PSICOTEOLOGÍA: LA NEUROCIENCIA DE LA FE
(TOMO 1)



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V) LA DISTORSIÓN, DISTRACTORES Y RUIDO


La distorsión es una alteración de la percepción, lo que afecta la interpretación de la forma de ser, el comportamiento y la conducta. Los distractores y ruido, atraen la atención de la persona, con la pérdida de la concentración y enfoque, que provocan admiración, confusión e interés, pero desvían a la persona y la desubica con una desorientación. La percepción contribuye con los sentidos en la capacidad interpretativa de las sensaciones. En este sentido la humanidad se encuentra a la deriva y sin rumbo fijo, en relación con la enseñanza y mensaje trascendente de Jesucristo. El humano, en común, es fácilmente impresionable, se cautiva, deslumbra y fascina con lo que es suntuoso, o sea, costoso en valor monetario y lujoso, de grandiosidad y magnificencia. Ver el siguiente caso del templo en los tiempos de Jesús: “Y a unos que decían del templo, que estaba adornado de hermosas piedras y dones, dijo: Estas cosas que veis, días vendrán que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruída” (Lucas 21.5 al 6 – RVR1909). Puede ser las grandes edificaciones y estructuras de las ciudades: “Y saliendo del templo, le dice uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios. Y Jesús respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada” (Marcos 13.1 al 2 – RVR1909). Hay una desatención y desenfoque espiritual.


¿Cuál riesgo del conjunto de la distorsión, distractores y ruido, enfrenta la humanidad hasta nuestros días? Estos en términos de la relación natural - espiritual, se comprenden en todos los ámbitos de la vida cotidiana, desde los privilegios o status de posiciones académicas, laborales o sociales, hasta los bienes, servicios y vestimentas de las clases adineradas, el dominio y el poder económico, los medios de comunicación y tecnológicos, grandes negocios productores cinematográficos,



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la explotación empresarial, gubernamental, militar, política y religiosa. Es como maravillarse del mundo en lugar de Dios:

“Y mirando, vió á los ricos que echaban sus ofrendas en el gazofilacio. Y vió también una viuda pobrecilla, que echaba allí dos blancas. Y dijo: De verdad os digo, que esta pobre viuda echó más que todos: Porque todos estos, de lo que les sobra echaron para las ofrendas de Dios; mas ésta de su pobreza echó todo el sustento que tenía. Y a unos que decían del templo, que estaba adornado de hermosas piedras y dones, dijo: Estas cosas que veis, días vendrán que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruída” (Lucas 21.1 al 6 – RVR1909).

Esta distorsión, distractores y ruido se pueden presentar de forma involuntaria o voluntaria, consciente o inconsciente, externa o interna, por aprendizaje sistemático, por iniciativa colectiva o individual. Basta analizar y pensar en las causas que nos alejan o distancia del ejemplo y modelo de vida de Jesucristo. Por ejemplo, en lo que algunos llaman las élites, en relación con las minorías sociales, porque tienen grandes capacidades de ingresos, o debido a que ocupan puestos de fama, fortuna o poder. Otros casos por motivo de explotación de los recursos minerales y naturales de cada país. También en el caso de los salarios que son abusivos y privilegiados de ciertos puestos de función pública, debido al favorecimiento y enriquecimiento con los fondos públicos del estado, ya sea en forma ilícita o lícita. Esto permea lo que trata de distribución de mayor riqueza en manos de pocas personas. La Biblia dice: “Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro, y de preciosa ropa, y también entra un pobre con vestidura vil, Y tuviereis respeto al que trae la vestidura preciosa, y le dijereis: Siéntate tú aquí en buen lugar: y dijereis al pobre: Estáte tú allí en pie; ó siéntate aquí debajo de mi estrado: ¿No juzguáis en vosotros mismos, y venís á ser jueces



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de pensamientos malos?” (Santiago 2.2 al 4 – RVR1909). Todas estas acciones ejecutadas con los pensamientos malos, son una distorsión, distractores y ruido, los cuales apegan y estancan a cada persona a lo perecedero de la superficialidad y temporalidad en este mundo presente, con la afectación de su porvenir en relación con la vida eterna posterior, la vida del ser humano después de su muerte: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia de que gocemos: Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, que con facilidad comuniquen; Atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano á la vida eterna” (1 Timoteo 6.17 al 19 – RVR1909). Y a los empobrecidos por los sistemas corruptos de la administración de este mundo, la Biblia dice: “Hermanos míos amados, oid: ¿No ha elegido Dios los pobres de este mundo, ricos en fe, y herederos del reino que ha prometido á los que le aman?” (Santiago 2.5 – RVR1909).

La verdadera riqueza está en la fe, en y de Jesucristo, ninguna condición de adinerado o de empobrecido es causa de salvación o vida eterna, ni uno ni otro justifica la eternidad con Dios. La Biblia dice: “Dos cosas te he demandado; No me las niegues antes que muera. Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí. No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan que he menester; No sea que me harte, y te niegue, y diga, ¿Quién es Jehová? O no sea que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios” (Proverbios 30.7 al 9 – RVR1909). Tanto el adinerado como el empobrecido dependen de Dios para su salvación y vida eterna: “De más estima es la buena fama que las muchas riquezas; Y la buena gracia más que la plata y el oro. El rico y el pobre se encontraron: A todos ellos hizo Jehová. El avisado ve el mal, y escóndese: Mas los simples pasan, y reciben el daño. Riquezas, y honra, y vida, Son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová” (Proverbios 22.1 al 4 – RVR1909). Hay una interferencia del amor al dinero que provoca la distorsión, distractores y ruido, como se indica así, en el siguiente pasaje acerca del provecho



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desmedido del beneficio y ganancia, los casos de organización criminal, también por desempleo, empobrecimiento y miseria:

“Porfías de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que tienen la piedad por granjería: apártate de los tales. Empero grande granjería es la piedad con contentamiento. Porque nada hemos traído á este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y con qué cubrirnos, seamos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse, caen en tentación y lazo, y en muchas codicias locas y dañosas, que hunden á los hombres en perdición y muerte. Porque el amor del dinero es la raíz de todos los males: el cual codiciando algunos, se descaminaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia, la mansedumbre” (1 Timoteo 6.5 al 11 – RVR1909).

El derecho al trabajo es un derecho Divino, establecido como origen y principio desde el inicio: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y le puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 2.15 – RVR1909). Dios es el Autor y Creador del trabajo, la verdadera reivindicación de la equidad y justicia del humano, es hacer de forma auténtica o genuina la voluntad que atañe a Dios. No nos engañemos con la mal llamada supuesta defensa de los derechos avanzados, aparentemente que no se han estancado de forma retrógrada. La historia de la humanidad, registra supuestos promotores autodenominados liberadores de eliminar la diferencia entre la pobreza y la riqueza, por medio de la anarquía y violencia. Tarde o temprano se manifiesta su conveniencia e interés oculto del beneficio propio en autoridad y poder del control de la riqueza, sin ningún amor y respeto a la voluntad de Dios, el verdadero dueño, no solo de las naciones sino del universo



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y de todo lo existente. Que controla la muerte y vida en sus propias manos, e imparte justicia y reconoce la obra de Jesucristo practicada en cada justo para vida eterna. Dios Padre rectifica al ser humano, cuando este último y en forma reiterada, deja de asumir su propia responsabilidad. Esta vivencia se demuestra en los sucesos acontecidos en la historia humana, para corrección del ser humano, aunque pareciera que el mismo nunca logra aprender ni escarmentar, a pesar de la disciplina y formación impuesta para un orden:

“Jehová mata, y él da vida: El hace descender al sepulcro, y hace subir. Jehová empobrece, y él enriquece: Abate, y ensalza. El levanta del polvo al pobre, Y al menesteroso ensalza del estiércol, Para asentarlo con los príncipes; Y hace que tengan por heredad asiento de honra: Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él asentó sobre ellas el mundo. El guarda los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su fuerza. Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos: Jehová juzgará los términos de la tierra, Y dará fortaleza á su Rey, Y ensalzará el cuerno de su Mesías” (1 Samuel 2.6 al 10 – RVR1909).

Las relaciones humanas en función del empobrecimiento y enriquecimiento, para favorecer, ya sea, a muchos o pocos y perjudicar a otros, corresponde a la distorsión, distractores y ruido, de consumo voraz y destrucción rápida, que dirige a la población al vacío del despeñadero del desorden mundial. El imperante desenfreno del armamentismo, el cambio climático, la contaminación medioambiental, la explotación industrial y tecnológica, justificado en la urgente necesidad de fuentes de trabajo para el aumento de población, crea una cortina de humo o nube, de ruido suficiente, que desvirtúa la atención de las personas, tergiversa su sentido de la vida y distrae su



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enfoque de amor y servicio a Dios, al obstruir la aceptación y reconocimiento al Hijo. La actualidad del coronavirus SARS-COV2 y la enfermedad COVID-19, se suma a nuestra época de Edad del Calentamiento Global. Los discípulos preguntan a Jesús: “Y sentándose él en el monte de las Olivas, se llegaron á él los discípulos aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?” (Mateo 24.3 – RVR1909). Algunos alegan que la maldad siempre ha existido y es la misma, pero que ahora hay una mayor difusión de la transmisión de los medios de comunicación. La realidad es que la maldad sí ha aumentado, prevalece la cultura del dinero y de la muerte, precisamente el amor, caridad y felicidad no está ni en el dinero ni en la muerte: “Y por haberse multiplicado la maldad, la caridad de muchos se resfriará. Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, por testimonio á todos los Gentiles; y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.12 al 14 – RVR1909). Urge un ego solidario.

La sociedad mundial, su administración y respectivos gobiernos se encubren en una luz por apariencia, pero su legislación se despreocupa por lo espiritual, porque se trata de cimentar, estabilizar, fortalecer y lograr solidez solamente basada en lo natural, sin tomar rotundamente en cuenta lo espiritual, con un mayor repudio a lo celestial. Este sistema social con sus propias leyes se esfuerza por sustituir a Dios Padre y a Jesucristo, inclusive promueven la eliminación de Dios en todas sus conversaciones sociales e instituciones, sean privadas o públicas. La Biblia menciona a los que se hacen pasar por luz, pero son falsos: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, trasfigurándose en apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz. Así que, no es mucho si también sus ministros se transfiguran como ministros de justicia; cuyo fin será conforme á sus obras” (2 Corintios 11.13 al 15 – RVR1909). En el caso de los mismos fariseos, a pesar de ser estudiosos e instruidos en las cuestiones de Dios, son avaros y se burlan de Jesucristo. Lo que el ser humano estime como



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sublime, puede ser una abominación: “Ningún siervo puede servir á dos señores; porque ó aborrecerá al uno y amará al otro, ó se allegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir á Dios y á las riquezas. Y oían también todas estas cosas los Fariseos, los cuales eran avaros, y se burlaban de él. Y díjoles: Vosotros sois los que os justificáis á vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Lucas 16.13 al 15 – RVR1909).

Despreciar a Jesucristo es una consecuencia de vivir en el lujo y opulencia de la riqueza, cuando Jesús con su vida demostró humildad, sencillez y vivir solo con lo necesario. El problema del enriquecimiento es el afán y la ansiedad por la acumulación, contrario a lo no excesivo, moderado, sobrio, sin adornos superfluos. Otro problema está en la avaricia que también es idolatría, la codicia, egoísmo y envidia, la obsesión y la tenaz perturbación por incrementar la cuenta bancaria o monetaria, con abuso excesivo e ilimitado de lo que a otros les falta, o sea, debido a que al rico le sobra es lo que a otros necesitados les falta. Esto resta importancia al bien común, la equidad y justicia en la distribución de la riqueza. Los adinerados tienen la posibilidad de la adquisición de activos, artículos, bienes, medios de transporte, muebles, posesiones, propiedades, tratamientos, viajes, entre otros, que a veces son innecesarios o están de más, para elevar la apariencia de status sobre los que no tienen. Se provoca cada vez más una brecha y perpetuidad de la existencia entre adinerados y empobrecidos. Hay una lógica o sentido común en todo esto, por ejemplo, el siguiente caso de Zaqueo: “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy á los pobres; y si en algo he defraudado á alguno, lo vuelvo con el cuatro tanto” (Lucas 19.8 – RVR1909). Así como el ser humano fue creado con el poder de decisión, también fue constituido con el grandioso poder del amor, que lamentablemente muchos portan, pero nunca desarrollan y menos ejercen. La humanidad trata de sobrescribir su propia legislación, contraria a la Legislación establecida por Dios.



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Lo que pasa es que en el caso del enriquecimiento, con o sin premeditación, la persona se arriesga o expone a cometer injusticia y hasta ceder a la tentación de defraudar a otros. Los ricos gastan en cuestiones innecesarias, por exceso de abundancia. Hay colecciones que son invaluables o preciadas antigüedades, mientras que hay gente que muere de hambre por ser desposeídos de la subsistencia básica, quienes están sin abrigo y techo, habitante de calle o cuartería hacinada, precarios, refugios o tugurios, en extrema pobreza y miseria, con frío, enfermedad, hambre, sin seguridad o en inmigración por desempleo y empobrecimiento. ¡Sálvanos Dios, con la compasión y misericordia de la benignidad!: “Y alzando él los ojos á sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres; porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre; porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis... Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que estáis hartos! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis” (Lucas 6.20 al 21 y 24 al 25 – RVR1909). Hay insensibilidad.


La distorsión, distractores y ruido es todo aquello que nos separa del enfoque e interdependencia de Jesucristo. El financiamiento es el dinero como el dios de este mundo, la sociedad entre más riqueza genera y entre más dinero quiere, más comete acciones contrarias a la moral, mayor corrupción y criminalidad, variedad de adicciones y drogadicción, gastos excesivos innecesarios, como el consumismo compulsivo, más se explota al trabajador con salarios bajos, mínimo y jornadas extenuantes, hasta agotar las fuerzas, para obtener mayores ganancias y utilidades, la esclavitud infrahumana, más trata de adultos y niños, más explotación de los recursos minerales y naturales, más contaminación y calentamiento global. Más secuestros, sin amor, respeto y temor a Dios y a su Creación. Más endeudamiento, más lujo y usura, más naciones y países empobrecidos, mientras que otros colonialistas modernos e imperialistas se enriquecen, de la explotación descarada por lucrar materias primas y recursos fósiles o naturales a nivel



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local o entre naciones. Hay una saciedad hasta el hartazgo de ambición, aunque irrefrenable, porque entre más se tiene más se quiere. La Biblia dice acerca del enriquecimiento, ya sea ilícito o lícito, pero igualmente desmesurado o exagerado:

“Ea ya ahora, oh ricos, llorad aullando por vuestras miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas: vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están corrompidos de orín; y su orín os será en testimonio, y comerá del todo vuestras carnes como fuego. Os habéis allegado tesoro para en los postreros días. He aquí, el jornal de los obreros que han segado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado de vosotros, clama; y los clamores de los que habían segado, han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis cebado vuestros corazones como en el día de sacrificios. Habéis condenado y muerto al justo; y él no os resiste” (Santiago 5.1 al 6 – RVR1909).

Otra distorsión, distractores y ruido son las corrientes filosóficas, costumbres, culturas, diversión, entretenimientos, espectáculos, estilos de vida, gustos, hábitos, las ideologías, ídolos, modas, mundanalidad, ociosidad y pereza, populismo, preferencias, religiones, tendencias y tradiciones: “Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? Cualquiera pues que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4.4 – RVR1909). La amistad al mundo se refiere a todo lo que resta el primer lugar de Dios Padre y su Hijo Jesucristo, porque suprime la verdadera adoración, alabanza, gloria y honra. Inclusive se requiere renunciar a estos distractores, para verdaderamente tomar la cruz de Cristo, seguir sus pasos como discípulo y practicante. De lo contrario impera y reina lo superfluo, lo no necesario, que está de más y es perecedero. Jesucristo dice:



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“El entonces respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde mi mocedad. Entonces Jesús mirándole, amóle, y díjole: Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes, y da á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Mas él, entristecido por esta palabra, se fué triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor, dice á sus discípulos: ¡Cuán dificilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Y los discípulos se espantaron de sus palabras; mas Jesús respondiendo, les volvió á decir: ¡Hijos, cuán dificil es entrar en el reino de Dios, los que confían en las riquezas! Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el reino de Dios. Y ellos se espantaban más, diciendo dentro de sí: ¿Y quién podrá salvarse?” (Marcos 10.20 al 26 – RVR1909).

Así está escrito: “Y muchos de sus discípulos oyéndo lo, dijeron: Dura es esta palabra: ¿quién la puede oir? Y sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, díjoles: ¿Esto os escandaliza? ¿Pues qué, si viereis al Hijo del hombre que sube donde estaba primero?” (Juan 6.60 al 62 – RVR1909). Cuando hay tanta interferencia e irrupción, que se interpone entre el ser humano, interrumpe la comunicación y relación con Dios Padre, por la mediación directa de su Hijo Jesucristo, entonces es válida la pregunta: ¿Y quién podrá salvarse? Pero, la crucifixión, resurrección y ascensión de Jesucristo de ninguna manera fue en vano, porque ha dejado el poder del Espíritu Santo para continuar su acción y obra.


A través de la búsqueda ideal del anhelo y aspiración de alcanzar la capacidad de un cumplidor observador espiritual, se logra identificar y reconocer una crítica visual de todas las convenciones sociales que son inmorales. El control y la manipulación de la información inmoral, encubre la realidad de iniquidad, con la apariencia y ficción de bienestar en el



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momento, que desorienta y crea una confusión, inclusive la ceguera espiritual. Para contrarrestar el afán, ambición y codicia del poder en el dinero, fama y éxito materialista, que es contrario a lo espiritual, debido a lo superfluo de la vida; se requiere un mayor nivel de conocimiento e información de trascendencia espiritual. Llegar al mayor éxito moral y a la percepción moral en la vida, a través de los ojos espirituales, vemos consecuentemente la verdadera injusticia, sin llegar a ser consumidos por la vanagloria. Jesucristo es el verdadero poder, que nos hace mejores personas libres, tanto espiritual como social, con una elevación en profundidad de intuición y percepción espiritual, para salvación de la maldad de este mundo y la recompensa de vida eterna en el reino celestial.

En el siguiente análisis del caso de la analogía entre los habitantes de una ciudad con el conocimiento natural, que escuchaban a Simón el mago, que seguidamente representan el conocimiento espiritual, cuando escuchan a Felipe con el anuncio del evangelio del reino de Dios Eterno y el nombre de Jesucristo, también Simón el mago cree y se bautiza, aunque permanece apegado a lo natural en amargura y maldad, luego tanto Felipe, como Pedro y Juan, simbolizan el conocimiento celestial, al compartir el poder del Espíritu Santo con otros:


“Y había un hombre llamado Simón, el cual había sido antes mágico en aquella ciudad, y había engañado la gente de Samaria,... Mas cuando creyeron á Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres. El mismo Simón creyó…, habiendo oído que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron á Pedro y á Juan: Los cuales venidos, oraron por ellos, para que recibiesen el Espíritu Santo;... Y como vió Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero,… Entonces Pedro le dijo… Arrepiéntete pues de esta tu maldad, y ruega á Dios,…” (Hechos 8.9 al 24 – RVR1909).