PSICOTEOLOGÍA: LA NEUROCIENCIA DE LA FE
(TOMO 1)



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7.2.2) DIFERENCIAS ENTRE EL HIJO Y EL PADRE


El apóstol Pablo en el protocolo de saludo de todas sus cartas menciona a Dios el Padre y al Señor Jesucristo por aparte o separadamente (Romanos 1.1 al 7; 1 Corintios 1.1 al 9; 2 Corintios 1.1 al 4; Gálatas 1.1 al 5; Efesios 1.1 al 5; Filipenses 1.1 al 2; Colosenses 1.1 al 3; 1 Tesalonicenses 1.1 al 3; 2 Tesalonicenses 1.1 al 2, 12, 2.16; 1 Timoteo 1.1 al 2; 2 Timoteo 1.1 al 2; Tito 1.1 al 4; Filemón 1.1 al 3). Tanto el Padre como el Hijo, cada uno tiene vida en sí mismo (Juan 5.26), sin embargo, así como se menciona el árbol de la vida en Génesis y en Apocalipsis, significa que siempre existirá dependencia hacia el Padre que no tiene principio (Job 36.26; Salmos 90.2), a diferencia su Hijo si tiene origen, porque fue el principio de la creación de Dios al inicio (Apocalipsis 3.14).


El Padre es Espíritu (Juan 4.24), en Energía y Poder, el espíritu no tiene carne ni huesos (Lucas 24.39). Jesús tanto en su preexistencia, como en su vida sobre la tierra, tuvo cuerpo, ya que existe el cuerpo celestial y el cuerpo terrenal (1 Corintios 15.39 al 40). Jesucristo vino a este mundo como persona (1 Pedro 1.10 al 11), en carne (Juan 1.14; Hebreos 5.7; 1 Juan 4.2), y engendrado en la virgen María, de manera que María es madre de Dios Hijo y de ninguna manera del Padre. Jesucristo fue realmente enviado por el Padre (Juan 17.1 al 8), y cuando estuvo aquí en la tierra verdaderamente él oraba y hablaba con su Padre que estaba en el cielo. Nunca fingía el diálogo con su Padre, sino que era una relación real.


Otra de las diferencias es que el Padre no se arrepiente (Números 23.19; 1 Samuel 15.29), mientras que el Hijo se arrepiente de haber contribuido en la creación del ser humano (Génesis 6.1 al 8), debido a la maldad de los varones del pueblo de Dios que se mezclaron con las mujeres paganas



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de la tierra. También las Sagradas Escrituras hablan de un Jehová, que menciona el nombre de otro Jehová: “Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás. Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda…” (Zacarías 3.1 al 3 - RVR60). Se menciona que Moisés habló cara a cara con Jehová (Éxodo 33.11; Números 12.5 al 8; Deuteronomio 34.10), pero a través de Jehová Hijo que era el mensajero y ángel de Jehová Padre (Hechos 7.30, 35 al 38). Lo mismo sucedió con Abraham cuando le apareció Jehová Hijo con dos ángeles más, previo a la proximidad en la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra (Génesis 18.1 al 2, 16 al 19.1). En tiempo de Moisés los hombres vieron la gloria, la grandeza y aún oyeron la voz audible de en medio del fuego, y pudieron seguir vivos en ese momento (Deuteronomio 5.24 al 27), sin embargo, ningún ser humano ni el mismo Moisés podía ver el rostro de Jehová Padre (Éxodo 33.17 al 23).