PSICOTEOLOGÍA: LA NEUROCIENCIA DE LA FE
(TOMO 1)



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CAPÍTULO 6: CRONOLOGÍA BÍBLICA


Jesucristo en cierta ocasión testifica de sí mismo, que si el Hijo nos liberta, entonces, seremos verdaderamente libres (Juan 8.36). Previamente lo interrogan con la cuestión acerca de su autoridad y dominio, le preguntan temerariamente ¿Tú quién eres? (Juan 8.25). Jesús les menciona que desde el principio lo ha dicho. En relación con la cronología bíblica ¿cuál es este principio? Alrededor de cuatro mil años antes, en el principio, el Hijo confronta a sus seguidores del séquito celestial cuando surge una rebelión. El presente escrito es su cronología e historia. Hay un principio donde está solamente el Hijo con Dios Padre, previo a otro principio de la creación del séquito celestial. Posteriormente se presenta el principio de la creación del primero y segundo cielos, según podemos corroborar con la demostración y respaldo de citas textuales, en el siguiente análisis y comentario. Se requiere distinguir entre un principio y otro, para ubicar el contexto cronológico del hilo conductor, según el pasaje bíblico referenciado.


Dios Padre es Eterno, sin recibir o tener afectación de espacio, materia y tiempo, porque es intemporal, sin principio ni fin. Dios también es Padre, por ser el Creador, fuente y formador de nuevas vidas. Es el que ordena y da origen a toda la existencia, inclusive a su propio Hijo. Según Salmos 90.2 desde antes del surgimiento de los montes, y de la formación de la tierra y el mundo, durante todos los siglos, Dios siempre ha sido Dios. Él existe sin tiempo, porque establece el espacio sideral y el cosmos como el inicio del tiempo para el ser humano, creado a imagen de Dios en eternidad y con su semejanza en santidad. Otra vez, de nuevo en la época de cuatro mil años después, esta vez Jesucristo pregunta a sus seguidores los discípulos, acerca de quién es él (Mateo 16.15 al 17). Responde Simón Pedro que Jesús es el



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Cristo, el Hijo del Dios viviente. Jesús le dice bienaventurado, porque su respuesta fue por revelación del Padre que está en los cielos, en lugar de carne y sangre. Esta expresión de carne y sangre se refiere a una manifestación de origen terrícola, por su característica relacionada con lo terrenal o terrestre. El Hijo estaba presente como terrícola por ser un habitante que nace en el planeta Tierra, mientras que Dios Padre mora fuera de la Tierra en los cielos, su habitación es en el tercer cielo de la eternidad del Dios Altísimo. Su dimensión eterna de ninguna manera fue creada sino que existe desde siempre.

El Hijo descendió como Jesucristo, el Mesías, Salvador y el Ungido de Dios Padre. Así baja a la Tierra, al primer cielo que está inmerso dentro del segundo cielo; y es el mismo que sube de nuevo al tercer cielo de Dios Padre. Según Efesios 4.10 el que descendió, también sube por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Entonces, sus discípulos fueron testigos como observadores presenciales, que aportan con evidencias de experiencia la respuesta de quién es Jesucristo. Posteriormente el apóstol Pedro testifica en una de sus cartas o epístolas de 2 Pedro 1.16 al 18, que han dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor, habiendo visto con sus propios ojos la majestad de Jesucristo, porque recibió de Dios Padre honra y gloria, desde una voz del cielo que manifestaba la complacencia en su Hijo amado. Además fueron testigos de este acontecimiento cuando estaban con él en el monte santo.


El tercer cielo y la dimensión de Dios, son solamente formas de identificar, para entender el control que tiene Dios sobre toda la existencia. Bien dice el salmista acerca del lugar y trono de Dios en Salmos 103.19 al 22, que el trono de Jehová está establecido en los cielos. Su reino domina sobre todos, sus ángeles son poderosos en fortaleza y ejecutan su palabra, obedecen a la voz de su mandato todos sus ejércitos, como ministros que hacen su voluntad. Ahora, adelantemos dos mil años más, para tomar en cuenta una revisión de la Biblia aproximadamente a seis mil años después del séquito celestial y de Adán y Eva. La versión de Biblia Reina – Valera



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Revisión de 1960, que indicamos con las siglas RVR60, en este análisis y comentario de compilación y selección bíblica, utiliza una palabra clave, para explicar el meollo del fondo principal de la rebelión. Adán y Eva coinciden con el tipo de rebeldía que había sucedido anteriormente con una parte del séquito celestial, también posteriormente con el resto de seres humanos (el subrayado es nuestro en este texto). Oseas 6.6 al 7 “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos. Mas ellos, cual Adán, traspasaron el pacto; allí prevaricaron contra mí” (RVR60).

Prevaricar es faltar a los deberes y a la justicia, con pleno conocimiento de causa, pero en el caso de que sea por desconocimiento o ignorancia, es inexcusable, o sea, no se puede disculpar o excusar, máxime cuando es una resolución injusta, que provoca un desacierto o desatino de injusticia. La resolución significa el acto de resolver con decisión una duda o determinación, al hacer efectiva una acción decisiva. En la actualidad el prevaricato se contrarresta con lo que se llama el principio de ética y el deber de probidad, además de la objeción de conciencia. La probidad incluye la honestidad, honradez, integridad, lealtad, rectitud, transparencia y otros cumplimientos. La objeción de conciencia funge al priorizar en el individuo una ética de principios y valores, que abarcan los aspectos espirituales y morales. En relación con el ángel caído, más que un beneficio e interés general para el séquito celestial, trata de obtener un provecho propio, con ventaja que presume y se vanagloria de una jerarquía, que en la realidad no tiene sobre el resto del grupo angelical. En el caso contrario, Jesucristo en su tiempo aclara en Lucas 22.24 al 27, en relación con una disputa sobre quién de ellos sería el mayor. Jesús define y reconoce al que sirve, según él mismo que les da el ejemplo y modelo de vida en servicio. Pero lo que pasa es que los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad y dominio son llamados bienhechores, sin embargo, los discípulos y seguidores de Jesús, son los que demuestran la capacidad, don y vocación del servicio. El cometer de una disputa implica, debatir con la



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consideración y deliberación atenta y minuciosa, a sabiendas, del conocimiento e intención de contradecir o defender la motivación de una decisión. Eclesiastés 5.6 “No sueltes tu boca para hacer pecar á tu carne; ni digas delante del ángel, que fué ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se aire á causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?” (RVR1909).

Por lo tanto, Jesucristo demuestra ser el ejemplo entre los seres humanos como el que sirve a la mesa, a pesar de su procedencia Divina de imprescindible Hijo de Dios Salvador. Si retrocedemos del tiempo presente, nuevamente dos mil años, cuando Jesús declara a sus discípulos su padecimiento y sufrimiento que le sobreviene, entonces sucede en Mateo 16.22 al 23 lo siguiente: resulta que Pedro, por aparte de los demás, trata de reconvenir con Jesús, en el sentido de que prefiera o priorice por compasión de sí mismo, para que nada le acontezca. No obstante, el Señor reprende a Pedro al decir: “Quítate de delante de mí, Satanás; me eres escándalo; porque no entiendes lo que es de Dios sino lo que es de los hombres” (RVR1909). Por otra parte, Jesucristo explica claramente la situación. Esto cuando se presenta su aprehensión para ser detenido y juzgado en Mateo 26.52 al 54. Jesús se opone a la reacción con espada, porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. Menciona que podría orar al Padre, para recibir más de doce legiones de ángeles a su disposición, pero pregunta que entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras? Estos dos ejemplos sirven para confirmar y reforzar el sentido de prevaricato, que aunque no se trata de un caso como el de la función pública, de los gobiernos modernos, es una especie de relación de irrespeto o respeto a la autoridad. Además es un despropósito sin conformidad o correlación, en seguidores y la autoridad Divina, en este caso con Jesucristo el Hijo de Dios. Cristo nos ha dado ejemplo para seguirlo (1 Pedro 2.21).


Pedro dice y reacciona como humano, aunque sea sin mala fe o sin mala intención, pero coincide con la condición o estado de rebeldía del ángel caído, porque no se ajusta a la fidelidad y lealtad de la alabanza, gloria y honra exclusiva a la



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autoridad del Hijo. La persona que desenvainó su espada e hirió a Malco, el siervo del sumo sacerdote, fue Simón Pedro, descripción tomada de Juan 18.10 al 11, porque le cortó la oreja derecha. La labor designada y encomendada a Pedro, está en función de la misión del evangelio de Jesucristo, es un incumplimiento a su cargo o puesto de confianza, además de incongruente e inconsistente con su misión, especialmente en el ejemplo y modelo para otros. Así sucede con el ángel caído dentro de su integración al séquito celestial, le falta sumisión completa al Hijo de Dios, en el caso de su adhesión y cohesión con el grupo de seres espirituales. El inicio de esta rebelión y traición fue la decisión de evadir su compromiso y responsabilidad, al dejar de reconocer y reverenciar al Hijo.

Esto provoca un antagonismo de oposición y rivalidad, con un ambiente desfavorable y hostil entre el séquito, especialmente por la cuestión de diferencias entre conceptos y pareceres en el trato hacia el Hijo de Dios. Lo que pasa es que el ángel caído actúa en cierto grado con ingenuidad e inocencia, debido a que en su momento no existe bien ni mal, a excepción de la capacidad, facultad o potestad de tomar decisiones. Las mismas no son buenas ni malas, porque depende de las consecuencias obtenidas con el resultado. Se compara con la condición de inocencia en un neonato e infante. Misma situación presentada en Adán y Eva. En cierta ocasión Jesús lava los pies de sus discípulos, pero hay una reacción de negatividad y sorpresa en Pedro (Juan 13.5 al 7). Entonces Simón Pedro se extraña que Jesús lavara sus pies, inclusive cuestiona al preguntar, pero Jesús le dice a Pedro que él no comprende ahora; mas lo entenderá después (RVR60). Jesucristo menciona que Pedro no comprende ahora, pero posteriormente entenderá y sucede a su tiempo.


Más adelante Saulo de Tarso, conocido como Pablo, enfrenta a Pedro de la siguiente manera en Gálatas 2.11 al 13, porque en un lugar llamado Antioquía, Pablo resiste cara a cara a Pedro, pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se



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retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los que eran de la circuncisión. Actuaba con simulación con otros judíos, mediante hipocresía y Bernabé fue también arrastrado en esta situación de apariencia. Es muy interesante percibir este acontecimiento con la analogía o comparación con el ángel caído. Se presenta una acción o acto en cierta forma de aparente ingenuidad o inocencia, pero el efecto colateral tiene una evidente manifestación de hipocresía y simulación, que afecta el ambiente o atmósfera entre la comunidad de fe, especialmente en los seguidores de Jesucristo, ya que altera el orden establecido por Dios Padre. La venida de Jesucristo a este mundo como ser humano, aviva las buenas nuevas de la verdad del evangelio, indiscutibles para quienes las considere evidentes, pero otros debido a su incredulidad niegan hasta la historicidad de Jesucristo o Jesús de Nazaret como histórico.

Continuando con la controversia o polémica entre Pablo y Pedro, para comparar el caminar rectamente ajustado a la verdad del evangelio, por el cual el ser humano se justifica mediante la fe de Jesucristo, ya que nadie se justifica a la manera de la actitud demostrada por el ángel caído. Gálatas 2.14 muestra como Pablo le hace ver a Pedro que no andaba rectamente conforme a la verdad del evangelio, porque siendo judío vive como los gentiles y no como judío, pero obliga a los gentiles a judaizar. La Ley y La Gracia (ver en el formato web www.neobiblismo.org), presenta el contraste entre las obras de Jesucristo y las obras de la ley. Pablo dice lo siguiente al respecto en Gálatas 2.16, que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo. Estas obras de la ley se refieren a los sacrificios, ofrendas, holocaustos y expiaciones por causa del pecado. Jesucristo dice lo siguiente en relación con este tema, según Hebreos 10.5 al 10, que viene para hacer la voluntad de Dios, diciendo que sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quiso, ni se agradó Dios, ofrecidas según la ley, pero Jesucristo vino a hacer la voluntad, mediante la ofrenda de su cuerpo hecha una vez para siempre. El pensamiento puesto en Jesucristo, fortalece el poder del cambio transformador del ser interior.



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Hasta que Pedro quebranta la dureza de su corazón, le llega la hora de la iluminación del entendimiento, entonces comprende la representación y simbolismo del lavado de pies, realizado por el Maestro y Señor Jesucristo. Hechos 10.34 al 36 “Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos” (RVR60). Por esta razón el Hijo de Dios es el Señor de todos y es conocido como el Hijo del Altísimo. El libro de Isaías 57.15 en su texto llama a Dios como el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo, es el que habita en la altura y la santidad. Este pasaje destaca la importancia para Dios acerca del quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. Hay un propósito y sentido en la creación como el plan B del ser humano inmerso en un hábitat terrestre, pero la humanidad con su afán y apego a lo material, perecedero, superficial, superfluo y terrenal, se le imposibilita alcanzar a entender el plan B de la obra de Dios, con el establecimiento del principio hasta el fin, acerca del espacio, materia y tiempo, cosmos, espacio sideral o universo.


La humanidad no encuentra motivo para su existencia. En Eclesiastés 3.11 “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin” (RVR60). La persona que reconoce con su intención la práctica de humildad en la sumisión a Dios y doblega la dureza en su corazón, para conmover su fidelidad y lealtad en obediencia, entonces vive con excelencia mental, siempre hacia lo más Alto, donde habita el Altísimo Dios. Así es el conocimiento de los que habitan la Tierra, en un primer nivel o dimensión de conocimiento natural, hasta escalar a la espiritualidad y trascender al tercer nivel de conocimiento de magnitud celestial. Esto es subir un escalón o peldaño entre lo natural a espiritual. El conocimiento espiritual es un filtro



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de purificación, para ascender y sobrepasar el traslape entre lo natural y espiritual, así trascender mediante Jesucristo al conocimiento que es celestial. Aunque el ser humano viva físicamente en el primer cielo, su mente podría estar puesta en el tercer cielo de Dios, para servir a Dios en la Tierra, con el temor y temblor de respeto y reverencia, bienaventuranza para los que confían y dan honra al Hijo, inclusive entre los que gobiernan, juzgan y legislan en las naciones, que tomen en cuenta honrar al Hijo de Dios para hacer justicia. Esto se confirma en el texto del libro de Salmos 2.10 al 12, donde se insta a los reyes a ser prudentes y admitir amonestación: “Y ahora, reyes, entended: Admitid corrección, jueces de la tierra. Servid á Jehová con temor, Y alegraos con temblor” (RVR1909).

¿Por qué se hizo necesario la creación del ser humano como un plan B? Primeramente hay que aclarar cierto orden de Génesis 1.1 “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (RVR60). Aquí se alude y refiere a los cielos como el segundo cielo, fuera de la atmósfera terrestre y al primer cielo del globo terráqueo con sus capas atmosféricas. Todo esto es el inicio del espacio, materia y tiempo. Cuando Génesis 1.3 “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz” (RVR60). Aquí se hace alusión a un suceso anterior, en relación con la creación del séquito celestial y el principal y jefe de los ángeles, conocido en el primer pacto como el Arcángel Miguel, posteriormente en el nuevo pacto como el Señor Jesucristo, Cristo y Mesías. También se manifiesta en el primer pacto como el ángel de Jehová, Yahveh o Yahweh, según la versión de la Biblia o traducción bíblica. Hay una relación o significado relacionado con la existencia o el ser. De acuerdo con la escritura hebrea muy primitiva y por falta de vocales se utilizaba las letras YHVH, para el nombre de Dios en el primer pacto. En algunos pasajes se generaliza a los ángeles como ángel de Dios o ángel del Señor, pero hay casos donde se refiere exclusivamente, en el texto, tanto explícita como implícitamente al Hijo de Dios. Por ejemplo, en Zacarías 3.1 al 3 estaba el ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. “Y dijo Jehová á Satán: Jehová te reprenda, oh Satán; Jehová, que ha



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escogido á Jerusalem, te reprenda” (RVR1909). Nótese como Jehová refiere o remite la reprensión a otro Jehová, como si el Hijo recurre al Padre para reprender al adversario acusador.

En relación con el Hijo, en Efesios 3.18 al 19, indica que seamos plenamente capaces de comprender la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a plenitud todo tipo de conocimiento. Esta analogía o comparación tiene el significado de alcanzar la capacidad completa o total, de los parámetros comprendidos en la medida del ser interior, con la cobertura y llenura del conocimiento del amor de Dios. El ser interior es integral de actitudes, carácter, ego, emociones, habilidades psicosociales, personalidad y sentimientos. Todo esto involucra la mente y pensamiento, lo corporal o físico, la psique y espiritualidad. En el caso del Padre, la dimensión de Dios equivale al tercer cielo de la magnitud celestial (Deuteronomio 10.14), donde prevalece el conocimiento celestial y la plenitud de Dios. Estas medidas no son como el cosmos y espacio sideral; en la dimensión de Dios no pasa el tiempo como sucede con los seres humanos. En 2 Pedro 3.8 para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. En Salmos 90.3 al 4, mil años delante de los ojos de Dios son como el día de ayer, que pasó, semejante a una de las vigilias de la noche. El tiempo de ninguna manera corre en Dios, porque el fin o propósito del tiempo es propio de la existencia humana. En 2 Corintios 12.1 al 2 se dice: “CIERTO no me es conveniente gloriarme; mas vendré á las visiones y á las revelaciones del Señor. Conozco á un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe) fué arrebatado hasta el tercer cielo” (RVR1909).


Este tercer cielo significa trascender a la dimensión del conocimiento celestial de Dios, en este caso ser arrebatado es ser absorbido por la directriz de Dios, en el sentido de atraer poderosamente la atención, concentración y enfoque de una percepción, que va más allá de solo el sentido de la vista, sino que se recibe la revelación del conocimiento secreto de Dios,



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con una clara comprensión y entendimiento directamente proveído por Dios. El ser humano en su condición corporal corruptible, de ninguna manera hereda el reino de Dios en la resurrección de los muertos, según 1 Corintios 15.50, se dice que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. Porque la dimensión de Dios no es espacial, ni material, ni temporal. Jesucristo resucita con el cuerpo transformado que es corporalmente celestial como los ángeles. Según Juan 20.19 al 20, estando las puertas cerradas en el lugar, donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, los discípulos se regocijan viendo al Señor resucitado.

Un cuerpo que es natural y terrenal no podría traspasar, físicamente, las paredes para ingresar a un aposento cerrado, tampoco ascender al cielo como el resucitado. ¿Qué significa que Jesús muestra las manos y el costado, siendo ahora cuerpo transformado? En Hebreos 12.2 “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (RVR60). Presenta la evidencia histórica del suceso en la cruz, la veracidad de los hechos. Sus heridas de la crucifixión son la muestra, prueba o señal, de ganar el derecho de recuperar lo que le pertenecía como herencia, ya sea del cielo o de la Tierra, en relación con los ángeles fieles y leales, sumado a los ángeles indecisos que vienen a la Tierra a tomar una decisión a favor o en pos de seguir a Jesucristo, como su Salvador y Señor. Apocalipsis 22.14 da como bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, que significa Cristo.


Antes del espacio, materia y tiempo, solo es y está Dios, en Hebreos 11.3 debido a la fe se entiende que el universo fue constituido por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Dios Padre no se veía porque Dios es invisible, en Juan 1.18 a Dios nadie le vio jamás, ya que el unigénito Hijo le ha dado a conocer. Precisamente el Hijo de Dios, Jesucristo en Juan 5.37 menciona que el Padre



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que le envió ha dado testimonio de él, aunque nunca han oído su voz, ni han visto su aspecto. En el caso de la fe de Moisés, según Hebreos 11.27 se sostiene como viendo al Invisible. Por lo tanto, Dios es el Invisible en Romanos 1.20, lo invisibles de él, su eterno poder y Deidad, se hacen visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas. Dios es Invisible y es Espíritu (Juan 4.24).

El Espíritu de Dios es Energía y Poder de Creador, según Salmos 19.1 los cielos cuentan la gloria de Dios y la obra de sus manos. Dios para ser el Padre crea a su Hijo como el primero y el unigénito Hijo de Dios. Su primera creación y primogénito es su Hijo, luego crea el séquito celestial que es para la heredad y pertenencia a su Hijo, como un obsequio. Colosenses 1.15 al 16 “El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él” (RVR60). El Hijo ya preexistía antes de venir a este mundo en Colosenses 1.17 al 19 “Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten: Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia; él que es el principio, el primogénito de los muertos, para que en todo tenga el primado. Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud” (RVR1909).


Antes del primer pacto y durante el primer pacto, había seres humanos con la iniciativa propia de decisión pertinente de fidelidad y lealtad. El derramamiento del Espíritu Santo de forma colectiva y masiva que se presenta en los seguidores de Jesucristo, se presenta según los acontecimientos del nuevo pacto. Jesucristo vino a confirmar y acelerar en volumen de seguidores, la decisión de los ángeles indecisos en este primer cielo, para su reconciliación con los ángeles fieles y leales del tercer cielo. La Biblia menciona en 1 Timoteo 5.21 a los ángeles escogidos (RVR60). En Colosenses 1.20 dice: “y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la



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paz mediante la sangre de su cruz” (RVR60). En Hebreos 1.1 al 4, se aclara esta relación entre Padre e Hijo de Dios:

“… nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo: El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia,…, se sentó á la diestra de la Majestad en las alturas, Hecho tanto más excelente que los ángeles, cuanto alcanzó por herencia más excelente nombre que ellos” (RVR1909).

En la nada espacial y temporal, sin la existencia de materia visible, solo hay la Energía y Poder de Dios mediante su Espíritu. Dios para ser Padre crea a su Hijo. Hebreos 1.8 al 9 “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino. Has amado la justicia, y aborrecido la maldad, Por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros” (RVR60). Dios es un nombre plural, porque es y está Dios Padre y Dios Hijo. Son los dos Seres Supremos Celestiales, pero el Padre es mayor que el Hijo como lo confirma Jesucristo, al decir en Juan 14.28, que el Padre mayor es que yo. Dios Padre es el Invisible, pero Dios Hijo es corporalmente persona y un ser celestial de acuerdo con Colosenses 2.9 al 10, donde dice que en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.


El Hijo es el principal y jefe del séquito celestial y luego cabeza también de la iglesia, pero en un punto inicial de esta cronología bíblica que describimos, todavía no hay más seres, sino solamente Dios Padre y Dios Hijo. Juan 1.1 al 3 “EN el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fué hecho” (RVR1909). El Padre no consentirá ni permitirá que se adore con la alabanza, gloria y honra a otro que no sea a su propio



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Hijo, en Isaías 42.8 Jehová dice que a otro no dará su gloria, ni su alabanza a las esculturas. El Padre establece que la creación rinda la honra al Hijo. Juan 5.22 al 23 “Porque el Padre á nadie juzga, mas todo el juicio dió al Hijo; Para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió” (RVR1909). Luego de creado el Hijo, Dios Padre conoce el diseño de la creación y sabe cuál va a ser su resultado, mientras tanto el Hijo ayuda en la creación y observa por primera vez cada uno de los resultados. Primeramente con la creación del séquito celestial (“Y vió Dios que la luz era buena…” Génesis 1.4 – RVR1909), posteriormente a la rebeldía del ángel caído, con el resto de la creación en general de cada día. La creación de luz representa al principio al Hijo, seguido de la creación del séquito.

Lo que pasa es que la trama del problema consiste en lo siguiente: Dios Padre ha determinado compartir su autoridad y dignidad solo con su Hijo, de ninguna manera acepta otra criatura de la creación, aunque se trate de otro ser espiritual santo y celestial. El ángel caído como en un tipo de dios falso, pretende sustituir al Hijo, a quien trata de reemplazar en su posición celestial. Es una forma de aparentar luz y camuflar sus verdaderas intenciones contra el Hijo. En el pasaje de 2 Corintios 11.14 al 15, se declara que el mismo Satanás se disfraza como un ángel de luz y sus ministros se camuflan de ministros de justicia. Así arrastra la tercera parte de los seres espirituales del séquito celestial. Espejo que había de suceder después entre los seres humanos, so pretexto de oratoria y retórica, se sacrifica a ídolos y falsos dioses en Deuteronomio 32.17 al 20, porque se dice que sacrificaron a los demonios y no a Dios. Se olvidaron de Dios como el Creador y de la Roca de creación, ya que lo menospreciaron, tanto sus hijos como sus hijas, se volvieron una generación perversa. La nebulosa de oscuridad y tinieblas, consiste en confundir con discurso que ofusque la razón y sentimiento, para embaucar y engañar al desvirtuar el enfoque y reconocimiento digno del Hijo. Una falta de respeto y reverencia, con atrevimiento, desvergüenza e insolencia del contexto o coyuntura de maldad y pecado.