PSICOTEOLOGÍA: LA NEUROCIENCIA DE LA FE
(TOMO 1)



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4.6) LA DIGNIDAD ÍNTEGRA DE LA PERSONA


La dignidad íntegra de la persona está relacionada con hacerse merecedor de una retribución, como resultado del mérito de las acciones para lograr el aprecio y recompensa, por ejemplo, la fidelidad y lealtad a Dios, tanto fidelidad porque es el Ser Supremo como la lealtad a su intención, plan y voluntad. Esta fidelidad y lealtad a Dios es de su agrado, porque la persona logra congraciar como un hijo de Dios, al recibir el afecto, benevolencia y simpatía del Padre. Prevalece la gracia Divina y en el ser humano lo imperativo del deber por mandato Divino. Hay una gratitud mutua o recíproca, por lo tanto, predomina la obediencia a la voluntad de Dios, un acuerdo o pacto entre las partes: “Y el Dios de paz que sacó de los muertos á nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del testamento eterno, Os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo: al cual sea gloria por los siglos de los siglos. Amén” (Hebreos 13.20 al 21 – RVR1909). La dignidad da aptitud e integridad.


Esta dignidad es integral en aquella persona consciente, cuando la misma se combina con la rectitud, para que sea intachable, sin defecto, falta o imperfección: “Para que sean confirmados vuestros corazones en santidad, irreprensibles delante de Dios y nuestro Padre, para la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos” (1 Tesalonicenses 3.13 – RVR1909). Ser irreprensible es que no merece reprensión, o sea, amonestación y corrección por lo dicho o hecho. De esta manera seguir a Jesucristo e imitar su ejemplo y modelo de vida, en consagración y santificación, posibilita una vida de perfección en Dios, debido a la formación en la decencia. El ser decente es la calidad suficiente de la dignidad en los actos y palabras, calidad en el sentido de la excelencia. La dignidad



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íntegra de Jesucristo es lo más sublime que esta humanidad en su historia ha logrado presenciar, como ejemplo y modelo.

La dignidad íntegra existe desde el primer inicio, origen o principio, pero la Biblia advierte de la irrupción de ángeles sin conservar la dignidad íntegra: “Y á los ángeles que no guardaron su dignidad, mas dejaron su habitación, los ha reservado debajo de oscuridad en prisiones eternas hasta el juicio del gran día” (Judas 1.6 – RVR1909). Por esta razón, Jesucristo vino a este mundo a demostrar su propio ejemplo, en la aplicación y ejercicio de hacer la voluntad del Padre con dignidad íntegra. Los ángeles caídos dejaron su lugar y parte con Dios, abandonaron su destino original y servicio a Dios, su morada permanente con su Creador. Al parecer la causa está identificada con el engaño y la mentira, implicado por el orgullo, soberbia y vanagloria, por esta razón los ángeles que cayeron, los absorbió la desgracia, porque atrajeron a sí lo contrario a la gracia proveniente de Dios. ¿Por qué los ángeles no guardaron su dignidad? Alguna idea o pista de lo sucedido a los ángeles caídos está en el siguiente ejemplo: “Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia, Amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? (Selah)” (Salmos 4.2 – RVR1909). Así como el ser humano voltea la honra en infamia y ama la vanidad y la mentira, los ángeles caídos abandonan la gloria y honra a su Creador, se envuelven en un complot de engaño, aman más lo falso y vano contrario a la verdad de Dios. Mientras tanto, Jesucristo en este mundo se ofrece como ejemplo de mantener la supremacía del Padre, al ensalzar en primer lugar a Dios, con toda la adoración, alabanza, gloria y honra de respeto, reverencia y sumisión.


El ángel caído tuvo un deseo intenso por ser admirado y considerado, opacando la Supremacía de su Creador. Este ángel se dejó llevar por su ficción fantasiosa e ilusión vana de subsistir por sí mismo, fuera y sin Dios. La misma intención infiltra en la ideología, idiosincrasia, mente y pensamiento de las civilizaciones, culturas y sociedades en general, a través de la apetencia materialista desmesurada y deslumbramiento



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de acumular riqueza, adulación, ambición, autoridad déspota dictatorial, avaricia, codicia, enriquecimiento, fama, gala, grandeza, luchas de poder, lucro, lujo, nepotismo, opresión, opulencia, orgullo, ostento, pedantería, pleitesía, plutocracia, prestigio, privilegio, reconocimiento, status social, usura, vanagloria y vanidad, en un detrimento de la injusticia del empobrecimiento, miseria y necesidades de subsistencia. La Biblia dice: “Porque ¿de qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y perdiere su alma? O ¿qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará á cada uno conforme á sus obras” (Mateo 16.26 al 27 – RVR1909).

La Biblia dice: “Bienaventurado el hombre que puso á Jehová por su confianza, Y no mira á los soberbios, ni á los que declinan á la mentira” (Salmos 40.4 – RVR1909). Una falacia divulgada en las sociedades, es aquella que intenta inducir a otros a vivir sin Cristo, con la presunción de que a pesar de una vida sin Cristo, igual se recibirá salvación y vida eterna por otros medios, fuera del establecido por Dios Padre. Jesucristo es el mediador entre Dios Padre y el ser humano en general: “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador; El cual quiere que todos los hombres sean salvos, y que vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un Dios, asimismo un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre; El cual se dió a sí mismo en precio del rescate por todos, para testimonio en sus tiempos” (1 Timoteo 2.3 al 6 – RVR1909). Recordemos que el ángel caído tuvo la oportunidad en el Edén, de enmendar o rectificar su decisión de adversidad a Dios, pero se confirma su determinación al influenciar en Adán y Eva, a comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, su acción es con maldad y vileza a través del engaño despreciable e indigno: “Entonces Jehová Dios dijo á la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí” (Génesis 3.13 – RVR1909).


Tanto Adán como Eva, además de su capacidad de poder de decisión, utilizan su facultad de cuestionar e investigar,



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pero afectados por su temperamento, en lo relacionado a la duda e indecisión al obedecer a Dios. Lo que pasa es que la influencia recibida de su entorno, como un parámetro de acotación y referencia a la hora de tomar una decisión, es de mal proceder porque interviene la manipulación y el engaño del ángel caído. Esto significa que el discernimiento y criterio propio de la persona, es indispensable cuando tiene la mirada puesta en Jesucristo, para la gloria y la honra a Dios Padre:

“Y Jesús respondió, y díjoles: No murmuréis entre vosotros. Ninguno puede venir á mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios. Así que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene á mí. No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios, éste ha visto al Padre. De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida” (Juan 6.43 al 48 – RVR1909).

Hay un pasaje donde se indica al obrero como digno de su salario: “Porque la Escritura dice: No embozarás al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su jornal” (1 Timoteo 5.18 – RVR1909). Todo ser humano requiere un desempeño, labor, ocupación o trabajo para dignificar su subsistencia, porque es fundamental su alimentación: “… porque el obrero digno es de su alimento” (Mateo 10.10 – RVR1909). Después de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo, para preservar la vida natural, espiritual y celestial, el ser humano requiere el trabajo, con la posibilidad de sobrevivir de la remuneración salarial o de trabajo propio. Se adquiere las necesidades básicas, porque el trabajo mismo es creación de Dios y dignifica al ser humano, en su subsistencia: “En el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas á la tierra; porque de ella fuiste tomado: pues polvo eres, y al polvo serás tornado” (Génesis 3.19 – RVR1909). Algunos desordenadamente dejaron de trabajar,



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porque creyeron con la inminente segunda venida de nuestro Señor Jesucristo, que ya no había más que hacer para sobrevivir, sino esperar el regreso del Señor: “Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero: Luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes á recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4.16 al 17 – RVR1909). Esto se corrige y rectifica en la segunda carta de Tesalonicenses:

“Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos: porque no anduvimos desordenadamente entre vosotros, Ni comimos el pan de ninguno de balde; antes, obrando con trabajo y fatiga de noche y de día, por no ser gravosos á ninguno de vosotros; No porque no tuviésemos potestad, sino por daros en nosotros un dechado, para que nos imitaseis. Porque aun estando con vosotros, os denunciábamos esto: Que si alguno no quisiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que andan algunos entre vosotros fuera de orden, no trabajando en nada, sino ocupados en curiosear. Y á los tales requerimos y rogamos por nuestro Señor Jesucristo, que, trabajando con reposo, coman su pan. Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien” (2 Tesalonicenses 3.7 al 13 – RVR1909).

Además del trabajo establecido por Dios para dignificar al ser humano, Dios determina a los empleadores o patronos de los obreros, el respeto de un día a la semana para que sea descanso o reposo de sus trabajadores: “Seis días trabajarás y harás toda tu obra: Mas el séptimo es reposo á Jehová tu Dios: ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni tu peregrino que está dentro de tus puertas: porque descanse tu siervo y tu sierva como tú” (Deuteronomio 5.13 al 14 –



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RVR1909). Según las leyes laborales, tanto de trabajo, como las religiosas, propias de cada país, este día libre de descanso podría ser viernes, sábado o domingo. En algunos casos se determina a convenir entre el empleador y el trabajador. El problema mayor del desempleo y de la falta de remuneración, es el empobrecimiento, escases en la solvencia suficiente para la manutención y de la familia. También afecta el empleo que llaman informal, con nada o mínimos beneficios o garantías sociales, como el seguro de salud, la jubilación o pensión por invalidez, vejez o fallecimiento con beneficiario familiar. Esto depende de muchos factores involucrados en la consecución de trabajo, según la zona geográfica mundial y recursos de cada nación. Por lo tanto, como hemos visto, tanto el trabajo como un día de descanso a la semana son establecidos por Dios. Esto es importante para contribuir con la dignificación del ser humano, especialmente para la supervivencia en lo que atañe a lo material y natural. En los aspectos espirituales y celestiales, la dignidad íntegra de la persona, contribuye a su condición o estado de ser irreprensible, sin reprensión, o sea, sin merecer amonestación y corrección, por su camino de perfección, al decidir y practicar a cabalidad el ejemplo y modelo de vida de Jesucristo, según la voluntad del Padre.

La humanidad en alrededor de seis mil años debería de haber alcanzado el grado de madurez histórica, para asumir su propio compromiso y responsabilidad del destino de su vida natural, espiritual y celestial. Especialmente porque en relación con la creación, hasta el momento se ha comportado y conducido como un Mayordomo Infiel en la administración del hábitat y planeta, en su vida espiritual, moral e intereses geopolíticos del globo terráqueo. Lo áspero, riguroso y severo de la literatura, que posibilite la oportunidad y privilegio de conocer con certeza lo que es real y nos espera, ya sea en esta vida o en la venidera más allá después de la muerte. Se trata de un pensamiento crítico con la sabiduría realista, contrario a lo que algunos pretenden al vivir sumidos en la ignorancia irrealista. Esto último deja inmersos a los afectados en un mundo despiadado del engaño, mentira y vil traición.