1.4 LA TRANSICIÓN A LA GRACIA


El Salmo dice: “La boca del justo habla sabiduría, y su lengua habla justicia. La ley de su Dios está en su corazón; por tanto, sus pies no resbalarán” (Salmo 37.30 al 31). El nuevo pacto presenta al justo y santo como templo del Espíritu de Dios (1 Corintios 3.16 al 17, 6.19), y la ley de Dios está en el corazón y la mente. La obediencia ya no es impositiva, por obligación, sino que nace por la gracia recibida de Dios (Romanos 5.17 al 21; 1 Corintios 1.4 al 7; 2 Corintios 1.12; Tito 2.11), porque se produce el amor, la disposición y voluntad para obedecer: “para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna” (Tito 3.7).


La ley de Dios es santa, el mandamiento santo, justo y bueno (Nehemías 9.13; Romanos 7.12), es espiritual (Romanos 7.14), llamada ley real y ley de libertad (Santiago 2.8 al 12), pues el pecado es infracción de la ley (1 Juan 3.4), la injusticia es pecado (1 Juan 5.17) y el saber hacer lo bueno y no hacerlo (Santiago 4.17), de lo contrario la gracia se vuelve en libertinaje: “… hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia…” (Judas 4).


La gracia es un don de Dios en Cristo Jesús: “… esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 2.1). Este esfuerzo en la gracia implica la misericordia y demostrar con hechos o realidades el verdadero amor de Dios (1 Juan 3.17 al 18, 4.20 al 21). La gracia posibilita una ley moral o comunitaria funcional y práctica, donde se refleja lo interno de la persona (similar a un espejo), congruente entre el pensamiento y el proceder. Esta congruencia entre gracia y ley, no es como la transgresión: “… el don no fue como la transgresión; … pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación… así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro” (Romanos 5.15 al 21). Esto redunda en un mejor ordenamiento en la convivencia diaria de los seres humanos y de respeto a la vida, caridad, descanso laboral, dignidad, respeto a la propiedad privada, solidaridad y valores.


La gracia es consecuencia del amor, bondad y misericordia de Dios: “Pero cuando se manifestó la bondad de Dios…, y su amor… nos salvó, … por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador” (Tito 3.4 al 6). “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dió vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (Efesios 2.4 al 5). Jesús con su trayectoria se incorpora en pos del propósito de su Padre (Lucas 2.49), con su vida, cumple a cabalidad la obra encomendada por su Padre y con su labor en lo espiritual, refleja el espíritu de la ley en ánimo, balance, conocimiento, equidad, esfuerzo, experticia, justicia, obra, valor, vigor, virtud y vivencia (Mateo 23.23; Lucas 11.42).


Un ejemplo de la transición a la gracia: en una ocasión surge la pregunta: ¿Es lícito sanar en el día de reposo?, Jesús dijo: “... ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo. Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra. Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle” (Mateo 12.9 al 14).


Los fariseos obedecían la ley impositivamente por obligación, mientras que el don de la gracia es por amor, benevolencia, bondad, compasión y misericordia. Estos fariseos por celos, envidia, insolencia y maldad, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle. También los intérpretes de la ley, según dijo Jesús: “… porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis… desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el altar y el templo; sí, os digo que será demandada de esta generación…” (Lucas 11.44 al 52). En el caso de la ley ritual, no se permiten en sábado ni encender fuego para cocina (Éxodo 35.3). Jesús quebranta el sábado, según alegan los fariseos, al sanar a un hombre paralítico en sábado, porque lo envía a caminar con su lecho en mano (Juan 5.5 al 13).


Jesús hace énfasis en la sanidad interna de las personas al decirles: “... No peques más” (Juan 5.14), en el sentido espiritual, Jesús no quebranta el día de reposo, más bien, lo presenta, en su mayor expresión de espiritualidad, manifestado por el bien, la justicia y la misericordia. En relación con los Diez Mandamientos, Jesús dijo: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (Mateo 5.17). La Biblia dice: ni aun a nivel de las letras más pequeñas, como la jota (Mateo 5.18), la tilde (Lucas 16.17) y el punto (Santiago 2.10), pasarán de la ley o se verá frustrada u ofendida. A pesar de la rebeldía del ser humano, el Padre los corrige y los ama (Hebreos 12.5 al 11).


En esto consiste la gracia: Cristo se presenta con su vida en la tierra y transmite el amor y bondad de su Padre a través del ejemplo (Juan 14.10 al 12): “…Y amarás al Señor tu Dios… Y… Amarás a tu prójimo como a ti mismo...” (Marcos 12.28 al 34). Jesús les dice: “... De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas” (Mateo 22.34 al 40). Al respecto Jesús dijo: “… El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo… Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle” (Marcos 2.23 al 3.6). “… Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenarías a los inocentes; porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo” (Mateo 12.1 al 8).


Es necesario en los empresarios, comerciantes y empleadores en general, brindar la oportunidad de un día libre, entre viernes, sábado y domingo, para posibilitar en los creyentes practicantes, la consagración y santificación, según sus posibilidades y credo religioso, de un día de descanso y dedicación a las actividades litúrgicas y eclesiásticas. Esta flexibilidad también se requiere en las organizaciones eclesiales, de ofrecer actividades litúrgicas y de reunión, tanto el día viernes, sábado y domingo, para facilitar la posibilidad de asistencia de sus feligreses, según el día libre laboral correspondiente.