6.1 LA FUNCIÓN APOSTÓLICA


Los apóstoles supervisan la armonía doctrinal y de confraternidad, tanto local como regional, monitorea la condición de la membresía por medio de recorridos en las diferentes localidades (2 Corintios 8.23; Filipenses 2.25), para ver cómo marcha cada iglesia local en su proceder (Hechos 15.36), armonía, confraternidad, doctrina, espiritualidad y moral, para asegurar la supervisión, el establecimiento y mantenimiento de los grupos ministeriales en cada iglesia local (Tito 1.5).


El grupo de apóstoles desempeñan las siguientes funciones, con su respectiva especialización: las finanzas, misiones y publicaciones. Un ejemplo es el desempeño del apóstol Pablo y de la escuela paulina, especialmente en la labor misionera y su aporte documentado por medio de las cartas (1 Tesalonicenses 5.27), dirigidas tanto a las comunidades de fe, como a ciertas personas específicas. Pablo solicita firmeza y retener la doctrina, aprendida personalmente, como por medio de las cartas (2 Tesalonicenses 2.15). En Colosenses 4.16 se ordena compartir las cartas entre las diferentes localidades, esto demuestra la necesidad de copiar, intercambiar las cartas, equivalente hoy a realizar publicaciones masivas. El concilio de Jerusalén (Hechos 15.1 al 6), trata la necesidad de solucionar diversos conflictos de la iglesia, fundamentados en la comunicación de cartas escritas (Hechos 15.30), con autoridad (2 Tesalonicenses 3.14), por ser acuerdos consensuados, de parte de los grupos ministeriales, la iglesia, y el Espíritu Santo (Hechos 15.22 al 23 y 28). Los apóstoles recorren y entregan en cada localidad los acuerdos para ser practicados (Hechos 16.4). En el tiempo actual, el proceso de publicaciones trata de dar una interpretación adecuada a cada enseñanza bíblica, aportar soluciones a los conflictos presentados en la iglesia y corregir las deficiencias en lo cotidiano. Promover los principios cristianos y valores comunitarios necesarios en la cotidianidad.


El apóstol Pablo se distingue y sobresale de gran forma, pero su autoridad como apóstol, está en el nivel de los demás misioneros. Las obligaciones y derechos no son inferiores (2 Corintios 11.5), ni superiores, por ejemplo, en Hechos 15.36 al 41, encontramos una decisión de Bernabé, sin subordinarse a Pablo. Bernabé y Marcos deciden recorrer la región de Chipre, mientras tanto Pablo y Silas recorren Siria y Cilicia. La misión se extiende a todas partes y se organiza por regiones, en el caso de la región de Acaya a Pablo le colabora Timoteo (2 Corintios 1.1, 11.10), y le ayuda en Macedonia, juntamente con Erasto y en Creta le asiste Tito (Tito 1.5). En las regiones de Acaya y Macedonia hay varias iglesias locales como Atenas, Corinto, Berea, Tesalónica y Filipos. En la región de Asia se encuentran otras localidades como Efeso, Laodicea, Colosas y Antioquía.


Por motivo de los viajes se requiere financiamiento para la obra misionera. Es necesaria la colaboración de cada iglesia local en este sentido, con el fin de cumplir a cabalidad la función del apostolado y la supervisión. Una vez conscientes de su importancia, se recauda y aportan los recursos económicos, necesarios para el desempeño de los apóstoles en esta labor. Este financiamiento lo defiende muy bien Pablo, en 1 Corintios 9.1 al 19, cuando se refiere a los derechos de un apóstol: “... ¿Acaso no tenemos derecho de comer y beber?... ¿O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho de no trabajar?... Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio...”. La ayuda de cada localidad beneficia toda la región, con las visitas y recorridos en la supervisión de los apóstoles. Son observadores permanentes para el cumplimiento de la predicación, práctica de sana enseñanza (2 Timoteo 2.15 al 18; Tito 2.1), exhortación con toda paciencia y doctrina (2 Timoteo 4.2).


Se reitera que la acción de Dios no es discriminatoria ni hace acepción de personas. Dios actúa en la vida humana en forma integral, con su gran misericordia ayuda a las personas en todos los ámbitos de la vida, consuela, fortalece y suple lo necesario a otras personas por medio del mismo ser humano. Por lo tanto, la comunidad de fe es un canal o medio de Dios para ayudar a otros sin marginación. Así como se conmueven las entrañas por el sufrimiento de Cristo, de igual manera es necesario compungir el corazón por amor a los sufrientes, para acompañar en el dolor y fomentar el sentido comunitario. Por esta razón es importante ser abiertos para aprender de Dios, en pro de las buenas relaciones entre seres humanos, en armonía y comunión los unos con los otros. De lo contrario las consecuencias de aferrarse a las ideas preconcebidas, discriminatorias, con acepción de personas, es no ser consecuente al sentido de bien común, contrario a la función de servicio apostólico.