PSICOTEOLOGÍA: LA NEUROCIENCIA DE LA FE
(TOMO 1)



[331]

5.2) EL CARÁCTER Y EL PERDÓN


Así el perdón consiste en pagar la condena del castigo sentenciado por Dios a su debido tiempo, o sea, en el tiempo de Dios. Una vez cumplido el plazo, se pasa a la condición de libre de culpa, entonces se sabrá si en la nueva oportunidad hay auténtica demostración de arrepentimiento, conversión y de resarcimiento del daño, que en su conjunto consiste en nunca volver a cometer la maldad y el pecado. La palabra de Dios dice al respecto: “Jehová es Dios celoso y vengador; Jehová es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos. Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies” (Nahum 1.2 al 3 – RVR60).


Por esta razón se dice que Dios es fuego consumidor, en el sentido de que él jamás consiente o permite la maldad y el pecado. El ser humano se consume así mismo en el fuego de castigo, porque se da su propio permiso de cometer la maldad y pecado. La Biblia dice: “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor” (Hebreos 12.28 al 29 – RVR60). El verdadero amor de Dios es para salvación y vida eterna, en consagración y santidad. El nuevo pacto lo confirma: “Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios: la severidad ciertamente en los que cayeron; mas la bondad para contigo, si permanecieres en la bondad; pues de otra manera tú también serás cortado” (Romanos 11.22 – RVR1909). En este aspecto, el primer pacto y el nuevo pacto, confirma la severidad de Dios contra la maldad y el pecado, sea adrede o por omisión: “El que menospreciare la ley de Moisés, por el testimonio de dos ó de tres testigos muere sin ninguna misericordia: ¿Cuánto



[332]
pensáis que será más digno de mayor castigo, el que hollare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del testamento, en la cual fué santificado, é hiciere afrenta al Espíritu de gracia?” (Hebreos 10.28 al 29 – RVR1909).

En relación con el carácter, el perdón y los dos tipos de seres humanos, a saber, los Decididos Intemporales y los Indecisos Temporales, estos últimos son llamados al deber y la obligatoriedad de abandonar su desprecio e indiferencia a la justificación, santificación y glorificación: “Mas de él sois vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, y justificación, y santificación, y redención: Para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1.30 al 31 – RVR1909). Las personas tienen del gen de envejecimiento, celular y molecular, como un cronómetro o temporizador biológico, que algunos llaman el reloj que afecta la edad, porque podría influir inclusive con el paso del tiempo la psicomotricidad. Por ejemplo, sin tratar la generalización, pero es posible la afectación de la movilidad corporal o física integrada a las funciones psicológicas, tanto conductual y mental, debido a la longevidad. Sin embargo, se espera en los caracteres espirituales y morales, a mayor edad, una mayor madurez y experiencia personal, tanto del carácter como del perdón, cuando el tiempo es bien aprovechado para mejorar.


No es del interés de todos, pero muchos son llamados a orientar sus vidas en Jesucristo como una brújula o guía espiritual y moral. De ninguna manera es la lista moralista del cristianismo que es fraccionado, donde en cada auditorio, comunidades de fe, congregación, denominación, iglesia u organización religiosa, se determinan sus reglas morales, con variaciones entre sí. Sin embargo, Jesucristo es el cimiento y fundamento de fe, único y estandarizado, con la sana verdad, estándar y exclusiva de Dios: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas” (Santiago 1.17 al 18 – RVR60).



[333]

Jesucristo es el ejemplo, modelo y prototipo, ya sea como dimensión, nivel, norma, patrón, referencia o tipo para todas las naciones, porque Jesucristo es el único que transmite el conocimiento celestial: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2.9 al 10 – RVR60). La humanidad oscila en un umbral entre las fronteras del conocimiento natural y el conocimiento espiritual, inclusive en algún momento se traslapan, pero solamente en Jesucristo se puede trascender al conocimiento celestial. Las creencias, doctrinas, dogmas, ordenanzas o puntos de fe, son muy limitadas o restringidas a la capacidad de sus creadores y gestores, a manera de un reglamento interno del credo o creencias eclesiásticas del conocimiento espiritual. En Jesucristo encontramos la sana doctrina del conocimiento celestial exclusivo del Hijo de Dios, ya que nadie transmite esta enseñanza directa y enviada del Padre Celestial: “Porque el Padre á nadie juzga, mas todo el juicio dió al Hijo; Para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá á condenación, mas pasó de muerte á vida” (Juan 5.22 al 24 – RVR1909).


Se dice que en la sociedad humana se presenta y vive lo inmoral legalmente permitido, frente al bien ético y moral. Por ejemplo, en relación con el cigoto posee un genoma diferente de sus progenitores, que lo hace un individuo biológico, desde su concepción hasta su muerte. Esto le posibilita derechos individuales al cigoto, sin embargo, dentro de lo legalmente permitido algunos lo valoran como un producto desechable, en lugar de un ser con características personales o propias. La Biblia dice: “¿A qué pues me haréis semejante, ó seré asimilado? dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién crió estas cosas: él saca por cuenta su ejército: á todas llama por sus nombres; ninguna faltará: tal es la grandeza de su fuerza, y su poder y virtud. ¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino es escondido de Jehová,



[334]
y de mi Dios pasó mi juicio?” (Isaías 40.25 al 27 – RVR1909). Dios es Santo y es el Creador que establece lo que atañe a la vida, define y determina lo que es consagración, dedicación y santidad. El ser humano contradice la voluntad de Dios con legislaciones que adversan la grandeza de su fuerza y el poder de su dominio. Por este motivo, algunos urgen la defensa de lo que llaman, los seres racionales de dominio propio y fuerza de voluntad, para ser verdaderos hijos y servidores de Dios en obediencia fiel y leal a sus principios, valores y virtudes. Jesús dijo: “Si os he dicho cosas terrenas, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?” (Juan 3.12 – RVR1909).

En cierto pasaje se detalla puntualmente lo siguiente: “Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio; y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús” (Gálatas 4.13 al 14 – RVR60). Se dice la expresión: “… me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús”. ¿Qué significa esto? Otro pasaje confirma la declaración de explicar lo oculto al entendimiento desde la fundación del mundo: “Todo esto habló Jesús por parábolas á las gentes, y sin parábolas no les hablaba: Para que se cumpliese lo que fué dicho por el profeta, que dijo: Abriré en parábolas mi boca; Rebosaré cosas escondidas desde la fundación del mundo” (Mateo 13.34 al 35 – RVR1909). Hay ciertas definiciones que se relacionan con la impudencia del descaro o desvergüenza, por ejemplo, el cinismo en el mentir para cometer acciones y prácticas vituperables, máxime en el desprecio a las normas y valores morales, que causan afrenta y deshonra a las buenas y sanas costumbres establecidas por Dios. ¿Qué representa un ángel de Dios o Cristo Jesús? En cierta ocasión se aparece el Señor Jesucristo en su forma preencarnada, como el Príncipe del ejército de Jehová:


“Estando Josué cerca de Jericó, alzó sus ojos y vio un varón que estaba delante de él, el cual tenía una


[335]
espada desenvainada en su mano. Y Josué, yendo hacia él, le dijo: ¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? El respondió: No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo” (Josué 5.13 al 15 – RVR60).

El ser humano dotado del Espíritu Santo, rehúye a la maldad y al pecado, con el miedo al respeto y a la reverencia a la autoridad, santidad y supremacía de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo. Este miedo activa la facultad de la decisión racional, por consciencia a la consecuencia, al daño y riesgo de pecar ante Dios. Aunque a nadie le cae un rayo inmediato o inminente al pecado, pero el resultado de su mala conducta se manifiesta a su debido tiempo y en el tiempo de Dios, en la justicia Divina tarde o temprano se castiga la impunidad y nunca se queda sin el justo y merecido castigo. El respeto y la reverencia a Dios es un deber en todo lugar y momento, de ninguna manera es permisible profanar su Santo Nombre y presencia en todo el globo terráqueo. El planeta mismo es el estrado de sus pies: “Si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano; como el profeta dice: El cielo es mi trono, Y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? ¿No hizo mi mano todas estas cosas?” (Hechos 7.48 al 50 – RVR1909).


Entonces, ¿por qué la sociedad se encuentra descarriada de lo justo y razonable en la maldad y el pecado? La Biblia aclara lo siguiente: “El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3.9 – RVR1909). La reincidencia en la maldad y el pecado es recaer en una burla, de irrespeto a Dios, sin intención alguna de arrepentimiento,



[336]
conversión y resarcimiento del mal, porque corresponde a una afrenta de pérdida absoluta en la confianza, fe, respeto y reverencia a la consagración y santidad a Dios. Además de la blasfemia contra la santidad del poder de su Santo Espíritu. Además del desprecio a la crucifixión y sangre derramada por Jesucristo, en su acto excelso y sublime de la redención.

El carácter tiene relación con la forma, manera o modo de ser y de la puesta en práctica de las acciones y hechos; por este motivo, el imponer carácter es ejercer la energía y fuerza con la firmeza de decisión y voluntad. En el caso de hacer el bien, se manifiesta un rasgo con propiedad de Dios, distintiva del carácter que es espiritual. Esto significa que el respaldo del conocimiento de Dios, reafirma la dignidad de la persona, hacia lo mejor de la máxima excelencia ante el Altísimo Dios. Lo contrario a esto, corresponde a una persona abandonada y negligente, guiada por bajos instintos disolutos, inmorales, malvados y pecaminosos, sin carácter moral y sin ninguna experiencia de vida en la consagración y santidad en Dios.


La Biblia dice: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8.36 – RVR1909). Además dice: “Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8.12 – RVR60). La persona que cumple con la práctica de las obras de Jesucristo, vence toda circunstancia de pecado: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5.24 al 25 – RVR60). Porque la mente carnal y sucia en pecado, solamente piensa en las obras de satisfacción de la carne: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5.19 al 21 – RVR60). Dios nos guiará siempre (Salmos 48.14).



[337]

Así como es el carácter de Dios, así el ser humano fue creado a su semejanza en santidad. La Biblia dice: “como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1.14 al 16 – RVR60). También el carácter de Dios en el amor corresponde a un amor espiritual e impecable que trasciende a lo celestial, muchos humanos desorientados confunden este amor y el perdón de Dios, con un tipo de amor carnal, que es permisivo de la práctica del pecado, adrede, consciente y reiterativo. Deliberado, muy sutilmente y hasta cínicamente, cambian el concepto de lo que es pecado, para construir una nueva normalidad inmoral, enfocada en la complacencia del placer corporal, contraria a lo estipulado por Dios en la normalidad de vida espiritual y celestial: “ESTO también sepas, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos: Que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes á los padres, ingratos, sin santidad, Sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores de lo bueno, Traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de Dios” (2 Timoteo 3.1 al 4 – RVR1909).


Ahora bien, el carácter de Dios en nosotros nos ayuda para la salvación y la vida eterna, porque la palabra de Dios lo establece con promesas efectivas y eficaces: “¿Qué fruto, pues, teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora, librados del pecado, y hechos siervos á Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y por fin la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6.21 al 23 – RVR1909). Esto representa la eficiencia del fruto de la santificación, además del fin eficaz de la vida eterna. De nada sirve el berrinche humano, la rabieta o el sollozo cuando se desecha a Dios, porque algunos con la presunción de vivir una vida sin Cristo, simulan y fingen una espiritualidad, que descarta



[338]
y desecha la voluntad verdadera de Dios. Esto se cumple especialmente cuando hay personas que en toda su vida son indiferentes a la lectura de la palabra de Dios, prefieren renunciar a la salvación y vida eterna, para no obedecer al Creador. La Biblia presenta de estos casos extremos a pesar del sollozo en estas circunstancias o situación: “Mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios, que ninguna raíz de amargura brotando os impida, y por ella muchos sean contaminados; Que ninguno sea fornicario, ó profano, como Esaú, que por una vianda vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue reprobado (que no halló lugar de arrepentimiento), aunque la procuró con lágrimas” (Hebreos 12.15 al 17 – RVR1909).

Por último, acerca de la relación del enlace y finalidad entre carácter y santidad, según la Sagrada Escritura es muy clara lo que se menciona al respecto: “ASI que, amados, pues tenemos tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación en temor de Dios” (2 Corintios 7.1 – RVR1909). Se pretenden escusas, justificaciones o pretextos, como se dice: “sin Dios nada somos en el mundo”. Se requiere en esta vida una limpieza de toda contaminación corporal y mental, para perfeccionar la santidad en el temor de Dios. La Biblia dice: “No os engañeis: Dios no puede ser burlado: que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna” (Gálatas 6.7 al 8 – RVR1909). Todo tiene su tiempo en su debido momento, ya que prevalece el tiempo de la decisión proveniente de Dios, tarde o temprano se impera la justicia Divina, aunque el ser humano ignore su llamado. El ser humano alega y recurre a lo que considera por indecisión ante Dios, su derecho de ser libre y de hacer lo que quiera, sin ningún temor de Dios. En su afán de insistir en su desenfreno de libertinaje, considera que no hay ningún castigo o consecuencia de rebeldía, de acuerdo con su filosofía de vida, defiende su posibilidad de hacer uso del libre albedrío, para decidir antojadamente su



[339]
propio destino, por puro capricho, terquedad o testarudez, se excluye la consagración y santificación a Dios el Creador.

Lo considerado como circunstancias o cualidades de la colectividad de una cultura o sociedad, puede determinar el carácter sociocultural en la altivez, arrogancia, engreimiento, envanecimiento, orgullo, prepotencia, presunción, soberbia y vanagloria ante su Creador: “El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá? El que castiga a las naciones, ¿no reprenderá? ¿No sabrá el que enseña al hombre la ciencia? Jehová conoce los pensamientos de los hombres, Que son vanidad” (Salmos 94.9 al 11 – RVR60). Dios es el que enseña al ser humano bien y ciencia, conoce que los pensamientos humanos son vanidad y vanagloria. El carácter moral con el enfoque puesto en Jesucristo, reviste al ser humano de la caracterología cristiana, porque encuentra en el Hijo de Dios el ejemplo y modelo beneficioso para la vida. La inmoralidad contraria al camino de Jesucristo, consiste en la displicencia del desagrado e indiferencia a seguir sus pasos, la inacción por desconfianza y duda del interés a la salvación y vida eterna, debido al predominio del cortoplacismo al placer de la maldad y el pecado inmediato, con un reduccionismo que desestima la gravedad del castigo o secuencias. La Biblia dice: “Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne” (Judas 1.20 al 23 – RVR60).


En la persona de Jesucristo encontramos su carácter y las características de su personalidad, en el caso de Dios Padre, en su palabra se muestra sus atributos y cualidades. En este sentido, las Escrituras aportan la asesoría, consejería y recomendaciones necesarias para la convivencia entre seres humanos. Por ejemplo, en Proverbios: “No te entrometas con el iracundo, Ni te acompañes con el hombre de enojos; Porque



[340]
no aprendas sus maneras, Y tomes lazo para tu alma” (Proverbios 22.24 al 25 – RVR1909). También dice: “El hombre malo lisonjea á su prójimo, Y le hace andar por el camino no bueno: Cierra sus ojos para pensar perversidades; Mueve sus labios, efectúa el mal” (Proverbios 16.29 al 30 – RVR1909). Además: “El testigo falso no quedará sin castigo; Y el que habla mentiras, perecerá. No conviene al necio el deleite: ¬Cuánto menos al siervo ser señor de los príncipes! La cordura del hombre detiene su furor; Y su honra es disimular la ofensa” (Proverbios 19.9 al 11 – RVR1909).

En los Salmos se dice: “Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia, Amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? Selah Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a él clamare. Temblad, y no pequéis; Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Selah” (Salmos 4.2 al 4 – RVR60). Por otra parte se dice: “Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Colosenses 3.8 al 10 – RVR60). Lo que se piensa se atrae, ya sea lo negativo o positivo, el optimismo o pesimismo, nuestra mente y pensamientos posibilita ver la realidad anhelada o deseada, determinante en la actitud cotidiana de nuestras aspiraciones con esperanza y paciencia. Entre otros pasajes que educan y forman el carácter; y advierten acerca de la complicidad y degradación con el mundo, está el siguiente para considerar: “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra: Mas con los humildes es la sabiduría. La integridad de los rectos los encaminará: Mas destruirá á los pecadores la perversidad de ellos. No aprovecharán las riquezas en el día de la ira: Mas la justicia librará de muerte. La justicia del perfecto enderezará su camino: mas el impío por su impiedad caerá. La justicia de los rectos los librará: Mas los pecadores en su pecado serán presos” (Proverbios 11.2 al 6 – RVR1909).