PSICOTEOLOGÍA: LA NEUROCIENCIA DE LA FE
(TOMO 1)



[97]

1.4) EL CONFLICTO Y LAS PRUEBAS DE LA VIDA


El ser humano tiene la tendencia de vanagloriarse, o sea, jactarse de su actuar y valer debido a sus propios méritos y grandes logros. El conflicto o controversia nace precisamente del choque o colisión de derechos pretendidos por el ser humano, en su propia imaginación, sean derechos bien o mal fundamentados, pero considerado como válidos o verdaderos, según su propia conveniencia o del interés personal. Lo que es construcción de conceptos y creencias para su particular beneficio, establecidas con formalidad y acatamiento colectivo de ciertos grupos o regidas para la sociedad en general.


Así surgen las guerras y luchas de poder sin sentido, porque la pretensión es la supremacía y el dominio comercial, cultural, económico, étnico, financiero, ideológico, idiomático o lingüístico, militar, monetario, religioso, tecnológico y territorial. El dominante predominio cultural de avasallar a otros, con la dependencia por los bienes y servicios, en el caso de la competitividad y del enriquecimiento. Se provoca una adicción y esclavitud, considerada como indispensable para lograr lo que llaman la buena vida del acumulamiento, lujo, opulencia, ostentación y vanidad. La vida es considerada irrelevante, superflua o superficial y a quienes la viven como personas superficiales. También esta vida se estima final o última, sin importar una vida más allá de la presente; por consiguiente se desprecia la existencia de una resurrección. Se tiene en poco el ejemplo de Cristo en su obra de humildad, mansedumbre y sencillez, según su legado de obediencia a Dios para vida eterna. Impera en una sociedad sin Dios, la altivez, arrogancia, orgullo, prepotencia y soberbia, de la irracionalidad de una vida intensamente mala y visceral, con emociones y sentimientos que surgen desde lo más profundo del propio capricho y terquedad para desobedecer a Dios:



[98]
“¿Y por qué nosotros peligramos á toda hora? Sí, por la gloria que en orden á vosotros tengo en Cristo Jesús Señor nuestro, cada día muero. Si como hombre batallé en Efeso contra las bestias, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos. No erréis: las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen á Dios: para vergüenza vuestra hablo” (1 Corintios 15.30 al 34 – RVR1909).

Se menciona en la descripción del pasaje anterior que algunos no conocen a Dios, o que es lo mismo, no tienen el conocimiento celestial de Dios. Más adelante veremos en otro pasaje, como Jesús amonesta a Pedro en este sentido. Porque trata de persuadir a Jesús, para que no enfrente el conflicto y la prueba que le esperaba. El discípulo se apega solamente a lo terrenal. Jesús menciona en su reacción a Satanás, como sinónimo de adversidad, y lo relaciona con la conciencia de las cuestiones materialistas de los seres humanos, pero con la inconsciencia y desconocimiento de las de Dios. Pedro al tratar de convencer a Jesús, desconoce con este acto el plan y propósito que es celestial de Dios el Padre; se encuentra en una condición de quienes no se dan cuenta del alcance de sus acciones y propuestas, incongruente de voluntad de Dios.


En relación con este conflicto y las pruebas de la vida, anteriormente se menciona el tema de la teoría del paradigma y percepción. Entonces, ¿En pos de quien va la humanidad, a quién siguen con gran devoción en el primer lugar? Si no es a Jesucristo, por consiguiente, es en vano. Si se trata de seguir a otro ser humano se llama antropocentrismo. Si es en pos de Jesucristo, el estudio de su obra y vida, es la cristología y a Jesús como el Mesías celestial, Salvador y Señor, corresponde a un cristocentrismo. La sociedad en general está evocada a la vida cotidiana del afán de una vida sin Cristo, quien es el que verdaderamente da sentido de vida eterna. La sociedad se



[99]
desinteresa de luchar por alcanzar o lograr una vida venidera que sea para vida eterna. Está aturdida y desorientada, con mucho ruido distractor y cortinas de humo, que confunden y desvían de la verdadera atención y enfoque en Jesús. La vida reconocida como de hiper-consumo, es un camuflaje para desechar la mención del nombre de Jesucristo, de manera que por lo general, el mundo se avergüenza del ejemplo y modelo de vida de Jesucristo, se descarta una vida entregada y de servicio al Hijo de Dios. No basta con las habilidades sociales, como la comunicación asertiva, empatía, relaciones interpersonales y la toma de decisiones, para una adecuada convivencia que sea sin Cristo. Se requiere una actitud crítica con cuestionamiento y decisión asertiva, pero espiritual, con un pensamiento y perspectiva que sea crítica y a la vez espiritual. Un desarrollo con las habilidades de comunicación e intelectualidad, con la espiritualidad en Cristo, porque hay una visión integral y espiritual a través de Jesucristo, ya que se obtiene claridad y transparencia de ideas del conocimiento con dominio y precisión especializada o específica transmitida según Jesucristo. Inclusive la capacidad, libertad del criterio espiritual y análisis, estudio e investigación en profundidad:

“Y comenzó á enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días. Y claramente decía esta palabra… Y llamando á la gente con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame… Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles…” (Marcos 8.31 al 9.1 – RVR1909).


[100]

¿De qué le sirve al ser humano enajenar materialmente y ganar todo el mundo, si pierde posibilidad de la vida eterna? Tampoco la vida eterna se compra con las riquezas. Entonces, ¿qué significa tomar la cruz, negarse a sí mismo y seguir a Jesucristo? Primeramente, llegar a un acuerdo con Cristo, en otras palabras tomar una decisión y renunciar al desacuerdo, es decir, reconocer con sumo grado y respeto la dignidad, santidad y virtud de Jesucristo con exclusividad. Por ejemplo, en el mundo cristiano se inculcan muchas devociones: actos litúrgicos y celebraciones, cierto día de la semana, creencias, íconos - imagen, libros sagrados, líderes religiosos, personajes bíblicos o eclesiásticos. En este caso se presenta un conflicto cuando se sustituye la dedicación y el reconocimiento a la exclusividad de Jesucristo, por otra devoción que desplaza a Cristo del fervor y manifestación externa de los sentimientos. Tomar la cruz de Cristo es que cualquier tipo de devoción sea solamente a Jesucristo, ya sea, por advocación, invocación o por vocación a nuestro Señor, para gloria y honra al Padre.


Aceptar el sufrimiento de Jesucristo en la lucha contra la corrupción del pecado, es acatar, aceptar y reconocer sus principios, valores y virtudes. No nos engañemos, el mundo estaría mejor si practicara y reconociera las enseñanzas y mensaje a plenitud de Jesucristo. La lucha por la defensa de los derechos de las causas consideradas como justas, son las de Jesucristo, demostrada con su muerte y resurrección, porque muchas veces la justicia humana es contraria y subversiva a la justicia de Dios. El enriquecimiento material de algunos, significa que hay escases y empobrecimiento en otros. Este desequilibrio de ausencia del bien común y de la vida en comunidad, demostrado y practicado por Jesucristo, hace que impere un ateísmo entre los extremos. Sin tomar en cuenta a Dios, se incurre en una violencia que genera más violencia. La Biblia dice: “Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí. No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan que he menester; No sea que me harte, y te niegue, y diga, ¿Quién es Jehová? O no sea que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios” (Proverbios 30.8 al 9 – RVR1909).



[101]

El conflicto de subsistencia y las pruebas de la vida en lo material, es el siguiente: ¿Cómo podría la población mundial, actualmente con alrededor de ocho mil millones de personas, tener indispensablemente lo necesario para la subsistencia? Además de cooperación, solidaridad y generación de fuentes de trabajo honesto y honrado. Entre los medios necesarios se encuentra la práctica del tributo a Dios o diezmo solidario. De manera que cada individuo de la población mundial, en la medida de su posibilidad, comparta de forma independiente y personal, la ayuda directa de la décima parte de sus ingresos permanentes. Así en toda la población se ayuda mutuamente entre sí, en forma recíproca con cualquier conocido, familiar o vecino, que requiera de la asistencia alimentaria o económica, por encontrarse en la condición de entre los más necesitados. Puede ser una práctica semanal, quincenal o mensual, en conformidad con la frecuencia o regularidad de los ingresos percibidos. La idea es que todos vivamos con lo necesario, sin llegar a los extremos de la miseria, de personas habitantes de calle o familias en extremo de empobrecimiento. Aún quienes reciben la ayuda pueden apartar la décima parte del diezmo (Números 18.25 al 30), para compartir con otros en su misma condición o situación económica. Esto es semejante, en forma de analogía, al organizar una comida comunitaria o fraternal, donde todos los asistentes llevan algunas colaboraciones y el alimento preparado, por consiguiente abunda y se multiplica la cantidad o volumen de alimentación, porque alcanza para todos. Al final la comida compartida alcanza para todos los presentes y hasta sobra para llevar al domicilio de cada uno. Esta idea la establece Dios desde tiempos de la tribu de Leví, en el pueblo de Israel, porque los levitas participaban del servicio a Dios sin ser propietarios de tierras o terratenientes, como en el resto de las once tribus, donde se repartieron las tierras para trabajar y vivir. Los levitas solamente poseían pequeñas porciones de tierra exclusivamente para el domicilio y cercanía a sus labores asignadas en el servicio a Dios.


Otro tipo de conflicto, en relación con la espiritualidad, es la escogencia o selección de alguna reunión, de las muchas



[102]
organizaciones existentes de iglesias locales y nacionales, ya sea, congregacionales, denominacionales o eclesiásticas para participar o pertenecer fielmente. En el mundo todas estas organizaciones son necesarias para dar a conocer a Cristo. Cada agrupación es útil como primer paso en la transición de lo natural a lo espiritual, hasta completar el proceso de llegar al nivel del conocimiento celestial. Aunque advertimos acerca del fraccionamiento cristiano, con sus múltiples confesiones y puntos de fe, creencias y dogmas, muchas veces conflictivas, controversiales, discrepantes, disonantes y polémicas. Algún tipo de confabulación, complot e intriga. A pesar de esto, se considera su existencia como necesaria para llevar la palabra de Dios a todas partes del mundo, tener grupos y lugares físicos de congregación o reunión, es una forma organizada de socializar espiritualmente, tener armonía y comunión con otras personas afines al cristianismo, promover el evangelio hasta lo último del planeta y dar a conocer a Jesucristo a todas las naciones, practicar el simbolismo del bautismo en la aceptación de Cristo como Señor y único Salvador, analizar y estudiar periódicamente la palabra de Dios en comunidad. Además de otras actividades relacionadas con el quehacer y movimiento eclesiástico, difusión, distribución y publicación de literatura afín y la programación de información en sitios web. La reunión presencial o virtual a través de Internet.

También las organizaciones de grupos congregacionales, denominacionales y eclesiásticas, son necesarias para tener el apoyo de otras personas, a la hora de enfrentar el conflicto y las pruebas inevitables que ofrece necesariamente el diario vivir, que comúnmente son vicisitudes para superación, sean adversas o prósperas en lo espiritualmente. La práctica de la consideración, empatía, equidad, justicia, respeto, solidaridad y transparencia, de forma clara, cristalina, limpia y pura. El establecimiento de grupos de estudio bíblico local, posibilita mejorar el comportamiento y conducta de sus integrantes. Esto contribuye a mejorar la sociedad, con el ejemplo, modelo y testimonio de vida en comunidad espiritual, contrario a las malas costumbres y los vicios. Lo que también comúnmente



[103]
se llama vida de mundanalidad, del mundo humano más que de Cristo: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, mas es del mundo. Y el mundo se pasa, y su concupiscencia; mas el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre” (1 Juan 1.15 al 17 – RVR1909).

La divulgación, promoción y práctica de los principios y valores de Jesucristo, permite a sus seguidores ser mejores personas, aunque parezca una utopía la perfección de las personas. Jesús con su vida como ser humano demostró la capacidad y posibilidad de que otros humanos practiquen su enseñanza y mensaje, para caminar en la obediencia y el proceso de la perfección durante la cotidianidad. La historia cristiana del pasado, con sus guerras y masacres religiosas, de ninguna manera representa el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo y la superación de las pruebas de la vida. Jesús dijo a sus adversarios, los que no creían en él y le resistían:


“Y decíales: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados: porque si no creyereis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. Y decíanle: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: El que al principio también os he dicho. Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros: mas el que me envió, es verdadero: y yo, lo que he oído de él, esto hablo en el mundo. Mas no entendieron que él les hablaba del Padre. Díjoles pues, Jesús: Cuando levantareis al Hijo del hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; mas como el Padre me enseñó, esto hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre; porque yo, lo que á él agrada, hago siempre” (Juan 8.23 al 29 – RVR1909).