PSICOTEOLOGÍA: LA NEUROCIENCIA DE LA FE
(TOMO 1)



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3.4) LA PREDISPOSICIÓN GENÉTICA


La Psicoteología considera la fe que es revelada. Hay una transmisión hereditaria general de una predisposición, tanto genética como neurológica que se encuentra inactiva o inerte en todo ser humano, sumado a la función del temperamento, que se activa como detonante para descubrir y despertar el llamamiento de Dios en la humanidad. Esto corresponde a una determinada función psicoteológica de activación del cerebro, según el llamamiento: “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3.14 – RVR60). Hay dos palabras de suma relevancia, ciencia e inteligencia, según Jeremías se dice: “Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová,… Y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten de ciencia y de inteligencia” (Jeremías 3.14 al 15 – RVR1909). Hay un conmover del llamamiento de Dios, una interconexión neuronal de la neurociencia y el proceso de activación de la fe, para una mejor percepción cognoscitiva del ser interior, en la medida de la fe se determina el grado de relación íntima capaz de conocer y practicar su voluntad.


Según el contenido de conocimiento y temor de Dios en la persona, así influye el grado o nivel de respeto y reverencia hacia sí mismo, como persona con dignidad, o en relación con el entorno y convivencia correspondiente con otras personas a su alrededor. Entonces dependiendo de la afectividad en la función cerebral del sistema límbico, así es la reacción en las emociones y su efecto en el comportamiento espontáneo y reactivo. El hipocampo en el cerebro y el sistema límbico en general, tienen una gran relación y vínculo con lo anímico, emociones, memoria y recuerdos. También desempeñan un papel muy importante las hormonas, para las funciones y procesos, entre el cerebro y los diversos órganos corporales, las cuales hay para bienestar mental, cognitivas, crecimiento,



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desarrollo, metabolismo, sexualidad, entre otras. El sistema límbico y ciertas reacciones fisiológicas, manifestadas en lo conductual, se presentan según ciertos estímulos específicos del afecto y de la sensibilidad, se involucran entre otras implicaciones, las emociones y la relación con la sexualidad.

El primer amor genuino a Dios, es la primera impresión de emoción, al percatar de la existencia de Jesucristo en nuestras vidas. La capacidad, empoderamiento y potencial de controlar, dominar y manejar las emociones, nos posibilita una mejor toma de decisión y relación en Cristo. Las acciones humanas provocan conductas reactivas, el empoderamiento del Espíritu Santo facilita las reacciones positivas, según el estudio de las ciencias bíblicas y de las ciencias espirituales, inclusive estudios realizados dentro de las ciencias sociales, acerca de los principios y valores que determinan e impulsan la mejor reacción de convivencia entre las personas, para decisiones espontáneas con medida de cordura, prudencia y responsabilidad. Lo que llamamos “inteligencia emocional” es demostración de madurez y sensatez de valores intrínsecos.


El conflicto, controversia y debate entre los crédulos e incrédulos, ateos y creyentes, corresponde a un pensamiento dualista, entre si Dios es el Creador del ser humano o si el ser humano para justificarse a sí mismo, fue el que creó sus propios dioses (politeísmo): “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” (Romanos 10.14 al 15 – RVR60).


En relación con las inteligencias, no basta solamente de una eficiente inteligencia afectiva o de inteligencia emocional, sino que se requiere absolutamente y definitivamente de la combinación de ambas, junto con otra inteligencia espiritual, para ser peregrinos hacia la patria celestial: “… Mas ahora es manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el



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cual quitó la muerte, y sacó á la luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Timoteo 1.9 al 10 – RVR1909). ¡Cuidado la vida es una trampa, para caer mal ante Dios! ¡No caigas en la trampa de la vida! Antes de los tiempos de los siglos, es antes de la creación del espacio – tiempo universal, por esta razón somos los ángeles indecisos que requerimos espiritualmente una decisión definitiva, ya que seremos transformados como ángeles decididos en la luz de la vida con la inmortalidad.

La conciencia analítica y crítica en nuestro ser interior, nos confirma que en el principio Dios crea el espacio – tiempo universal, luego crea la combinación de energía al crear los cielos y de la materia al crear la tierra: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1.1 – RVR60). Se establece un orden. El tercer cielo representa la dimensión de Dios del conocimiento y energía celestial, el segundo cielo es la energía y materia universal de todo lo creado. Por último el orden del primer cielo bajo las capas de nuestra atmósfera terrestre, al parecer que son mayormente con las composiciones químicas de Nitrógeno y Oxígeno. La Biblia dice: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Salmos 19.1 – RVR60). ¿Qué sucede con Adán, Eva y el ángel caído en el huerto del Edén? Se presenta una disidencia y separación entre la conducta y la creencia, mediante una estratagema que implica los órganos del cerebro y el corazón: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido” (Romanos 1.20 al 21 – RVR60). ¿Razonado?


La estratagema de la serpiente antigua fue con la astucia y fingimiento, llevar a cabo el engaño y mentira, con el ardid del artificio de introducir discordia y cizaña, para enmarañar o entretejer el pensamiento (cerebro), junto con las emociones y sentimientos entrañados en profundidad en el ser humano



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(corazón): “EMPERO la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo á la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3.1 – RVR1909). El efecto logrado como consecuencia en el cerebro y corazón del ser humano fue el siguiente: “Y vió la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable á los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dió también á su marido, el cual comió así como ella” (Génesis 3.6 – RVR1909). La Biblia dice: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Corintios 11.3 – RVR60). El presente libro utiliza como particularidad la repetición de versículos claves para su reiteración didáctica.

El siguiente texto destaca la relación entre el cerebro y el corazón, con el pensamiento, emociones y sentimientos manifestados en el amor hacia y proveniente de Cristo, con la incidencia en nuestro ser interior (el subrayado es nuestro):


“Que ya no seamos niños fluctuantes, y llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que, para engañar, emplean con astucia los artificios del error: Antes siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todas cosas en aquel que es la cabeza, a saber, Cristo; Del cual, todo el cuerpo compuesto y bien ligado entre sí por todas las junturas de su alimento, que recibe según la operación, cada miembro conforme á su medida toma aumento de cuerpo edificándose en amor. Esto pues digo, y requiero en el Señor, que no andéis más como los otros Gentiles, que andan en la vanidad de su sentido. Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón: Los cuales después que perdieron el sentido de la conciencia, se entregaron á la desvergüenza para cometer con avidez toda suerte


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de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así á Cristo: Si empero lo habéis oído, y habéis sido por él enseñados, como la verdad está en Jesús” (Efesios 4.14 al 21 – RVR1909).

Este pasaje menciona a quienes viven dominados por la vanidad de sus mentes, con el entendimiento entenebrecido, o sea, los que son muertos en vida que aunque están vivos, se encuentran inconscientes, sin comprender ni saber para qué es la vida espiritual y su proceso de trascendencia celestial. Semejante a una muerte neurológica espiritual, sin el oxígeno y la sangre vital, que es representa simbólicamente en Cristo. Así, la muerte física del ser humano consiste en la ausencia de espacio, materia y tiempo, en un cerrar y abrir de ojos, es inmediato a la resurrección con cuerpo transformado en la Segunda Venida de Jesucristo, o con el mismo cuerpo carnal y mortal aferrado a lo terrenal, para juicio final y condenación a la destrucción eterna. Mientras tanto, antes de la Segunda Venida de Jesucristo, el espacio, materia y tiempo es para los que están vivos, de ninguna manera para los que están muertos en espera de la resurrección, porque el muerto nada sabe ni es consciente ni presencial de lo que sucede entre los que están vivos: “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol” (Eclesiastés 9.5 al 6 – RVR60).


En relación con la expresión: “conforme a la verdad que está en Jesús”, precisamente Jesucristo dijo lo siguiente: “Y Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren á sus muertos” (Mateo 8.22 – RVR1909). La muerte espiritual tiene una relación con la condición de ausencia de espiritualidad consciente. Hay muerte espiritual y muerte corporal, física o fisiológica. En la muerte del cuerpo se implica las funciones vitales cardiorrespiratorias junto con todas las funciones del encéfalo, sistemas circulatorio y nervioso. Es la pérdida de las



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funciones biológicas y orgánicas propias del individuo frente a la capacidad de las actividades conscientes con su entorno, hábitat específico y medio ambiente en general. Las funciones neurológicas y su contenido de la conciencia desempeñan un papel primordial, en el caso de la muerte espiritual como si es física. También la muerte espiritual puede presentarse como un proceso gradual, según se da cabida al mal, inclusive en aquellos que lo permitan, aunque pretendan obedecer y servir a Dios, pero con infidelidad. Jesucristo ofrece la equidad y equilibrio de paz, serenidad, tranquilidad, con la confianza a plenitud en la libertad de Dios, contrario a las demandas y ofertas decepcionantes, que incluyen el uso del cuerpo y mente ofrecido por el mundo. En la lucha contra la maldad y el pecado, podemos ser personas extraordinarias de calidad avanzada, en la innegable consagración de la paz y santidad:

“Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales” (1 Timoteo 6.3 al 5 – RVR60).

La piedad es el amor y apego sentimental al respeto y reverencia de la consagración y santificación a nuestro Dios. La capacidad de análisis, pensamiento y reflexión que es de criterio propio, pero versado en el contenido consciente de la voluntad de Dios, refuerza la combinación del estado de la fisiología con los cimientos biológicos manifestados en las acciones según lo psíquico que agrada a Dios. Por ejemplo, la fisiopatología del temperamento, influye en la percepción de discernimiento y prudencia consciente, que es reflejada en lo conductual. Se conjuga lo biológico, fisiológico y lo psíquico.



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La particularidad de cada individuo es determinada por su predominio fisiológico y psicosocial. El ser espiritual es un ser advertido y juicioso a cabalidad, con la completa comprensión y entendimiento, para actuar con perfecto conocimiento, sin dejarse cegar por el arrebato de la pasión irracional: “Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición, recibiendo el galardón de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aun mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores” (2 Pedro 2.12 al 13 – RVR60). Aquí dice que los que son nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición. ¿Cuánto afecta la predisposición genética en cada individuo? Afecta la predisposición al vicio. ¿Habrá una preponderancia genética que incline la balanza en la dualidad de pensamiento? “… ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra” (1 Reyes 18.21 – RVR1909).

El ser humano es corruptible o es perfectible, según el camino y dirección de dualidad de pensamiento que siga. En el caso de la facultad para distinguir lo que es el bien del mal y diferenciar entre lo falso y verdadero, es una acción efectiva de juzgar, con cordura y sensatez. Hay un propósito y sentido lógico congruente, el debido pensamiento coherente y la vida espiritual con sentido común del modo de actuar y pensar:


“… Porque no los oidores de la ley son justos para con Dios, mas los hacedores de la ley serán justificados. Porque los Gentiles que no tienen ley, naturalmente haciendo lo que es de la ley, los tales, aunque no tengan ley, ellos son ley á sí mismos: Mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente sus conciencias, y acusándose y también excusándose sus pensamientos unos con otros;…” (Romanos 12.12 al 16 – RVR1909).


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De acuerdo con el corazón, conciencia, pensamiento y razonamiento, se determinan las acciones y hechos secretos de los seres humanos, que rendirán cuentas a Dios según el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo, es decir, la medida, parámetro o regla de referencia es Jesucristo, que cautiva los pensamientos para sí mismo: “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne. (Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas;) Destruyendo consejos, y toda altura que se levanta contra la ciencia de Dios, y cautivando todo intento á la obediencia, de Cristo; Y estando prestos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia fuere cumplida” (2 Corintios 10.3 al 6 – RVR1909). La mención de la carne en específico se refiere que la vida es corporalmente o físicamente, pero sin practicar el pecado, no es mediante la casta, etnia, familia, linaje o tribu, sino según la energía, fuerza y poder del Espíritu Santo de Dios, que es demostrado por la vida obediente y práctica de Jesucristo. Es Jesús quien revela la verdad. Así el principio de la vida está en Jesucristo.


Ahora bien, volviendo al análisis acerca de los muertos en vida, o sea, los muertos que son espiritualmente. ¿Cuál es la relación con la sangre? La Biblia dice: “Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén” (Hebreos 13.20 al 21 – RVR60). En la actualidad hay grandes avances en el conocimiento de la estructura celular y los tipos de células que contiene el ser humano, por ejemplo, las células sanguíneas que transportan oxígeno de los pulmones al resto de tejidos corporales, además de devolver el dióxido de carbono para su expulsión mediante los pulmones. Hay respiración celular y respiración pulmonar. La sangre lleva nutrientes a todo el cuerpo, ayuda a purificar y a las defensas de todo el organismo. El plasma de la sangre entre su composición líquida mayormente contiene agua. La



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simbología de las ciencias bíblicas y teológicas concuerda en dar una representación o significado al agua y a la sangre como purificadores, en el sentido de limpiar la imperfección e impureza. Ambos simbolismos también representan vida.

Un pasaje menciona lo siguiente: “Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan” (1 Juan 5.8 – RVR60). En cierta ocasión se presenta la siguiente situación con Jesucristo: “Mas cuando vinieron á Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas: Empero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y luego salió sangre y agua. Y el que lo vió, da testimonio, y su testimonio es verdadero: y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis” (Juan 19.33 al 35 – RVR1909). Entonces, así como hay muerte espiritual hay vida espiritual en Jesucristo: “¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es Jesucristo, que vino por agua y sangre: no por agua solamente, sino por agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio: porque el Espíritu es la verdad” (1 Juan 5.5 al 6 – RVR1909). El agua y la sangre son los símbolos de la vida en Cristo, que purifica nuestras vidas mediante la fe en y de Jesucristo:


“Mas ahora, sin la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, testificada por la ley y por los profetas: La justicia de Dios por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en él: porque no hay diferencia; Por cuanto todos pecaron, y están distituídos de la gloria de Dios; Siendo justificados gratuitamente por su gracia por la redención que es en Cristo Jesús; Al cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en su sangre, para manifestación de su justicia, atento á haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, Con la mira de manifestar su justicia en este tiempo: para que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Romanos 3.21 al 26 – RVR1909).


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La muerte corporal o física, es la ausencia de espacio, materia y tiempo: “Todo lo que te viniere á la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el sepulcro, adonde tú vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría” (Eclesiastés 9.10 – RVR1909). Tampoco hay conciencia ni consciencia: “Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; Sálvame por tu misericordia. Porque en la muerte no hay memoria de ti; En el Seol, ¿quién te alabará?” (Salmos 6.4 al 5 – RVR60). La muerte es como un dormir sin sueños: “Mira, respóndeme, oh Jehová Dios mío; Alumbra mis ojos, para que no duerma de muerte” (Salmos 13.3 – RVR60). La muerte es un dormir sin existencia: “¿Y por qué no quitas mi rebelión, y perdonas mi iniquidad? Porque ahora dormiré en el polvo, Y si me buscares de mañana, ya no existiré” (Job 7.21 – RVR60). La muerte es un dormir sin conciencia ni consciencia, de la existencia del espacio, masa o materia y tiempo: “Mas el hombre morirá, y será cortado; Perecerá el hombre, ¿y dónde estará él? Como las aguas se van del mar, Y el río se agota y se seca, Así el hombre yace y no vuelve a levantarse; Hasta que no haya cielo, no despertarán, Ni se levantarán de su sueño” (Job 14.10 al 12 – RVR60). Así, en el caso de la muerte espiritual, tampoco hay conciencia ni consciencia que es de lo espiritual.


¿Qué pasa con los seres humanos en formación, en la condición o estado de cigoto, embrión o feto? El cigoto ya ocupa un espacio, materia y tiempo a nivel celular, con el proceso de respiración celular que es vital desde su gestación. Es primigenio como originario en el tiempo de la existencia de la vida humana. Además recibe la nutrición y oxigenación mediante la sangre, así como funciona con el resto de células y tejidos corporales. La principal característica del cigoto es que es cognoscible, o sea, conocible, porque se puede conocer y reconocer su existencia inicial como un ser, la esencia o naturaleza primera o primitiva de la presencia en humanidad, que solamente existe con la unión de las células sexuales femenina y masculina, del óvulo y espermatozoide, junto con sus componentes nutritivos para la formación del embrión. La existencia o ser, inicia desde el cigoto como un nuevo ser



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humano desde su gestación. La fusión de los gametos para dar vida al cigoto, es determinante para la personalidad del nuevo ser, porque según el gameto femenino y masculino, así son las características únicas y personales iniciadas desde el cigoto y que pasan, crecen y se desarrollan en el embrión y feto como un solo proceso de formación. De manera que la herencia genética de cierto conjunto de caracteres de los gametos, es transmitida desde el cigoto como parte del ser de los progenitores. La presencia humana inicia con el cigoto.

Nuevas investigaciones y avances en el conocimiento de la estructura de lo celular y de la genética, han aportado la trascendencia de los genes en el reconocimiento y visibilidad de la personalidad, además de los cromosomas, componente del núcleo de la célula con el contenido de los genes, según los filamentos proteicos que cambian de aspecto y formas, de acuerdo a la especie del género humano. La relación con el Ácido DesoxirriboNucleico conocido como el ADN, sustancia específica del grupo prostético de nucleoproteínas. Aunque el ADN se encarga de transmitir los caracteres hereditarios y el cigoto tiene carga hereditaria de los padres, el cigoto es considerado un nuevo individuo independiente de sus padres, como un nuevo ser con sus propias características (personal).


El ADN cumple una función, tanto biológica y genética específica, que es portador del código genético, ubicada en la cromatina del núcleo celular o material cromosómico que contiene los genes, pero hay otro ácido nucleico, llamado ARN o ácido ribonucleico, que además del núcleo de la célula, se encuentra en el citoplasma y nucléolo, para la síntesis de las proteínas, sustancia fundamental para el funcionamiento y estructura celular. Esto es, la vida está indispensablemente relacionada con ciertos componentes o compuestos vitales, como carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno, solubles en agua y catalizadores biológicos como las enzimas, entre otros.


El cigoto humano, su condición, contenido e información biológica y genética lo constituye un ser vivo desde su inicio,



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con su determinado código fisiológico y psicológico que es “in crescendo”, con aumento gradual y progresivo indefinido, porque empieza como cigoto hasta que llega la hora de su muerte corporal, física o fisiológica, cuando se completa todo su proceso natural de la longevidad, excepto en el caso de accidente, incidente premeditado o violento, ya sea un aborto, catástrofe natural, choque de tránsito, eutanasia, guerra, inseguridad ciudadana, suicidio, entre otros. Por lo tanto, el cigoto es vida humana e individuo humano, con el derecho de la oportunidad de escuchar la voz de Cristo en su mensaje salvador. Hay una neurociencia de la fe, recordemos que en la simbología de las ciencias bíblicas y teológicas, se comparan muchos aspectos de la presente vida y de la naturaleza con la interpretación y significado espiritual que lleva a lo celestial.

La cotidianidad de la experiencia y vivencia, según la armonía de la espiritualidad de Jesucristo en nuestras vidas, también es una evidencia científica comprobable de la fe. Se dice que la respiración del oxígeno combinada con la fe de la meditación y reflexión, desempeña un papel preponderante en la espiritualidad. Los símbolos de agua, aire, fuego y tierra han revestido gran importancia. Sumado a otros como la oxigenación y la sangre. Jesucristo en algún momento dijo: “Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4.13 al 14 – RVR60). Estos elementos mencionados anteriormente son vitales, junto con la luz, para la existencia material o terrenal. ¿Cuál es su comparación o semejanza con la vida espiritual de luz? Jesús dijo lo siguiente al respecto:


“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer otra


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vez. El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni á dónde vaya: así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Juan 3.5 al 8 – RVR1909).

Además, la Biblia dice: “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció á sí mismo sin mancha á Dios, limpiará vuestras conciencias de las obras de muerte para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9.14 – RVR1909). El agua, oxígeno y sangre, son combinaciones y compuestos necesarios en la depuración, limpieza y purificación del ser humano, tanto para la subsistencia o sustento saludable, indispensable durante la conservación y mantenimiento del diario vivir corporal o físico. En el caso de la vida espiritual, Jesucristo es Luz, representa la acción, palabra y verbo de Dios. Por medio de nuestro Señor Jesucristo se recibe el agua, oxígeno y sangre espiritualmente, para la salvación y vida eterna. Pero, ¿desde cuál etapa de nuestra vida tiene alcance la acción, energía, fuerza e influencia de Jesucristo en nuestro porvenir? Jesucristo dijo: “Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mateo 19.14 – RVR60). La vida corporal o física es el medio para la manifestación de la vida espiritual.


La etapa del nacido como neonato es imposible sin el proceso de formación desde cigoto. Un ser humano requiere inevitablemente su etapa primera de cigoto y su crecimiento y desarrollo como embrión y feto para llegar a Jesucristo. La individualidad y personalidad del ser humano surge desde cigoto a nivel biológico, celular y genético, su interrupción violenta o voluntaria impide que la persona humana llegue a conocer a Jesucristo, aunque sea conocido por él, según los auténticos valores de Dios. Recordemos el siguiente caso:


“Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate á ti mismo y á nosotros. Y respondiendo el otro,


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reprendióle, diciendo: ¿Ni aun tú temes á Dios, estando en la misma condenación? Y nosotros, á la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos: mas éste ningún mal hizo. Y dijo á Jesús: Acuérdate de mí cuando vinieres á tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23.39 al 43 – RVR1909).

Este convencimiento y demostración de arrepentimiento, conversión y resarcimiento, es gracias a la oportunidad de la vida mediante la gestación. Dios ha posibilitado la eternidad en su reino de la luz de santidad. Inclusive, obsérvese lo que Dios menciona al profeta Jeremías: “Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová” (Jeremías 1.4 al 8 – RVR60). El aborto es impedir la oportunidad de la decisión de un ángel indeciso:


“Porque tú poseiste mis riñones; Cubrísteme en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras: Estoy maravillado, Y mi alma lo conoce mucho. No fué encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fuí formado, Y compaginado en lo más bajo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas. Así que ¬cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! -Cuán multiplicadas son sus cuentas! Si los cuento, multiplícanse más que la arena: Despierto, y aun estoy contigo” (Salmos 139.13 al 18 – RVR1909).