Pablo es rechazado por los judíos al iniciar una nueva etapa de su vida, en defensa de las comunidades de fe, sus detractores cierran las puertas al Señor y endurecen sus corazones. El Señor tiene cuidado de Pablo, lo anima con amor para fortalecer su confianza
Pablo defiende la fe ante el pueblo de Israel y gentiles, e incluso, reyes como Félix, Festo, Berenice y Agripa, entre otros líderes de la administración del momento, quienes son altos jerarcas del gobierno de la época. El rey Agripa por poco se persuade a ser cristiano. El apóstol Pablo demuestra su inocencia, injustamente es acusado y con su defensa en beneficio de la comunidad de fe, se rectifica de la persecución realizada antes de su conversión a Cristo, al reivindicarse no es merecedor de prisión menos de muerte