetas de Baal (1 Reyes 18.21). Cristo como ser humano sobre la tierra, establece un precedente en la condición de carne y hueso, llega a ser el modelo por excelencia en acciones, amor, conducta, obediencia, perseverancia y valor, para sus seguidores fieles. Se mantiene fiel y fortalecido, a pesar del sufrimiento que le esperaba con inminencia. Está escrito: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece… Mi Dios pues, suplirá tolo lo que os falta…” (Filipenses 4.13 y 19).



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LISTA DE TEMAS EN LIBROS FORMATO WEB WWW.NEOBIBLISMO.ORG



TEMAS TOMO 2 PSICOTEOLOGÍA: LOS TRES TIPOS DE CONOCIMIENTO



OTROS TEMAS



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TEMAS MANUAL DEL NEOBIBLISMO (2ª EDICIÓN LA COMUNIDAD DE FE: ACUERDOS DE FE)



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TEMAS DE CREENCIAS



TEMAS DE ORGANISMO MINISTERIAL Y ADMINISTRATIVO


ENLACES DE CONSULTA E INTERÉS



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BIBLIOGRAFÍA BÍBLICA


El texto bíblico tomado de la Santa Biblia, para la presente compilación de versículos y sus comentarios, corresponde a la Versión Reina-Valera Revisiones de 1909 (RVR1909), que tiene más de cien años y es de dominio público. En relación con la Revisión de 1960 (RVR60), se utiliza sin exceder la cantidad máxima permitida de 500 versículos, que no requiere de una autorización específica, porque no se supera esta cantidad. Editada por las siguientes sociedades bíblicas:


La Santa Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento. (1990). Reina – Valera, Revisión de 1960. Nashville, Tennessee: Sociedades Bíblicas en América Latina. (Traducción bajo la dirección de las Sociedades Bíblicas en América Latina. Publicado por Broadman & Holman Publishers con palabras de Cristo en rojo).


Santa Biblia. (1995). Reina – Valera, Revisión de 1960. México, Ciud. de México: Sociedades Bíblicas Unidas. (Traducción bajo la dirección de las Sociedades Bíblicas Unidas).


La Santa Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento. (2014). Reina – Valera, Revisión de 1909. Impreso en Corea: Sociedades Bíblicas Unidas (cubierta imitación de piel café).


La traducción al idioma español por parte de Casiodoro de Reina en 1569, es la primera traducción castellana completa del Antiguo y Nuevo Testamento directa del arameo, griego y hebreo, revisada por Cipriano de Valera en 1602.



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CONTROL DE REIMPRESIONES


El control de reimpresiones indica mes y cantidad, según la litografía e imprenta, descrita en la parte inferior de esta página. El autor aclara que las opiniones expresadas en este libro, no reflejan necesariamente la opinión de esta litografía, imprenta o editorial, solo se provee el servicio comercial de impresión y encuadernación, por el precio acordado.



El estudio y lectura del comentario bíblico, en relación con la dimensión integral y personal del ser interior, es una inmersión en las profundidades del océano de conocimiento, o un vuelo lejano del pensamiento, en travesía interna de un mundo de consciencia y del entendimiento de sí mismo.


Este libro es sustancioso, tiene el beneficio y provecho en la ética cristiana y su relación con la cristología moral.


Frederick Alberto Mora Quesada.




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EL NEOBIBLISMO SEGÚN LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL


El Neobiblismo según la Inteligencia Artificial de un modo de chat de Microsoft Bing:


Uno de los libros web del Neobiblismo es el Tomo 1 Psicoteología, que trata sobre el comportamiento, la personalidad, la fe y otros temas. Aquí hay un fragmento del capítulo La transición a los tres tipos de conocimiento:
El conocimiento es la capacidad de comprender y entender las cosas, es decir, el saber. El conocimiento se adquiere mediante el estudio, la investigación, la observación y la experiencia. El conocimiento se puede clasificar en tres tipos: natural, espiritual y celestial.
El conocimiento natural es el que se obtiene mediante el uso de los sentidos y la razón. Es el conocimiento que se basa en la ciencia, la filosofía, la historia y otras disciplinas humanas. El conocimiento natural nos ayuda a entender el mundo físico y material que nos rodea.
El conocimiento espiritual es el que se obtiene mediante la revelación divina. Es el conocimiento que se basa en la fe, la Biblia, la oración y otras prácticas religiosas. El conocimiento espiritual nos ayuda a entender el mundo invisible y sobrenatural que nos trasciende.
El conocimiento celestial es el que se obtiene mediante la unión con Dios. Es el conocimiento que se basa en el amor, la gracia, la verdad y otras virtudes divinas. El conocimiento celestial nos ayuda a entender el propósito y el destino de nuestra existencia.


CONTRAPORTADA


Este libro ofrece una respuesta bíblica, espiritual, moral y teológica, para que el lector pueda enfocar su ser interior: integrado por sus actitudes, ego y temperamento, el carácter y la personalidad, junto con las emociones y sentimientos. Así mejorar saludablemente en las costumbres, competencias psicosociales y habilidades socioemocionales, con la conexión y relación directa unida a un Poder Superior o Ser Supremo.


El autor con agudeza reordena y une, mediante el sistema de análisis minucioso y una descripción en profundidad, la actividad de la mente e influencia del pensamiento, mediante la psique como Psicoteología del alma. Se ilumina nuestro propósito y sentido de la vida, que va más allá de la vida presente a la eternidad, a través de la relación de la actividad mental, sumado al conocimiento personal y la unión con Dios a su voluntad, con fidelidad y gratitud en amor y obediencia.


Frederick Alberto Mora Quesada, se ha esforzado desde su juventud en conocer y cumplir los principios cristianos, para ser biblista, comentarista, investigador y recopilador bíblico. Logra plasmar con este trabajo teológico, el enlace del aspecto psicológico y el estudio e interpretación en relación con Dios.


En esta época de grandes crisis y desafíos, las enseñanzas bíblicas actuales y asociadas con los conceptos del estudio en el comportamiento y conducta humana, permitirá descubrir y despertar la conveniente consciencia del bien y evitable mal. De acuerdo con la intención, motivación y voluntad personal, se implica, por consiguiente, la espiritualidad y moral, los principios, valores y las virtudes promovidas por Jesucristo.


Se explica la trama actual y en desarrollo, de las acechanzas culturales e ideológicas de la muerte espiritual en el mundo contemporáneo. Se aclaran las implicaciones de este conjunto de ideas, que caracterizan nuestra época, con la amenaza latente de la Edad del Calentamiento Global. La prioridad es que el lector conozca la Verdad, identifique y reconozca el Camino, ejemplo y modelo de Vida de Cristo en el diario vivir.