Jesús de camino a Jerusalén enseña por las ciudades y aldeas, entonces alguien le pregunta si son pocos los que se salvan: “… Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13.22 al 24). Otras preguntas podrían ser: ¿por qué muchos procuran entrar y no podrán? y ¿tendrá alguna relación con el tema de predestinación por escogencia y elección por libre albedrío? Jesús dijo: “Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos” (Mateo 20.16, 22.14). La cantidad total de llamados son todos los creyentes y la parte menor que son los escogidos por gracia corresponde a los practicantes como Jesús.
Los primeros llamados fueron de Israel y los postreros llamados se trata del resto de población que no era de Israel, conocidos como gentiles. Hay un remanente escogido por gracia, los escogidos que han alcanzado: “… ha quedado un remanente escogido por gracia… ¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos;… su transgresión es la riqueza del mundo, y su defección la riqueza de los gentiles…” (Romanos 11.5 al 12).
Otro pasaje menciona que si Israel fuera como la arena del mar, tan solo el remanente será salvo
El libre albedrío natural es la voluntad y facultad del ser humano para decidir y actuar por su propia determinación, sus propios logros y méritos. En el caso del natural algunos casos se confunden con el libertinaje. La utilidad de este libre albedrío, se ha degenerado a tal grado que cada quien actúa como le parece, sin la responsabilidad de las consecuencias de sus acciones, se incurre en el libertinaje del desenfreno en la conducta y el irrespeto general a los diez mandamientos, la pérdida de reconocimiento, estima y aplicación a la ley de Dios y su justicia.
El libre albedrío espiritual se presenta en la transición del paso de incrédulo a creyente, entre las dimensiones de conocimiento natural y espiritual. El saber y el hacer requieren ser éticamente congruentes, según los principios y valores: “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo… Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente…” (Romanos 7.18 al 25). El hombre interior es la mente, de donde proceden las actitudes, carácter, conducta, personalidad y temperamento en lo emocional y afectivo. La influencia y evolución de todo esto, depende de la madurez en el conocimiento y pensamiento adquirido, según sea conocimiento natural, espiritual y celestial. Las personas pueden estancarse en un solo conocimiento o trascender de un conocimiento a otro. El conocimiento es infinito, tanto en el mundo natural, mundo espiritual y mundo celestial.
El tipo de libre albedrío espiritual es el que desplaza su propia voluntad natural, o sea, humana, y la sustituye por el conocimiento espiritual, de manera que al final no depende de sí mismo, sino de la voluntad de Dios: “… sino de Dios que tiene misericordia” (Romanos 9.16). Lo que pasa es que muchos procuran trascender de la condición natural a la espiritual, pero no pueden desapegarse por completo de su libre albedrío natural: “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gálatas 5.16 al 17).
En el siguiente caso se compara el libre albedrío natural y el espiritual, Jesús dijo: “… El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6.60 al 63). Jesús emite su mensaje para todos, algunos lo reciben como personas naturales y otros como personas espirituales: “Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar” (Juan 6.64). Están los que tienen el libre albedrío natural: “Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él” (Juan 6.65 al 66). Están los que tienen el libre albedrío espiritual: “Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Juan 6.67 al 69). Con la expresión ¿a quién iremos? se renuncia a la voluntad propia, para seguir a Jesús por voluntad espiritual como única opción.
Jesús les preguntó a los doce discípulos en el pasaje anterior, si se querían ir también. ¿Qué pasó con Judas Iscariote? Fue llamado entre los doce discípulos
Mientras tanto, la palabra de Dios indica: “No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12.21). En el caso de Judas se dejó vencer por Satanás, en el sentido de la maldad, el pecado y los antivalores
¿Cómo estar seguro de que Judas Iscariote disfrutó del libre albedrío espiritual pero no pudo trascender al libre albedrío de Jesús o celestial? Pedro mismo testifica acerca de Judas Iscariote: “… y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio… de este ministerio y apostolado, de que cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar…” (Hechos 1.15 al 26).
El libre albedrío espiritual se convierte o transforma en el libre albedrío según Jesucristo, conocido como el libre albedrío de Jesús o celestial, cuando trasciende y escala al conocimiento celestial de los que son predestinados a ser como Jesús: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él… habiéndonos predestinado…” (Efesios 1.3 al 5).
Los pocos escogidos son los practicantes como Jesús: “Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado… Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6.28 al 29 y 38). Este libre albedrío de Jesús o celestial, es la renuncia de Jesús de hacer su propia voluntad, para hacer la voluntad de Dios el Padre Celestial que le envió. Jesús dice: “Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (Juan 3.21). Los verdaderos practicantes no tienen cualquier tipo de práctica, sino la enviada por Dios, según la misión a través de Jesucristo. El mundo de las religiones son todos los llamados inmersos en el libre albedrío espiritual, pero son pocos quienes escogen ser como Jesucristo.
Dios Padre establece un plan mediante el amor, predestina la adopción como hijos suyos, por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad
En el caso de Jacob y Esaú desde antes de su nacimiento, Dios conoce el futuro de ambos y sus descendientes
La predestinación del ser humano es su separación del destino natural al destino celestial para vida eterna
Jesús no ruega solo por sus discípulos, sino también por los creyentes en él por la palabra de ellos
Además en la carta a los