PSICOTEOLOGÍA: LA NEUROCIENCIA DE LA FE
(TOMO 1)



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PRELUDIO (REFLEXIONES PRELIMINARES)


El escrúpulo significa desconfiar, sospechar y temer con el fundamento de una preocupación consciente de lo que es bueno, espiritual y moral. La persona o sociedad que no tiene escrúpulos carece de la rectitud y rigor en el compromiso y responsabilidad del bien. Se descarta, deshecha y desprecia lo moralmente aceptado, porque se pierde la importancia al deber correcto en el comportamiento y la conducta personal y social. La única conveniencia de la persona, es el interés en el beneficio y satisfacción propia, hasta llegar al extremo del aprovechamiento de la inmoralidad. De ninguna manera se presenta el asco o náusea espiritual, porque no hay repulsión mental del espíritu en la intención y voluntad individual, que reaccione con un enérgico repudio al mal. Los pensamientos están completamente dominados por el placer carnal, sin aprensión o recelo al contagio o contaminación de la práctica de maldad y el pecado con otras personas. Lo contrario al inescrupuloso es ser diligente y meticuloso, específicamente en la vivencia de los principios, valores y virtudes espirituales y morales. Hay una concienciación de la misma conciencia.


La persona escrupulosa toma conciencia y se guía desde el punto de vista moral, para recapacitar y tomar decisiones, que sean de bien y de buenas costumbres, con las acciones de aceptación ética y social, comprobados con los mayores estándares del conocimiento espiritual. La conciencia es comprender la praxis moral, en este sentido, Jesucristo es el ejemplo y modelo de vida significativo, porque transmite el conocimiento y entendimiento con la exclusiva precisión y rigurosidad espiritual y celestial. Jesucristo tiene la suprema importancia, por su exclusividad y representación única de lo celestial, por ser enviado con el mensaje directo, en relación con la enseñanza de la palabra de Dios Padre Celestial.