SEGUNDA EDICIÓN LA COMUNIDAD DE FE: ACUERDOS DE FE



Basado en la Biblia Versión Reina - Valera Revisión de 1960 (RVR60)

2.5.2.7 EL DOGMA DE LOS EGÓLATRAS


Jesucristo se abstuvo de ser nombrado rey por parte del pueblo, de vivir en los mejores palacios, de vestir las mejores ropas reales o de viajar en los mejores carruajes. Este ejemplo, contrasta con otra representación de la serpiente astuta como dios falso, que es la mala distribución de las riquezas: “Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy. Si tú postrado me adorares, todos serán tuyos. Respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás” (Lucas 4.5 al 8).


La serpiente conocida como serpiente antigua, diablo y Satanás (Apocalipsis 20.2), representa la adoración y servicio a los dioses falsos, entre ellos la adoración y servicio a las riquezas (en griego Mamón): “Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él. Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Lucas 16.13 al 15). El pasaje anterior menciona el caso de los fariseos como avaros, inclusive la misma avaricia es considerada en la Biblia como una idolatría: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: Fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia” (Colosenses 3.5 al 6).


El afán de adquirir y atesorar riquezas se tenía por sublime y lo terrenal del apego a las inclinaciones o tendencias propensas a los placeres del mundo, contrarias a la obediencia a Dios: “… habrá hombres amadores de sí, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos… crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella…” (2 Timoteo 3.1 al 5).


La mayor rebeldía del ser humano ante Dios es similar a una egolatría y narcisismo, como culto y veneración así mismo, al dinero, fama, poder y riqueza. Este culto y fascinación a la personalidad, representa la entronización del mismo ser humano, como su propio dios, ante los habitantes del mundo, donde a algunos de sus dinastías, emperadores, faraones, gobernantes, jerarcas, líderes, poderosos, príncipes, pudientes, reyes y soberanos, son considerados como dioses y convertidos en asesinos, autoritarios, crueles, dictadores genocidas, injustos, sanguinarios y violentos, sin piedad alguna y sin temor a Dios. Ha prevalecido en la historia de la humanidad una cultura de impunidad, en los casos donde el pueblo respalda a sus líderes como a un dios falso, han seguido el camino de la muerte, aunque signifique estar en contra de la adoración y servicio a Dios.


Han muerto millones de inocentes, por causa de la apoteosis de quienes se han endiosado: altivos, arrogantes, engreídos, fatuos, soberbios, manifestado en los casos de cruzadas, expansionismo imperial, guerras religiosas y conflictos étnicos ancestrales. Desde el principio de los tiempos se utiliza a Dios como pretexto para la violencia. También la dominación e invasión territorial para la explotación de los pueblos: “Abominación es a Jehová todo altivo de corazón; ciertamente no quedará impune” (Proverbios 16.5).


El libro del Génesis afirma: “Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3.14 al 15). Como se dice, la serpiente en representación del mal o pecado del mundo, no funciona fuera del polvo, ya que se alimenta del ser humano: “… polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3.19). La profecía encaja en el remanente del pueblo justo, como siervo sufriente (Isaías capítulo 53), que recibe el anuncio de las buenas nuevas de salvación de los valores del reino de Dios, o sea, la buena noticia. Los seguidores de Jesucristo forman la comunidad de la iglesia, para aliviar al ser humano de su miseria e integrarlo al reino de Dios, a través del amor de Dios, fe, justicia, misericordia y demás valores comunitarios.


Un sepulcro se compara como símbolo, porque un sepulcro de muerte se contrarresta con el cuerpo, como un templo de vida espiritual: “Mas él hablaba del templo de su cuerpo” (Juan 2.21). Por siglos ha existido enemistad entre la serpiente y la mujer, una rivalidad y combate entre el pecado y el pueblo o la iglesia. Por ejemplo, el complot y confabulación e intriga contra Pablo por parte del gobierno imperial de Roma, y el poder religioso y sacerdotal imperante en Judea (Hechos 23.12 al 15, 24.1 al 5 y 22 al 27, 25.1 al 3). La herida en la cabeza de la serpiente, fue cuando Jesús destruyó al diablo con su vida santa y muerte en la cruz (Hebreos 2.14, 9.26). El pecado fue desactivado y quedó sin poder (Romanos 6.6):


“Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios” (1 Pedro 1.17 al 21).

La serpiente provoca una herida en la parte posterior de la planta del pie (calcañar), en alusión a los cristianos perseguidos y muertos. Se cumple la enemistad entre la simiente de la serpiente y la simiente de la mujer. Los salvos siendo salvos esperan a Jesús por segunda vez, para salvación de los que le espera (Hebreos 9.28). Recordemos la persecución contra los cristianos en el imperio romano:


“Y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (Apocalipsis 13.4 al 8).

Está determinado dar a Dios cuentas de sí (Romanos 14.12): el amor excesivo de sí mismo o egolatría, hace del humano un ser amoral, falto de sentido moral, sin responsabilidad de dar cuentas de sus acciones y consecuencias, ni respeto por los preceptos morales, principios y valores, por esta razón son pocos los escogidos, de entre todos los llamados que aparentan piedad pero incumplen su eficacia, inclusive falsos ministros de la palabra.