PSICOTEOLOGÍA: LA NEUROCIENCIA DE LA FE
(TOMO 1)



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IV) EL EMPODERAMIENTO DE LA ESPIRITUALIDAD Y SANTIDAD


El empoderamiento de la espiritualidad es la vida de la trascendencia de lo natural al nivel espiritual, a través de la ceguera espiritual a la vista espiritual, de las tinieblas a la luz y de la muerte en vida a la vida espiritual. Este análisis se requiere en profundidad e implica la simbología del despertar y su respectiva interpretación y significado. El símbolo del amanecer y de la luz en la aurora, es un principio o primer tiempo entre la oscuridad y la luz, que va en aumento hasta que el día esclarece por completo: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto. El camino de los impíos es como la oscuridad: No saben en qué tropiezan” (Proverbios 4.18 al 19 – RVR1909). En los términos espirituales, el desconocimiento o ignorancia de en qué se está tropezando, es un caminar con la ausencia de fe, compasión o piedad, es un vivir sin el amor y respeto de consagración, dedicación y santidad del Espíritu Santo, con repercusión de una ignorancia y falta de realidad.


Esta forma de vida comparada con la oscuridad, significa la falta de conciencia de rebasar o sobrepasar a otro nivel de conocimiento, porque no saben en qué tropiezan: “Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente” (1 Corintios 2.14 – RVR1909). Mientras tanto, la senda del justo, aunque es un camino más estrecho, va en aumento al escalonar el avance de la conciencia, para advertir y considerar la realidad del conocimiento espiritual. Hay un auto-cuidado de una buena administración de sí mismo, al cuidar y valorar integralmente la escucha y sosiego a plenitud desde nuestro ser interior.



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El empoderamiento es apropiar con fuerza y poder una vida conducida, dirigida, guiada, inspirada y regida por el Espíritu Santo. La vida del ser humano es como un desierto y el caminar es como un internar en un espejismo o un oasis, entre más se desapega del espejismo natural, más accede y se acerca a la realidad conciente del oasis espiritual. Jesucristo dijo: “Respondió Jesús y díjole: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá á tener sed; Mas el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed: mas el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4.13 al 14 – RVR1909). Tanto la condición de espejismo como de oasis se encuentra en la mente de cada persona: “Porque los que viven conforme á la carne, de las cosas que son de la carne se ocupan; mas los que conforme al espíritu, de las cosas del espíritu. Porque la intención de la carne es muerte; mas la intención del espíritu, vida y paz” (Romanos 8.5 al 6 – RVR1909). Dar el salto a lo celestial. La razón de ser de un oasis es el agua, así Jesucristo menciona acerca del agua que nos provee, como fuente de agua para vida eterna. ¿Cuál es esta agua? Otro pasaje nos aclara al respecto: “Mas en el postrer día grande de la fiesta, Jesús se ponía en pie y clamaba, diciendo: Si alguno tiene sed, venga á mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre. (Y esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él: pues aun no había venido el Espíritu Santo; porque Jesús no estaba aún glorificado)” (Juan 7.37 al 39 – RVR1909). Salto de eternidad.


La simbología para el empoderamiento de espiritualidad, es el aprecio y grato rumiar de la palabra de Dios, pensar con detenimiento, madurez, meditación y reflexión. El análisis y estudio en profundidad, de ninguna manera se limita, reduce o resume en cierta cantidad de credo y dogma, porque sería inmersión en espejismo. La Biblia en sí, es amplia y extensa para sintetizar en unos pocos renglones. Rumiar las Sagradas Escrituras es desmenuzar, masticar y saborear espiritual con el paladar de la conciencia: “De todo mal camino contuve mis pies, Para guardar tu palabra. No me aparté de tus juicios;



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Porque tú me enseñaste. ¡Cuán dulces son á mi paladar tus palabras! Más que la miel á mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia: Por tanto he aborrecido todo camino de mentira” (Salmos 119.101 al 104 – RVR1909). Este paladar representa afición, apreciación, discernimiento, gusto, hábito, sabor y sensibilidad, por la lectura y práctica de la palabra de Dios, para el alimento y la llenura espiritual, que fortalezca y nutra moralmente la ignorancia, incredulidad e indiferencia: “Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia, Para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruído para toda buena obra” (2 Timoteo 3.16 al 17 – RVR1909). Llenura de palabra.

Aborrecer todo camino soez de mentira, es el desagrado e incompatible oposición, repulsión y resistencia a consentir el espejismo, de la fantasía e ilusión de todo lo que ofrece este mundo, contrario a la voluntad de Dios, por ejemplo, el apego a lo carnal, material y terrenal del pecado extrínseco. Tal es el caso desenfrenado del alcoholismo, lascivia, lujuria y placer, adverso a la santidad, porque vivir en deleites aunque hay vida corporal, hay manifiesta muerte espiritual: “Pero la que vive en delicias, viviendo está muerta” (1 Timoteo 5.6 – RVR1909). El símbolo de estar dormido o muerto en vida, se relaciona con el ser interior que vive en tinieblas. Este tipo de oscuridad imposibilita ver espiritualmente, hasta llegar al extremo de la ceguera espiritual sin la reflexión intrínseca:


“Porque en otro tiempo erais tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor: andad como hijos de luz, (Porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, y justicia, y verdad;) Aprobando lo que es agradable al Señor. Y no comuniquéis con las obras infructuosas de las tinieblas; sino antes bien redargüidlas. Porque torpe cosa es aun hablar de lo que ellos hacen en oculto. Mas todas las cosas cuando son redargüidas, son manifestadas por la luz; porque lo que manifiesta todo, la luz es. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes,


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y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo” (Efesios 5.8 al 14 – RVR1909).

En cierta ocasión los principales del grupo de ancianos y los sacerdotes, consultan a Jesús acerca de la autoridad con la que él ejerce, entonces también Jesucristo les responde de la siguiente manera: “El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿del cielo, ó de los hombres? Ellos entonces pensaron entre sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué pues no le creísteis? Y si dijéremos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen á Juan por profeta. Y respondiendo á Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Ni yo os digo con qué autoridad hago esto” (Mateo 21.25 al 27 – RVR1909). Estas personas analizan sagazmente las implicaciones de sus posibles respuestas, aunque con una abierta afrenta y directa imprudencia, excusan y evaden compromiso y reconocimiento responsable de la autoridad del Padre en su Hijo Jesucristo, alegan y asumen como pretexto el desconocer acertadamente una respuesta. Cuando mencionan que no saben la respuesta es una falsedad, con esta clase de aseveración, debido a que conscientemente saben que no son ciertas sus afirmaciones, sino que actúan con astucia, malicia, perversión y sagacidad.


La sociedad no tiene correspondencia y proporcionalidad al justificar su propia forma de vida, ajena a la disposición y voluntad de Dios, porque el ser humano tiende a camuflar o disfrazar el mal, para hacer pasar como bien: “¡Ay de los que á lo malo dicen bueno, y á lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5.20 – RVR1909). También dice la Biblia: “Hay camino que al hombre parece derecho; Empero su fin son caminos de muerte” (Proverbios 14.12 y 16.25 – RVR1909). Lo que pasa es que hay ceguera de entendimiento en quienes son incrédulos: “En los cuales el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la lumbre del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4.4 – RVR1909).


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El empoderamiento eficaz y vital de la espiritualidad, es cuando la persona en forma autónoma o independiente, se fortalece con el poder de Dios mediante su Espíritu Santo, se apropia y toma la espiritualidad, para repeler las adicciones, corrientes, filosofías, hábitos, modas y las tendencias de este mundo, que son contrarias y cohonesta al poder del Espíritu Santo. La justa libertad del ser humano de ninguna manera justifica el libertinaje: “Y esto erais algunos: mas ya sois lavados, mas ya sois santificados, mas ya sois justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen: todas las cosas me son lícitas, mas yo no me meteré debajo de potestad de nada” (1 Corintios 6.11 al 12 – RVR1909). El verdadero empoderamiento es el que para nada avergüenza, cuando nos presentemos en el juicio de Dios a rendir cuentas de nuestra vida auténtica: “Por lo cual alzad las manos caídas y las rodillas paralizadas; Y haced derechos pasos a vuestros pies, porque lo que es cojo no salga fuera de camino, antes sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12.12 al 14 – RVR1909).


El empoderamiento vital de la espiritualidad, requiere la iluminación de los ojos del entendimiento, mediante el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, a través de la adquisición de conocimiento con espíritu de sabiduría y de revelación: “Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para su conocimiento; Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, …, por la operación de la potencia de su fortaleza, La cual obró en Cristo, resucitándole de los muertos, y colocándole á su diestra en los cielos, Sobre todo principado, y potestad, y potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, mas aun en el venidero” (Efesios 1.17 al 21 – RVR1909). La mente requiere ejercicio y entrenamiento de espiritualidad, a manera de un observatorio para mirar con atención, decencia y decoro, porque la mente depravada tiene maldad, iniquidad y engaño: “He aquí, el impío concibió maldad, Se preñó de iniquidad, Y dio a luz engaño” (Salmos 7.14 – RVR1960).