SEGUNDA EDICIÓN LA COMUNIDAD DE FE: ACUERDOS DE FE



Basado en la Biblia Versión Reina - Valera Revisión de 1960 (RVR60)

2.3.1 EL EVANGELIO ANTIGUO


El evangelio como buena nueva es muy antiguo, porque Dios establece sus verdades evidentes desde un principio, manifiestas en cada elemento de la creación y anunciadas públicamente por los profetas. En el Antiguo Testamento el profeta Isaías anuncia lo siguiente: “¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!” (Isaías 52.7). También el profeta Nahum anuncia: “He aquí sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz…” (Nahum 1.15). Pero desde el tiempo de los profetas no todos practicaron el evangelio: “Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10.16 al 17).


El evangelio antiguo instaba a la práctica de la confianza, justicia y paciencia en Dios el Creador, las buenas nuevas de salvación de su compasión y misericordia: “… tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Santiago 5.10 al 11).


Noé anunció el evangelio de la justicia como pregonero: “y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos” (2 Pedro 2.5). No le creyeron a Noé, pero la buena nueva de salvación se mantiene: “Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor. Porque esto me será como en los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reñiré” (Isaías 54.7 al 9).


En los profetas reposaba el Espíritu de Dios al profetizar y anunciar el evangelio: “… y les testificaste con tu Espíritu por medio de tus profetas…; porque eres Dios clemente y misericordioso” (Nehemías 9.30 al 31). Un sello es señal de autoridad, como se dice en el libro de Ester: “Escribid, pues, vosotros a los judíos como bien os pareciere, en nombre del rey; porque un edicto que se escribe en nombre del rey, y se sella con el anillo del rey, no puede ser revocado” (Ester 8.8). Cuanto más si se trata del sello del Espíritu Santo (2 Corintios 1.22; Efesios 1.13, 4.30).


El pueblo unido al cumplimiento de los diez mandamientos, era el especial tesoro sobre todos los pueblos, siempre y cuando, escucharan su voz y guardaran su pacto (Éxodo 19.5 al 6): “Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos” (Isaías 8.16). Dios había prometido un profeta como Moisés, a quien escucharían, porque Dios pondría sus palabras en su boca, para hablar las disposiciones de Dios, y quien no le oyere Dios le pediría cuentas (Mateo 17.5; Hechos 7.37 al 38; Deuteronomio 18.15 al 19). Luego viene Jesucristo y se cumple la perpetuidad de la ley a través del Señor.


Su voz es Jesucristo (Juan 3.31 al 36, 12.44 al 50, 14.10) y su pacto original de los diez mandamientos (Deuteronomio 4.13): “!A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8.20 y Proverbios 28.9). Los testigos de Cristo y de la obediencia, son el testimonio para todas las naciones hasta lo último de la tierra: “Cercano estás tú, oh Jehová, y todos tus mandamientos son verdad. Hace ya mucho que he entendido tus testimonios, que para siempre los has establecido” (Salmos 119.151 al 152). Además está escrito: “He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres” (Eclesiastés 3.14).