PSICOTEOLOGÍA: LA NEUROCIENCIA DE LA FE
(TOMO 1)



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3.7) EL AMOR AUTÉNTICO Y LEGÍTIMO


En el principio en el séquito celestial en la preexistencia, estuvieron enérgicamente interconectados entre sí y con Dios. Pero ahora como seres humanos no son del todo seres de inocencia, sino propensos en hacer guerras entre sí mismos. Por este motivo la importancia de la determinación y firmeza de carácter, con la visión puesta en las promesas futuras de Dios: “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y son dados en casamiento: Mas los que fueren tenidos por dignos de aquel siglo y de la resurrección de los muertos, ni se casan, ni son dados en casamiento: Porque no pueden ya más morir: porque son iguales á los ángeles, y son hijos de Dios, cuando son hijos de la resurrección” (Lucas 20.34 al 36 – RVR1909). Otro pasaje confirma y reitera el texto: “Entonces respondiendo Jesús, les dice: ¿No erráis por eso, porque no sabéis las Escrituras, ni la potencia de Dios? Porque cuando resucitarán de los muertos, ni se casarán, ni serán dados en casamiento, mas son como los ángeles que están en los cielos” (Marcos 12.24 al 25 – RVR1909).


Los ángeles indecisos que nacen en este mundo, con la oportunidad de llegar a ser padres de familia, de experiencia de vida y madurez, con la capacidad de guiar a sus hijos, que también son otros ángeles indecisos, rompen con la rivalidad preexistente entre los ángeles indecisos, que es la causa, existencia y origen, de las enemistades y guerras entre seres humanos. La rivalidad es debido a las opciones de elección, entre el camino angosto de la fidelidad y lealtad a Jesucristo o el camino contrario de la indecisión, indiferencia y rebeldía, regido por la decadencia y descomposición cultural y social, sin principios ni los valores en una sociedad sumida en la corrupción y degeneración en todos los ámbitos, posiciones o status sociales, como ángeles indecisos ahora en ser humano.



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¿Cómo se manifiesta la rivalidad preexistente en nuestra mente y nuestro corazón? La Biblia menciona lo siguiente: “De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, no conviene que estas cosas sean así hechas. ¿Echa alguna fuente por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede la higuera producir aceitunas, ó la vid higos? Así ninguna fuente puede hacer agua salada y dulce” (Santiago 3.10 al 12 – RVR1909). ¿Cómo se ha tergiversado hasta trastrocar y dar otro sentido y significado al amor original de Dios? La expresión, palabra o término “AMOR”, tiene cualidad de abstracta, en el sentido de que no se puede tocar, como se percibe con los sentidos a un objeto palpable o tangible, que puede tocarse con las manos. El amor se hace visible con las acciones: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13.4 al 7 – RVR60). El amor auténtico es libre de mezcla, puro y sincero, una persona con amor y desamor juntos, sin sinceridad, es un contrasentido que coexistan ambos y ambiguos: “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios” (Filipenses 1.9 al 11 – RVR60).


El verdadero amor de ninguna manera es carnal, inicuo o pecaminoso, porque el amor es y procede de Dios. El primer Amor y Eterno que existe, sin principio ni fin es Dios Padre:


“El que no ama, no conoce á Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió á su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado á Dios, sino que él nos amó


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á nosotros, y ha enviado á su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios así nos ha amado, debemos también nosotros amarnos unos á otros. Ninguno vió jamás á Dios. Si nos amamos unos á otros, Dios está en nosotros, y su amor es perfecto en nosotros: En esto conocemos que estamos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo para ser Salvador del mundo. Cualquiera que confesare que Jesús es el Hijo de Dios, Dios está en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que vive en amor, vive en Dios, y Dios en él” (1 Juan 4.8 al 16 – RVR1909).

Ahora bien, Jesucristo es nuestro primer amor suficiente en autenticidad y genuino, su obra redentora lo demuestra, con la crucifixión, muerte y resurrección, porque es un amor prioritario y supremo con valor y verdad absoluta: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará? Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga” (Lucas 14.33 al 35 – RVR60). En la Biblia se resalta la importancia de la simbología, su representación y significado, por motivos de espacio no cabrían en el mundo los libros referentes a Jesucristo: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, que si se escribiesen cada una por sí, ni aun en el mundo pienso que cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén” (Juan 21.25 – RVR1909). Dios Padre es Amor Eterno, sin principio ni fin, es la Energía, Fuerza y Poder mediante su Santo Espíritu: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Dícele la mujer: Sé que el Mesías ha de venir, el cual se dice el Cristo: cuando



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él viniere nos declarará todas las cosas. Dícele Jesús: Yo soy, que hablo contigo” (Juan 4.23 al 26 – RVR1909).

El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios Padre. Así dijo Jesucristo: “Empero cuando viniere el Consolador, el cual yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí. Y vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio” (Juan 15.26 al 27 – RVR1909). Los ángeles indecisos estuvieron con el Hijo en el principio de la creación del séquito celestial. Jesucristo es la primera creación como Hijo, de manera que Dios se hace así mismo como Dios Padre al crear a su Hijo: “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados. El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación” (Colosenses 1.13 al 15 – RVR60). Luego el Padre y el Hijo crean juntamente al séquito celestial para que honren al Hijo y para que toda la existencia celestial del tercer cielo perteneciera al Hijo. También después de la rebelión del ángel caído, el Padre y el Hijo crean el cosmos del segundo cielo y el planeta Tierra del primer cielo, para la venida de los ángeles indecisos a tomar su decisión:


“Porque por él fueron criadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles é invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fué criado por él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten: Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia; él que es el principio, el primogénito de los muertos, para que en todo tenga el primado. Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, Y por él reconciliar todas las cosas á sí, pacificando por la sangre de su cruz, así lo que está en la tierra como lo que está en los cielos. A vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos de ánimo en malas obras, ahora empero os ha reconciliado En el cuerpo de


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su carne por medio de muerte, para haceros santos, y sin mancha, é irreprensibles delante de él: Si empero permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído; el cual es predicado á toda criatura que está debajo del cielo; del cual yo Pablo soy hecho ministro” (Colosenses 1.16 al 23 – RVR1909).

Tanto en el cosmos como en nuestro planeta, la materia es visible, en relación con lo físico y perceptible, y el espacio es invisible, en el caso de lo incorpóreo e intangible. También lo que llaman materia oscura. Antes del cosmos, Jesucristo es el principio y fin como objetivo o propósito de la creación, es el alfa y la omega, establecido por Dios Padre: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira” (Apocalipsis 22.12 al 15 – RVR60). En el caso del amor, se menciona claramente que todo aquel que ama y hace mentira estará fuera. Aunque algunos transmiten la mentira sin ser conscientes de la veracidad, por lo general la mentira es lo que se dice con la conciencia de que no es verdadero, pero se pretende que sea creído como cierto, es apariencia, disimulo, engaño y falsedad. Por esta razón se dice que todo está en la mente, es el campo de batalla de la duda en la lucha entre el bien y el mal. Es una condición o estado de indecisión en la mente, confusión de la conveniencia o inconveniencia de las acciones confrontadas con la moralidad, vacilación del ánimo de los principios y valores de la conciencia y el entendimiento frente a lo sensorial, sensaciones o sensibilidad propia de la repercusión concupiscente. Del apetito y deseo desenfrenado, desordenado, inmoral y terrenal, en placeres deshonestos y viciosos. El libro de Eclesiastés lo describe claramente:



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“Y TORNÉME yo, y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol: y he aquí las lágrimas de los oprimidos, y sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador. Y alabé yo los finados que ya murieron, más que los vivientes que hasta ahora están vivos. Y tuve por mejor que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen. Visto he asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras mueve la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 4.1 al 4 – RVR1909).

El ser interior es complejo y es vasto, no es un asunto de creencias, sino que puede abarcar áreas de actitud, atributos, bondad, carácter, características, competencias psicosociales, comprensión, compromiso, conciencia, cortesía, costumbres, cualidades, disciplina, educación, ego, emociones, empatía, entendimiento, espiritualidad, ética, fe, habilidades sociales, hábito saludable, humildad, inteligencia, intención, justicia, meditación, misericordia, moralidad, oración, personalidad, plegarias, principios, reflexión, resiliencia, responsabilidad, sabiduría, salud mental, paciencia, paz, santidad, sensatez, sentimientos, solidaridad, temperamento, valores, virtudes y voluntad, que son integrales en la persona, en relación con el amor y la consistencia en hacer el bien, que sea comprobable y demostrado con las acciones y los hechos del diario vivir. La relación bidireccional del ser interior y el Ser Supremo, entre las criaturas y su Creador, de parámetros de comportamiento y la conducta, con los protocolos definidos y determinados como normalidad o regla de vida, tienen que ser comparables y congruentes con la voluntad de Dios, que sean de acuerdo con el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo, su transmisión de educación, enseñanza y formación para la vida: “Todas vuestras cosas sean hechas con amor” (1 Corintios 16.14 – RVR60). Entendido que el amor verdadero corresponde al amor de Jesucristo. Las Escrituras aclaran lo siguiente:



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“Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de obra y en verdad. Y en esto conocemos que somos de la verdad, y tenemos nuestros corazones certificados delante de él. Porque si nuestro corazón nos reprendiere, mayor es Dios que nuestro corazón, y conoce todas las cosas. Carísimos, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; Y cualquier cosa que pidiéremos, la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él. Y éste es su mandamiento: Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos á otros como nos lo ha mandado. Y el que guarda sus mandamientos, está en él, y él en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado” (1 Juan 3.18 al 24 – RVR1909).

Lo que pasa es que la educación emocional y espiritual es indispensable en la formación del ser humano. El corazón se endurece o sensibiliza con la ausencia o presencia de este tipo de educación. La Biblia dice: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.12 al 14 – RVR60). El enfriamiento del amor endurece el corazón, por este motivo algunos educan y enseñan en lo que llaman las habilidades blandas o suaves, en contraste al corazón duro de piedra. En el libro La Comunidad de Fe: Acuerdos de Fe (www.neobiblismo.org) se menciona lo siguiente: “Jesús en su enseñanza impulsa una buena armonía con Dios el Padre, al amar a Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerzas, así como de una buena armonía consigo mismo y con aquel que está a su alrededor (Marcos 12.30 al 31)”. La maldad se multiplica porque el ser humano es el portador de la maldad, que acciona la operación de la misma, con cierto cinismo de descaro, desvergüenza e impudencia. Inclusive la sociedad



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tiene una indolencia, donde no se afecta o conmueve de su falta de consagración, fidelidad y santidad, sino que adopta la corrupción y legitimación del mal, como si fuera una nueva moda o normalidad legal, política o social, debido a la falta de amor a Dios Padre y a su Hijo. Esto hace imprescindible en el comentario bíblico y en el caso de la compilación de los textos bíblicos, para aclarar y respaldar el tema, como el siguiente:

“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados” (2 Pedro 1.3 al 9 – RVR60).

La Biblia se explica por sí misma, aunque se presenta una sinergia entre análisis, comentario e interpretación, que en su conjunto provoca un efecto de aclaración o iluminación, para una concertación superior, de manera que se pueda concordar o cotejar el texto literal con su análisis, comentario e interpretación, por ejemplo, tal es el caso de Felipe, diácono y evangelista, con el eunuco, que es un etíope funcionario de Candace, reina de los etíopes, tratado en el siguiente pasaje:



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“Y acudiendo Felipe, le oyó que leía el profeta Isaías, y dijo: Mas ¿entiendes lo que lees? Y dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó á Felipe que subiese, y se sentase con él. Y el lugar de la Escritura que leía, era éste: Como oveja á la muerte fué llevado; Y como cordero mudo delante del que le trasquila, Así no abrió su boca: En su humillación su juicio fué quitado: Mas su generación, ¿quién la contará? Porque es quitada de la tierra su vida. Y respondiendo el eunuco á Felipe, dijo: Ruégote ¿de quién el profeta dice esto? ¿de sí, ó de otro alguno? Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús” (Hechos 8.30 al 35 – RVR1909).

La acción de la Psicoteología ablanda la coordinación de la mente con el corazón, en relación con la interacción del conocimiento con el ánimo, el enternecimiento, el mover a compasión y misericordia, el mejorar la actitud, carácter y condición psíquica, la intención, esfuerzo, temple y voluntad. Todo esto vinculado a la guía, orientación y percepción de Dios en nuestras mentes y vidas. El tema de la Psicoteología se relaciona con otros temas, como La Personalidad de los Discípulos de Jesucristo, La Caracterología Cristiana, Los Tres Tipos de Conocimiento, El Conocimiento Celestial, La Dilatría, Jesucristo Mi Decisión, La Conspiración Contra Jesucristo, La Ley y La Gracia, entre otros temas. Por último, la simbología bíblica, su representación y significado, aporta un valioso contenido para la comprensión y entendimiento del mensaje bíblico y psicoteológico. En el aspecto psicosocial, según el conocimiento de Jesucristo, prevalece el balance o equilibrio de mitigación de la fiereza mente - corazón: “Sino que juzgará con justicia á los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra: y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de sus riñones. Morará el lobo con el cordero, y el tigre con el cabrito



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se acostará: el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará” (Isaías 11.4 al 6 – RVR1909).

El corazón de piedra se vuelve un corazón de carne. La Biblia dice: “Mas a aquellos cuyo corazón anda tras el deseo de sus idolatrías y de sus abominaciones, yo traigo su camino sobre sus propias cabezas, dice Jehová el Señor” (Ezequiel 11.21 – RVR60). Además se dice: “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36.25 la 27 – RVR60). Al respecto, es innegable, en Jesucristo encontramos el ejemplo y modelo de la Psicoteología, o sea, las funciones mentales puestas en el pensamiento en Dios y su correspondiente voluntad, por consiguiente el quehacer de las acciones, comportamiento, conducta y hechos en la obediencia a Dios Padre el Creador. La Superioridad Moral de reconocida imperativa conducta y pensamiento está en la premisa fundamental de Cristo:


“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las hayas revelado á los niños. Así, Padre, pues que así agradó en tus ojos. Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie conoció al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoció alguno, sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo lo quisiere revelar. Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11.25 al 30 – RVR1909).