4.4.1 CONCEPTO DE BAUTISMO


La palabra bautizar hace referencia a inmersión o sumergir. Cuando esto sucede se pasa de un estado a otro, por ejemplo, al hundir un material en agua sufre un cambio, debido al líquido queda empapado, porque el agua busca cubrir o llenar lo zambullido. El bautismo es una representación simbólica. Cuando Israel es guiado por Moisés, el pueblo es bautizado al cruzar en medio del Mar Rojo, con las aguas divididas como muro a su derecha, a su izquierda y debajo de la nube (Éxodo 14.21 al 22; 1 Corintios 10.1 al 2). El bautismo de inmersión en agua no es el único bautismo existente, porque hay diversas formas de bautismos con sentido espiritual, liberación y purificación.


Otra forma de bautismo es la limpieza que produce la palabra de Dios Padre, por medio del arrepentimiento, conversión y santificación. En este bautismo se recibe el conocimiento con claridad, llega la luz divina abundante y rebosante hasta llenar la mente de la persona con la palabra de Dios, para iluminación del conocimiento de su gloria, por medio de Jesucristo (2 Corintios 4.6). La palabra de Dios hace limpieza en las personas (Juan 15.3) y provee santificación (Juan 17.17), porque dichas palabras son espíritu y vida (Juan 6.63). Entonces, la persona se llena del conocimiento de la voluntad de Dios, o sea, su mente se llena en toda inteligencia espiritual y sabiduría, para caminar conforme con el agrado de Dios; manifiesto en los frutos de toda buena obra (Colosenses 1.9 al 10). Lo único que excede a todo conocimiento, es el amor de Cristo, podemos ser plenamente capaces de comprender y entender todas sus dimensiones, para ser llenos de toda la plenitud de Dios (Efesios 3.17 al 19).


El bautismo de inmersión en agua es simbólico, se realiza una representación de la muerte y resurrección de Cristo, pero esto no quita las inmundicias de la carne, sino renueva la buena conciencia hacia Dios (1 Pedro 3.21). No basta con el bautismo de inmersión en agua, es necesario el bautismo de inmersión en Jesús. Cuando la persona es sumergida en agua, en forma figurada es sepultada en su vieja humanidad y levantada para andar en vida nueva (Romanos 6.4). La esencia de todo este acto es crucificar la vieja forma de ser juntamente con Cristo, a fin de no servir más al pecado (Romanos 6.5 al 6), o sea muerto al pecado pero vivo para Dios en Cristo Jesús, para no obedecer más a las concupiscencias (Romanos 6.11 al 12), vivir delante de Dios como vivo entre los muertos, y presentar el cuerpo como instrumento de justicia (Romanos 6.13), bajo la gracia del Señor Jesús, los valores universales del evangelio y reino de Dios entre nosotros.


Se menciona el ser bautizado como inmersión o sumergir en Cristo Jesús, esto es en el simbolismo de su muerte (Romanos 6.3). En relación con el Espíritu Santo, también encontramos un signo de bautismo, en el sentido de beber (1 Corintios 12.13) y ser lleno del Espíritu (Efesios 5.18). Por ejemplo, se destacan personas llenas del Espíritu de Dios: Juan el Bautista (Lucas 1.15), Elisabet (Lucas 1.41), Zacarías (Lucas 1.67), Jesús (Lucas 4.1), Pedro (Hechos 4.8), Esteban (Hechos 7.55), y Pablo (Hechos 13.9). La Escritura dice: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús… Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad…” (Filipenses 4.7 al 9).